KAREL SCHWARZENBERG
Por HERMANN
TERTSCH
ABC Viernes, 24.03.17
La UE no puede ser una idea y una política impuesta por
Alemania o tres grandes
LA mayoría de los políticos de la actualidad no saben nada
de la historia y por ello creen que todo lo inventan o experimentan por primera
vez ellos. Karel Schwarzenberg tiene la historia aprendida, no solo por
lecturas, sino por los genes y unos apellidos con medio Gotha y ocho siglos de
poder. No tiene que mirar tanto hacia atrás para mostrar ironía ante precipitaciones
de políticos de hoy, como la propaganda de Obama/Clinton y la fobia al nuevo
presidente, que hablan de conspiración entre Trump y Putin contra Europa. Dice
que él tiene la edad y la memoria para recordar la pasión inicial por Nikita
Jruschov de un John F. Kennedy adanista y mucho después la emoción de un George
W. Bush que dijo haber «mirado al fondo de los ojos de Putin» y haber visto a
un hombre de fiar. Recuerda Schwarzenberg que nadie acusó a Kennedy y a Bush de
traicionar a EE.UU. Confía en que Trump verá que Putin es una amenaza. También
para los intereses de EE.UU. Todos los acuerdos que puedan hacerse con Putin
han de ser desde la firmeza y la certeza de que él sepa que nosotros sabemos
cuáles son las tentaciones que le debemos evitar a Moscú. Según Schwarzenberg,
lo bueno de la política rusa es que lleva cuatro siglos haciendo lo mismo. Como
no conoce sus propias fronteras se las tienen que mostrar, una y otra vez, los
demás. «Trump nos dará muchas sorpresas, pero no solo malas».
Desde el feudalismo medieval, el poder monárquico
renacentista, la apoteosis imperial barroca y contrarreformista
hispano-austriaca, la derrota napoleónica, el imperio austro-húngaro, la lucha
democrática anticomunista y el retorno de la libertad a Mitteleuropa, los
Schwarzenberg siempre han sido protagonistas. Y Karel o Karl, el duodécimo
príncipe de Schwarzenberg y duque de Krumlov, que no usa títulos oficialmente
porque están prohibidos desde 1918 en Checoslovaquia y ahora en Chequia como en
Austria, lo ha sido de forma más rocambolesca que sus antepasados.
Nacido en Praga en 1937, tras el golpe comunista de 1948 su
familia es deportada y despojada de todo su patrimonio en Checoslovaquia, uno
de los mayores de Europa. En 1990 después de 40 años de exilio en Austria, de
vida empresarial, luchador por la libertad y célebre como defensor del medio
ambiente, volvió a Praga con Vaclav Havel de quien fue jefe de gabinete. Fue
dos veces ministro de exteriores, es el diputado checo más votado y perdió con
el 45% la carrera a la presidencia checa frente a Milos Zeman. Ahora preside la
Comisión de Exteriores del parlamento.
Hace 25 años solo aceptó parte de castillos, casas y tierras
confiscados en 1948 que le devolvía la ley de restitución. «No puedo mantenerlo
todo». Hoy vive en el castillo de Orlik al sur de Praga, va poco a su palacio
de Viena donde abrió un hotel de lujo cuando aun vivía en Austria y a su
castillo de Murau en Estiria. Tiene nacionalidad checa y suiza, y se ha casado
dos veces con la madre de sus tres hijos, la condesa Theresa von Hardegg. Los
Schwarzenberg salieron en el medievo a conquistar poder desde un castillo en la
Franconia bávara y estuvieron en todas las cortes europeas. Nadie como él para
saber que la UE es muy necesaria, pero que los políticos la hacen peligrar con
realidades virtuales sin respetar la realidad de una Europa compuesta por
naciones antiguas. La UE no puede ser una idea y una política impuesta por
Alemania o tres grandes. Lo advierte un hombre cuyo nombre y biografía son
conciencia e historia viva de las ideas más fuertes, profundas y claras en una
Europa libre.
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