The Unending Gift

viernes, julio 31, 2015

SIN LEYES HABRÁ HERIDOS

Por HERMANN TERTSCH
 ABC  Viernes, 31.07.15


En cualquier otro país, el mero anuncio de la voluntad de delinquir de un candidato le acarrearía serias consecuencias

ANTONIO Baños es un miembro de ese ejército de periodistas españoles cuya principal obsesión no es informar sino destruir el Estado de Derecho. Eso puede tener mucho que ver con las facultades que imparten periodismo. Como muchas de ciencias sociales y humanidades, se han convertido en España en guarida y cantera de agitadores del totalitarismo izquierdista. Y fuente de una ideología comunista que celebra a criminales desde una brutal subcultura de la violencia y el desprecio a instituciones democráticas, Estado de Derecho y el imperio de la ley. Como miembro destacado de esas camadas del odio que nuestros gobernantes han permitido que se críen y multipliquen en esas facultades, Baños se ha metido en política profesional como separatista y comunista para destruir España y la democracia. E imponer esa dictadura del proletariado que quieren también sus amigos de ETA, a los que tanto han defendido, y sus camaradas de Podemos, con los que se disputan el voto pero comparten los fines.
Lo primero que ha dicho Baños al ser proclamado candidato a la presidencia de la Generalidad por la CUP es anunciar que cumplirá solo las leyes que le gusten. Vamos, que violará todas las leyes que le plazca violar. En cualquier otro país el mero anuncio de la voluntad de delinquir de un candidato le acarrearía serias consecuencias. Como tarde a la hora de asumir el cargo. Se exigiría el juramento o la promesa de respetar y hacer respetar las leyes. Cualquier reserva, salvedad o añadido impertinente que desvirtuara el juramento lo haría no válido y el personaje no accedería al cargo. Lo cierto es que Baños no dice nada nuevo. La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, dijo exactamente lo mismo. Y lo dijo después de haber sido elegida. Arturo Mas lo dice todos los días. Que quienes acceden a sus cargos con voluntad expresa de destruir el marco legal no sean inhabilitados es solo un síntoma más de las tendencias suicidas de esta democracia española, abizcochada por el pensamiento débil y con el músculo moral de una colonia de percebes. Esta costumbre de convertir el acto solemne de juramento de lealtad a las instituciones y las leyes en una zafia y procaz proclama de la voluntad de violar y destruir unas y otras se remonta a los primeros incidentes aislados en este sentido de Herri Batasuna y de sus amigos andaluces en Marinaleda. Pero impunidad y tolerancia han generado una plaga en la que hoy podrían ser ya más quienes acuden al cargo con la promesa de violar la ley que de respetarla. Sobre todo si contamos a los socialistas que, aunque dicen defender la constitución, la violan de inmediato al hacer posible en toda España que los enemigos de las instituciones y las leyes copen cargos y responsabilidades de gobierno. Que Colau, que ha vivido siempre de violar las leyes, ergo de delinquir, se una al presidente golpista de la Generalidad para un frente sedicioso común es lógico. Que el PSOE sea aliado de golpistas, sediciosos y totalitarios filoterroristas en toda España no debiera serlo. Pedro Sánchez no ha llegado aún al cargo que ambiciona, pero parece dispuesto a igualar a Rodríguez Zapatero en infligir daños irreversibles al Estado de Derecho. De la grave responsabilidad que recae sobre el Gobierno de Mariano Rajoy en este terrorífico deterioro de la estabilidad, legalidad, integridad y seguridad en España seguiremos hablando. De las causas de que se haya tolerado lo intolerable hasta hacerlo inevitable. Lo cierto es que cuando un sinfín de partidos acuden a las urnas para destruir el marco legal, y las leyes, sentencias y constitución se violan y desprecian impunemente, debemos prepararnos para, cualquier día, comenzar a contar heridos.

martes, julio 28, 2015

CABEZA ENTERRADA, CABEZA PODRIDA

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  Martes, 28.07.15


En España, la derecha paralizada bajo los calores y humores del Tour de Francia solo balbucea

WASHINGTON acaba de quitar a Cuba de otra de sus listas negras, la de los países que toleran o participan en el tráfico de personas. Hace unas semanas borró al régimen de los Castro de su lista de países que cooperan con el terrorismo. Están en Washington lanzados en maquillar al régimen cubano para retirar impedimentos al paseo triunfal conciliador de Barack Obama con los Castro. Cualquier día de estos tenemos un comunicado del Departamento de Estado en el que anuncia la candidatura de los siniestros Pili y Mili al Premio Nobel ese de la Paz que ya le dieron a Obama. No vayan a pensar que Cuba trafica menos hoy que ayer con personas, armas o drogas, o que Cuba colabora menos con organizaciones terroristas. Si se esmeran tanto como en otras tropelías han ido a más. Porque acosan y pegan a disidentes, incluidas las Damas de Blanco, casi con más saña que antes. Pero da igual. No conviene ver.
Como no conviene ver en el Tribunal Supremo de España que la acumulación dramática de indicios de malos tratos, de violencia abierta y continuada, del ex ministro y europarlamentario socialista Juan Fernando López Aguilar contra su mujer debería haber llevado al político a calabozos y cárcel. Como habría pasado y pasa con miles de españoles, muchas veces además por denuncias falsas, gracias a la ley que López Aguilar y su jefe Zapatero impusieron con mucha ideología y total desprecio a las garantías constitucionales. El archivo de la causa es nauseabundo. Pero esperado cuando la reputación de los jueces comienza a ser parecida a la de los políticos por ellos absueltos. Ninguna ley política de Zapatero abolida. Ni la de López Aguilar y ni siquiera la infame que llaman de la Memoria Histórica que permite ahora la caza de brujas contra todo hombre de bien que no tenga carné frentepopulista.
Dos ejemplos de obscenidad. La credibilidad de Obama es ya tan menor que nadie intenta siquiera defenderla. Hasta sus seguidores reconocen, aunque lo defiendan, el carácter oportunista, mendaz y falsario del trato al régimen delincuente de Cuba. En España, la derecha paralizada bajo los calores y humores del Tour de Francia solo balbucea. Pretendiendo algunos ilusos que la gentuza asustará tanto como ellos necesitan para escapar de la derrota. Ni lo sueñen. El caso Púnica ya está convertido en el único punto de la agenda de actualidad que, gracias a las televisiones de ese duopolio tan amigo, puede competir con la pausada sedición, el golpe de Estado sosegado, la traición tranquila, cuyas diferentes etapas acomete día a día el señor Artur Mas en Cataluña sin miedo ni a un susto. El desprecio a la realidad siempre tiene precio. Con Obama está claro que EE.UU. es menos ante los demás y más débil. Pero Obama se va. Los daños son serios pero no ponen a EE.UU. ni mucho menos en una crisis existencial. Que es exactamente donde estaremos nosotros muy pronto si unos siguen empeñados en violar la ley y otros asustados de cumplir su deber de impedirlo. Se empezó hace mucho tiempo a mirar hacia otro lado. Con la educación, con la corrupción, con el separatismo, con la revancha. Desde todas partes nos llegan avisos y amenazas a nuestra unidad, legalidad, seguridad e integridad. A falta de lados a los que desviar la mirada, para no ver la ofensa, la debilidad, la agresión, nuestros gobernantes ya entierran sus cabezas para no ver. En la esperanza de no tener que cumplir con su deber, postergan y esquivan decisiones cuyo costo y precio aumenta sin cesar. Mientras se pudre el Estado por pura falta de credibilidad de todos los agentes e instituciones. Como una cabeza de pescado bajo el sol.

domingo, julio 26, 2015

LOS LAMENTOS DEL PRESIDENTE

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  Sábado, 25.07.1


Barack Obama no ha mejorado la vida en Estados Unidos, pero sí ha empeorado el mundo

Lamenta el presidente Barack Obama como la mayor frustración de su presidencia el fracaso de sus intentos de imponer a la sociedad norteamericana un régimen de control de armas más estricto. Él habla de un control de armas «de sentido común», cuya necesidad debía ser evidente con las tragedias de asesinatos múltiples que han jalonado sus dos mandatos.
Lo cierto es que la presidencia de Obama se acerca a su fin y sus frustraciones deberían ser muchas. Las ha habido grandes hasta para los más fervorosos seguidores de un presidente que llegó al cargo en una ola de entusiasmo casi histérico en todo el mundo. Con unas expectativas irreales, simbolizadas por aquel ridículo Premio Nobel de la Paz que se le otorgó sin haber hecho o deshecho nada. Por ser negro, por pacifista, por «progresista» y básicamente por presentarse como antítesis del presidente saliente George W. Bush.
Desde entonces, se acumularon las decepciones. Muchas debidas a indecisión, indolencia o errores y fallos de criterios del presidente. Dentro del país son su semiabortada reforma sanitaria y ese fracaso en el control de armas sus principales reveses.
En el exterior son más y más serios. El mundo es más inseguro y Estados Unidos menos respetado y fiable que cuando Obama llegó al poder. Se han producido serias tragedias. Algunas con consecuencias mucho más dramáticas que los crímenes múltiples que el presidente achaca a la plena vigencia de la Segunda Enmienda que rechaza las restricciones al derecho del pueblo a portar y poseer armas. Esta vigencia fue ratificada el 28 de junio del 2010 por el Tribunal Supremo.
Es verdad que cierto mayor control de las armas puede ser razonable. Pero no la hará un presidente que ha gobernado con un alto grado de sectarismo y se ha hecho sospechoso de querer recortar siempre los derechos y libertades de los norteamericanos en favor de un intervencionismo casi europeo. Barack Obama no ha mejorado Estados Unidos y ha empeorado el mundo.

LA TASCA SUPREMA

Por HERMANN TERTSCH
 ABC  Viernes, 24.07.15


Rajoy y Sarkozy parecen hacer planes creyendo que Europa tiene todo el tiempo del mundo para sus planes personales

NICOLAS Sarkozy estuvo hace poco en Madrid invitado por Mariano Rajoy. Una de las principales razones de este viaje debió de ser ir juntos a comer a la Tasca Suprema en la calle Argensola. Allí en la última mesa, el soriano Fernando y su hijo José los tratarían, estamos seguros, de miedo. A Rajoy lo tratan tan bien allí desde que era jefe de la oposición. Acudía muy asiduamente con su jefa de prensa y su escudero mochilero y hacían larga sobremesa, puro va, puro viene. ¡Qué tiempos! Nunca ha tenido prisas ni agobios nuestro presidente, ya célebre por declararse «cómodo y tranquilo» hasta el pasado 25 de mayo, el día en que miles de miembros de su partido habían perdido el cargo y el trabajo. Y escuchaban sin dar crédito a su jefe, embargados todos ellos por un miedo existencial que pronto contagiaron a millones de españoles. Porque aquel fue también el día en que la mayoría de las ciudades de España habían caído en manos de una marabunta bárbara de comunistas, radicales e iluminados que, como era previsible, ya ha lanzado las primeras oleadas de agresiones contra todos los españoles que no comparten ni aplauden sus delirios. Cuando tantos datos económicos nos dicen que España podría consolidar un periodo de crecimiento para solventar algunos de sus principales problemas, todo apunta a que el desprecio a la política de Rajoy se vengará en los españoles. La política irracional que se anuncia triunfante abortará nuestra recuperación y dará un gravísimo golpe, quién sabe si de gracia, al proceso de unidad europea y al euro. Soberbia, inanidad e indolencia han abierto las puertas a los nuevos bárbaros que, si se imponen, sacarán definitivamente a Europa de sus cuadernas. Y el norte se irá con Alemania y el sur se desperdigará, fracasado, precario y peligroso.
Algunos no parecen ver los peligros. O creen que tienen toda una vida por delante. Algunos malvados pensarían en que el expresidente francés vino a Madrid a explicarle a Rajoy cómo sobrevive uno a una catástrofe electoral de las de verdad, de las que afectan a uno mismo, personalmente, no de las que liquidan a los pringaos de los ayuntamientos y a los barones. Quizás, habrán dicho, Rajoy esté preparando ya, con ayuda de Sarkozy, su retorno como candidato del PP para el año 2020. Tras cuatro años de oposición. O quizás no le importe perder esas también y espere al 2024. Sin prisa. Porque sería un chiste que Rajoy sueñe con gobernar él la próxima legislatura. Aunque lo pueda hacer el PP en milagrosa coalición con Ciudadanos. Sarkozy salió muy por la puerta de atrás del Elíseo en el 2012. Tras una presidencia de la República que perdió rotunda y merecidamente después de un mandato sin cumplir nada de lo prometido ni haber hecho nada de lo necesario. Sarkozy no tiene planes para Francia, un país esclerótico que ha fracasado ya en la apuesta de mantener un tándem con Alemania como núcleo duro del euro y de la UE. Tiene el plan de echar a Hollande y ponerse él. Su principal apuesta ideológica ha sido cambiar el nombre de su partido, de UMP a Republicanos, y dejar que sus dirigentes viajen a Crimea para celebrar a Putin. Y disputar a Le Pen algunos de los millones que el Kremlin reparte entre partidos en Francia y el resto de Europa. Con esos mimbres políticos e ideológicos, es decir ningunos, Rajoy y Sarkozy parecen hacer planes creyendo que Europa tiene todo el tiempo del mundo para sus planes personales. Como una sobremesa en la Tasca Suprema. Y lo cierto es que España y Francia están en periodo de descuento. Como lo está Europa entera.

EL DISCURSO DEL REY

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  Martes, 21.07.15


El Rey Felipe nos regaló un texto de esos que siempre se esperan y casi nunca llegan, lleno de inteligencia, emoción y calidad

EL discurso pronunciado ayer por el Rey Felipe VI en Bilbao, con motivo de la entrega del II Premio Reino de España a la Trayectoria Empresarial a José Ferrer Sala, es sencillamente espléndido. Y lo digo en tiempo presente porque espero que permanezca. Con tantísimas verdades como tiene, tan eficazmente contadas sobre España y todos nosotros, sobre la lucha de esta nación por modernizarse frente a las resistencias y rémoras de los diversos atavismos. Son un consuelo las magníficas palabras del Rey, magníficamente articuladas en una sobria exposición de buenas razones para luchar por una España capaz de unir, inspirar y esperanzar. Un consuelo cuando algunos aún tenemos en la retina una imagen que hubiéramos preferido no ver, la de un mequetrefe, autoproclamado traidor a España y cabecilla de la sedición, invitado en el Palacio de la Zarzuela e intentando posarle la mano en la espalda al Monarca. Las ofensas de Artur Mas al Rey, a España y a todos los españoles, incluidos los siete millones que él gobierna, son ya demasiadas como para zanjarlas con un rictus severo del Rey. Somos muchos los españoles que esperamos impacientes a que se acabe la impunidad de que gozan las actividades del presidente de la Generalidad que son un permanente atentado contra nuestras leyes, nuestra Constitución, nuestra dignidad y nuestra convivencia. Esperamos una rápida, contundente y eficaz aplicación de las leyes y el inaplazable castigo a quienes las violan a diario con pasos concretos y gastos del erario en preparativos para la destrucción del Estado.
En Bilbao, el Rey no se refirió a esa malhadada audiencia. Pero habló el Rey Felipe sobre los muchos ejemplos de imaginación, fuerza emprendedora, sacrificio, nobleza, vocación, sentido del deber y generosidad, todas esas virtudes que solo la libertad engendra, a los que España puede mirar con orgullo. Habló de estas grandes cualidades e hizo olvidar las grandes mezquindades tan presentes. Se refirió a nuestros retos, pero también a esos logros que nuestra maltratada autoestima tantas veces olvida o desprecia. Logros que, como también las citadas virtudes, tienen en gran parte su origen y motor en esas dos regiones españolas, el País Vasco y Cataluña, que son no por casualidad los dos protagonistas iniciales de este premio. En la capital empresarial de una de ellas, en Bilbao, se celebró el acto ayer. En la capital de la otra, Barcelona, se entregará la próxima edición de este premio Reino de España que comenzó su andadura distinguiendo a un ilustre empresario vasco, Enrique Sendagorta Aramburu, y ahora lo hace con el ya legendario presidente del grupo Freixenet, Ferrer Sala.
El Rey Felipe nos regaló un texto de esos que siempre se esperan y casi nunca llegan. Lleno de inteligencia, emoción y calidad. Y la ceremonia, como un reflejo, fue un modelo de acto institucional. Es decir, lo contrario a las algarabías políticas tan en uso y, lo que es más grave, tantas veces auspiciadas por las instituciones hoy en día. Las grotescas e indignas barrabasadas de los ayuntamientos tomados por la ultraizquierda en España son ya, como se temía, una auténtica vergüenza internacional, también por esa falta del respeto institucional. El discurso del Rey está cuajado de claves sobre la probidad en el uso de los mecanismos institucionales para el correcto funcionamiento del Estado en beneficio de toda la ciudadanía. Y cómo siempre el respeto a las leyes es el máximo mandamiento para todos. El acto de ayer contó, por cierto, con una impecable participación y un cuidado y respetable discurso del lendakari Íñigo Urkullu. Que parecía esforzarse por distinguirse de un Artur Mas que esperemos tenga pronto ya cita fija con los tribunales. Y no solo con los de la historia, que ya lo han condenado.

UNA LECCIÓN ALEMANA

Por HERMANN TERTSCH
 ABC  Sábado, 18.07.15


Pese a toda la irritación y malestar con la UE y con los griegos, con sus pagos y los insultos, en este país reina la centralidad

Quien haya prestado oídos en estas semanas a la ola de histeria germanófoba en Grecia, en la ultraizquierda europea y en algunos medios españoles que dan risa y vergüenza, estaría ayer bastante sorprendido. El Bundestag, ese Parlamento alemán nazi que quiere despojar a Grecia de sus riquezas y de su carácter indómito progresista, se dejó convencer por una canciller nazi que disfruta viendo a los griegos viejos humillados y a los niños hambrientos, para quitarle más dinero al erario de esa población alemana nazi que solo piensa en conseguir ahora lo que no consiguió en dos guerras mundiales. Y todo para entregárselo a los bravos antifascistas griegos, trabajadores incansables represaliados por sus ansias de libertad. Es lo sucedido ayer en el Bundestag según la grotesca y obscena caricatura con que se «informa» en muchos medios griegos y españoles.
Lo cierto, miserias, odios y complejos aparte, es que Alemania es el país que capea la crisis política actual sin desviarse un milímetro de la ley. Con todos los matices incluidos en su arco parlamentario. Que van desde los partidarios de la salida inmediata de Grecia de la Eurozona, porque consideran que dentro nunca logrará estabilizarse, hasta los que creen que debe haber otra quita, esta masiva e inmediata, para despojar a Grecia de toda presión en la esperanza de que así se convierta en una economía moderna. Desde la resignación a lo ilusorio hay todo en el Bundestag. De todo menos odio.
Al contrario que en otros escenarios políticos europeos. Los únicos extremistas parlamentarios alemanes son los excomunistas heredados de la RDA. En Berlín no ha cuajado ningún populismo, mientras que en Francia, Italia, España o los Escandinavos han intoxicado ya el ambiente y podrido el discurso.
Pese a toda la irritación y malestar con la Unión Europea y con los griegos, con sus pagos y los insultos, en Alemania reina la centralidad. Es el efecto de la mirada limpia al pasado. Por dolorosa que fuera. La mentira del pasado de los otros está de venganza.

LA PUERTA ENTREABIERTA

Por HERMANN TERTSCH
 ABC  Viernes, 17.07.15


Nadie va a cambiar a los griegos que no quieren cambiar y no pueden cumplir unas condiciones cada vez más exigentes

LAS instituciones europeas y los gobiernos de la Eurozona se han movido con prontitud. Con rapidez se han tomado las medidas necesarias para que llegue dinero fresco a Grecia. Los pasos se han dado con enorme diligencia para intentar evitar mayores sufrimientos a la población griega. Sus millones de ciudadanos no merecen sufrir. Por mucho que se hayan esforzado en elegir siempre las peores soluciones. Por seducidos que estén desde la soberbia y autocomplacencia chovinista. Por cómodos que se encuentren en el autoengaño nacionalista y narcisista. Por deshonesto que sea ese victimismo y ventajista. Nadie debe sufrir si se puede evitar. Por mucho que haya colaborado en provocar la situación que causa los sufrimientos. Pero casi dos semanas después del referéndum, y tras los momentos dramáticos de Atenas, Bruselas y Atenas de nuevo, toda la bruma de nervios, las tempestades de declaraciones y la omnipresente confusión no pueden ocultar una sensación muy extendida de que en un mes se ha roto algo en la Unión Europea. Nada va a recomponer algo que ya no está. Que desapareció. De forma definitiva. Irreversible.
No hablamos solo de Alemania, por mucho que allí haya generado especial conmoción lo sucedido. También porque la germanofobia ha alcanzado cotas de disparate inauditas. No ya en Grecia, donde se puede disculpar esa terrible desmesura y ese alarde de odio xenófobo. También en España parece la izquierda decidida a recurrir a los más primitivos mensajes. Y no solo la ultraizquierda homologada a Syriza, los neocomunistas enemigos de la sociedad abierta y libre y por tanto de la Unión Europea. También un PSOE que últimamente vota más en Europa de acuerdo con Le Pen que con el SPD. Los socialdemócratas europeos observan estupefactos la deriva de un Pedro Sánchez llamado todavía, antes de volver a no ser nadie, a hacer más daño del ya causado con la entrega de las grandes ciudades españolas a una muy lograda selección negativa que ha encumbrado al poder a lo peor de España.
En el norte de Europa se ha roto ya el tabú de la salida de Grecia como objetivo deseable. Hoy están en todas partes los que abogan por su salida. Empezando por toda Finlandia y todo el Báltico, más el ministro de Hacienda alemán, Wolfgang Schäuble. Pero también su antecesor, el socialdemócrata Peer Steinbrück, candidato a la cancillería en las pasadas elecciones federales, que lo anunció ayer. En el norte de Europa comienza a extenderse la impresión de que estos últimos años de esfuerzos y miles de millones de ayudas han sido literalmente tirados a la basura. Porque se ha intentado lo imposible, ocultar con ayudas la terrible certeza de que cabe más productividad en un taxi de Múnich que en un estadio en el Pireo. Estas pasadas semanas de sobresalto han impuesto un renovado prestigio de la sobriedad. Y de la modestia. Nadie va a cambiar a los griegos que no quieren cambiar y no pueden cumplir unas condiciones cada vez más exigentes. Grecia está fuera del euro. Ahora se trata de saber qué va a suceder con otros países que quizá tampoco quieran asumir todas las exigencias que plantea la pertenencia a ese euro que se quiere salvar, pero no en todas partes a toda costa ya. Nunca se volverá a repetir con otro país miembro este calvario y alarde de autoengaño que ha sido la gestión de la crisis griega del lustro pasado. No habrá nunca más comprensión y paciencia sin fin para incumplidores en economía ni transgresores en ideología. No se quería dejar ir a Grecia para no crear el precedente. Pero el precedente se dará. Y la puerta de salida quedará entreabierta.

SIN ESCARMIENTO EN CABEZA AJENA

Por HERMANN TERTSCH
 ABC  Martes, 14.07.15


La soberbia y la procacidad en el desafío a todas las normas van a tener un precio muy alto

LOS acontecimientos de los últimos días en Bruselas pasarán a la historia en todo caso. Nadie sabe aún si será como principio de una reactivación del proyecto europeo o como el principio del final de la moneda común y del propio proyecto político de la unidad europea. Como hito en la defensa eficaz del respeto a los principios comunes y a la cooperación reforzada. O como detonante de las cada vez mayores diferencias en el seno de una comunidad de derecho condenada al fracaso de su convergencia por sus diferencias de nivel de desarrollo, de productividad, de mentalidad y de intereses. En todo caso, sí queda claro el resultado primero y más evidente de las largas negociaciones de domingo y lunes. Y es la derrota absoluta de los intentos de chantaje a todos los miembros de la zona euro por parte de un partido extremista llegado al poder en Grecia con esa intención. El histórico y brutal fracaso de este empeño queda consumado con la firma por el primer ministro Alexis Tsipras de un acuerdo con draconianas reformas y fiscalización de las mismas como condición para evitar el hundimiento total de Grecia en la miseria. Ahora habrá de verse si Tsipras y su gente no sucumben en una tormenta de rabia y frustración de un pueblo engañado sistemáticamente por sus dirigentes y por sí mismo. Es posible que la realidad, la terca realidad que la sociedad griega habrá de digerir ahora después de tragarla Tsipras, cause convulsiones que pueden ser muy graves. Y que pueden llegar a poner en peligro la estabilidad del país. Los socios tienen que estar atentos y prestos a ayudar a Grecia en este crucial momento, cuando asume la enmienda total aunque sea bajo la fuerza.
La frustración es inmensa. La soberbia y la procacidad en el desafío a todas las normas van a tener un precio muy alto. Y es posible que quienes más han engañado, los que prometían atajos al cielo, sean los que antes paguen la rabia del pueblo. Los neocomunistas griegos habían llegado al poder con la promesa de abolir la austeridad. En enero, en medio del entusiasmo por su victoria electoral, habían proclamado el fin nada menos que de la sumisión a los poderes e instituciones europeas e internacionales, de la obediencia a las reglas del comercio y hasta la abolición de la pobreza. Cinco meses ha estado el Gobierno extremista de Syriza jugando así con la mentira, con el dinero de todos los europeos, pero ante todo con la vida, la salud, la hacienda, la prosperidad y el futuro de los griegos que se dejaron seducir por sus cantos de sirena.
No hace ni diez días y parece que hace meses ya de ese referéndum cuyo resultado celebraban con frenesí patriótico en una macabra fiesta de bienvenida al desastre. A los griegos, que sufren desde hace cinco años enormes privaciones y angustia por la caída de su nivel de vida, aún se les pueden perdonar la sinrazón, la locura y su demencial desprecio a los demás, su nacionalismo y victimismo agresivo. A quienes no se les puede perdonar lo habido es a todos los que los han jaleado desde fuera, por ejemplo desde España, para animarlos a no cumplir, a equivocarse y hundirse y perseverar en el error. España ha demostrado estar alarmantemente saturada de entusiastas del desmán político, del delirio populista y del abuso que han protagonizado Tsipras, Varufakis y demás. Ahora que ellos se han estrellado, habrá quien piense que entrarán aquí en razón. Pierdan toda esperanza. Si vemos los éxitos de público de nuestros propios demagogos totalitarios, hay que temer que aquí nadie escarmiente en cabeza ajena.

LA UE, UN CLUB EXCLUSIVO DAÑADO POR LA CRISIS HELENA

Por HERMANN TERTSCH
 ABC  Domingo, 12.07.15

Grecia mantiene en vilo a Europa El impacto institucional


Uno de los pilares de la Unión Europea ha sido cumplir las reglas, algo que Atenas parece no entender

Aliados por razón e interés Los padres fundadores pensaron que había que buscar una rápida fórmula de generar intereses comunes compartidos entre enemigos tradicionales por pasión

Exceso de ambición Es posible que las diferencias entre ricos y pobres, capaces e incapaces de adaptarse a los nuevos tiempos, dinamiten definitivamente el proyecto común

La Unión Europea (UE) es una comunidad de derecho internacional para la integración y la gobernanza en común de los Estados y pueblos de Europa. Está compuesta hoy por 28 miembros. Y tiene su origen en la nada extravagante idea de unos estadistas franceses y alemanes y otros, a su cabeza Robert Schuman y Konrad Adenauer, de que quienes cocinan su pan juntos, lo comparten bien y no se pelean. Con Europa convertida en un inmenso mar de escombros y cementerios, con las cotas más altas de barbarie y las más bajas simas de la depravación todas alcanzadas en el supuestamente civilizado y sofisticado viejo continente, los pueblos europeos, tras llorar y enterrar a sus muertos, estaban volcados en la reconstrucción de sus ciudades devastadas e industrias e infraestructuras desaparecidas.

                                                                                     EFE

Pero los más sabios se preocupaban ya por buscar formas de evitar la repetición de la tragedia que acababa de concluir. Tampoco este temor a una repetición era ni mucho menos extravagante. Porque en tres décadas, Europa había causado dos inmensas guerras que estallaron en su corazón y se convirtieron en conflagraciones mundiales. Desde el año 1918 en que concluyó la mayor guerra jamás habida en la historia hasta el comienzo de la siguiente que habría de superarla con creces en extensión, gravedad, número de muertos y devastación moral, pasado solo 21 años.
De ahí que los padres fundadores pensaron que había que buscar una rápida fórmula de generar intereses comunes compartidos entre enemigos tradicionales por pasión para convertirlos en socios y aliados por razón e interés. Y se decidió comenzar esa cooperación por un terreno estratégico, que hasta entonces era un campo de frenética rivalidad entre los Estados. Es decir, empezar por las materias imprescindibles para la industria necesaria para fabricar las armas requeridas para despedazarse los unos a los otros.
Y así se comenzó aquella labor desde un principio con el acuerdo para compartir y coordinar la producción y el comercio común del carbón y del acero. Casi 65 años han pasado desde aquella constitución en 1951 de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), con la participación de Alemania, Francia, Italia, Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo. Lo que desde entonces ha sucedido entra de lleno entre lo logros estelares de la humanidad. Y por mucho que algunos hoy vean peligrar todo ese proyecto esto es ya un hecho incontrovertible. Porque el inmenso éxito de la Unión Europea no podría ni discutirse ni negarse aun si llegara a su fin. Los 28 estados miembros de la UE han entrado todos en ella voluntariamente, muchos después de inmensos esfuerzos por lograrlo, frecuentemente con ingentes sacrificios de sus respectivas poblaciones por cumplir las condiciones requeridas para entrar en este exclusivo club de prestigio. Siempre ha habido una cola para entrar. A veces muy larga.
La Unión Europea siempre ha sido un poder suave en el que ha regido a lo largo de su historia –hasta niveles muy poco prácticos y disfuncionales– el principio del pleno acuerdo y por tanto del veto. Ha habido muchos casos de conflicto desde el principio porque en dirimirlos está gran parte de la razón de su existencia. En resolverlos, desde los conflictos pesqueros a los lácteos, los eternos problemas de presupuestos y de cuotas u otros choques de intereses entre países que, según iba creciendo la comunidad de estados, tenían menos base común y más posibles diferencias. Pero toda la organización y su amplia e intensa institucionalización está concebida con una vocación garantista y de buena fe como jamás lo ha sido otra comunidad de derecho. Por eso han sido pocos los enfrentamientos de instituciones y miembros contra uno de ellos aislado por algún litigio o problema. Y jamás hubo un caso como el de Grecia dentro de la zona euro, con su conflicto total con los órganos de la UE que ha llevado a un lenguaje y una relaciones que no tienen precedentes en la historia común.

Desafíos y enfrentamientos
Grecia ha desafiado reglas y principios y ha llevado el enfrentamiento a unos niveles absolutamente desconocidos y algunos creen que irreversibles. Muchos creen que aunque hubiera ahora acuerdo inicial, se ha roto ya algo irrecuperable. Y que las dificultades de un gobierno como el griego a hacer una política de reformas, unidas a esa destrucción de la mínima base de confianza y buena fe necesaria llevarán más temprano que tarde a una salida de Grecia de la moneda común. Se verá si entonces la hostilidad no es ya tan grande que pueda crear una dinámica que acabe con la salida de Grecia hasta de la UE.
Quizás el caso más espectacular, y desde luego sin precedentes, fue el de las sanciones impuestas a Austria en el año 2.000 por la formación de un gobierno de coalición de los democristianos de la ÖVP con los populistas ultraderechistas del FPÖ de Jörn Haider. Hoy parece una broma la ofensiva, incluidas las sanciones, lanzada por la Comisión y los entonces trece otros miembros contra la decisión electoral de los austriacos que en ningún momento violaron ni pusieron en duda ningún acuerdo ni principios de los Tratados. Todo por la acusación o sospecha del carácter xenófobo que se mantenía sobre el FPÖ. El agravio comparativo fue realmente escandaloso. Nadie pidió sanciones por los acuerdos de Silvio Berlusconi con xenófobos de la Lega Nord en Italia. Nadie los pidió contra un Gobierno de la extrema izquierda como es el de Alexis Tsipras. Ni por sus numerosas deslealtades y afrentas a la UE. El caso de Austria duró tan solo unos meses. Y aunque muchos consideraron entonces injusto el trato, la cohesión de la UE no estuvo en duda.
Todos los países recién liberados de la tiranía comunista hacían cola para ingresar en este club exclusivo de lujo, con su altísimo nivel de vida, su calidad democrática y su prestigio de eficacia y buen hacer. Hoy, la tremenda crisis de la pasada década ha dejado inmensas grietas. La buena imagen de la UE es cuestionada por muchos. Como lo es el propio futuro del euro o al menos la continuidad en el mismo de diversos estados. Angela Merkel ha dicho que del futuro del euro depende el futuro de la UE.
Es posible que la unión haya pecado de exceso de ambición y las diferencias entre norte y sur, entre ricos y pobres, entre capaces e incapaces de adaptarse a los nuevos tiempos, dinamiten definitivamente el proyecto común. Sería un pésima noticia para todos, pero ante todo para el sur. El norte se organizaría en torno a Alemania. El sur se desperdigaría. Se desmoronaría nuestro bienestar pero ante todo nuestra seguridad en un mundo cuajado de amenazas. Porque dejaría de funcionar el principio que dio pie a esta maravillosa aventura común de la Europa unida en libertad y prosperidad. Que los que cultivan juntos sus intereses no se matan entre ellos.


UN DAÑO IRREPARABLE

Por HERMANN TERTSCH
 ABC  Sábado, 11.07.15


Grecia no va a aplicar reformas hacia una economía más abierta porque quien la gobierna va en sentido contrario a la historia

Pase lo que pase este domingo con Grecia, estos seis pasados meses han causado un daño inmenso, acaso irreparable, en las estructuras de Europa. Quede Grecia dentro de la zona euro hasta la próxima crisis o emprenda el camino de la moneda paralela o del abandono directo del euro, las relaciones dentro de la UE nunca serán las mismas. Desconfianza y hostilidad sin precedentes han surgido y no se irán. No solo entre Grecia y otros. Hay daños en otras relaciones importantes. Pero con Grecia serán para muchos insalvables.
Un ministro griego que llama terroristas a sus colegas y a las instituciones europeas o la convocatoria a los griegos a castigar «al enemigo», en referencia a unos socios que le han prestado 340.000 millones y a los que ahora pide 60.000 millones más, no se olvidarán. Ni ese voto «no» con el que Tsipras, mediante el engaño, hizo rehén al pueblo griego.
Se ha abierto una herida que no sanará con créditos de urgencia. Con el izquierdismo radical de Syriza fortalecido, Grecia será un enemigo que solo busca reclutar otros que se sumen para destruir la Unión Europea de la sociedad abierta y la economía libre de mercado. Grecia no va a aplicar reformas hacia una economía más abierta porque quien la gobierna va en sentido contrario a la historia. Y cree que con otros movimientos populistas en Europa va a poder acabar, más temprano que tarde, con las democracias «burguesas» y el capitalismo. Ningún socorro despertará gratitud. Ninguna ayuda los desviará de sus objetivos.

TSIPRAS BUSCA HOY EN CASA APOYOS A UN PLAN QUE APRIETA EL CINTURÓN

Por HERMANN TERTSCH
 Enviado Especial a Atenas
 ABC  Viernes, 10.07.15

Se agota el tiempo para Grecia El debate político


El ala más radical de Syriza advierte de que no aceptará más medidas de austeridad

Que el Gobierno griego sea optimista, anuncie ya un paquete realista y sostenible y un acuerdo inminente con los acreedores como hacía ayer no sorprende ni conmueve. Es algo que ha hecho siempre antes de las grandes decepciones que ya ha protagonizado en cinco meses en el poder. Pero ayer el primer ministro Alexis Tsipras sí parecía exponer a su gobierno, partido, y después a todas las fuerzas, un paquete de medidas de cerca de más de 12.000 millones de euros, mucho más fuerte que el previo de 8.000. Aprobado en consejo de ministros ayer por la tarde, el plan será sometido hoy mismo a la aprobación del Parlamento heleno. Sin embargo, Tsipras, que no tiene que esperar esta aprobación, se decidía anoche a enviarlo a Bruselas donde habrá de ser estudiado. De no ser aprobado el domingo por la reunión del Consejo Europeo comenzaría el procedimiento para la salida del euro de Grecia. Ayer desde todas partes se volvió a reiterar que esa salida es lo que todos quieren evitar, pero que hacerlo solo está en la mano del Gobierno griego.
                                                                                            REUTERS
Manifestación a favor de la Unión Europea celebrada ayer frente al Parlamento griego

Aunque el ala izquierda de Syriza proclamó a través del ministro de energía Panagiotis Lafazanis que «no queremos un tercer paquete de rescate que imponga más austeridad sin ninguna perspectiva para el país. Grecia no se enfrenta a su ejecución ni aceptará hechos consumados» . Esa retórica que fue general en el Gobierno antes y después del referéndum.
Todo el Consejo Europeo y especialmente Angela Merkel, está bajo una fuerte presión para no aceptar el nuevo tercer rescate que pide Grecia si de su plan no se desprenden medidas de reforma reales y eficaces. Lo que supondría un giro de 180 grados en la política del Gobierno del partido ultraizquierdista de Tsipras y del ultraderechista de su ministro de defensa Panos Kamenos. Este anunció ayer la aprobación del paquete y se declaró convencido de que habría acuerdo con la instituciones europeas antes del domingo.

Más esfuerzos

El nuevo paquete requerirá muchos más esfuerzos a la población dado que las últimas decisiones del Ejecutivo, el referéndum entre ellas, han infligido un durísimo revés a la economía que se halla al borde del colapso. Los bancos seguirán cerrados y de no haber un acuerdo político quedaría cerrada también la línea de créditos de emergencia del BCE. Grecia necesita esa línea de crédito urgente para evitar un colapso que puede ser inminente tras ya dos semanas con los bancos cerrados y la economía en parálisis. Pero lo importante es que este nuevo paquete tenga credibilidad para todos los 28 miembros que se reúnen. Una credibilidad que Tsipras ha perdido en estos cinco meses y que tocó fondo en la cumbre esta semana en Bruselas cuando un Gobierno de Syriza que había insultado a sus interlocutores en la campaña al referéndum llegó a Bruselas sin nada más allá de la solicitud de dinero para salir de una situación ya desesperada. Todos esperan que esta vez vaya en serio el Gobierno griego porque la otra parte no puede retirarse de su compromiso de que sin acuerdo el « Grexit» es un hecho.

Pronto desenlace
Los partidarios del «sí» a Europa se manifestaron ayer en Atenas con la amarga certeza de haber tenido razón. Y no haber caído en la enésima mentira de Tsipras de que el «no» del bofetón a Europa solo era bueno para Grecia. Ahora Tsipras tiene un plan más duro que los que rechazó. Y puede que inútil. Que no le crean. Convencidos de que Syriza jamás cumplirá. De que es incompatible con la UE. Grecia fuera sería una desgracia. Grecia dentro, así, lo es. Se teme una Grecia fuera como Estado fallido. Se teme dentro el cuerpo extraño que dinamite credibilidad y futuro de la UE. La elección entre dos males. El desenlace: pronto.

TSIPRAS ACABA CON LA GRECIA LIBERAL Y DE ECONOMÍA DE MERCADO

Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Atenas
ABC  Jueves, 09.07.15

Se agota el tiempo para Grecia  La decepción


El primer ministro griego se apoya cada vez más en la juventud urbana y cultiva un discurso nacionalcomunista

Contra el chantaje de la UE «Estoy preocupada, pero no aguanto más por dignidad. Mejor pobres que esclavos, estaremos mejor con nuestra moneda», dice una joven ateniense

En momentos tan dramáticos y angustiosos, tan trascendentes como los que atraviesa la sociedad griega estos días, las realidades y las fabulaciones se confunden con opiniones y sentimientos hasta generar una cacofonía en la que casi nadie sabe ya qué pensar. En Atenas había ayer gente que decía tener confianza en que habría un acuerdo entre Grecia y el Eurogrupo. En realidad es puro voluntarismo. Nadie quiere creer que la pesadilla es posible. Nadie quiere pensar que ya es hasta probable, al menos para las agencias calificadoras y observadores exteriores, que el lunes Grecia inicie su andadura fuera del euro. Tampoco lo quieren creer los que aún vierten su indignación contra Europa y ya se sienten irritados hasta al ver a periodistas extranjeros por el centro de Atenas. Ya no es infrecuente escuchar proclamas a viva voz de desprecio a Europa y deseos de que se hunda.
El discurso populista ha arraigado. Pero sus mitos no pueden con la terca realidad y los bancos seguían ayer cerrados y lo estarán ya hasta el lunes próximo al menos, pese a todas las rimbombantes promesas del primer ministro Alexis Tsipras y su dimitido ministro Yanis Varufakis. Y dicen que la semana próxima ya no se podrá sacar más que 60 euros a la semana y no al día como hasta ahora. Hoy saldrán a la calle los derrotados del domingo, todos los que creen que la salvación de Grecia está dentro de la Unión Europea y que todos los sacrificios necesarios merecen la pena porque toda alternativa es terrible. Las trincheras entre unos y otros, entre un miedo y el otro, se comenzaron a cavar antes del referéndum. Cada vez son más profundas.

Medidas más concretas
El primer ministro anunció en Atenas que ya estaba en Bruselas su solicitud oficial de un tercer rescate para Grecia. Y que en ella expresa su disposición a medidas fiscales y reformas reales y sostenibles, como reza su lenguaje habitual. Siempre para diferenciar sus medidas de las de la denostada «austeridad», palabra maldita. Aunque nadie informado ignora que las medidas de Tsipras tendrán que ser muy parecidas a las que ha rechazado consistentemente. Hasta llevar a su país en cinco meses adonde nadie creía que habría de llegar. Mañana llegarán a Bruselas esas propuestas, que habrán de ser mucho más concretas de lo habido hasta ahora. Porque lo que la desgraciada cumbre del martes sí ha logrado es generar una certeza de que Grecia está ante el inmediato desenlace del drama que ya se prolonga un lustro.
El anuncio fue bien claro. El viernes se esperan las propuestas del Gobierno griego. Si el domingo el Consejo Europeo no las considera satisfactorias, el lunes comenzará a aplicarse el escenario preparado para la salida de Grecia del euro. Las consecuencias e implicaciones de este desastre para el proceso de unión en Europa aún no están claras para nadie. Pero los devastadores efectos sobre la economía, la sociedad y la vida en Grecia son tan previsibles como terribles. Muchos griegos están profundamente angustiados y atemorizados ante el futuro. Y sin embargo, son muchos lo griegos que se cierran a esta evidencia.
La joven Katerina ante el supermercado dice que prefiere salirse del euro para demostrar a los alemanes que los griegos no se doblegan. Una mujer, Sotiria, pregunta si alguien cree que puede ser peor que lo vivido en estos pasados cinco años. Y nadie le dice que, por supuesto, será muchísimo peor. Pero si algo ha conseguido el populismo de extrema izquierda en este hasta ahora su principal campo de experimentación y éxito en Europa es convencer a la gente de que no tienen nada que perder. Han conseguido que la palabra austeridad sea maldita y en el otrora muy burgués barrio de Exargia, del que radicales y autónomos han expulsado a los vecinos que tenían dinero para irse y no soportar la permanente agitación callejera y acosos ideológicos, no se encuentra a ningún joven que prefiera un plan racional de reformas y reestructuración de acuerdo con la instituciones europeas. Panos: «Yo trabajo en un café. Estaremos mejor fuera del euro, seremos más competitivos». María: «Estoy preocupada pero no aguanto más por dignidad. Mejor pobres que esclavos». Nikos: «Si nos chantajea la UE no queremos pertenecer a ella». Fotis: «Con nuestra propia moneda empezaremos de cero y seremos amos de lo nuestro». Los jóvenes que no iban habitualmente a votar acudieron en masa al referéndum del domingo para mostrar su rabia, su desprecio a Europa y a sus reglas. Pero también su plena identificación con un profundo nacionalismo desde la extrema izquierda que viene a ser un nacionalcomunismo firmemente instalado en la juventud urbana.
Una pareja contempla el atardecer ateniense desde la colina Licabeto

Frente a esta juventud radicalizada, los griegos moderados que aspiran a mantener una sociedad abierta, liberal y con economía de mercado cada vez más desarrollada e integrada en Europa, ven como se hunden todos sus sueños. Y cada vez se hace más posible lo que para ellos es la pesadilla de una Grecia aislada con un régimen izquierdista resentido, hostil a Europa, colectivista y restrictivo en las libertades individuales.

EL «ORGULLO» DE TSIPRAS NO DA DE COMER

Por HERMANN TERTSCH
 Enviado Especial a Atenas
 ABC  Miércoles, 08.07.15


Si no se llega a un acuerdo pronto, Grecia va a necesitar ayuda humanitaria

Cinco meses de drama Ha llegado el momento en el que Alexis Tsipras debe enfrentarse al dilema: «O lo tomas o lo dejas y te vas»

Una tarde de angustia la de ayer para los griegos que casi no se atrevían a escuchar las noticias que llegaban de Bruselas. Una angustia que previsiblemente continuará hoy. Allí estaba su primer ministro Alexis Tsipras, al parecer con una oferta con la que quería llegar a un acuerdo para conseguir ayuda inmediata que evitara el colapso general de la economía. Las noticias eran todo menos tranquilizadoras para los griegos. Había muchos nervios y confusión a la hora de interpretar las palabras y los hechos que llegaban de una capital europea en la que se estaba dirimiendo el futuro de millones. Todos pendientes porque de las palabras que lleguen de allí dependen tantísimas cosas para tantísima gente que ayer y hoy no podía ni puede hacer otra cosa que esperar para ver si hay algún tipo de salvación, por duro que sea el camino, pero con esperanza. O si realmente se va a producir ese colapso en el que nadie quería pensar la semana pasada, y que, de repente, todos ven como inminente, como solo evitable por poco menos que un milagro.
                                                                                             REUTERS
Un jubilado espera en la puerta del Banco Nacional de Grecia en Atenas para cobrar su pensión

La alarma había cundido primero cuando se habló de la estupefacción en el Eurogrupo cuando los ministros de Finanzas comprobaron que su colega griego, Euclides Tsakalotos, había llegado a Bruselas con las manos vacías. Después se dijo que sería Tsipras el que llevaba la oferta. Ayer u hoy, una oferta de Grecia que viene a ser, dicen, muy parecida a la oferta que se rechazó hace quince días. Entonces, para qué se preguntan algunos, todo este sufrimiento de estos días. Todos recuerdan en Grecia que el primer ministro había prometido un acuerdo para el caso de que, como sucedió, ganara el «no» en el referéndum.

La hora de la verdad
Nadie quiere creer que no se llegará a ese acuerdo, sea el que fuere, porque ahora ya se percibe en Atenas una convicción generalizada de que Europa, pero especialmente Grecia, está ante la hora de la verdad. Ahora ya, cuando se cumplen los diez días con los bancos cerrados, cuando se ha desvanecido el último entusiasmo de la épica de resistencia al enemigo exterior que tanto se festejó el domingo, han llegado los días decisivos, el desenlace de cinco años de drama diario. Ha llegado el momento en el que el primer ministro Alexis Tsipras, ya sin ningún aliado en Europa después de su aventura nacionalista del referéndum, con 18 países muy distintos entre sí – ya todos de acuerdo en que la conducta y actitud del gobierno griego ha sido inaceptable–, se enfrenta al dilema en sus términos de mayor crudeza: «O lo tomas o lo dejas y te vas».
Tsipras ha llevado en cinco meses el drama a este punto en el que, eso sí, lleno de orgullo patrio, después de trasladar la responsabilidad a la sociedad, tiene que ir a pedir desesperadamente a Bruselas, a mendigar dicen algunos interlocutores en Atenas, porque la situación económica ha llegado a un punto tan catastrófico que, si no hay una solución acordada de urgencia, cada vez más difícil, en cuestión de días Grecia podría necesitar, no ya un rescate financiero, sino urgente ayuda humanitaria.
La Unión Europea prepara de hecho ya planes para una situación de emergencia que se daría si no se llega a un acuerdo en esos días o si un cúmulo de acontecimientos finalmente desencadenan una situación no controlada que podría hundir en días a los principales bancos griegos y llevaría a una situación dramática en la asistencia alimentaria y sanitaria.

Añadido artificial
Atenas, con el pulso muy bajo, bajo un calor que ha comenzado a apretar ya en los dos pasados días, espera acontecimientos lejanos que afectarán a todos los griegos probablemente para generaciones. En los barrios aun casi ricos, como Kolonaki, tanto en los pobres, que son ya casi todos los demás, se ha instalado entre la gente en las terrazas un ambiente de miedo resignado en el que nadie quiere hablar de lo que cada vez resulta más probable: una salida del euro y así una situación para muchos de inmensa soledad. Porque por mucho que se haya vilipendiado al resto de los europeos, y especialmente a los alemanes, los griegos sí se han considerado todas estas décadas como parte de la Europa occidental desarrollada, de la que en rigor nunca fueron parte más que como un añadido artificial por motivos geoestratégicos del siglo XX.

Igual que en el siglo XIX, ocuparon un lugar privilegiado entre todos los países balcánicos en los corazones de las potencias de Europa occidental. En estas horas dramáticas, la Grecia, tanto tiempo mimada por Europa, ha dejado de serlo, se siente frágil, pobre y herida. Espera aun que no pase lo que hace unos días decía desafiante que nada le importaba asumir. Y que sin embargo teme porque sabe que aun tiene mucho que perder.

Impedir el estado fallido
La situación es dramática. El tercer rescate es absolutamente necesario. Pero Tsipras ha logrado que Europa se haya dado cuenta de que Grecia es insoportable. El factor que hace que, pese a ello, persistan las reservas a que salga Grecia del euro es el temor al estado fallido. Es justificado. Lo subraya Yorgos Kumutsakos, un diplomático, un liberal de Nueva Democracia, uno de los líderes llamados a tomar el testigo de la desprestigiada vieja guardia que se va con un Samarás que dimitió después del referéndum. Kumutsakos recuerda que el presidente Konstantino Karamanlis siempre habló del anclaje europeo como fuente de prosperidad, de democracia y seguridad geopolítica y estratégica. Los tres aspectos se ven amenazados. La OTAN y la UE no podrán gestionar un estado fallido tan cerca de tanto drama, con Siria en pleno estallido, todo Oriente Medio desestabilizado, un norte de África amenazante con el islamismo y la inmigración que entra masivamente por las islas y unos Balcanes en los que retorna el nacionalismo al alejarse la esperanza europea. Una Grecia estable y alineada en la defensa común ha sido una joya valorada por Occidente. También eso está en peligro.

martes, julio 07, 2015

CANTO A LA BUENA FE

Por HERMANN TERTSCH
  ABC Martes, 07.07.15


Cuando un grupo de países esclavizados todos por el comunismo pudo liberarse y elegir, todos quisieron entrar en esa comunidad de la buena fe

HACE ahora 70 años, con el final de la II Guerra Mundial, la Europa occidental que tuvo, salvo excepciones, la suerte de volver a gozar de libertad y democracia, se ingenió y desarrolló unos instrumentos muy básicos para intentar evitar que ese odio, que había convertido en dos ocasiones todo el continente en un desierto de escombros, no volviera a surgir. Y para ello fomentó primero el comercio y la industria conjunta para que los pueblos y la gente tuviera intereses comunes, que cuanto más fuertes fueran más sólidos obstáculos serían para cualquier estallido de diferencias étnicas o ideológicas. Así comenzó, como un intento de crear mecanismos para hacer imposible una nueva guerra entre los dos grandes, Francia y Alemania, una aventura de cooperación que no dejó de crecer, intensificarse y fortalecerse desde entonces. Y que fue ampliándose a cada vez más países, que todos accedían voluntaria y muy gustosamente a formar parte de esa comunidad de derecho que ofrecía cada vez más ventajas a sus miembros. Muy pronto era ya una asociación de Estados con mucho prestigio y con gran influencia y creciente riqueza. Pero su principal atractivo, su principal valor era, nadie podía dudarlo, la buena fe.
Todos los miembros de aquella comunidad a la que habían llegado con ansias de superación, con esfuerzos por igualarse por arriba con los más desarrollados y mejor dotados, estaban allí porque querían estar. Y porque les era una satisfacción y un orgullo. Todos querían aportar lo mejor de sí mismos para que aquella extraña y magnífica alianza sin precedentes, cuyo único fin real era la paz entre todos sus miembros, el desarrollo y la prosperidad de sus sociedades y la libertad y seguridad de sus miembros, funcionara cada vez mejor y fuera capaz de extender sus confines para ofrecer todos aquellos bienes tan escasos en el mundo a los vecinos que se sintieran atraídos y capaces de participar. Las condiciones para entrar estaban claras. Había que ser democrático, había que desear y promover la paz, había que garantizar la libertad y los derechos humanos y civiles, y había que prometer probidad y honradez en el trato, así como el cumplimiento de los acuerdos y la palabra dada. Como no toda la vida es un cuento tan bello, con la llegada de nuevos miembros, cada vez más distintos y de países más lejanos entre sí, aumentaron las diferencias de condiciones, de historia, de nivel económico y de carácter. Y tantas diferencias trajeron inevitablemente consigo la diferencia cada vez mayor de intereses y objetivos. Hacerlos coincidir o ser al menos compatibles se convirtió en una tarea laboriosa. Y se agravaron los problemas y llegaron las crisis y el europesimismo y el eurofatalismo. Y sin embargo, cuando un grupo de países esclavizados todos por el comunismo pudieron liberarse y elegir, todos quisieron entrar en esa comunidad de la buena fe. Porque se daba por hecho que todos compartían los principios elementales de la defensa de la libertad y cooperación y a partir de ahí todas las dificultades eran superables. Todos pecan porque son imperfectos. Pero se buscan soluciones entre todos. Pero aquella insólita comunidad de la buena fe estalla cuando uno de los miembros se convierte a una ideología que es incompatible con la comunidad. Porque es incompatible con la libertad. Entonces ese miembro comienza a hacer trampas y a ejercer la coacción hacia otros. Y exige y no cumple. Y desprecia la palabra dada y gasta lo de los demás. Y se convierte en un matón que aterroriza y chantajea a los demás. Y allí muere la buena fe.

TSIPRAS SACRIFICA A VARUFAKIS PARA CONGRACIARSE CON EUROPA

Por HERMANN TERTSCH
 Enviado Especial a Atenas
 ABC Martes, 07.07.15


Grecia desafía a Europa La política interna

Al júbilo del resultado del referéndum le sigue la angustia por el incierto futuro de las negociaciones

Apoyo de la oposición a la negociación Los líderes de los principales partidos apoyaron a Tsipras en las negociaciones con los acreedores, pero de poco servirá si Atenas no presenta un plan creíble

Tras la fiesta, la pesadumbre Ayer las colas seguían ante los cajeros que todavía tienen dinero. Y los bancos amanecieron cerrados. Y se supo que lo estarían al menos hasta el miércoles

¡Qué distinto el lunes de la noche del domingo! ¡Cuánta preocupación y pesadumbre solo horas después de la fiesta desbordante por el centro de la capital griega! La eficacísima limpieza de madrugada de las calles del centro hizo desaparecer todos los vestigios del arrollador entusiasmo nacionalista que espontáneamente surgió al confirmarse que lo que anunciaban como una pugna muy igualada iba a ser una abrumadora victoria del «no» en el referéndum.

                                                                                                  AFP
El primer ministro griego, Alexis Tsipras, se dirige a la sede del palacio presidencial de Atenas

El lunes trajo consigo un afán mucho más apesadumbrado. Porque el drama de Grecia solo había sido olvidado durante unas horas de alegría. Y las colas seguían ayer ante los cajeros que todavía tienen dinero. Y los bancos amanecieron cerrados. Y se supo que lo estarían al menos hasta el miércoles, cuando les habían dicho que el primer ministro, Alexis Tsipras, iría ya el lunes a Bruselas y que el acuerdo estaba prácticamente impreso para firmar. A falta de cuestiones menores. Y después todo se solucionaría a lo largo de la semana si un número suficiente de griegos tenían el coraje y el patriotismo de decir que «no», que rechazaban las imposiciones del Eurogrupo porque la orgullosa nación griega va a dar una lección de democracia a todo el resto de Europa. Fueron muchos más que los suficientes, fueron más del 61% de los votantes los que dieron ese apoyo a Tsipras. Para que hubiera esa solución urgente. Ayer no se produjo.

Controvertido y provocador
De momento no viajó el primer ministro ni nadie a Bruselas, porque no estaban invitados. Cierto que ya por la mañana se produjo un gesto que revelaba intentos de Atenas de recomponer algo su imagen en el exterior. El Gobierno anunció que dimitía el ministro de Finanzas, Yanis Varufakis, el controvertido y popular provocador que ya era imposible de mantener en el gabinete porque nadie en Europa se iba a sentar a su mesa.
Era ya un indeseable para el Eurogrupo antes de llamar terroristas a los interlocutores en víspera de la consulta. Le sustituye en el cargo otro economista marxista, más ortodoxo en su izquierdismo, aunque sea doctor por Oxford y de una familia rica. Euclides Tsakalotos es un académico anticapitalista que cree en la movilización de las fuerzas comunistas de toda Europa para acabar con la Unión Europea tal como la conocemos. Y que no será menos duro que Varufakis. En realidad ha sido ya desde abril el que ha llevado las riendas de las negociaciones con el Eurogrupo. Desde que la personalidad del ministro hizo imposible algunos tratos personales.
El nuevo ministro es un radical ideológicamente, pero con buenas maneras «oxfordianas». Pero que nadie piense que cambia la dirección. Fue Tsakalotos quien decidió la espantada de las negociaciones. Aunque hay quienes dicen en Atenas que él fue contrario a la convocatoria del referéndum que, según apuntan, era idea de Varufakis. Ayer Tsakalotos se presentó como un firme soldado de la causa de la izquierda griega y europea. De la nueva izquierda que tiene la misión de superar esta organización política defensora del capitalismo que gobierna la Europa libre desde el final de la II Guerra Mundial.

La noche del desquite
La noche había sido como un gran sueño para millones de griegos. La noche del desquite. Era la tan deseada bofetada, contundente y sonada, del pueblo griego a los acreedores, a los despreciados organismos internacionales, a las malditas instituciones europeas, a la odiada canciller Angela Merkel. Y se triunfó. Y bailó y cantó y se abrazaron desconocidos en la plaza Syntagma y muchos lloraron pensando en sus humillaciones y los agravios que han sentido, reales por sentidos, causados por la precariedad, la necesidad y la pobreza rampante.
Los griegos no creen merecer lo que les ha pasado y la inmensa mayoría creen o quieren creer que los culpables de su tragedia están lejos de Grecia. Que sus propios pecados son todos veniales ante los castigos brutales que han traído estos pasados cinco años. Por eso creían de justicia decirles a los acreedores que no. Aunque no supieran a qué decían «no», porque la pregunta era incomprensible. Les bastaba saber que los acreedores querían otra respuesta. Y dijeron «no». Como le dijo «no» a Benito Mussolini en 1940, cuando exigió la entrega de la soberanía griega a sus tropas, el 28 de octubre. Oxi, No. Y hubo guerra y terrible ocupación y la llegada de los alemanes. El Gobierno de Alexis
Tsipras logró presentar ese referéndum sin garantías que había convocado una semana antes con una pregunta incomprensible como una respuesta de solemne proclamación de dignidad nacional, como una reedición del día del Oxi, del No.
Pero Tsipras y su Gobierno de extrema izquierda lograron algo más difícil aún, que era convencer a los griegos de que nada les pasaría. Pese a todas las advertencias que en sentido contrario pudieron escuchar. Esa sensación de que nada iba a pasar se conservó mientras la expectativa del voto mantenía viva toda la rabia, mientras estaba pendiente la manifestación de la ira y la hostilidad hacia los acreedores que no solo ponen condiciones y exigen el pago de la deuda, sino que hacen sentirse mal a todo el pueblo.

Salida del euro
Todas las noticias que ayer llegaban de fuera eran poco menos que tenebrosas. Ninguna hablaba de acuerdo inmediato ni de la inminente apertura de los bancos. Y cada vez llegaban más que hablaban de cómo cogía fuerza en todo el resto de Europa la posibilidad real de que nos encontremos en la víspera de que Grecia salga de la zona euro. O que al menos introduzca una moneda paralela para poder comenzar a realizar pagos ante la insolvencia y probablemente el colapso de algunos bancos. De momento, lo que se sabía era que Angela Merkel y François Hollande habían exigido responsabilidad, aunque dejaban abierta la puerta para negociaciones. E invitaban a Tsipras a que presentara sus propuestas concretas. Pero a nadie se le ocultaba en Atenas que no hay disposición de regalar nada al Gobierno griego.

UN MARXISTA BIEN EDUCADO

Por HERMANN TERTSCH
 Enviado Especial a Atenas
 ABC Martes, 07.07.15

Perfil

El nuevo ministro de Finanzas, Euclides Tsakalotos, hasta ahora ministro de Relaciones Económicas Internacionales, es otro «niño bien» de la ultraizquierda universitaria que está integrado en Syriza. Y uno de los representantes de una línea dura. Eso sí, el nuevo ministro tiene un carácter reservado y muy tranquilo, casi retraído, y radicalmente distinto de su antecesor, que era también su jefe en la delegación negociadora con la troika y el Eurogrupo, el controvertido Yanis Varufakis. Eso no quiere decir que vaya a tener más afinidad o simpatía hacia las posturas de los acreedores ni de la sociedad libre de mercado. Es un economista marxista y un izquierdista de línea dura, miembro de Syriza desde hace diez años, que no renuncia a una vía hacia el socialismo como proceso «superador» del capitalismo o economía libre de mercado. Hijo de una familia directamente rica, educado en Inglaterra con una trayectoria clásica de la élite de Westminster, estudió en el colegio Saint Paul de Londres y después en Sussex e hizo su doctorado en Economía en Oxford. Tsakalotos es de los que piensan que no se trata de superar solo la crisis económica, sino de acometer lo que considera una crisis de la democracia. Es un académico comunista moderno. Profesor en la Universidad de Atenas, dio clases en la de Kent en Inglaterra y ha escrito media docena de libros económicos sobre Grecia y su situación en Europa. En un reciente viaje a Irlanda invitado por el Sinn Fein, brazo político del IRA, dijo que Syriza, el Sinn Fein y Podemos eran aliados naturales en la lucha por un realineamiento de la política en Europa. Radical y muy ideológico, su educación británica parece sin embargo darle una mayor facilidad de trato con los ministros del Eurogrupo y otras autoridades de instituciones y organizaciones que habían dejado de estar dispuestos a soportar a Varufakis.

lunes, julio 06, 2015

¿POR QUÉ DIMITIÓ VARUFAKIS?

Por HERMANN TERTSCH
  Enviado Especial a Atenas
  ABC Lunes, 06.07.15


Su continuación en el cargo dificultaba negociar con Europa, pero el ya exministro se va orgulloso de «cargar con todo el odio»


El ya exministro de Finanzas, Yanis Varufakis ha dimitido. Dicen que el primer ministro, Alexis Tsipras, y él estaban de acuerdo en que no tenía ningún sentido intentar que nadie en Europa se sentara anegociar con alguien que llevaba cinco meses insultando a sus interlocutores y que en víspera del referéndum los llamó «terroristas».
Tsipras tendrá que hacer muchos más gestos conciliadores que esta dimisión para intentar evitar que Grecia se hunda en una situación dramática tras el resultado del domingo.
Se dice ahora que el referéndum fue idea de Varufakis. Quizás para quitar a Tsipras parte del reproche de esa convocatoria demagógica y definitiva. Para quienes intentaban ayudar a Grecia a quedarse en la zona euro la convocatoria fue una puñalada de la que difícilmente se recuperarán.
Varufakis, fiel a sí mismo ha presentado la dimisión como un gesto de infinita generosidad por su parte. Él, «orgulloso de cargar con todo el odio», como ha dicho, libera a Tsipras de esa carga para que pueda negociar mejor con los acreedores. Ayer decenas de cámaras esperaban bajo un calor de justicia ante su ministerio, ansiosas por la última imagen del griego-australiano con su moto.
Él, vistoso y fotogénico. El izquierdismo mediático europeo lo erigió en sexsymbol y lo ha llegado a representar como un superman. Ha hecho creer al mundo que es hasta alto, cuando no llega a 1,70. Tras cinco meses como ministro deja a Grecia con los dos pies en la miseria y uno fuera del euro, pero las chicas le gritan cuando pasea su imagen de macho malote.
Ahora venderá libros sobre su lucha contra el dragón capitalista y de la teoría de los juegos. Pasará mucho tiempo en países capitalistas que jamás le harán caso. Y que quizás por ello no tienen el futuro tenebroso que hoy se teme para Grecia.

EL «NO» A LAS EXIGENCIAS DE LA TROIKA GANA EL REFERÉNDUM CON ROTUNDIDAD

Por HERMANN TERTSCH
 Enviado Especial a Atenas
 ABC Lunes, 06.07.15


GRECIA DESAFÍA A LA UNIÓN EUROPEA


Grecia entra en terreno muy peligroso, en el que ya se plantea su salida del euro con las graves repercusiones que ello tendría para toda la zona

Samarás presenta su dimisión El jefe de la oposición y líder del centro-derecha, Antonis Samarás, presentó ayer su dimisión, ante el camino hacia el abismo tomado por Grecia

El primer ministro griego, Alexis Tsipras, ganó ayer espectacularmente la jugada que inició hace diez días al convocar el referéndum sobre las negociaciones con el Eurogrupo. Con una respuesta masiva y contundente de más del 60% de los votos a la confusa pregunta de la consulta, los griegos se pusieron ayer detrás de Tsipras y mostraron su rechazo a la posición de los acreedores. Europa entra así de forma dramática en un terreno ignoto en el que se plantea ya de forma directa la posible salida de Grecia del euro con las graves repercusiones que esto puede tener para toda la zona como precedente. De no llegarse en los próximos días a un acuerdo que se antoja muy problemático, la economía griega amenaza con un colapso inmediato después de una semana ya con los bancos cerrados y sin liquidez. Hoy se esperan los primeros contactos con las autoridades europeas en los que el Gobierno de Tsipras quiere conseguir créditos de urgencia para poder abrir el martes o miércoles los bancos. La canciller Angela Merkel se reunirá con el presidente francés, François Hollande, en París para decidir los pasos a dar. En Alemania son muy numerosas y cada vez más influyentes la fuerzas que consideran que el voto del «no» debe ser la despedida del euro para una Grecia gobernada por fuerzas contrarias a la UE. Ayer ya se especulaba con que, de no darse muy pronto un acuerdo, las autoridades griegas tendrán que introducir una moneda paralela.
                                                       REUTERS

Esos inquietantes augurios no enturbiaban el entusiasmo por la victoria de ayer de decenas de miles de seguidores de Syriza que salieron a celebrar su triunfo. Los próximos días serán dramáticos porque toda la población griega va a vivir angustiosamente pendiente de las decisiones políticas de las que dependerán su acceso a dinero, a medicamentos o viajes urgentes.
Se abre una nueva etapa en la política griega. Y la prueba más evidente fue la dimisión presentada ayer por el líder del centro-derecha y jefe de la oposición, Antonis Samarás, ante una situación en la que Grecia parece caminar hacia el abismo.
El populismo en auge en toda Europa registró ayer su victoria más aplastante desde que ha surgido para desafiar al orden democrático vigente en la Europa libre desde el final de la II Guerra Mundial. El triunfo de un partido comunista como Syriza en enero, por primera vez en la Europa democrática, fue ya un acontecimiento que alarmó a muchos. Ayer, su apabullante victoria en su pulso con todos los demás gobiernos e instituciones europeas supone una situación política radicalmente nueva.

Un «frente nacional»
Anoche, Tsipras pedía la formación de un «frente nacional fuerte» para negociar con los acreedores. Varufakis se proclamó feliz de la gran demostración de los griegos de que no aceptaban el ultimátum de Europa y que con este voto quieren acudir a Bruselas a negociar un acuerdo «sostenible». Otros dirigentes de Syriza eran menos conciliadores y comparecían para exigir las ayudas necesarias para abrir los bancos. Y tachaban de chantaje inadmisible la posibilidad de que estas medidas no fueran adoptadas de inmediato por las instituciones, autoridades monetarias y el resto de los países de la eurozona. Los dirigentes de Syriza se erigían ayer en portavoces de todos los que han comenzado ya su avance para poner fin a «la Europa de los chantajes e imposiciones». También se oían por parte de algunos ministros frases conciliadoras que pedían un comienzo nuevo para negociar. Y es de esperar que hoy Tsipras anuncie una aproximación muy distinta a Europa que la agresividad masiva e hiriente que desplegaron la semana pasada.
La victoria del «no» fue mucho más amplia de lo que ningún sondeo o político pudo vaticinar. Es un resultado que Syriza puede legítimamente presentar como un gran éxito y fortalecimiento de su posición política dentro de Grecia. Es evidente que Tsipras logró en una semana convencer a los griegos de que tenían la ocasión de mostrar toda su cólera acumulada y su orgullo herido, su hostilidad a los acreedores y su odio hacia una Alemania a la que consideran culpable de la mayoría de sus males.

«Voto con el corazón»
Pero que además podían hacerlo sin que esta muestra de indignación y de «voto orgulloso con el corazón» tuviera la menor consecuencia salvo el fortalecimiento de su propia posición negociadora. Tsipras, sus comunistas de Syriza y el nacionalismo ultraderechista, los partidarios del «no», han logrado presentar el referéndum como un acto de orgullo nacional, de proclamación de la dignidad griega, sin coste alguno. Sin consecuencias. Porque, según han insistido todos estos días Tsipras y Varufakis, ellos llegarán a un acuerdo inmediato con los acreedores nada más tener en la mano la victoria del «no».
Que este resultado no tenga coste alguno es lo que se pone muy en duda en el exterior. Entre las autoridades de la UE y líderes de la eurozona se daba por cierto que un «no» pone a Grecia con un pie fuera de la zona euro. No parece muy probable que den muchas facilidades en los próximos días a Tsipras unas autoridades europeas que han llegado a ser calificadas como «terroristas» por el Gobierno griego. El primer ministro ultraizquierdista ha perdido con su operación del referéndum la credibilidad y el respeto en la zona euro. Eso es lo que han intentado destacar y exponer a la sociedad griega los partidarios del «sí».
Paradójicamente, este resultado también reafirma a los cada vez más numerosos partidarios europeos de que Grecia abandone el euro. El alineamiento masivo de los griegos con su Gobierno de extrema izquierda fortalece a quienes consideran que es inútil intentar imponer fórmulas de reforma económicas a unas autoridades que han elegido otro régimen. Y que creen que Grecia es un cuerpo cada vez más extraño en la UE y no respeta sus compromisos, valores y principios de la comunidad de derecho que es.