EL CENTRODERECHA LIDERA LOS SONDEOS CON UNA LÍNEA DURA CONTRA LA INMIGRACIÓN
Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Viena
ABC Domingo,
15.10.17
La extrema derecha aspira a entrar en el gobierno y los
socialistas caen al tercer puesto
Unos 6,3 millones de austriacos están convocados hoy a las
urnas en unas elecciones en las que, por primera vez en la historia de Austria
desde 1945, la pugna se dirime entre dos candidatos de la derecha. Por primera
vez el legendario partido socialista (SPÖ) no parece poder aspirar a la
victoria. Según los sondeos quedaría en un tercer puesto en lo que los
observadores consideran el final de la larga e incuestionada hegemonía
ideológica y cultural de la socialdemocracia desde el final de la Segunda
Guerra Mundial. Se perfila un gobierno de alianza entre los dos partidos de
derechas en litigio, el popular (ÖVP) y el nacional–liberal o derechista (FPÖ),
que supondría un alejamiento aún mayor de la Alemania de Angela Merkel y un
acercamiento a los países centroeuropeos del grupo de Visegrado. Estos países,
Hungría, Polonia, Eslovaquia y Chequia, son gobernados por partidos críticos
con la Unión Europea, especialmente en cuestiones como la inmigración. La
inmigración y todo lo derivado de la misma como son los servicios sociales, la
seguridad y en la educación, han sido protagonistas en la campaña.
EFE
Un cartel del líder del Partido Popular, Sebastian Kurz,
ayer en Viena, ante el cual pasa una mujer de origen musulmán
Parte como favorito el ministro de Exteriores, Sebastian Kurz,
de tan solo 31 años, que en una espectacular carrera se ha erigido en la gran
esperanza de un Partido Popular que hace un año estaba tercero y postrado en
las encuestas después de tres legislaturas de gran coalición con los
socialistas. El ÖVP se ha recuperado de la mano de Kurz hasta ese primero lugar
con el 33% a cambio de convertirse en poco más que una agencia electoral del
candidato. El FPÖ quedaría entre 27 y 25% y el SPD entre 25 y 22%. Kurz ha
neutralizado de un solo golpe a todos los barones del partido y asumido una
dirección ideológica y política incontestada. Con la clara referencia de la
campaña de Emmanuel Macron en Francia se postula en una candidatura
extremadamente personalista, de reformas valientes, de nuevo aire y estilo y
tono populista.
Programas calcados
Al mismo tiempo, Kurz ha «secuestrado» gran parte del
mensaje político y electoral del partido derechista FPÖ que lideraba
prácticamente todas las encuestas durante los últimos tres años. El líder de
este partido, Hans Christian Strache, no ha podido competir con el joven
ministro a la hora de defender la línea más dura en política de inmigración,
seguridad, reformas en los servicios sociales y en la educación. Como ha
bromeado Strache durante la campaña, Kurz le ha pirateado o plagiado los
materiales de campaña. Se ha registrado en Austria un giro general a la derecha
que también afecta al propio partido socialista SPÖ aunque este no vaya a
beneficiarse de ello. Strache se ha esforzado desde el pasado año, en que su
candidato Norbert Hofer perdió la elección presidencial ante el izquierdista
Alexander van der Bellen, en marcar distancias de cualquier posición
susceptible de ser tachada de ultraderechista, antisemita o neonazi dentro o
fuera de Austria. Dicen algunos que se ha esforzado tanto que ha perdido perfil
y no evitará que la izquierda europea vuelva a tachar a su partido de ultra.
Pero nadie espera que puedan tener ningún efecto estos ataques sobre la
formación de un gobierno con el FPÖ. Y se excluyen sanciones de la UE como las
habidas en 2000 con el canciller Wolfgang Schüssel.
El candidato del SPÖ es el canciller saliente Christian
Kern, un tecnócrata que sustituyó hace más de un año a Werner Faymann, que
gobernó la gran coalición durante ocho años. En esos años la alianza de los dos
grandes partidos, aunque inicialmente muy aplaudida, generó un atasco en sus
reformas, un anquilosamiento y una falta de reflejos que fortaleció al
derechista FPÖ y tuvo enormes efectos durante la crisis de los refugiados en el
otoño del 2015. Faymann cayó también por su cercanía a Merkel en una política
de puertas abiertas muy criticada. El encargado de revertir esta adhesión a la
línea alemana y unirse a la política de firmeza del líder húngaro Viktor Orban,
fue precisamente Kurz, hoy el favorito de ocupar la cancillería en el
Ballhausplatz.
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