The Unending Gift

lunes, septiembre 14, 2015

MERKEL AGRANDA SU LIDERAZGO AL MANDO DE LA CRISIS MIGRATORIA

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  Domingo, 13.09.15


Criticada por la izquierda por defender el ahorro, la canciller muestra su gran generosidad

Decisiones conjuntas Demuestra su prudencia al presentar sus decisiones conjuntamente con Francia

Tiene Angela Merkel en su despacho en la cancillería un retrato de la zarina Catalina la Grande. Nacida Sophie Friedericke Auguste von Anhalt-Zerbst y noble en Alemania oriental, Catalina destituyó y sucedió a su marido el Zar Pedro III, y sorprendió a todo el mundo que la subestimaba, gobernó 32 años y transformó Rusia. Angela Merkel es, como Catalina, hija de un pastor protestante. Que se trasladó voluntariamente a la Alemania oriental comunista cuando Angela era una niña. En la dictadura no llamó la atención. Ni fue una valiente opositora al comunismo ni una colaboradora de la dictadura. Participó en lo que había que participar para no tener problemas. Caída la dictadura comunista la joven Merkel creció como política a la sombra de un canciller, Helmut Kohl, que ya era leyenda de la Alemania unida.
                                                                                   REUTERS
Un inmigrante se fotografía con la canciller alemana en un centro de refugiados de Berlín

Nunca amiga de grandes gestos ni riesgos ni retórica airada, fue sistemáticamente subestimada por todo el acuario de delfines de Kohl, políticos occidentales duchos en las fintas y los codazos del aparato, que se disputaban la herencia del gigante. Para ellos fue letal. La bisoña alemana oriental recién llegada, física titulada, fue neutralizando uno a uno a todos y se hizo con la sucesión. Y en 2005 la alemana oriental se convertía en la primera mujer en asumir la cancillería de Alemania. Diez años han pasado y Merkel ha entrado en la galería de los más grandes cancilleres que hasta ahora solo albergaba a Konrad Adenauer y Helmut Kohl.
Merkel se había erigido en la incuestionable fuerza de la moderación en Europa. Y es ya líder absoluta pese a sus esfuerzos por presentar siempre las opciones como fruto del eje franco-alemán o de un grupo de países. Ha intentado no ir en solitario. Ha mantenido en esta década una política de continuidad y moderación en todo que muchas veces ha crispado a propios y ajenos. Sus decisiones más controvertidas han sido aquellas en las que rompió esa regla. Su punto final a la energía nuclear en plena histeria de los alemanes por el accidente de Fukushima supo a debilidad demagógica. Como su abstención en el Consejo de Seguridad en el compromiso militar en Libia. Que en países del sur, especialmente en Grecia y España, Merkel se convirtiera para muchos en odioso personaje de caricatura sin compasión se debe más a la miseria política y mediática de esos países. Esas percepciones maniqueas son difíciles de combatir. Merkel ha intentado salvar la integridad de la UE y a Grecia como nadie.

Decisión arriesgada
Cuando nadie sabe si se logrará, ha estallado la crisis de la migración, la más grave desde la Segunda Guerra Mundial. Pocos dudan de que si no se gestiona bien puede dinamitar la Unión Europea. Merkel, la prudente, ha tomado la decisión más arriesgada. Implica una generosidad sin límites por parte de Alemania. Y fuerza a todos los socios a una participación que pronto puede ser origen de inmensas tensiones. Los que la odiaban ahora parecen adorarla. Quienes la respetaban y admiran no habrán dejado de hacerlo. Pero por primera vez Merkel es ahora responsable de una política que cambiará definitivamente a Alemania y a Europa. De inmensas, históricas e irreversibles consecuencias. Por ello, los capítulos más importantes de la biografía de Merkel están por escribir. Al mando en una dramática encrucijada para Europa.

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