The Unending Gift

lunes, junio 30, 2014

CIEN AÑOS DE FANATISMO

Por HERMANN TERTSCH
ABC Lunes, 30.06.14

     El odio fanático hizo disparar a Gavrilo Princip contra un heredero de Francisco José I, su sobrino Francisco Fernando, que temía planes reformistas para el Imperio Austro-Húngaro. Quería restaurar el equilibrio roto con los privilegios de Hungría otorgados en 1867. Fue una trágica concesión al nacionalismo húngaro, que pudo así aplastar al resto de pueblos como jamás había hecho Viena. Y generó en los eslavos aquel odio infinito. El victimismo del nacionalismo es hoy el mismo. En Visegrad, el sábado conmemoraron el asesinato del heredero con una función con serbios ahorcados en represalia. Como la estatua al asesino Gavrilo Princip, una bofetada a quienes acudieron a Sarajevo con espíritu de reconciliación.

     El fanatismo nacionalista solo sabe del sufrimiento propio. Fue hace cien años, aquel día de San Vito, aniversario de la batalla de Kosovo Polje, en la que dice la leyenda el Zar Lazar de Serbia fue derrotado por los turcos, aquel 28 de junio del 1914, el momento estelar del nacionalismo europeo. Mito y odio. Murió un integrador y se desataron todas las fuerzas del chovinismo de pequeños y de grandes. Las naciones se entusiasmaron ante la ocasión de aplastar a sus enemigos. Cuatro años y veinte millones de muertos después había sucumbido el orden antiguo y los fantasmas ya eran monstruos. Las ideologías redentoras del comunismo y el fascismo habían acabado con tradición y respeto, con fe y compasión, con autoridad y honor.

     El mundo cambió y las fronteras saltaron por los aires. Ahora en Oriente Medio, las fronteras de entonces desaparecen ante el terror del nacionalismo de Alá, la más vital hoy de las ideologías redentoras, el islamismo. Decenas de decenas de millones han caído desde 1914. Habrá más. Ahí tienen a un moderno Gavrilo Princip de Mahoma vigilante, mudo él, más audible el grito omnipresente del “viva la muerte”.

sábado, junio 28, 2014

MUCHO RUIDO, POCAS NUECES

Por HERMANN TERTSCH
ABC Sábado, 28.06.14


Juncker no debiera tener problemas para conseguir los 376 votos de un total de 751 del Parlamento Europeo

El primer ministro británico, David Cameron, ha sido el gran perdedor. Y parece haber unanimidad en que se lo ha ganado a pulso, no ya por una oposición explicable al candidato a la presidencia de la Unión Europea. Sino por la torpeza que una vez más ha mostrado el líder conservador británico en estas lides europeas. El perdedor está claro, pero vencedor no ha sido nadie en este calamitoso proceso de elección del presidente de la Comisión Europea que concluyó ayer con la nominación del luxemburgués Jean Claude Juncker.

El candidato del PPE ha sido finalmente el elegido en el Consejo Europeo cumpliéndose lo prometido antes de las elecciones: que por primera vez, el presidente de la Comisión sería el más votado en el Parlamento Europeo resultante de las elecciones del pasado 25 de mayo. Que casi todos se arrepintieron de aquella promesa parece evidente. Que los candidatos de los dos grupos mayores, que eran Jean Claude Juncker y el alemán Martin Schulz, eran todo menos una apuesta ilusionante para una nueva etapa, es evidente. Como también es evidente que cuando Angela Merkel no puede solucionar un embrollo entre los 28, todo amenaza con bloquearse y colapsar.

El Consejo Europeo de jefes de Estado y de gobierno tenía que resolver este lío. Y no tenía más remedio que cumplir la promesa e imponer al candidato del grupo parlamentario vencedor. Por mucho que molestara a muchos y no sólo a Cameron y al húngaro Viktor Orban que han sido los dos únicos que han votado en contra. Con 26 a 2 se cumple la no inacción. Y en el Parlamento, con los votos del PPE y los anunciados del grupo socialista, Juncker no debiera tener problemas para conseguir los 376 votos de un total de 751. Un incumplimiento de la promesa habría aumentado la irritación. Las elecciones del 25 de mayo han mostrado ese enfado con el creciente voto a grupos antieuropeístas, aún no capaces pero con mucha vocación de hacer descarrilar el proceso.

Que Juncker, un consumado gladiador en la arena europea, con todos los malos hábitos y buenas mañas del político bregado, es todo lo contrario del dirigente con carisma que pudiera ofrecer alguna idea para la salida de la profunda crisis de desarrollo e identidad en que se haya la unión. Los estados nación no quieren a nadie que amenace con tener ideas ahora que el Parlamento Europeo puede dar más sorpresas de las que algunos quieren. Al final por tanto, tras semanas de zozobra, tampoco ha pasado nada. Mucho ruido, pocas nueces, por darle un mensaje shakesperiano de consuelo a Cameron, que quiere hacerse celebrar como héroe resistente, pero que ha fallado mucho con la épica. Juncker será poca cosa más que otro Durao Barroso.

La firma del acuerdo de asociación con Ucrania, la causa de la guerra, invasión y anexión de Crimea a Rusia ha sido el capítulo más sólido de la sesión. Porque reafirma la soberanía ucraniana para este acuerdo que Moscú le quería negar. Y advierte al presidente Putin que tiene que frenar a sus agentes que arman y dirigen a los rebeldes en Ucrania oriental. Le han dicho a Moscu que tiene que haber novedades para el lunes. Una contundente señal.

viernes, junio 27, 2014

MEMORIAS Y CALIDADES

Por HERMANN TERTSCH
ABC  27.06.14


Ysasi-Ysasmendi comparte con coetáneos suyos ese precioso respeto por la lengua. Que ya es difícil de encontrar hoy

LAS nostalgias son casi por definición engaños de uno mismo, espejismos del recuerdo. De ahí lo incontestablemente falso del dicho de que «todo pasado fue mejor». El pasado siempre fue bastante peor de lo que recordamos. Pero sí hay en las sociedades occidentales terrenos en los que la calidad de lo antes habido supera en mucho lo existente. Y en España el deterioro en muchos campos resulta dramático. No me referiré hoy a la insoportable dictadura del tuteo ni al desprecio a las tradiciones ni a la falta de respeto al sentimiento religioso. Ni al gusto por la zafiedad, ni al éxito de la bajeza en televisiones saturadas de obscenidad y mala fe, a la falta de escrúpulos ni al rencor social. Solo me referiré al trato a la lengua escrita. Porque el arrebato de nostalgia me lo indujo la lectura de las memorias de un amigo octogenario, editadas sin ánimo de publicación y venta, escritas para nietos y amigos.

Los «Recuerdos y reflexiones» de José Joaquín de Ysasi-Ysasmendi son cuatrocientas páginas magníficamente escritas. Cargadas además de inteligencia y experiencia expuesta con sencilla maestría. Según leía los fascinantes capítulos sobre la Guerra Civil crecía en mí la admiración por la facilidad descriptiva y la prosa de este hombre que se ha dedicado a todo menos a escribir. Es jurista, juez de primera instancia en la España profunda, abogado del Estado, premio especial en todo a lo que se presentaba, brillante empresario, presidente del Consejo de Cámaras de Comercio, del Círculo de Empresarios y mil cosas más. Pero -–y permitan la adversativa-– cómo escribe. Nadie aluda a su condición de jurista, juez y abogado del Estado, porque estamos hartos de oírlos y leerlos. A las nuevas hornadas. Nadie hable de los empresarios, pequeños, medianos o grandes, la mayoría al borde del analfabetismo funcional. Y mucho menos de los políticos, en los que la devaluación y el deterioro inducen al abatimiento. ¡Cuánta calidad hay en la limpieza y claridad con que describe el autor los acontecimientos del veraneo de 1936, las peripecias de su padre el comandante Joaquín Ysasi-Ysasmendi al ser enviado al frente de Talavera tras verse amenazado con el paredón! Y cómo después de cruzar las líneas estuvo de nuevo a punto de ser fusilado dos veces por «los suyos». Y cómo, providencialmente aparecieron, primero un capellán y después Juan Ignacio Luca de Tena, director de ABC, para evitar in extremis que lo pusieran frente al pelotón. Ysasi-Ysasmendi comparte con coetáneos suyos, se dedicaran a la judicatura o a la ingeniería, a la banca o a la empresa, ese precioso respeto por la lengua. También con la diplomacia española como han demostrado con sus memorias Javier Villacieros y Alonso Álvarez de Toledo, entre otros. Que ya es difícil de encontrar hoy, incluso en las elites.

Cuando la mayoría de los profesionales de la escritura apenas redactan, paupérrimos, algunos en guerra con la ortografía, la prosa de estos alumnos de colegios religiosos de preguerra, que estudiaron en otra Complutense, la de posguerra, con su dureza y grandeza, es prosa rica, fresca y serena. Cuestión de respeto. Y orden en la escritura y en los criterios. Porque los «Recuerdos y reflexiones» están además impregnados por esa calidad humana que tan bien refleja el encuentro con Seco Serrano, hijo de otro militar, este sí fusilado por ser leal a la república. Seco Serrano e Ysasi-Ysasmendi, como símbolos de la reconciliación de españoles enfrentados en la historia, esa última gran gesta de nobleza de España en el siglo XX que algunos se empeñan en arrastrar por el fango. Hay aquí preciosa calidad de forma y de fondo de españoles. De profundo respeto a nuestra lengua y nuestra historia. ¡Que ojalá encontraran en nuestra España actual más emuladores de prosa y vida!

jueves, junio 26, 2014

ANÁLISIS EN DIARIO DE LA NOCHE 26.06.14

Por HERMANN TERTSCH
TELEMADRID - DIARIO DE LA NOCHE 26.06.14


Uno de los tristes lastres que el franquismo legó a la democracia española es una impenitente pretensión de hegemonía cultural y superioridad moral de la izquierda. Que con los años se ha convertido en un aplastante dominio del mensaje mediático televisivo. Que es el mensaje que decide humor y opinión en nuestra sociedad, lo queramos o no. Con mucha lógica, los Gobiernos socialistas han ayudado a expandir y cimentar este dominio de la izquierda. Con muy poca lógica, los gobiernos del Partido Popular también. Se genera automáticamente una brutal unanimidad -con mínimas voces discrepantes- para acosar a unos y defender a otros siempre, según un juicio previo siempre desde una perspectiva de la izquierda. Que es un problema capital se ve en situaciones como la actual. El juez Castro ha decidido mantener la imputación de la infanta Doña Cristina como colaboradora necesaria de su marido Iñaki Urdangarín. En dos casos de fraude y uno de blanqueo de capital. Es comprensible y legítimo. Aunque la pasión del juez que se refleja en el auto sea cuestionable. Será ahora la Audiencia de Palma la que decida si la hermana del rey de España ha de sentarse en el banquillo. Hay muchas voces que discrepan de la decisión de Castro. Sin embargo, la realidad mediática en España ya ha dictado sentencia y transmitido a la sociedad que cualquier decisión que no sea la condena de la Infanta deberá ser tachada como un trato a favor intolerable. Cuando la realidad es que la Infanta se ha visto perjudicada por su condición. Y el agravio es de escándalo si se compara con constantes ejemplos de políticos aforados que han recibido un claro trato de privilegio por su condición. Véase el ejemplo de los escándalos de la Junta de Andalucía socialista con la UGT. Entre EREs y cursos de formación parece claro que estamos ante el mayor robo de fondos públicos de la historia de España. Ante una inmensa trama criminal continuada en el tiempo por centenares de millones de euros como botín. Indicios de implicación hay contra Chaves y Griñan, contra Zarrias y Susana Diaz, contra Cándido Méndez y mucha de su gente. Desde aquí solo pediré que en este caso se les dé a todos los implicados el supuesto trato de privilegio de que supuestamente ha gozado la Infanta con el juez Castro. Dicho eso, que la Infanta, pero también todos esos políticos que han sabido esconderse tras las faldas del Supremo y de las televisiones benevolentes que los olvidan, que se esconden gracias a un aforamiento que le quieren negar ahora obscenamente al padre del Rey que lo requiere precisamente para evitar acosos, que todos, cada uno y cada cual, aguante su vela. Pero insisto, todos.

DIARIO DE LA NOCHE - A partir del minuto 34:30

http://www.telemadrid.es/programas/diario-de-la-noche/diario-de-la-noche-25062014

martes, junio 24, 2014

REALPOLITIK Y BRÚJULA MORAL

Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 24.06.14

Quienes dieron la alarma ante las amenazas para la civilización occidental fueron los idealistas, no los racionalistas, que creyeron que podrían pactar con los enemigos

«REALPOLITIK» es un término alemán para definir una política basada en las realidades. Tiene esa carga de «pragmatismo» que le confiere credibilidad, racionalidad y sobriedad, en contraposición a políticas idealistas, románticas y voluntaristas. Hoy la gente habla de «realpolitik» cuando pretende tachar otras alternativas como peligrosas, soñadoras o ideológicas. Lo cierto es que estamos de nuevo en una era estelar de la «realpolitik» en su peor sentido. Antes de la Primera Guerra Mundial solo había una política defendible, lógica y real, y era la «machtpolitik», la política de poder. La había buena y mala. La que defendía bien y la que defendía mal los intereses de quien la practicaba. La «machtpolitik» era la política de poder cuyo objeto era defender, asegurar y nutrir y ampliar los intereses propios para el futuro más largo posible. No había contraposición entre la política real y la ideal. Hoy asistimos a tal desprestigio de cualquier ideal que toda acción tendente a ir más allá de la mínima y garantizada actividad es descalificada como idealismo o irracionalidad cuando no aventurerismo. El ejemplo mejor es la política de la socialdemocracia en Alemania en los años setenta hacia el este europeo, también conocida como «ostpolitik». Es falso que fuera exclusivamente una política de aceptación de las fronteras y la división de Europa, como decían tanto los comunistas como los adversarios de dicha política. Era una política de acercamiento muy intencionada que debía «contagiar» libertad mediante el trato a los países europeos bajo el yugo comunista. Y como tal era una política con ideales bien vivos que buscaban generar una dinámica que acercara al continente a su reunificación, como de hecho sucedió, gracias a aquel milagro de la gran política cargada de principios e ideales, «realpolitik» en el mejor sentido del término, que fue el proceso de Helsinki y la firma del Acta en 1975. Solo 14 años después de firmarse se hundía el Muro.

Pese a aquellos éxitos de la libertad y democracia hace 25 años, hoy todo Occidente practica esa mezquina política «realista» tras la cual solo se esconde cobardía y resignación con el mal menor. Con un relativismo tan enfermizo a la hora de valorar alianzas, comunidad de intereses y riesgos que otorgamos desde el principio decisivas ventajas a los enemigos de nuestras libertades. Miedo y falta de brújula moral, falta de ideales y visión histórica han convertido la política en algo peor que fría, es siempre débil e ineficaz. Con efectos graves para nuestra estabilidad y seguridad. Hoy da igual si miramos a la Casa Blanca o a La Moncloa, dos grandes ejemplos de los males que nos aquejan. A Barack Obama todo el mundo lo sorprendió en su vergonzoso renuncio en la crisis de las armas químicas en Siria. De aquellos polvos nos llegan los lodos crimeanos de Putin y también los yihadistas de la descomposición de Siria e Irak.

En España se esperan con temor los efectos de una pasividad similar ante el proceso sedicioso que con total impunidad dirige, promueve y financia la Generalidad de Cataluña con el objetivo criminal de destruir España. Hay muchos más ejemplos de la terrible tendencia a ese supuesto pragmatismo que posterga los conflictos, huye a falsas armonías, mientras deja crecer a los enemigos de occidente y las libertades. Un supuesto pragmatismo gravemente irracional. La política «práctica» sin ideales de las democracias occidentales facilitó el auge totalitario y el desastre el siglo XX. Fue poco práctica. Porque falló la brújula moral. Lo dijo Robert Osgood. Quienes dieron la alarma ante las amenazas para la civilización occidental fueron los idealistas, no los racionalistas, supuestos pragmáticos, que creyeron ilusos que podrían pactar con los enemigos. Hasta que fue tarde.

domingo, junio 22, 2014

EL OCASO DE LA IZQUIERDA DEMOCRÁTICA

Por HERMANN TERTSCH
ABC Domingo, 22.06.14


El centro asume sus postulados y los antisistema captan a los más radicales

Aunque parecía enterrada tras la caída del Muro de Berlín, triunfa una izquierda redentora, soberbia y violenta que desprecia la democracia

En la Europa meridional Baqueteada por la crisis y con Bruselas como chivo expiatario, surge una izquierda antisistema Punto de inflexión Llega en 1959 cuando el SPD alemán abraza la democracia parlamentaria y el sistema capitalista

Fiel a su fama, ha sido el socialista francés Manuel Valls quien más claro lo ha dicho. Pero el miedo que expuso es general. Dijo el primer ministro francés de origen español que «la izquierda puede morir, la izquierda puede desaparecer». Lo decía tres semanas después del terrible golpe que supusieron para los socialistas franceses las elecciones europeas. Con un 13,8% de votos, el PSF cosechó el peor resultado de su historia, lejos de toda posición de relevancia. El presidente François Hollande cosecha un inaudito grado de reprobación del 85%. Manuel Valls se refería a la izquierda francesa, devorada por el fenómeno de la ultraderecha de Marine Le Pen, que ya ha convertido en marginal a la ultraizquierda. El voto obrero se vuelca en opciones de ultraderecha y antieuropeas.

Sucede en Francia, sucede en toda la Europa más rica y desarrollada. Mientras en la Europa meridional, más baqueteada por la crisis económica, con la percepción tan falsa como contundente y eficaz de ser maltratada por Bruselas, surge en detrimento de la izquierda democrática otra radical, comunista y abiertamente antisistema como son Syriza o Podemos.

La crisis de la izquierda es en realidad tan vieja como la izquierda misma. Cuando se funda la Tercera Internacional (comunista) como escisión de la Segunda (socialista) en 1920 ya se hablaba de ella. Y los comunistas con Lenin decían entonces tener la llave para superar esa crisis definitivamente poniendo fin a la dependencia y obediencia socialista a las reglas democráticas del sufragio. Setenta años y decenas de millones de muertos después, la aventura del comunismo se hundía estrepitosamente en su inapelable fracaso económico y cultural, pero ante todo moral. Durante todo ese «siglo corto» que va desde la Primera Guerra Mundial y la Revolución Soviética hasta la caída del Muro en 1989, las dos principales opciones de la izquierda se han combatido o han colaborado. Se han querido y odiado. Y se han achacado mutuamente ser origen y culpa de la crisis de la izquierda. Hasta que el gran padre de la izquierda democrática, el SPD alemán, ratificó el compromiso irreversible de la socialdemocracia con la democracia parlamentaria y el sistema de libre mercado o capitalismo. Lo hizo en Bad Godesberg en 1959. Toda Europa septentrional le siguió. La Europa meridional volvió a ser excepción. Allí los socialistas siguieron en permanente colaboración con los comunistas y siempre con el sueño de la unidad para la derrota definitiva de la derecha. Lo que en terminología de Stalin dio en llamarse Frente Popular, como intuido aunque nunca reconocido asalto y punto final a la alternancia en el poder.

La ruptura

Precisamente la ruptura definitiva con ese sueño del Frente Popular y la «superación del capitalismo » fue lo que hizo del Congreso de Bad Godesberg un hito en la historia de la izquierda europea. En 1959 había muchas razones para que el partido socialdemócrata alemán (SPD) decidiera en un congreso extraordinario en las cercanías de Bonn la escenificación de esa ruptura con el marxismo y los comunistas. Fuera del cinismo y la obediencia a Moscú era ya imposible defender en forma alguna al régimen soviético y las brutales dictaduras comunistas. Seis años después de la muerte de Stalin, las dictaduras comunistas habían demostrado que, también sin el gran asesino y a pesar del XX Congreso del PCUS, eran el peor enemigo de la libertad y la prosperidad.

Tres años antes lo habían demostrado a sangre y fuego en Hungría y Polonia. Como seis años antes en Berlín oriental. Solo una opción de izquierdas inequívocamente democrática, comprometida con la defensa del sistema parlamentario y el capitalismo y por tanto anticomunista podía aspirar a ser una opción de gobierno en la República Federal de Alemania. Pronto lo sería y con Willy Brandt primero y Helmut Schmidt después, la izquierda gobernó en la República de Bonn.

Perversión económica

Pero volvamos a la pesadilla de ese socialista franco y duro que es Manuel Valls. Su advertencia de que la izquierda puede desaparecer va dirigida a los votantes que ahora le dan masivamente la espalda. Se la dan porque va a hacer todo lo que hasta ahora había condenado en la derecha. Valls ha anunciado un plan de recorte de 60.000 millones de euros de gasto público. La realidad económica de Francia obliga al Gobierno a tomar medidas de saneamiento presupuestario. Y son las medidas que la izquierda siempre ha condenado y calificado de perversión de una derecha cruel y sin empatía con los ciudadanos sufridores. Le había sucedido al español José Luis Rodríguez Zapatero, quien durante seis años destruyó economía y hacienda de España con las medidas impenitentemente erróneas surgidas de su irresponsabilidad y facundia izquierdista. «No me digas, Pedro (Solbes), que no hay dinero para la política». Lo hubo a chorros para cheques bebés, 400 euros y demás regalos asistenciales al electorado mientras se obviaban todas las señales de alarma y un inmenso andamiaje de mentiras, cultivadas por su partido y un panorama mediático rendido a Zapatero mantenía en pie un edificio en creciente riesgo de hundimiento. Hasta que en mayo de 2010 colapsan los andamios. Desde Washington, desde Pekín desde Bruselas y Berlín llamaron a Zapatero para decirle que se acabó la mala broma. Y el 12 de mayo murió en España el gobierno de la «izquierda Alicia», de la izquierda manirrota con dinero ajeno, la adanista que nada sabía y todo lo inventaba, la soberbia y la revanchista, la sentimental y la odiadora, la socialista frentepopulista.

Zapatero tuvo que adelantar él personalmente la aplicación de la política de la derecha que habría de ganar año y medio más tarde. Así comenzó el calvario personal de Zapatero hasta que perdió las elecciones y sumió a su partido en la mayor crisis de su historia en tiempos democráticos. De la que nadie sabe si saldrá. O sí correrá la suerte del PASOK, caído en la irrelevancia marginal o, peor aun, del PSI, también centenario, desparecido tras pasar Bettino Craxi por su mando.

Fascinación errónea

En realidad hace ya más de tres décadas que la izquierda tradicional democrática se hunde lentamente en Europa. La socialdemocracia de Willy Brandt, Bruno Kreisky y Olof Palme, fue más fugaz y en el campo económico mucho menos relevante de lo que nos sugiere nuestra memoria. Confusión sin duda debida en España a la fascinación que generaron en una sociedad encandilada por el último socialdemócrata de esa escuela que fue Felipe González. El ocaso viene de largo. Y ha continuado en esta década convulsa. Contra todo pronóstico. Muchos pensaron que después de la caída de Lehman Brothers en 2008, las cosas cambiarían. Análisis diversos anunciaban tras el tsunami financiero una era de las regulaciones, del hipercontrol político de los mercados y de la intervención permanente. Se anunciaba que, tras el shock de los mercados, los pueblos en las sociedades desarrolladas exigirían más seguridad y severidad. Sería la hora estelar de la socialdemocracia.

Mercados no regulados

No fue así. Los dos mandatos de Barack Obama en la Casa Blanca no han aumentado los controles sobre los mercados. Por el contrario, han desprestigiado seriamente a la izquierda moderada en Estados Unidos como en Europa. Aquí, Merkel es más poderosa que nunca y tiene a los socialdemócratas desesperados buscando un hueco que no encuentran entre la nada del infantilismo y el radicalismo callejero y una canciller que cada vez abarca más espacio político.

Independientemente de los ciclos económicos, estas décadas demuestran, después del hundimiento de Wall Street más que nunca, que la izquierda está tan sometida como todas las demás fuerzas a unas reglas mundiales de producción y competencia en la globalización que hacen inviable toda política clásica de izquierdas. Al menos en libertad. La única alternativa real a la gran política consensuada que se hace desde dentro de la Unión Europea no es democrática. En los países menos desarrollados de Europa la protesta antieuropeísta, antiglobalizadora y antisistema no se articula en la extrema derecha como en el norte, sino en una izquierda comunista, radical, de vocación totalitaria y potencialmente violenta. Confusa y sin rumbo, la socialdemocracia que no puede marcar rasgos identitarios propios frente a liberales y conservadores.

Por eso triunfa la izquierda redentora, demagógica y soberbia, con desprecio tan absoluto a las reglas como a las realidades. Es una nueva victoria de la Tercera sobre la Segunda Internacional. Es el ocaso de esa izquierda democrática que Manuel Valls ve morir. Pero es también el resurgir, con otras ideologías ultras, de una izquierda totalitaria y violenta que creímos para siempre enterrada cuando, tras causar decenas de millones de muertos, el comunismo parecía muerto, hace ahora un cuarto de siglo. 

sábado, junio 21, 2014

EL FUTURO MEDIEVAL

Por HERMANN TERTSCH
ABC Sábado, 21.06.14


El califato que buscan los yihadistas aspira a dominar el mundo entero

Cortan manos y cuellos, ametrallan a prisioneros desarmados en sus fosas y degüellan civiles y militares con la misma buena conciencia con la que rompen a martillazos joyas arqueológicas o vuelan con dinamita estatuas milenarias. Matan porque han de limpiar el mundo de todo aquel que no sea como ellos. Somos sus enemigos a destruir sin piedad, porque somos un obstáculo para el mundo que Alá les demanda.

Somos causa y origen del mal. Para vencernos e imponer el bien, su bien, tienen permiso de Dios para mentir y engañar, para simular y matar sin descanso. Y su bien principal, su objetivo que hoy parece ya alcanzable y hasta cercano, es el califato islámico, el primer estado incondicionalmente dedicado a Alá y su gloria en el mundo. Que se extenderá hasta dominarlo. Como enemigos tienen la ventaja de que nadie puede esperar de ellos compasión ni transacción.

Frente a ellos o matas o mueres. Parecen una pesadilla del medievo. Pero son más bien un adelantado del futuro. Forman ya, en todo caso, parte de nuestro cada vez más complejo y peligroso presente.

viernes, junio 20, 2014

DEL VÉRTIGO Y LA INERCIA

Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 20.06.14


Los trámites constitucionales y las ceremonias oficiales se han llevado a cabo con razonable solvencia y normalidad

HAN concluido los actos institucionales de un relevo en el trono de España que hace exactamente un mes y dos días nadie en España se planteaba así y ahora. Nadie salvo sus dos protagonistas y unas cuantas personas del círculo más íntimo de la Corona. Por mucho que hayan surgido después por doquier los listos inevitables en la patria del más frívolo mentir. Cierto sí es que hoy, hasta los más escépticos o incluso inicialmente espantados con el proceso y las formas en que se han producido la abdicación de un Rey y la proclamación del otro, parecen convencidos de que se ha hecho en el mejor de los momentos. O dicho de otra forma, que cualquier otro posterior sería mucho peor. Los trámites constitucionales y las ceremonias oficiales se han llevado a cabo con razonable solvencia y normalidad. Pese a una urgencia de lógica evidente, si bien mal explicada. Ahora ya tenemos al nuevo Rey Felipe VI que puede actuar sin todos los condicionantes que habían paralizado las posibilidades reales de intervención de su padre. Ahora, al margen de tantas esperanzas hipócritas, irreales e interesadas sobre soluciones milagrosas que se quieren atribuir al nuevo Rey, conviene echar una sobria mirada sobre la calamitosa, alarmante situación general de España y ver cómo pueden mejorarla quienes constitucionalmente tienen el deber y los instrumentos legales para hacerlo. El Monarca pronunció ayer un discurso razonable, integrador y animoso, un discurso previsible con un llamamiento a la regeneración de la vida pública, un compromiso de ejemplaridad y una apelación al imperio de la ley muy oportuna. Porque la inmensa mayoría de nuestros problemas radican en la falta de respeto a la ley y a la Constitución. No puede existir entendimiento ni convivencia pacífica a medio plazo cuando se tolera la impunidad sistemática de ese desacato permanente de las leyes. Insistió ayer el Rey en nuestra diversidad en España, tan cierta como magnífica, tan garantizada legalmente como por nadie cuestionada. Lo que está seriamente en peligro inminente es nuestra unidad, una unidad y cohesión masivamente cuestionada y atacada en diversos frentes por fuerzas que quieren destruir España desde instituciones del Estado. Y lo proclaman, lo preparan y lo practican diariamente sin que el propio Estado y los responsables de garantizar la unidad les pongan la mínima traba en su actividad sediciosa. Son las fuerzas políticas democráticas nacionales, en la medida en que aún lo son, las que tienen que poner coto a los preparativos del separatismo.

Lo que demanda la situación es más protección para todos los españoles en todos los rincones de España. No es comprensión al separatismo lo que ha faltado por desgracia en estas pasadas décadas. Más bien al contrario. El tiempo nos ha demostrado que concesiones retóricas, pecuniarias o competenciales no sacian al insaciable por naturaleza. Hay que ponerle límites. Al nacionalismo hay que vencerle con una narración política más vigorosa, más veraz, más lógica y más auténtica. Esa narración existe y es potente porque la verdad y la razón están con España y contra las mentiras de los nacionalismos separatistas. Pero España ha carecido hasta ahora de voluntad de articularla, proclamarla, defenderla y luchar con ella. Si el nacionalismo gana en Cataluña hoy en día es solo por incomparecencia de la idea de España. El Rey de todos los españoles debe tener un papel histórico para sacar a España de esa inercia, de la indolencia y resignación que han permitido extenderse la tiranía nacionalista. Pero la política es responsabilidad del Gobierno y es él quien tiene que restablecer la legalidad como condición urgente para acabar con este vértigo que aqueja a la nación española.

martes, junio 17, 2014

TRISTE JUSTICIA POÉTICA

Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 17.06.14


La crisis económica impidió a Zapatero culminar la liquidación de España, al menos dirigirla desde el poder

CASI da pudor hablar de algunos de los protagonistas del vodevil precongresual socialista. Lo hace uno con el temor a escuchar aquello de: «¿pero de qué conoces tú a gente como esa? Cuando una personalidad acreditada y con largo servicio público como Joaquín Leguina, viejo socialdemócrata, ex presidente de la Comunidad de Madrid, autor, lector, intelectual y hasta exnovio de Charo López, es conminado a abandonar el PSOE por una tal Beatriz Talegón que es nada y exnada, además de recontranada, uno puede intuir lo bajo que ha caído ya el debate interno en ese partido. Si además sus diferencias se exponen en un programa de televisión de zafiedad y rufianismo desconocidos, dirigido por un chico del servicio de la vieja dirección de Ferraz, la trifulca es una metáfora de los efectos tóxicos inevitables para la sociedad española que se derivan de la putrefacción del socialismo español. En realidad, dirán muchos con razón, este oprobio sin fin para el Partido Socialista Obrero Español en esta fase de agonía que nadie sabe si superará, solo responde a una justicia poética siempre muy rara en España, pero muy bienvenida. La inconcebible, indescriptible devastación causada en España por José Luis Rodríguez Zapatero, no podía quedar sin castigo. Sin un castigo extraordinario que al menos sugiriera las colosales dimensiones del perjuicio causado. Hay quien lo equipara a Fernando VII en felonía y daño a la patria. Aquel rey tuvo más tiempo para hacer mal. No creo que nadie en nuestra milenaria historia hiciera tanto daño en tan poco tiempo como este personaje que vuelve ahora a pasearse por los platós en una permanente ofensa añadida para todos los españoles que sufrirán aun durante mucho tiempo los efectos de su miserable irresponsabilidad. Como contra toda razón y justicia, Zapatero no pagará personalmente por sus actos cometidos desde la presidencia del Gobierno, justo es que paguen los que hicieron posibles sus desmanes. Es decir, un partido que le apoyó en todos sus atentados al bien común, a la unidad de España y al patrimonio, economía y hacienda de los españoles. Y sobre todo, a su imperdonable dinamitación de la convivencia de los españoles. Porque el despreciable éxito permanente y mayor legado de este personaje negro de nuestra historia ha sido la reactivación del espíritu de revancha y odio entre españoles.

El primer y único presidente del Gobierno que evocó a los bandos de la Guerra Civil para declararse miembro de uno de ellos ha sido muy eficaz en esto. Había muchos frustrados con el fracaso histórico de la izquierda que esperaban algún factor movilizador. Zapatero trajo el sentimiento, la emoción de la revancha. En él encontraron al personaje que necesitaban para movilizar resentimientos como sustitutivos de las ideas agotadas e inexistentes. La crisis económica impidió a Zapatero culminar la liquidación de España, al menos dirigirla desde el poder. Pero las fuerzas puestas en marcha por la era Zapatero entre ciertos sectores, radicalizadas por los efectos dramáticos de dicha crisis, nos han traído al presente todo lo peor de nuestra historia de país pobre, desgarrado por la envidia, despiadado y cruel. Y los personajes de la socialdemocracia que intentaron crear en España una izquierda serena y europea, con su inevitable frivolidad e hipocresía, pero decidida al compromiso en la democracia capitalista civilizada, hoy son corridos a gorrazos en las teles. Véase Leguina. El legado de Zapatero es el socialismo radical que, en manos de unos cuantos agentes comunistas con talento, se convierte en una marca populista ideal para una sociedad pauperizada, insegura, infantil, sentimental y embrutecida. Que de la mano de Iglesias y Talegón, Monedero y Madina, están a punto de enterrar el sueño de una izquierda civilizada en España.

domingo, junio 15, 2014

EL CALIFATO TERRORISTA

Por HERMANN TERTSCH
ABC Sábado, 14.06.14


La región puede acabar convirtiéndose en un califato terrorista desde el Mediterráneo hasta Bagdad

Ahora ya sólo Alá puede salvar a Irak de los guerreros de Alá. A esa conclusión ha llegado la máxima autoridad religiosa chií del país, Alí al Sistani, al ver lo inútiles que son los llamamientos del poder terrenal representado por el primer ministro chií Kamal al Maliki. Con el ejército iraquí en rápida descomposición y la población suní en abierto apoyo a las fuerzas yihadistas del EIIL, Al Sistani ha llamado a todo hombre capaz a defender con las armas Irak y los sagrados lugares del chiísmo. Es su deber sagrado, ha proclamado el ayatolá chií, ante la amenaza del ejército de miles de soldados suníes fanáticos y suicidas llegados de decenas de países a la guerra de Siria y ahora avanzan triunfantes por Irak sin encontrar resistencia.

El colapso del Estado iraquí puede así acelerarse. El llamamiento de Al Sistani agudizará sin duda el enfrentamiento sectario. Pero este colapso vertiginoso es también el colapso de la estrategia de Obama de entrar en la historia como el presidente bueno que eliminó las consecuencias del presidente malo, George W. Bush. La ansiedad manifiesta de Obama de salir de todos los lugares en los que EE.UU. entró en conflicto durante el mandato de su antecesor, le ha jugado finalmente la peor jugada posible. Obama pareció haber aprendido de un presidente de gobierno español ese lema de hacer las cosas «como sea». Y así fue como se salió de Irak. Así es como está saliendo de Afganistan. Y así es como en los próximos días, meses y años, la realidad se vengará del populismo buenista.

Desde Washington, Obama se ve ya obligado a asegurar a sus conciudadanos que no volverá a mandar tropas norteamericanas a desplegarse por Irak. Porque lo que no puede ya negar es que en los próximos días se tendrá que volver a implicar militarmente allí y quizás de forma masiva, para intentar evitar que toda la región se convierta en un campo de batalla o una inmensa bomba de relojería con un califato terrorista desde el Mediterráneo hasta Bagdad, de momento. Con un resultado muy incierto.

Todo se mueve en sorprendentes cabriolas estratégicas. Porque de repente Irán, que moviliza a su Guardia Revolucionaria en su frontera con Irak por si tiene que ayudar a los hermanos chiítas del gobierno Maliki, se convierte en aliado objetivo del Satán de EEUU. Y Arabia Saudí que ha armado y financiado a los yihadistas para entrar en Siria, ve que el régimen de Assad no ha caído pero sus fanáticos provocan extrañas e incómodas alianzas. Nadie sabe si arderá la región. Todos saben que cada vez hay más posibilidades de que así sea. Y todos ven que las debilidades de Washington en Siria y sus huidas de los lugares de conflicto son un fracaso cuya venganza tendrá un coste apenas hoy calculable.

LA VENGANZA DE SIRIA

Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 13.06.14


Miramos hacia otro lado como siempre para evitar conflictos. Ahora Siria anuncia su venganza y nos visita y amenaza

QUIENES han seguido desde las capitales de todo el mundo los acontecimientos cerca de la ciudad iraquí de Mosul se declaran impresionados. Y asustados. Lo están por el arrojo y la fiereza con que unos 800 combatientes yihadistas del ISIS ponían en fuga caótica a unos 30.000 soldados del ejército regular del Gobierno de Bagdad. Y tomaban, en horas, esta ciudad, la tercera en tamaño del país. Cerca de medio millón de ciudadanos están en la huida ante estas tropas de yihadistas en las que todos son suicidas y nadie obedece otra ley que la de Alá, dictada por medio de sus líderes sunitas. Y ante todo de su caudillo máximo, Abu Bakr Al Bagdadi. Lo que jamás logró Bin Laden con Al Qaida, un estado a su servicio y un ejército regular de guerreros de Dios, es ya un objetivo alcanzable para el jefe de ISIS, del estado islámico de Irak y Siria. Su ejército es temible porque no tiene piedad y sí cada vez más fuerza. También porque es el primer ejército verdaderamente mundial que se organiza bajo la bandera del Islam. Son iraquíes y sirios y paquistaníes y jordanos y egipcios y saudíes. Pero también británicos, americanos, españoles, alemanes, franceses, holandeses, italianos y suizos. Deseosos de matar y morir. Ahora resulta espectacular la velocidad con la que marchan hacia Bagdad estos yihadistas y conquistan pueblos y ciudades que se encuentran en su camino. El Estado iraquí en el que EE.UU y sus aliados han invertido miles de vidas, cientos de miles de millones y más de una década de terrible esfuerzo bélico, se puede disolver como un azucarillo. Cientos de miles de muertos después podemos estar ante una tragedia aún mayor. Cada vez parece menos evitable el estallido de la guerra total entre chiítas y sunitas. Con sus respectivos colosos, Irán y Arabia Saudí, embarcados en una carrera armamentista con la bomba nuclear como objetivo inmediato. El nuevo escenario sorprende por la velocidad con que ha cristalizado. Porque el origen de esta revolución militar para un inmenso califato terrorista está en Siria.

Es una pesadilla no del todo imprevisible. Responde a los más negros augurios de quienes advirtieron de las consecuencias de la decisión occidental de no armar en la guerra contra Assad a unas fuerzas complicadas y heterogéneas, pero no fanatizadas como son las integradas en el Ejército Libre de Siria. Hillary Clinton acaba de reconocer que ella estuvo a favor de hacerlo, pero Obama se negó. Así, los únicos que han recibido armas y dinero de forma masiva en este conflicto –aparte de Assad, por supuesto– han sido los yihadistas. Ahora desfilan como triunfadores por una amplia «franja liberada» que va desde el Mediterráneo hasta el corazón de Irak y pronto podrían estar en Bagdad. Son los ídolos en las mentes juveniles sunitas en la región pero también en el islamismo en Occidente. Se estima que ya son miles los occidentales en el ejército de ISIS. Que van y vuelven a sus casas convertidos en expertos combatientes y fanáticos muy curtidos y taimados. En auténticas bombas para la seguridad occidental. La situación es tan amenazadora que ya hay voces en Occidente que creen necesario colaborar con Assad para aplastar a este ejército en Siria. Maliki en Bagdad está siendo arrollado. Hoy el peligro ha saltado las fronteras de Siria, marcha victorioso por tierras iraquíes entre arengas que prometen liberar para el Califato tanto Jerusalén como El Cairo, pero también Sicilia y Andalucía. No quisimos saber nada de Siria. Miramos hacia otro lado como siempre para evitar conflictos. Ahora Siria anuncia su venganza y nos visita y amenaza. Y nos recuerda cuánto sabemos equivocarnos.

DOS OLIGARCAS, MUCHAS MENTIRAS

Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 10.06.14


Las mentiras de esta democracia son hoy ya mayores que las mentiras del franquismo. Amplificadas y multiplicadas en los medios

LA inmensa mayoría de los españoles no consumen ni saben que subsisten en una vida marginal unas revistas que se autodenominan falsamente como satíricas y de humor y son en realidad un permanente vómito de mal gusto que solo hace humor zafio por medio la denigración, ridiculización y humillación de personas públicas o no. Nada tienen que ver con aquellas revistas de ingenio como la legendaria Codorniz o después el Hermano Lobo. Son pura agresión y transgresión de cochambre amoral, habitualmente hiriente hacia la religión católica (con otras no se atreve) e ideología de extrema izquierda. Una de esas revistas cambió la pasada semana su portada en la que insultaban al Rey, al Príncipe y a la Corona. Lo hizo por orden estrictamente privada de su propietario. Era una injuria menor comparada con otras muchas que se han publicado en esa y otras revistas de similar calaña. A partir de ahí todo han sido denuncias contra «el secuestro» de la revista. Denuncias todas ellas acompañadas de la portada retirada, con lo que tiene una difusión muy superior a la que jamás habría tenido en su miserable distribución y venta habitual. Las grandes televisiones privadas han lamentado mucho el secuestro que nunca existió. Y se ha repetido mil veces la patraña. La solidaridad es lógica. Porque dichas televisiones que no cesan de verter basura de la misma especie sobre los Reyes presentes y futuros y sobre la Monarquía. Y, de paso, sobre todos los españoles que pudieran preferir esa forma de Estado a la reedición de una II República que, según pretende, fue un régimen impecable e ideal. Cuando, a los pocos años de su existencia, su principal cualidad era la tolerancia para el asesinato de que gozaban los rufianes de la soldadesca del Frente Popular.

Las cuatro grandes televisiones privadas se las reparten nuestros dos oligarcas de la tele. Uno es un español de Barcelona. Es el que marca tendencia en la agresión permanente y los esfuerzos deslegitimadores. El otro es italiano. Viendo el éxito del anterior es ya fiel emulador. Nuestros dos oligarcas son los dueños de todo el cortijo por obra y gracia de Zapatero y de Rajoy. Cada uno tiene una televisión generalista en la que pretenden tener algún escrúpulo y otra de combate en la que presumen de carecer de ellos. Imponen sus criterios publicitarios gracias a que Zapatero les entregó la parte del pastel de RTVE. Fue a cambio de una entusiasta complicidad en este proceso de encanallamiento general que nos ha traído a los españoles adonde estamos. El Gobierno actual ha respetado todas estas tropelías de Zapatero. Como todas las miserables leyes ideológicas del zapaterismo. Así, las mentiras del revanchismo se han hecho tan fuertes como la mentira del secuestro de la revista basura. Y las televisiones bombardean con basura ideológica a diario y sin pausa a la ciudadanía. Las mentiras de esta democracia son hoy ya mayores que las mentiras del franquismo. Omnipresentes, amplificadas y multiplicadas en estos medios, son «verdad revelada» para una sociedad cada vez más manipulable. El Gobierno mientras parece más dedicado a perseguir a los críticos y a quienes les recuerdan sus compromisos incumplidos. La extrema izquierda, creen algunos, acabará beneficiando al PP. Hay que cultivarla. Los españoles acabarán votando PP aterrados ante las barbaridades de la extrema izquierda y la amenaza del Frente Popular. Y en caso de que falten escaños y ante la presión de la ultraizquierda y el separatismo, el PSOE presionado por Europa y en un alarde de patriotismo, renunciará al Frente Popular para hacer una gran coalición con la derecha. En fin. Hay quien acusa a este Gobierno de no creer en nada. Si creen que así se salvan nos hacen pensar que creen hasta en los Reyes Magos.

LA CARRERA POR LA LIBERTAD

Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 06.06.14


70 AÑOS DE NORMANDÍA

En 1944 se conocía al perdedor, pero faltaba por saber quiénes eran los vencedores

Freno al comunismo El Día D es la piedra angular de la reconstrucción de la democracia en la Europa occidental

La Francia liberada saludó a las tropas aliadas que acabaron con la pesadilla nazi y colaboracionista

Dicen que nadie se atrevió a despertar a Hitler aquella mañana en su residencia en las montañas bávaras de Berchtesgaden. A todos aterrorizaba darle malas noticias. Si siempre había recibido todo revés con nada disimulada cólera, en la primavera de 1944, con la salud quebrada y sus fuertes combinados de fármacos, todos, desde sus ayudantes de cámara a sus generales, tenían terror a tener que comunicarle cualquier adversidad. Aquel día la noticia era de nuevo nefasta. Los aliados occidentales, armados con una maquinaria militar jamás vista en la historia, acababan de iniciar en la costa francesa el asalto al continente europeo por el norte. Once meses antes habían desembarcado en Sicilia. Y ya avanzaban por la bota italiana. Caído Montecassino, el día 4 de junio habían entrado en Roma. La Wehrmacht cedía terreno sin cesar en aquel frente. Por no hablar del oriental. Stalingrado había dictado suerte y después, la batalla de Kursk había supuesto el definitivo punto de no retorno. Alemania iba a perder la guerra. Faltaba saber cuándo y cuántos muertos y destrucción habría aún de costar. Se conocía al perdedor. Pero faltaba por saber, cuestión en esta guerra mundial de infinita importancia, quienes serían los vencedores.

Once meses después había terminado la guerra. Once largos meses en que los ejércitos alemanes resistieron a una derrota cierta con una dureza y obstinación dignas de mejor causa. El asalto a la «fortaleza Europa», el desembarco de Normandía, supuso la aceleración de la muerte del III Reich, al impedir a Hitler concentrarse en su frente oriental. Pero supuso ante todo la salvación de la Europa libre y los cimientos para una alianza trasatlántica que fue garante de la defensa de las democracias europeas hasta que se hundió el otro imperio surgido, como el III Reich, sobre una ideología criminal de terror y desprecio al ser humano.

De ahí que el Día D fuera mucho más que una batalla militar. Porque allí sí se dirimió la lucha por la libertad de Europa. Lo que no era el caso en Stalingrado o Kursk. En 1944 desde las costas del inmenso y heroico buque de guerra que habían sido las islas británicas desde 1940, comienza el asalto definitivo de las naciones de la libertad en armas a combatir en el oeste contra el monstruo nazi, pero muy conscientemente en carrera también con aquel aliado que, por definición habría de convertirse muy pronto en enemigo, el otro monstruo, el comunismo bajo Stalin, en pleno avance por una Europa oriental y central en ruinas.


ABC  Soldados aliados, tras la batalla

No hay que caer mucho en la ucronía, pensar la suerte que habría corrido Francia de haber sido Stalin el único vencedor del nazismo con la bota ocupante en territorio alemán. Con el Ejército Rojo en toda Alemania, los comunistas franceses se habrían impuesto con la misma facilidad que lo hicieron los «petainistas» con ayuda de la Wehrmacht. Con Polonia, Alemania y Francia en manos soviéticas, la historia habría sido otra. Y sin duda peor. El Día D es la piedra angular de la reconstrucción de la democracia en la Europa continental, del anclaje de Alemania a occidente y, al final, de la victoria de la democracia sobre el comunismo en esa larga Guerra Fría que tras 45 años de sordo combate se decide hace un cuarto de siglo en 1989 en el Muro de Berlín.

Hoy Europa vuelve a estar amenazada en su seguridad y valores democráticos por enemigos internos y externos. Y vuelve a adolecer de las mismas debilidades que en la década de los años treinta llevó al naufragio de las democracias y auge de las ideologías redentoras. Frente a estas, la alianza atlántica es el único mecanismo de probada eficacia de autodefensa de las democracias.

Pero nadie espere que por tercera vez sea EE.UU. quien mande a sus hijos a morir por arreglar una catástrofe causada por egoísmo, comodidad, cobardía y debilidad europeas. Muchos reconocen el valor de la libertad, pocos quieren ver que también tiene precio. Esperemos todos sean conscientes de ello hoy cuando recuerden a los muertos en aquellas playas por la libertad. Y porque una tiranía no fuera sustituida por otra.

La guerra vista de lejos, en el espacio y en el tiempo, ha sido siempre motivo de las más bellas construcciones de la palabra y el espíritu. Las Termópilas o Accio, Lepanto o Waterloo, Stalingrado o Normandía, despojadas de su realidad de espanto, muerte, miseria, dolor, heces y sangre, las grandes batallas siempre han dejado una huella muy determinada en la memoria del mundo o las naciones implicadas.

UN DISCURSO INAUDITO

Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 06.06.14


¡Cuánto ayuda tener unos poderes firmes e implacables defensores de la Constitución para que ésta sea respetada!

SOLO dijo gracias. En mil bellísimas formas. Fue una extensa, preciosa, cultivada, bien articulada y magnífica expresión de gratitud a una Constitución, a quienes la hicieron posible y a quienes la defienden y hacen cumplir todos los días. Fue un largo discurso ante el pleno del Bundestag hace diez días, en la solemne ceremonia de conmemoración del 65 aniversario de la Constitución alemana. Este emocionado e inteligente homenaje a la Constitución de Alemania de 1949 fue tan conmovedor como inaudito. No tiene precedentes. Es un canto al orden constitucional democrático alemán de un ciudadano procedente de una cultura muy remota. Navid Kermani es un escritor de origen iraní. Sus padres llegaron a Alemania en los años cincuenta. Nacido él ya cerca de Bonn, Kermani aprovechó el honor que le otorgaba el Bundestag para hacer lo que es tan infrecuente y que tanto se echa en falta en las sociedades modernas occidentales que acogen a millones de inmigrantes: expresiones de gratitud. Kermani la logró con virtuosismo en un homenaje a la tolerancia, a la fuerza transformadora de la democracia y la palabra y al compromiso de los alemanes en asumir su terrible pasado. Y a su honradez y decisión al hacerlo precisamente en la defensa de la dignidad humana.

Kermani no ocultó las facetas difíciles y oscuras de la sociedad alemana. Pero en un minucioso, culto y sensible balance dio las gracias a Alemania por su hospitalidad, por su generosidad y por el esfuerzo de su política de perseguir unos ideales expuestos en el Bundesgesetz, su constitución desde la creación de la República Federal. Que es una constitución más vieja que la española. Pero una constitución respetada por todos y protegida por todos los órganos que la misma establece para su defensa. Con toda firmeza y contundencia frente a sus enemigos. Quienes conspiran contra esta Constitución, intentan destruirla o subvertir sus órganos, son delincuentes a perseguir. Quienes pretendan violar la Constitución o cambiarla sin seguir las reglas para ello establecidas en la misma son criminales que han de ser perseguidos. Porque quienes quieren romper el código de convivencia son una amenaza para todos. Alemania sabe muy bien lo que supuso un Estado débil y una constitución violada, ignorada o ridiculizada por las fuerzas políticas emergentes, cada vez más extremistas en los años de la República de Weimar. La constitución de 1949 surge de la voluntad de fundación de un Estado libre y democrático sobre los escombros de una Alemania arrastrada a la destrucción por el totalitarismo, la intolerancia y el miedo. Con voluntad firme de proteger a todos los alemanes en sus derechos individuales y en la búsqueda del bien común. Quien osa ignorarla o violarla está fuera del juego político y fuera de la legalidad. El Tribunal que la interpreta desde Karlsruhe tiene un carácter poco menos que sagrado. Y el Gobierno y todas las instituciones tiemblan si ese Tribunal los desautoriza o sanciona. Todos acatan. Nadie discute a los órganos supremos. «Esta Alemania es la mejor que jamás tuvimos. Y debemos estar orgullosos de su poder de atracción», dice Kermani. Gracias por la seguridad jurídica, por los derechos, por el humanismo de la propia constitución y del esfuerzo cotidiano en aplicarlo, por el trabajo, por el bienestar. «También en nombre de los musulmanes que gozan aquí de los derechos que se les niegan a los cristianos en países islámicos». (…) «En nombre de los 26 miembros de mi familia, me inclino simbólicamente y digo “gracias, Alemania”». ¡Cuánto ayuda tener unos poderes firmes e implacables defensores de la Constitución y la legalidad para que esta sea respetada y agradecida en su inmensa superioridad moral frente a sus enemigos!

miércoles, junio 04, 2014

DE GRATITUD Y BUENA FE EN ESPAÑA

Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 03.06.14


El Rey Juan Carlos I ha abdicado. Se cierra un capítulo extraordinario en la larga historia de España. Han sido 39 años de Monarquía Parlamentaria en la que los españoles han vivido unidos, en paz y en libertad. Algo extraordinario. Libres y sin matarse entre ellos. Nunca había sucedido. Y nada predeterminaba entonces, en aquella precariedad de noviembre de 1975, que así fuera. Demasiados miedos, angustias y sobre todo odios internos había acumulado el pueblo español durante todo el siglo XX, por no mencionar el XIX, para que nadie pudiera atreverse a garantizar que el célebre “cainismo” no iba a rebrotar. Que los españoles no volverían a los ajustes de cuentas, a la goyesca riña a garrotazos.

El Rey recién llegado supo sentir mejor que nadie la necesidad y el espíritu, pero también las posibilidades del momento. Cierto que tuvo el Monarca mucha suerte. Como todos nosotros. Por una vez suerte española en una encrucijada histórica en ese siglo pasado jalonado de maldiciones. Porque el joven Rey supo rodearse de quienes solo tenían buena fe y mejor consejo para la Monarquía y su gran proyecto de reconciliación nacional en una democracia. Mucho se ha escrito, con motivo de la muerte del otro gran protagonista, Adolfo Suárez, sobre aquellos años sorprendentes de los españoles en permanente esfuerzo por entenderse los unos a los otros. Porque siempre hubo ambiciones, tensiones y traiciones. Pero quienes vivimos aquella época lejana sabemos que sí se produjo entonces un insólito tsunami de buena fe en España. El director de orquesta que se esforzaba por coordinar las corrientes, limar desconfianzas, hacer olvidar afrentas, mitigar enconos y, sobre todo, impedir que odios pasados volvieran a dinamitar presente y futuro, fue siempre su Majestad, el Rey.

Corrupción y separatismo
Casi cuarenta años después, España es otra en muchos sentidos. En demasiados. Hace tiempo ya surgieron los terribles efectos de nuestros pecados originales en aquella transición política. Dos son los peores: la peste de la corrupción y el cólera del separatismo. Los nacionalismos habían recibido un trato de especial deferencia como ciertas fuerzas de izquierda y los sindicatos, en un esfuerzo del Estado por lavar una mala conciencia de los políticos procedentes del anterior régimen. Y la mala conciencia de la dictadura se convirtió en el germen de las principales enfermedades que habrían de asaltar a nuestra democracia. La ley electoral y el papel de partido nacionalista bisagra impusieron un ritmo de transferencias a las autonomías y vaciado del Estado central que nos ha traído adonde estamos. La buena fe de la transición tuvo como respuesta de los nacionalismos una deslealtad furiosa por causar daño a España. Las advertencias fueron desoídas y ridiculizadas. Hoy ya nadie duda de que España, su unidad, está abiertamente amenazada en una deriva suicida de los nacionalismos por la independencia y una pasividad continuada del Estado central, hoy prácticamente ausente en ciertas regiones españolas. La abierta complicidad del pasado Gobierno socialista con todos los sectores nacionalistas, desde ETA hasta CiU pasando por ERC, dinamitó los últimos anclajes de respeto a la legalidad del Estado nacional. Cataluña se comporta ya como un Estado independiente para todo menos para financiarse.

“Una nueva generación reclama con justa causa el papel protagonista”, ha dicho el Rey. Ahora ya tiene su hijo ese protagonismo. Felipe VI se tendrá que enfrentar, nada más llegar al trono, con el desafío separatista catalán. Y probablemente con otro en el País Vasco, si no se pone freno a este delirio. El desafío separatista es ya también un acoso contra la legalidad y democracia de todo el Estado. A ellos se une ahora como amenaza la radicalización de la izquierda en toda España que el hundimiento del PSOE trae consigo. Veremos cómo puede Felipe VI relanzar el espíritu de una nueva transición para que todos los españoles vuelvan a sentirse protegidos por la Constitución española y la vigencia de las leyes haya sido restablecida en todo el territorio.

Una nueva transición
Toda la ayuda que tiene procede de unos partidos faltos de liderazgo, debilitados y mediocres. Acosados por fuerzas radicales, embrutecidas y nutridas de unas generaciones crecidas en el culto a la transgresión y sin respeto a España ni a las instituciones. Así las cosas, el nuevo Rey tendrá que afrontar una transición no menos amenazada por totalitarismos y violencia que la de su padre. Su ventaja respecto al punto de partida de Juan Carlos en 1975 está en que el marco legal previo existe. Su desventaja está en que la España de la buena fe de la transición y la reconciliación no existe. Ha tenido demasiados enemigos. Y no suficientes defensores. Solo cabe desearle mucha suerte y que cuando acabe su reinado pueda gozar de la profunda e inamovible gratitud que profesamos a su padre quienes bien sabemos que hay hombres, muy imperfectos, que pueden ser bendición de la historia. 

lunes, junio 02, 2014

DE GRATITUD Y BUENA FE EN ESPAÑA

Por HERMANN TERTSCH
ABC Lunes, 02.06.14

Los desafíos
El nuevo Rey tendrá que afrontar una transición no menos amenazada por totalitarismos y violencia

El Rey Juan Carlos I ha abdicado. Con esta decisión real se cierra un capítulo extraordinario en la larga historia de España. Han sido 39 años de Monarquía Parlamentaria en la que los españoles han vivido unidos, en paz y en libertad. Nunca había sucedido. Y nada predeterminaba entonces, en aquella precariedad de noviembre de 1975, que así fuera. Demasiados miedos, angustias y sobre todo odios internos había acumulado el pueblo español durante todo el siglo XX, por no mencionar el XIX, para que nadie pudiera atreverse a garantizar que el célebre “cainismo” no iba a rebrotar. Que los españoles no volverían a los ajustes de cuentas, a la goyesca riña a garrotazos. No fue así. El Rey recién llegado supo sentir mejor que nadie la necesidad y el espíritu, pero también las posibilidades del momento. Cierto que tuvo el Monarca mucha suerte. Como todos nosotros. Por una vez suerte española en una encrucijada histórica en ese siglo pasado jalonado de maldiciones. Porque el joven Rey supo rodearse de quienes solo tenían buena fe y mejor consejo para la Monarquía y su gran proyecto de reconciliación nacional en una democracia. Ahí está para recordarlo la fotografía de Torcuato Fernández Miranda, junto a otra de los Príncipes de Asturias, en el despacho del Rey, en la imagen que capta el instante hoy en que éste entrega al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, el recién firmado documento de abdicación. Mucho se ha escrito, con motivo de la muerte del otro gran protagonista, Adolfo Suárez, sobre aquellos años sorprendentes de los españoles en permanente esfuerzo por entenderse los unos a los otros. Porque cierto que siempre hubo, como tiene que haber, ambiciones, tensiones y traiciones. Pero quienes vivimos aquella época lejana sabemos que sí se produjo entonces una insólita oleada de buena fe en España. El director de aquella orquesta que se esforzaba por limar desconfianzas, por hacer olvidar afrentas, por mitigar enconos y, sobre todo, por impedir que odios pasados volvieran a dinamitar presente y futuro, fue siempre su Majestad, el Rey.

Casi cuarenta años después, España es otra en muchos sentidos. Probablemente en demasiados. Todos los grandes estados europeos han cambiado. En España, sin embargo, ha entrado en crisis existencial. Fueron muchos los años de desarrollo y, pese a todos los problemas lógicos de un país de la Europa meridional pobre, de legítimo orgullo compartido por todos los avances y el progreso tan manifiesto en todo el país. Pero hace tiempo ya surgieron los terribles efectos de nuestros pecados originales en aquella transición política. Uno ha sido la peste corrosiva de la corrupción. El otro el del separatismo. Los nacionalismos habían recibido un trato de especial deferencia como ciertas fuerzas de izquierda y los sindicatos, en un esfuerzo del Estado por lavar una mala conciencia de los políticos procedentes del anterior régimen. Y la mala conciencia de la dictadura se convirtió en el germen de las principales enfermedades que habrían de asaltar a nuestra democracia. Y que hoy la tienen permanentemente desestabilizada. La ley electoral y el trato a las minorías nacionalistas como socio en el papel de partido bisagra para los dos grandes partidos impuso un ritmo de transferencias a las autonomías y vaciado del Estado central que nos ha traído adonde estamos. Porque la buena fe de la transición tuvo como respuesta de los nacionalismos una deslealtad que muchas veces es bajeza en sus ansias por dañar a la nación española, su lengua y su Estado común. Muchos sarcasmos han tenido que sufrir los que han manifestado por todo ello su temor por la unidad de España. Hoy ya nadie duda de que está abiertamente amenazada en una deriva suicida de los nacionalismos por la independencia y una pasividad continuada del Estado central que ha quedado prácticamente ausente en ciertas regiones españolas. La abierta complicidad del pasado Gobierno socialista con todos los sectores nacionalistas, desde ETA hasta CiU pasando por ERC, dinamitó los últimos anclajes de respeto a la legalidad del Estado nacional. Cataluña se comporta ya como un Estado independiente para todo menos para financiarse.


Nos dicen que la abdicación del Rey ha sido preparado todos estos meses. En todo caso habrá influido en esta decisión y su momento el temor a que, en estos momentos de humores tan inestables, después de las próximas elecciones las mayorías parlamentarias o los nuevos liderazgos radicalizados en algunos partidos, hicieran más problemático el traspaso de la Jefatura del Estado a Felipe VI. “Una nueva generación reclama con justa causa el papel protagonista”, ha dicho el Rey. Ya lo tiene su hijo. Felipe VI se tendrá que enfrentar, nada más llegar al trono, con el desafío separatista catalán. Y probablemente otro en el País Vasco, si no se pone freno a este delirio. Reimponer el imperio de la ley, no el transigir ante el chantaje, debiera ser la única opción. Porque el desafío separatista lo es también contra la democracia. Porque los procesos nacionalistas desvelan cada vez más su carácter totalitario. Como lo tienen las nuevas opciones de izquierda que el hundimiento del PSOE trae consigo. Veremos cómo puede Felipe VI relanzar el espíritu de una nueva transición para que todos los españoles vuelvan a estar protegidos por la Constitución española. No tendrá mucha ayuda desde unos partidos actuales faltos de liderazgo, debilitados y mediocres. Acosados por fuerzas radicales, embrutecidas y nutridas de unas generaciones crecidas sin respeto a España ni a las instituciones. Así las cosas, el nuevo Rey tendrá que afrontar una transición no menos amenazada por totalitarismos y violencia que la de su padre. Su ventaja respecto al punto de partida de su padre es que el marco legal previo existe y permite la transición sin fisuras. Y que sin duda una inmensa mayoría de los españoles quiere un futuro en paz, unidad y concordia democrática. La desventaja que ha de afrontar es que la España de la buena fe de la transición y la reconciliación no existe. Ha tenido demasiados enemigos. Y no suficientes defensores. Difícil tarea por tanto. Solo desearle que cuando concluya su reinado se haya merecido la gratitud de tantos españoles como somos los que se la debemos a su padre.

domingo, junio 01, 2014

EUROPA, EL CAMBIO MÁS NECESARIO. EL AUGE DE LOS POPULISMOS. LA CRISIS DEL BIPARTIDISMO

Por HERMANN TERTSCH
ABC Domingo, 01.06.14


La UE tiene que abordar una reforma en profundidad si no quiere que las opciones eurófobas ganen terreno

Europa evoca este año 2014 tres fechas de terrorífico poder simbólico en la historia de la humanidad. Hace cien años comenzó la Primera Guerra Mundial que supuso una quiebra profunda en la civilización occidental. Y cambió radicalmente la percepción que de sí mismo tiene el mundo moderno. Hace 75 comenzó la Segunda Guerra Mundial por el auge y choque de los totalitarismos surgidos de la Primera. Con el infierno añadido del crimen ideológico. Y hace 25 años fue derribado el Muro de Berlín, al colapsar el sistema soviético en Europa oriental. Las muchas decenas de millones de europeos que murieron violentamente entre la primera fecha, 28 de junio de 1914, y la última, 9 de noviembre de 1989, pero también los coetáneos de todos ellos, considerarían la actual situación de Europa una inconcebible bendición. Europa es un continente en paz y sin fronteras que garantiza libertad y propiedad y en el que la compasión y la ayuda al prójimo son oficiales. Nada menos. No en una minúscula isla. Tiene 500 millones de habitantes y se extiende desde el Algarve hasta el extrarradio de San Petersburgo. La Unión Europea es, desde esta perspectiva histórica, el proceso de expansión pacífica del bien más espectacular, rotundo e incuestionable de la historia de la humanidad.

EFE ABC YA LO ALERTÓ  El 23 de mayo pasado, ABC denunciaba en su portada que el auge de los populismos eurófobos era uno de los asuntos importantes que no se abordaron en la campaña electoral

Mensaje inequívoco

Este año 2014 nos quedará también grabado por otra fecha clave: el pasado 25 de mayo. Cuando la Unión Europea recibió el mensaje inequívoco de sus habitantes de que la isla de afortunados, en su actual forma de gestión, se ha vuelto inviable. Y que debe reformarse urgentemente o prepararse para morir. Conocido es el mensaje que Angela Merkel no se cansa de repetir: Europa supone el 7% de la población, el 25 por ciento del PIB y el 50% del gasto social del mundo. Las dos primeras cifras seguirán bajando con rapidez. La tercera, la que financia la isla de los afortunados, es ya hoy perfectamente absurda e imposible de mantener. Los cambios se harán. Por iniciativa política o por imposición de los hechos. Pero la confusión es inmensa. Tras muchas resistencias al cambio hay arrogancia que surge de un eurocentrismo casi colonial, que desprecia a las realidades económicas del siglo XXI y a sus competidores, el 93% del mundo. Por no hablar de aquellos en Europa que creen poder afrontar el futuro en trinchera nacionalista y barrera arancelaria. Alemania, recuerda Merkel, es un enano que no puede sobrevivir solo. Y otros hacen proyectos de tribalismo decimonónico.

Avisos previos

Los avisos llegaban desde hace años. Pero la inmensa maquinaria de Bruselas no se ha dado por enterada. Tampoco los Estados miembros, con sus grandes partidos tradicionales, en sus bloques de conservadores, liberales, socialdemócratas. Por eso han surgido otros para expresarlo con claridad. Si la democracia es, con todos sus defectos y miserias, un sistema tan superior a los demás, es porque tarde o temprano acaba avisando a sus dirigentes de sus errores y fracasos. Así lo han hecho ahora las ciudadanías de los Estados nacionales en Europa. Reafirmando a los Estados nacionales como el «demos» fuente y origen de la soberanía, por mucha soberanía que se ceda a Bruselas. Han surgido partidos populistas por doquier. Y que sean más o menos populistas no significa que no tengan razones de peso.

Los dos grandes desestabilizadores en estas elecciones han sido el Frente Nacional de Le Pen en Francia y el UKIP de Nigel Farage. Ambos se han convertido en primera fuerza en sus países, a su vez dos de los cuatro grandes. Más allá de otros aspectos ideológicos en esos partidos que puedan disgustar más o menos, lo cierto es que ellos dos sí estarán pronto en situación de dar un golpe decisivo a la UE. Y como todos los demás partidos de este tipo, no lo podrán hacer en el Parlamento Europeo, donde, pese a su crecimiento, suponen solo el 30% de los votos. Pero sí y con seguridad en sus parlamentos nacionales si sus éxitos se reflejan en las legislativas nacionales. En los países del norte, desde Dinamarca a Austria, Holanda a Francia, el populismo beneficia a la extrema derecha con su egoísmo mientras en países como España y Grecia fortalece a la extrema izquierda y el comunismo con su resentimiento, véase Syriza o Podemos. Es un hecho que refleja el diferente nivel de desarrollo de la sociedad. Son los mismos instintos desde diferente actitud.

Camino de sobresaltos

Nada indica que se vaya a cumplir el proverbial augurio reaccionario de que, tras el sobresalto, las aguas vuelven a su cauce. Todo indica que los sobresaltos serán mayores. Porque la rebelión contra el camino emprendido por la UE es, para cada vez más europeos, necesaria. Malo es que fieles a la trágica historia de este continente, los defensores de las libertades y los éxitos habidos, acaben una vez más arrollados en su cobardía paralizante por proyectos totalitarios. Porque todo nos dice que, además del futuro en común y la subsistencia de las grandes conquistas en libertad, solidaridad y progreso hechas juntos, los europeos se juegan en la urgente reforma de la Unión Europea también sus democracias.