The Unending Gift

martes, septiembre 30, 2014

LA GRAN MENTIRA DE ESPAÑA

Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 30.09.14


Cataluña es un efecto más de la putrefacción de los problemas que arrastra España

NUNCA podrá un personaje menor como Artur Mas ser un problema para España. Si vemos ahora al hombre vulgar que preside la Generalidad de Cataluña como alguien especialmente detestado por hacer un inmenso daño a la convivencia entre españoles, es porque personifica nuestra crisis más inmediata. Nuestros problemas son otros. Los que dejamos entrar en un grado de putrefacción que nos ha llevado a esta postración por septicemia. Mas es aquí un mero virus oportunista. Nuestro problema más serio ni siquiera es «Cataluña». Por mucho que sea el nacionalismo en esa región española el que ha adquirido la masa crítica para ser el detonante de la crisis de Estado en que nos hallamos. Y no desde ayer, desde que comenzaron las violaciones de la ley, el desprecio y desacato de sentencias y artículos de la Constitución. Como todo ha sido en la más absoluta impunidad y sin réplica desde el Gobierno de España, no ha sido difícil a los caudillos de la sedición nacionalista convencer a los catalanes de que también será impune el salto más osado, la celebración de la consulta que simboliza la rebelión contra el Estado. La organización de un referéndum de autodeterminación en una región europea es una inmensa payasada. Y no deja de serlo porque se organice de forma legal y por invitación de un primer ministro conservador bastante irresponsable. No soluciona nada y rompe para generaciones la concordia en la región afectada, en sus ciudades, sus comunidades, incluso sus familias. Escocia será prueba de ello.

Pero insisto, Cataluña es un efecto más de la putrefacción de los problemas que arrastra España. Ante todo la incapacidad de superar la mentira que la izquierda logró imponer ya en la transición política. La que otorgaba esa superioridad moral y cultural a una izquierda a la que nadie se atrevía a recordar sus infinitas miserias. Que obligaba a mentir a toda la sociedad, que en su inmensa mayoría había vivido dócil y satisfecha en el franquismo hasta el final. Los horrores del franquismo, los ciertos y otros fabulados, se convirtieron en escenario y argumentario político y cultural omnipresente. Así nos llegó la mentira decimonónica de los nacionalismos con todo el vigor de su invención victimista y el apoyo incondicional de la izquierda, cuya obsesión era la lucha contra todo identificable con el franquismo. Como España y su unidad. Y una derecha obsesionada por ser centro solo sabía serlo acatando el mensaje de la izquierda. Acobardada y sumisa a la falsaria retórica antifranquista. Desde entonces al menos los problemas capitales de España son la mentira y la cobardía. Todos los conflictos que sufre hoy en día la sociedad española, desde el nacionalismo a la corrupción, desde el totalitarismo revanchista de la izquierda radical al dopaje en el deporte, se deben a lo mismo. A la búsqueda de la solución fácil, inevitablemente con trampa, ocultación y mentira. Y a la cobardía para hacerle frente por parte de los grandes partidos y esas elites de esta sociedad, que vuelven a fracasar como en siglos pasados, de forma trágica y estrepitosa. Todo el discurso del nacionalismo está basado en la mentira. Hoy ya en mentiras pueriles. Grotescas. Que la población catalana cree como otros creen en soluciones bolcheviques. Nadie les ha contradicho. Toda la capacidad del nacionalismo de erigirse en amenaza para España se debe al miedo. Era más lucrativo, corrupto, frívolo, cómodo y armonioso pretender respetables sus mentiras. Parte de la gran mentira antifranquista de España. Ahora, en la hora de la verdad, hay quienes creen que podemos mantenernos en el carrusel de la armonía de esa permanente mentira y cobardía. Va a ser que no.

sábado, septiembre 27, 2014

SIEMPRE ESAS SEÑALES CONFUSAS

Por HERMANN TERTSCH
ABC Sábado, 27.09.14


Pretenden que el peligro es tan intenso que es obligatorio intervenir, pero no lo suficiente como para enviar tropas

El Reino Unido está ya plenamente incorporado a la campaña militar contra los yihadistas del Estado Islámico, horas después de que el Parlamento de Westminster lo aprobara ayer con abrumadora mayoría. El mensaje del primer ministro David Cameron no necesitaba siquiera ser muy persuasivo. Demasiado claras están las peligrosas implicaciones del desarrollo de los acontecimientos en Irak y Siria.

Todos son conscientes del peligro que suponen los éxitos del joven Estado Islámico para toda la región y para el mundo. Para el Reino Unido muy en particular. Son muchos cientos los ciudadanos británicos de raíces árabes que combaten como voluntarios del estado terrorista yihadista. Pueden ser muchos miles los tentados si no se pone fin a aquello. Irían y volverían después a sus casas en las islas decididos a continuar allí la sangrienta lucha por lograr el califato universal.

Ahí están por tanto los gobiernos británico y norteamericano, de vuelta en una guerra que celebraron haber abandonado. Sus líderes exponen la amenaza pero la gradúan a un tiempo.

No es fácil. Pretenden que el peligro creado por los éxitos del Estado Islámico es tan intenso que es obligatorio intervenir. Pero no lo suficientemente intenso como para mandar a tropas a combatir. Señales confusas. Porque todos saben que tendrán que ser tropas terrestres las que destruyan al Estado Islámico. Y abajo, sobre el terreno, no salen las cuentan con peshmergas, los rebeldes sirios no yihadistas y un ejército iraquí impotente pese a las decenas de miles de millones invertidos en él por el gobierno de los Estados Unidos. Tiempo habrá para revisar expectativas. Porque volvemos a una guerra de años.

viernes, septiembre 26, 2014

LA BATALLA DESIGUAL

Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 26.09.14


Quienes sabemos que la libertad y la verdad son los dos vectores de la dignidad humana hemos perdido la capacidad de movilizarnos

CIRCULA por la red una película de terror de dos minutos y veintidós segundos de duración. Les aseguro que se puede hacer larga. Es la grabación clandestina hecha por una mujer siria en la ciudad de Raqqa, convertida en la capital del Califato por las hordas yihadistas del Estado Islámico (EI). El coraje de la mujer es difícil de exagerar. Se juega la vida en cada instante. Y en los muchísimos que no aparecen en la grabación. Mucho silencio de las calles. Hombres y mujeres armados. Ellas, totalmente cubiertas por los niqabs negros. En un instante se oye una voz que llama a la mujer con la cámara oculta. Desde un coche una voz le reprocha que su apertura para la vista en su ropaje sea demasiado transparente. Todo es terrible en el paseo silente, pero hay una escena después que es especialmente desoladora. En el cibercafé hay una mujer que habla con su familia en Francia. En un perfecto francés le espeta a su madre que no, que no hay ninguna posibilidad de que vuelva a Francia. La madre insiste, pero ella, inflexible, le dice que deje de insistir, que no le sirve de nada llorar, que ella ha tomado su decisión y está donde quiere estar. Donde han convivido desde hace miles de años pueblos antiquísimos y cultivados imponen el terror las más sórdidas y primitivas supersticiones y las más fanáticas y primarias de las creencias.

Que nosotros no somos inmunes a esta plaga lo revela esa presencia de la jovencita que ha abandonado la tediosa vida de su suburbio francés para obedecer el llamamiento del Califato. Para acudir a Raqqa a casarse con un «guerrero de Dios», para darle todos los hijos posibles para una yihad en la que maten a tantos infieles como puedan. La joven desprecia a su madre, una pobre mujer de origen sirio que, desde Francia, implora a su hija que vuelva a casa. Imperturbable, deja claro que su sitio está allí, en aquel sórdido rincón del mundo, en aquellas calles polvorientas en silencio, bajo aquella tela negra. Con todo prohibido, salvo el callar.

Son muchos cientos de millones los jóvenes frustrados que se ven sin salida en los estados fracasados o semifracasados que son tantos en ese inmenso mundo musulmán que se extiende desde el Atlántico hasta Afganistán y China. Y son millones en las ciudades europeas en las que, a su desesperanza y frustración, unen su desprecio a unas sociedades occidentales de las que invariablemente conocen las peores facetas. Los primeros no conocen en su mayoría la sociedad libre. Pero los europeos sí. Y sin embargo son tan vulnerables como los otros a la llamada al consuelo absoluto. Tan accesibles al mensaje de la solución radical de todos los males y temores. Es la oferta redentora que transmite el yihadismo con la misma eficacia y el mismo vigor que en su día el nacionalsocialismo y el comunismo. La tentación de encontrar salidas al tedio, la frustración y la penuria, a la mediocridad general, en esa épica de la salvación es difícil de resistir.

Como todos los movimientos totalitarios, se alimenta de la idea que Lenin plasmó de la forma más escueta en su pregunta retórica de «¿libertad, para qué?». Yihadistas, nazis o comunistas creen saber que la libertad es un odioso impedimento a la organización impuesta de las soluciones, con o sin Dios. Por desgracia, quienes sabemos que la libertad y la verdad son los dos vectores de la dignidad humana, del desarrollo y el bienestar, parecemos haber perdido la capacidad de movilizarnos. Batalla desigual en la que nadie se atreve a defender la libertad de la que goza. Frente a enemigos que desean morir por liquidarla.

martes, septiembre 23, 2014

RELIGIÓN DE UN DIOS MISERABLE

Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 23.09.14


Una vez más se demuestra que todos los cantos al apaciguamiento y al entendimiento con los nacionalistas son inútiles e insensatos

YA lo dijo Joseph Roth hace casi cien años, cuando escribió uno de los más bellos cantos a un Imperio austro-húngaro que ya había dejado de existir. En «La marcha de Radeztky», surge una y otra vez el poder fatal y la sórdida maldad de los fantasmas de las identidades y los odios entre naciones, esa maldición del tiempo moderno que culminó en aquella guerra de 1914 a 1918 que destruyó el mundo de los Von Trotta y del propio escritor austriaco. «El nacionalismo es la religión de nuestro tiempo». Roth como Stefan Zweig y Robert Musil y Friedrich Torberg y tantos otros escritores de la vieja Austria-Hungría vieron nacer esa brutal religión de la nación, que produce tantos fanáticos como el dios más implacable y sangriento. Es la religión del dios miserable de los bajos instintos de las masas enloquecidas en su soberbia y desprecio al otro. Durante 40 años destruyó sin cesar Europa, anegó el continente en sangre y lo cubrió de cadáveres, primero de soldados, después de civiles y víctimas elegidas por naciones y razas, hasta construir fábricas para matar a los de otras naciones. Después de 1945 su desprestigio era total. Nunca más nazismo. Nunca más nacionalismo. Y los Gasperi, Monnet, Schumann, Adenauer y tantos otros concibieron el proyecto europeo para enterrar para siempre esa peste del nacionalismo. Que había enfrentado a los pueblos unos con otros, generado caudillos monstruosos, provocado tragedias sin fin, cometido genocidios. El romanticismo, del que había surgido la idea nacional allá en épocas posnapoleónicas y a lo largo del siglo XIX, había degenerado invariablemente en proyecto fanático que entierra al hombre, a la libertad y toda capacidad de compasión y empatía.

Algo más de medio siglo después, una grave crisis en Europa abre grandes grietas en los suelos del edificio común por las que resurgen los fantasmas de aquella religión fanática que, ya sabía Von Trotta en el «Radeztkymarsch», siembra odio y división primero y después terror y muerte. Es el nacionalismo. En España se ha cultivado insensatamente desde la transición. No se combatió. Solo se luchó contra el fenómeno más superficial y sangriento que fue ETA, pero no contra las mezquinas ideas que se promovían e inculcaban a los niños de los colegios en regiones españolas. Cuya cosecha es el odio ahora en las calles contra su propia patria. Pero no es solo aquí. Como un virus ébola de la mente, se extiende por la geografía europea. Ahora en Escocia se da otra vez la prueba de que, agitado, no hay nacionalismo democrático porque eleva a su dios nacional por encima de la ley. Alex Salmond parece haber entrado como Artur Mas u Oriol Junqueras en Cataluña, en la fase de delirio en la que ya no se reconoce la legalidad. Un insólito encanallamiento le ha llevado a amenazar con un segundo referéndum días después de haberlo perdido o incluso una declaración unilateral de independencia. Escocia está ya partida en dos. Y la radicalización del nacionalismo ha producido la primera violencia.

Una vez más se demuestra que todos los cantos al apaciguamiento y al entendimiento con los nacionalistas son inútiles e insensatos. Los estados modernos y la UE han de dar la batalla a los nacionalismos, con fascismo y comunismo, el máximo enemigo de la idea europea. Y han de ganarla si Europa no quiere sumirse otra vez en la división, el totalitarismo, la parálisis y la marginalidad. Europa debe enviar a esta religión del odio definitivamente al basurero de la historia. Será una batalla difícil, dura y larga, pero no hay otro camino a medio plazo para la libertad y la convivencia.

sábado, septiembre 20, 2014

RETORNO A LA GUERRA

Por HERMANN TERTSCH
ABC Sábado, 20.09.14


Tras la intervención francesa, es conveniente que otros aliados se unan a la campaña contra el EI

Por tierra «Vencer al Estado Islámico y destruirlo requiere el combate sobre el terreno»
EE.UU. «Serán muchos más aunque Obama diga que no habrá operaciones terrestres»

Aviones franceses ya han volado sus primeras operaciones de ataque contra objetivos de los ejércitos yihadistas del Estado Islámico (EI). Cierto es que la rápida disposición de Francia a intervenir se produce bajo la sospecha de la conveniencia política de su presidente, Francois Hollande, y su interés por distraer de sus problemas en París.

Pero por los motivos que fuere, que otros aliados se unan ya a la campaña, es conveniente. Ayudará a vencer las muchas reservas que tienen los aliados árabes. Y las reticencias a un retorno norteamericano articuladas por líderes iraquíes, incluido el líder religioso chií Al Sistani. Con la poca fama de leal y fiable de Barack Obama, a los árabes les cuesta comprometerse. Por mucho que teman al EI.

Todos saben que los yihadistas no van a intentar tomar Bagdad con sus cuatro millones de chiíes armados en su interior. Y todos saben que comenzadas las operaciones de las aviaciones de EE.UU. y aliados, se acabaron esos veloces movimientos del Estado Islámico por el desierto que llevaron a sus grandes conquistas y la toma de Mosul. Pero saben también que vencer al EI y destruirlo, objetivo declarado, requiere el combate sobre el terreno. Porque si el EI lograra usar su mucha fuerza y dinero actuales para avanzar en el norte de Siria, existe el grave riesgo de que acabe con otra frontera, la de Jordania, un país en el que prestigio y simpatías por los yihadistas son ya enormes.

Para evitarlo hay que combinar el intenso castigo militar con esfuerzos para arrebatar a EI a los cuadros militares de Sadam Hussein y a tribus suníes que se les unieron por odio al gobierno sectario chií de Maliki.

Hay unos mil norteamericanos sobre el terreno. Serán muchos más pronto por mucho que Obama diga que no habrá operaciones terrestres. Y el mayor reto estará en combatir después al EI en Siria, donde habrá otro protagonista que es el ejército del régimen de Assad. Un tercero, nunca mejor dicho, en discordia.

viernes, septiembre 19, 2014

EL MIEDO NECESARIO

Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 19.09.14


El mismo día que elige Escocia si crea otra frontera más, China e India negocian la superación de sus diferencias fronterizas

ENTRAMOS ya en una nueva era y no sabemos nada de qué nos deparará. Pero los indicios que tenemos son bastante inquietantes. El siglo XX comenzó con el atentado de Sarajevo el 28 de junio de 1914 y los primeros jóvenes muertos en los frentes de Bélgica y Bessarabia. Les seguirían muchos millones en los años siguientes. Puede que el siglo XXI también empiece tarde, aunque muchos creen que nació con todo el brutal dolor de aquellos humanos que se tiraban desde las Torres Gemelas en llamas. Con una guerra yihadista que entonces irrumpió en nuestras vidas y ahora adquiere nuevas formas más aterradoras si cabe con el estallido general de la guerra interna sectaria en el islam. Y con la cristalización del yihadismo sunita como ideología política totalitaria. Ante este hecho, ante la globalización y sus vértigos, pero, sobre todo, ante la frustración de las inmensas expectativas generadas en el seno de las sociedades modernas del bienestar con la crisis económica y social, Europa entra en años decisivos. En los que se decidirá pronto si es capaz de superar las grandes contradicciones de su unión política y económica. Porque Europa vuelve a tambalearse. Para quizá consumar el fin de su relevancia en el mundo.

Mucho indica que este continente puede acabar siendo un gran parque temático que pueda alimentar a una población dedicada a los servicios para los visitantes procedentes de otros continentes más prósperos. Todo podría comenzar con la recaída de Europa en los estados nacionales cada vez más pequeños y agresivos, la proliferación de fronteras y conflictos y el definitivo fracaso del proyecto global europeo, último intento para lograr una competitividad que permitiera tratar en régimen de igualdad a las grandes potencias emergentes. Es casi una metáfora perfecta del desfase total en que vive el continente europeo, una coincidencia a primera vista casi graciosa. El mismo día que elige Escocia, un diminuto enclave europeo en el norte de las islas británicas, de cuatro millones de almas, si se separa del Reino y crea otra frontera más, los dos gigantes de China e India, cada uno con más de 1.200 millones de habitantes, negocian en Delhi la superación de sus diferencias fronterizas y un programa de cooperación de dimensiones colosales. El presidente chino, Xi Jinping, de visita oficial en India, anuncia, con su homólogo Pranab Mukherjee, una nueva era de la cooperación. China e India, 2.400 millones de seres humanos, dan un paso hacia la permeabilidad de su frontera común. Escocia, con cuatro, erige una nueva.

Los europeos han gozado de 70 años de paz, y en los países más afortunados de su mitad occidental, también de libertad. Eso sí, después de dos terribles guerras mundiales que dejaron devastado su territorio y sus ciudades. Algo parece indicar que algún resorte interior considera que ya están demasiado lejos los espantos de aquella guerra para tener los efectos sin duda saludables que han ejercido en estas pasadas décadas sobre políticos y opiniones públicas. Quizá se ha agotado el miedo necesario. Al totalitarismo, a la guerra. Quizá también se ha olvidado. Porque las nuevas generaciones no saben nada de lo sucedido. No quedan testigos vivos. La educación ha fracasado en la transmisión del mensaje. Y las sociedades, confundidas, infantilizadas, sometidas a un bombardeo permanente de impulsos, reaccionan con confusión y miedos que nada tienen que ver con los miedos necesarios. Curioso es en todo esto que España, que estuvo al margen de la evolución europea gran parte del siglo XX, se haya convertido en el prototipo de los peores males con que la ignorancia y el pensamiento débil amenazan a las libertades y al futuro europeo.

martes, septiembre 16, 2014

LA OVEJA INDOLENTE

Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 16.09.14


Con una nación en tal estado de postración, el enemigo de la sociedad abierta ni siquiera tiene que venir de muy lejos

HEMOS creado una sociedad española al principio del siglo XXI que se considera cuajada de buenos sentimientos, pero en realidad carece de la más mínima compasión y empatía con todo lo desconocido y la mayor parte de lo conocido. Pero además es ya tan absoluta la indiferencia del español hacia todo lo que no le afecte de forma directa, que carece de la necesaria percepción de un interés común para reaccionar en su propia defensa. Debería producir consternación esta evidencia. Una mayoría de los españoles parece convencida de que ante un peligro nacional puede y debe salvarse solo. Lo que convierte a España poco menos que en un inmenso rebaño de ovejas que ante cualquier agresión reaccionaría con pánico y huida desorganizada. De la oveja indolente a la oveja aterrada. La capacidad de una autodefensa nacional organizada sería nula y, en teoría al menos, nos podrían invadir, ocupar y tiranizar a toda la nación con fuerzas muy escasas. Dicen que en 711 entraron muy poquitos árabes, que sobraron para arrasar y ocupar la España visigótica. Da la impresión de que ahora sería aún más fácil. Ante el espanto y la vergüenza que la encuesta del CIS sobre la disposición a la defensa de los españoles ha generado en algunos, hay quienes dicen que «las respuestas serían distintas si el peligro fuera real». Ahí está el problema, que el peligro es real. Y no existe, no ya la percepción del peligro, ni siquiera la noción del peligro mismo. Creer que los peligros, por inminentes que sean, van a ser suficientemente evidentes para que la población los perciba, es vana ilusión. Publicada por encargo del Ministerio de Defensa, la encuesta del CIS revela que solo un 16% de los españoles se sumarían sin dudarlo a la defensa de la patria de ser ésta atacada. Dudo que haya en Europa, no sé si en el mundo, otra nación que ofreciera los oprobiosos datos de España.

Esta tragedia, porque es una tragedia que pagaremos aunque no seamos atacados ni hoy ni mañana, tiene muchos responsables. El primero es, sin duda, el franquismo. El segundo, la cobardía nacional. Se impuso pronto después de la transición que solo el antifranquismo otorgaba a los individuos respetabilidad y plenos derechos. Mala conciencia a raudales les fue imbuida a los españoles que habían hecho cola para despedir a Franco. Y se decretaba el desprecio y desprestigio de todas las virtudes tradicionales que se respetaban bajo el franquismo, aunque en absoluto fueran definitorias y mucho menos exclusivas de aquel régimen. Y así la propia unidad de España y su bandera, el patriotismo, la cortesía o el deber, el sacrificio o la autoridad pasaron a formar parte de vergonzosas rémoras franquistas al progreso que debían ser combatidas y desterradas. Y progresista –-cuán prostituida palabra-– fue todo lo contrario. La derecha aceptó esa narrativa perversa de la izquierda. La educación ha hecho el resto. Con el triunfo del localismo, la incultura y la subcultura del igualitarismo, el desprecio y el resentimiento. Y aunque hubo algún intento de cambiarlo, en 2004 quedó abortado. Hoy, conservadores y liberales en España sobreviven en sus nichos, mientras un gobierno que se presentó como representante de sus valores, asume, acata y aplica toda la legislación izquierdista de siete años de legislatura revanchista. El mensaje es por tanto inequívoco: no meterse en líos, pagar a terroristas, huir del agresor, ceder ante el chantajista, obedecer y apaciguar al matón, mirar a otro lado, medrar y trampear para sobrevivir, cada uno por su cuenta. Con una nación en tal estado de postración, el enemigo de la sociedad abierta ni siquiera tiene que venir de muy lejos. Con una buena franquicia se puede acabar apañando.

sábado, septiembre 13, 2014

UNA MINORÍA SENTENCIA LA HISTORIA

Por HERMANN TERTSCH
ABC Sábado, 13.09.14


La automutilación del Reino Unido es un drama que dañará a los escoceses y a todos los europeos

Una de las falacias más majaderas en el «mantra» de la corrección política que ha impuesto la democracia contemporánea, convertida en religión laica obligatoria, es esa de que «el pueblo nunca se equivoca» o, casi peor, «el pueblo siempre tiene razón». En realidad, el pueblo se equivoca constantemente. A veces de forma dramática. La historia está llena de ejemplos. En Escocia no va a ser el pueblo el que se equivoque o tenga razón, sea cual sea el resultado del referéndum sobre la independencia del próximo jueves. Porque al final va a ser una ridícula minoría de escoceses, quizás tan diminuta que quepa en un campo de fútbol, la que decida sobre la vida o muerte del Reino Unido, miembro del G7, uno de los grandes países del mundo y de la historia. Dan igual ya dos puntos arriba o abajo que den las encuestas.

           REUTERS  Partidarios del «sí» en un acto de Salmond en Edimburgo

La sociedad escocesa está partida en dos. Entre los que quieren seguir siendo la Escocia británica y quienes quieren dejar de serlo para ser algo diferente. Porque esos nacionalistas que, con la mitad más uno de los votos, pretenden romper los lazos de tres siglos que convirtieron a Escocia en lo que es, van a fundar un nuevo Estado sobre el trauma de la ruptura, que será otra cosa. Porque la Ilustración Escocesa, referente mundial del pensamiento y la razón, y la edad de oro de la Escocia británica, poco o nada tendrán que ver con un país pequeño antibritánico, chovinista, socializante y marginal.

La ridícula aventura de esta independencia, como todas las nacionalistas en nuestros tiempos, solo tendrá perdedores. Si gana el «no» porque la ciudadanía queda dividida. Si gana el «sí» porque la automutilización del Reino Unido es un drama europeo. Cuyos daños afectarán primero a los escoceses. Pero nos alcanzarán a todos.

viernes, septiembre 12, 2014

MASAS Y VERDAD

Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 12.09.14


Frente a la demostración de las masas obedientes al régimen que cada vez tolera menos fisuras, en Madrid se celebró ayer un acto tan modesto como prodigioso

CIENTOS de miles de catalanes salieron ayer a la calle para seguir las consignas del gobierno de la Generalidad y de los partidos separatistas. No, no salieron para protestar contra el robo generalizado protagonizado por sus gobernantes. Ni por los servicios deteriorados ni por ninguno de los angustiosos problemas que acosan a la sociedad catalana. Porque los gobernantes han convencido a gran parte de la sociedad catalana de que su único problema real hoy en día es descubrir quiénes son. Y ya nada tiene mayor urgencia para la población adulta del noreste español que convencerse a sí misma de que son una cosa y no otra, aunque pretenda seguir siendo la misma después. Todos los catalanes que se han agarrado a una bandera separatista este jueves lo han hecho porque se sienten mejor y mejores que si se hubieran ausentado del aquelarre identitario. Están convencidos de que son la voz y la expresión incuestionable de la voluntad de Cataluña, que es algo así como una gran señora buena y limpia. Todos ellos acudieron ayer armados con el equipo completo de consignas entre las que el lema «el derecho a decidir» (cómo no vamos a tener derecho a decidir todos, siempre y en cualquier cosa) y otro no menos rotundo de «votar es democracia» son los más luminosos pendones de la bondad frente a la monstruosa negativa del poder malo y oscuro. No es ni la primera ni la última vez que un régimen convoca a los sectores más obedientes de su población para usar su imagen en beneficio propio. No es la primera ni la última vez que un inmenso aparato público y privado, eso sí, engrasado con dinero público, se pone al servicio de una opción política concreta que es hostil a parte de la población. Contra España y contra los españoles en Cataluña que son leales a España. Ha sucedido siempre en las dictaduras y en todos los regímenes populistas que pretenden lograr objetivos que no pueden lograr por vías legales o regulares. Desde los peronistas hasta los norcoreanos, dictadores, demagogos, populistas y caudillos de todo pelaje, la movilización para desafiar a un marco legal interno o externo es asunto muy visto.

Frente a la demostración de las masas obedientes al régimen que cada vez tolera menos fisuras, en Madrid se celebró ayer un acto tan modesto como prodigioso. Fueron cuatro piezas de piano tocadas por Borja Mariño. De Antonio Soler, Isaac Albéniz, Enrique Granados y Amadeo Vives. Los cuatro nacidos en Cataluña. Y después, en el escenario vacío la lectura serena de un texto sobre Cataluña, sobre España, sobre la historia y la probidad, leído por Cayetana Álvarez de Toledo, que no olvidará nadie de los presentes. En décadas de torrentes de discursos, artículos, libros y debates, es difícil recordar en España un texto con mayor vocación de verdad y concordia, leído con pulcra serenidad y emoción contenida. Esta declaración de Libres e Iguales, la iniciativa de españoles para la defensa de España, los españoles y su Constitución, recibió aplausos atronadores. Pero la conmoción de la audiencia iba más allá. Porque la declaración, en la voz de Álvarez de Toledo, será recordada como un hito en la reacción de la dignidad de la ciudadanía de España ante tanto atropello separatista, tanta agresión a la legalidad y tanta indolencia de los gobernantes. Léanla. Ante tanta mentira de quienes quieren destruir España y tanta indiferencia y desidia por parte de quienes han jurado defenderla, la declaración de Libres e Iguales es una proclamación rotunda de la vigencia de la verdad y la buena fe. De un pequeño grupo de españoles que llaman a los españoles a reaccionar. Porque importa la verdad. Y porque España importa.

martes, septiembre 09, 2014

DE OTRAS DECAPITACIONES

Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 09.09.14


Como todos los nacionalismos, el escocés se ha extendido y agravado como una enfermedad que agrede al sentido común y a la empatía

HAN causado espanto en Londres y en todas las capitales europeas los sondeos que por primera vez dan en Escocia vencedor al «sí» nacionalista en el referéndum sobre su independencia que se celebra el próximo día 18 de septiembre. Como dice el alcalde de Londres, Boris Johnson –una de las cabezas más brillantes hoy en el Reino Unido– «dentro de diez días podemos estar deambulando todos como zombies a ambos lados de la frontera escocesa. Y se habrá destruido una de las partes fundamentales de nuestra identidad». Como zombies o gallinas sin cabeza, decapitadas en su pensamiento e identidad sin que nadie sepa muy bien cómo ha sucedido todo. Se han encadenado hechos y palabras, imprevistos y emociones, casualidades y trivialidades y de repente todo entra en una deriva en que lo peor se consuma.

Como todos los nacionalismos, el escocés se ha extendido y agravado como una enfermedad que agrede al sentido común y a la empatía, como una peste que apela a los instintos y sentimientos más simples y mórbidos. Al final van muchos a la urna que votan «paisito» con un estado de ánimo en el que se mezcla chovinismo y sentimentalismo con fobia a Cameron o Thatcher y al establishment de Londres que ha despreciado la consulta. Y se vota tragedia por mil factores de agravio, ofensa y ofuscación coyuntural. En una mañana se ha dinamitado un Estado grande y magnífico de gloriosa historia. Y se arranca de cuajo la cabeza a todos. Sin más. Se arranca gran parte de su identidad a los otros británicos al tiempo que se la arrancan los escoceses a sí mismos. Puede pasar el día 18 próximo y será una inmensa desgracia. Como lo habría sido hace veinte años en un Quebec que no dio el salto al vacío por poco. Hoy una amplia mayoría no quiere tentar más a la suerte. Está feliz de que, por los pelos, aquel 30 de octubre de 1995 saliera el «No» vencedor. Fueron 2,308,360 «Yes», un 49.42% y 2,362,648 «No», un 50.58%. Por poco más de 25.000 votos, el aforo de un campo de fútbol de segunda división, no sucumbió un grandioso país como Canadá.

Dentro de diez días puede que el Reino Unido deje de existir y dejará de existir también Escocia. Porque lo que surja de allí, de esa decisión de la autodecapitación y de la expresión, en un instante ante la urna, de la negación de la historia propia de siglos, no será la Escocia que se conoce. Ni la de su siglo de oro, el XVIII en que fue la vanguardia de la ilustración en el mundo. Y lo fue como parte de la Corona británica. Voltaire llegó a decir que «Miramos a Escocia por todas nuestras ideas de civilización». Fue la Escocia británica abierta al mundo, fulgurante con el pensamiento y el comercio y también la industria. No será un país normal lo que surja en lo que ha sido Escocia, por pacífica que sea una mutilación que no dejará más que perdedores tullidos. Bajo el siempre cerrado y mezquino dominio de la obsesión nacionalista. Estará fuera de todos los organismos, fuera de la UE. El nacionalismo achacará todas las desgracias del joven estado tullido al vecino amputado y dolido. Y las relaciones no se normalizarán en generaciones. Y se verá si las fronteras están tan claras.

En España, un separatismo catalán triunfante tendría una vocación expansionista tan acendrada que haría el conflicto armado prácticamente inevitable a medio plazo. Por fortuna, España tiene, como tantos grandes estados, recursos legales para evitar la autodecapitación. Y ninguna minoría de españoles puede convertir Cataluña en el estado chovinista y totalitario que algunos pretenden.

sábado, septiembre 06, 2014

CUMBRE DE LA OTAN. MODESTO AVANCE EN TEMAS CAPITALES

Por HERMANN TERTSCH
ABC Sábado, 06.09.14


Están en la alianza contra el yihadismo todos los países importantes de Europa, salvo España

Hubo momentos en el último cuarto de siglo en los que la mayor preocupación de la OTAN era quedarse sin función. La única buena noticia de los tiempos más recientes es que ese problema ya no existe. Ayer en la localidad galesa de Newport, los jefes de Estado y de Gobierno de los 28 países miembros de la Alianza Atlántica se enfrentaban al mayor reto a la seguridad mundial en muchas décadas, en su complejidad posiblemente desde la II Guerra Mundial, a un reto que son dos. Por un lado, una Rusia gravemente enferma, pero con las mismas veleidades imperiales que en sus momentos más expansionistas, arrolla fronteras, atropella territorios, pactos y soberanías y se ríe del derecho internacional. Y amenaza a la libertad de sus vecinos pero también a miembros de la alianza.

Y en Oriente Próximo, el Estado Islámico, un ejército islamista de brutalidad infinita, arrolla también fronteras, siembre el terror, asesina en masa y amenaza con extenderse por toda la región y hacia Asia y África. Islamistas de Europa se han unido a este monstruoso proyecto del califato fanático y combaten allí como voluntarios. Pero se teme que a su vuelta se conviertan en una terrible amenaza en las comunidades islámicas europeas. Así las cosas, frente a estos dos inmensos retos, en los que ya nada puede descartarse, ni el enfrentamiento armado en países europeos de la OTAN ni inmensas matanzas y destrucción en países árabes y africanos, la situación, concluido el encuentro no es peor que cuando comenzó.

Se ha firmado un alto el fuego en Minsk entre las fuerzas separatistas y el gobierno de Kiev. Aunque todo es una farsa mientras Rusia niegue como niega su presencia como parte combatiente, lo cierto es que desde ayer por la tarde no se dispara y no se mata. La máxima cautela es la justa. La actual ofensiva busca crear un corredor entre Rusia y Crimea con continuidad territorial. Nadie crea que este alto el fuego va a hacer olvidar la geografía y sus apetitos al presidente Putin. La OTAN va a establecer una fuerza de despliegue rápido e institucionaliza la presencia rotatoria de fuerzas en los países de la OTAN más expuestos a la amenaza de Rusia que son los Bálticos, Rumanía y Polonia. Pero claro está que, sin la decisión de bases estables de la OTAN que pedían, la inquietud de estos países seguirá siendo mucha.

En el otro flanco de la guerra abierta contra Occidente y sus intereses, también hay resultados. Diez países formarán con EE.UU. la alianza contra el califato con el objetivo declarado de estrangular y liquidar, con ayuda árabe, al ejército y al estado islámico. Se trata de aislarlo, acosarlo, matar a los líderes y conseguir que le abandonen sus aliados y se dispersen, quebradas, sus huestes fanáticas. Están en la alianza todos los países grandes y medianos europeos salvo España, ausencia por cierto difícil de explicar. 

viernes, septiembre 05, 2014

AMORDAZADOS EN CASA

Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 05.09.14


En el escándalo de las niñas de Rotherham no hay detenidos

NIÑAS de once años violadas por media docena de adultos. Menores alquiladas y canjeadas como esclavas sexuales. Palizas sin fin. Sesiones bárbaras con grupos de adultos aplicando torturas y sevicias de todo tipo a niñas indefensas. Criaturas de doce dando alaridos de desesperación ante el dolor y el miedo. Criaturas bañadas en gasolina y amenazadas con ser quemadas vivas. Y no eran unas pocas desgraciadas caídas en manos de un par de psicópatas. Ha sido un fenómeno masivo. Continuado. Y conocido. Protagonizado por adultos conocidos por todos. Y son hasta 1.400 las menores víctimas de esta inmensa red de depredadores sexuales. Todo esto ha sucedido en la ciudad de Rotherham. Los testimonios son el horror absoluto. Una pesadilla. Pero ha sido la realidad en pleno corazón de Inglaterra. Realidad conocida durante casi quince años por las autoridades. Tres informes se elaboraron en pasados años sobre varias denuncias y en todos surgieron con mayor o menor detalle estas prácticas monstruosas. Pero policía, ayuntamiento y servicios sociales prefirieron mirar a otro lado. Cientos de funcionarios prefirieron ignorar los tormentos de estas niñas indefensas, procedentes de familias rotas y desestructuradas. Ha sido en Rotherham, en el norte pobre y desindustrializado de Inglaterra.

Llegado aquí el lector no entenderá cómo es posible que este horrendo crimen continuado haya sido posible tanto tiempo. No lo entiende porque yo le he sustraído un dato fundamental de la noticia. Y ese dato es que todos los violadores y torturadores de niñas inglesas blancas son miembros de la comunidad paquistaní de la región de Rotherham. Los autores eran musulmanes y las víctimas eran blancas. Y es un hecho, denunciado con indignación y horror por voces como los filósofos Roger Scruton o Slavoy Zizek, que durante más de una década la policía y los servicios sociales han callado el horror por miedo a ser tachados de racistas. Por temor a verse envueltos en una caza de brujas del antirracismo oficial y extraoficial que en la administración británica amenaza siempre con concluir en la pérdida del empleo del acusado. Es milagro que un funcionario blanco sobreviva profesionalmente a una acusación de racismo de un grupo de presión, con la terrible agravante de «islamofobia». Nadie dude de que, si los canallas implicados en las violaciones y torturas hubieran sido blancos, ya el primer informe habría tenido drásticas consecuencias y habría saltado a la prensa. Pero denunciar por tales horrores a paquistaníes musulmanes es algo a lo que nadie en Rotherham se atrevió hasta el último y dramático informe. En el que también se pasa de puntillas sobre el hecho. Aunque sea ese dato el que explica el trato colectivo de los depredadores a 1.400 niñas como despreciable carne de mujer blanca infiel. Se ha callado y tolerado todo por no poner en peligro eso que llaman comunidad multicultural, ese fantasmal saco de convenciones mentirosas en el Reino Unido, como en toda Europa y EE.UU. La corrección política, impuesta por izquierdas y minorías militantes, ha derrotado a la verdad en Occidente. Amordazados en nuestra casa, hemos asumido mil falacias y ficciones para evitar conflictos que ya hemos perdido, con nuestra cultura en permanente retirada y rendición. Esa nuestra cultura que, con su éxito al compaginar libertad y orden, creó las sociedades más democráticas y prósperas de la historia. Son estas sociedades abiertas las que han atraído a quienes vienen de unos estados fracasados debido a unas culturas del fracaso que son las que pretenden algunos imponernos. Este grotesco y trágico sinsentido lo hemos asumido sin apenas réplica. Hasta cuando la realidad más brutal devora literalmente a nuestras hijas, callamos. Se me olvidaba: en el escándalo de las niñas de Rotherham no hay detenidos.

martes, septiembre 02, 2014

GAUCK Y CHURCHILL EN POLONIA

Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 02.09.14


Si Putin puede tratar así a su vecino entre baladronadas, nadie estará a salvo de las apetencias de quien solo reconoce el derecho de la fuerza

EN su gran obra sobre la Segunda Guerra Mundial, Winston Churchill narra su desesperanza y abatimiento en el año 1938 durante lo que llama «la Tragedia de Munich». Aislado y tachado de catastrofista y belicista, nadie le escuchaba. La inmensa mayoría de los británicos recibía entusiasmada las noticias de acuerdos de paz con Hitler a cambio de entregarle tierras remotas. No habría guerra ni sanciones que perjudicaran a la economía ni gastos adicionales de armamento. Bastaba con aceptar que ciertas tierras centroeuropeas pasaban a dominio alemán. ¿A quién podía molestar? Pero las cosas cambiaron con rapidez, recuerda Churchill. En el verano de 1939 muchos vieron ya cuán vanas eran las esperanzas de poder saciar el apetito de Hitler. Cuenta cómo surgen voces que lo reclaman a él. Y en ese melancólico capítulo, Churchill habla de las muchas ocasiones que habían tenido Francia y el Reino Unido de parar los pies a Hitler en los primeros seis años del nazismo. Pero ninguna utilizada. Porque los sacrificios de hacerlo se antojaban excesivos. Los 40 millones de muertos en Europa convierten en un obsceno horror el mero recuerdo de aquellos cálculos pecuniarios.

Ayer se conmemoró el 75 aniversario del asalto alemán a la parte occidental de Polonia, que precedió en quince días al asalto ruso sobre la parte oriental. Ambos actuaban en cumplimiento del acuerdo secreto entre Hitler y Stalin firmado una semana antes en Moscú. Ayer en la Westerplatte, la península junto a Gdansk atacada por el acorazado Schleswig Holstein aquel 1 de septiembre, habló el presidente alemán Joachim Gauck. De la mano del presidente de Polonia, Bronislaw Komorowski. Y con Churchill muy presente. Ambos hablaron muy claro. Para todos los europeos que creen aún, como entonces los británicos, que no afecta a sus vidas que Rusia aplaste a un vecino. Para todos los que por evitar unas sanciones a Moscú que repercuten en su bolsillo, insisten en la normalidad de que Putin viole fronteras e invada y robe territorios. Gauck, como jefe de Estado de Alemania y en sitio y fecha tan inmensamente significados, hizo ayer una solemne advertencia: «está en peligro la paz en Europa». Y no en ciudades de nombres casi exóticos como Lugansk o Donetsk. Estamos ante un desafío al derecho internacional y un alarde de agresión que, de no tener respuesta contundente, se desbordará para desgracia de todo el continente. Si Putin puede tratar así a su vecino entre baladronadas como su frase directa por teléfono a Durao Barroso, «Si quiero yo tomo Kiev en dos semanas», nadie estará a salvo de las apetencias de quien solo reconoce el derecho de la fuerza. Y la agresión siguiente probaría la cohesión de la OTAN. Tiene partidarios Putin entre los muchos enemigos que Occidente tiene en Occidente. Desde rasputines y meapilas derechistas que se creen la conversión ortodoxa de Putin y su «cruzada contra la degeneración liberal» hasta esa izquierda que añora cualquier tiranía que acabe con su enemigo, la libertad. Pero quienes creen en la democracia y los derechos del individuo, quienes salieron triunfantes primero frente al nazismo y 40 años después frente al comunismo, tienen que estar a la altura de las trágicas circunstancias. Polonia, que luchó sola contra las dos tiranías hace 75 años y después lideró la revolución democrática contra la miseria comunista, es la mejor inspiración. Lo recordó un alemán, 75 años después de aquel otro asalto. Gauck dijo que ha sido Putin quien ha hecho añicos la convivencia. «Tenemos que adaptar política, economía y defensa a las nuevas circunstancias». Hagámosle caso. Si se permite a Putin que imponga las reglas y el orden en Europa, nuestra libertad estaría a su merced. Y la habríamos perdido.