LA LATOSA MARMOTA
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes,
11.05.18
Políticos y medios hacen el ridículo con un apocalipsis
trimestral
«UN clamor mundial» contra Donald Trump escuchan ya quienes
afirman sin pestañear en prensa y televisiones que estamos al borde del fin del
mundo y Donald Trump nos ha traído hasta aquí. ¡Un loco, un loco! es el
análisis más generalizado y no el menos sofisticado de los tertulianos y
comentaristas. Son los mismos que anunciaban hace casi veinte años que estaba
«el mundo en vilo» ante el furibundo «fascista» que era George Bush hijo, capaz
de cualquier cosa el día después de que unos islamistas derribaran las Torres
Gemelas. Ya entonces no era la primera vez que los medios españoles anunciaban
que un presidente norteamericano iba a acabar con la humanidad. Casi veinte
años antes de aquello también estábamos al borde del exterminio de la humanidad
y la culpa la tenía, cómo no, un presidente yanqui. Y ahí estaban, si no los
mismos sí algunos muy parecidos, los que llamaban a todos los pueblos de la
comunidad internacional a rebelarse contra el actor de tercera, analfabeto,
demente, facha, enfermo anticomunista y ultraderechista Ronald Reagan, que
quería llevar a todo el mundo a la guerra y destrucción total con su
terrorífica arma de la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI). Cuanto se ha
cumplido cierta edad, la histeria impostada de las legiones de hipócritas que
intentan servirnos el mal absoluto residente en Washington, resuenan ya como
uno de esos pasajes de la Guerra de las Galias que hubo que traducir varias
veces. ¡Caramba, esto me suena!
Ahora dicen los loros de la política y los medios que es
«impredecible» Donald Trump. ¿Impredecible porque cumple una promesa electoral
que incluyó en su programa de 2016? No era un punto programático vago, incluido
en algún farragoso capítulo sobre política exterior. Era una de las promesas
estrella, como el célebre muro en la frontera con México. Lo que parece es que
los llamados aliados europeos no parecen poder concebir que un gobernante se
tome en serio sus promesas electorales. Y menos que las cumpla. Creían que al
final, como Barack Obama, acataría la lógica del apaciguamiento y el temor a
cuestionar las condiciones de una tiranía. Olvidan que la cobardía ante el
enemigo suele pagarse más cara que la firmeza. Muy europea actitud, en el peor
y más muniqués de los sentidos.
Los europeos sabían que el acuerdo era muy ventajoso para
este régimen agresivo en plena expansión militar y política. Obama quiso un
acuerdo a toda costa y Teherán aprovechó su necesidad. En pocos lustros habría
un desequilibrio añadido en la región. En favor del mayor enemigo de EE.UU.,
Israel y otros aliados. Los persas son mejores amigos que los árabes. Pero son
peores enemigos también. Se estabilizaba además a un régimen canalla, odiado
por nuevas generaciones de iraníes. Los europeos sabían que se levantaban las
sanciones a cambio de poco más que un ridículo plazo de diez años de tregua en
el programa armamentista. Pero los gobiernos europeos, en su tradición «humanista»,
solo estaban interesados en levantar el embargo cuanto antes para que sus
industrias entraran a saco en el mercado iraní. El programa nuclear les daba
igual. Aunque amenace la existencia de Israel, cuya destrucción es máxima
prioridad del régimen de los mullahs. Y va Trump –¡intolerable insensato!– y
cumple su palabra. Denuncia el acuerdo, reimpone sanciones y pone a las
compañías europeas en el dilema de comerciar con Irán o con EE.UU. Eso duele.
Hace cuatro meses acusaban a Trump de provocar al dictador norcoreano y
arriesgar una guerra nuclear con él. Ayer se supo que se reúne el 12 de junio
con Kim Jung-un, quien ofrece por primera vez la total desnuclearización de
Corea. Pidan todos lo mismo con Irán. Pero no monten un coro histérico para anunciar
un fin del mundo cada tres meses. Es otra marmota latosísima que cada vez
engaña a menos gente.
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