The Unending Gift

viernes, marzo 31, 2017

EL HAMPA Y LOS INDOLENTES

Por HERMANN TERTSCH
ABC  Viernes, 31.03.17

Dastis dice que «no es una decisión tranquilizadora» que Maduro proclame la dictadura total en Venezuela

EN Venezuela desgobierna, con mano de hierro y cerebro que se antoja híbrido de molusco y rata herida, uno de los regímenes más delincuentes e ineptos del planeta. Esto no es noticia. Casi no lo es por ello el golpe de Estado del presidente Nicolás Maduro al ordenar a los hampones que ha puesto en el Tribunal Supremo que secuestren los poderes de la Asamblea Nacional, controlada por la oposición tras su abrumadora victoria del 5 de diciembre de 2015. No disimulan nada sus fechorías quienes heredaron el régimen de un demente y carismático militar llamado Hugo Chávez Frías. Y que aunque pareciera imposible lo lograron empeorar hasta convertirlo en la pesadilla del horror que es hoy, con la población torturada por hambre, terror, enfermedad, crimen, miseria y delirio mentiroso.
Desde el 17 de febrero preside el Tribunal Supremo un tal Maikel José Moreno Pérez, que fue policía político, presidiario, asesino en al menos dos casos y encargado de trabajos sucios de la cúpula chavista. Un perfecto representante del hampa, como la mayoría de los altos cargos del régimen, que es el encargado de este trabajo sucio supremo. Maikel José es un criminal a la cabeza del Tribunal Supremo en una potencia petrolífera, el país más rico de Sudamérica que el socialismo, su patrono en La Habana y un saqueo sin precedentes en la historia moderna han convertido en uno de los más miserables del planeta.

Hace tiempo ya que Nicolás Maduro sabe que su única posibilidad de no acabar la vida en la cárcel o en un exilio pendiente de extradición a La Haya es imponer la línea dura de cubanizar el régimen. Las elecciones de diciembre 2015 demostraron que en buena lid está acabado. Por eso el régimen de esta hampa política bajo la amenaza de castigo por sus inauditos crímenes y robos, tiene decidido que su único futuro es cubano. Allí la jaula intacta desde hace 60 años garantiza aun hoy la seguridad, la impunidad y el patrimonio de todos los criminales de la cúpula del partido y es tratada con sumo cariño por todo el mundo. La vergonzosa obsequiosidad de la UE con nauseabundos honores al Fidel Castro vivo y muerto fueron una clara lección para Caracas. Con una amenaza creíble de un mal peor, el régimen de Caracas sabe que nada ha de temer de las democracias. Su único miedo puede ser Donald Trump, al que tienen en casa muy ocupado. La OEA y la UE han estado a la misma altura moral. Aunque la UE ya da más vergüenza. ¿Y España? El ministro Alfonso Dastis dice que «no es una decisión tranquilizadora» que el Supremo arrebate al Parlamento sus poderes, que Maduro proclame la dictadura total en Venezuela. Mejor callarse, ministro, que avergonzarnos a todos. Bastante escarnio es ya José Luis Rodríguez Zapatero, convertido en jenízaro protector de la narcodictadura, quién sabe con cuántas motivaciones. En una misión que la oposición venezolana calificó de tramposa y miserable y que Rajoy y su gobierno han seguido defendiendo. Estupor producen estos gobernantes sin músculo moral ni sentido del ridículo. El dolor de los venezolanos secuestrados por el régimen de Maduro genera rabia, y vergüenza, la indolencia europea. Ayer atacaba Mariano Rajoy en Malta a los partidos populistas, en esa moda europea de tachar de populistas a todos los que no sean amigos y no hagan lo que nos gusta. Gran ocasión tuvo de anunciar medidas contra algo mucho peor que un partido populista como es esta dictadura. Y para proclamar la solidaridad con los venezolanos y sus presos políticos. Se le olvidó.

lunes, marzo 27, 2017

REALIDAD EN DESCOMPOSICIÓN

Por HERMANN TERTSCH
ABC  Martes, 28.03.17

La única solución real está en la incondicional restauración de la ley

PABLO Iglesias, el líder de Podemos, el mayor partido comunista de Europa hoy en día, con 70 escaños distribuidos por sus franquicias, pedía ayer que se aboliera la figura delictiva del enaltecimiento del terrorismo. Está claro que los comunistas españoles quieren entrar en una nueva fase de agresión al Estado en la que quieren desmontar impedimentos. El enaltecimiento de los crímenes terroristas y violencia contra gobernante e instituciones justifica por adelantado posibles acciones futuras y ayuda a intimidar aun más a la sociedad. Ahora que con leyes de Memoria Histórica cada vez más perversas pretenden prohibir por ley que se exprese la verdad sobre el pasado de España. Y la verdad sobre unos y otros. Cuando se publican en libro las pruebas de que la II República nada tenía de democrática cuando llega el 18 de julio. Porque además de los golpes de Estado de octubre de 1934, el Frente Popular había robado las elecciones de febrero a la derecha. Casi evocando los asaltos de aquella época, una banda juvenil de otra organización comunista y separatista, las CUP, asaltaba ayer una sede del PP. Esta organización es cómplice de la Generalidad. Una y otra, inmersas en el delito flagrante. Es el hampa que ya gobierna. Pues un día antes, en el Congreso del PP de Baleares, el nuevo presidente, Gabriel Company, se negaba a utilizar el castellano en su alocución final. Y se rechazaba una enmienda que otorgaba a los padres el derecho a elegir la lengua de educación de sus hijos. El PP se une a la política de marginación de la lengua española. Contra los derechos de los españoles. Por mucho que nos cubran de eufemismos. No lejos, también en un Congreso del PP, del catalán, en Hospitalet, el presidente Mariano Rajoy se quejaba de que los separatistas violan el Estado de Derecho porque «sin el cumplimiento de la ley no hay democracia». Cuatro trazos de la actualidad española que dan toda la razón a Rajoy: No se cumple la ley, ergo no hay democracia. Pero Rajoy no tiene derecho a la queja. Sino el deber de atajar la realidad que lamenta.

No se cumplen las leyes, se violan impunemente y quienes están obligados por ley y juramento a hacerlas cumplir dichas leyes, no lo hacen por cálculo político y conveniencias propias. Son capaces de todo con tal de no hacer nada. No es solo falta de voluntad. No hay recursos. Ni coraje para asumir la responsabilidad de poner fin a esta deriva suicida. No hay músculo político y moral para aplicar la ley con la razón que asiste al Gobierno de España. Por eso el proceso de descomposición, que ya afectó al PSOE de lleno, arrastra ahora al PP. Y sin reacción se llevará por delante tarde o temprano a las instituciones. La victoria total del golpismo de la Generalidad, la independencia de Cataluña, es imposible. Porque nadie en Cataluña está dispuesto a sacrificar nada, no hablemos de la vida propia o de un hijo, por esa independencia. Y porque arrastraría a violencia y destrucción a medio plazo a toda España. Pero los efectos de este desafío son devastadores. La nauseabunda actitud del PP de Baleares hacia la lengua común –de ahí su importancia y el odio que le profesan, por unificadora–, sería impensable sin la agitación y dinero del catalanismo separatista y agresivo en Baleares o Valencia. Toda España está ya secuestrada en su desarrollo y convivencia por el chantaje permanente de la sedición separatista. La deriva es terrorífica para una España inmensamente frágil en una Europa en serio peligro. La única solución real está en la restauración incondicional de la ley. Cuanto más tiempo tarden los gobernantes en llegar a esta conclusión más traumática habrá de ser.

sábado, marzo 25, 2017

UN PULSO ENVIDIABLE

Por HERMANN TERTSCH
ABC  Sábado, 25.03.17

Washington nos ofrece el magnífico pulso entre los poderes del Estado enfrentados

La sustitución del sistema de asistencia médica conocido como Obamacare es un punto clave en la agenda política del presidente Donald Trump. Y la pugna parlamentaria por el mismo ya ha sido para el presidente la primera gran ducha fría de realismo ante las dificultades que ha de encontrar para cumplirla. Hace siete años se aprobó la «Affordable Care Act» por la que Barack Obama imponía un sistema para incluir en el sistema sanitario a millones de americanos sin cobertura de seguro. Imponía obligaciones a individuos y empresarios que levantaron serias ampollas, se tachó de «socialista», pero ante todo disparó el gasto y los precios de tal forma que mientras cubría a unos antes descubiertos, dejaba a la intemperie a muchos que ya no podían permitirse las cuotas. Obamacare se convirtió así en símbolo del intervencionismo caro y fracasado de Obama que los Republicanos querían liquidar a toda costa. Pero cargarse retóricamente un símbolo del adversario es más fácil que sustituir un complejísimo sistema sanitario con las compañías aseguradoras, los contratistas, los asegurados de las diversas edades y diferentes coberturas obligatorias y voluntarias. Y los republicanos no tenían un sistema sustitutorio acordado en estos años. Así las cosas, resulta que el « American Health Care Act» presentado por el portavoz republicano Paul Ryan no contentaba a muchos, especialmente a los conservadores que no querían una reforma de Obamacare por radical que fuera, sino su liquidación.

Trump se ha quedado por primera vez en el centro, lo que sin duda ha generado un serio despiste. También a él. Pero asimismo impaciencia. Como el jueves no pudo conseguir una mayoría, el presidente puso a moderados y radicales republicanos ante el ultimátum y la amenaza de que, de no aprobar esta ley, no habría otra y todos habrían de explicar a sus votantes que, por su culpa y voto, siga vigente el odiado Obamacare. En todo caso, Washington nos ofrece una vez más el difícil y magnífico pulso de los poderes del estado nítidamente separados y enfrentados. Es decir, a un soberbio juego de democracia real que aquí todos debíamos envidiar.

viernes, marzo 24, 2017

KAREL SCHWARZENBERG

Por HERMANN TERTSCH
ABC  Viernes, 24.03.17

La UE no puede ser una idea y una política impuesta por Alemania o tres grandes

LA mayoría de los políticos de la actualidad no saben nada de la historia y por ello creen que todo lo inventan o experimentan por primera vez ellos. Karel Schwarzenberg tiene la historia aprendida, no solo por lecturas, sino por los genes y unos apellidos con medio Gotha y ocho siglos de poder. No tiene que mirar tanto hacia atrás para mostrar ironía ante precipitaciones de políticos de hoy, como la propaganda de Obama/Clinton y la fobia al nuevo presidente, que hablan de conspiración entre Trump y Putin contra Europa. Dice que él tiene la edad y la memoria para recordar la pasión inicial por Nikita Jruschov de un John F. Kennedy adanista y mucho después la emoción de un George W. Bush que dijo haber «mirado al fondo de los ojos de Putin» y haber visto a un hombre de fiar. Recuerda Schwarzenberg que nadie acusó a Kennedy y a Bush de traicionar a EE.UU. Confía en que Trump verá que Putin es una amenaza. También para los intereses de EE.UU. Todos los acuerdos que puedan hacerse con Putin han de ser desde la firmeza y la certeza de que él sepa que nosotros sabemos cuáles son las tentaciones que le debemos evitar a Moscú. Según Schwarzenberg, lo bueno de la política rusa es que lleva cuatro siglos haciendo lo mismo. Como no conoce sus propias fronteras se las tienen que mostrar, una y otra vez, los demás. «Trump nos dará muchas sorpresas, pero no solo malas».
Desde el feudalismo medieval, el poder monárquico renacentista, la apoteosis imperial barroca y contrarreformista hispano-austriaca, la derrota napoleónica, el imperio austro-húngaro, la lucha democrática anticomunista y el retorno de la libertad a Mitteleuropa, los Schwarzenberg siempre han sido protagonistas. Y Karel o Karl, el duodécimo príncipe de Schwarzenberg y duque de Krumlov, que no usa títulos oficialmente porque están prohibidos desde 1918 en Checoslovaquia y ahora en Chequia como en Austria, lo ha sido de forma más rocambolesca que sus antepasados.
Nacido en Praga en 1937, tras el golpe comunista de 1948 su familia es deportada y despojada de todo su patrimonio en Checoslovaquia, uno de los mayores de Europa. En 1990 después de 40 años de exilio en Austria, de vida empresarial, luchador por la libertad y célebre como defensor del medio ambiente, volvió a Praga con Vaclav Havel de quien fue jefe de gabinete. Fue dos veces ministro de exteriores, es el diputado checo más votado y perdió con el 45% la carrera a la presidencia checa frente a Milos Zeman. Ahora preside la Comisión de Exteriores del parlamento.

Hace 25 años solo aceptó parte de castillos, casas y tierras confiscados en 1948 que le devolvía la ley de restitución. «No puedo mantenerlo todo». Hoy vive en el castillo de Orlik al sur de Praga, va poco a su palacio de Viena donde abrió un hotel de lujo cuando aun vivía en Austria y a su castillo de Murau en Estiria. Tiene nacionalidad checa y suiza, y se ha casado dos veces con la madre de sus tres hijos, la condesa Theresa von Hardegg. Los Schwarzenberg salieron en el medievo a conquistar poder desde un castillo en la Franconia bávara y estuvieron en todas las cortes europeas. Nadie como él para saber que la UE es muy necesaria, pero que los políticos la hacen peligrar con realidades virtuales sin respetar la realidad de una Europa compuesta por naciones antiguas. La UE no puede ser una idea y una política impuesta por Alemania o tres grandes. Lo advierte un hombre cuyo nombre y biografía son conciencia e historia viva de las ideas más fuertes, profundas y claras en una Europa libre.

martes, marzo 21, 2017

OTRA VEZ UN SULTÁN DE PESADILLA

Por HERMANN TERTSCH
ABC  Martes, 21.03.17

Erdogan está lanzado a convertirse en una amenaza

ES muy lógico que la canciller alemana Angela Merkel esté harta de que el presidente turco Recep Tayyip Erdogan llame nazi a Alemania un día sí y otro también y los ministros desde Ankara compitan en difamaciones al Gobierno alemán con evocaciones del nazismo. Cierto que también debiera recordar a las autoridades alemanas que ellos tampoco deberían llamar nazis a los que critican o condenan su política de inmigración que tantas tragedias, angustia y dificultades genera. Y que tanto ha debilitado su posición, precisamente frente a Turquía. En una escalada delirante Erdogan llegó el domingo a acusar personalmente a Merkel de «utilizar métodos nazis». La canciller respondió ayer que si no pone fin a estas ofensas tendrán una respuesta seria de Alemania. Esta podría ser un veto a toda actividad política turca en su territorio. Incluidos los mítines y la propia votación del referéndum que pretende hacer Erdogan para aprobar su constitución presidencialista, personalista y erdoganista. Para gobernar como un sultán del siglo XVII y aplastar a todo aquel que cuestione sus formas y contenidos. Esta actividad en tierra alemana es ya en sí muy cuestionable porque propugna fines opuestos a la Constitución alemana. El veto provocaría un conflicto de alto voltaje con serias derivadas en el orden público y la seguridad en territorio alemán. Las actividades políticas turcas en Alemania siempre levantaron suspicacias y temores por su componente de guerra sucia contra disidentes, opositores y demócratas en general. Desde la época de los generales y al margen de las muchas veces cálidas relaciones entre ambos gobiernos. Pero el deterioro de las relaciones ha adquirido una nueva calidad alarmante. Muchos creen la canciller infravaloró el peligro y no lo afrontó como debía en un principio. Nadie puede excluir una coordinación con Vladimir Putin. Erdogan puede extorsionar a Merkel con facilidad desde que se firmó el acuerdo por el que Turquía cortaba el flujo de refugiados hacia los Balcanes y Alemania. La reapertura del chorro migratorio sería un grave problema para Europa pero para Merkel sería con gran probabilidad el final político.
La canciller y su equipo han estado en pasados meses quizás más dedicados a cuestionar al nuevo presidente norteamericano que a frenar a un presidente turco desatado. Ahora ya amenaza con usar la inmigración turca para desestabilizar los regímenes democráticos que los acogen. Aunque Erdogan se refería a Holanda al decir que él dispone –con 400.000– de una fuerza diez veces superior al ejército holandés, esta amenaza de blandir a los inmigrantes como su arma y quinta columna es una señal de alarma que pocos esperaban tan clara y retadora. En Alemania son cerca de cuatro millones los turcos.

Erdogan pretende utilizar a su emigración como fuerzas a sus órdenes en países a cuyos gobiernos pretenda presionar por un motivo u otro. Las últimas manifestaciones violentas bajo banderas turcas en Alemania y Holanda han sido directamente orquestadas por Ankara. Son el comienzo de un pulso a los gobiernos europeos que niegan aun a Erdogan una especie de soberanía compartida de acuerdo con la fuerza de su comunidad turca. Que muchos emigrantes turcos no estén de acuerdo con su presidente no impide que este se arrogue el caudillaje de todos ellos. Enarbolando el estandarte de la lucha contra la «islamofobia europea», Erdogan pretende además erigirse en adalid del sunismo en Europa occidental, cada vez más fuerte, más numeroso y más agresivo. Y movilizar el apoyo en Turquía contra el enemigo en Occidente y la liquidación de toda discrepancia en el interior. Nadie espere ni un escrúpulo. Erdogan está lanzado a convertirse en una pesadilla. Ya lo es para muchos turcos. Pronto puede volver a serlo para toda Europa como un nuevo sultán otomano resurgido del siglo XVII.

sábado, marzo 18, 2017

RUTTE TENDRÁ MUY ESCASO MARGEN PARA GOBERNAR HOLANDA

Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a La Haya
ABC  Sábado, 18.03.17

Un gobierno frágil Rutte no ha salvado a Holanda ni a Europa de nada. No se habría logrado otro resultado que el que habrá: un gobierno frágil

Con independencia del resultado, el eurófobo Wilders sería condenado al aislamiento

Pasados felicitaciones y parabienes al primer ministro holandés, Mark Rutte, se imponen ya en La Haya los primeros ejercicios de realismo ante una situación de enorme complejidad tras el resultado electoral habido el miércoles. Tras el fin de semana de descompresión comenzarán los primeros contactos en serio. Hay siete partidos con entre 32 y 10 escaños. Y hay que sumar 76. Las negociaciones se anuncian largas, complicadas y de resultado incierto. Las capitales europeas, Bruselas y el periodismo han celebrado a Rutte como el héroe que ha salvado a Holanda y Europa de «la peste del populismo».
Para ello han utilizado grandes dosis de demagogia –llámenlo «populismo»– para presentar esa supuesta salvación triunfal. Todos han transmitido la impresión tras los comicios de que antes de los mismos se daba por hecho un triunfo arrollador de Geert Wilders, un bloqueo constitucional y poco menos que la llegada al gobierno de la extrema derecha. Cuando lo cierto es que todos sabían que Wilders, en el mejor de los casos para él y el peor para los demás, podía sacar poco más de treinta escaños. Que solo le habrían servido para denunciar las contradicciones ajenas y lamentarse del trato discriminatorio con que le habrían impedido intentar formar gobierno.
El resultado de todo ello en todo caso habría sido la formación de un gobierno de cuatro o cinco partidos dirigido por el segundo más votado que habría sido Rutte y que habría dejado a Wilders aislado en la oposición. Es decir, exactamente lo mismo que va a pasar ahora. Luego Rutte no ha salvado ni a Holanda ni a Europa de nada. Porque en ningún caso se habría producido otro resultado que el que habrá: un gobierno frágil compuesto por cuatro o cinco partidos muy distintos cuyo único denominador común es la voluntad de evitar que alcance poder un Wilders que gana voto mientras Rutte lo pierde.

Futuro incierto
Lo cierto es que no ha habido la lucha del arcángel contra el demonio, ni un grandioso triunfo del antifascismo multicultural y tolerante frente al fascismo del «amigo de Trump» como venían a contarnos en sus habituales caricaturas algunos medios de comunicación europeos. Lo que ha sucedido es algo tan prosaico como que una derecha dura y liberal ha ganado a la derecha nacionalista al haber sabido birlarle Rutte a Wilders su discurso en la última semana.

Wilders es hombre controvertido que genera rechazo y tiene un discurso limitado. Si Rutte se empeña, lo demostró en el conflicto con Turquía y con los manifestantes turcos en las calles de Rotterdam, sabe usar la retórica y las formas de Wilders tan convincentemente como este o más. Pero ahora debe formar gobierno. Y eso va a ser toda una larga lucha cuyo final feliz está lejos de estar asegurado.

Mark Rutte

viernes, marzo 17, 2017

FERNANDO ALTUNA

Por HERMANN TERTSCH
ABC  Viernes, 17.03.17

Se ha hecho todo por lograr que la sociedad olvide a las víctimas

ESPAÑA puede doler por muchas razones. Por sus inmensas posibilidades para ser tanto mejor de lo que es, una y otra vez desperdiciadas. Por su pasada grandeza ignorada, su capacidad y talento despreciados, por lo que podría ser fácil y amable y es imposible, áspero y agrio. Por todo lo bueno que hay en las gentes a las que se destruye buena disposición y tantas veces la buena fe, se mata la creatividad y agota la ilusión y el entusiasmo. Pero lo peor es el desamor. Esa frialdad e indiferencia que ha ayudado ahora al terrorismo a cobrarse una víctima más. Tiene razón Santiago González cuando dice que Fernando Altuna es la víctima 859 de ETA. Hay una forma muy nuestra de indiferencia ante el dolor ajeno. Radical, seca, abismal, cruel. Muy propia de la sociedad española, que es mucho más homogénea que otras. Todo esto, pero especialmente la crueldad de esa indiferencia, que tanto hizo sufrir a este hombre bueno y sensible, me vino a la cabeza cuando recibí la nefasta noticia por la llamada de un amigo común, Salvador Ulayar, hijo también de un asesinado por ETA. Otro huérfano por la voluntad caprichosa de unos españoles que un día decidieron que les convenía que muriera alguien. Así murieron muchos cientos de padres, hermanos e hijos.
El padre de Salvador Ulayar fue asesinado en Echarri-Aranaz en Navarra; el padre de Fernando Altuna, en Erenchun en Álava. A ambos los mataron entre muchos, entre los que decidieron, los que vigilaron, los que difamaron, los que avisaron y los que dispararon. Entre ellos, conocidos, también vecinos, desde luego paisanos. La mayoría nunca ha pagado nada por lo que hicieron. Los que por una causa u otra han cumplido cárcel han sido homenajeados y celebrados por sus vecinos y gozan de libertad. Tanto Salvador como Fernando han vivido muy íntimamente las ignominias que han sufrido en España todas las víctimas del terrorismo casi desde el momento en que se convierten en tales.

Basilio Altuna Fernández de Arroyabe fue asesinado el 6 de septiembre de 1980 cuando su hijo Fernando tenía diez años. El Gobierno vasco lo llamó, lo recordaba Fernando en una inmensa carta a su padre muerto, «retratos de las vulneraciones del derecho a la vida en el caso vasco», eso era su asesinato. En aquellos años se cerraban los sumarios a las pocas semanas. Ahora que organizaciones de víctimas y una iniciativa de la Fundación Villacisneros pretenden la reapertura de casos –algún éxito ya han tenido– resulta terrorífico ver el desinterés por localizar a los autores. Todas las víctimas han sufrido lo indecible con esa tortura añadida a la pérdida y la vida rota que es saber que su desgracia fue un capricho criminal casi siempre impune. Tortura añadida ha sido la indiferencia actual que un hombre profundamente moral como Altuna no ha podido jamás entender ni soportar. El menosprecio a las víctimas no ha sido ya el perverso reflejo ideológico en una izquierda que siempre ha tenido a ETA por sus camaradas más o menos errados. El desprecio y la indiferencia hacia las víctimas se convirtió en razón de Estado cuando Mariano Rajoy aceptó la oculta colaboración con la llamada pacificación acordada con ETA por Rodríguez Zapatero. Desde entonces se ha hecho todo por lograr que la sociedad española olvide e ignore a las víctimas. Que son la espina dorsal de la historia presente de la Nación. Molestan porque recuerdan a los gobernantes su desprecio a lo esencial. A lo necesario para generar una sociedad sana, firme y abierta para una Nación española fuerte y digna. Que no una masa manipulable, disgregable, cobarde e ignorante. A nadie debe extrañar por ello si alguien sensible como Fernando Altuna se harta de sufrir y se muere de tristeza y de asco.

LA VICTORIA LIBERAL SACA A HOLANDA DE LA SOMBRA POPULISTA

Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a La Haya
ABC  Viernes, 17.03.17

La coalición de gobierno ha caído y el liberal Rutte tendrá que buscar una alianza con democristianos, centristas y otras fuerzas muy heterogéneas

Concluido el recuento se confirmó ayer, con correcciones menores, el resultado de los sondeos a pie de urna. El primer ministro, el liberal Mark Rutte, logró que su partido, el VVD, quedara como el más votado con 33 escaños y dejó atrás con 20 a su principal rival, el derechista Geert Wilders, que había liderado las encuestas hasta días antes de las elecciones.
Este resultado, que otorga a Rutte automáticamente el encargo de iniciar negociaciones de gobierno, ha sido recibido con alivio por el resto de partidos al margen de su propia suerte. Y con entusiasmo nada disimulado en las capitales europeas y en la UE donde había pánico a que Wilders pudiera ratificar los sondeos de hace unas semanas y convirtiera a su partido en el más votado.
Dentro y fuera del país se había hecho campaña contra Wilders para que Holanda no fuera «otra pieza en el dominó del populismo después del Brexit y de la elección de Donald Trump», tal como decía Rutte y la inmensa mayoría de la prensa nacional y extranjera. La Comisión Europea estaba tan preocupada por Rutte que en la misma jornada electoral en el Parlamento Europeo desfilaron todos los mandos para defender el papel del gobierno de Holanda en la crisis con Turquía, lo que no era otra cosa que un gran capote electoral al primer ministro.
Este ha sabido aprovechar la escalada del conflicto verbal y diplomático con el presidente turco Recep Tayyip Erdogan para arrebatarle a Geert Wilders el papel de adalid de la defensa de la soberanía de Holanda. Con firmeza frente a las pretensiones de Turquía como país islámico y con dureza policial frente a las manifestaciones de inmigrantes turcos.
El primer ministro ha sabido así sacar máximo beneficio a cinco días de brutal intercambio de golpes verbales entre Ankara y La Haya. Erdogan llegó a niveles inauditos. Tachó a Holanda de guarida de nazis y amenazó con usar contra el pequeño ejército holandés a sus 400.000 turcos inmigrantes que vino a considerar abiertamente su quinta columna en el país anfitrión. Rutte había expulsado a dos ministros turcos que, pese al veto expreso del gobierno holandés, habían intentado celebrar mítines en favor de la nueva constitución autoritaria de Erdogan. Este conflicto retransmitido permanentemente por todas las televisiones dio un impulso a la presencia del primer ministro como gestor de la crisis que ha sido a la postre decisivo.

Decepción
Wilders reconoció que este resultado está lejos «de los treinta diputados que esperaba» pero advirtió a Rutte de que erraba si creía que podía olvidarse de él. Lo cierto es que frente al entusiasmo que fuera del país se ha apoderado de líderes políticos y medios que han titulado con rotundas afirmaciones como «Holanda pone freno al populismo» o «El populismo se acaba en Holanda», las cosas son algo más complicadas. Que tuviera éxito en arrebatarle a Wilders el protagonismo en el pulso con la prepotencia de Erdogan y de cierta inmigración nacionalista turca no puede ocultar la realidad terca que es el colapso de la coalición gobernante presidida por Rutte.

Largas negociaciones
El partido del primer ministro ha perdido ocho escaños de los 41 que tenía y su socio socialdemócrata el PvdA se ha hundido y pasa de 38 escaños a 9. Es decir, la coalición gobernante ha perdido prácticamente la mitad de sus escaños y ha muerto. Aunque en ese estado puede tener que seguir mucho tiempo porque la negociación para una mayoría de gobierno podría ser muy complicada, de difícil encaje y tener como resultado un gobierno muy frágil e inestable. Tendrá que sumar al menos cuatro o cinco partidos, lo que lo hará poco operativo y siempre tendrá enfrente a Wilders y su PVV que será previsiblemente el beneficiario de los problemas que se anuncian cuantiosos.
Han entrado nada menos que trece partidos en el parlamento de 150 escaños y para la mayoría de los 76 harían falta o los cuatro más votados o cinco o incluso seis si uno de ellos, como es el caso del segundo, el PVV de Wilders, no es invitado a participar. O si otro se niega. Esto ya es una referencia para entender el grado de dificultad que va a tener Rutte para conseguir hacer un gobierno que funcione y no estalle en la primera dificultad. Un hecho importante que muchos olvidan con su entusiasmo con que el «populismo» no fuera la fuerza más votada es el colapso de la izquierda. La socialdemocracia tradicional del PvdA sucumbe perdiendo tres cuartas parte de sus votos y escaños. El socialista PS también retrocede. Suben, eso sí, de forma espectacular los verdes de Groenlinks dirigidos por el joven Jesse Klaver que tenían 4 y llegan a 14. Los animalistas tienen escaño y la minoría turca, atención, logra entrar en el parlamento con tres diputados.
Geert Wilders (i) y Mark Rutte,hoy en el Parlamento holandés - REUTERS

La sorpresa narrada en tono épico

Perfil

Ni él, Mark Rutte, soltero, que a sus 50 años vive con su madre, se creía los adjetivos épicos que le ponían a su triunfo en los medios extranjeros. Parecía haber nacido un gran héroe tras una victoria arrolladora, cuando en realidad el primer ministro y su Partido de la Libertad en Democracia (VVD) solo habían perdido menos de lo previsto. Y ha tenido la fortuna de que su rival directo, Geert Wilders, del PVV, había crecido menos de lo esperado.
Como el miedo a Geert Wilders era tal en toda Europa, el resultado se ha recibido como gran gesta. En realidad se ha hundido la coalición. Rutte perdió 8 escaños y su socio socialdemócrata del PvdA nada menos que 29. Si sumaban al principio de la pasada legislatura 79, cuatro por encima de la mayoría absoluta, se habían quedado juntos en 42. Y la distancia entre el propio Mark Rutte y Geert Wilders, que era de 26 escaños, pasa ahora a ser de 13.
En todo caso, el primer ministro tendrá una empresa titánica para formar gobierno. Necesitará cuatro o cinco partidos. Él insiste en que no tendrá contacto con Wilders. No deja de ser curioso que fuera Wilders el que dio la jefatura de gobierno a Rutte, en 2010, con apoyo desde fuera a su coalición. Y fue él quien hizo caer el gobierno en 2012.
Entonces Rutte ganó en plena crisis y formó la coalición que se ha hundido ahora. Ha sabido arrebatarle a su rival el lenguaje combativo frente al islam y de dureza hacia la UE. Ahora le queda lo difícil.

Radiografía de los partidos más votados

Partido Liberal, VVD
Mark Rutte
La formación del primer ministro Rutte bajó en número de escaños respecto a las elecciones de hace cinco años, pero ha sido ganador por partida doble: es el que más escaños tendrá en el nuevo gobierno, y sobre todo no ha sido superado por la extrema derecha.

Extrema derecha, PVV
Geert Wilders
El partido antiinmigración y xenófobo de Geert Wilders ha subido notablemente desde los últimos comicios, y demuestra que el «peligro populista» sigue vivo en Holanda. Pero es el gran derrotado moral, porque tuvo en su día la posibilidad de haber sido el más votado.

Democristianos, CDA
Van Haersma
Los buenos resultados democristianos han sido también una de las sorpresas electorales, y parecen garantizar que habrá una coalición más conservadora que la anterior. La CDA aprovechó bien la ola de nacionalismo que recorre Holanda, desde posturas moderadas.

Centroizquierda, D66
Alexander Pechtold
Los escaños conseguidos por el centroizquierda le señalan como uno de los candidatos para la futura coalición de gobierno que cortejará Rutte. El político socioliberal Alexander Pechtold ha reformado con éxito el partido tras el desastre electoral de 2002.

Verdes, GroenLinks
Jesse Klaver
El partido ecologista ha multiplicado por cuatro su representación parlamentaria, y confirma su progresión desde posiciones muy minoritarias. La opción por los Verdes fue vista en estas elecciones como un voto de protesta frente a los partidos tradicionales.

Socialistas, SP
Emile Roemer
Los socialistas de Emile Roemer, que no estuvieron presentes en la anterior coalición de centroizquierda, aguantan el tirón, pero no lograron erigirse en la voz del cambio que –según ellos– exigía la ciudadanía, Todo indica que seguirán alejados de la coalición.

Socialdemócratas, PvdA
L. Asscher

Son los grandes derrotados de estos comicios holandeses. Han sufrido un gran varapalo al pasar de 38 escaños en el Parlamento a solo 10. Además del «desgaste de poder» con los liberales, experimentan la crisis de identidad del socialismo europeo.

jueves, marzo 16, 2017

CLARA VICTORIA DEL LIBERAL RUTTE SOBRE LA ULTRADERECHA DE WILDERS

Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a La Haya
ABC  Jueves, 16.03.17

Elecciones en Holanda

Alianza  El «todos contra Wilders» logró rebajar el resultado que daban las encuestas al extraño personaje

La firmeza del primer ministro frente a las amenazas de Erdogan le brindó el triunfo

El primer ministro holandés, Mark Rutte, ha ganado con su partido liberal VVD las elecciones generales con una distancia considerable sobre el antieuropeísta Geert Wilders. Según los primeros avances del escrutinio, recontados el 55% de los votos al cierre de esta edición, Rutte lograría 32 escaños, nueve menos de los que tenía, pero más de los que nadie le auguraba. Wilders se tiene que conformar con 19, en tercera posición, mientras que los cristianodemócratas de la CDA, liderados por Van Haersma, figuran en segundo lugar con 19 asientos. Y se confirma el trágico hundimiento hacia la extinción del Partido Socialdemócrata (PvdA), miembro del Gobierno, que cae de 38 a 9 escaños. Uno de los pilares de la democracia holandesa queda así en la marginalidad.

                                                                               REUTERS
Una holandesa musulmana vota ayer en una mezquita de Amsterdam

A primera hora de la pasada madrugada, el ultraderechista Wilders concedía la victoria a Mark Rutte, quien comenzaba a recibir los primeros mensajes de felicitación desde el exterior.
El primer ministro logró capitalizar todo el tormentoso enfrentamiento diplomático que se desencadenó la pasada semana con Turquía. Su dureza verbal al tratar con las provocaciones del presidente turco Recep Tayyip Erdogan ha llevado a simpatizantes de Wilders a votar por el gobernante que asumió la defensa de la soberanía holandesa estos pasados días.
El primer ministro recibió hasta el último momento los apoyos desde Bruselas de Donald Tusk y Jean-Claude Juncker. Las capitales europeas dormirán más tranquilas sabiendo que Rutte es el más que probable presidente también del próximo gobierno, por mucho que este tarde en formarse ante el tremendo pero tradicional fraccionamiento del voto y la presencia parlamentaria. El «todos contra Wilders» ha logrado rebajar mucho el resultado que aún hace unas semanas le otorgaban las encuestas al extraño y controvertido personaje que lidera la derecha antieuropeísta que ha hecho de la lucha contra la presencia musulmana el eje de su acción política.
Rutte asumió todo el protagonismo del espectacular conflicto de los pasados días con el presidente islamista de Turquía. Lo que a la postre ha sido una gran operación política. Tanto, que ayer ya había voces de la izquierda que le acusaban de haber colaborado al menos en el enconamiento de la crisis diplomática con fines electorales. Pero también señalaban los observadores que Trump, y las simpatías que por él había expresado Wilders, pueden haber también sido un factor que haya frenado al potencial votante de Wilders. La ridiculización de Trump, que es masiva en los medios europeos, también ha podido restar votos al que todos consideraban como una especie de reflejo europeo suyo.
Durante toda la jornada electoral, en un día primaveral de sol radiante, se registró un flujo a las urnas considerablemente mayor al de elecciones anteriores. Al mediodía había votado un 43%, seis puntos por encima de las elecciones de 2012. Al final parece que se superó el 81%. Pero nadie se atrevía antes del cierre de los colegios a interpretarlo como una reacción contra Geert Wilders o como un éxito de su propia insistente llamada a las urnas. Que era lo más temido por todo el resto del espectro político holandés, por las capitales europeas y por supuesto por Bruselas.
Los últimos sondeos habían mostrado esa caída considerable de Wilders y un leve fortalecimiento de Rutte. Wilders protagonizaba ayer también la jornada electoral como ha marcado la campaña, y sobre todo el mensaje. Rutte hablaba de soberanía como solo Wilders lo hacía antes y apelaba a los inmigrantes a «integrarse y aceptar las normas de Holanda» y si no, «a coger sus maletas e irse».
Pero al mismo tiempo como ayer, no ha dejado de apelar al voto para «frenar ese efecto dominó del populismo. Que sea Holanda quien lo pare». Y ha acusado a Wilders de no poder resolver ningún problema y solo agravar los ya existentes. Según Rutte «quien quiere cerrar nuestras mezquitas y quitar el Corán a los musulmanes» no puede traer soluciones a la sociedad holandesa.

Orgullo nacional
Wilders por su parte, en una intervención muy serena pero que no parecía muy entusiasta manifestó que esperaba que su partido «salga muy bien parado». Muy frecuente era ayer la apelación ante los colegios electorales al orgullo nacional holandés para protagonizar ese voto frente al populismo que todos los partidos tradicionales ponen en la misma categoría que el Brexit y la victoria de Donald Trump.
Todos los dirigentes políticos de más de una veintena de partidos que habrán de repartirse los 150 escaños del parlamento se reafirmaron en su negativa a negociar con Wilders. Con lo que, al margen del resultado, Wilders no tiene ninguna posibilidad de entrar en un gobierno.
Cierto es que la formación del mismo va a ser tremendamente tortuosa y probablemente muy larga lo dan todos por hecho. Decía el ministro de Finanzas, Jeroen Djisselbloem, que no se pactará con Wilders aunque eso lleve a las negociaciones del gobierno a durar toda la legislatura. Pero cierto es que en las actuales circunstancias de fluidez política en toda Europa lo que hoy es impensable mañana puede serlo menos. Y eso es lo que dice Wilders cuando se le pregunta por su aislamiento político. Hoy, sin embargo, con estos resultados, Wilders está condenado a la marginalidad.

Soberanía frente al atropello turco

El primer ministro, Mark Rutte, se encontró con un regalo en forma de agresión turca cuando ministros de Erdogan pretendieron dar mítines en favor de una nueva constitución autoritaria y de la pena de muerte. Y la aprovechó con virtuosismo político. Con el mero ejercicio de su cargo, al hacer frente con inusual dureza verbal a las diatribas y provocaciones del presidente turco, arrebató a Geert Wilders el papel de adalid de la soberanía holandesa frente al atropello musulmán. Y Wilders no tiene otro perfil político que ese. Él queda anulado como peligro. Porque le arrebataron el mensaje.

miércoles, marzo 15, 2017

EL LIBERAL RUTTE PARTE FAVORITO TRAS ADOPTAR EL LENGUAJE DE LOS POPULISTAS

Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a La Haya
ABC  Miércoles, 15.03.17

Elecciones hoy en Holanda

Antieuropeísmo Holanda se ha convertido en una de las sociedades más críticas con la UE

Cordón «sanitario» Todos los principales partidos aseguran que no pactarán con Wilders

Aunque ha bajado en los sondeos, el ultra Geert Wilders ha conseguido marcar la agenda y el debate de la campaña

Los holandeses acuden hoy a unas elecciones generales en un clima político de extraordinaria agitación interior y exterior, con un igualado pulso entre el primer ministro, Mark Rutte, y el antieuropeísta y derechista Geert Wilders y bajo la angustiada mirada de unos vecinos temerosos del auge de los partidos que cuestionan la inmigración y el futuro de la UE. El grave conflicto que ha estallado entre La Haya y Ankara ha hecho más visible el problema que ha marcado toda la campaña: la inmigración musulmana y la profunda insatisfacción en la sociedad holandesa por los efectos sociales y culturales de la misma.
Holanda, uno de los países pioneros y modélicos en la tolerancia, con una generosísima red asistencial universal para todo inmigrante y la propia multiculturalidad, es hoy pionero en la reacción opuesta que exige una profunda revisión de todo el sistema que lideró. En la calle, hasta los más fieros adversarios de Wilders piden cambios. Y muchos dicen que solo le votarán para dar una lección a los demás.
El líder derechista y antieuropeísta ha encabezado por ello los sondeos en las pasadas semanas y llegó a tener una considerable ventaja sobre Rutte. Sin embargo, este ha sabido remontar y ponerse por delante. Hasta cierto punto porque ha adoptado parte de los objetivos y el lenguaje del propio Wilders. Y salvo en el caso de los Verdes y el izquierdismo, es un hecho que Wilders ha marcado la agenda y el mensaje en la política holandesa como nadie. De lo que paradójicamente podría beneficiarse ahora Rutte por su presencia masiva en los medios en los momentos de crisis intensa de los pasados días. En los que ha mostrado una posición de firmeza incondicional frente a la actitud de Erdogan que, en eso hay unidad nacional plena, los holandeses consideran provocadora e intolerable.

Críticos con la UE
Pese a ello nadie puede descartar que Geert Wilders gane estas elecciones. Porque nadie sabe cómo van a reaccionar los holandeses a lo sucedido estos días, pero sobre todo al hartazgo profundo hacia el sistema, hacia los partidos tradicionales y hacia la UE. Lo que ha hecho de la muy tolerante y antaño manejable Holanda uno de los huesos duros y de las sociedades más críticas hacia la UE.
Los asesinatos de Pym Fortuyn y de Theo Van Gogh han hecho de esta sociedad una de las más consecuentes de las amenazas de intolerancia importada. Mucho más frescas están las imágenes de las manifestaciones de pasados días de inmigrantes turcos en defensa de un ministro que llamaba nazi a Holanda. En caso de que Wilders ganara se escenificaría lo que sucede en el debate político en toda Europa. Y que políticamente se plasmará con mucha probabilidad en las presidenciales francesas. Bruselas, los gobiernos y los partidos tradicionales parten de que una «unidad de todos los franceses anti Le Pen» evitarán que en la segunda ronda el 7 de mayo gane la candidata del Frente Nacional.
En Holanda no hay dos vueltas. Luego el frente contra Wilders es previo. Todos los demás partidos han anunciado que no pactarán jamás con Wilders. Este asegura que si gana logrará romper ese cordón sanitario. Pero no parece probable. Luego Wilders quedaría marginado mientras los partidos tradicionales buscan una solución cuyo principal objetivo es mantener fuera del poder a un partido que podría ser el más votado.
El ministro de Finanzas, Jeroem Dijsselbloem, dice que hasta que haya otra coalición, siempre sin Wilders, seguirá el actual gobierno en gestión «aunque todo ello tarde otros cuatro años». El último sondeo da una ventaja de dos escaños a Rutte, del Partido Popular de la Libertad en Democracia (VVD) sobre Wilders y su Partido de la Libertad (PVV) que habría caído tres y empata con una Democracia Cristiana del CDA recuperada de su hundimiento a causa del trasvase de votos al partido de Rutte.
Les sigue el partido verde de izquierdas, Groenlinks, con su joven líder Jesse Klaver, que logra disparar su presencia de 4 a 20 escaños. En el éxito de Groenlinks coinciden todas las encuestas incluidas las que siguen dando un empate de Rutte y Wilders a la cabeza. Después se situaría D66 de Alexander Pechtold y la socialdemocracia venida a mucho menos del PdVA.
La sopa de letras holandesa es caótica y exige inmensa paciencia para la formación de mayorías. El sistema proporcional hace inevitable ese enorme fraccionamiento del parlamento. Se prevé que no sean menos de doce los partidos que entran al reparto de 150 escaños. Para una mayoría estable harán falta al menos cuatro o cinco partidos.

Partidos minoritarios
Hay dos partidos religiosos defensores de la Biblia, un partido animalista, otro de mayores de 50 y un partido, Denk, que defiende a todo ciudadano que no sea blanco, porque los inmigrantes siempre tienen razón. Hasta en el peor abuso porque estarían vengándose de lo sufrido bajo el colonialismo. En fin, desde lo serio a lo trágico pasando por lo ridículo, la oferta política en Holanda parece la de los diferentes tipos de hachís y marihuana en los coffee-shops con sus propiedades: duras y blandas, graciosas o filosófico-reflexivas. La Europa oficial espera que el resultado no sea como temía hace unas semanas, una droga muy dura para el continente.

Más de 30 partidos
Horario Hay 12,6 millones de votantes, que pueden acudir a los colegios electorales hoy desde las 7.30 horas (GMT+1) hasta las 21 horas.
Partidos Concurren más de 30 partidos. Según los expertos, unos 14 pueden obtener representación parlamentaria.
Sistema electoral Es un sistema proporcional de distrito único. En el Parlamento hay 150 escaños de los que nunca un partido ha conseguido la mayoría.

Resultados de los sondeos
(Estimación del número de escaños)
Mark Rutte
Actual primer ministro, ha sabido mantenerse desde 2010. Rutte hizo historia al ser el primer jefe de Gobierno liberal desde la fundación del VVD en 1948

Sybrand Van Haersma
El democristiano es una de las sorpresas. Ha sabido aprovechar la ola de nacionalismo desde la moderación

Geert Wilders
El populista y gran rival de Rutte ha marcado el tono de la campaña

Jesse Klaver
El ecologista ha ido creciendo en las encuestas. Podría ser una de las grandes sorpresas de las elecciones y convertirse en una fuerza importante para formar Gobierno

Alexander Pechtold
El político socioliberal fue encargado de reformar el partido después de los resultados desastrosos de las elecciones de 2002

Emile Roemer SP (Izquierda) (15)
Socialista radical y euroescéptico, intentó erigirse en la voz del cambio que pedía la ciudadanía

Lodewijk Asscher SPvdA (Socialdemócratas)(9)

El laborista y líder del actual partido de coalición de Gobierno, se enfrenta al batacazo que vaticinan todas las encuestas

martes, marzo 14, 2017

TODOS EN LA INOPIA

Por HERMANN TERTSCH
ABC  Martes, 14.03.17

Los uniformes militares retornarán al paisaje a poco instinto de supervivencia que tenga nuestra sociedad

HACE unos días dos individuos pegaron una paliza a un comandante del Ejército español en Palma de Mallorca. ¿El motivo? Ser del Ejército español. Fue a plena luz del día en pleno centro. Días después fueron detenidos. Esperemos que les condenen a algo más que un fin de semana de inhabilitación y sin chuches. Que es lo que les correspondería si se aplicaran los aparentes baremos de la sentencia contra Artur Mas por lo que de hecho es un golpe de Estado. Porque en algo sí tiene razón Mas: la ley no es igual para todos. Unos pagaron en España por un golpe de Estado con veinte años de prisión. Ahora otros, por lo mismo, pasan dos cómodos años celebrados como perseguidos por una sentencia sin otro efecto que ese rentable victimismo. Todos los golpistas del separatismo en la Generalidad dicen todos los días, por todos los cauces a su alcance que son muchos, que su «prusés» es un golpe de Estado que va a destruir a España como Nación y Estado, dinamitar la Constitución por mil partes y crear una Cataluña independiente. Y los demás, ni caso. ¿Que hay que castigarle un poco? Dos años de inhabilitación. Lo que se penará por arrancar una planta protegida. Menos que por una patada a un burro se paga por patadas sin pausa a las vidas, a los derechos y los intereses de millones de españoles maltratados por la inquina nacionalista. Cuatro años gastando obscenamente el dinero del erario en destruir España y resulta que no hay malversación. Cuatro años presumiendo de sus preparativos, legales e ilegales para el golpe de mano de forzar hechos consumados irreversibles para la nueva República Catalana. Cuatro años dando órdenes contra España con amenazas y recompensas. Premiando deslealtades para la traición suprema. Pues tampoco hay prevaricación, dicen. Estamos en la inopia.

Igual que, hagan lo que hagan, apenas se condena a los golpistas, no ha habido forma de que las instituciones de Palma y la región balear condenaran la agresión al militar, que por supuesto se produjo al grito de «fascista». Solitaria ha sido la condena de la delegación del Gobierno. Desde hace tiempo agrede a los militares lo peor de la sociedad española, desde Ada Colau, las huestes comunistas de Podemos, a toda la subcultura del separatismo y el mantra antiespañol. Ya saben que en España nos borraron los uniformes militares de la imagen cotidiana hace décadas. Dijeron que era para no presentar blanco fácil a ETA. Hubo quien dijo que ya entonces era mentira. Hoy lo sería en todo caso. Los uniformes militares retornarán al paisaje a poco instinto de supervivencia que tenga nuestra sociedad. Como lo hará el refuerzo de toda la simbología del Estado. En otros países será un refuerzo de la práctica común. En España supondrá un cambio de paradigma y el fin de una anomalía. No es cuestión de estética sino de seguridad. A la larga, de supervivencia. En España, donde nadie se entera de un golpe de Estado aunque los autores lo expliquen a diario, tampoco hay conciencia aun de la que se avecina en toda Europa. La crisis de la sociedad occidental ya está cambiando los postulados y hábitos del pasado medio siglo, algunos ya auténticos obstáculos para la convivencia racional y para la autodefensa de la sociedad abierta. ¿Cómo de abierta será la sociedad en unas décadas a la vista de movimientos migratorios masivos y nuevas amenazas y conflictos? Nadie lo sabe aun. Pero los cambios están en marcha. Incluso en esta España en la inopia que solo parece recocerse en necias salsas propias. Y a muchos, golpistas o agresores entre ellos, no gustarán nada.

LA CRISIS CON TURQUÍA IMPULSA EL VOTO ANTIINMIGRACIÓN

Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Amsterdam
ABC  Martes, 14.03.17

El país se encamina hacia una larga etapa de negociaciones tras los comicios

Mañana votan los holandeses un nuevo Parlamento. Lo harán en plena conmoción por el conflicto con Turquía, que adquirió unos niveles de acritud inaudita. Con Holanda, uno de los países tradicionalmente más tolerantes de Europa, tachada de «nazi» y «fascista» por un presidente turco que amenazó con usar a los 400.000 inmigrantes turcos en aquel país como su ejército. Y por los incidentes con los manifestantes turcos del sábado por la noche en Rotterdam, que han impresionado profundamente a la opinión pública.
         
El candidato ultraderechista Geert Wilders (izq), junto al liberal Mark Rutte

Ayer los holandeses pudieron comprobar que salían en su defensa y en defensa de su Gobierno y su primer ministro, Mark Rutte, tanto la Unión Europea como diversos miembros de la misma. Angela Merkel, que había intentado una aproximación menos clara a las provocaciones del presidente turco que Rutte, tachó de «disparatadas» las acusaciones de Erdogan contra Holanda. También la OTAN pidió ayer una urgente limitación de daños y reducción de la tensión entre sus dos miembros en conflicto. Las imágenes de la Policía holandesa con perros batiéndose con una inmensa masa de hombres morenos con banderas turcas están todo el día en las pantallas de las diversas cadenas de televisión. Y quedarán firmes en la memoria de los holandeses, mucho más allá de esta campaña electoral. Asociadas a las palabras amenazadoras de Erdogan, que calificaba a los 400.000 inmigrantes turcos como tropas suyas, tienden a generar enorme inseguridad.
El Gobierno turco acusó a Holanda de uso excesivo de la fuerza y pidió sanciones por ello. Además de insistir en las disculpas que exige de Holanda. El primer ministro holandés ha dejado sin embargo claro que no piensa en ninguna disculpa y que es Ankara quien debe disculparse por «unos insultos intolerables» de Erdogan al tachar a Holanda de «guarida nazi». «Nosotros exigimos una disculpa por estos intolerables comentarios contra un país bombardeado por los nazis y víctima del nazismo», afirmó el primer ministro, Mark Rutte.
Pero nadie se atreve a vaticinar cómo afectarán al resultado estos graves hechos. De momento todo lo que se sabe sobre los resultados que mañana se conocerán a última hora de la tarde es que Holanda volverá a contar con un Parlamento muy fraccionado. Como siempre. Por una ley electoral que permite lograr representación hasta al más diminuto. Y se sabe por ello que será muy difícil hacer un gobierno porque puede que hagan falta hasta cuatro o cinco partidos para una mayoría. Puede, dicen aquí, que esto sea más largo que lo de España el pasado año.
Pero de momento, todas las miradas están puestas en el hombre al que todos los demás partidos y líderes quieren negar el derecho a gobernar por muchos escaños que logre. Ese es Geert Wilders, el líder del Partido de la Libertad ( PVV), un conservador de 53 años que abandonó el VVD, el partido del hoy primer ministro Rutte, para hacer fortuna política con la creciente masa de holandeses insatisfechos con la política de la Unión Europea y con los crecientes problemas con la inmigración y especialmente con la musulmana.
Wilders, que aboga por el cierre de fronteras a la inmigración musulmana y de mezquitas en el propio país, lideró durante meses las encuestas y había caído hace dos semanas por detrás del partido conservador de Rutte. Por lógica, puede ser Wilders el gran beneficiado de la inaudita escalada de tensión y ataques del presidente turco contra Holanda.
Las masas que ondean banderas turcas y jalean a un presidente que llama nazi al país que es generosamente anfitrión de 400.000 turcos con todos los derechos, subvenciones y apoyos no han fomentado las simpatías hacia la inmigración musulmana, que es el caballo de batalla principal, muchas veces único, de Wilders.

El abuso de la tolerancia

Holanda vota en la primera de una serie de elecciones decisivas –Francia, Alemania, quizás Italia– para la suerte de la Unión Europea. Después del Brexit y la elección de Donald Trump nada se teme en Bruselas tanto como una victoria del populista de derechas Geert Wilders. Holanda fue país ejemplar de la multiculturalidad, de la inmigración sin cortapisas y la tolerancia cultural y social. Hoy todo ello es para muchos un inmenso error. El hastío ante el abuso y la crisis, la inseguridad y la reacción hostil a la inmigración musulmana hacen de Holanda la vanguardia de un movimiento de revisión de todo aquello que abanderó.

lunes, marzo 13, 2017

EL «PREMIER» HOLANDÉS SE MANTIENE FIRME FRENTE A LAS AMENAZAS DE TURQUÍA

Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Amsterdam
ABC  Lunes, 13.03.17

Crisis diplomática entre La Haya y Ankara

Mark Rutte tiende la mano a Erdogan, pero sabe que no puede ceder si no quiere perder frente a los populistas de Wilders en las próximas elecciones

El Gobierno holandés mostró ayer voluntad de frenar la escalada del enfrentamiento con el régimen turco de Recep Tayyip Erdogan que, durante el sábado por la noche, llegó a una situación alarmante. Pero el primer ministro, Mark Rutte, ha advertido de que Holanda no cederá ante las amenazas de Ankara. «Somos una nación orgullosa y no podemos trabajar con nadie en estas condiciones de amenazas y chantajes». Rutte respondía así a otra andanada de descalificaciones, amenazas e insultos de ministros turcos –y del propio Erdogan– que advirtieron de que «Holanda aún pagará muy cara» su actitud.
Los líderes turcos exigieron sanciones internacionales contra Holanda a la que volvieron a tachar de «guarida del nazismo» en la que el gobierno, dijo, estaría secuestrado por la extrema derecha de Geert Wilders. Es evidente que Erdogan intenta agudizar el conflicto en varios países europeos para lograr mayor apoyo entre los emigrantes turcos a su nueva Constitución que le otorgará poderes prácticamente ilimitados y dictatoriales.

Hartazgo
A dos días de las elecciones que se celebran en Holanda este miércoles, es evidente que cualquier gesto que se pudiera interpretar por parte de la población como cesión tendría un grave coste electoral para Rutte, que es el único contendiente que puede disputarle al derechista Wilders el puesto de líder del partido más votado. Rutte ya ha demostrado en los pasados meses posiciones de firmeza, e incluso hartazgo hacia sectores turcos que destacan por sus pretensiones insaciables.
No sería la primera vez que también él demuestra, como el propio Wilders y un creciente número de holandeses, que los límites de la tolerancia han sido ya superados en varias ocasiones. El cambio cualitativo está sin duda en que Rutte teme más los efectos electorales que pudiera tener una posición apaciguadora con Turquía entre su electorado que las amenazas del presidente turco. En Alemania, Angela Merkel ha tenido una postura mucho más apaciguadora ante las provocaciones de Erdogan. Tanto, que ha recibido serias críticas, por más que según sondeos encargados por medios cercanos, la mayoría de los alemanes prefiere evitar la colisión frontal con Erdogan.
En Alemania son muchos los políticos que exigen no solo mayor contundencia de la canciller hacia Erdogan, sino pasos concretos como la retirada de los soldados germanos de la base de la OTAN en Incirlik (Turquía). Ayer, el ministro de Finanzas de Berlín, Wolfgang Schäuble, manifestaba que es imposible avanzar en nada relacionado con ayudas financieras a Turquía mientras Erdogan prosiga esta escalada y mantenga preso al corresponsal alemán del diario «Die Welt», que lleva casi un mes en prisión con una disparatada acusación de «militancia terrorista».

Solidaridad danesa
Dinamarca se unió ayer al frente de solidaridad con Holanda, y anunció la suspensión del viaje a Copenhague del primer ministro turco. Según el jefe del Gobierno danés, Lars Rasmussen, aunque Dinamarca quiere cooperar con Turquía, esto no es posible en estos momentos por su actitud y sus ataques a Holanda. Austria y Suiza habían adoptado posturas muy similares a la de Holanda en relación con los mítines oficialistas turcos. Y aunque ayer no hubo reacción al respecto, parece que en diversos sectores holandeses se vio con desagrado que Francia permitiera al ministro de Exteriores turco dar un mitin en la ciudad de Metz y tener una nueva tribuna para arremeter con sus insultos a Holanda.
Rutte declaró que quiere rebajar lo antes posible el tono y la crudeza del conflicto. Pero advirtió de que si Turquía insiste en la escalada, su gobierno respondería sin dejarse intimidar. Los disturbios del sábado en Róterdam fueron calificados por el jefe de gobierno de «pesadilla». Los organizadores turcos del mitin no autorizado al que pretendía acudir la ministra turca Fatma Betul Sayan habían engañado al alcalde de la ciudad, Ahmed Aboutaleb, musulmán de origen marroquí. Este había acudido en la confianza, aseguró, de que desde el consulado turco no se había convocado a los manifestantes. Sin embargo, sí se había hecho. Entonces se produjeron los enfrentamientos entre la Policía y turcos llegados en apoyo del mitin.

Reforma antidemocrática
Todos los países europeos con comunidades turcas importantes ya habían hecho saber que no serían bienvenidos los mítines de representantes de Erdogan en favor de una reforma constitucional antidemocrática y de la reinstauración de la pena de muerte.
Las elecciones holandesas van a estar bajo el signo del enfrentamiento con Turquía, en un conflicto que emerge de la presencia masiva del islam en este país. Unos comicios que vienen tras el Brexit y la llegada de Trump a la Casa Blanca, y que serán un test de la capacidad de aguante de los partidos tradicionales antes de las elecciones en Francia, Alemania y posiblemente en Italia.

Otros incidentes

En Alemania tuvieron lugar los primeros enfrentamientos entre diplomáticos turcos y el gobierno de Angela Merkel, al que Turquía acusó de nazi por suspender algunos mitines. «Solo nos arrodillamos ante Alá», aseguraron.

En Austria han sido cancelados cuatro actos en total. El ministro de Exteriores Mevlüt Cavusoglu tenía previsto participar al menos en uno, pero ante la prohibición para celebrarlo el diplomático turco suspendió su visita al país.

Dinamarca, un día después de la crisis abierta entre Holanda y Turquía, decidió ayer aplazar la visita del primer ministro turco, Binali Yildirim, que iba a participar en un acto por el referéndum.

En Suiza el ministro de Exteriores turco tenía previstos dos actos. El del jueves pasado fue cancelado, y el que tenía previsto ayer en Zurich fue finalmente aplazado, anuncio que se hizo el sábado.

Francia se ofreció ayer como mediadora entre Holanda y Turquía. El ministro de Exteriores francés pidió a Ankara que se abstuviera de hacer «comentarios excesivos» que agravaran la situación.