CLARA VICTORIA DEL LIBERAL RUTTE SOBRE LA ULTRADERECHA DE WILDERS
Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a La Haya
ABC Jueves, 16.03.17
Elecciones en Holanda
Alianza El «todos
contra Wilders» logró rebajar el resultado que daban las encuestas al extraño
personaje
La firmeza del primer ministro frente a las amenazas de
Erdogan le brindó el triunfo
El primer ministro holandés, Mark Rutte, ha ganado con su
partido liberal VVD las elecciones generales con una distancia considerable
sobre el antieuropeísta Geert Wilders. Según los primeros avances del
escrutinio, recontados el 55% de los votos al cierre de esta edición, Rutte
lograría 32 escaños, nueve menos de los que tenía, pero más de los que nadie le
auguraba. Wilders se tiene que conformar con 19, en tercera posición, mientras
que los cristianodemócratas de la CDA, liderados por Van Haersma, figuran en
segundo lugar con 19 asientos. Y se confirma el trágico hundimiento hacia la
extinción del Partido Socialdemócrata (PvdA), miembro del Gobierno, que cae de
38 a 9 escaños. Uno de los pilares de la democracia holandesa queda así en la
marginalidad.
REUTERS
Una holandesa musulmana vota ayer en una mezquita de
Amsterdam
A primera hora de la pasada madrugada, el ultraderechista
Wilders concedía la victoria a Mark Rutte, quien comenzaba a recibir los
primeros mensajes de felicitación desde el exterior.
El primer ministro logró capitalizar todo el tormentoso
enfrentamiento diplomático que se desencadenó la pasada semana con Turquía. Su
dureza verbal al tratar con las provocaciones del presidente turco Recep Tayyip
Erdogan ha llevado a simpatizantes de Wilders a votar por el gobernante que
asumió la defensa de la soberanía holandesa estos pasados días.
El primer ministro recibió hasta el último momento los
apoyos desde Bruselas de Donald Tusk y Jean-Claude Juncker. Las capitales
europeas dormirán más tranquilas sabiendo que Rutte es el más que probable
presidente también del próximo gobierno, por mucho que este tarde en formarse
ante el tremendo pero tradicional fraccionamiento del voto y la presencia
parlamentaria. El «todos contra Wilders» ha logrado rebajar mucho el resultado
que aún hace unas semanas le otorgaban las encuestas al extraño y controvertido
personaje que lidera la derecha antieuropeísta que ha hecho de la lucha contra
la presencia musulmana el eje de su acción política.
Rutte asumió todo el protagonismo del espectacular conflicto
de los pasados días con el presidente islamista de Turquía. Lo que a la postre
ha sido una gran operación política. Tanto, que ayer ya había voces de la
izquierda que le acusaban de haber colaborado al menos en el enconamiento de la
crisis diplomática con fines electorales. Pero también señalaban los
observadores que Trump, y las simpatías que por él había expresado Wilders, pueden
haber también sido un factor que haya frenado al potencial votante de Wilders.
La ridiculización de Trump, que es masiva en los medios europeos, también ha
podido restar votos al que todos consideraban como una especie de reflejo
europeo suyo.
Durante toda la jornada electoral, en un día primaveral de
sol radiante, se registró un flujo a las urnas considerablemente mayor al de
elecciones anteriores. Al mediodía había votado un 43%, seis puntos por encima
de las elecciones de 2012. Al final parece que se superó el 81%. Pero nadie se
atrevía antes del cierre de los colegios a interpretarlo como una reacción
contra Geert Wilders o como un éxito de su propia insistente llamada a las
urnas. Que era lo más temido por todo el resto del espectro político holandés,
por las capitales europeas y por supuesto por Bruselas.
Los últimos sondeos habían mostrado esa caída considerable
de Wilders y un leve fortalecimiento de Rutte. Wilders protagonizaba ayer
también la jornada electoral como ha marcado la campaña, y sobre todo el
mensaje. Rutte hablaba de soberanía como solo Wilders lo hacía antes y apelaba
a los inmigrantes a «integrarse y aceptar las normas de Holanda» y si no, «a
coger sus maletas e irse».
Pero al mismo tiempo como ayer, no ha dejado de apelar al
voto para «frenar ese efecto dominó del populismo. Que sea Holanda quien lo
pare». Y ha acusado a Wilders de no poder resolver ningún problema y solo
agravar los ya existentes. Según Rutte «quien quiere cerrar nuestras mezquitas
y quitar el Corán a los musulmanes» no puede traer soluciones a la sociedad
holandesa.
Orgullo nacional
Wilders por su parte, en una intervención muy serena pero
que no parecía muy entusiasta manifestó que esperaba que su partido «salga muy
bien parado». Muy frecuente era ayer la apelación ante los colegios electorales
al orgullo nacional holandés para protagonizar ese voto frente al populismo que
todos los partidos tradicionales ponen en la misma categoría que el Brexit y la
victoria de Donald Trump.
Todos los dirigentes políticos de más de una veintena de
partidos que habrán de repartirse los 150 escaños del parlamento se reafirmaron
en su negativa a negociar con Wilders. Con lo que, al margen del resultado,
Wilders no tiene ninguna posibilidad de entrar en un gobierno.
Cierto es que la formación del mismo va a ser tremendamente
tortuosa y probablemente muy larga lo dan todos por hecho. Decía el ministro de
Finanzas, Jeroen Djisselbloem, que no se pactará con Wilders aunque eso lleve a
las negociaciones del gobierno a durar toda la legislatura. Pero cierto es que
en las actuales circunstancias de fluidez política en toda Europa lo que hoy es
impensable mañana puede serlo menos. Y eso es lo que dice Wilders cuando se le
pregunta por su aislamiento político. Hoy, sin embargo, con estos resultados,
Wilders está condenado a la marginalidad.
Soberanía frente al atropello turco
El primer ministro, Mark Rutte, se encontró con un regalo en
forma de agresión turca cuando ministros de Erdogan pretendieron dar mítines en
favor de una nueva constitución autoritaria y de la pena de muerte. Y la
aprovechó con virtuosismo político. Con el mero ejercicio de su cargo, al hacer
frente con inusual dureza verbal a las diatribas y provocaciones del presidente
turco, arrebató a Geert Wilders el papel de adalid de la soberanía holandesa
frente al atropello musulmán. Y Wilders no tiene otro perfil político que ese.
Él queda anulado como peligro. Porque le arrebataron el mensaje.
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