EL ADIÓS AL LEGADO DE 1968
Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 22.11.16
Más allá de qué siglas ganen en los muchos comicios de 2017,
hay contenidos políticos que se imponen en toda Europa
NADIE sabe definir con exactitud qué es eso del «populismo».
Pero visto cómo utilizan el término últimamente los medios y los políticos en
Occidente, viene a ser populismo todo aquello que gana en contra de la voluntad
de los medios y los políticos en Occidente. Lo de perder lo llevan últimamente
fatal los demócratas pata negra. Les pasó con el Brexit, les pasó con el
rechazo de los colombianos al cómodo cambalache del presidente Juan Manuel
Santos con las FARC, la guerrilla narcoterrorista dirigida desde La Habana, y
les ha pasado de forma estrepitosa con la victoria de Donald Trump en EE.UU.
Dos semanas después no se reconcilian con la realidad. Especialmente los
medios. Los norteamericanos continúan con su virulento hostigamiento al
presidente electo y su entorno, como si aun estuvieran en campaña. Lo cierto es
que reina la histeria al comprobarse que los votantes se rebelan contra otrora
sacrosantas consignas. El calendario es propicio para elevar la histeria a
cotas de infarto. Porque más allá de qué siglas ganen en los muchos comicios de
2017, hay contenidos políticos que se imponen en toda Europa.
En Francia no será Nicolás Sarkozy quien haga frente a
Marine Le Pen. Los franceses no habían olvidado que ya pudo hacer y no hizo lo
que ahora prometía. En la segunda vuelta de primarias de la derecha no estará
con Alain Juppé por tanto el pequeño expresidente, sino quien fuera su
maltratado primer ministro, Francois Fillon, gran vencedor de la primera
vuelta. El domingo se sabrá quién, Juppé o Fillon, se enfrenta a Le Pen. Ambos
han sido de todo menos Jefe de Estado. Lo cierto es que, con sus notables
diferencias personales, ambos tendrán que presentar un programa parecido y lo
será en gran parte porque se lo dicta la rival. Es una novedad histórica que ya
se da por hecha: en la segunda vuelta de las presidenciales, se enfrentarán una
derecha centrista y una derecha radical. La primera con postulados que eran
exclusivos de la segunda. Pero lo más espectacular será que la izquierda habrá
desaparecido. En Francia. Y eso es otro terremoto. A dos años de cumplirse el
medio siglo del 1968 de París, Frankfurt y Berkeley, se multiplican los
indicios de que Occidente está ante un agotamiento del legado político y
cultural, al credo del sesentaiochismo. Que trajo hábitos muy saludables en las
relaciones humanas pero generó infinidad de perversiones políticas y culturales
cuya deriva ha generado hundimiento educativo, desacato, tribalización,
multiculturalismo, nuevas formas de represión y vocación totalitaria en la
corrección política. Es el primer cuestionamiento global de artificios
ideológicos impuestos entonces a las sociedades occidentales. La permanente
deriva hacia la izquierda ha concluido.
Tras las presidenciales francesas, las federales alemanas.
Angela Merkel pretende seguir una cuarta legislatura como canciller. Mal lo tiene.
La gran coalición es casi imposible. Porque no alcance o porque solo conviene
ya a la derecha «populista». También allí la pugna será entre Merkel y el
derechista Alternativa por Alemania (AfD). Aunque después pudieran dar los
números para un tripartido de izquierdas del SPD, Die Linke y Verdes, el debate
político será el mismo que en Francia, entre la derecha socialdemócrata y la
nueva derecha que procedente del extremo, ha ocupado todo el espacio que se le
ha dejado. Dentro de quince días se repiten las elecciones presidenciales en
Austria con el mismo escenario: una opción de la socialdemocracia de derechas e
izquierdas con Alexander Van der Bellen frente a la nueva derecha «populista» o
«derechista» de Norbert Hofer. En las anuladas ganó Van der Bellen por un
puñado de votos. Pero como coinciden todos en Viena, eso fue «antes de Trump».
El movimiento tectónico político cultural está en marcha.
O ELLA O NADA
Por HERMANN TERTSCH
ABC Lunes, 21.11.16
La verdad es muy simple. Merkel se presenta a un cuarto
mandato porque no hay nadie más
La mayoría lo daba por hecho, aunque las contraindicaciones
mantenían viva la duda. Desde ayer es oficial: Angela Merkel será candidata
para su cuarta legislatura como canciller federal de Alemania. De ganar y
acabar la legislatura, superaría a Helmut Kohl como el canciller que más tiempo
gobernó en la historia de la Alemania federal. Ayer dijo que se presenta por el
inmenso reto de la revolución digital, por la defensa del Estado del bienestar
y de «nuestros valores». La verdad es más simple. Merkel se presenta porque no
hay nadie más. Por eso repite quien tanto lastre arrastra para afrontar la
lucha contra la nueva formación derechista, la Alternative für Deutschland
(AfD). «El último líder liberal de Occidente», llamaba a Merkel ayer «The New
York Times».
Nadie sabe el efecto que el terremoto Trump tendrá en
Alemania. Podría ayudar al AfD a ocupar el espacio que Merkel ha abandonado en
su derecha. Mientras, en ese centro socialdemócrata en que Merkel ha instalado
a la CDU hay tumultos y poco sitio. El SPD languidece. Dice que Merkel ya no es
imbatible. Cierto, pero la coalición los lastra a ellos. Solo el partido bávaro
hermano de la CDU, la CSU, se aleja de Merkel y lucha por no ceder la derecha a
AfD. Los partidos buscan con angustia una bandera del cambio para hacer frente
al «populismo» de AfD. La izquierda puede proponer un frente de SPD, Die Linke
y Verdes. Pero el combate decisivo será entre Merkel y el AfD. Que muchos temen
acabe cristalizando en una polarización de «Merkel o cambio». Y en un nuevo
terremoto.
UNA CURA DE REALIDAD
Por HERMANN TERTSCH
ABC Sábado, 19.11.16
Todos parecen temer que Donald Trump pueda llevarse bien con
Rusia. Eso aún es propaganda
Han despedido a Barack Obama en Berlín, en la capital
europea que más lo ha adorado, con todo el sentimentalismo obnubilante de que
es capaz Alemania. Y eso que es uno de los países que más han sufrido las
consecuencias de la inmensa debilidad que ha generado el presidente Obama en la
defensa y seguridad de Occidente. Porque ahora dicen Angela Merkel y François
Hollande, Mariano Rajoy, Mateo Renzi y Theresa May, los líderes de los cinco
mayores países de la Unión Europea, que van a estar unidos en los nuevos retos
y aseguran ser una piña en la OTAN. Ya veremos cuando se hable de dinero.
También prometen mantenerse firmes frente a Rusia. Más que
antes. Es de esperar, porque Vladímir Putin es la mayor amenaza para Europa. Y
hay que dar tiempo a Donald Trump a comprobarlo. No han analizado los cinco
amigos europeos por qué Putin ha logrado convertirse en invasor impune en
Ucrania e intervencionista triunfante en Siria. Todos parecen temer que Donald
Trump pueda llevarse bien con Rusia. Eso aún es propaganda.
Cierto es que nadie nunca ha ayudado tanto a Putin a
adquirir y desplegar poder como Obama. Obamanía y trumpfobia. Si en toda Europa
la prensa ha hecho el ridículo en su campaña contra Trump, en Alemania ha sido
inenarrable. Allí la prensa ha estado tan unida en atacar a Trump como lo
estuvo en enero en intentar ocultar las agresiones sexuales de refugiados
musulmanes en Colonia y otras ciudades.
Es lo que tiene la corrección política. Pero la realidad
se impone y cura los disparatados excesos retóricos. Si no en la prensa, sí al
menos en los gobernantes. Ahora sobre todo Merkel y Hollande necesitan hablar
en serio para reafirmar una alianza para la que Trump no ha pedido de momento
más que un reparto equitativo del gasto. Tras el último alarde de obamanía urge
ahora a todos los europeos salir de la trampa en que cayeron por su propia
propaganda.
PARACUELLOS, KATYN Y NOSOTROS
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 18.11.16
Se oculta Paracuellos como se mentía sobre Katyn porque su
verdad desmantela las mentiras de la guerra de buenos y malos
EN pasados días de noviembre se cumplió el 80 aniversario de
las sacas de las cárceles madrileñas al principio de la Guerra Civil y de la
consiguiente matanza de presos políticos por parte de fuerzas del Frente
Popular. Entre siete mil y diez mil españoles inocentes fueron ejecutados sin
procedimiento ni juicio y enterrados en fosas comunes en un lugar en las
afueras de Madrid llamado Paracuellos del Jarama. No hubo tampoco este año
ningún acto oficial ni una evocación cultural. Apenas una modesta misa privada.
Ni siquiera una mención a tan redonda efeméride en las televisiones privadas y
públicas. En esas televisiones en las que sí se recuerda prácticamente todos
los años el 26 de abril el bombardeo de Guernica. Está bien que se recuerde
aquel bombardeo alemán con sus entre 160 y 300 muertos. Pero por lo mismo no
debería ignorarse una matanza decenas de veces mayor. Hay decenas, si no
centenares, de películas más o menos serias o ridículas sobre la Guerra Civil.
No hay ninguna sobre esta gran matanza de las élites españolas para romper la
cerviz a la España nacional. Fue el ensayo general para la liquidación de otras
élites, las polacas, dos años después, en los bosques bielorrusos de Katyn.
Stalin se la atribuyó a los alemanes y esta mentira del Kremlin se mantuvo casi
medio siglo.
Por una combinación de mala conciencia, cobardía y desidia,
España se ha convertido, como dice el historiador británico Anthony Beevor, en
el caso único en el que los perdedores han escrito la historia. Mintiendo mucho
más de lo que jamás mintieron los vencedores. Logrado el primer objetivo de
hacer creer a las generaciones jóvenes una guerra caricaturizada en un
enfrentamiento entre los «buenos frentepopulistas» y los «malos franquistas»,
se ha pasado a una fase en la que se trata de destruir toda evidencia de que la
historia es más compleja. Se impide todo intento de rescatar algo de verdad
para las generaciones futuras. Se destruyen lápidas, monumentos y documentos,
testimonios y archivos enteros. Se desentierra a muertos y se entierran
verdades. Hasta las placas del Instituto Nacional de la Vivienda se evaporan.
Como si nada hubiera existido.
Nadie habla y nadie escribe sobre Paracuellos. Sí sobre
Katyn. En los años ochenta coincidí en la Polonia de la ley marcial con Thomas
Urban, ahora corresponsal en Madrid del «Süddeutsche Zeitung». Urban se quedó
en Varsovia y Moscú y se convirtió en autoridad en la región. Ahora ha escrito
un espléndido libro sobre Katyn con fascinantes detalles extraídos de archivos
y testimonios de ambos países. Cuando nos conocimos, Moscú aun mantenía que la matanza
de Katyn la habían perpetrado los nazis. Estaba ya la URSS al borde de la
desaparición y seguía vigente la inmensa mentira. Los alemanes habían
descubierto las fosas durante su ataque a la URSS en 1941. Organizaron una
inmensa operación para dar publicidad a estos crímenes soviéticos. Pero
prevaleció la versión soviética. Y quien decía la verdad era acusado de
filonazi. En España quien habla de Paracuellos es tildado de «facha», el freno
más efectivo para todas las verdades. A las nuevas generaciones de españoles se
les oculta Paracuellos por el mismo motivo que se atribuía Katyn a los nazis.
Porque su verdad desmantela el andamiaje de mentiras de la guerra de buenos y
malos. Sobre el que construye su hegemonía cultural y su supuesta supremacía
moral una izquierda que protege y justifica a los autores de aquella matanza.
La verdad, por tanto, no nos la exige solo el respeto debido a las víctimas en
Paracuellos como en Katyn. La verdad se la debemos sobre todo a las
generaciones por venir. Porque con esas mentiras las quieren hacer esclavos.
EL PÁNICO EN EUROPA
Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 15.11.16
Entramos en momentos históricos de mucha verdad. Porque la
primera verdad puede ser el colapso de la UE
EL pánico ha sido genuino entre los gobernantes europeos. Lo
único genuino en ellos, que dirían muchos. Ha ganado Donald Trump, al que ya
habían insultado antes de las elecciones para ganarse el aplauso de los coros
de la corrección política de Europa. Entonando la política con el periodismo,
todos juntos al unísono el «Trump, caca, culo, pedo, pis». ¡Qué bien se han
sentido todos como miembros de la gran familia anti Trump! Pocos han sido
capaces de felicitar al ganador sin meter alguna impertinencia en su mensaje.
Aunque pusieran en peligro las relaciones de sus respectivos países con la
máxima potencia mundial. Esa potencia que les protege militarmente y les ahorra
invertir en defensa unas fortunas con las que ellos compran servicios para que
sus ciudadanos los reelijan a ellos. Ya da igual porque esto no va a durar.
Entramos en momentos históricos de mucha verdad. Como no los ha habido desde la
II Guerra Mundial. De ahí el pánico de los líderes europeos. Pánico a la
verdad. Porque la primera verdad puede ser el colapso de la UE. Sabíamos que
tiene grandes fallas, no solo en el euro, que amenazan con ser letales para
todo el proyecto. Y carecemos de los líderes necesarios.
Los partidos democráticos se han secado o podrido. De ellos
no surgen ya dirigentes capaces de imponer una visión y liberarse de las
esclavitudes de la mediocridad decretada en el juego interno político. La única
figura en los últimos tres lustros que reunía las condiciones de un sólido
poder nacional y una posición no cuestionada, era Angela Merkel. Se estrelló
estrepitosamente. No hay nadie. Nadie tiene criterio, voluntad y fuerza
suficientes para elevarse por encima de las cada vez más densas nieblas
paralizantes de la convención ideológica, de la tiranía burocrática y
reguladora y el pretencioso despotismo de los gobernantes. Y dirigir el retorno
de nuestras sociedades a los dictados de la racionalidad, del sentido común, de
la verdad y de la ley.
Sería lo único que pueda salvar a lo que fue un proyecto de
inmenso éxito y la comunidad de derecho más próspera y compasiva del mundo de
su hundimiento en la irrelevancia, la marginalidad, la disolución y,
probablemente, el caos. El ocaso de Merkel llegó precisamente cuando atentó
contra la racionalidad y, sobre todo, contra la ley. En septiembre de 2015, con
su decisión de derribar las fronteras ante los refugiados. Se impuso por la
fuerza la violación de la ley y se demonizó al único con coraje para
defenderla, el húngaro Victor Orban. Desde entonces el naufragio no es posible
ni probable, está anunciado. El terremoto político en EE.UU. expone con toda
crudeza nuestra profunda decrepitud en el viejo continente, el miedo de una
aristocracia paralizada propia de viejo régimen.
Ahora es cuando la UE, convertida en la consumación de la
idea socialdemócrata de la redistribución despótica amable, parece
irrevocablemente condenada a muerte por desafección. La caída del andamiaje de
hipocresía, doble lenguaje y vara de medir de Hillary Clinton y Barack Obama
abre las posibilidades. Y no para imponer dictaduras soviéticas ni miserias
bolivarianas. Sino para reinstaurar el imperio de la ley y el sentido común, el
de Tom Paine. Quizás aun tarde unos años en darse, como tardó en prender a este
lado del Atlántico la chispa de «La democracia en América» que trajo
Tocqueville en el XIX. El pánico cunde entre quienes se saben incapaces de hacer
las reformas para el nuevo proyecto que necesariamente habrá de ser distinto.
Pero no peor, ni menos libre. Sino basado en la racionalidad, la libertad y la
verdad esos tres pilares que el viejo proyecto, ahíto de ideología e intereses
creados, ha olvidado.
EL DEBER CON LA REALIDAD
Por HERMANN TERTSCH
ABC Sábado, 12.11.16
El Partido Demócrata se quedó sin nada cuando creía tenerlo
todo
Más allá de la conmoción generada en Occidente por un
triunfo que ha sido tan sorprendente por la capacidad del mensajero de
engañarse a sí mismo y más allá de los sustos reales y las histerias
interesadas, la realidad se hace camino. Con que todos los enemigos y odiadores
de Donald Trump acepten el hecho de que es el nuevo presidente de EE.UU. se
habrá andado mucho. El presidente saliente ayudará a una buena transición. No
solo por buena voluntad. También porque tras la catástrofe personal que también
ha supuesto para él la derrota de Hillary Clinton en una campaña en la que se
volcó como ningún presidente antes, no puede enturbiar aun más su despedida con
un traspaso conflictivo. Dramático es también para Obama saber que del triste
balance de sus dos mandatos, desastrosos en la política exterior, tampoco
quedará para la posteridad apenas nada de sus maltrechas reformas internas.
El Partido Demócrata tardará en recuperarse de la terrible
frustración de quedar sin nada cuando creyó tenerlo todo. Los medios que se
comprometieron con su candidata hasta una complicidad inaudita, tardarán en
salir del hoyo. Las manifestaciones en contra de un resultado electoral, ese
fenómeno tan europeo, son como los intentos desesperados de los periodistas de
la CNN de retrasar y no reconocer la caída de los estados que creían bastión de
Clinton. Ahora Obama y Trump tienen que verse muchas veces para que el traspaso
sea impecable como a ambos conviene. Y el equipo republicano, con Newt Gingrich
y Rudy Giuliani a la cabeza, preparar sus estructuras, que dependerán mucho de
lealtades y cercanías habidas. Parece que Trump prepara unos primeros cien días
de revolución en Washington. Bien estará que antes incluso de eso avance el
presidente su mensaje al exterior a unos aliados que requieren seguridades y
están confusos en parte por culpa propia. La fobia anti Trump de algunos solo
estorba. Todos tienen el deber de reconocer la realidad. Nuestro problema común
es la seguridad europea, no unos derechos garantizados en EE.UU. a los que
ridículamente aludieron algunos gobernantes europeos.
SCHADENFREUDE
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 11.11.16
Habían perdido ellos, el mundo periodístico del
«progresismo» norteamericano
LES confesaré que algunos hemos disfrutado como niños en
estos pasados dos días desde el triunfo electoral de Donald Trump. Y algo más.
Si antes de las elecciones prefería a Trump como mal menor, ahora comienzo a
creer que puede convertirse en un gran golpe de suerte y no solo para EE.UU.
Puede que me equivoque. Pero quizá sea el principio del fin de una tiranía del pensamiento
blando que surgió con el 1968 y que lenta pero implacablemente arrasa todo lo
que en la civilización ha demostrado tener solvencia y autenticidad. Primero
disfruté durante el recuento con la cadena norteamericana CNN, que en la
madrugada española intentaba desesperadamente ocultar a su audiencia y negarse
a sí misma lo evidente e inevitable: que ellos habían perdido. Había perdido
Hillary Clinton y habían perdido ellos, el mundo periodístico del «progresismo»
norteamericano, surgido del citado sesentaiochismo de sus universidades y
omnipotente ya con Barack Obama, un presidente que ha sido en gran parte una
criatura suya. Sabían que habían perdido y con ellos el mundo de la
comunicación, del espectáculo y del cine, del mundo cultural y la televisión.
De los medios norteamericanos nos hemos podido reír mucho. Y llorar también por
su inaudita parcialidad y militancia desvergonzada, por sus obscenas portadas
clintonianas y su manipulación constante contra Trump. Hasta los medios más
venerados se han manchado, no de polvo del camino, sino de lodo de la
complicidad y hasta el mismo pelo de sus cabeceras de abolengo.
Pero si la televisión norteamericana hacía gracia, con el
desperezar de las tertulias patrias en radio y televisión llegó la hilaridad.
Decía Schopenhauer que «sentir la envidia es humano, pero gozar la
Schadenfreude es diabólico», dejando muy claro cuál de las dos bajas pasiones
prefería. Schadenfreude es un término alemán asumido por otros idiomas para
definir la alegría por el daño ajeno. Yo confieso mi Schadenfreude. No se puede
evitar al escuchar el impotente gimoteo, los histéricos augurios y los enfados
existenciales de quienes pretendían que Hillary era Juana de Arco y Donald
Trump, un Belcebú. De la tropa de periodistas misioneros que se fueron a dar
lecciones de democracia a los norteamericanos y de los que las daban desde
aquí. De quienes transmitían todo lo negativo que se decía en EE.UU. sobre
Trump, pero ocultaron siempre todo lo que movía a los partidarios de Trump y
detractores de Clinton.
El periodismo español, casi sin excepción radicado entre la
extrema izquierda y el extremo centro, se hizo trampas en el solitario y se
creyó su propia falaz versión de los hechos. La realidad le pilló por sorpresa
y allí estaban todos, improvisando con la profundidad, el conocimiento y la
solvencia de una Susanna Griso alborotada. Como no les han obedecido,
descalifican al electorado y algún diario de la mañana permite llamar
«analfabetos» y «criminales» a los sesenta millones de votantes de Trump. Es el
talante de la izquierda. El de la derecha lo revela el hecho de que salvo el
telegrama oficial y un tuit de Rajoy, nadie habla de Trump por miedo a que la
izquierda le maltrate. Gallardía lo llamarán. Aunque solo haga ruido en Europa
la supremacía mediática izquierdista, vomitando mal humor y miedos hipócritas,
Trump tiene muchos seguidores también aquí. Y gentes que sin serlo tienen la
esperanza de que algún día llegue el triunfo del sentido común sobre la
ideología, tras medio siglo de batallas perdidas. Más allá del coro cacofónico
de la izquierda humillada, más allá de las preocupaciones legítimas, hay
esperanza. Vean la de esos viejos latinoamericanos inmigrantes que decían a la
BBC que ellos habían votado a Trump «porque él defiende todo lo que nos movió a
nosotros a venir acá».
LA MEJOR DEMOCRACIA DEL MUNDO
Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 08.11.16
Es probable que gane Clinton. O no. Pero en un caso como en
el otro, EE.UU. será mañana la misma mejor democracia del mundo
EN algún instante a lo largo de la próxima madrugada
sabremos quién es el próximo presidente de los Estados Unidos. Pero sea quien
sea quien gane, Hillary Clinton, del Partido Demócrata, o Donald Trump, del
Partido Republicano, puede ser cualquiera de los dos, ni va a estallar mañana
una guerra mundial ni vamos a tener fascismo en el único gran país de la tierra
que siempre ha vivido en libertad y democracia. Que ha rescatado democracias en
todo el mundo y especialmente en Europa, donde cada pocas generaciones las
naciones se entregan a algún totalitarismo con esa combinación tan suya de
fanatismo y cobardía. Es grotesco ese alarde de arrogancia de los europeos.
Políticos y periodistas, así como esa cuadra remanente de intelectuales,
símbolo de la putrefacción europea, han alcanzado en las últimas semanas el
paroxismo en su histeria colectiva. Los hay que anuncian el fin del mundo con
la victoria de Trump. Sin ninguna vergüenza. Son los que se dicen moderados,
racionales y equilibrados frente a la desmesura del populismo. Toda la Europa
socialdemócrata de derechas y de izquierdas se ha unido al movimiento que en
EE.UU. integran todas las elites, las exitosas y las fracasadas. Y todo el bien
pensar. Juntos han hecho de Donald Trump el símbolo del mal absoluto. Juntos en
la lucha tan gratificante con una victoria segura con el bien contra el mal.
Además en impecable compañía. Los ricos más ricos con los pobres más pobres. Wall Street con Hollywood. Los
panteras negras con los mormones. LGTBI con los funcionarios. Las feministas
con el clero católico. Chomsky con Beyoncé. Y el periodismo en bloque. Todos
bajo el palio de la corrección política impecable contra el Mal. Y contra su
creciente masa de votantes despreciada como «basura irrecuperable» en palabras
de Hillary. Al final se ha torcido el paseo militar. Y no han podido contra
alguien que no ha hecho trampas como Hillary en primarias, con la mitad de la
mitad de su dinero y con todo el aparato mediático del mundo en contra, así
como la obscena injerencia en campaña de la Casa Blanca.
El hecho es que el frente de la mesura contra la desmesura
de Trump ha resultado tan desmesurado como él en sus ataques. El frente contra
la intolerancia de Trump aplasta con brutal intolerancia todo lo que denuncie
las muchas fallas de carácter y mentiras de la falsa Juana de Arco. El frente
contra los insultos de Trump insulta a Trump en un concurso de injurias sin
precedentes ni límites. Visto desde España, produce hilaridad y vergüenza ver a
los medios de comunicación tratar a Trump como a un Hitler o Stalin. Todos los
medios repiten sus mantras beatíficos intercambiables contra Trump. Los mismos
que han mimado, cuando no jaleado, a comunistas obedientes a regímenes
criminales y empeñados en destruir España y su Constitución. Trump ha
manifestado siempre su compromiso con la Constitución Americana. Mientras ella
la quiere modificar en todo lo que convenga al izquierdismo cargado de
ideología de genero, de aborto a la carta, discriminaciones positivas, control
de armas y vidas, intervención y delación. Trump puede ser un accidente del
sistema. Pero también ella. Él sabe de poco. Ella sabe demasiado. Él dice lo
que piensa, ella nunca. Es probable que gane Clinton. O no. Pero en un caso
como en el otro y pese a todo lo habido, EE.UU. será mañana la misma mejor
democracia del mundo. Con infinidad de problemas viejos y nuevos. Pero con una
separación de poderes que los europeos no conocemos. Y unos controles mutuos y
equilibrios que acabarán con el presidente si viola las reglas. Hipótesis por
cierto no menos probable con Clinton que con Trump.
DICTADURA Y BOMBA INESTABLE
Por HERMANN TERTSCH
ABC Sábado, 05.11.16
Turquía, nuestro aliado en la OTAN, es cada día que pasa una
dictadura más cerrada
En Turquía se consuma paso a paso la temida tragedia del
sistemático desmantelamiento de los derechos democráticos y el fortalecimiento
permanente de los perfiles de una dictadura nacional islamista, implacable y
cada vez más hostil a Occidente. Con un régimen bajo el presidente Erdogan que
muestra cada día con mayor vehemencia su desprecio a todas las normas del
Estado de Derecho en el interior y de las relaciones exteriores civilizadas en
el exterior. Días después de detener al director y a parte de la redacción de «Cumhurriyet», ya el único diario nacional aún independiente, Erdogan manda detener
a la cúpula del partido kurdo HDP y tratar a todos como terroristas.
El HDP pasa a ser para Erdogan otro enemigo mortal más al
que hay que aniquilar. Como Fetula Gülen, el clérigo exiliado y antiguo aliado
de Erdogan, acusado de organizar el fantasmal golpe de Estado del 15 de julio,
del que se ha servido el presidente para liquidar todas las garantías y
libertades. Con la detención de la cúpula del HDP y la explosión de un coche
bomba en Diyarbakir, la retórica oficial escaló hasta el paroxismo. Miembros
del Gobierno insultaron a Alemania como «guarida de terroristas» en donde «los
turcos carecen de todo derecho» tras quejarse Berlín por la alarmante
multiplicación de las detenciones. De las prisiones surgen terribles
informaciones sobre las prácticas de detención, castigo e interrogatorios, con
decenas de miles de detenidos desde el fracaso de aquel supuesto golpe militar.
No deja de abrir Erdogan frentes de conflicto. Mientras interviene militarmente
en Irak con desprecio al Gobierno de Bagdad, amenaza a la Unión Europea con
romper el acuerdo sobre refugiados. Turquía, nuestro aliado en la OTAN, es cada
día que pasa una dictadura más cerrada.
Pero también una temible bomba inestable que, de estallar,
podría provocar un tsunami demográfico que inundaría Europa entera.
NOVEDADES PERIODÍSTICAS
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 04.11.16
Novedoso es que la vicepresidenta pierda la portavocía, un
cargo en cuyo desempeño sin duda disfrutaba
ESPAÑA ya tiene Gobierno como los países normales. Y hay
algunas novedades, tampoco demasiadas, que estamos en casa de don Mariano y no
es cuestión de revolver en exceso. Al final, la nueva más turbadora podría ser
que la vicepresidenta siga siendo vicepresidenta, ministra para la Presidencia
y además ministra de las Administraciones Territoriales. Y que mantenga el
control personal sobre el CNI. Novedoso es también que la vicepresidenta pierda
la portavocía del Gobierno, un cargo en cuyo desempeño sin duda disfrutaba.
Nadie sabe cómo influirá eso sobre el ejército de periodistas que le deben
obediencia y favores hasta unos niveles no vistos en democracia en España ni en
los peores tiempos de despotismo y terror del hermano de Juan Guerra. Que la
vicepresidenta no esté directamente encima de la tropa mediática relaja algo la
situación en un panorama que había quedado reducido a dos bandos, no
enfrentados sino aliados para mayor gloria de cierta gente del Gobierno y de la
extrema izquierda de Podemos. Los dos bandos, el de Soraya y Florentino por un
lado y el de Podemos y Florentino por el otro, se encuentran a diario en las
televisiones y marcan las agendas que convengan a ambas partes. Para gran
beneficio de dicho duopolio que hace y deshace en España como quiere y lo que
quiere, gracias al Gobierno del Partido Popular. Controlan el 86,4% de la
inversión publicitaria ya e ingresan los dos solos, Mediaset y Atresmedia,
1.308 millones en este ejercicio. Así pueden hacer la televisión de calidad
para sus dos canales dedicados «full time» a atacar a la Constitución, promover
el separatismo y fomentar el revanchismo guerracivilista y el odio entre
españoles. Esta política del Gobierno de Rajoy de favorecer y promover en los
medios a los enemigos del Estado ha estado a punto de costarnos un golpe de
Estado por vía de un gobierno del insensato de Pedro Sánchez con los comunistas
de Podemos y separatistas. Ha estado más cerca de lo que algunos ahora quieren
reconocer. Para ocultar que la temeridad dolosa que pone a España al borde del
abismo –del que no crean nos hemos alejado mucho– no es solo la de Sánchez,
sino la de los poderes que repiten en La Moncloa.
Por desgracia, el estado de postración de nuestro periodismo
patrio no depende ya de la desaparición de ciertas personalidades gobernantes.
Es ya sobre todo un problema cultural. Las patéticas confesiones de Pedro
Sánchez, que, como un Rubashov torturado por caricias de un camarada periodista
correligionario, ha reconocido ser un infiltrado más de Podemos en el PSOE,
pueden hacer recapitular a los más inteligentes en el periodismo de izquierdas.
Lo demás es muchachada podemita adoctrinada por profesores universitarios
comunistas. Si es así, podría dejar de ser el homogéneo campo de propagandistas
y agitadores en favor del Frente Popular que es hoy. Puede que algunos vuelvan
a distinguir entre izquierda democrática y la tropa chavista y totalitaria de
Podemos y su apéndice el socialismo sanchista. Que nunca estarían ahí sin el
apoyo masivo de ese periodismo y del Gobierno. Entre los periodistas que no se
consideran de izquierdas, quizá con la bonhomía aristocrática de Íñigo Méndez
de Vigo se pase un poco el miedo a las represalias que habían implantado la
portavoz saliente y su equipo. Mucho habrá de cambiar el panorama para tener
visos de dignificarse. En todo caso, siempre podrá encontrarse consuelo de
tontos en el hundimiento del periodismo norteamericano por su fanatismo
anti-Trump y su indigna postración a los intereses de Clinton en esta campaña
electoral, con esos efectos devastadores de la sumisión a los objetivos de una
mujer manipuladora, tramposa y acaparadora.
LUMPEN ASUSTA A DAMISELA
Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 01.11.16
Suerte hemos tenido de que Pedro Sánchez sea lo que es, un
desasistido como solo unas primarias pueden encontrar
TIPPI Hedren nos acaba de informar de que Alfred Hitchcock
era un peligro público. A sus 86 años y 36 años después de morir don Alfredo,
la señora Hedren, que rodó a sus órdenes la célebre película de «Los pájaros»,
da la voz de alarma. Revela que el maestro del «suspense» era un pervertido
sexual que acosaba a sus actrices más allá de la molestia y muy cerca del
terror tan presente en su cine. Ya no importa nada a nadie. La denuncia de
Hedren me ha sonado tan a destiempo como las voces escandalizadas que suenan
desde el sábado entre columnistas y políticos del ultracentrismo y aledaños en
relación a la conducta de cierta gentuza, elegida por la gente para el Congreso
de Diputados. Pero la denuncia llega como la de Tippi, tarde. Hay que recordar
a los escandalizados, que todo ese elenco de figuras extravagantes del lumpen político
está allí y en otras instituciones gracias a ellos. Gracias a los separatistas,
gracias a los socialistas y gracias a los populares. Gracias a la prensa
biempensante, a unas elites inexistentes por falta de coraje cívico y a una
sociedad siempre dispuesta a tolerar lo intolerable para no correr el mínimo
peligro de ser tachado de intolerante. O hasta de franquista. ¡Uy, qué miedo!
Los separatistas han logrado que la mayor parte de la
izquierda adopte el odio antiespañol como fuerza de movilización, cohesión y
autoestima. Los socialistas, con excepciones, lejos de combatir ese odio, lo
asumieron y promovieron desde los zapateriles comienzos del Pacto del Tinell y
desde entonces no han dejado de aupar a lo peor a las instituciones. La única
condición parecía ser odiar lo suficiente al Partido Popular y al Águila de San
Juan. Y una incansable voluntad de ofender. Como eso lo consigue hasta el
último desecho de feria de la extrema izquierda, ahí tienen al Rufián para
confirmar que Iglesias solo era el comienzo del descenso a los bajos fondos.
Los socialistas han considerado tan moderno el odio que, ahora que este se
vuelve contra ellos, reaccionan como damiselas ofendidas, incapaces de parar
los pies a las camadas rojipardas de Zapatero. Y acabar con todos sus gobiernos
locales. Porque son las criaturas del que fuera su caudillo incontestado las
que atacan, desprecian y quieren destruir a los socialistas. Y los que se han
infiltrado hasta la secretaría general como se vio el domingo. Suerte hemos
tenido todos de que Pedro Sánchez sea lo que es, un desasistido como solo unas
primarias pueden encontrar.
Pero nada de lo que disfrutamos ahora en la Carrera de San
Jerónimo habría sido posible sin este PP, el extremo centro de la nada, cuya
obsesión de estar en el gobierno le quita el tiempo de pensar para qué. Su
política de comunicación ha logrado que el fracaso estrepitoso de Zapatero
cuando perdió el poder se convirtiera en los cinco años de Rajoy en el triunfo
apoteósico de todas las tesis ideológicas tóxicas del híbrido leonés de Atila y
Quisling. Solo el profundo desprecio a la política y a los valores de sus
electores explican cómo el PP ha utilizado todos los medios a su alcance para
promocionar a los enemigos del Estado que ahora ocupan un tercio del Parlamento.
Ahora han conseguido su único objetivo estratégico de los 12 pasados meses: que
Rajoy tenga gobierno. Sería el momento de un golpe de timón que animara a todas
las fuerzas políticas decentes a ver la gravedad de la peste y unirse para
acabar con el rufianismo comunista y separatista. Bastaría con la voluntad, eso
sí, firme e incondicional, de hacer cumplir toda la ley en toda España. Cumplir
la ley, una revolución.
CUMBRE INTENSA
Por HERMANN TERTSCH
ABC Sábado, 29.10.16
Bajo el Gobierno del PP las Cumbres Iberoamericanas no se
han recuperado de la mediocridad de la política exterior de Zapatero
La Cumbre Iberoamericana que se celebra en Cartagena de
Indias tiene este año la agenda política más intensa y compleja de los últimos
años. Se celebra en una Colombia marcada por el fracaso del presidente Juan
Manuel Santos y de la guerrilla narcoterrorista de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia (FARC) en un intento por convencer a su pueblo de
un acuerdo basado básicamente en paz por impunidad.
Para impedir que Santos fuera arrollado por esa humillante
derrota, se le otorgó el Premio Nobel de la Paz desde Noruega y le renovaron la
confianza todos los valedores del acuerdo rechazado por el pueblo.
Santos habrá de contar con el apoyo de las fuerzas del
expresidente Álvaro Uribe. Y ya no podrá ser tan obsequioso con los terroristas
como hasta ahora. Acaba de suspender la negociación con los otros terroristas del
Ejército de Liberación Nacional. Todo cuando la correlación de fuerzas en el
subcontinente cambia en detrimento de los simpatizantes de las FARC de Colombia
y defensores del vecino régimen chavista de Venezuela.
Perú ha anunciado que invocará la Carta Democrática contra
Venezuela, lo que traería consigo la suspensión de la pertenencia de este país
a la Organización de Estados Americanos (OEA) por su deriva dictatorial y
abandono de sus últimas pretensiones democráticas. El presidente venezolano
Nicolás Maduro no pensaba acudir a la cumbre, en la certeza de que nada útil
puede cosechar. Pero ayer justamente cambió de idea.
Bajo el gobierno del Partido Popular, las Cumbres
Iberoamericanas no se han recuperado de la deprimente mediocridad de la
política exterior de España, motor de estas cumbres, durante los casi ocho años
de Rodríguez Zapatero. Que España haya logrado incluir en la agenda una
propuesta de resolución sobre Gibraltar similar a la habitual sobre Malvinas
será gratificante para el ministro de Exteriores. Y tendrá previsiblemente la
misma relevancia que las habituales resoluciones sobre aquellas islas del
Atlántico sur, cada vez más británicas.