viernes, junio 30, 2017
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes,
30.06.17
Tenemos una operación masiva para reescribir la historia de
España
EL Parlamento autónomo catalán dio ayer un gran golpe de
timón a la historia de España. Proclamó nulos todos los procesos judiciales
habidos en Cataluña bajo la dictadura del general Franco. Los de la república
no. Sería inútil porque la mayoría de los «procesos» allí fueron
extrajudiciales y se zanjaban sin papeles y dos tiros en la nuca de pistoleros
de la Generalitat, los partidos y sindicatos. Han tardado 40 años en dar este
paso. Más aun que aquella enorme legión de heroicos antifranquistas que no
salieron de su íntima clandestinidad hasta 1982, cuando Franco llevaba siete
años muerto y Felipe había ganado las elecciones. Habiendo una mayoría en ese
Parlamento que se considera heredera política de la extrema izquierda y el
separatismo del bando derrotado, podían haber aprobado una resolución que
negara a Franco el derecho a cruzar el Ebro. O una solemne declaración
parlamentaria que prohibiera a centenares de miles de catalanes salir a
celebrar la llegada de las tropas franquistas. Mientras unos españoles
celebraban, muchos de ellos catalanes, otros tantos tenían que huir hacia
Francia en lo que es parte de la inmensa tragedia de la guerra. Cuyo origen
está en el terrible fracaso de una República que generó muchas esperanzas primero para sumirse pronto en el caos, los golpes de estado –de Sanjurjo en
1932, de socialistas, comunistas, anarquistas y separatistas en 1934– y que
culminó en el pucherazo electoral masivo de febrero de 1936 que otorgó
fraudulentamente la victoria al Frente Popular. Después, la orgía de asesinatos
y el colapso del orden general. Y el golpe militar que, semifallido, dio origen
a la guerra abierta, básicamente entre dos ideologías totalitarias que gozaban
en su momento estelar en toda Europa.
En la Transición, hace cuarenta años, esa guerra estaba lo
suficientemente cerca para recordarla con sus protagonistas vivos y lo
suficientemente lejos para que las ansias de un futuro próspero anularan todo
apetito de venganza que hubiera podido albergarse. Los veteranos de ambos
bandos jamás habrían permitido que se frivolizara con las matanzas entre
hermanos ni que se caricaturizara como se hace hoy el sufrimiento de los
españoles. Ahora tenemos una operación masiva para reescribir la historia de
España. Y crear un arma política poderosa para marginar y criminalizar el
pensamiento libre, la lucha por la verdad y la propia pluralidad. Lo que
parecen majaderías son pasos hacia la imposición de una corrección política que
perseguirá todas las verdades que sean declaradas extinguidas por las fuerzas
de la izquierda y el separatismo. Para ganar la guerra, aquella y esta. Quienes
quieren resistir a esta ofensiva del fakenews total en la historia de España
deben saber que están solos. La actitud del gobierno de Mariano Rajoy ha sido
vergonzosa. Mantiene intacta la miserable Ley de Memoria Histórica, el arma
principal en esta estrategia totalitaria institucionalizada por la izquierda
bajo Zapatero. Se enmarca en ella la deslegitimación de la transición y la
destrucción de pruebas de la realidad histórica que se practica en toda España
sin cesar. Un objetivo capital en esta destrucción de patrimonio y testimonio
es el Archivo de Salamanca, expoliado por orden de Zapatero para satisfacer a
la Generalitat. En esta batalla, Rajoy no ha sido mejor que aquel. Todos los
cargos en los archivos son aun hoy los mismos que nombró Zapatero para
perpetrar su tropelía. Toda la resistencia en defensa de la unidad del archivo,
símbolo de esa unidad de España atacada por los mismos, ha sido siempre
torpedeada. Y sin embargo, indolencia y cobardía no aseguran comodidad ni
permanencia eterna. Pronto se habrán de tomar decisiones graves inaplazables. Y
todas las grandes mentiras que hoy se construyen se movilizarán para su asalto
final contra España.
martes, junio 27, 2017
«DIE FACKEL» Y LA VERDAD INNEGOCIABLE
Por HERMANN
TERTSCH
ABC Martes, 27.06.17
El mensaje al periodista no es distinto. Escribir con
honradez es ofender. Hoy más que nunca
CUANDO llega hoy en día un aviso de los juzgados de una
querella por supuestas injurias no se informa de quién es el ofendido. Se
recibe un burofax que contiene una citación, un número de expediente y una
contundente amenaza de que si no se comparece se dicta orden de detención para
ser convenientemente arrastrado ante la Justicia. Es una pena que esta
contundencia en la amenaza ante un incumplimiento así no la muestre el Estado
ante sus grandes enemigos. Pasa lo contrario. Si nos trataran como a los
cabecillas de la sedición en la Generalitat, tendrían que mandar con la citación
un cheque del ministro Cristóbal Montoro. Cuando llega una de esas querellas se
pregunta uno que quién será esta vez el ofendido. Suelen ser gentes de puño de
hierro y mandíbula de cristal. Alimañas atacando y damiselas atacadas. Gentes
que llaman a diario ladrones y asesinos a los gobernantes de España se ofenden
cuando se les recuerda que sus camaradas sí han sido asesinos y ladrones
siempre que han podido. La misma gente que te insulta y difama desde una
televisión o las redes pero considera insufrible toda respuesta. Saben bien que
algunos con nuestras convicciones y nuestro perfil no podemos sino perder ante
quienes parecen hoy cabalgar con el zeitgeist. La verdad hoy es menos defensa
que consuelo. Vivimos ahora y matonismo, mentira e ideologías pedestres y
brutales gozan de nuevo de momentos estelares.
A veces el ofendido resulta ser alguien como Gonzalo Boyé,
ese chileno que llegó a España, se subcontrató con ETA y vigiló a Emiliano Revilla durante 249 días de secuestro en condiciones inhumanas. La sentencia le
condenó a catorce años de los que cumplió muchos menos. En otros países habrían
sido treinta y los habría cumplido. Aquí salió y se hizo abogado estrella de la
izquierda y «experto» en LaSexta y publica una revista de basura contra las
instituciones, contra la religión católica y de abierta empatía con fuerzas
terroristas y totalitarias antioccidentales. Siempre en clave de humor, por
supuesto. Como Monzón, alias Wyoming. Siempre el mensaje venenoso disfrazado de
broma para que, si son denunciados por alguna vileza, los jueces le vean a todo
la parte graciosa. Si el juez no entendiera la inmensa gracia y el buen humor
correría el riesgo de ser calificado de facha o fracasado, por ejemplo en
LaSexta. Y se acabaría su carrera como la del juez Francisco Serrano, aquella
perfecta cabeza de caballo en la cama para todos los de la profesión. Métanse
con la ideología de género y del izquierdismo dominante y acaban en casa
haciendo punto.
El mensaje al periodista no es distinto. Escribir con
honradez es ofender. Hoy más que nunca. Y llega un burofax o te acosa la mafia
ideológica y buscan tu muerte civil. Por decir extravagancias. Como que los
cristianos merecen y no tienen en España los mismos derechos de protección que
los homosexuales. Que la cobardía del Gobierno es culpable de la descomposición
de ley y seguridad en España. Que si Blanquerna lo asaltan militantes de
izquierda estarían absueltos como Rita Maestre. Que las comunidades musulmanas
en Europa jamás muestran lealtad a quienes les han dado lo que no les negaron
los estados fallidos musulmanes. A Karl Kraus, no recuerdo si era él quien
encuadernada las demandas, le puso en mayo de 1930 una de tantas uno de sus
muchos enemigos íntimos, el crítico Alfred Kerr. Le pedía 20.000 coronas por
haber recordado en un escrito unas actitudes vergonzosas suyas durante la
guerra que Kerr quería olvidar y hacer olvidar. Kraus contestó con once páginas
en Die Fackel tituladas «Conciliación» que destruían a Kerr bajo
una catarata de verdades. Kraus murió pobre. Pero nadie logró jamás que
retirara una verdad pronunciada.
UN DESEADO BAÑO DE OPTIMISMO
Por HERMANN
TERTSCH
ABC Sábado, 24.06.17
El eje no tiene solo partidarios. También hay detractores
muy preocupados
No solo el líder más veterano, la canciller Angela Merkel,
habrá desesperado en pasados años pensando que jamás volvería a celebrarse una
cumbre de la UE con razonables dosis de optimismo. Pues tras años de
sobresaltos, la cumbre en Bruselas lo ha sido, con un mensaje general
esperanzador. ¿Optimismo forzado? Algo sí, claro. ¿Voluntarista? Por supuesto. Pero
eficaz para dar verosimilitud al final de la larga fase de desasosiego que
llegó a momentos de peligro existencial para la UE. Aún es poco más que un
cambio del estado general de ánimo. Atribuible a Emmanuel Macron y la operación
que en un año se inventó al actual presidente. Merkel ya no está sola. Y juntos
quizás puedan. Macron compensa con su brillantez y artificioso prestigio la
falta de peso de Francia. Así se proyecta el retorno del tándem como la
esperanza. Habrá que ver cómo evita Macron defraudar tanta expectativa. Ha de
poner en marcha unas reformas paralizadas en Francia desde hace décadas. Otros
dirían que medio siglo.
El eje no tiene solo partidarios. También hay detractores
muy preocupados. No solo en Francia. También en Europa central y en otros
países que temen ser ignorados y maltratados por la verdad de los dos grandes.
La inmigración será la misma bomba de discordia incluso sin nuevas oleadas que
nadie descarta. Alivian las derrotas recientes del llamado «populismo
ultraderechista» y ayuda el poder disuasorio del caos británico tras el Brexit.
Pero los problemas siguen siendo los mismos. Y puede que haya que modificar
tratados con lo que esto implica.
Ayer Macron tuvo su primer revés al intentar un mayor
control para inversiones. En otoño se verá si el cambio de era tiene
consistencia. Porque Merkel ganará las elecciones. Pero Macron tendrá el pulso
en la calle. Frente a sindicatos, extrema izquierda y esa abstención abrumadora
que no se contagió del entusiasmo mediático. Tiene que pasar mucho más que una
cumbre bienhumorada para que la UE se rearme ante sus retos. El primer paso lo
han dado. Pero no era el más difícil.
LA SOBERBIA DE LOS EXQUISITOS
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes,
23.06.17
La UE asume el mensaje propio de la izquierda intelectual de
pasadas décadas
UNA novedad irritante en el trato con norteamericanos en los
últimos tiempos está en la necesidad que muchos adversarios de Donald Trump
sienten de presentarse de inmediato como tales. Habitualmente con algún
comentario de burla o desprecio hacia su presidente. Parece poco elegante,
mucho más cuando lo hacen fuera de EE.UU. Pero cuando se lo he comentado a
alguno me ha dicho que, para poco elegante, el presidente. Y tampoco le falta
razón. Pero la cuestión no está en el insulto a Trump, que es fácil y ya son
muchos los que viven de ello. La identificación inmediata tiene por objeto
dejar claro que se pertenece al «bando correcto» y que, aunque norteamericano,
no se es de esos que votan a ese. Sino de los buenos, exquisitos, que le
desprecian. Se veía bien en un foro, espléndidamente organizado por la
Fundación Stavros Niarchos al sur de Atenas en el colosal complejo cultural,
creado por Renzo Piano. La conferencia se centraba en el permanente aumento de
la polarización en Occidente. Que atribuiría más a esa arrogancia y
superioridad moral propia de la socialdemocracia de todo signo que a la
radicalización de los despreciados. La expresión más elocuente de la misma
estaba en esos norteamericanos izquierdistas que necesitan despreciar a su
presidente y a la mitad de sus compatriotas para sentirse mejor.
En 2016, los medios que formaban el «frente clintoniano»,
casi todos, advertían que, tras su seguro revés, Trump no reconocería la
derrota y sus partidarios recurrirían a la violencia. Luego sucedió todo lo
contrario. Fue Hillary la incapaz de admitir la derrota, sus partidarios
recurrieron a la violencia y aun hoy buscan excusas a la derrota en
conspiraciones. Y a los medios nada preocupa la ruptura total del principio de
contradicción. Es la soberbia de los exquisitos. Una soberbia elitista que
cultivan los partidos tradicionales y la propia UE para descalificar y
despreciar toda opinión o conducta discrepante. En vez de atender los miedos
legítimos y las inquietudes, se recurre a la manida práctica de tachar de
fascista y ultraderechista toda crítica a las verdades oficiales. En realidad,
la UE asume el mensaje propio de la izquierda intelectual de pasadas décadas,
cuyo gurú es Noam Chomsky. Que establece que gran parte del electorado es
manipulable, ignorante, egoísta e irracional. Que por eso no entienden las
virtudes de su proyecto global. Y hay que corregirle la opinión. Así se trató
al votante de Trump y a todos los de la real o supuesta ultraderecha en Europa.
Merkel es la más eficaz en intimidar toda crítica y descalificar como neonazi
la que persista. Con la colaboración de los medios que –con una unanimidad que
en Alemania asusta– oculta los problemas y descalifica a quienes los denuncian.
Como dice en su librito «Revolting!» Mike Hume, uno de esos raros periodistas
críticos, se ha impedido por sistema todo debate desde la UE. Y se interviene
masivamente para influir sobre los electorados. Con amenazas desde Bruselas si
es necesario como en las presidenciales de Austria o en Holanda. Coincide con
un estudio de la antropóloga Maryon McDonald: «es cada vez más difícil criticar
a la UE sin ser considerado un lunático de extrema derecha, fascista, racista o
nacionalista». Toda opción alternativa, sea de gobiernos o de fuerzas
electorales, es condenada y sus defensores amenazados. Esta vocación elitista
con la carga dogmática de la ideología de género y la corrección política
rampante forman una combinación tóxica para la libertad. En ese Premio Príncipe
de Asturias a la Convivencia a la Unión Europea no habría estado mal recordar
las virtudes del debate abierto y de la verdad frente a la ideología. Porque no
habrá tiempo ilimitado para la enmienda.
EL RAYO EN EL KINDERGARTEN
Por HERMANN
TERTSCH
ABC Martes, 20.06.17
Ya está prohibido decir cosas que sabemos ciertas
EN este mundo de apariencias armoniosas, alegrías
artificiales socialmente obligadas y ocultación del dolor y de la muerte real, en
el que solo se ve morir en el plasma –de broma o muy lejos–, la muerte de un
torero en la plaza es como la caída de un rayo cargado de verdad. Que conmueve
a este mundo infantilizado porque abre por un instante la puerta blindada entre
nuestro circo cotidiano y el Más Allá. Con pocos sucesos toma conciencia el
público de la inmediatez de la muerte como con la tragedia de Pozoblanco con
Paquirri, después con Víctor Barrio o ahora con Iván Fandiño. No hay verdad más
rotunda que la muerte. Y esa pone en perspectiva todas las demás. ¿Adónde
íbamos a ir a parar si se deja que el hombre retome conciencia trascendente?
Precisamente por eso odian la tauromaquia los más aguerridos jenízaros de esta
sociedad moderna del socialdemocratismo redentor y sus variantes radicales
toleradas. La odian tanto como al cristianismo. No solo porque la identifican
con España y son tan hispanófobos como cristianófobos o antitaurinos. Todo lo
que tenga verdad es un peligro para sus propias construcciones del dominio
blando con el pensamiento débil. Las dosis extremas de sentimientos fáciles son
anestesia perfecta para evitar la percepción de verdades duras y toda demanda
intelectual de las mismas. Así se convierte a la sociedad en un inmenso
kindergarten en el que se mete miedo para fomentar el consumo de los consuelos
pertinentes. Las verdades de la realidad humana, presentes durante siglos cuando no milenios, se sustituyen con ocurrencias y
pasatiempos. Con efectos devastadores. Porque se impide la reacción eficaz ante
amenazas que se agravan mientras se niegan. Eso sí, se inventan otras para la
buena conciencia de una sociedad que consume mucha alfalfa ideológica y ninguna
verdad, como los cerdos de Ceaucescu, serrín en vez de pienso.
Las sociedades occidentales avanzan dramáticamente por la
senda de la idiotización gregaria con una cada vez más virulenta hostilidad al
discrepante. Que por serlo es malvado. Hace unos días en un debate televisivo
sobre el calentamiento global, un participante quiso recordar variaciones
climáticas extremas del pasado. Nada más sugerirlo recibió la amenaza: «Ni se
te ocurra ir por ese camino». Y se calló. A diario los medios de comunicación
dan decenas de ejemplos de cómo modificar la realidad para adecuarla a la
ideología dominante. Con una procacidad y buena conciencia propia de los
totalitarios clásicos. La práctica de ocultar delitos, incidentes, conflictos y
todo tipo de noticias protagonizadas por inmigrantes es ya general. Hay
realidades terribles ocultas y verdades prohibidas porque publicarlas favorecería
al racismo, dicen. Pero así favorecen la impunidad. Y su repetición y su
multiplicación. En España la deriva separatista amenaza la propia existencia de
la nación. Pero durante años denunciarlo equivalía a proclamarse
ultraderechista. En las universidades ya solo hablan los más radicales del
mantra ideológico del kindergarten. Se descarta todo discurso que altere los
ánimos y rompa la conformidad. Todo lo genuino es peligroso. En el kindergarten
está ya terminantemente prohibido decir cosas que todos sabemos ciertas. Como
que donde caben diez puede que no quepan mil. Como que no todas las culturas
son iguales. Prohibido decir verdades. Bajo castigo, no de cara a la pared sino
de muerte civil. Para evitarla, consúmanse potitos obligatorios de ecologismo,
de emoción solidaria y laicidad ternurista, sopitas de animalismo y pastillas
de antifascismo que es el fascismo que hace sentirse bien. Y, sobre todo, nada
de épica, del abismo de la muerte, nada de toros, nada de Dios y nada de
gloria, densos purés de igualitarismo, el mayor enemigo del hombre libre, la
mejor arma del totalitarismo.
EL GIGANTE DE LA REUNIFICACIÓN ALEMANA
Por HERMANN
TERTSCH
ABC Sábado, 17.06.17
Asumió el poder en una patria dividida y la entregó
reunificada y convertida en una gran potencia
En una actualidad tan contaminada de tópicos e hipérboles,
hay que tirar mucho a lo alto para hacer justicia a la personalidad, al peso
político y a la relevancia histórica de Helmut Kohl, que murió a los 87 años en
la mañana de ayer en su casa de su Ludwigshafen natal. El canciller Kohl ha
sido un gigante de la política alemana en la misma medida en que lo fueron los
dos otros grandes cancilleres históricos de la Nación alemana, Otto von
Bismarck y Konrad Adenauer. Los tres compartieron algo que muy pocos políticos
llegan a entender y menos a disfrutar, y es el salto desde el gran éxito
político a la gloria nacional. Otto von Bismarck unificó Alemania bajo Prusia,
Adenauer reconstruyó la Alemania occidental y la ancló en la libertad y Kohl
consiguió reunificar Alemania, lo que tantos habían considerado un sueño
imposible.
REUTERS
Gobernó Alemania 16 años, más que nadie salvo Bismarck.
Asumió el poder en una patria dividida y la entregó reunificada y convertida en
una gran potencia de más de 80 millones, con pleno acuerdo y respeto de todas
las potencias que habían derrotado a la Alemania nazi.
Kohl es de los muy pocos elegidos en la historia a los que
se puede atribuir un papel personal decisivo en un cambio fundamental en la
historia de su país, de Europa y del mundo. Fue en los años 1989 y 1990 en los
que alcanzó esa gloria y por la que Alemania jamás podrá explicarse sin su
nombre. Fue entonces cuando esa mejor fórmula de cordialidad, firmeza y
persuasión logró sus milagros negociadores, el mayor de ellos conseguir que la
Unión Soviética aceptara una Alemania unida miembro de la OTAN. Los encuentros
de Kohl con Gorbachov son momentos milagrosos en la historia europea.
Católico, doctor en Historia y joven soldado a los 15 años
en las postrimerías de la guerra hitleriana, conoció el infierno nazi, las
ruinas y la ocupación. Y llegado el momento entendió como pocos la pulsión de
la libertad que se desencadenó en el Este de Europa a partir de los sucesos de
Polonia de 1981 y la llegada reformista Gorbachov en 1995. Los regímenes en el
Este europeo comenzaron a tambalearse y en 1989 cayeron uno tras otro, en
noviembre también el Muro de Berlín. Entonces jugó fuerte y mostró una decisión
titánica y unos nervios de acero que pocos habrían tenido. Y se hizo el cambio
de moneda de uno a uno, y mientras algunos todavía hablaban de dos estados
alemanes que convivieran en Europa, Kohl logró imponer la voluntad de «Wir sind
ein Volk». Consiguió lo que él quería y otros muchos creían imposible. Y que
hoy sería otra vez impensable.
Fue además el gran europeísta convencido, como último
canciller que conoció la guerra, de que Alemania debía supeditar siempre sus
intereses al proyecto continental. Hoy estaría definitivamente fuera de juego.
Fue un gran defensor y amigo de España. Conmueve aun hoy el recuerdo de sus
palabras al recibir en Yuste el Premio Carlos V.
Dicen que cuando era joven, este renano grande y tosco
parecía indeciso y fácil de manejar o engañar. Tuvo mil ocasiones de demostrar
lo equivocados que estaban quienes eso creían. Antes de los 40 era presidente
del estado de Renania Palatinado. Lo fue siete años hasta ir al pulso por el
liderazgo de la CDU/CSU con Franz Josef Strauss, dejar perder a este y
conseguir en 1982 forjar una alianza con el liberal Hans Dietrich Genscher y
acabar así con la era socialdemócrata de Willy Brandt y Helmut Schmidt. Con sus
rivales dentro y fuera del partido siempre fue implacable. En eso legó sus
mañas a Angela Merkel, a la que él aupó marginando a todos sus pretendidos
delfines. Ganó por supuesto las elecciones en 1990 con la reunificación y las
volvió a ganar en 1994, pero entonces el papel estelar del estadista y padre de
la patria ya no servía para las prosaicas tareas de gobernar un país que sufría
la crisis del inmenso esfuerzo de la anexión de un estado comunista en ruinas.
Triste fue su salida y sus últimos años. Su negativa a colaborar en esclarecer
el escándalo de financiación ilegal de la CDU, el suicidio de su mujer
Hannelore, el rechazo de sus hijos a su nueva mujer que era su secretaria, un
conflicto sobre sus memorias y su cada vez más precaria salud marcaron con
pesadumbre a Kohl desde su retirada.
Kohl muere lejos del siglo en el que justamente logró para
él la máxima gloria y para Alemania la realización de su gran sueño, la
superación de la gran cicatriz de la guerra que era la división.
Helmut Josep Michael Kohl nació el 3 de abril de 1930 en
Ludwigshafen, donde falleció el 16 de junio. Canciller alemán entre el 1 de
octubre de 1982 y el 27 de octubre de 1998. Hasta el 3 de octubre de 1990,
fecha de la unión de las dos Alemanias, fue canciller únicamente para la
República Federal de Alemania, y a partir de ese momento, de la Alemania unida.
SE ACABÓ EL MIMO A LA DICTADURA
Por HERMANN
TERTSCH
ABC Sábado, 17.06.17
Las relaciones con Cuba mejorarán cuando mejore el trato de
la dictadura a los cubanos
El presidente norteamericano Donald Trump va a cumplir otra
de sus promesas electorales, esta vez respecto a Cuba. Por lo que será odiado
un poco más, si eso es posible. Pero será celebrado por quienes le votaron. Y
sobre todo por la gran colonia de sus votantes en Florida que se impacientaba
ante el retraso de la iniciativa de Trump sobre Cuba. Trump ha encontrado
finalmente tiempo para presentar un paquete de acciones que acaba con otro de
los legados de Barack Obama que él y sus partidarios consideran nefastos. Ya
había anunciado que suspendería lo que considera regalos de Barack Obama a la
dictadura comunista de Castro. Hay práctica unanimidad en que las medidas
aperturistas para el comercio entre Cuba y EE.UU. presentadas con bombo y
platillo por Barack Obama como el principio de una nueva era, no ha revertido
en absoluto en beneficio de las libertades de los cubanos. Después de las
grandes fiestas, del concierto de los Rolling Stones, de los paseos de Michelle
y de Obama confraternizando con gerifaltes comunistas y conspicuos jefes del
narcotráfico chavista y de las FARC hacia EE.UU., los cubanos de a pie han
comprobado que la dictadura no ha cedido en nada. Por el contrario ha
endurecido la represión, se multiplican detenciones, acoso e intimidación de un
régimen crecido que se siente fortalecido y legitimado.
Lo cierto es que el regalo a Castro para conseguir esa
visita a La Habana y el peligroso acuerdo nuclear con Irán son los dos hitos
que Obama se sacó de la manga para tener un mínimo legado internacional para
una presidencia también fallida en el campo internacional. Trump va a impedir
los pingües negocios de los oligarcas del régimen y especialmente el entramado
del Ejército. El nuevo mensaje: Las relaciones con Cuba mejorarán cuando mejore
el trato de la dictadura a los cubanos. Aumentarán las exigencias. Y
previsiblemente las tensiones. Y retos porque después vendrán nuevas medidas
para Venezuela. Mas allá de las sanciones para dirigentes mafiosos del régimen
de Caracas.
EL MILAGRO NECESARIO
Por HERMANN
TERTSCH
ABC Sábado, 16.06.17
Hace falta más ley, verdad y sentido común
LA más hermosa defensa de la transición política española
que he oído en bastante tiempo la hizo hace un par de días en la tribuna de
oradores del Congreso de los Diputados el portavoz socialista José Luis Ábalos.
Me emocionó su recuerdo a la emoción de antaño, cuando sentimos ambos el mismo
orgullo de ser parte de una inaudita y magnífica aventura de concordia que
vivimos sinceramente una inmensa mayoría de los españoles. Aquel milagro
necesario. Para que todos fuéramos iguales. No unos buenos y otros malos.
Tampoco para que cambiaran las tornas y se convirtiera la España en la anti
España y viceversa. Como ha sucedido. Dicen que Ábalos es el hombre fuerte del
equipo con el que Pedro Sánchez consumará el entierro del consenso sobre la
transición como gran gesta colectiva de reconciliación nacional. El PSOE ya
asumió ese papel de enterrador ya en el año 2000, aun sin ser consciente de
ello, cuando eligió como jefe a José Luis Rodríguez Zapatero. Por un puñado de
votos. Es ocioso especular por dónde habría transitado el PSOE de no haber
elegido a alguien tan dominado por la carga venenosa de su revanchismo
ideológico. Aun gobernaba en 2010 cuando publiqué el «Libelo contra la secta»
para intentar explicar el inmenso daño permanente que habríamos de sufrir por
esa su «siempre sonriente llamada al odio». La que tantísimo eco habría de
tener a partir de su llegada al poder cabalgando sobre las bombas, los muertos
y el golpe de mano ante las sedes del partido gubernamental. A los españoles no
les puede hacer más daño Zapatero. De ahí su venenosa presencia en Venezuela,
donde ignora la condena y el rechazo de la oposición que considera evidente que
Zapatero no actúa de mediador sino como agente de la dictadura asesina. Por los
motivos que sea.
Un lustro después del «Libelo» publiqué «Días de ira» en el
que advertía sobre la descomposición del constitucionalismo y el permanente
fortalecimiento de los enemigos de España. Muchos se reían aún del «España se
rompe». Insistía en que si Zapatero es clave para entender el comienzo de la
catástrofe, para entender su consumación no lo es menos el papel jugado por el
Partido Popular con su líder Mariano Rajoy. El Frente Popular vuelve a ser la
opción de Sánchez, lógica consecuencia del proceso ideológico que entierra la
Transición e idealiza la república ya sovietizada. La radicalización de la
izquierda generó espacio y momento para la franquicia chavista de Podemos y
escoró al PSOE. Todo intento de recuperar una socialdemocracia en el PSOE, el
último el de la gestora, fracasa porque la socialdemocracia tiene un dueño que
es el Partido Popular, liberado por Rajoy de todo compromiso moral e ideológico
y convertido en un búnquer de supervivencia. El rearme radical de la izquierda
revanchista domina por ello sin contestación todo el debate político. La
siniestra cooperación entre extrema izquierda y centrismo en el gobierno impide
el mínimo atisbo de pluralidad y cambios que no sean la destrucción de España
en un extremo y la parálisis del gobierno bunquerizado de Rajoy en el otro. La
cúpula del PP ha impedido toda iniciativa para conseguir un cuerpo ideológico y
político para una alternativa real, un rearme moral para una mayoría social
española que quiere una nación moderna con la reinstauración del imperio de la
ley, de la igualdad entre españoles, de la verdad y del sentido común. Con
estas banderas y el llamamiento a redescubrir y movilizar la buena voluntad que
existió en 1977, España podría hacer un nuevo milagro necesario. Hace falta
quien las enarbole y conduzca a la batalla frente a la codicia, la desidia y el
rencor.
MERKEL Y SCHILLY, BUENOS Y MALOS
Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 13.06.17
Un viejo socialista denuncia verdades inaceptables sobre
inmigración
EL continente de África tenía en cierto instante a media
tarde de ayer 1.244.510.549 habitantes. Un segundo más tarde eran muchos más.
La cifra de este año que se acercará a los 1.300 millones se habrá casi
duplicado para el 2050. Entonces se espera que África tenga ya 2.500 millones
de habitantes. Estás cifras merecen conocerlas todos aquellos que tiendan a
pensar que la solución a los problemas de África están en que los africanos que
quieran venir a Europa tengan derecho a hacerlo. Lo cierto es que aunque todos
los 500 millones de europeos decidiéramos quitarnos de en medio y ahogarnos
voluntariamente en el Canal de la Mancha en un gran gesto final de generosidad
y amor al inmigrante, no habría sitio en el viejo continente para los
africanos. Ni habría un sistema y unas sociedades que les dieran de comer. Es
por tanto loable que ayer en Berlín, la canciller Angela Merkel inaugurara una
Conferencia del G20 sobre África para elaborar planes de desarrollo y convocar
a inversores para ese continente. Merkel está volcada en la cuestión africana
como uno de los frentes políticos en los que escenifica soluciones para la
inmigración. Con eficacia ante las elecciones. Hace un año estaba enterrada,
hoy vuelve a parecer imbatible. Aunque sepa bien que inversión y desarrollo no
reduce la inmensa presión actual de la migración. Hay diez millones ya en ruta.
Y el éxito de las entradas ilegales es la mejor publicidad para los
traficantes. Porque la censura contra todo lo que no sea el buenismo
socialdemócrata avanza sin pausa en Europa con el celoso apoyo en los medios de
comunicación. Se persiguen libros, se cierran cuentas en redes sociales, se
despide o se lincha virtualmente a autores discrepantes y toda voz que se alce
contra la Europa merkeliana y ahora macroniana. En Europa hay buenos y malos
según lo que opinen. La corrección intocable.
Pero aun hay algunos que advierten de que, por mucho que el
coro mediático nos diga que todo va bien, no es así. Que cada vez son más los
europeos que se sienten amenazados en su seguridad, en su identidad y en su
existencia sin que reciban atención ni respuesta de la UE ni sus gobiernos. Y
que la amenaza no es la extrema derecha sino los muchos problemas que se
ignoran porque la política los desprecia y mira hacia otro lado. Otto Schilly,
un viejo miembro del SPD, que fuera fundador de los Verdes, ha levantado la voz
contra una canciller que, según él, actúa como una monarca, desprecia el estado
de Derecho y causó un inmenso daño provocando la avalancha de refugiados e
inmigrantes ilegales. En una entrevista en Die Welt am Sonntag, Schilly,
ministro del Interior de Gerhard Schröder, arremete contra Merkel y la opinión
monolítica impuesta en Berlín. Schilly califica de catastrófica la política de
inmigración, denuncia que entra en silencio más de un cuarto de millón. Ataca
también las formas de Merkel en su política energética con su abandono
unilateral de la energía nuclear y la devastación de paisajes, naturaleza y
entornos culturales con la masificación de la eólica. Para Schilly, al que aun
no han tachado de extrema derecha aunque todo llegará, la forma de gobernar de
Merkel es una estafa que coarta e impide el debate. Y que está simbolizada por
la gran mentira de que no habrían podido controlarse las fronteras aquel
fatídico 4 de septiembre del 2015. Y que por eso, ella, como un monarca
absolutista, decidió abrirlas a la inmigración incontrolada y cambió
definitivamente las vidas a millones de alemanes sin consultarles. Las
fronteras eran controlables, afirma el exministro del interior. El drama, dice,
podía haberse evitado.
sábado, junio 10, 2017
NADIE GANA
Por HERMANN TERTSCH
ABC Sábado, 10.06.17
Pese al enorme batacazo, nadie puede ganar con ese «hung
parliament» sino Theresa May
Las lecciones más palmarias de las elecciones británicas son
varias. Primera: no crea el gobernante que un rival incompetente le otorga
ninguna garantía de éxito electoral. Segunda: no se crea menos incompetente que
el rival en convencer a un electorado enfadado y voluble que vota por
consideraciones ajenas a la competencia de gobierno. Tercera: no sufra por su revés
y aguante toda posición defendible. Los éxitos del rival pueden ser más
efímeros que los propios.
Theresa May creyó que contra Jeremy Corbyn, una especie de
trotskista filochavista, sesentayochista trasnochado y fracasado, se
garantizaba la gloria de una Margaret Thatcher frente a Michael Foot. Pero
resulta que los tiempos han cambiado una barbaridad. Resulta que unos jóvenes
defensores del capitalismo, movidos por pura venganza europeísta contra el
Brexit y los tories, han votado a un Corbyn pese a parecerles un marciano
soviético. Resulta que mucho votante conservador se ha sentido utilizado por
una innecesaria convocatoria de elecciones para gloria de May. Resulta que el
terrorismo puede hoy hacer descarrilar todo proyecto. Y resulta que May fue tan
mala candidata como estratega.
Pero lo dicho: si no gana nadie, gana el que aguanta. Y pese
al enorme batacazo, nadie puede gobernar con ese «hung parliament» sino ella.
Al menos de momento. Corbyn tiene más escaños que antes, cierto, pero de nada
le sirven. May sigue. Los Conservadores, a ocho escaños de la mayoría absoluta,
son los únicos que pueden gobernar sin nuevas elecciones, y lo harán con el
apoyo de los 10 escaños del Partido Unionista de Irlanda del Norte (DUP). Para
afrontar las negociaciones del Brexit que May pretende comenzar de inmediato.
Los tories fortalecerán su sector derechista con el DUP y un
favor añadido en el desastre del nacionalismo escocés que pierde dos quintos de
sus escaños y ha de enterrar planes secesionistas. Nadie excluya que se acabe
yendo a elecciones. Pero tampoco que del desastre surja una carambola virtuosa.
En el Reino Unido como en la Unión Europa puede pasar hoy de todo. Hasta cosas
buenas.
viernes, junio 09, 2017
FRENTE AL ODIO DESBOCADO
Por
HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 09.06.17
Al margen de la fobia a las tildes y al decoro, el líder de
los comunistas de Podemos sugiere que el rico es un terrorista
EL odio triunfa entre nosotros. En los últimos días, algunos
ya ni se darán cuenta de estas cosas, acostumbrados los oídos ya a todo, hemos
subido varios grados en nuestra tremenda escalada retórica del odio en España.
Cierto que viene de lejos. Comenzó hace ya tres lustros cuando arribó un líder
socialista que inmediatamente identificó y comenzó a tratar al adversario
político como al enemigo en una guerra. En una contienda que no daba por
concluida y en la que para él aún no se había dicho la última palabra. En esta
semana hemos llegado muy lejos. Hemos escuchado a médicos despreciar
instrumentos para salvar vidas por el hecho de ser financiados por un
empresario al que consideran su enemigo. Se han repetido por los medios de toda
España afirmaciones de profesionales sanitarios que descalifican los sofisticados
aparatos de exploración y prevención del cáncer que ha donado Amancio Ortega.
Han llegado a decir que esos aparatos causan más cáncer del que evitan.
Aparatos de alta tecnología utilizados en todos los mejores hospitales del
mundo y envidiados por todos los que carecen de ellos son vetados por
asociaciones tan defensoras de la sanidad pública que desprecian la suerte de
las personas enfermas. Quienes ponen así en peligro la vida de otros tienen ya
odio suficiente para matar ellas mismas.
Son las asociaciones que han secuestrado ideológicamente
gran parte de la administración, cuadros de agitación comunista con la marca de
Podemos. Se dicen defensores de intereses generales pero tienen una agenda
política para la coacción y manipulación de las conductas sociales. Su asalto a
la verdad para modificarla y construir una nueva paralela ha llegado a las
cotas más osadas en esta escalada de odio en España. Esto sí es postverdad que
propone cualquier delirio frente a la verdad a anular. Han llegado a decir que
se regalan diabólicos aparatos que no curan sino generan la enfermedad. Dicho
por trabajadores de la sanidad. ¿Cómo es posible? Por odio. Circula estos días
un tuit viejo de Pablo Iglesias que dice textualmente: «25% de paro y Amancio
Ortega tercero en el ranking mundial de ricos. Democracia ¿Donde? Terrorista
¿Quien?».
Al margen de la fobia a las tildes y al decoro, el líder de
los comunistas de Podemos sugiere que el rico es un terrorista. Hay miles de
tuits de sus secuaces en este sentido. Incluso en España, donde el mérito es
siempre culpable, resulta esperpéntico que la generosidad de un compatriota
ejemplar en todo el mundo por su trabajo, talento, devoción e inteligencia,
provoque esas cataratas de odio. Doblemente obsceno cuando el desprecio y el
insulto proceden de un líder político cuya biografía y trayectoria es un canto
al parasitismo, al resentimiento, a la violencia y, por supuesto al odio. Decía
Soljenitsin que un comunista no puede ser inteligente y buena persona. Pablo
Iglesias lo es menos de lo que cree, pero más que la mayoría de sus votantes.
De ahí que la cuestión política sea saber si tiene fondo el abismo de vileza en
que ese odio ideológico hunde a sectores de la población. Y si, movidos por ese
odio, asumirán la muerte de compatriotas no solo de forma pasiva con el rechazo
a los aparatos médicos, sino más allá, tal como hacen sus camaradas a diario en
Venezuela, por ejemplo. Un acto de valentía y generosidad extraordinario como
la gesta de Ignacio Echeverría en Londres frente al odio islamista y el
descubrimiento con él de toda una familia que ha conmovido a España por su
inmensa y profunda calidad humana, debe reforzar nuestra conciencia y voluntad
de tomar partido. Asumir los ejemplos y para emularlos, saber que hay que
hacerles frente, blandiendo ante la maldad nuestro patinete o lo que tengamos.
martes, junio 06, 2017
LA SALVADORA DEL MUNDO
Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 06.06.17
Merkel es la emperatriz de una Europa que se inunda por
todas las esquinas, pero en la que nada se hace contra su voluntad
CONMUEVE ver cómo se opina de un tiempo a esta parte de la canciller
alemana Angela Merkel en España. Nuestros periodistas se han convertido en masa
en entusiastas apologistas de la canciller alemana que en todos los medios es
elogiada como sensible, generosa, compasiva, femenina, tolerante, estadista con
visión de futuro y hasta mujer simpática. Tiene gracia para quien tenga un poco
de memoria. Porque lo dicen los mismos medios y periodistas que, desde que
llegó al poder, en la crisis de Grecia, del euro y de la política de
austeridad, desde 2005 a 2015, la tachaban de cruel, inhumana, implacable,
zafia, corta, miserable y mezquina, egoísta y rapaz, carente de glamour,
malhumorada protestante y, faltaría más, nazi, vigilante de campo de
concentración o la misma reencarnación de Hitler, Himmler, Goebbels o Göring. La
vilipendiada Merkel, la que tenía bigote de alférez austriaco para todos los
graciosos de izquierdas, ahora es la defensora de la multiculturalidad, el
símbolo del «Refugees Welcome», la líder heroica del frente contra Trump y la
dama del ecologismo y el pacifismo. Merkel es la Madre Bondad o el mito del
Bien.
Los insultos, desprecios y condenas se los granjeó Merkel
porque demandaba racionalidad y rigor en las cuentas y en la política económica
y monetaria en la Unión Europea. Todos los piropos los recibe ahora por haber
renunciado a esa racionalidad y abanderar aparataje y mensaje del
sentimentalismo buenista. Todo el terreno de la llamada moderación es ya una
finca moral de Merkel. Pareció flojear cuando hizo tambalearse el sistema de
servicios y el orden público en Alemania en 2016 ante la avalancha de
inmigración ilegal permitida. Hoy la finca parece controlada. Nada ni nadie
puede cuestionar el dictado de la bondad socialdemócrata sin que le tachen de
nazi, le cierren el facebook y le condenen a la muerte civil. El enemigo del
nuevo imperio moral alemán es «el populismo», todo lo que moleste a Merkel,
desde Trump a quien quiera espacio a su derecha. La izquierda no tiene opción.
Así, Merkel es la emperatriz de una Europa que se inunda por todas las esquinas,
pero en la que nada se hace contra su voluntad. El giro de la opinión sobre
Merkel en España es lógico, dominada como está la comunicación por un
izquierdismo que comparte el sentimentalismo de Merkel. Peligrosos son los
efectos en la propia Alemania y su daño brutal a pluralismo y debate en Europa.
Ella es la líder populista más poderosa desde 1945 en un país que se moviliza
como el enemigo número 1 de Donald Trump, es decir como punta de lanza
pacifista, ecologista, animalista, multiculturalista, y feminista. Una Alemania
decidida a salvar al mundo de Trump, ahora que el antiamericanismo se disfraza
de antifascismo.
Un actor y tonto contemporáneo llamado Richard Gere
declaraba hace poco que «Alemania es el país más progresista, moral y sabio de
este planeta». Lo malo es que los alemanes se lo vuelven a creer. Y retornen al
lema que es origen de sus grandes males y que dice «Am deutschen Wesen soll die
Welt genesen» (El mundo ha de curarse con la esencia alemana). La gran ofensiva
político sentimental para imponer en Europa una profunda transformación social,
cultural y étnica es la única vía en que tiene el malogrado sistema
socialdemócrata de sobrevivir a su crisis total. Merkel es su caudillo y
profeta. Querrá aplastar toda resistencia en Alemania como en la UE. En los
medios de comunicación alemanes la homogeneidad ya asusta. La gran batalla ha
comenzado. Cierto es que la realidad amenaza abiertamente al imperio
socialdemócrata del Bien. Pero el mito, hoy por hoy, lo controlan las legiones
alemanas y europeas, moralizantes y tramposas, de Frau Merkel.
domingo, junio 04, 2017
EL VILLANO Y EL OSCAR
Por HERMANN
TERTSCH
ABC Sábado, 03.06.17
Que Trump cumpla su promesa electoral no daña al medio
ambiente por ahora, aunque sí refuerza su reputación de supervillano cósmico
Aunque muchos titulares mediáticos lo anunciaran, ni ha
ardido ni ha estallado ni se ha descompuesto el planeta Tierra en las horas
después de que Trump anunciara que, pese a las masivas presiones en contra de
todo el mundo, incluida su familia, cumple con una de sus grandes promesas
electorales que es la de sacar a EE.UU. del Acuerdo de París de Cambio
Climático. Políticos y famosos, dentro y fuera de EE.UU., condenan implacables
y apocalípticos la decisión. Todos anuncian solemnemente que continuarán su
lucha «para salvar al planeta y luchar por las generaciones venideras». Nadie
ha explicado qué significa. Los hay que sí saben que Trump no incumple más que
meras recomendaciones, porque Obama se cuidó mucho de imponer límites a las
emisiones por ley. Una vez más, lo de Obama se revela como humo de palabrería
para combatir el humo. Postureo, esa especialidad del presidente golfista.
Que Trump haya cumplido esta promesa electoral no daña en
nada al medio ambiente de momento. Aunque sí refuerza su reputación como el
supervillano cósmico entre quienes no le votaron por ser extranjeros o por ser
sus enemigos. Ya es el más odiado en el globo porque dicen las televisiones que
suya es toda la culpa de que los chinos quemen lo que queman, los indios hagan
lo que hacen, los españoles subvencionen un carbón de mierda para que la mafia
sindical minera no se alborote y todos los fabricantes europeos de coches
estafen a sus clientes con las emisiones. Todo era perfecto desde que se aceptó
en un París que vale una misa la verdad revelada de que las buenas intenciones
en las sociedades abiertas, las únicas fiscalizadas por organizaciones
ideologizadas y hostiles a su desarrollo, solucionarían todos los problemas
mundiales de medio ambiente. Algunos sacan rendimiento siempre de la
catástrofe, aunque esta sea falsa. Al Gore vuelve a tener suerte. Ya es
multimillonario gracias al calentamiento global. Ahora saca película sobre este
tinglado y por supuesto, con el villano de moda, le darán el Oscar.
viernes, junio 02, 2017
REBAJEN UN POCO EL APOCALIPSIS
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes,
02.06.17
EE.UU. seguirá protegiendo su medio ambiente mucho más que
la mayoría
DAN ganas de recurrir a todo el «pathos» del alma para una
condena en los términos más dramáticos, hasta apocalípticos, de la decisión de
Donald Trump de retirar a EE.UU. del Acuerdo de París de Cambio Climático.
Nadie la echará de menos, con todo el mundo dedicado a calificar al presidente
norteamericano como el demonio, el monstruo peor que Hitler y Stalin, el ser
más vil de todos los tiempos. Dicen algunos que esto es la prueba de que Trump
quiere destruir el mundo. Y es que este hombre no quiere ni a sus hijos y
nietos. ¿Que le habría costado haberse quedado dentro de un acuerdo que tan
poco molesta? Y que otorga grandes dosis de buena conciencia en las plantas
nobles de la gran corporación del club de estadistas ilustrados, democráticos o
no, que tienen acuerdos amplios en cuestiones no vitales. Así la globalización
pueda mostrar una cara amable a quienes por lo demás creen solo sufrirla.
Habría sido más cómodo para Trump quedarse en el club. Habría evitado otro
tsunami de odio y vilipendios. Habrían dicho que el viejo loco no se atrevió al
final a romper el acuerdo. Y es que es el acuerdo del Sagrado Consenso de esa
Nueva Religión del Cambio Climático. Religión cuyo sumo sacerdote fue Al Gore,
el caradura de vicepresidente de Bill Clinton que no servía para nada, pero
acabó haciendo una fortuna astronómica de misionero del miedo por el mundo.
Si Trump dice que se queda en el Acuerdo de París todos
habrían sonreído y dicho que tiene miedo a su destitución. Al «impeachment» esa
obsesión patológica ya de toda la izquierda norteamericana, enferma de
humillación y frustración por haber perdido las elecciones. Y por haberlas
perdido ante el hombre para el que se le han agotado calificativos denigrantes
e injurias. Al que votantes del Partido Demócrata proclaman querer estrangular
o desollar. En mensajes como tuits de los peores comunistas podemitas españoles
con entonaciones placenteras con el asesinato y la tortura de adversarios
políticos. Si es un horror en este lumpen amoral de la extrema izquierda
española, es escalofriante en mensajes de norteamericanos urbanos e ilustrados.
El odio a Trump tiene calidad especial que se estudiará en el futuro.
Pues Trump se va del Acuerdo de París. Sigue desmantelando
todo lo hecho por su antecesor. No podrá enmendarlo todo de esos ocho años
nefastos por mucho que Obama los disfrazara con sonrisas y retórica piadosa. A
nadie le pegó nunca mejor ese dicho de «Ni una mala palabra, ni una buena
acción». Nadie pretende que Trump sea justo lo contrario. Pero en esta cuestión
sí hay mucha más gente de la que se atreve a decirlo, que ese Acuerdo de París
es un mero andamiaje ideológico. Malos son por principio los consensos
obligatorios para defender una nueva verdad absoluta y revelada. Que por
supuesto no es tal, pero como tal es tratada. Y así permite reprimir,
descalificar, marginar y perseguir a todo el que discrepe. La aceptación del
principio de la verdad absoluta del cambio climático como base de propuestas
ideológicas es un peligro y un triunfo de sus defensores más radicales. Son
nefastas para la libertad y para el principio del debate permanente. Y la
salida del Acuerdo de París no cambia nada. Los demás países no protegerán
menos su medio ambiente. EE.UU. tampoco. Los líderes habituales no se habrían
salido porque para nada le molesta seguir dentro. Tampoco los países de la OTAN
pagan sus cuotas y a nadie se le ocurre irse. Pero Trump da otro paso ahí de
guerra al consenso de la corrección política ideológica que muchos no pueden
evitar ver y saludar como un golpe liberador. O sea que menos Apocalipsis.