The Unending Gift

martes, mayo 12, 2015

LA VISITA DE MERKEL A MOSCÚ, UN REGALO INESPERADO PARA UCRANIA

Por HERMANN TERTSCH
  Enviado Especial a Kiev
  ABC  Lunes, 11.05.15


La canciller amonesta a Putin y dice que la anexión de Crimea fue «un acto criminal»

Alarde en la Plaza Roja Muchos temen que Putin desencadene una nueva ofensiva, tras el alarde militar del sábado

Las noticias que llegan de Moscú a Kiev casi nunca son buenas. Hoy dicen los ucranianos que esto es así desde hace casi un siglo, desde la Revolución de Octubre. Aunque durante casi un siglo no han podido decirlo. En todo caso, es cierto que los ucranianos tienen sobradas razones para temer las noticias desde que en Moscú gobierna Vladimir Putin. Pero también es cierto que ayer llegaron buenas nuevas desde la capital rusa en un espléndido domingo de primavera, pasada ya la fiesta del 70 aniversario de la Segunda Guerra Mundial. Cuando muchos temen que el presidente Putin desencadene una nueva ofensiva, después de su espectacular y megalómano alarde militar en la conmemoración de la Plaza Roja del sábado, la visita de Angela Merkel a Moscú ha dado una inesperada alegría a los ucranianos. Porque nadie podía esperar que la canciller amonestara en Moscú al anfitrión Putin de la forma en que lo hizo. Y sobre todo que declarara allí que la anexión a Rusia del territorio ucraniano de Crimea fue «un acto criminal». Las palabras de Merkel fueron demoledoras para el anfitrión. «Las relaciones entre Alemania y Rusia –dijo– han sufrido un grave revés por la criminal anexión de Crimea, contraria a derecho internacional, y los enfrentamientos militares en la Ucrania oriental».

                                REUTERS
Angela Merkel, ayer, junto al presidente Putin en Moscú

Atropello
Es esto un regalo inesperado para los ucranianos. Porque Merkel puso ayer de nuevo a Crimea sobre la mesa como un atropello brutal del Derecho Internacional que impide toda normalización de las relaciones entre Moscú y el mundo occidental democrático. La canciller dejó además claro que a nadie en Occidente engaña ya la farsa de las supuestas actuaciones independientes de los separatistas rusos en las regiones de Donetsk y Lugansk. Merkel acudió a Moscú a honrar a los caídos soviéticos en la guerra contra el nazismo. Estuvo ausente el sábado como todos los jefes de Estado y de Gobierno occidentales, en protesta por dicha anexión y la invasión de regiones orientales de Ucrania. Pero la responsabilidad especial alemana llevó a la canciller a organizar este viaje al margen de los fastos conmemorativos oficiales, que fueron colosales. Y para muchos, delirantes en sus dimensiones disparatadas que lo convirtieron en el mayor desfile jamás habido en la Plaza Roja, mayor que los convocados por Stalin para celebrar su victoria.
El Gobierno y medios ucranianos han lamentado ese olvido de Crimea por parte de muchos gobiernos europeos, que dan la impresión de querer pasar página y aceptar esta anexión sin más. Muchos de los países occidentales que aprobaron a regañadientes las sanciones contra Rusia, pese al escándalo de la violación de las fronteras internacionales y la invasión de Crimea primero y Ucrania oriental después, buscan argumentos para no renovar las sanciones en el momento de su prevista revisión. La certeza de que en la actualidad es irreversible la ocupación y anexión de Crimea los lleva en aras del restablecimiento de los negocios con Moscú a preconizar un supuesto pragmatismo que lleve a olvidar Crimea.
Esta estrategia recibió ayer un durísimo golpe. Ucrania y sus vecinos de la OTAN reaccionan siempre alarmados ante las tendencias apaciguadoras en Europa occidental y también en la Administración de Barack Obama. Sugerir la aceptación de esta conquista territorial por la fuerza es el peor mensaje que se puede enviar a Moscú y, como repiten todos los interlocutores oficiales o no en Kiev, es aceptar una acción como la que llevó a la anexión de los Sudetes por la Alemania hitleriana. Paradójicamente, la visita de Merkel a Moscú había preocupado a los más críticos con una postura occidental hacia Putin que consideran blanda. Se temía que, una vez más, estas visitas acabaran siendo capitalizadas por la propaganda rusa que ha estado difamando masivamente a Ucrania como un supuesto régimen nazi comparable al de los alemanes derrotados hace 70 años.

Polonia y los bálticos
Si se recuerda el trágico balance de la II Guerra Mundial, dicen, hay que recordar que esta comenzó por un acuerdo entre Stalin y Hitler para repartirse Polonia y los países bálticos. Que son hoy los principales aliados de Ucrania en demandar mayor firmeza y rearme frente a un Putin que llegará en sus afanes expansionistas todo lo lejos que le dejen los demás. Como dice el diputado Mustafa Nayyem, «Putin intentará conquistar más y más porque es su sueño. A nosotros, ucranianos, y otros vecinos nos corresponde convencer a Occidente de que será más barato y mejor para todos pararlo ahora y no más tarde».

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