EL TRAUMA ANDALUZ
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 28.12.18
El hartazgo hace al español inmune a la alfalfa mediática izquierdista
ES muy comprensible el trauma que tiene cierta izquierda ante lo sucedido en Andalucía. ¡Precisamente en Andalucía les tenía que pasar! En ese cortijo suyo en el que socialistas y comunistas han sido caciques de propiedad no cuestionada. De repente, expropiados. Esto tendría que haber pasado hace décadas. Para que la alternancia política impulsara la movilidad, la renovación y la probidad, el control, el rigor, la competencia honrada, el desarrollo y el bienestar. Pero durante 37 años, un aparato implacable de reclutamiento, compra de voluntades, disciplina y control, pagado con ingentes sumas de dinero llegado de Europa y el resto de España, ha impedido que sucediera.
Quienes aplauden como quienes lloran hoy en Andalucía han de reconocer que este cambio que muchos creían imposible se ha producido por la irrupción en el escenario de un nuevo protagonista que ha cambiado las conductas de todos los demás. Es Vox. En el PP todos celebran ahora que Moreno Bonilla vaya a presidir la Junta de Andalucía. Pero si Pablo Casado no hace de esa campaña su personal prueba de fuego, el mediocre candidato popular impuesto en su día por una vicepresidenta de tenebroso recuerdo se habría quedado en 10 diputados. Entonces Casado estaría políticamente muerto y el PP, otra vez madurito para que alguien como Soraya Sáenz de Santamaría lo convirtiera en partido satélite del Frente Popular, por el bien del consenso. A hacer de Javier Arenas en «el ministerio de la oposición» para siempre. Ya tenía Casado asesores recomendándole dar por perdida Andalucía. A la postre ha sido Vox y el shock de Vista Alegre los que salvan a Casado de dejarse hundir por los suyos.
Casado tuvo instinto. Como Santiago Abascal que, pese a las reticencias de muchos, llevó a Vox a esas elecciones. Los dos detectaron el movimiento en una nación que ha dejado de creer en la política del cambalache consensual y quiere grandes compromisos con la legalidad, con la propia nación y con la realidad que sufre y que niega o manipula la subcultura del eufemismo de la socialdemocracia. Los españoles están mucho más hartos de lo que creen quienes solo consumen alfalfa mediática izquierdista. Y además son cada vez más inmunes a la idiotización de la consigna televisiva. Sí preocupa que Casado a veces parezca asustarse de su propia osadía y se concilie con los enterradores del PP en esta década. Parece haber pasado en el País Vasco. Habrá de decidir si se erige en apuesta de cambio real o se arropa de marotos, semperes y alonsos, y en mayo concluye su dirección del PP como un bonito espejismo que dio pie a una breve esperanza.
Ciudadanos no sacó el resultado que esperaba y quería. Nunca le pasa. Por eso, al margen de la citada soberbia campaña de Casado que impidió el hundimiento de su partido, la revolución andaluza se debe exclusivamente a la irrupción de VOX en el panorama político. Sufrirá sobre todo Ciudadanos, que suple su falta de ideología con una dependencia angustiosa de la patulea mediática izquierdista. No debiera sufrir por ser tachado de aliado de la ultraderecha. En mayo nadie entenderá que deje uno solo de los ayuntamientos en manos de una izquierda radical y filogolpista cuando mayorías con PP y Vox permitan expulsarla. La izquierda española está en pánico porque ya existe un voto nacional transversal que puede hundirla para mucho tiempo. Si Vox no comete errores y no los está cometiendo, puede lograr esa supremacía estable de la derecha que permita el retorno a la vida de los españoles del ejercicio de la libertad de palabra y obra, de justicia y la defensa de la ley, un retorno al sentido común en la vida de los españoles.
AFRENTAS Y SECRETOS
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes,
21.12.18
Sánchez bate récords en humillar a España y a los españoles
LA mayoría de los españoles saben que Pedro Sánchez ha ido a
Barcelona a escenificar la humillación de España que la Generalidad golpista
añora desde hace años. Y que solo lo hace para poder prolongar su sistemático
abuso de poder y beneficiarse personal y familiarmente de su posición, con
obsceno desprecio a la opinión pública española y en ausencia del mínimo
decoro. El inverosímil jefe de gobierno por obra y gracia de todos los
extremistas, golpistas, separatistas y comunistas del Parlamento, aparte de la
impagable ayuda de Mariano Rajoy, tiene tanta osadía como falta de escrúpulos y
vergüenza. Es inmune al pudor ante el escándalo que generan sus actos
inapropiados e impertinentes en la sociedad española. Con su señora y su
vicepresidenta, pisotea las formas y el fondo, el protocolo, el buen gusto y
las buenas costumbres como las reglas más elementales de la cortesía.
Pero la agresividad de su desprecio va mucho más allá. Ha
declarado secreto de Estado el sueldo que percibe su mujer por una tarea
fantasmal en el Instituto de Empresa. Es secreto el coste de su viaje en
helicóptero a la boda de su cuñado. Es secreto el coste de su inaudito vuelo en
Falcon a su juerga playera en un concierto en Castellón. Es secreto de Estado
todo aquello que perpetra en flagrante abuso para beneficio privado. No se sabe
cuánto costarán al contribuyente estas jornadas vergonzosas de humillación nacional
ante delincuentes reincidentes. Sánchez les regala esta batalla en su guerra
contra la unidad de España, contra la Constitución y la Monarquía, contra el
orden público, la seguridad de los barceloneses y el futuro de todos los
españoles.
Pero por muchos miles de policías que acumularan ayer y hoy
en Barcelona no costará lo que va a suponer el restablecimiento de la ley en
Cataluña y el resto de España, que tendrá que acometerse cuando Sánchez y sus
ninfas ultras hayan sido desalojadas por el pueblo español de los cargos y
despachos que nunca debieron tener. Las autoridades golpistas en la Generalidad
sabían que podían esperarlo todo de un hombre que no respeta nada de lo que
juró defender, al que traiciona y deja en inferioridad permanente su ansiosa obsesión
por mantenerse en un poder ya totalmente precario y deslegitimado.
Pero la infinita afrenta a la dignidad nacional que perpetra
entre ayer y hoy Sánchez en Barcelona es al menos escandalosamente pública e
insoslayable. Hace unos días, el jefe de gobierno cometió otra agresión
gravísima contra los intereses de España e hipotecó innecesariamente a la
nación al firmar en Marraquech un Pacto Migratorio de la ONU cuyo único
objetivo real es desarmar a los estados occidentales frente a una inmigración ilegal
desde los países pobres. Una inmigración ilegal que inmuniza y promociona de
mil diferentes maneras. Sánchez lo firmó sin un minuto de debate en el
Parlamento. Son decenas los gobiernos que en defensa de su soberanía y de la
seguridad de sus ciudadanos han rechazado de plano este Pacto Migratorio
disparatado, desde los tres grandes EE.UU., China y Rusia a Austria, Hungría,
Italia, Suiza y muchos otros occidentales. El doctor Sánchez ha firmado sin
consultar un pacto que compromete gravemente a España. Muy de acuerdo con las
directrices de George Soros, ese especulador financiero que vuelca sus
multimillonarios beneficios en la manipulación globalista, promoción del
multiculturalismo para dinamitar las naciones europeas y desestabilización de
las democracias que se resistan a sus pretensiones. Soros fue la primera visita
extranjera que recibió Sánchez al llegar a La Moncloa. Lo hizo en secreto. El
contenido de su encuentro sigue siendo tan secreto como el salario de la señora
«africanista» en el Instituto de Empresa.
VÍA ESLOVENA EN AGONÍA YUGOSLAVA
Por HERMANN TERTSCH
ABC Miércoles, 12.12.18
Todo paralelismo con España de la declaración de independencia de Eslovenia es un delirio más de Torra
Yugoslavia, un estado artificial Creado a caballo en la falla histórica, religiosa y cultural entre Roma y Bizancio y con tales contradicciones que solo la brutal represión explica que cumpliera 70 años
La guerra en Yugoslavia no empezó aquel 26 de junio, un día después de sendas declaraciones de independencia en Croacia y Eslovenia, cuando las fuerzas eslovenas comenzaron a atacar a las columnas de blindados del Ejército yugoslavo que cruzaban aquella república hacia las fronteras del norte. La guerra comenzó a labrarse camino ya casi un lustro antes. Cuando los cuadros comunistas, huérfanos de su poderosa figura aglutinadora del mariscal Josip Broz Tito muerto en 1980, empezaron a tomar posiciones para conservar el poder ante las evidencias de la crisis general de los regímenes comunistas. Poco después de llegar Mijail Gorbachov al poder en la URSS y de comenzar Hungría y Polonia sus reformas de apertura, la federación yugoslava de seis repúblicas y dos provincias autónomas, empezó a mostrar cómo se le abrían las costuras históricas.
ABC Soldados del Ejército yugoslavo, en la frontera de Eslovenia y Croacia el 3 de julio de 1991
Solo las dos dictaduras, la monárquica tras la fundación del estado en 1918 y la comunista desde 1945, habían podido reprimir las contradicciones de este estado artificial inventado por los vencedores de la I Guerra Mundial con la unificación forzosa de retales de los dos imperios naufragados de la región, el austro-húngaro y el otomano. Era un estado creado a caballo en la falla histórica, religiosa y cultural entre Roma y Bizancio, con tales contradicciones que solo la brutalidad de la represión de las voluntades explica que lograra cumplir esos 70 años. El sur, ortodoxo y balcánico, con muchas zonas musulmanas, siempre había mirado a Constantinopla. El norte había sido siempre austriaco y católico, con la mirada y la obediencia en Viena. Los comunistas croatas y eslovenos tendían a las reformas de otros centroeuropeos como húngaros y polacos. En el sur surgía un hombre que tenía otros planes.
El caudillo Milosevic
En 1986 se nombró secretario de la Liga Comunista Serbia a Slobodan Milosevic, un caudillo convencido de que para mantener cohesión y poder una vez quebrado el comunismo, nada más idóneo como ideología sustitutoria que el nacionalismo serbio. Cuando en 1989, en el 600º aniversario de la batalla de Kosovo Polje, en el día nacional serbio de San Vito el 28 de junio, Milosevic reúne a un millón de serbios y proclama la supremacía nacional serbia en Kosovo y los territorios históricamente serbios, está reclamando la hegemonía serbia total en la federación.
Con las instituciones federales muertas o bloqueadas, el Estado queda consumido y federal solo queda el ejército. No por mucho tiempo. Milosevic implanta un rodillo represivo en Kosovo y en las repúblicas de Macedonia, Bosnia y Montenegro y pretende hacer lo mismo en las dos repúblicas católicas. Allí se disparan las alarmas y los respectivos nacionalismos que se identifican con Centroeuropa y el mundo germánico. Para entonces todos los regímenes comunistas de la órbita soviética habían dejado de existir. Croacia y Eslovenia declaran sus independencias el mismo día pero en situaciones muy distintas. Croacia tiene una gran minoría serbia en amplias zonas de la Krajina al oeste y de Eslavonia en el este. Armada por Belgrado se ha levantado en contra de la independencia croata y con ayuda del ejército ha sustraído comarcas enteras al control de Zagreb y declarado parte de la gran Serbia. Aquí se perfilaba ese estado soñado por Milosevic que fracasó por las intervenciones militares de la OTAN años después.
Pero en 1991 Eslovenia tiene una posición ideal. Sin minoría serbia, étnicamente homogénea, había celebrado el 23 de diciembre de 1990 un referéndum que obtuvo un 95% por la independencia (93,2% de participación). Eran datos muy convincentes de cara al exterior, donde aumentaban las simpatías hacia las repúblicas centroeuropeas enfrentadas a un Milosevic con sus excesos de brutalidad y retórica bélica y racista. Cuando el Ejército yugoslavo entra el 26 de junio, lo hace sin fuerzas para aplastar una rebelión y con reclutas desmotivados, fácil presa de la defensa territorial eslovena. Tenía en la vecina Croacia fuerzas especiales suficientes para entrar en una larga y sangrienta guerra en Eslovenia durante mucho tiempo. Pero tras siete días y sin apenas buscar combate evacuan las bases y se retiran. Hoy se sabe que el aparato político serbio impuso esa retirada. A Milosevic y a sus generales, concentrados en arrancar a Croacia los territorios para la gran Serbia, no les interesaba aquella república de «austriacos eslavizados». Fue Eslovenia la que asaltó al Ejército yugoslavo en el cálculo de que debía matar a reclutas para escenificar la guerra que hiciera irreversible el proceso, pero ya con la certeza de que Belgrado renunciaría en pocos días porque su proyecto era la Gran Serbia. Quien intente ver en lo relatado paralelismos con la España actual, su historia y su presente, merece un psiquiatra. Si quiere forzar similitudes a base de muertos, merece prisión.