PRISAS DE CUBA Y OBAMA
Por HERMANN TERTSCH
ABC 28.02.15
La isla sigue siendo centro de operaciones del
narcoterrorismo de las FARC y santuario de terroristas
Funcionarios y diplomáticos de Estados Unidos y Cuba han
celebrado su segunda reunión para estudiar los primeros pasos administrativos
tras la decisión del presidente Barack Obama de restablecer relaciones con
Cuba. Y surgen, por supuesto, las primeras contradicciones en este proceso que
se abre con un claro desequilibrio. Porque el presidente en Washington ha
decidido otorgar a la dictadura cubana el reconocimiento de dichas relaciones
diplomáticas y expectativas, más o menos cercanas, de un levantamiento de ese
embargo que condiciona los intercambios bilaterales. Y lo ha hecho sin recibir
nada a cambio. Más allá de la liberación de un empresario norteamericano y el
gesto de dejar salir de la cárcel a unas decenas de opositores, gesto vacuo
porque después han sido detenidos otros.
Que la parálisis total en las relaciones entre Washington y
La Habana era una situación que no servía de nada es cierto. Pero se notaron
demasiado las ganas de Obama de hacer este gesto por el hecho de hacerlo él y
hacerlo ahora. Y no como resultado de un acuerdo inicial que comprometiera a la
dictadura cubana por lo menos a ciertas concesiones y a una agenda. Como
siempre pasa con el régimen cubano, si no se le ponen condiciones ni agenda, se
puede tener la seguridad de que las imponen los Castro. Así, esta reunión para
estudiar asuntos técnicos sobre las embajadas, se convirtió por imposición de
la dictadura, en una sesión sobre la urgente necesidad de quitar a Cuba de la
lista de Estados Unidos de países colaboradores con el terrorismo. Llegará,
porque Obama también quiere avances. Aunque se sepa que Cuba sigue siendo
centro de operaciones del narcoterrorismo de las FARC y que otros terroristas
sigan con santuario en la isla. Obama quiere relaciones con Cuba, como quiere
un acuerdo con Irán.
La dictadura cubana lo sabe. Solo el Congreso
republicano en Washington puede evitar que esto sea el más suculento negocio
que fortalezca a los peores de la dictadura.
EL ASESINO DE VIEJECITAS
Por HERMANN TERTSCH
ABC 27.02.15
Tiene sentido que el asesino de viejecitas empuje a la
embarazada. Tiene sentido que Castro reciba a Zapatero y a Moratinos para hacer
daño a España
SI se inicia uno en
estrangular viejecitas que viven solas, se corre el riesgo de acabar no
cediendo el asiento en el autobús a las embarazadas. Esa precaución me la
recordó ayer el lamento del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel
Margallo, al enterarse en Alicante, durante un acto de la Marca España, de que
el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero y el exministro y antecesor suyo,
Miguel Ángel Moratinos, tienen mejor agenda que él. Resulta que esa siniestra
pareja ha aparecido en La Habana, según se dignó en informar el diario del
Partido Comunista, Granma. Este órgano oficial del régimen, en el que las
verdades son escasas y a veces se limitan a la fecha, nos cuenta que Zapatero y
Moratinos fueron recibidos por Raúl Castro. Y que lo hizo con motivo de la
«visita privada» de ambos. Las visitas privadas de un expresidente no existen.
Y menos si va a hacer honores al dictador responsable de mucho de lo peor que
pasa en Latinoamérica. Y Zapatero no se dignó a informar al gobierno.
¿Deslealtad, ofensa, a quién sorprende? ¿Avisó Zapatero acaso cuando hablaba,
nada más ser nombrado secretario general del PSOE, con otros criminales, a
espaldas del entonces presidente del Gobierno José María Aznar? Por aquello,
Rajoy le llamaría «traidor» a Zapatero años después. Con razón. Y reprocharle
deslealtad a un traidor es un enfado pueril. Como lo es el enfado del ministro
con sus celos. Porque hace meses tuvo Margallo la mala ocurrencia de irse a
Cuba a hacer antesala, en la esperanza de que Raúl, el segundón de la satrapía,
se dignara a recibirlo. Y fue que no. Fue una ofensa gratuita que debía haberse
ahorrado el ministro. Pero es lo que tiene ese ridículo e inmoral afán de todos
los políticos españoles por cultivar esa nefasta compañía.
Tiene sentido que el
asesino de viejecitas empuje a la embarazada. Tiene sentido que Castro reciba a
Zapatero y a Moratinos para hacer daño a España, en su nombre y en el de
Nicolás Maduro. Lo tiene que la pareja, en su viaje de negocios, vanidad y
vileza, haga daño al Gobierno de España y fortalezca a la dictadura. Pero tiene
especial sentido que estén allí por su preocupación por Venezuela. Porque el
«Socialismo del Siglo XXI» amenaza con naufragar en un mar de sangre. Y esa
multinacional política que gobierna gran parte de Latinoamérica y tiene su
cerebro en La Habana, es un inmenso conglomerado de intereses, bajo un manto
ideológico, que todos sus colaboradores quieren preservar. La tragedia
venezolana con sus colas, su rabia, medios y políticos amordazados y su actual
espiral con niños asesinados y ejecuciones extrajudiciales, revela que Maduro
puede perder el control. Esto es un serio inconveniente para la multinacional
en la que participan desde Evo Morales a las FARC, desde Daniel Ortega a Rafael
Correa, desde Maduro a Podemos y Hizbullah, desde los sacos de dineros de
Kirchner a los narcodólares de Diosdado Cabello. Muchas organizaciones y media
docena de gobiernos. Hugo Chávez era su estrella. Pero La Habana es la capital.
Allá va Nicolás Maduro cada vez que tiene que tomar una decisión de cierta
relevancia. Allí estuvo en vísperas de detener al alcalde de Caracas, Antonio
Ledesma. Tiene también sentido que después de este encuentro en La Habana,
Zapatero y Moratinos se reúnan en Madrid –ya en sórdido trío– con José Bono y
citen, en la suntuosa casa de Velázquez del probo expresidente de comunidad
autónoma, a sus amigos Pablo Iglesias e Íñigo Errejón. Y que hablen de negocios
y política. Como con Raúl Castro. Todos ellos saben muy bien lo mucho que se
juegan en Venezuela.
UN ROTO IMPORTANTE
Por HERMANN TERTSCH
ABC 24.02.15
Rivera llega con sentido común, talante liberal indefinido y
unas propuestas socialdemócratas, cobardonas y nada emocionantes
TODO indica que se le tuercen los planes electorales al
Gobierno del Partido Popular, que había estado observando el panorama con esa
parsimonia tan propia de su jefe. Tan admirada por aquellos que adivinan tras
ella una «genial administración de los tiempos» y menos por los que sospechan
que solo es lo que parece. Desde el PP nos anuncian que Mariano Rajoy lo va a
bordar. Y que si no llega a la mayoría absoluta, que consideran posible,
bastará con algún apaño menor. La mejora de la economía, un hecho cierto que ya
nadie que se tome en serio puede negar, se consolidará a lo largo del año. Como
lo hará el miedo a los nuevos bárbaros totalitarios de Podemos, cuya dirección
queda cada día más expuesta como unos comunistas encargados de la franquicia
española del brutal y corrupto régimen de Caracas. «Con nosotros, en este lado,
la recuperación, la seguridad y el crecimiento. Con ellos, ahí, el caos y la
miseria», me decía en una cena muy seguro, mostrando las dos manos enfrentadas,
un destacado dirigente. Hasta ahora.
Mucho se ha esforzado el PP para que las cosas fueran tan
fáciles de decidir para los españoles. Para que solo tuvieran que optar entre
el bien y el mal, entre dinero y trabajo aquí y allí desorden y expropiación.
Había que salvar a una televisión radical y fulera en quiebra. Para que su
agitación extremista arrebatara todo rasgo de moderación a la izquierda. Había
que primar la presencia de los radicales izquierdistas en todos los medios. Y
había que evitar que lo que fomentaba en el adversario le pasara al PP. Para
ello, este Gobierno ha ido muy lejos en sus «recomendaciones» a los medios.
Había que evitar todo perfil que entorpeciera la polarización entre moderados
oficialistas del PP y radicales chavistas de Podemos.
Así, el mundo en orden y Mariano Rajoy esperaba, fumándose
un puro tras otro. A que las cifras mes a mes demostraran que el camino
emprendido para la recuperación económica es sólido. Y a que los chicos de
Podemos demostraran que son unos paleocomunistas, presuntamente mantenidos con
dinero de los rincones más detestables del globo, desde Teherán a La Habana,
pasando por Caracas y Moscú. Y he aquí que toda la construcción se desmorona.
El partido Podemos ha dejado de ser una irrupción sorprendente que causa
pasiones y genera pánico. Que haya tocado techo o no dependerá de la cuestión
más grave del momento, que es el suelo el PSOE. ¿Le queda suelo al PSOE o se va
adonde el griego Pasok, al 5 por ciento o, peor aún, como el PSI italiano, al
sumidero? Lo cierto es que Podemos puede dar miedo. Pero ya no lleva los votos
asustados al PP. Ha surgido Ciudadanos. Otros «frikis» que Arriola no tuvo en
cuenta.
Ciudadanos no ha sido vetado de forma inmisericorde como
Vox, ese Pepito Grillo de la derecha que pagó cara la bisoñez al dejarse
engatusar por Vidal Quadras. Aunque es producto, como Vox, del abandono de la
política por este Gobierno. En su caso, por la ineptitud del PP catalán.
Ciudadanos ha llegado lentamente, dirigida por un Albert Rivera que sí parece
un líder duradero en la política española. Llega solo con sentido común,
talante liberal indefinido y unas propuestas económicas socialdemócratas,
cobardonas y nada emocionantes. Pero con una imagen de lealtad y humildad que
destroza la de soberbia desleal que ofrece el Gobierno. Todo indica que
Ciudadanos le va a hacer un importante roto al PP. Después, la tiranía de la
aritmética nos dejará probablemente sin gobierno posible. Y pagaremos no haber
hecho lo que en esta oportunidad histórica se pudo y no quiso. Con lo rentable
que habría sido creer un poco en algo.
ESTOS NUNCA CUMPLIRÁN
Por HERMANN TERTSCH
ABC 21.02.15
El Gobierno de Syriza pretende crear un régimen distinto. Y
que se lo financie el despreciable capitalismo de los socios
Claro que todos quieren que Grecia se quede en el euro.
Claro que preocuparía su salida como referente para futuros fracasos. Claro
que sería costosa sobre todo para aquellos que habrían de renunciar al dinero
prestado. Y tendrían que plasmarlo en presupuestos. Claro que sería triste para
el proyecto europeo. Y peligroso para la seguridad del continente.
Y sin embargo, el nuevo gobierno de Grecia ha logrado en
pocas semanas que se haya multiplicado el número de europeos que desean
encarecidamente que no haya acuerdo. Que solo aceptan ya dos opciones: que
Grecia cumpla o que Grecia se vaya, salga del euro y vuelva al dracma.
Cualquier solución intermedia como la habida generará sospechas. Los
parlamentos ratificarán, previsiblemente, lo habido.
Pero el problema con Grecia ya no está en su baja
productividad, su falta de estructura industrial, su corrupción, su rigidez, su
hiperestado, su falta de moral fiscal y ética pagadora. El problema está en que
el Gobierno de Syriza pretende crear un régimen distinto. Y que se lo financie
el despreciable capitalismo de los socios. Cualquier acuerdo nuevo está
lastrado por la violación unilateral del anterior. Y la firma del gobierno de
Tsipras tendrá el valor de un alto del fuego de Putin.
Las próximas trampas están anunciadas. Si muere
el respeto a acuerdos, reglas y compromisos, muere el proyecto europeo. El
mensaje de momento es que el chantaje fue eficaz. Si se confirma, el efecto
será demoledor para las democracias europeas. En norte y sur. Veremos lo que
dura la tregua frágil de ayer. Pronto habrá nuevas dificultades. Si no quiere
cumplir es mejor que Grecia se vaya. Fuera puede estrellarse con su aventura de
socialismo del tercer mundo. Y si quiere volver, para cumplir, lo decidirá en
las urnas. Por mucha cataplasma de buena voluntad que los demás pongan, el
proyecto anticapitalista de ese Gobierno es incompatible con el euro y con la
práctica y espíritu de la UE.
BUENA PROPUESTA DE GUERRA FRÍA
Por HERMANN TERTSCH
ABC 20.02.15
Es de esperar que Merkel y Hollande no insistan en hacer más
el ridículo
EL miércoles pasado se produjo un hecho sin precedentes. La
canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, François Hollande,
fueron públicamente humillados y ridiculizados. Alemania, Francia y toda la
Europa democrática fueron humillados y engañados por el presidente de Rusia,
Vladimir Putin, que mandó además a su ministro de Exteriores, Sergei Lavrov, a
reírse de todos al declarar que debían haberse equivocado quienes creían que el
alto el fuego les impedía a ellos continuar su conquista principal, que se
acababa de producir. Porque el Ejército ruso, con mercenarios rusos y
separatistas locales, masivamente concentrados en territorio ucraniano en torno
a la ciudad de Debalzeve, dieron el miércoles su brutal golpe de gracia a este
nudo de ferrocarril de gran importancia estratégica. Con su masiva
superioridad, traída de allende la frontera, machacaron a una inmensa bolsa de
soldados ucranianos. Se habla de miles de muertos. Kiev no parece atreverse aún
a dar cifras a la conmocionada sociedad ucraniana. Esta conquista no es
atribuible a separatistas indisciplinados. La toma de Debalzeve fue organizada,
realizada y dirigida por fuerzas especiales rusas. A las órdenes de Vladimir
Putin. Y el asalto final se produjo tres días después de comenzar ese alto el
fuego del que Merkel y Hollande fueron valedores en Minsk.
Habían ido a la capital bielorrusa con urgencia para evitar
una escalada. Temían que así reaccionaría Rusia si el Congreso republicano
cumplía su intención de enviar armas a los ucranianos. En Washington se impone
el criterio de que es inmoral impedir a un pueblo que luche por su patria
invadida. Es repetir la inmoral hazaña de dejar a los polacos inermes en 1939
frente a nazis y soviéticos. Europa no quiere suministrar armas porque sabe que
Putin, en una escalada, es del todo imprevisible. Le tienen miedo. Ya ha
amenazado con llevar sus tanques no a Kiev, sino a Varsovia. Los esfuerzos
europeos, dirigidos por Merkel, de disuadir y combatir al agresor con medios
pacíficos, económicos y graduales han fracasado estrepitosamente. Es de esperar
que Merkel y Hollande no insistan en hacer más el ridículo. Ellos se
comprometieron ante el presidente ucraniano, Petro Poroshenko, como valedores
del alto el fuego. Y en el mismo Debalzeve ha sido destruido y conquistado por
Putin con ingente cantidad de muertos. Ante esta dramática situación, Europa
debe afrontar la crisis de nuevo en estrecha alianza con EE.UU. Y reconocer el
hecho de que no hay guerra abierta, pero sí hay una guerra fría. Toca constatar
que el enemigo ha ganado esta partida y tomar medidas para no ser sorprendidos
en la siguiente. Y, como propone en la FAZ Klaus
Dieter Frankenberger, es hora de plantearse la fortificación de la Ucrania
libre. Si hace falta, con un muro.
En todo caso, con una consistente y sofisticada
fortificación en la frontera oriental de lo que se llamará Ucrania occidental.
Como en su día sucedió con la división alemana. Con aviso claro de que allende
el muro, en el oeste todo es intocable para Putin. Porque tiene garantía
nuclear de la OTAN. Se dará provisionalmente por perdido lo que parece
perdido. En espera a que en Moscú cambie el régimen. Mientras, se integrará
paulatinamente a Kiev en organismos occidentales y ayudará a Ucrania a crear un
Estado cada vez más eficaz, transparente, democrático, es decir envidiable para
los del otro lado. Como sucedió entre las dos Alemanias durante 40 años. Es una
propuesta razonable. Quizás haya otras. No lo es esperar al próximo zarpazo del
oso ruso, que, cuanto más podridas tenga las posaderas con una Rusia corrupta,
aislada, sin desarrollo y empobrecida por los precios de gas y petróleo más
agresivas tendrá garras y fauces.
¿EUROPA «JUDENFREI»?
Por HERMANN TERTSCH
ABC 17.02.15
La vida judía en Europa es tan inmensamente imprescindible como Israel para la defensa de Europa
SE vio en París. Se vuelve a comprobar en Copenhague. Es tan
terrible como obvio. Las víctimas de atentados contra judíos parecen doler
menos en Europa. ¡Cuántos ríos de tinta, con toda razón, fluyeron por los
terribles asesinatos en la redacción de «Charlie Hebdo»! ¡Cuánta diferencia en
el eco mediático otorgado a las víctimas del supermercado kosher del
día siguiente! Pocos europeos supieron por ello que los cuatro judíos
asesinados fueron todos enterrados en Israel, ninguno en Francia. Los muertos,
escoltados por sus familias, huyeron de Europa a reposar. Conscientes de que en
tierra de la diminuta patria de los judíos, rodeados por brutales regímenes
enemigos que les desean y planean su desaparición y el exterminio, tendrán más
tranquilidad que en cualquier cementerio judío de Europa. En Israel puede un
día pasar por encima de sus tumbas un tanque en combate. O hasta caer encima un
misil lanzado desde un Irán convertido en potencia atómica por un presidente
norteamericano llamado Barack Obama. Que insiste en pasar a la historia por un
acuerdo de negocios con una teocracia cuyo objetivo supremo en este mundo es
destruir Israel. Pero lo que nunca sufrirán en Israel es una profanación desde
la vileza y el odio que lleva a individuos a hacer una fiesta de la rotura de
lápidas y nichos en cementerios judíos europeos.
Setenta años después, los judíos vuelven a tener miedo en
las calles de Europa. Y ahora no por los nazis ni los colaboracionistas. Son
los islamistas los responsables de esta nueva peste de judeofobia. Son
inmigrantes que no existían cuando los nazis intentaron acabar con los judíos
en Europa. Desde hace más de medio siglo llegan a Europa de países remotos y
paupérrimos, de Estados fracasados. En vez de primarse su adaptación a formas,
hábitos y la cultura de los países europeos de acogida, claves de su prosperidad,
libertad y atracción, se permitió imponer en su entorno formas, hábitos y
cultura propios del fracaso y la miseria en sus países de origen. Ahora,
politizados en el islamismo, pretenden imponer esa cultura del odio y la
violencia, y su prioridad es aterrorizar y expulsar a los judíos que son clave
de bóveda de la cultura europea. Para completar la perversa meta de Hitler de
un viejo continente sin judíos, «judenfrei». Pero no es solo el islamismo. La
complicidad de cierta izquierda es tan activa como patente. Y la indiferencia
de tantos, como ya sucedió en tiempos pasados. De repente vuelve a peligrar esa
presencia judía en toda Europa que no solo era el triunfo de la humanidad sobre
el nazismo, sino la reafirmación de la voluntad de continuidad y transcendencia
de la cultura europea impensable sin su elemento judío. Es toda la sociedad
europea la que tiene que rebelarse contra este proceso. Y contra la
despreciable y vacua corrección política e inanidad de los políticos que, cada
vez que hay un atentado del islamismo contra judíos o cristianos, proclaman que
el peligro es la islamofobia. La huida de los judíos es una tragedia europea.
La cobardía de nuestra clase política es otra. Ambas nos deben avergonzar y
asustar a todos. Nos deja más inermes en una Europa confundida y sin criterio.
Israel ha aprobado ya un gran plan de inmigración y su primer ministro,
Benjamin Netanyahu, ha invitado a todos los judíos europeos a «volver a casa» a
Israel. Mal hecho. Las palabras de Netanyahu son comprensibles. Pero la vida
judía en Europa es tan inmensamente imprescindible como Israel para la defensa
de Europa. Aunque cierto que es tarde. Ayer hablaba el rabino de Copenhague de
esta necesidad de mantener una cultura judía en Europa. Pero sus tres hijos y
sus nietos viven en Israel.
LAS MÍNIMAS ILUSIONES
Por HERMANN TERTSCH
ABC Sábado, 14.02.15
En el mejor de los casos habrá un alto el fuego que se
mantenga con las líneas congeladas donde están hoy
Todos son
conscientes de que el único que ha ganado algo en el acuerdo de Minsk ha sido
el presidente de Rusia, Vladimir Putin. Todos saben que es el invasor y máximo
responsable de la situación creada y de los 6.000 muertos que ya suma esta
guerra. Pero todos saben también que es el único dispuesto a utilizar la fuerza
militar sin reparar en gastos ni daños. Y por tanto es el único garante posible
para cualquier paz. Ante esa amenaza rusa tan creíble por consumada, el
presidente ucraniano Petro Poroshenko, y los avalistas occidentales, la
canciller Angela Merkel y el presidente François Hollande, han reconocido de
facto el derecho de Putin a intervenir en la constitución y en la reforma de la
estructura territorial del país vecino. Aunque vaya a ser muy difícil de
aplicar estas condiciones políticamente en Kiev. Eso sí, revela bien su falta
de confianza en Moscú el hecho de que, pese al acuerdo, hayan decidido imponer
a Rusia nuevas sanciones este lunes. Y amenazan con una nueva serie de sanciones
si los acuerdos firmados se violan.
Los fuertes combates de ayer en el frente en Ucrania oriental
eran también un esfuerzo por lograr unas conquistas territoriales antes de la
entrada en vigor del alto el fuego. Pero no solo. Había varias bolsas de
soldados regulares de Ucrania asediadas en puntos estratégicos clave, que
volvían a sufrir su dramática inferioridad frente a la maquinaria militar
llegada de Rusia. Y podían caer como prisioneros antes de que entre en vigor
ese alto el fuego, que nadie sabe si se va a cumplir en su plazo anunciado ni
cuánto va a durar. Si Merkel ya dijo que no se hace muchas ilusiones, el
presidente ucraniano Petro Poroshenko, ya ha comunicado a sus compatriotas que
son prácticamente nulas sus esperanzas en que suponga un principio de una paz
negociada con Moscú. Al final, marcaron la agenda las prisas europeas por
llegar a un acuerdo con Rusia que evitara una decisión del Congreso en
Washington para el envío de armas a Kiev para defenderse. En el mejor de los
casos habrá un alto el fuego que se mantenga con las líneas congeladas donde
están hoy. Que nada tienen que ver con las líneas del frente cuando se firmó el
último acuerdo de alto el fuego similar, también en Minsk, hace medio año.
Pocos dudan en la región de que esta vez también, el alto el fuego será poco
más que un respiro. A Ucrania, asfixiada en sus fuertes pérdidas, en vidas y
material, le servirá al menos para tener un poco de tiempo para desviar
prioridades hacia la economía. Se hacen urgentes unas reformas a las que ha
condicionado el FMI la concesión de un crédito de 17.500 millones de dólares.
Kiev debe llevar a cabo una serie de profundas reformas estructurales en los
sectores de energía, finanzas, banca y administrativo. Pero todo se ve
lastrado, retrasado y relegado por el esfuerzo bélico.
EL PRECIO DE LA IMPOTENCIA
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 13.02.15
Los nuevos escenarios bélicos en territorio ucraniano
dependerán de las necesidades y apetitos del presidente Putin
LA canciller Angela Merkel sabe con quién ha negociado para
frenar la escalada bélica en Ucrania oriental. Tras quince horas de
conversaciones y un plan de paz de trece puntos que han suscrito todos los
participantes y algunos declaran un gran éxito, lo primero que ha dicho la
canciller al llegar a la Cumbre Europea en Bruselas ha sido: «No me hago
ilusiones». Hace muy bien la señora Merkel. Tiene ese acuerdo las mismas
posibilidades de cumplirse que aquellos «alto el fuego» y «desmilitarizaciones»
que firmaba Slobodan Milosevic antes de cada ofensiva en las repúblicas vecinas
en la guerra de los Balcanes. Las fuerzas rusas tienen objetivos para los que
organizarán ofensivas cuando convenga. En primavera o más tarde. Quizás
ofensivas cortas, para conseguir el control del corredor entre Rusia y Crimea
por Mariupol. Pero quizás también mayores, una grande para llegar hasta el
Transniester moldavo y anexionar así, como Crimea, también Odessa y la costa al
mar negro. Antes de que se pusieran de acuerdo los europeos para imponer más
sanciones, Vladimir Putin habría dado solemne bienvenida en Rusia a estas
ciudades en gran ceremonia en el Kremlin. De vuelta en la gran casa rusa. «De
vuelta en el imperio». «Heim in Reich», decían en Alemania a partir de 1938
cuando celebraban una a una, anexiones, ocupaciones y conquistas, Austria, los
Sudetes, Danzig, la Bukowina
.
Los nuevos escenarios bélicos en territorio ucraniano
dependerán de las necesidades y apetitos del presidente Putin. De sus deseos de
aprovechar debilidades ajenas o por consideraciones de política interna rusa.
Dirán que su agresión responde a provocaciones ucranianas. Para poder hacerlo,
es evidente que no cederán a Kiev el control de la frontera entre Rusia y
Ucrania, tal como exige el punto 9 del acuerdo de Minsk. Por allí pasan
suministros, armas y soldados y oficiales. Oficiales, regulares y mercenarios.
Por allí pasa todo. Desde el vodka a los sistemas de misiles antiaéreos como el
que abatió al avión de Malaisian MH17. Y en sentido inverso y en camiones, los
cadáveres de sus caídos en tierras ucranianas que vuelven a casa. Otro punto
que jamás se cumplirá será el 10. Que exige la retirada de los combatientes
extranjeros y mercenarios, así como de sus armas. Todos saben que la estructura
del ejército supuestamente separatista es ruso de Rusia. Sin soldados y armas
de Rusia, nada de lo habido en año y medio habría sido posible. También han
acordado que la OSCE vigile el cumplimiento. Eso ya se acordó hace un año. Y
hace medio otra vez. Y en la práctica ha sido imposible la misión de los
aterrorizados observadores de la OSCE. Putin actúa, una vez más, como
Milosevic. Con la diferencia de que, como potencia nuclear, no ha de temer el
castigo final que sufrió el caudillo serbio. No estamos donde estábamos. Estamos
peor. Con más muertos, con más territorio invadido y con mayor certeza de que
Occidente ha aceptado la nueva versión de la «doctrina Breznev» que exige a
Ucrania se resigne a una soberanía limitada por respeto a los «intereses de
Moscú». Anexione Putin o no aquellos territorios invadidos, los pretende
utilizar para tener siempre a Ucrania encadenada. La Europa impotente se
resigna a aceptar que Moscú vete el derecho de Ucrania a ser una democracia
próspera en su seno. Porque si lo lograra, tan cerca que no se puede ocultar,
la población de una triste y estancada Rusia podrían pensar en intentarlo. Nada
sería más peligroso para Putin. Lo cierto es que el zar chekista sabe
sacrificar a los rusos por sus intereses. Y nosotros no sabemos sacrificar
nada. Y no ya por aliados o por principios. Ni por nosotros mismos.
LOS AMOS DE LA HISTORIA
Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 10.02.15
Igual que los demócratas vimos emocionados el hundimiento del poder soviético
HABRÁ
muchos españoles que atribuyen a mero cinismo la forma en que el nuevo partido
Podemos desprecia las acusaciones como también las pruebas irrefutables de las
irregularidades fiscales y los juegos de mareos pecuniarios de uno de los
líderes, Juan Carlos Monedero. Todos sabemos hoy que este verborreico ideólogo
de Podemos, implacable comisario en la Facultad de Ciencias Políticas de la
Universidad Complutense de Madrid, según nos contaba ABC, se ha traído un
trasiego intenso con dineros procedentes del otro lado del charco, de origen de
momento muy oscuro y en todo caso tenebroso. Un dinero de Venezuela y de los
demás países rehenes del proyecto del Socialismo XXI que Hugo Chávez orquestó y
financió con Cuba como cerebro, siempre es dinero sucio. Aunque quizás éste no
llegue directamente del narcotráfico de las FARC empapado en sangre de
inocentes colombianos, en el que los terroristas aportan la cocaína y los
regímenes bolivarianos ponen las bases y los aviones para colarle la droga en
la panza florida al enemigo imperialista. Pero el dinero llega en todo caso de
la caja de un régimen ladrón que roba a su maltratada población. Para pagar
entre otras cosas las asesorías para represión, tortura, desinformación y
agitación, infiltración, espionaje, terrorismo, guerra sicológica y propaganda
exterior. A eso se dedican muchos de las decenas de miles de cubanos,
militares, policías y civiles. Hoy forman una tropa invasora y privilegiada en
Venezuela que controla a un régimen ya «quisling», títere de La Habana. A
algunas de esas tareas también se han dedicado algunos de las decenas de
comunistas españoles. No solo al proceso constituyente como pretenden. Muchos
han sido por tanto, durante años, agentes bien retribuidos del régimen
chavista. Y quizás lo sigan siendo, según no pocos observadores familiarizados
con los avatares de ese eje La Habana-Caracas. Ese eje logró en los años de
bonanza del precio del petróleo conquistar gran parte del subcontinente. Y
aparece en grandes operaciones en aquellas tierras y muy lejos de ellas. Es
sabido que Irán y sus sicarios libaneses de Hizbollah desembarcaron en
Latinoamérica por Venezuela. Ahora volvemos a oír del eje Caracas-Teherán –¡qué
casualidad, los dos socios de la Tuerka, la tele de Pablo Iglesias!– por su
implicación en la operación de encubrir el crimen iraní de la voladura de la
Mutua judía AMIA, con 83 muertos, cuyo último capítulo es el suicidio/asesinato
del fiscal federal argentino Alberto Nisman en Buenos Aires. Es absurdo pedirle
a Podemos que respete la lógica y coherencia y que la misma vara de medir que
tenía para los demás políticos la aplique ahora a su comisario Monedero o a su
submarino Tania Sánchez. Son comunistas que están en su momento histórico
decisivo y todo se subordina a la toma de poder.
Para cumplir
la misión como amos de la historia. Ven la posibilidad, hace poco inconcebible,
de romper este sistema desde dentro. Las incertidumbres europeas son muchas,
hay amenazas de fuera y dentro y aumenta el desprestigio de la democracia
liberal y sus gobernantes, unos corruptos, otros políticamente correctos hasta
la impotencia, otros ambas cosas. Igual que los demócratas vimos emocionados el
hundimiento del poder soviético y el triunfo de la libertad en Europa en 1989,
los neobolcheviques creen que existe ahora una constelación de factores
favorable para derribar este sistema capitalista y sustituirlo por otro. Aunque
todo sea un brutal juego de poder, los comunistas pretenden que su proyecto
tiene esa superioridad histórica que hace que sus robos, su violencia y
finalmente sus crímenes, sean moralmente distintos, mejores y aceptables. La
legalidad de un desvío de dinero, robo o evasión tiene nula importancia cuando
se busca y anhela volar muy pronto la legalidad misma.
OTRA VEZ MÚNICH
Por HERMANN TERTSCH
ABC Domingo, 08.02.15
«Lo mejor que pueden hacer los ucranianos es convertir
nuestro realismo en su resignación»
Impotencia Resonará largo tiempo la impotencia europea
en las palabras de Merkel
«Occidente no puede
dar suficientes armas a Ucrania para que Vladimir Putin reconsidere su política
de agresión a Ucrania. Por eso la lógica de la fuerza se impone y Rusia con
ella. Putin no cede y continuará con su agresión a Ucrania y su violación del
Acta de Helsinki y del Derecho Internacional. Hasta lograr los objetivos que
considere rentables para el coste que asume. Pero siendo realistas, Europa no
puede frenarle. Solo podría una amenaza nuclear de la que ni siquiera queremos
hablar. Consuélense, la historia no acaba aquí. También ganaron en un primer
momento quienes construyeron el muro de Berlín. Los aliados fueron entonces
realistas y no atacaron a Moscú. A la larga ganó Occidente. Y nuestro modelo de
sociedad, que era superior al de Moscú entonces y lo es al de Moscú de ahora,
acabará imponiéndose como lo hizo en 1989. Lo lamentamos por los ucranianos,
que son las víctimas. Les daremos la ayuda económica y humanitaria posible.
Pero lo mejor que pueden hacer es convertir nuestro realismo en su
resignación». Ninguna de estas frases se pronunció así en la Conferencia de
Múnich. No hablamos de aquella Conferencia de Múnich que ahora recuerdan todos,
la de 1938, hito de vergüenza en la historia de las democracias. Sino de la
Conferencia de Seguridad de Múnich, que este año ha sido el centro del mundo
por dos días.
Pero si ninguna frase
es textual, sí resumen todas juntas bien la intervención y el mensaje de la
canciller alemana Angela Merkel ayer en la capital bávara, después de regresar
de Moscú.
Se han dicho en estas
48 horas en el salón del legendario hotel Bayerische Hof muchas cosas con una
crudeza inaudita en el mundo diplomático. Resonará durante largo tiempo ese
reconocimiento de la impotencia europea en las palabras de Merkel y el cinismo
infinito en las del ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, que cada vez
recuerda más al ministro Vyacheslav Molotov en su desprecio a Occidente y a la
verdad. También resuena la amarga frustración de Washington, al verse una vez
más en la historia, que Europa no está dispuesta a hacer frente a un agresor.
Por realismo, por resignación, por prudencia, por sensatez, por sentido común,
por cobardía, por egoísmo… por lo que sea. El Kremlin tiene sus planes y quien
no tenga una disuasión creíble no va a entorpecerlos. No la tiene Europa ni la
OTAN. El abismo entre Washington y Europa por Ucrania se abrió ayer aun más. El
reconocimiento de la impotencia de Europa ante la agresión rusa exige reflexión
pero también medidas urgentes. La UE y la OTAN permiten que Ucrania, un estado
soberano, sea brutalmente agredido y despedazado por el mero hecho de querer
integrarse en su seno. Veremos si la reacción es distinta cuando el próximo
objetivo de Rusia sea un estado ya integrado.
LA GUERRA ES DE TODOS
Por HERMANN
TERTSCH
ABC Sábado,
07.02.15
¿Van
a amenazar a Moscú con aceptar a Ucrania en la OTAN y extender su paraguas
nuclear sobre este país? No parece probable
La canciller Angela Merkel y el presidente
francés François Hollande salieron literalmente corriendo el jueves, en su
función de bomberos de último recurso, hacia el incendio en el este europeo que
amenaza, por su inmenso peligro, gravedad y potencial destructivo, con
convertir en nimiedad cualquier otro problema. Una guerra abierta en el este de
Ucrania, con el Ejército ruso en avance hacia el oeste, no es ya una amenaza,
sino una realidad. Y una escalada descontrolada de la misma podría ponernos al
borde del abismo, hacernos olvidar o parecer ridículo todo lo demás, deuda
griega, paro, euro y terrorismo islámico incluidos.
Lo
cierto es que a Merkel y Hollande parecen haberles alarmado menos los avances
rusos de pasadas semanas que el anuncio de que Washington se prepara para
suministrar armas al Gobierno de Kiev.
De
nuevo tiene que llegar de fuera de Europa un impulso para que sus líderes
recuerden que se habían comprometido para defender una integridad territorial
de Ucrania que parece cada vez más lejana. Las tropas rusas se mueven ya sin
ningún recato junto a los separatistas por las regiones ucranianas ocupadas. La
línea de frente que se pretendía haber estabilizado en los acuerdos de Minsk
son ya historia por los avances rusos habidos. Vladimir Putin continúa su
política de hechos consumados y conquista más territorio ucraniano.
Pocos
dudan de que, en caso de considerar asumible el coste, lo anexionará en su
momento, como hizo con Crimea. Y Europa no declarará la guerra a Rusia por
Ucrania. Lo cierto es que Putin no tiene intención de respetar fronteras si
tiene posibilidades de violarlas impunemente como en las regiones de Lugansk y
Donetsk. Y su última agresión a la costa del mar de Azov, a objetivos civiles a
Mariupol, revelan que mantiene la ambición de abrir un corredor de tierra hasta
Crimea.
El mismo argumento de «liberar a los rusos» que utiliza en
las regiones orientales le valdría después para seguir hasta Odessa y después a
Transdniester en el este de Moldavia. Para despedazar Ucrania y dejarla sin
acceso al Mar Negro. Merkel y Hollande estuvieron en Moscú para disuadir a
Putin de planes de este tipo. Pero con apenas más armas de disuasión. ¿Van a
amenazar a Moscú con aceptar a Ucrania en la OTAN y extender así su paraguas
nuclear sobre este país? No parece probable.
Pero
Merkel no puede ya llamarse a engaño con la deriva de Putin. Sabe que el
supremo peligro está en que Putin solo se frenará ante una fuerza superior.
Y que no se está mostrando. Hay un razonamiento correcto en esta lógica: nadie
podrá nunca suministrar las armas necesarias a Ucrania para compensar todo el
armamento de que dispone Putin para poner sobre el terreno en esa region. En
este sentido tiene razón Merkel en que no hay una solución militar a la crisis.
No la hay en la escalada. Pero si todo lo que hace la OTAN son ademanes vacíos,
sí que habrá una solución militar y será la que quiera Moscú. Si esto sucede,
la amenaza dejaría de estar en la frontera oriental ucraniana para pasar a la
frontera oriental polaca y en las bálticas. Y entonces, con el «casus belli»
consumado, lamentarían los europeos, como siempre demasiado tarde, no haber
disuadido con eficacia cuando se pudo a un enemigo que no ocultó nunca sus
intenciones.
DE LA LEY Y LA LOCURA
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 06.02.15
Cuántas veces los cálculos políticos de algunos
presuntamente sanos nos hacen dudar de su cordura
UN estudio de un equipo de especialistas del Pentágono
asegura que el presidente ruso, Vladimir Putin, padece el «síndrome de
Asperger», que es un desorden autista que influye en todos los procesos de toma
de decisiones. Este informe, que data de 2008 y revelado por el diario
norteamericano «USA Today», asegura que «su desarrollo neurológico se vio
considerablemente interrumpido en su infancia». Los analistas concluyen que «el
presidente ruso tiene una anormalidad neurológica». Lo cuento como llega la información.
Todas las grandes voluntades son como poco raras. A todos los grandes líderes,
demócratas, caudillos y tiranos, se les encuentran rareza que explique
características mejores o peores. Enfermos, psicópatas, adictos y inadaptados.
El cuadro clínico de Churchill no era probablemente mejor que el de Stalin.
Aunque para mi esté claro quién estaba más sano. A Hitler, desde pronto lo
supieron bien desequilibrado y con una patología que habría recomendado ingreso
perpetuo en Steinhof, célebre psiquiátrico de Viena. Con una preciosa iglesia
modernista construida por Otto Wagner. Convenientemente encerrado nos habría
evitado mares de sangre y muerte. Aunque la locura de Hitler no explique por
qué tantos alemanes cultos y sofisticados, supuestamente cuerdos, le siguieron
en su criminal locura. Ni cómo logró que se volviera loco todo un pueblo.
Está claro que el mejor mecanismo para evitar que llegue al
poder un personaje con un cuadro clínico complicado es una buena democracia con
unos filtros eficaces de transparencia, prensa libre, ciudadanos emancipados y
protegidos por la ley. Pese a ello, cuántos políticos y dirigentes democráticos
nos demuestran ser un peligro para ellos y para los demás. Cuántas veces los
cálculos políticos de algunos presuntamente sanos nos hacen dudar de su
cordura, esa condición tan relativa. Putin podría vivir con todo el afecto
garantizado de un Occidente que no quiere líos. Y que se había resignado a que
Rusia no fuera una democracia por mucho que lo quisieran algunos rusos. Le era indiferente
lo que hiciera Putin en casa. Y habría gozado de ayuda ilimitada europea para
la explotación de esa Rusia abandonada. Pudo haber sido un sátrapa mimado por
las democracias. Pero no, esa cabeza inquieta se empeñó en que tenía que
resucitar a la URSS. Y eso puso a muchos muy tensos. Porque las experiencias no
eran del todo buenas. Sonó el grito de «antes muertos que otra vez bajo el
Kremlin». Y ya estamos en una escalada bélica que podría hacer arder Europa
oriental, implicar a EE.UU. y poner a pensar a algunas mentes, nadie sabe cuán
sanas, en sus arsenales nucleares.
Tan mal se ha puesto todo que ayer se fueron de bomberos
nada menos que el presidente francés Hollande y la canciller Angela Merkel.
Primero a Kiev y hoy a Moscú. Para convencer a Putin que nadie le va a acosar
en su casa. Pero exigirle que deje de pisotear y matar vecinos. Sin respeto a
las fronteras, todo se complica mucho. Cuando se disolvió la URSS, Kiev entregó
a Moscú todo su arsenal nuclear (1.800 cabezas) a cambio del respeto a sus
fronteras. Garante era también EE.UU. Respetar pactos, acuerdos, compromisos y
leyes es siempre la mejor forma de vivir en paz y prosperar. Pero, con ser mala
la violación de una ley o un compromiso, lo peor siempre es la impunidad.
Multiplica los perversos efectos de la agresión o transgresión hasta
convertirlas en amenaza existencial. Porque además sustrae al gobernante los
límites que lo mantienen en la cordura. Hablamos de Rusia o de Grecia, pero
también de nosotros en España, este reino de la impunidad en el que vuelven a
brotar caudillos de proyectos demenciales.
TIEMPOS INTERESANTES
Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 03.02.15
Puede parecer una estrategia kamikaze la de Grecia. Pero
desde luego lo sería de Europa si cediera y emergieran los extremistas de
Syriza como triunfantes
DICEN que es una maldición china el desear a alguien «que
viva tiempos interesantes». Malditos o no, el mundo ha entrado en tiempos
interesantísimos, especialmente desde este pasado 2014, en que conmemoramos el
centenario de la Primera Guerra Mundial, aquel terremoto de la civilización.
Tan interesantes son los tiempos estos que cada vez parece menos probable que
vayamos a volver a aburrirnos antes de que suceda algo grande, grave y con
muchas consecuencias para mucha gente. Nadie sabe qué. Pero hay muchos frentes
en los que adivinar detonantes para ello. Ahí tenemos una guerra entre las dos
grandes corrientes en el seno del mundo musulmán. Los islamistas suníes están
decididos a cambiar la geografía de África, Oriente Medio y Asia Central. Han
comenzado a construir un califato en zonas de Siria e Irak y, menos advertido,
en el norte de Nigeria. Quieren unir zonas liberadas hasta conseguir crear un
gran reino de Alá en este mundo. Ahí tienen a sesenta países desde hace muchos
meses aliados en guerra de baja intensidad para acabar con el ISIS. Y allí
siguen los islamistas. Y Boko Haram conquista aldeas de las que huyen sin
combatir los soldados nigerianos. Y admirados por su ejemplo, son cada vez más
en los países musulmanes y también en los nuestros.
En Rusia tenemos a una nación muy debilitada y humillada
durante décadas, seducida ahora por un caudillo que les promete poder y gloria.
No ha logrado modernizar el inmenso país durante los años de vacas gordas con
sus precios sabrosos para sus materias primas, su única fuente de riqueza. Pero
mientras se enriquecían él y sus oligarcas y su aparato privilegiado, ha
gastado en material bélico todo lo que no ha invertido en carreteras,
investigación, educación o industria en la Rusia abandonada, en la que no se ha
asfaltado una carretera desde que la URSS celebrara el Sputnik. La grandeza que
no llega con el desarrollo va a llegar, dice, con las conquistas territoriales.
Y planea que todos los rusos vuelvan a vivir juntos en un Estado como sucedía
en la URSS. Para ello tendrá que invadir media docena de países. Entre ellos
alguno de la UE y la OTAN como Letonia. Esa reunificación nacional fue la que
lanzó a Slobodan Milosevic a la guerra. La perdió. Pero él no tenía armas
nucleares. Y Ucrania tampoco. Porque ese las entregó todas a Rusia a cambio del
solemne reconocimiento de las fronteras, que Moscú viola ahora brutalmente
todos los días. Ahora EE.UU. se ha decidido a armar a los ucranianos para que
puedan defender su integridad territorial de la agresión rusa. Los europeos no
se atreven, claro. Aunque ven con cuánta procacidad cruzan la frontera las
armas, los equipos y los soldados rusos hacia una Ucrania que solo sería el
principio de esa expansión con la que Putin quiere pasar a la historia.
Los europeos no se atreven siquiera a exigir a Grecia que
cumpla con sus compromisos. Y los hay con tentaciones de ceder ante el chantaje
y las amenazas del nuevo gobierno ultra de Grecia. Entre las que no está solo
la de generar una inmensa crisis financiera. Sino también la de actuar en la UE
como submarino precisamente de esa Rusia que amenaza a todo el continente.
Capaz de hacer daño a sus aliados en colaboración con el enemigo. Puede parecer
una estrategia kamikaze la de Grecia. Pero desde luego lo sería de la Europa si
cediera y emergieran los extremistas de Syriza como triunfantes. Entonces
Europa se cubriría muy pronto de ultras de diverso signo en norte y sur. Y la
aventura de la unidad europea acabaría en desintegración y desgracia. Lo dicho,
tiempos interesantes.