ORBAN TOMARÁ MEDIDAS CONTRA LAS ONG QUE APOYEN LA INMIGRACIÓN
Por HERMANN
TERTSCH
Enviado Especial a Budapest
ABC Martes, 10.04.18
La victoria del «premier» húngaro es un golpe al consenso
socialdemócrata en la UE
Liderazgo
Orban jugará un papel en Europa mayor del que
corresponde a un país tan pequeño como Hungría
Gobernantes y medios en Europa y EE.UU. han recibido con
consternación la noticia de la apabullante victoria electoral de Viktor Orban
en las elecciones generales húngaras del domingo. Se habla de la victoria del
«hombre más peligroso de Europa» y de un peligroso racista y dictador. La
mayoría desprecia la voluntad de los húngaros expresada en las urnas como fruto
del engaño y la propaganda del odio. Homófobo, ultraderechista, amenaza letal
para la democracia en Europa y hasta comparaciones con Hitler, nada es excesivo
para atacar a Orban. La prensa hegemónica de la socialdemocracia en Europa
reaccionaba así tras quedar traumatizada por la victoria de Orban. Y los ecos
políticos y sus consecuencias para todo el continente.
Orban, con sus seguidores tras conocerse los resultados en
Budapest
REUTERS
Con la altísima participación, que creían el arma secreta
para derribar a Orban, habían comenzado a especular ya sobre la situación que
se creaba con la pérdida de la mayoría absoluta por Orban. Había optimismo a
media tarde en medios de la oposición. A las once de la noche se les hundió el
mundo a ellos y a la mayor parte de la prensa extranjera tan feroz opositora a
Orban como sus peores enemigos. Al final, la alta participación disparó el voto
a Fidesz hasta esos 133 escaños de los 199 del parlamento que le dan práctica
mano libre para gobernar y para legislar.
Hubo consternación pero después también realismo. Fueron
muchos, y no solo los notorios dirigentes de la ultraderecha de Europa, también
los grandes gobernantes de la UE, muchos muy enfrentados al triunfador, los que
felicitaron muy pronto al primer ministro. Todos estaban pendientes de las
elecciones y todos coinciden en que es un inmenso golpe para los defensores de
la ortodoxia política del consenso socialdemócrata en la UE. Y es un revulsivo
para todas las fuerzas de una derecha contraria a los grandes dogmas de la
izquierda liberal que dominan actualmente el discurso político y cultural en
Europa. Desde la ideología de género, el multiculturalismo, la inmigración como
solución demográfica, la cultura LGTB, son muchos los campos en los que la
resistencia ha comenzado a articularse en las sociedades europeas. Para esos
focos, descalificados como ultraderechistas o no, Orban es ya el principal
referente y lo será mucho más a partir del pasado domingo.
En lo que coinciden sus enemigos, cada vez más furiosos,
como sus seguidores, cada vez más numerosos, es en que el primer ministro
húngaro va a jugar un papel en el continente que trasciende en mucho al de un
gobernante de un país tan pequeño como Hungría. Y si hasta ahora se le ha
odiado tanto en la izquierda occidental, es de esperar que se llegue a nuevas
cotas, porque el partido ya anunció ayer que con este resultado tiene un claro
mandato de la ciudadanía para cumplir con sus promesas electorales en materia
legislativa. Y esto incluye medidas para limitar las actividades de
organizaciones que fomentan la inmigración, ONG habitualmente financiadas desde
el exterior. Y que sirven para promover todos esos campos de los que Fidesz es
radical adversario como son el multiculturalismo, las fronteras abiertas y la
ideología de género. Las medidas llegarán con el provocador nombre de Paquete
StopSoros, en honor del enemigo íntimo de Orban que es el multimillonario,
magnate de la especulación financiera norteamericano George Soros, mecenas de
todos los movimientos «progresistas» en todo el mundo, pero especialmente en
Hungría su patria de origen. Ahí ya se anuncian nuevos conflictos con Bruselas.
Enemigo de izquierdistas
Está claro que Orban es ya el enemigo favorito para todas
las organizaciones y activistas izquierdistas en Europa y para todos los
partidos que quieren gozar de las simpatías en las mismas. Aunque esas
descalificaciones como dictador no resisten la prueba de los hechos. Orban ganó
en 1998 y cuando perdió las elecciones en 2003 se fue a su casa y tardó dos
legislaturas en volver a ganar. Ahora lleva tres elecciones ganadas en unas
elecciones de ejecución impecable. Aunque ciertas ONG han protestado porque
consideran que el ambiente de agitación contra la inmigración y la propaganda
del partido Fidesz intimida, asusta y genera odio. Denuncian que una mayoría de
los medios defienden posturas afines al gobierno. Eso no es algo que pase solo
en Hungría. Lo cierto es que todos han podido defender sus posiciones.
Los partidos de la oposición no han hecho protestas sobre el
transcurso de las elecciones aunque tuvieran críticas para el contenido de la
campaña del partido de Orban, plenamente enfocada a subrayar como máximo
objetivo del gobierno impedir una sociedad multicultural en Hungría y por ello
todo tipo de inmigración. Ese debate se ha centrado en el contenido de la
propaganda electoral no en el fondo. Porque tanto los socialistas del MSZP como
la extrema derecha de Jobbik, tercero y segundo partido después de Fidesz,
defienden la negativa a las cuotas y la defensa de la valla que fortifica la
frontera y construida por Orban a partir de 2015. De hecho es más fácil
defender en Hungría posiciones a favor de la inmigración que defender en
Alemania posturas contrarias a la inmigración o favorables a Orban.
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