MERKEL AGRANDA SU LIDERAZGO AL MANDO DE LA CRISIS MIGRATORIA
Por HERMANN TERTSCHABC Domingo, 13.09.15
Criticada por la izquierda por defender el ahorro, la
canciller muestra su gran generosidad
Decisiones conjuntas Demuestra su
prudencia al presentar sus decisiones conjuntamente con Francia
Tiene Angela Merkel
en su despacho en la cancillería un retrato de la zarina Catalina la Grande.
Nacida Sophie Friedericke Auguste von Anhalt-Zerbst y noble en Alemania
oriental, Catalina destituyó y sucedió a su marido el Zar Pedro III, y
sorprendió a todo el mundo que la subestimaba, gobernó 32 años y transformó
Rusia. Angela Merkel es, como Catalina, hija de un pastor protestante. Que se
trasladó voluntariamente a la Alemania oriental comunista cuando Angela era una
niña. En la dictadura no llamó la atención. Ni fue una valiente opositora al
comunismo ni una colaboradora de la dictadura. Participó en lo que había que
participar para no tener problemas. Caída la dictadura comunista la joven
Merkel creció como política a la sombra de un canciller, Helmut Kohl, que ya
era leyenda de la Alemania unida.
REUTERS
Un inmigrante se fotografía con la canciller alemana en un
centro de refugiados de Berlín
Nunca amiga de
grandes gestos ni riesgos ni retórica airada, fue sistemáticamente subestimada
por todo el acuario de delfines de Kohl, políticos occidentales duchos en las
fintas y los codazos del aparato, que se disputaban la herencia del gigante.
Para ellos fue letal. La bisoña alemana oriental recién llegada, física titulada,
fue neutralizando uno a uno a todos y se hizo con la sucesión. Y en 2005 la
alemana oriental se convertía en la primera mujer en asumir la cancillería de
Alemania. Diez años han pasado y Merkel ha entrado en la galería de los más
grandes cancilleres que hasta ahora solo albergaba a Konrad Adenauer y Helmut
Kohl.
Merkel se había
erigido en la incuestionable fuerza de la moderación en Europa. Y es ya líder
absoluta pese a sus esfuerzos por presentar siempre las opciones como fruto del
eje franco-alemán o de un grupo de países. Ha intentado no ir en solitario. Ha
mantenido en esta década una política de continuidad y moderación en todo que
muchas veces ha crispado a propios y ajenos. Sus decisiones más controvertidas
han sido aquellas en las que rompió esa regla. Su punto final a la energía
nuclear en plena histeria de los alemanes por el accidente de Fukushima supo a
debilidad demagógica. Como su abstención en el Consejo de Seguridad en el
compromiso militar en Libia. Que en países del sur, especialmente en Grecia y
España, Merkel se convirtiera para muchos en odioso personaje de caricatura sin
compasión se debe más a la miseria política y mediática de esos países. Esas
percepciones maniqueas son difíciles de combatir. Merkel ha intentado salvar la
integridad de la UE y a Grecia como nadie.
Decisión arriesgada
Cuando nadie sabe si
se logrará, ha estallado la crisis de la migración, la más grave desde la
Segunda Guerra Mundial. Pocos dudan de que si no se gestiona bien puede
dinamitar la Unión Europea. Merkel, la prudente, ha tomado la decisión más
arriesgada. Implica una generosidad sin límites por parte de Alemania. Y fuerza
a todos los socios a una participación que pronto puede ser origen de inmensas
tensiones. Los que la odiaban ahora parecen adorarla. Quienes la respetaban y
admiran no habrán dejado de hacerlo. Pero por primera vez Merkel es ahora
responsable de una política que cambiará definitivamente a Alemania y a Europa.
De inmensas, históricas e irreversibles consecuencias. Por ello, los capítulos
más importantes de la biografía de Merkel están por escribir. Al mando en una
dramática encrucijada para Europa.
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