SILENCIO OMINOSO ANTE EL GRAN DRAMA
Por HERMANN TERTSCHABC Sábado, 12.09.15
Leopoldo López es, después de esta sentencia, el Nelson
Mandela de las cárceles latinoamericanas
Pablo Iglesias, el
dirigente político de un partido español que en muchos sentidos es una
franquicia del régimen de Venezuela, no podrá alegrarse de que Leopoldo López,
el líder de la oposición venezolana, haya sido condenado a 13 años y nueve
meses de prisión por una acusación que el mundo entero sabe fabricada. No
conviene en épocas preelectorales a las que se presenta como un moderado que ya
no cree en Cuba, Venezuela o el Che. Ni dice ya ni piensa toda la bárbara
morralla ideológica comunista que ha dejado grabada en cientos cuando no miles
de horas de vídeo de década y media de cantón leninista marginal. Para
contentar a los más radicales ya están otros. Muchas de las terminales de sus
simpatizantes en las redes sociales sí han celebrado la condena al «golpista»
como llaman al dirigente de la oposición democrática venezolana. Y muestran
siempre que pueden su simpatía y solidaridad con las hordas chavistas y sus
dirigentes, detengan a alguien o expulsen a inmigrantes colombianos a través
del río fronterizo como si fueran alimañas.
Leopoldo López es ya,
desde luego después de esta sentencia, el Nelson Mandela en las cárceles
latinoamericanas de esa versión «tuneada» de los regímenes comunistas que es
el llamado «socialismo del siglo XXI». Que ha tenido su época de esplendor y
expansión desde el principio del milenio, gracias al carisma y los petrodólares
de Hugo Chávez y la logística y estrategia de los hermanos Castro. Y que hoy se
hunde en la misma ineficacia y corrupción, violencia, encanallamiento, mentira
y represión que los regímenes comunistas naufragados en el pasado. Venezuela se
halla al borde de una catástrofe como efecto directo de la delirante política
del régimen chavista. Resulta grotesco que proyectos inspirados en el mismo
cuajen en países de la Europa desarrollada, aunque sea en los más pobres y
meridionales.
Lo que sí habrá
comprobado complacido Pablo Iglesias con la condena a Leopoldo López es lo
eficaz que es ese ideal suyo -que tantas veces manifestó en conferencias,
entrevistas y lecciones previas a mayo de 2014- de tener a todos los medios de
comunicación en manos del poder político «popular». Solía explicar que
cualquier medio en manos privadas hace posible la manipulación. La mayoría de
los venezolanos no sabían ayer que Leopoldo López había sido condenado a una
pena severísima. La que no reciben muchos en aquel país por uno de los 25.000
asesinatos anuales. El chavismo ha rebajado el precio de la vida al coste de
unas zapatillas o una bicicleta. El ominoso silencio va a dar paso muy pronto a
un drama aún peor del que vienen sufriendo en el permanente deterioro de sus
vidas los venezolanos. Ante el colapso general y la insatisfacción y rabia en
plena ebullición, el régimen puede perder las elecciones del día 6 de
diciembre, incluso con un pucherazo masivo. Y para Maduro y Diosdado Cabello
perder el poder ya no es irse a casa. Podrían pasar el resto de su vida como el
panameño Noriega.
De ahí que muchos
crean que el régimen de Maduro tiene decidido no celebrar elecciones. El
pretexto puede ser desde un estado de excepción a partir de una provocación con
esta condena hasta una escalada del conflicto con Colombia. La quiebra moral y
material aún traerá más muerte y desgracia. El único sereno es Leopoldo López
que pide calma desde la celda.
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