UNA ENEMIGA DE ESPAÑA
Por HERMANN
TERTSCH
ABC Martes, 10.04.18
La ministra alemana tiene interiorizado el argumentario del
golpismo español
EL Gobierno alemán hizo ayer su primer intento de aplacar la
indignación que han generado en España las declaraciones de su ministra de
Justicia, Katerina Barley, sobre la rocambolesca sentencia del tribunal de la
Audiencia Territorial de Schleswig-Holstein que denegaba la entrega a España de
Puigdemont por rebelión. El portavoz de Merkel, Steffen Seibert, dijo que la
posición de su Gobierno es la de siempre. Que considera el conflicto de
Cataluña «un asunto interno que debe ser resuelto por los actores políticos
españoles, al amparo de la Constitución española y de acuerdo a la legislación
vigente en ese país». Perfecto. Es lo que pensamos nosotros. Nadie le está
echando la culpa al Gobierno alemán de una decisión de un tribunal que se ha
excedido groseramente de sus atribuciones porque su única obligación es
garantizar que Alemania y España, miembros de la misma comunidad de Derecho, se
apoyan mutuamente en la persecución de los delitos dentro de la Unión Europea.
El auto del tribunal de Schleswig Holstein es por ello una pura impertinencia
en todos los sentidos. Porque no viene al caso. Y porque es una ofensa. Los
jueces habrán de resolverlo.
El problema del Gobierno alemán es otro. Está en que, por
mucho que su portavoz diga que la ministra Barley ha hablado ya con su colega
Rafael Catalá para «solventar el malentendido», resulta que no hay
malentendido. Porque se ha entendido todo. Su ministra no niega haber dicho lo
que ha dicho y que sabemos porque el periodista del diario
Süddeutsche Zeitung no respetó la confidencialidad que,
según dice ahora la ministra, habían acordado. Pero ella no niega haberlo dicho
ni niega pensarlo. Nada de malentendido. Y lo que piensa y dijo es que España
tiene que negociar con los golpistas y ella es partidaria de poner todas las
dificultades al Gobierno de España y todas las facilidades a los separatistas
para forzar esa negociación. Entre el defensor de la ley y el criminal, se
entiende. Presumía de haber estado al tanto del proceso de toma de la decisión
judicial y dejaba ver que es partidaria de entorpecer hasta la causa de entrega
de Puigdemont por malversación. Además de no considerar a España un país
plenamente libre.
Retórica izquierdista barata de la ministra, otra radical en
un SPD escorado hacia la izquierda porque Angela Merkel, con sus democristianos
hechos socialdemócratas, no le deja otro espacio. Además está el declive de la
calidad. También allí es dramático. Ministros de Justicia del SPD fueron Gustav
Heinemann o Hans Jochen Vogel. En ese cargo que ocupa ahora esa patética
bibianaaido renana con máster en leyes. Pero a Merkel lo único que le importaba
era salvar la cabeza y no estaba para ponerse exquisita en la elección de
ministros.
La ministra no se ha disculpado ni parece tener intención de
hacerlo ante los españoles. Y el Gobierno de Merkel piensa que el asunto está
saldado. Se equivoca. La gravísima ofensa de su ministra a España sigue en pie.
Porque todos los españoles sabemos hoy que en el gabinete de Merkel hay una
ministra federal de Justicia que simpatiza abiertamente y actúa en la sombra a
favor de una banda golpista que quiere destruir España. En su Consejo de
Ministros hay al menos un miembro con el discurso del separatismo y la
ultraizquierda española de que la democracia española solo se redimirá del
franquismo aceptando la destrucción del Estado y de la Nación Española que
dichas fuerzas exigen. Así las cosas y si la ministra Barley sigue y no se
disculpa, los españoles tenemos muchas razones para considerar rota la
confianza en quien siempre ha sido un aliado y amigo. Porque Katerina Barley ha
demostrado ser una enemiga de España.
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