UN PULSO ENVIDIABLE
Por HERMANN
TERTSCH
ABC Sábado, 25.03.17
Washington nos ofrece el magnífico pulso entre los poderes
del Estado enfrentados
La sustitución del sistema de asistencia médica conocido
como Obamacare es un punto clave en la agenda política del presidente Donald
Trump. Y la pugna parlamentaria por el mismo ya ha sido para el presidente la
primera gran ducha fría de realismo ante las dificultades que ha de encontrar
para cumplirla. Hace siete años se aprobó la «Affordable Care Act» por la que
Barack Obama imponía un sistema para incluir en el sistema sanitario a millones
de americanos sin cobertura de seguro. Imponía obligaciones a individuos y
empresarios que levantaron serias ampollas, se tachó de «socialista», pero ante
todo disparó el gasto y los precios de tal forma que mientras cubría a unos
antes descubiertos, dejaba a la intemperie a muchos que ya no podían permitirse
las cuotas. Obamacare se convirtió así en símbolo del intervencionismo caro y
fracasado de Obama que los Republicanos querían liquidar a toda costa. Pero
cargarse retóricamente un símbolo del adversario es más fácil que sustituir un
complejísimo sistema sanitario con las compañías aseguradoras, los
contratistas, los asegurados de las diversas edades y diferentes coberturas
obligatorias y voluntarias. Y los republicanos no tenían un sistema
sustitutorio acordado en estos años. Así las cosas, resulta que el « American
Health Care Act» presentado por el portavoz republicano Paul Ryan no contentaba
a muchos, especialmente a los conservadores que no querían una reforma de
Obamacare por radical que fuera, sino su liquidación.
Trump se ha quedado por primera vez en el centro, lo que sin
duda ha generado un serio despiste. También a él. Pero asimismo impaciencia.
Como el jueves no pudo conseguir una mayoría, el presidente puso a moderados y
radicales republicanos ante el ultimátum y la amenaza de que, de no aprobar
esta ley, no habría otra y todos habrían de explicar a sus votantes que, por su
culpa y voto, siga vigente el odiado Obamacare. En todo caso, Washington nos
ofrece una vez más el difícil y magnífico pulso de los poderes del estado
nítidamente separados y enfrentados. Es decir, a un soberbio juego de
democracia real que aquí todos debíamos envidiar.
0 comment(s):
Post a comment
<< Home