RUTTE TENDRÁ MUY ESCASO MARGEN PARA GOBERNAR HOLANDA
Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a La Haya
ABC Sábado, 18.03.17
Un gobierno frágil Rutte no ha salvado a Holanda ni a Europa
de nada. No se habría logrado otro resultado que el que habrá: un gobierno
frágil
Con independencia del resultado, el eurófobo Wilders sería
condenado al aislamiento
Pasados felicitaciones y parabienes al primer ministro
holandés, Mark Rutte, se imponen ya en La Haya los primeros ejercicios de
realismo ante una situación de enorme complejidad tras el resultado electoral
habido el miércoles. Tras el fin de semana de descompresión comenzarán los
primeros contactos en serio. Hay siete partidos con entre 32 y 10 escaños. Y
hay que sumar 76. Las negociaciones se anuncian largas, complicadas y de
resultado incierto. Las capitales europeas, Bruselas y el periodismo han
celebrado a Rutte como el héroe que ha salvado a Holanda y Europa de «la peste
del populismo».
Para ello han utilizado grandes dosis de demagogia –llámenlo
«populismo»– para presentar esa supuesta salvación triunfal. Todos han
transmitido la impresión tras los comicios de que antes de los mismos se daba
por hecho un triunfo arrollador de Geert Wilders, un bloqueo constitucional y
poco menos que la llegada al gobierno de la extrema derecha. Cuando lo cierto
es que todos sabían que Wilders, en el mejor de los casos para él y el peor
para los demás, podía sacar poco más de treinta escaños. Que solo le habrían
servido para denunciar las contradicciones ajenas y lamentarse del trato
discriminatorio con que le habrían impedido intentar formar gobierno.
El resultado de todo ello en todo caso habría sido la
formación de un gobierno de cuatro o cinco partidos dirigido por el segundo más
votado que habría sido Rutte y que habría dejado a Wilders aislado en la
oposición. Es decir, exactamente lo mismo que va a pasar ahora. Luego Rutte no
ha salvado ni a Holanda ni a Europa de nada. Porque en ningún caso se habría
producido otro resultado que el que habrá: un gobierno frágil compuesto por
cuatro o cinco partidos muy distintos cuyo único denominador común es la
voluntad de evitar que alcance poder un Wilders que gana voto mientras Rutte lo
pierde.
Futuro incierto
Lo cierto es que no ha habido la lucha del arcángel contra
el demonio, ni un grandioso triunfo del antifascismo multicultural y tolerante
frente al fascismo del «amigo de Trump» como venían a contarnos en sus habituales
caricaturas algunos medios de comunicación europeos. Lo que ha sucedido es algo
tan prosaico como que una derecha dura y liberal ha ganado a la derecha
nacionalista al haber sabido birlarle Rutte a Wilders su discurso en la última
semana.
Wilders es hombre controvertido que genera rechazo y tiene
un discurso limitado. Si Rutte se empeña, lo demostró en el conflicto con
Turquía y con los manifestantes turcos en las calles de Rotterdam, sabe usar la
retórica y las formas de Wilders tan convincentemente como este o más. Pero
ahora debe formar gobierno. Y eso va a ser toda una larga lucha cuyo final
feliz está lejos de estar asegurado.
Mark Rutte
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