The Unending Gift

domingo, agosto 30, 2015

UN CONTINENTE DIVIDIDO SE ENFRENTA A LA PEOR CRISIS HUMANITARIA EN 70 AÑOS

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  Domingo, 30.08.15


La Unión muestra una falta absoluta de control sobre esta inmensa ola de refugiados que pone en peligro su futuro

                                                                                                    EFE
Un policía persigue a un inmigrante que cruza la valla levantada por Hungria

El Gobierno de Suiza ha organizado unas maniobras de su ejército bajo el nombre de Conex15 entre el 16 y el 22 de septiembre. Los juegos de guerra parten de un escenario supuesto muy concreto: la Unión Europea se ha desmoronado y han estallado graves conflictos en el continente, existen nuevas fronteras y nuevos países, con una general descomposición del orden público, ataques, sabotajes y asaltos a almacenes y depósitos de alimentos y combustibles, y ataques a infraestructuras de suministro y comunicación. Todo ello en el marco de la proliferación de enfrentamientos étnicos y grandes movimientos migratorios que cruzan la propia Suiza y Europa. No es ciencia ficción. Ni un juego de mesa o de simuladores de ordenador de unos profesores universitarios extravagantes. Son unas maniobras militares de gran importancia dentro de dos semanas con 5.000 soldados de la Confederación Helvética y amplia cooperación de su protección civil y la administración.
La franqueza con la que Suiza expone sus peores previsiones para Europa debiera hacer reflexionar a muchos que parecen creer aún que la crisis migratoria es un problema de Alemania, Suecia y algún otro país rico, que afecta colateralmente a países de paso. Se equivocan de forma drástica. Y quizás suicida. La crisis que ha estallado este verano en Europa, si se mantiene fuera de control como es el caso ahora mismo, amenaza creíblemente con hacer colapsar los instrumentos de cooperación, los mecanismos de seguridad y hasta el orden público en Europa. La marea humana ha generado ya un estado de emergencia que eclipsa por completo en la agenda política las otras crisis, algunas muy graves, como la del euro, la creciente polarización norte-sur, la amenaza oriental de Rusia y los movimientos populistas que ponen en peligro a las democracias de muchos países miembros.

Efecto llamada
Europa se ha convertido en la meta de grandes movimientos migratorios que se han puesto en marcha en África, Oriente Medio y Asia. Por distintas razones y circunstancias en sus diversos orígenes aunque el islamismo juegue un papel fundamental en sus dimensiones. Todos quieren venir a Europa. Son migrantes que buscan prosperidad y esperanza o solo cobijo y sustento. A la isla Ellis, puerta de entrada a Estados Unidos, llegaba el inmigrante en pasados siglos dispuesto a luchar, triunfar o fracasar, nunca a demandar un sustento. A Europa viene con la certeza de que en el peor caso será mejor tratado que en su país de origen. Y con la demanda informada de unos derechos que en Europa tiene y en su país ni concebía. Es ese un efecto llamada imbatible, del que disponen los traficantes. Es el estado real de las cosas, los hechos en origen y destino. Es una vergüenza que Europa no ofrezca un trato más digno a estos seres humanos que caminan ahora de sur a norte por caminos y raíles de los Balcanes. Pero ninguno dirá que quiere volver a su casa ni dirige su camino hacia otros lares, hacia países árabes o islámicos. Ni a la Rusia de Putin. Todos quieren ir a Alemania, Austria y a Suecia. Todos buscan la sociedad abierta y capitalista del infiel.
Al parecer solo Ángela Merkel vuelve a estar a la altura de las circunstancias. Y eso no es suficiente. Ella pide y obtiene —aunque nadie crea que para siempre— apoyo y solidaridad mayoritario en Alemania, donde hay memoria como pueblo deportado por millones en 1945. Pero fuera no. Porque no se tiene ese compromiso ni conciencia y porque se teme no solo la ruptura del tejido social y una carga inmensa y para siempre. También hay miedo a la amenaza de un islamismo que es una causa principal de la crisis actual. Y que también llega. Justificadas son las críticas a la falta de acción de muchos gobiernos. Lastimosas otras, de ONU, Comisión o de profesionales del buenismo que son capaces de dinamitar la seguridad de todos, inmigrantes incluidos, a cambio de dos titulares con buena conciencia. La falta de una política unitaria no solo merma la eficacia ante la crisis. Genera fuertes tensiones y desconfianzas que tienen graves efectos para la cohesión.

La región más generosa
Pero es la total falta de control de una ola humana que ha arrollado sus fronteras, sus leyes, sus previsiones y sus organismos humanitarios y policiales lo que convierte esta crisis en un fenómeno de potencial destructivo sin parangón. Es la falta de mando sobre su propio destino que demuestra Europa lo que dispara las alarmas como nunca desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Porque del control y la gestión de este fenómeno dependen la vida, la prosperidad y seguridad y el futuro de los 500 millones de habitantes de este pequeño y afortunado rincón del mundo. Y de su solidez como unidad democrática depende también su capacidad futura de ayudar al resto del mundo y de absorber inmigración de forma controlada. La UE es la región del mundo más próspera, generosa, social, compasiva y benéfica del mundo y de la historia de la humanidad. Es esto una verdad incontestable por mucho que los europeos se lamenten de su suerte. Quienes más protestan desde dentro son quienes gozan ya tanto tiempo de pertenencia a esta privilegiada comunidad internacional de derecho que sus sociedades no recuerdan ya lo que supone vivir fuera de ella.
Hace unos años era ese hartazgo el mayor peligro para el futuro de la UE, cuestionada por la amplitud y las diferencias de intereses que se habían generado con las sucesivas ampliaciones. La amenaza para Europa hoy es mucho más inmediata y total. De mayor inminencia y calado. Está en esa pérdida del control de la masiva inmigración, capaz de dinamitar toda estabilidad política, la seguridad, los tejidos sociales y la convivencia. Sin una respuesta urgente, global, común y eficaz, Europa podría tambalearse y ver como se desmoronan sus principales conquistas basadas en la paz, la seguridad y la ley. Entonces podría cumplirse ese augurio suizo de Conex15 y Europa acabaría rota en estados muy parecidos a aquellos de los que huyen quienes llegan hoy en masa.

sábado, agosto 29, 2015

EL HORROR COMO ADVERTENCIA

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  Sábado, 29.08.15


Hay millones esperando en el sur. Si reciben satisfacción, muchos otros millones querrán seguirles
                                                                                                                                                                        EFE

El futuro Del control de este fenómeno hoy descontrolado depende nuestro futuro

Es muy difícil afrontar con racionalidad una crisis en la que se repiten a diario miles de escenas como la portada de ayer de ABC. Una crisis con escenarios caóticos y dramáticos. Estamos en un estado de emergencia europeo no declarado en el que el horror puede alcanzar cotas inconcebibles. Como en el camión en el Burgenland en Austria. En el que 71 seres humanos sin espacio para sentarse, en el frigorífico de un pequeño camión, murieron asfixiados uno tras otro, aplastados unos bajo otros, entre gritos y convulsiones en un final de espanto que debió convertir al primero en morir en afortunado. En Libia se recogían cadáveres del agua ayer, casi un año después de proclamarse en Europa la necesidad de acabar con lo que se convertía – y ya es– una inmensa cabeza de playa y puerto del tráfico de humanos de Oriente Medio, África y Asia. Nada se ha hecho.
El Estado Islámico dicta la agenda y nos inunda Europa de población aterrorizada. Con los propios yihadistas probablemente participando en el multibillonario negocio del tráfico. En Viena, Angela Merkel ha buscado la cooperación de los países de los Balcanes occidentales. Su emigración, sin derecho a asilo, inunda centros de acogida y bloquea la absorción de refugiados reales. Pero sin unidad en el seno de la UE, tampoco la hay fuera. Merkel puede contar aun con el apoyo mayoritario de una sociedad alemana, surgido del recuerdo del nazismo y del sufrimiento alemán en la limpieza étnica en el este europeo que generó millones de refugiados. Pero no eternamente. Y no puede contar con el resto de países europeos. Muchos no se ven en condiciones de asumir una carga que nunca concluirá y tras la que adivinan cifras horrendas. Hay millones esperando en el sur. Si reciben satisfacción, muchos otros millones querrán seguirles.
El reto es inmenso. Y nadie lo dude: del control de este fenómeno hoy descontrolado depende nuestro futuro. Toda solidaridad actual se tornará hostilidad y violencia si no se controla pronto. Otros problemas también amenazan a Europa. Pero ninguno como este. Sin respuestas racionales y eficaces puede ser el principio del fin del sueño europeo. Y el comienzo de una pesadilla. Que por cierto los vecinos suizos ya no excluyen.
El ejército suizo va a celebrar maniobras del 16 al 25 de septiembre bajo el nombre de « Conex 15 » . El escenario imaginario, según queda expuesto en la página oficial de la Confederación Helvética, parte de una Europa sumida en el caos, fracasada la unidad, con nuevos países, nuevas fronteras, una profunda crisis económica y graves tensiones y conflictos por materias primas, asaltos, colapso de orden público, organizaciones criminales, sabotajes, saqueos de depósitos de alimentos y combustible. «Y fuertes tensiones étnicas que llevan a grandes movimientos de refugiados a través de Suiza», concluye.
Los 5.000 soldados suizos se ejercitarán en la protección de almacenes e infraestructuras de suministros y comunicación, defensa de fronteras y operaciones hostiles internas, coordinación con defensa y protección civil. Los planificadores militares suizos no son ni agoreros ni frívolos catastrofistas. Hacen previsiones.

viernes, agosto 28, 2015

EL AGRAVIO QUE TODO EXPLICA

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  Viernes, 28.08.15


Los Flanagan de todo tipo consideran que el hecho de haber sido objeto de agravios les otorga el derecho de tomar medidas más allá de las leyes

EL periodista Vester Lee Flanagan lo dejó claro en su testamento. En nada menos que 23 folios que mandó a la cadena ABC en su último y patético esfuerzo por pisar posteridad. Es la explicación y la justificación, y pretende además ser el legado del necio justiciero. Vester mató a tiros a dos colegas porque vivían mejor que él. Eso le dolía. Se sentía profundamente agraviado. «(…) Mi ira ha ido creciendo a lo largo del tiempo. He sido un barril de pólvora humano durante mucho tiempo». Pobre. Resulta que el asesino había cumplido los 41 años y las cosas le iban mucho peor que a Alison Parker que tenía 24 y a Adam Ward de 27. Aquello tenía que tener alguna explicación más allá de que él fuera un descerebrado de tan malos modales que tuvo que ser escoltado hasta la puerta el día que le dieron el finiquito en la cadena de televisión local, ahora trágicamente famosa para una semana. Y la explicación era más que obvia. Todo el talento maravilloso que poseía, su triunfo mediático y la fama eran boicoteados y saboteados por la empresa televisiva, por su pueblo y por el mundo. Por Alison y Adam. ¿Y por qué? Porque era negro y homosexual. Y porque sus dos colegas a los que tan bien iba el trabajo y la vida y tan insultantemente felices y satisfechos se mostraban, eran blancos y rubios y heterosexuales. Canallas. Blancos como los policías que son racistas cuando matan negros, pero no cuando matan blancos. El discurso del agravio funcionó.
Vester Lee Flanagan sufría la bárbara injusticia contra él por una conspiración racista y homófoba. Era más necesario que hiciera algo. La épica del justiciero para vengarse a sí mismo, condimentada a la postre con una referencia a la matanza racista en una iglesia de la comunidad negra en Charleston. Por eso se lió a tiros con la pareja de periodistas blancos y heterosexuales. Dirán que estaba loco, que lo estaba. Pero obedecía a la lógica dominante en las sociedades desarrolladas y muy especialmente en EE.UU., patria de la discriminación positiva. Cuando en una sociedad democrática se aplica de forma distinta la ley a unos ciudadanos y a otros y se hace evocando agravios pasados, es comprensible y habitual que miembros de las diversas comunidades valoren sus agravios de forma distinta y también gradúen ellos el respeto que han de tener a la ley para hacer justicia o venganza. Los desmanes, abusos y crímenes se explican permanentemente con agravios sufridos en la infancia, en la vida, en la vida de los padres o incluso en la de los ancestros de los responsables.
Los Flanagan de todo tipo, individuos dispersos o comunidades organizadas, consideran que el hecho de haber sido objeto de agravios –reales, supuestos– les otorga privilegios, el derecho, cuando no el deber, de tomar medidas más allá de las leyes. No todos los casos son tan terribles como el de Virginia. O como las tragedias resultantes de las leyes de la ideología de género. Hay algunos hasta divertidos. En España, los ciclistas se consideran tan maltratados por los coches que creen que ellos no tienen que respetar las reglas de tráfico. Los manteros no entienden cómo se puede ser tan racista como para pedirles que paguen impuestos como los demás comerciantes. Y los nacionalistas, siempre agraviados, montan un golpe de Estado después de violar todas las leyes y sentencias que han querido, y se ofenden cuando alguien sugiere que no habría que financiarles el crimen político. El agravio lo disculpa todo.

A VUELTAS CON LA ISLAMOFOBIA

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  Martes, 25.08.15


Incapaces de tomar decisiones eficaces, solo hay peleas paralizantes en la UE

LA islamofobia es el odio a todo lo musulmán por su relación con la religión o la cultura del islam. Como todo odio a una religión y prejuicio contra seres humanos inocentes por ser creyentes o miembros de una cultura, la islamofobia, nadie lo duda, es una aberración, un fenómeno absurdo, injusto y esencialmente malvado. Al margen de las opiniones sobre el islam como religión o cultura. Nadie lo discute salvo quienes la padecen. Dicho eso, resulta grotesco que cada vez que se produce un intento de atentado o una consumada salvajada por parte del islamismo, nos mortifiquen a los occidentales con la letanía de la islamofobia. Como si fuera la más grave amenaza sobre nuestras cabezas. La islamofobia, de momento, no mata. En Europa, desde el asedio de Viena en 1683. Por el contrario son muchos miles los muertos adjudicables a la cristianofobia, a la judeofobia o simplemente a la fobia al mundo occidental y a la civilización. Aquí siempre matan los mismos. Nunca son islamófobos, siempre islamistas. La islamofobia solo ruge en el seno del islam donde sus corrientes y sectas se matan con tanta crueldad y entusiasmo como en el medievo. Europa ha acogido a muchos millones de musulmanes que han encontrado aquí el bienestar, la seguridad y la esperanza. Han logrado en Europa un profundo respeto a su dignidad como personas y como comunidades. Todo lo que se les negaba en sus países de origen que bajo el dominio cultural y religioso del islam son, con muy pocas y cuestionadas excepciones, unas sociedades subdesarrolladas y estados fracasados y despóticos.
No se han topado con islamofobia, sino con una inmensa generosidad que, nadie lo dude, solo son capaces de ofrecer las sociedades de raíces culturales en la religión cristiana. Como de hecho sucede ahora otra vez con esta crisis de unos refugiados que, nadie olvide, proceden en su inmensa mayoría de países musulmanes, ya africanos ya de Oriente Medio o Asia. Muchos no son conscientes de las dimensiones que han adoptado estos acontecimientos. En muchos lugares del norte de Europa se producen de un día al otro cambios colosales en la estructura de población. Pueblos de unos centenares de habitantes y sin extranjeros amanecen con un 20 por ciento de población de hombres jóvenes africanos deambulando por calles y plazas. Otros con la plaza alfombrada con sirios y libios orando de cara a la Meca. Con todos los servicios asistenciales colapsados. Con peleas de clanes y conflictos entre refugiados de diversas procedencias. Y quien se irrite o tenga miedo o se moleste u ofenda, que se aguante. Porque los políticos y las gentes que viven en los barrios nobles de las ciudades están muy vigilantes y a la menor protesta tachan a los vecinos de racistas, islamófobos y hasta nazis. Y los racistas y nazis de verdad, aun muy pocos, intentan pescar en este río de emociones. Ellos dicen entender los temores, sentimientos de abandono y profunda rabia. Frente a la arrogante corrección de la clase política democrática. Han comenzado a arder casas en las que había albergados refugiados. La situación es alarmante, sí. Y empeorará. Porque la UE no tiene decisión, unidad ni coraje para las grandes decisiones contra las mafias y estados fallidos o canallas, refuerzo de fronteras exteriores y ofensiva disuasoria exterior. Porque no se repatría y se otorga así el mismo derecho a quienes son refugiados y quienes no lo son. Porque consiguientemente el efecto llamada es inmenso. Incapaces de tomar decisiones eficaces, solo hay peleas paralizantes en la UE y, eso sí, mucha consigna contra algo que no ha existido y que solo con su política inane lograrán convertir en un fenómeno político: la islamofobia. Pero nadie se engañe; si llega, la islamofobia no llegará sola.

EL ESTAFADOR IMPENITENTE

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  Sábado, 22.08.15


Incendiario Tsipras prefiere volver a la campaña con mensajes incendiarios

El primer ministro griego, Alexis Tsipras, ha convocado elecciones generales nada más quedar aprobado el tercer rescate que recibe Grecia de la UE, el BCE y el FMI para no hundirse en la quiebra. Dice Tsipras que los griegos deben votar ahora sobre esta gestión, tras siete meses de legislatura. Porque lo aconsejan las dificultades con su propia mayoría en el parlamento heleno. Allí los más radicales izquierdistas de Syriza se rebelan contra las condiciones del rescate y exigen lealtad a un programa que Tsipras hace tiempo tuvo que olvidar para que los griegos cobraran y comieran.

                                                                                            REUTERS
Alexis Tsipras al salir ayer de la sede de su partido en Atenas

Que los compañeros de aventuras populistas leninistas en el sur de Europa aplaudan la decisión de Tsipras es lógico. Aunque no deja de tener gracia. Porque a muchos les va a costar repartir lealtades entre el hasta ahora encumbrado y adorado Tsipras y los comunistas más radicales que se han escindido de Syriza y acusan al primer ministro de traidor. Estos han anunciado que se presentarán como Unidad Popular, que forman grupo parlamentario hasta entonces y que defenderán la vuelta al Dracma y la ruptura con Bruselas. Menos sentido tiene que le rían la gracia de esta convocatoria de elecciones a Tsipras Gobiernos y partidos democráticos en países aun socios de Grecia en la Unión Europea. Porque lo cierto es que Tsipras es un estafador impenitente que engaña con alegría y fruición a propios y extraños. Y esta convocatoria no es sino una prueba más de ello.
Si Tsipras quisiera ahora afrontar con seriedad y honradez todas las reformas a las que se ha comprometido no convocaría elecciones. Tsipras aceptó las condiciones para recibir un dinero que ha salvado al país de la quiebra nacional. Pero también le ha salvado a él. Porque este rescate ha evitado que se viera arrollado por una población que habría estado absolutamente desesperada y entonces sí que ya hambrienta. Y que habría exigido cuentas a un Tsipras que lanzó a la sociedad griega a la disparatada deriva perdedora del conflicto chulesco con los acreedores y los organismos internacionales. Que culminó en el grotesco espectáculo del referéndum. Y la consiguiente humillación. Si Tsipras quisiera cumplir no se preocuparía de los 30 o 40 diputados del comunismo más radical. Porque tiene a su entera disposición al resto del parlamento para la política de cumplimiento de las condiciones, de reformas modernizadoras y la necesaria y ya acordada austeridad. Con un Gobierno de concentración nacional podría seguir gobernando para aplicar las reformas prometidas y en gran parte acordadas ya en el parlamento. Pero Tsipras prefiere ahora perder tiempo. Al menos tres meses hasta que haya un gobierno real de nuevo. Meses en los que ni se aplicarán como debieran las medidas ni se generará confianza ni se frenará la huida del dinero que aun queda. Tsipras prefiere volver a la crispación y polarización, a la campaña electoral con mensajes incendiarios, más nacionalismo y más hostilidad a Europa. Cuando su parlamento acaba de ratificar con apoyo de la oposición las reformas acordadas con la Unión Europea.

Profundizar la crisis europea
Y aunque Alexis Tsipras pretenda ahora erigirse en la opción transversal, nadie sabe qué efectos tendrá esta campaña ni cuál será el parlamento resultante. Mientras el Parlamento actual le garantizaba esa mayoría. Si de cumplir los acuerdos con Europa se trataba, claro. El eterno tramposo quiere aprovechar el desorden en la oposición para hacerse con una base nueva de poder para beneficio propio. Eso sería legítimo si no pusiera en peligro todo el andamiaje de acuerdos logrados in extremis con los acreedores. Y si no se adivinaran nuevas añagazas para perder tiempo en espera de cambios políticos generales en Europa. Hay quienes creen que Tsipras se ha caído del caballo. Que reconoce la imposibilidad de su proyecto anticapitalista y asume el liderazgo de la política reformista. Otros creen que Tsipras gana tiempo y posiciones en espera no de salir de la crisis griega sino profundizar la crisis europea.

STEFAN ZWEIG EN PALMYRA

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  Viernes, 21.08.15


Quizás Jaled Al Asaad decidió que su tiempo había pasado y que no quería vivir ningún otro en el que todo lo bello y bueno fuera negado

LO degollaron en la plaza pública, le cortaron la cabeza, lo colgaron de los brazos a una farola en el centro del pueblo y colocaron su cabeza bajo los pies. Precariamente sujetas a las orejas y la nariz, sus gafas de intelectual. Muy francesas. Aunque podían haber sido de cualquier capital europea o árabe, de las muchas que visitó Khaled Al Asaad en su larga vida profesional como científico de la antigüedad, como uno de los grandes arqueólogos sirios y experto en el helenismo. Al Asaad era el arqueólogo jefe de las ruinas y excavaciones del oasis de Palmyra, una gema de la antigüedad, una joya del arte, de la creación, la sensibilidad y la belleza de que es capaz el ser humano, preservada en pleno desierto sirio para asombro y disfrute del mundo. Al Assad era el guardián de esta ciudad en el oasis y cruce de caminos. Fue capricho del emperador Trajano como de la mítica reina Zenobia y dos milenios después es Patrimonio de la Humanidad por declaración de la Unesco. En dos mil años habrá sucedido casi de todo en Palmyra. Pero quizás hoy sufra los momentos más tenebrosos de su milenaria existencia. Porque el pasado 20 de mayo tomaban al asalto la ciudad las fuerzas fanáticas del yihadismo del Estado Islámico, de IS o Daesh, llámenlo como quieran. Lo hacían para controlar aquella encrucijada. Pero también para combatir a los dioses falsos de los infieles y las herejías, sus imágenes, símbolos y templos.
Estaba claro a qué llegaban estos salvajes fanatizados. Son conocidas sus gestas destructoras por Mesopotamia. Es proverbial ya su odio a muerte hacia todos los que protegieran estas obras de arte y testimonios de un mundo completamente ajeno a la locura ultrarreligiosa de estos guerreros primarios. Y sin embargo aquel 20 de mayo, cuando aún podían irse antes de la inminente caída de la ciudad en manos de los yihadistas, el anciano Jaled Al Asaad ordenó a su familia que huyera y se pusiera a salvo con tantos miembros de la administración y sus gentes. Pero les anunció que él permanecería allí en su Palmyra y que allí recibiría a los conquistadores. El viejo arqueólogo despidió a todos y quedó atrás con todos los que no tenían adónde ir. Él, que tenía conexiones internacionales que le habrían hecho quizás más fácil que a nadie el encontrar un refugio allende las fronteras sirias. Quizás creyera de verdad lo que dijo para tranquilizar a sus familiares y amigos cuando todos partían. Que él hablaría con los líderes. Que le respetarían por su autoridad y ancianidad. Y que con su presencia podría evitar los peores daños a monumentos y yacimientos. O que podría utilizar sus conocimientos como experto en ayudar a los yihadistas en su expolio y venta de tesoros artísticos. Porque Daesh no solo destruye, también comercia con los tesoros de la antigüedad. Y que a cambio podría preservar al menos parte de su adorada ciudad grecorromana. O quizás no fuese tan iluso. Y supiera ya que aquellos enemigos de todo lo bueno en lo humano iban a acabar con él. Pero al final de sus días se negó a separarse de todo lo que le significaban la belleza, la verdad y la emoción del amor. Del amor a aquellas piedras que eran para él la vida que merece vivirse. Quizás Jaled Al Asaad, como Stefan Zweig en Persépolis en 1942, cuando parecía que Hitler se quedaba con el mundo, decidió que su tiempo había pasado y que no quería vivir ningún otro en el que todo lo bello y bueno fuera negado. O quiso decirnos que la civilización que no sabe defenderse frente la barbarie no merece ser vivida.

KARADZIC, MAESTRO EN VALENCIA

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  Martes, 18.08.15


El deber de controlar que los gobiernos regionales cumplan con la ley es del Gobierno de la Nación

EL Gobierno de la Comunidad Valenciana asegura no compartir las intenciones de uno de sus más destacados miembros, Vicente Marzá, de sumar a esta región a la operación separatista acaudillada en Cataluña por el presidente de la Generalitat, Artur Mas. Dice la portavoz del Gobierno regional, la vicepresidenta y dirigente del nacionalista Compromís, Mónica Oltra, que el gobierno del socialista Ximo Puig no apoya los planes de su consejero de trabajar para destruir España, dinamizar la Constitución y anexionar Valencia a Cataluña. ¡Vaya, qué bien! Pero trabaja bien y cómodamente con el enemigo del Estado. El presidente del Gobierno regional, del PSOE, no tiene ninguna intención de relevarlo. Marzá es un separatista, un enemigo declarado de España como Estado y Nación, y de la Constitución. De una Constitución que tenía que haber jurado respetar y defender, porque si no fuera el caso, no debería estar hoy ejerciendo el cargo que ocupa y que tantas satisfacciones produce al gobierno del socialista Puig. Tampoco está libre de culpa el PP, cuya política educativa en décadas ha creado el caldo de cultivo para esta miseria. Lo cierto es que el deber de controlar que los gobiernos regionales cumplan con la ley es del Gobierno de la Nación.
Marzá es nada menos que consejero de Educación, Cultura y Deportes. Es quien establece cuáles son las directrices educativas a las que están sometidos todos los niños en la región. El que decide qué aprenderán y escucharán los niños españoles en clase en toda la región valenciana sobre España, su historia, la democracia, su Estado y su Constitución. Marzá es lo que se llama un pancatalanista que cree que Cataluña tiene la misión histórica de destruir España para construir un nuevo Estado en las regiones de Cataluña, Comunidad Valenciana actual, Baleares y aquello que el apetito territorial vaya disponiendo, sobre todo en Aragón, quizás más adelante en Murcia o Castilla-La Mancha. Como Grossdeutschland o Velika Serbjia, pretende una Gran Cataluña mucho más allá de las fronteras actuales de la región y con una vocación expansionista que tiende a poner cada vez más lejos las fronteras exteriores de esos fantasmales Países Catalanes. «Poquito a poquito, pasito a pasito, los que nos creemos el país construiremos un puente con las mismas piedras a cada lado del río Sènia», decía Marzà. De forma tan poética describe el consejero de Educación sus planes de dinamitar España para crear un Estado a partir de la anexión de Valencia a Cataluña en gran parte de España oriental incluidas las Baleares. Quiere destruir un Estado para hacer otro sobre ideas fanáticas nacionalistas propias del siglo XIX. Como Slobodan Milosevic o Radovan Karadzic, poetiza con proyectos que solo pueden generar violencia, odio, dolor y sangre.
No hace falta decir que en cualquier otro país europeo alguien con la abierta intención de destruir la Constitución y la integridad del estado y la Nación no podría ejercer tal cargo. En muchos países tendría vetado hasta dar clase debido a esa militancia subversiva contra el Estado. En España es el jefe de la enseñanza de toda una región. Pero además es miembro de un Gobierno que no preside un friki llegado por alguna pirueta electoral. No. El gobierno que deja en manos de ese enemigo del Estado tal responsabilidad es del PSOE. Del partido que durante más tiempo ha gobernado España en democracia. Marzá debería estar inhabilitado. Pero ni más ni menos que Artur Mas y todo su equipo de gobierno golpista. Poco puede esperarse del partido de Pedro Sánchez y Ximo Puig, cuando el gobierno de Mariano Rajoy sigue de mero observador ante el golpismo sin complejos del presidente de la Generalitat.

SENTIMIENTOS ENCONTRADOS

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  Sábado, 15.08.15


El desprecio de Washington a la disidencia cubana es solo parte del costo moral de esta operación

Sin duda es un día para la historia este de ayer en el que volvió a ondear oficialmente la bandera norteamericana de las barras y estrellas en una embajada en suelo cubano. Hacía 54 años que había sido arriada para comenzar una larga guerra fría entre dos estados que han simbolizado dos polos en el enfrentamiento ideológico y político mundial. Por un lado la gran potencia de la democracia y la libertad, por el otro una pequeña isla que pronto se convirtió en una triste tiranía comunista exportadora de ideología del odio y represión, terrorismo y todas las formas posibles de subversión de la sociedad libre.
Nada fundamental ha cambiado en todo ello. Existen motivos sólidos para replantear y cambiar la política de Washington hacia Cuba. El embargo y la política de aislamiento no han sido eficaces en su principal objetivo, que era derrocar a la que durante un par de décadas ha sido la última dictadura del continente. Hoy paradójicamente gracias a ella, a su perseverencia, activismo y expansión ideológica, ya son varios los países que están otra vez en la senda de la liquidación de la democracia, parcial o totalmente.
Pero Cuba ha tenido la suerte de que se ha topado con el presidente norteamericano Barack Obama y el Papa Francisco en el Vaticano. Y ambos ven a la dictadura cubana con unos ojos, si no amables, sí desde luego comprensivos. Solo eso explica que Cuba no haya tenido que hacer la mínima concesión en su brutal política de represión y terror en este acercamiento.
En el que La Habana sí pone sus exigencias como ayer hizo el Gobierno y el propio Fidel Castro. El desprecio de Washington a la disidencia cubana es solo parte del costo moral de esta operación. El tiempo dirá si poner al mismo nivel político y moral a Washington con La Habana, a la democracia y a la tiranía, como ha hecho Obama, va a beneficiar a medio plazo a los cubanos en su lucha por la libertad o a la dictadura y su prestigio en todo el continente.

CASTELLA Y NUESTRA LIBERTAD

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  Viernes, 14.08.15


El torero francés tiene razón. No son los toros, es la libertad lo que quieren abolir

«EL problema (...) es que está mal visto decirlo. Pero o se acaba el tiempo de la vergüenza o se acabará el nuestro. Y primero cercenarán nuestra libertad, y después seguirán muchas otras». En una semana aciaga, repleta de terribles noticias, crímenes nefandos y política ridícula y demoledora a un tiempo; en el marco de la vulgaridad insufrible de la actualidad española, surgía como espectacular e inverosímil brote de frescura, dignidad e inteligencia en la desolación de un páramo, una carta de un torero. Es un escrito abierto del matador francés Sebastián Castella en defensa de la tauromaquia. Pero es sobre todo un claro, profundo y firme alegato en defensa de la libertad y en especial en defensa de la libertad de los españoles. Ha tenido que ser un torero francés el que trajera el coraje y las palabras españolas adecuadas, ajustadas, perfectas, para denunciar lo que sucede en España ante la indolencia y pasividad culpable de sus autoridades, la cobarde inhibición de las élites y la miserable complicidad de supuestas fuerzas democráticas y tantos medios de comunicación voceros de los totalitarios. Ha sido Sebastián Castella el que ha roto con la tradición de los cobardes lamentos y quejidos lastimeros tan propios del mundo del toro y casi todos los mundos españoles actuales, y ha elevado el tono hasta la digna exigencia de respeto al honor y al derecho propio, pero también de todos los españoles. Como un pastor Martin Niemöller en esta España débil y acobardada en la que los extremistas totalitarios creen llegada su hora triunfal y los ciudadanos que quieren ejercer sus libertades no tienen quien les defienda, Castella advierte que quienes callen ante el acoso y la destrucción de las libertades de unos, pronto verán como los mismos arrasan las suyas. Serán cómplices y víctimas a un tiempo.
«Cada día presencio con estupor cómo se vulneran derechos fundamentales que, como ciudadano europeo, me corresponden», dice Castella. «Aquellos que estamos en el mundo del toro, como profesionales o como aficionados, somos ciudadanos de segunda, a quienes se nos cercena nuestra libertad de expresión y creación artística en nombre de una presunta corriente animalista que no encierra más que una persecución política e ideológica. Se vulnera nuestro derecho al honor acusándonos día tras día de asesinos y se nos priva de nuestro derecho al trabajo cerrando plazas por capricho de quienes, enarbolando la supuesta bandera de la progresía, se creen en el derecho de arrebatarle la libertad a un pueblo que necesita gobernantes que gobiernen por y para todos, incluidos los que les gustan los toros, que somos unos cuantos millones en toda España».
Ayer los donostiarras recuperaron la libertad de acudir a ver los toros. Con la presencia del Rey Juan Carlos, largamente aplaudido. La recuperaron parcialmente, porque desde días antes el anuncio de manifestaciones disuadía a muchos de acudir «para no dejarse ver», «por no significarse», «por evitar líos». La maquinaria intimidatoria del extremismo funciona. Aunque después fueran muy pocos los que insultaban y hubieran agredido a los asistentes de no haber sido muy nutrida la presencia policial. El discurso de la supremacía moral de la izquierda que otorga práctica impunidad a sus agresiones es eficaz ya en toda España. Y la gente tiene miedo. Como bien dice Castella, los españoles no luchan contra quienes quieren cercenar sus libertades. Y ponen esas excusas que han hecho de los españoles uno de los pueblos con más miedos de Europa. Grupos cada vez más extremistas del izquierdismo, del separatismo, del animalismo y de lo que haga falta, creen poder aprovechar este momento para imponerse definitivamente en España y acabar con la sociedad libre. Castella tiene razón. No son los toros, es la libertad lo que quieren abolir.

SABIOS, MONOSABIOS Y EL AUSGLEICH

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  Martes, 11.08.15


Los sabios del PSOE parecen aprender historia de los historiadores catalanes Josep Fontana o Jordi Bilbeny

RESULTA que el PSOE tiene sabios. Nadie lo hubiera dicho viendo cómo le va. Pero sí, los tiene y han sobresaltado nuestra somnolencia agosteña. Nos dicen los sabios del PSOE que el problema de Cataluña tiene fácil solución. Porque se debe a que no hacemos honor y gala a todo lo singulares que son. Resulta que todo este drama del desafío al Estado de Derecho, de los preparativos avanzados de la sedición, del gasto de dinero público en generar desafección de la Constitución y a España, la coordinación entre separatistas y ultraizquierdistas con los cargos públicos de la Generalidad de Cataluña para un golpe de Estado, todo es un déficit de atención. Es culpa nuestra. No hacemos caso a Cataluña y así empujamos a sus representantes al delito y crimen de Estado. A esta conclusión ha llegado el equipo de sabios socialistas al que pagan por su sesudo reflexionar.
Los sabios del PSOE parecen aprender historia de los historiadores catalanes Josep Fontana o Jordi Bilbeny. Representan el delirio actual del proceso nacionalista catalán. Muy parecido a las ensoñaciones teutónicas del nazismo. Pero lo que alarma es que los sabios llegan a conclusiones parecidas a los dos mamarrachos. Y parezcan monosabios, que ayudan a picadores separatistas de mala intención. Aunque se pronuncien con más pudor y mesura. Los monosabios socialistas han decidido que los catalanes son especiales en una comunidad de destino muy especial. No son españoles normales como los andaluces o castellanos, como los gallegos o asturianos o cántabros, ni siquiera como los vascos. Por eso la Constitución española no será justa, dicen, mientras no haga mención expresa a lo muy especiales que son los catalanes y a todos los tratos especiales que requiere su especial carácter, calidad y naturaleza. Con un añadido sobre lo agradecidos que están los españoles vulgares de poder compartir al menos esa vaga techumbre constitucional con gentes tan principales como los catalanes. Por eso han de tener un estatus especial del desigual. Así tolerarán una laxa relación con los otros españoles, iguales entre sí en su carácter menor.
Estas federaciones asimétricas, alego humildemente, son mal asunto. Miren el ejemplo de Hungría en el Imperio austrohúngaro. Tras el aplastamiento de la revolución de 1848 volvió el orden, la convivencia y prosperidad a todo el Imperio KuK. Salvo a Hungría, donde nobles y burgueses, ahítos de chovinismo, no dejaron de presionar a Viena para lograr un trato y estatus especial en el Imperio. Para sentirse cómodos. En 1867, Francisco José I cometió el peor error de sus 68 años en el trono, que fue aceptar el llamado Ausgleich, que convertía a Hungría en un reino prácticamente autónomo dentro del Imperio. Los efectos fueron devastadores. Budapest comenzó a aplastar a sus minorías, que habían gozado de la protección de Viena. Destruyó el respeto mutuo entre la casa austriaca y los pueblos eslavos. Impuso la inmersión y la supremacía del húngaro y lo húngaro en sus territorios. Destruido el concepto de igualdad incondicional de todos los ciudadanos y territorios, se dispararon los enfrentamientos y los agravios y odios hacia Viena. El desprecio a la ley que consagraba la desigualdad del Ausgleich se convirtió en desprecio a toda ley emanada de Viena y destruyó la restante lealtad al Imperio.
Aquí, dar rango constitucional al trato privilegiado a Cataluña dinamitaría respeto, cohesión y lealtad al Estado, promovería revisión de fronteras interiores, destruiría la igualdad entre españoles y acabaría con la democracia. Al final, unas partes se tendrían que defender frente a otras con apetitos territoriales y minorías que las sustentan. En pleno caos y colapso. Por la fuerza y con violencia. Nos proponen 1867, pero sería 1914-1918. La desaparición del Imperio del Águila bicéfala, perdón, de España.

MERKEL APACIBLE

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  Sábado, 08.08.15


Una imagen...

A la canciller alemana nunca la veremos, en vacaciones, navegando con los poderosos. Ella siempre prefiere caminar por las montañas con su esposo

Una joven abuelita con rostro apacible, con el corte de pelo que lucía de soltera, la cara más colorada que morena, de la mano de un marido que parece la calma misma. Abuelita no es aunque lo parezca, pero tiene gracia como se le ha aniñado la cara a Merkel con su entrada en la sesentena y una serie de kilos que parece haber perdido. Como en años pasados, llegado el momento de descansar unos días, la canci-ller y su marido eligieron la montaña. Con ganas de andar por el monte y aburrirse. Todo indica que de momento lo están logrando. Están en el pueblito Sulden, en Tirol del Sur, esa esquina austriaca dentro de Italia desde 1918. Con 400 habitantes, ahora unos cuantos más por veraneantes de similares aficiones y el grupo de policías que protegen a la jefa, allí la vida social es darse las buenas tardes al cenar a las seis y media de la tarde. Y los sobresaltos locales no suelen pasar del parto de un ternero o que algún niño se rompa una pierna.

En una habitación de 30 metros en un hotel alpino, con un gran balcón con vistas al pico del Ortler de 3.950 metros, estas vacaciones de Angela Merkel y su marido Joachim Sauer se parecen mucho a aquellas que siempre hacía su mentor y antecesor Helmut Kohl en los Alpes austriacos. Las vacaciones que cualquier alemán puede hacer. Y que de hecho hacen millones. Alguna vez también se ha venido a España. También a andar, a la isla canaria de la Gomera. También como tantísimos alemanes comunes. Lo que nadie verá nunca es a Merkel subida en el yate de los Quandt o de los Schaeffler o los Würth.
Lo que quieren estos dos senderistas es simplemente andar. Su marido, un físico, parece el ser más imperturbable del globo. Y ella ha conseguido todos sus éxitos gracias a esa actitud de protectora fiable de toda la más absoluta normalidad. Ella querrá pasar estos días sin pensar en Grecia, euro, espías, Rusia, Ucrania y la pesadilla de la inmigración, todo cuestiones que la han ocupado en el pasado y lo volverán a hacer en cuanto se reincorpore a la cancillería en Berlín. La normalidad incluye el hábito. La chaqueta de corte tradicional tirolés, el llamado «Trachten», es lo más solemne que se va a poner estos días la mujer más poderosa del mundo. Si la ven en otras fotografías con el chándal gris y la gorra de visera a juego al salir de los baños termales, solo consuela la monacal discreción monocromática que distingue su atuendo de los disfraces de papagayos multicolores de los tiranos del caribe. Tan ajeno como las vacaciones espectaculares o simplemente presuntuosas le son a Merkel todas las hipérboles. En palabra como en obra. Lo que ha hecho de forma espectacular han sido sus únicos errores. Como lo fue la renuncia a la energía atómica bajo la histeria nacional alemana por el accidente en Japón. O sus juegos neutralistas en la ONU en el caos de Libia. Por lo demás, perseverando por la senda, con ganas de andar, no solo por los Alpes y para enormes disgustos para sus odiadores. Porque rivales ya no tiene. Ya ha comenzado a crear su equipo para la campaña en 2017. Nadie duda de que ganará. Toda la industria antiMerkel está de enhorabuena. Ahí la tienen hasta 2021. Con su cara de abuelita.

EL AMERICANO ANGUSTIADO

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  Sábado, 08.08.15


Es excesivo el desprecio de Obama hacia quienes tienen reservas ante su entusiasmo conciliador con Irán o Cuba

El presidente Barack Obama no está en campaña para primarias como los diez candidatos republicanos que comparecían en ese debate general televisado en el que tan fácil es perder y tan difícil sacar un mínimo partido. Pero Obama parece el norteamericano más nervioso en estos días, convertido él en agorero y catastrofista en ese papel que siempre condenó y descalificó en sus rivales. Que Obama haya pronunciado un par de discursos brillantes en los últimos días apenas debiera sorprender a nadie. El premio a la elocuencia lo tiene ganado en todas las categorías y todas las edades. Pero que Obama intente convencer a los norteamericanos de que, si los congresistas no aprueban entusiastas su acuerdo con Irán, podemos estar pronto ante un nuevo escenario bélico, parece tarea excesiva incluso para su brillantez retórica. Obama ha pasado casi siete años de guerra abierta con el Partido Republicano. Cierto que nunca le habría sido fácil buscar zonas de consenso bipartidista, pero cierto también que su situación no sería tan difícil si en algún momento lo hubiera intentado. Ahora ya al final de su mandato ha sido excesivo su desprecio a todos los que manifiestan reservas ante su entusiasmo conciliador con regímenes como el iraní o el cubano. En el caso cubano, los favores a la dictadura tan solo irritan. En el caso iraní la preocupación es real. No es mero afán aguafiestas de sus fieros adversarios. Obama está nervioso. Y tiene motivos.

EL DISLATE MIGRATORIO

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  Viernes, 07.08.15


El reparto de cuotas no sirve sino para brindar un penoso espectáculo de mezquindad

OTRA vez se llenan las pantallas de televisión en Europa de lo que más nos desagrada. De imágenes de muertos y medio muertos recogidos en alta mar por la Armada italiana o por barcos de organizaciones humanitarias. Duele e irrita ver las imágenes. Todos se sienten un poco mal. Todos dicen que es intolerable. Pero salvo los artistas, periodistas y presentadores estrella de la izquierda española que aseguran alojar todos ellos a muchos inmigrantes del Tercer Mundo en sus lujosos hogares, nadie parece muy dispuesto a abrirles la puerta de su casa, ni siquiera de su barrio o su pueblo. Huidos de Asia, África y Oriente Medio que, por muchos y diversos motivos, han decidido que por llegar al bienestar europeo bien vale la pena arriesgar la vida. Y están convencidos de que una vez en Europa nadie los echará atrás. Los traficantes ya se ocupan de hacer esa publicidad y contar las bienaventuranzas de Europa. Algunos de los cebos son hasta ciertos. En muchos países apenas se repatría a nadie. En algunos, véase Alemania, el dinero «de bolsillo» que reciben desde el primer día y ya para siempre es mucho más que lo que jamás ganarían en sus países de origen. Unos huyen por tanto de la guerra, otros de los estados fallidos y su miseria, y otros quieren una vida mejor. Unos tienen derecho en Europa a asilo, y otros no. Pero todos tienen motivos lógicos y legítimos para querer prosperar lejos de sus países de origen. Esta nueva oleada de inmigración que se ha puesto en marcha hacia Europa tiene una peculiaridad peligrosa. A nadie se le ocurre ya la llegada a Europa por vías legales. Y Europa ha fomentado esta deriva hacia la ilegalidad absoluta al convertir esta llegada, como describía un miembro de una organización de ayuda, en una yincana en la que las autoridades ponen obstáculos sin cesar, pero prometen que, si se superan ilegalmente todos, se obtiene el premio de la permanente estancia – legal o ilegal, da igual–. Eso sí, hay que jugarse la vida. Y miles o decenas de miles la pierden todos los años. Con el hundimiento de Libia en el caos de banderías y piratas, los traficantes tienen por primera vez centenares de kilómetros de costa como puerto y playa propia al Mediterráneo. Mientras Libia siga así, la insoportable situación no tiene remedio. Se iba a hacer hace meses. No se hizo nada.
El reparto de cuotas entre los países europeos no sirve sino para brindar un penoso espectáculo de mezquindad. En el que siempre es Alemania la que con muchísima diferencia más inmigrantes acoge. Para ver después cómo en otros países mezquinos al máximo como España se montan manipulaciones para presentar a Merkel como una cruel bruja que disfruta haciendo llorar a las niñas del Tercer Mundo. La crisis de la inmigración puede dinamitar la unidad europea tanto como el drama no resuelto del euro. Todo es cortoplacismo e hipocresía y nadie tiene el coraje de explicar que es necesaria una política común con financiación masiva. No solo para intervenir en Libia. También para crear un sistema unificado de tramitación que lleve realmente a una repatriación rápida de todo el que no cumpla los criterios. Para quebrar así en los países de origen el efecto llamada, causado por la política europea mantenida hasta ahora y por la publicidad de los traficantes. Pero como nadie en Europa tendrá coraje para imponer esta política, lo más probable es que sigan llegando sin control y de forma masiva, aumenten las tensiones con la población autóctona, surja el racismo real y los conflictos urbanos y las formas autoritarias. Y así las sociedades ansiadas por estos inmigrantes se irán lentamente pareciendo cada vez más a las sociedades de las que huyeron.

lunes, agosto 03, 2015

CARMONA COMO SÍNTOMA

Por HERMANN TERTSCH
 ABC Martes, 04.08.15


Con España abocada a perder la estabilidad política e institucional, qué menos que entretenernos con la suerte de Antonio Miguel Carmona

DESEARLE a alguien que viva en tiempos interesantes es una vieja maldición china. No hay interés que supere al que generan acontecimientos en los que se dirimen vida o muerte, fortuna o miseria, libertad o esclavitud. En Europa, la última época «aburrida» más larga podemos situarla entre la Guerra Franco-Prusiana de 1871 y la Primera Guerra Mundial. En aquellos años no hubo sino casi exclusivamente buenas noticias. Lo que según sabemos no son noticias. Los europeos occidentales tienden hoy a recordar como buena época sin noticias interesantes la Guerra Fría. Eso se debe a nuestra piadosa memoria selectiva, que olvida muchos y graves sobresaltos. En todo caso, hoy estamos otra vez de bruces en tiempos interesantísimos en los que la amenaza del fin del euro es tan real como la posibilidad de una descomposición de la Unión Europea y una vuelta a estados nacionales quizás agresivos y con disputas entre ellos. Son tiempos en los que nadie puede excluir que a Vladímir Putin se le vaya del todo la pinza y lleve su política de agresión hasta un extremo en el que la OTAN tenga que responder. Tiempos en los que a nadie le debería parecer un disparate que la inmigración descontrolada por mar y tierra puede llegar a tener características de invasión con el colapso del orden público en regiones enteras. Cuando es hasta probable que la confusión y las tensiones entre los 28 países europeos por esta inmigración tan irregularmente repartida lleve a peligrosos conflictos. Por no hablar de la cada vez más plausible imposición de dos euros diferentes. O lo más realista, un euro de núcleo duro septentrional y diversos países meridionales en retorno a su moneda nacional. Esté Francia en un grupo o en otro, decidirá si se da por muerta o no la idea misma de la Unión Europea. Por no hablar del desprestigio general de las ideas que confieren la fuerza a este proyecto europeo. Que son las mismas que sustentan el mantenimiento y la defensa de las democracias liberales. Frente a estas ideas, por las que cada vez menos europeos parecen dispuestos a luchar y menos a morir, surgen otras con brutal energía, otras fuerzas, unas viejas, otras nuevas, como el populismo, el nacionalismo y el islamismo yihadista. Este hace hervir en todo el continente a una juventud musulmana que, tan decepcionada como el resto de sus coetáneos europeos, tiene una alternativa ideológico-religiosa al vacío y al cinismo. Que está en el sacrificio a la causa del odio en nombre de Alá.
Este somero recuento debería sugerir que, al estar así de interesantes las cosas en toda Europa, no hay mucha necesidad de enredar todo más con cuitas nacionales. Pero no seríamos de aquí si la montaña de problemas europeos nos disuadiera de generar otros, si son gratuitos o absurdos mucho mejor. Por eso ayer el máximo representante de una de las mayores regiones españolas reiteró su intención de destruir el Estado y la Nación. Lo lleva anunciando tres años. Otros estados le habrían inhabilitado o encarcelado por un acto continuado obvio de sedición y traición. Aquí, tres años después de anunciar ese golpe de Estado a plazos, al Gobierno de la Nación, máximo responsable de la defensa de la ley y del Estado, solo se le ocurre pedirle al cabecilla del golpe «neutralidad». Estamos buenos. Con España abocada a perder la estabilidad política e institucional y las consiguientes tenebrosas expectativas para nuestra economía y nuestra libertad, qué menos que entretenernos con la suerte de Antonio Miguel Carmona. Entrañable anécdota en un partido enfermo de debilidad y veneno revanchista que se dispone a hacer a España aún más daño del que ya le causó en la década pasada.

sábado, agosto 01, 2015

LA REPRESIÓN DEL ODIO

Por HERMANN TERTSCH
  ABC  Sábado, 01.08.15


Los terroristas parecen haber seguido la peligrosa lógica del ojo por ojo que solo puede conducir a nuevas tragedias

Los terroristas que han asesinado al bebé palestino Alí Saad Dawasheb en su casa en Duma, un pequeño poblado en Cisjordania, son con casi total seguridad judíos, todo indica que residentes en alguno de los asentamientos cercanos. Los asesinos no pretendían dinamitar ninguna paz ni tenían grandes ambiciones de efectos políticos de su nauseabundo crimen.
Y, sin embargo, ayer se disparaba la tensión y este crimen puede ser el detonante de una seria crisis a pesar de la rápida reacción de condena oficial del Gobierno israelí. Y de que el primer ministro Benjamin Netanyahu calificara de cruel «acto de terrorismo» el atentado. Los responsables de este asesinato han de ser identificados y detenidos con prontitud. El Estado de Derecho de Israel, el único existente en la región, vuelve a estar ante un serio reto.
Lo cierto es que los terroristas asumían la muerte de toda la familia cuando incendiaron la casa. Los padres del niño y su hermano han sobrevivido, aunque heridos de gravedad. Los motivos son los de ese terrorismo no armado que se atribuye a colonos judíos en Cisjordania: responder a todas y cada una de las agresiones que sufren. Es una peligrosa actitud del ojo por ojo, en venganza inmediata y particular que por lógica ha de llevar a tragedias.
Arrancar olivos palestinos, destruir aperos de labranza, vandalismo contra tumbas o mezquitas son algunas de esas represalias por ataques con piedras o sabotajes y daños producidos por palestinos. La represión del odio y sus efectos cotidianos en ambos lados es una absoluta necesidad, al margen de la búsqueda de formas de superar el origen de dicho odio. Israel ha de castigar este crimen con urgencia. Y reprimir todo terrorismo de cualquier intensidad.
Pero, aun así, la muerte del niño solo vuelve a poner en evidencia que la situación en los territorios no puede ser estable. Y que, por muy asumible que algunos la consideren, tiene un precio alto aún por ver.