LA VISITA DE MERKEL A MOSCÚ, UN REGALO INESPERADO PARA UCRANIA
Por HERMANN TERTSCHEnviado Especial a Kiev
ABC Lunes, 11.05.15
La canciller amonesta a Putin y dice que la anexión de
Crimea fue «un acto criminal»
Alarde en la Plaza Roja Muchos temen que Putin desencadene
una nueva ofensiva, tras el alarde militar del sábado
Las noticias que llegan de Moscú a Kiev casi nunca son
buenas. Hoy dicen los ucranianos que esto es así desde hace casi un siglo,
desde la Revolución de Octubre. Aunque durante casi un siglo no han podido
decirlo. En todo caso, es cierto que los ucranianos tienen sobradas razones
para temer las noticias desde que en Moscú gobierna Vladimir Putin. Pero
también es cierto que ayer llegaron buenas nuevas desde la capital rusa en un
espléndido domingo de primavera, pasada ya la fiesta del 70 aniversario de la
Segunda Guerra Mundial. Cuando muchos temen que el presidente Putin desencadene
una nueva ofensiva, después de su espectacular y megalómano alarde militar en
la conmemoración de la Plaza Roja del sábado, la visita de Angela Merkel a
Moscú ha dado una inesperada alegría a los ucranianos. Porque nadie podía
esperar que la canciller amonestara en Moscú al anfitrión Putin de la forma en
que lo hizo. Y sobre todo que declarara allí que la anexión a Rusia del
territorio ucraniano de Crimea fue «un acto criminal». Las palabras de Merkel
fueron demoledoras para el anfitrión. «Las relaciones entre Alemania y Rusia
–dijo– han sufrido un grave revés por la criminal anexión de Crimea, contraria
a derecho internacional, y los enfrentamientos militares en la Ucrania
oriental».
REUTERS
Angela Merkel, ayer, junto al
presidente Putin en Moscú
Atropello
Es esto un regalo inesperado para los ucranianos. Porque
Merkel puso ayer de nuevo a Crimea sobre la mesa como un atropello brutal del
Derecho Internacional que impide toda normalización de las relaciones entre
Moscú y el mundo occidental democrático. La canciller dejó además claro que a
nadie en Occidente engaña ya la farsa de las supuestas actuaciones independientes
de los separatistas rusos en las regiones de Donetsk y Lugansk. Merkel acudió a
Moscú a honrar a los caídos soviéticos en la guerra contra el nazismo. Estuvo
ausente el sábado como todos los jefes de Estado y de Gobierno occidentales, en
protesta por dicha anexión y la invasión de regiones orientales de Ucrania.
Pero la responsabilidad especial alemana llevó a la canciller a organizar este
viaje al margen de los fastos conmemorativos oficiales, que fueron colosales. Y
para muchos, delirantes en sus dimensiones disparatadas que lo convirtieron en
el mayor desfile jamás habido en la Plaza Roja, mayor que los convocados por
Stalin para celebrar su victoria.
El Gobierno y medios ucranianos han lamentado ese olvido de
Crimea por parte de muchos gobiernos europeos, que dan la impresión de querer
pasar página y aceptar esta anexión sin más. Muchos de los países occidentales
que aprobaron a regañadientes las sanciones contra Rusia, pese al escándalo de
la violación de las fronteras internacionales y la invasión de Crimea primero y
Ucrania oriental después, buscan argumentos para no renovar las sanciones en el
momento de su prevista revisión. La certeza de que en la actualidad es
irreversible la ocupación y anexión de Crimea los lleva en aras del restablecimiento
de los negocios con Moscú a preconizar un supuesto pragmatismo que lleve a
olvidar Crimea.
Esta estrategia recibió ayer un durísimo golpe. Ucrania y
sus vecinos de la OTAN reaccionan siempre alarmados ante las tendencias
apaciguadoras en Europa occidental y también en la Administración de Barack
Obama. Sugerir la aceptación de esta conquista territorial por la fuerza es el
peor mensaje que se puede enviar a Moscú y, como repiten todos los
interlocutores oficiales o no en Kiev, es aceptar una acción como la que llevó
a la anexión de los Sudetes por la Alemania hitleriana. Paradójicamente, la
visita de Merkel a Moscú había preocupado a los más críticos con una postura
occidental hacia Putin que consideran blanda. Se temía que, una vez más, estas
visitas acabaran siendo capitalizadas por la propaganda rusa que ha estado
difamando masivamente a Ucrania como un supuesto régimen nazi comparable al de
los alemanes derrotados hace 70 años.
Polonia y los bálticos
Si se recuerda el trágico balance de la II Guerra Mundial,
dicen, hay que recordar que esta comenzó por un acuerdo entre Stalin y Hitler
para repartirse Polonia y los países bálticos. Que son hoy los principales
aliados de Ucrania en demandar mayor firmeza y rearme frente a un Putin que
llegará en sus afanes expansionistas todo lo lejos que le dejen los demás. Como
dice el diputado Mustafa Nayyem, «Putin intentará conquistar más y más porque
es su sueño. A nosotros, ucranianos, y otros vecinos nos corresponde convencer
a Occidente de que será más barato y mejor para todos pararlo ahora y no más
tarde».
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