REALIDAD EN DESCOMPOSICIÓN
Por HERMANN
TERTSCH
ABC Martes, 28.03.17
La única solución real está en la incondicional restauración
de la ley
PABLO Iglesias, el líder de Podemos, el mayor partido
comunista de Europa hoy en día, con 70 escaños distribuidos por sus
franquicias, pedía ayer que se aboliera la figura delictiva del enaltecimiento
del terrorismo. Está claro que los comunistas españoles quieren entrar en una
nueva fase de agresión al Estado en la que quieren desmontar impedimentos. El
enaltecimiento de los crímenes terroristas y violencia contra gobernante e
instituciones justifica por adelantado posibles acciones futuras y ayuda a
intimidar aun más a la sociedad. Ahora que con leyes de Memoria Histórica cada
vez más perversas pretenden prohibir por ley que se exprese la verdad sobre el
pasado de España. Y la verdad sobre unos y otros. Cuando se publican en libro
las pruebas de que la II República nada tenía de democrática cuando llega el 18
de julio. Porque además de los golpes de Estado de octubre de 1934, el Frente
Popular había robado las elecciones de febrero a la derecha. Casi evocando los
asaltos de aquella época, una banda juvenil de otra organización comunista y
separatista, las CUP, asaltaba ayer una sede del PP. Esta organización es cómplice
de la Generalidad. Una y otra, inmersas en el delito flagrante. Es el hampa que
ya gobierna. Pues un día antes, en el Congreso del PP de Baleares, el nuevo
presidente, Gabriel Company, se negaba a utilizar el castellano en su alocución
final. Y se rechazaba una enmienda que otorgaba a los padres el derecho a
elegir la lengua de educación de sus hijos. El PP se une a la política de
marginación de la lengua española. Contra los derechos de los españoles. Por
mucho que nos cubran de eufemismos. No lejos, también en un Congreso del PP,
del catalán, en Hospitalet, el presidente Mariano Rajoy se quejaba de que los
separatistas violan el Estado de Derecho porque «sin el cumplimiento de la ley
no hay democracia». Cuatro trazos de la actualidad española que dan toda la
razón a Rajoy: No se cumple la ley, ergo no hay democracia. Pero Rajoy no tiene
derecho a la queja. Sino el deber de atajar la realidad que lamenta.
No se cumplen las leyes, se violan impunemente y quienes
están obligados por ley y juramento a hacerlas cumplir dichas leyes, no lo
hacen por cálculo político y conveniencias propias. Son capaces de todo con tal
de no hacer nada. No es solo falta de voluntad. No hay recursos. Ni coraje para
asumir la responsabilidad de poner fin a esta deriva suicida. No hay músculo
político y moral para aplicar la ley con la razón que asiste al Gobierno de
España. Por eso el proceso de descomposición, que ya afectó al PSOE de lleno,
arrastra ahora al PP. Y sin reacción se llevará por delante tarde o temprano a
las instituciones. La victoria total del golpismo de la Generalidad, la
independencia de Cataluña, es imposible. Porque nadie en Cataluña está
dispuesto a sacrificar nada, no hablemos de la vida propia o de un hijo, por
esa independencia. Y porque arrastraría a violencia y destrucción a medio plazo
a toda España. Pero los efectos de este desafío son devastadores. La
nauseabunda actitud del PP de Baleares hacia la lengua común –de ahí su
importancia y el odio que le profesan, por unificadora–, sería impensable sin
la agitación y dinero del catalanismo separatista y agresivo en Baleares o
Valencia. Toda España está ya secuestrada en su desarrollo y convivencia por el
chantaje permanente de la sedición separatista. La deriva es terrorífica para
una España inmensamente frágil en una Europa en serio peligro. La única
solución real está en la restauración incondicional de la ley. Cuanto más
tiempo tarden los gobernantes en llegar a esta conclusión más traumática habrá
de ser.
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