The Unending Gift

viernes, mayo 31, 2013

NO HAY SECESIÓN PACÍFICA

Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 31.05.13

Reflexionemos todos. Hay opciones de paz y libertad. Conocidas. En el Estado común

LA escalada de provocaciones del gobierno de la Generalidad desde que Artur Mas se lanzó a la deriva del separatismo radical no tiene fin. De momento. Habrá de tenerlo algún día. Tarde o temprano, los políticos con responsabilidad de gobierno de toda España habrán de poner fin a este delirio nacionalista sin salida. En Madrid, personalidades políticas y académicas en la Universidad San Pablo CEU se han unido en una iniciativa para encontrar la solución a esta crisis terminal del actual sistema que no puede sobrevivir a su lógica interna degenerativa y a las deslealtades centrífugas. Han elaborado una propuesta general de reconstrucción nacional. El libro se llama «Recuperar España. Propuestas desde la Constitución». Les traigo unos párrafos en los que se desmiente esa teoría separatista según la cual hay una secesión en armonía y amistad. Es falso. No existe.

«La experiencia histórica nos enseña también en España y en las edades moderna y contemporánea que siempre que hemos iniciado proceso de desintegración y autodeterminación como los actuales, aunque en principio pudiera existir retórica amable en el centro y la periferia, lo cerramos con amplios derramamientos de sangre (...); y ello para volver a la situación anterior». (…) No nos dejemos engañar por la dialéctica del «buenísimo» que siempre nos dibujara la posibilidad de fragmentaciones amables de la nación, con fiestas, discursos y promesas de hermandad perpetua. Son poco importantes los “14 de abril”; lo que conviene conocer qué es lo que ocurre a partir del día 15; y nosotros sabemos muy bien que una República recibida un día con canciones y entusiasmo, se fue deslizando inmediatamente a los golpismos, anarquía, separatismos y, a los cinco años, a la guerra civil.

A partir del día siguiente a la separación, si no ha comenzado ya antes, las grandes naciones quieren crecer o ganar influencia con nuestros territorios desgajados, o impedir que otros lo hagan, proceso estimulado por las comunidades que entren en dispersión, que harán su balbuciente política internacional buscando alianzas o protecciones como tuvimos ocasión de comprobar en los años 30. (...) A este riesgo de conflicto por razones externas se sumará el proveniente de la reacción unitaria del viejo poder central, tanto o más peligroso cuanto más tardío. Reacción especialmente contra las políticas de sus antiguos territorios porque, aun cuando los líderes de la secesión hayan hecho con sinceridad proclamas de paz, solidaridad y de acogida amorosa en el seno de la nueva nación de todos sus habitantes procedan de donde procedan la experiencia nos enseña que inmediatamente afloran las conductas perturbadoras. Comienzan a ofenderse los sentimientos de los partidarios de la vieja patria respecto de la cual se ha obtenido la separación o la distancia, discriminándoles, al menos en la práctica; y en todo caso tales partidarios de la vieja patria viven con sensación de ser perseguidos o marginados, idea que se transmite a la antigua nación de procedencia, en la cual se genera un impulso de intervenir en su antiguo territorio en defensa de los derechos humanos de los suyos, que habitan en los espacios separados. Los nacionalistas no pueden admitir la subsistencia de diversas identidades en su propio territorio. Pero además, está su clara vocación expansionista. Los territorios separados con el entusiasmo nacionalista que le llevó a la separación, con la embriaguez que el éxito producen sus dirigentes, piensan en extender su acción benéfica hacia territorios limítrofes. No hacemos juicios de valor tan sólo anotamos que este esquema negativo para la paz se produce siempre que se dan los fenómenos de separación».

Tomen nota. Reflexionemos todos. Hay opciones de paz y libertad. Conocidas. En el Estado común.



martes, mayo 28, 2013

LA VERDAD DESLEAL

Por HERMANN TERTSCH
ABC, Martes 28.05.13

Aquí las verdades siempre llegan degradadas en el envoltorio de la delación. O del arma. Pero sólo cuando se pierden los nervios
ES difícil encontrar a un empresario catalán que se atreva a hacer campaña en contra de la política secesionista de Artur Mas. Pero es casi más difícil encontrar a un empresario catalán que en privado no se declare aterrado por esa misma política. Raro, muy raro es también el diputado del Partido Popular que se adhiere públicamente en estos días a las críticas y urgencias proclamadas por José María Aznar en dirección al presidente Mariano Rajoy. Pero no menos raros son los diputados del Partido Popular que no aprovechan toda conversación privada para exponer las mismas angustias y críticas al actual inquilino de La Moncloa que profirió el enfadado ex inquilino bajito. Como ese empresariado, en su mayoría poco más que un amancebado del Gobierno. ¡Cuánto se envidian esas sólidas y contundentes críticas del empresariado a la clase política y al Gobierno que vemos en otros países! Países en los que empresarios grandes y pequeños dan el puñetazo en la mesa y recuerdan a los miembros del Gobierno, con todo respeto, que son empleados. Empleados de todos, empleados electos, pero empleados. Y empleados para solucionar problemas y no para crearlos. Aquí por el contrario, las relaciones del empresariado con quien maneja el BOE y el presupuesto se antojan, salvadas las formas, las mismas de aquellos monopolistas que tenían que ir al campo con su Excelencia para, en frenética escolta del caudillo cazador, entre perdiz y perdiz, lograr les cayera el encargo, la concesión, adjudicación o la orden trufada de recomendación. A cambio pretenden llevarse bien con la mafia sindical que cuelga cual garrapata insaciable de la ubre de economía y el erario. En realidad es toda una actitud nacional esa de la prudencia extrema permanente, no vaya a escapársele a alguien una verdad inconveniente, una opinión impertinente. La verdad aquí es desleal. Porque la lealtad está en la mentira compartida. Al final, las verdades, siempre ocultas, sobreentendidas u olvidadas, surgen obligadas. Nunca por amor a la verdad misma. Nunca por la necesidad de proclamarla, por higiene y probidad. Siempre por intereses concretos, habitualmente torticeros. Por traición. Tiene aquí siempre la verdad un añadido de mala fe, de impertinencia, de voluntad de ofender o amenazar. Hace pocos días decía un periodista legendario de este país, conocido por su izquierdismo bonvivant y cinismo sableador y coqueto, que él jamás se habría atrevido a decir una verdad crítica a su patrón. Como «patrón» muchos periodistas entienden todo aquello que sea fuente potencial de beneficios, desde los partidos, el «millón de amigos» y los bancos y las empresas, ese mundo corporativo. Muchos de cuyos miembros en España están acostumbrados a pagar a periodistas para que hablen bien de ellos. Y a pagar mucho más para que no hablen mal de ellos. Es decir para que no se diga la verdad o no se inventen una mentira. A veces entre comentario benévolo y daño maledicente solo hay un emolumento publicitario con o sin contrato. Porque la industria de la extorsión siempre ha tenido una rama periodística especialmente activa. Los hay auténticos campeones en este gremio. ¡Qué gran tranquilidad tuve con un polemista habitualmente hostil, después de expresarle mi sorpresa, al entrar en una tertulia, por el suculento contrato «secreto» que, me había enterado, tenía él con una gran multinacional! Contra cuya dirección y sus decisiones no encontrarán en las hemerotecas nada de esa pluma mordaz y verbo afilado y fustigador implacable de corrupción y «sobresueldos» de políticos. Aquí las verdades siempre llegan degradadas en el envoltorio de la delación. O del arma. Pero sólo cuando se pierden los nervios. Si no, prevalecen las lealtades mutuas. Y estas tristes lealtades entierran las verdades.



sábado, mayo 25, 2013

LA IZQUIERDA DEMOCRÁTICA REAL

Por HERMANN TERTSCH

ABC Sábado, 25.05.13

En Leipzig toda Alemania, con el presidente Gauck y la canciller Merkel a la cabeza, han honrado los 150 años del SPD


EXISTIÓ un «socialismo real» porque lo llamaban así quienes se lo habían impuesto a los pobres pueblos que lo sufrían. Decían entonces que era «el socialismo real» un paso intermedio desde el capitalismo hacia el nivel máximo de desarrollo social humano que sería el comunismo. En este último estado de felicidad y plenitud, el orden social no requeriría ya de un centro de poder porque los seres humanos vivirían en un estado de permanente armonía. Era un objetivo aquél tan ambicioso y bello que merecía cualquier sacrificio necesario. Allá donde los comunistas se hicieron con el poder ya en 1917, dejaron claro que sus objetivos eran tan excelsos que era crimen resistirse. Cualquiera que fuera obstáculo o retrasara el avance de la humanidad hacia una sociedad libre de explotación, sufrimiento, escasez, envidias y egoísmos merecía el peor castigo. Y ese casi siempre suele ser la muerte.
A lo largo de la historia muchos otros tuvieron el sueño de aquel final feliz de una sociedad sin clases ni necesidad, toda fraternidad y libertad. Y algunos no se dejaron extirpar ni anular un valor muy cristiano, que era el carácter sagrado del ser humano. Así, se separaron comunistas y socialistas en el camino hacia el objetivo común. Pero no siempre y nunca del todo. En las grandes crisis del siglo XX, partidos y organizaciones socialistas acababan asumiendo el credo de los comunistas de la dictadura del proletariado y de «romper huevos para hacer la tortilla», es decir, asumir con más o menos placer la necesidad de matar y reprimir al adversario para avanzar hacia la sociedad sin clases. España es un claro caso de esto durante la Guerra Civil en la que los socialistas muchas veces estuvieron más radicalizados que los comunistas. En Alemania sucedió en 1918 cuando se proclamó la «república de consejos», como en Rusia, o en la fugaz Hungría bolchevique de Bela Kun.
En Alemania fue también fugaz. Y dio paso a la República de Weimar. Después de la experiencia de 1918 jamás volvieron a caer en la tentación de unirse a los comunistas. Por el contrario, la alianza con Stalin en 1939 y el aplastamiento de la socialdemocracia en la parte de Alemania bajo ocupación soviética fortalecieron el carácter democrático del SPD. En Bad Godesberg, en 1959, despidieron al marxismo y toda intención de superar la economía de mercado y la democracia. Fue Willy Brandt, curado de espanto del estalinismo, quien llevó al SPD a la cancillería y a defender Berlín oeste como el bastión de la libertad. Y fue Helmut Schmidt el que hizo frente al chantaje soviético con la Doble Decisión de la OTAN y encauzó así el derrumbe de la URSS. Socialdemócratas por la libertad. En Leipzig ahora, toda Alemania con el presidente Gauck y la canciller Merkel a la cabeza, han honrado los 150 años del SPD, un partido que renunció al paraíso por respeto al ser humano y descubrió la democracia como la mejor forma de conquistar libertad y dignidad día a día.



viernes, mayo 24, 2013

EL SUSTO DE LA VERDAD


Por  HERMANN TERTSCH

ABC Viernes, 24.05.13

No había voz más autorizada que la de Aznar. Pedir lealtad al contrato y al votante no puede ser deslealtad

YA sabemos que las verdades ofenden. Para ser exactos, las verdades, aquí en España, asustan. Con tanto puré conceptual, tanto caldillo semántico, pensamiento gelatinoso, tanta baba retórica como fluye por el discurso político nacional, un sólido encadenamiento de frases rectas sin latiguillos y sin titubeos, cuajadas de sentido e intención, causa honda huella. José María Aznar se sintió con ganas y con la obligación. Un deber ante su familia, ante su partido, ante España y ante sí mismo. ¡Horror! Los odiadores de Aznar han reaccionado como deben. Con fobia primitiva o con ese desprecio impostado que no es sino miedo. No están sólo en la izquierda y en la generación zapaterista del odio incondicional a Aznar, como símbolo –quizás con el cardenal Rouco– de la España a ofender y aplastar. Están en su partido. Donde principios y convicciones ya son hoy una irritante denuncia del oportunismo de esa tropa en la que «caben todas las ideas». La que quiere un PP como aséptico cuadro de mando de una empresa gestora para el medro, reparto, ejecución y disfrute del poder. No son incondicionales de Rajoy como pretenden. Sino del poder.
Aznar se defendió de las acusaciones cada vez más embarradas del agonizante grupo Prisa. Ya hay ahí un reproche serio al Gobierno. Que ha conseguido dinero para evitar la quiebra de este grupo, enemigo no sólo de Aznar. La indolencia ha impedido además se corrijan atropellos. Policía y fiscales conocidos por su filia socialista actúan a su antojo. Jueces compiten por abrir causas generales al PP. Los sumarios y documentos reales o ficticios sobre corrupción se manejan con la misma impunidad y fluidez que antes. Las televisiones en pugna por ver quién apoya más la agitación antisistema, quién ofende más al votante del PP y torpedea mejor toda reforma.
Contra el dictamen de órganos competentes, el Gobierno salva también de la quiebra a otro enemigo incansable, la inmunda cadena Sexta del amigo de Zp, Roures. Permite su fusión con Antena3. Y se refuerza desde allí la agitación izquierdista de permanente pogromo anti PP. Que arrastra a todas las televisiones a disputarse y fomentar la audiencia del discurso indignado de la demagogia anticapitalista. Mientras, la sociedad no sabe ni de causas de reformas ni de intenciones del Gobierno porque no hay una narración política razonable, pedagógica y de buena fe. Y TVE alterna torpezas con publirreportajes socialistas. El presidente, semiautista, con pánico al conflicto y a los medios, se ha instalado con su gente en el «concepto de opositor» de que, ganado el puesto, sólo se debe a la gestión. Que sus cosas se explicarán solas cuando salgan bien. Al PP, inerme y siempre a la defensiva, le cae mientras un diluvio de lodo día a día. Así amenaza desmoronarse por desafección, confusión, malestar e intoxicación enemiga el único partido nacional que queda en España. En un momento en el que la procacidad separatista ha alcanzado nueva calidad. Será necesario pararlo porque es imposible ceder. Cuando se desautoriza a los leales y cumplidores y se premia al chantajista. Y las buenas nuevas económicas a las que apuesta el Gobierno como única carta para apaciguar la sociedad, pueden retrasarse. Ante esa emergencia, fruto de las inmensas dificultades objetivas y del cálculo erróneo del Gobierno, suena la alarma que no pide cambio de rumbo sino de ritmo. Pide más que reformas impuestas en economía. Demanda política, músculo y firmeza. No había voz más autorizada que la de Aznar. Quienes pretendan desacreditarla se hacen flaco favor. Pedir lealtad al contrato y al votante no puede ser deslealtad. Y es que hay que evitar que este proyecto naufrague. A toda costa. Porque no hay otro. 

jueves, mayo 23, 2013

LA BELLEZA DE LA VIDA

Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 17-03-09

ES siempre un misterio el designio de los individuos si en ellos se cree y no se confía en esa masa que puede ser blanda y después terrible. Es siempre difícil de saber quiénes crecen de una forma u otra, quiénes querrán lo que otros odian. Muchas tardes pasamos mis hermanos y yo escuchando a mi padre tocar el piano, mucho Mozart, mientras deseábamos ardientes poder estar con nuestros amigos jugando al fútbol por los adoquines de una calle, Maestro Lasalle, en un rincón de Chamartín, por entonces rodeado de campos, ovejas y callejuelas y caminos, casas laceradas por el tiempo y la pobreza, solares y arroyuelos que nadie que hoy viva por allí se atrevería a imaginar. La primera vez que me detuvieron en mi vida fue tras una larga huida ante el pastor que corría como un héroe griego intentando y consiguiendo capturar al infame niñato que había puesto en alarma y huida a todo su rebaño. Aposté con otro niño que yo montaría sobre una oveja. No quiso competir conmigo. Pero yo sí conseguí que el rebaño se desbocara. A través de las vías del tranvía de la línea 70 entre la Ciudad Lineal y la calle de la División Azul. Aún recuerdo el olor de una vaquería cercana. Yo corría con tanto entusiasmo por el hecho como por terror ante el iracundo propietario de las bestezuelas. Nunca olvidaré el vigor del pastor que me persiguió hasta atraparme y agarrarme por el cogote a velocidades insólitas.
En aquella época, hablamos de los años sesenta, mis hermanos y yo no sólo teníamos horas impuestas de Mozart que nos robaban el fútbol con los niños vecinos en aquel empedrado, en aquellos adoquines tan bonitos que estaban flanqueados por madreselvas, acacias y moreras. Y no nos sentíamos desgraciados sólo por la imposibilidad de convencer a mi padre de que comprara una televisión para que no nos fuéramos furtivos a casas de vecinos amigos a ver la serie de Daniel Boone. Curioso que mi padre ya entonces adivinara el potencial de basura de la televisión y que no la dejara entrar en casa hasta que mi hermano menor cumplió los doce o los trece. En aquella época, antes de que creciéramos y cada uno tomara su rumbo en la vida, también teníamos que entrar, aunque no mucho, a un salón lleno de humo de una chimenea que tiraba muy mal, en la que mi padre escuchaba -añadiendo humo a la niebla tóxica total con su pipa-, el Anillo de los Nibelungos, los Maestros Cantores o el Tannhäuser. El viernes estuve viendo el Tannhäuser en el Teatro Real. Fue una experiencia tan sublime que hice resucitar a mi padre varias veces. Lloré más que cuando me detuvo el pastor. Recé más que cuando rezaba. Y toda la vida se me echó encima. Y hubo un momento en el que no sabía si dar más gracias a mi padre, a Dios o a Wagner. Por la belleza concentrada de la vida.