viernes, octubre 30, 2015
Por
HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 30.10.15
Una
derrota del Estado de Derecho en España supondría una catástrofe para la
civilización en toda Europa
NO
sabemos cómo va a acabar el mayor reto que tiene la democracia en España en sus
40 años de existencia. Los enemigos de la democracia y de la unidad de España
son muchos. Han trabajado durante muchos años con plenitud de medios y total
impunidad. Una sociedad distraída e indolente, con una clase política egoísta,
ignorante y corrupta a partes iguales, ha dado todas las facilidades a quienes
viven de esa agresión permanente a las instituciones y a quienes sueñan con
liquidarlas para sus planes totalitarios. No sabemos cómo va a acabar. Pero
todos los demócratas españoles sabemos cómo debería hacerlo. Y tenemos la gran
suerte de que esta vez, otras veces no fue así en la historia de España, los
deseos de los españoles de buena fe coinciden con la lógica de los
acontecimientos y el marco en el que se producen. Por eso, más allá de todas
las amenazas, peligros y daños que son ciertos, más allá de todas las
baladronadas y fantasías megalomaníacas de separatistas y comunistas enemigos
del sistema, lo lógico, lo probable y razonablemente previsible es que este
pulso lo ganen los defensores de la ley. Muchos factores hacen favoritos a los
demócratas y constitucionalistas frente a enemigos declarados y cómplices
confundidos. Primero la razón y la legalidad. Y también esa terca realidad que
nuestros enemigos ignoran porque necesitan despreciar la verdad para construir
y propagar sus tóxicas leyendas de propaganda tribal y sectaria. Y sobre todo,
porque una victoria de nuestros enemigos, una derrota del Estado de Derecho en
España, supondría una catástrofe para la civilización en toda Europa, comparable
en sus efectos destructivos a una invasión totalitaria del continente. Europa
es débil. Pero no tanto como para no defenderse de una invasión o un proyecto
totalitario en la Península, cuyos efectos letales para su democracia y
libertad serían similares.
Parece
que estamos en el peor momento del estallido del conflicto, como parecía que lo
estaban en los albores de la Batalla de Inglaterra los defensores de la isla
frente a las aspiraciones invasoras del III Reich. Todos sufrían bajo el Blitz,
el rayo que no cesaba y que noche tras noche sembraba con sus bombas el terror
en Londres y otras ciudades. Incertidumbre y angustia ante la invasión nazi
eran permanentes. El III Reich tenía ya en sus manos casi toda Europa
continental. Y sin embargo, cuando comenzó la lucha de los héroes de la RAF en
el cielo de Inglaterra y en su suelo la población civil se movilizó con
disciplina y voluntad, y aunque nadie lo supiera ya se había vencido en la
principal batalla. Se había ganado en las almas de los británicos que se
negaron a la seducción de las melodías del pacifismo, la negociación de los
principios y la capitulación. Gentes muy poderosas en Londres, los que habían
apaciguado antes a Hitler y aplaudido la capitulación francesa, habían querido
convencer al pueblo británico de que era práctico, pacífico, político y sabio
permitir a los alemanes el desembarco. De que democracia y libertad eran
conceptos discutidos y discutibles. De que patria y soberanía dependían de un
contexto. Les dijeron que no debían ser intransigentes ni inmovilistas. Los
británicos titubearon. Pero poco. Después se lanzarían con Churchill a la lucha
a muerte por su nación, su soberanía y sus derechos de ciudadanos libres.
Cuando ganaron la batalla contra sí mismos, contra la comodidad, la indolencia
y el miedo, estaban ya en la senda de la victoria. Cuando un liderazgo de
confianza convenció a los ciudadanos de que eran lo suficientemente buenos,
libres y nobles para asumir sacrificios por su propia patria y soberanía, los
enemigos de la libertad tantos años victoriosos, ya marchaban hacia la derrota.
martes, octubre 27, 2015
CRISIS DE SOBRA
Por HERMANN
TERTSCH
ABC Martes, 27.10.15
En Alemania cae el último reducto que quedaba más o menos
sólido de confianza en el Estado y en la Unión Europea
UNA España inestable con un gobierno que juegue desde el
izquierdismo a chantajear a los socios y a desestabilizar el euro, es decir, a
hacer el griego, sería la puntilla. Hasta en el improbable caso de que España
no cause problemas en un futuro inmediato, habrá que ver cómo sale Europa de la
crisis múltiple en la que ha entrado. Quienes hablan así son dirigentes
alemanes democristianos que en estos días finales de octubre se hallan en su
mayoría en estado de alarma por las noticias que reciben todos ellos de sus
distritos electorales, del propio Gobierno alemán y de su partido, la CDU. El
deterioro de la posición de Angela Merkel en el último mes no tiene precedentes
y si no pasa algo muy rápido, en cuestión de semanas, que no meses, podría
llegar a cuestionarse su liderazgo. Sí, aunque parezca increíble, gente
importante de su partido dice que Merkel podría no llegar a final de año.
Cuando este verano aún nadie ponía en duda que seguiría hasta 2021 de canciller
y quizás más. Los sondeos muestran una caída vertiginosa de los apoyos a
Merkel, según se multiplican en pueblos y ciudades los problemas generados por
la llegada masiva y permanente de refugiados a Alemania. La canciller ha
invertido todo su capital político en esta política que cada vez asusta a más
alemanes. Y que está cambiando la actitud no solo hacia Merkel. También ante lo
que se ve como una manifiesta falta de solidaridad de los aliados europeos. Los
alemanes comprueban con acritud cómo los países que en su mayor parte han
recibido generosas ayudas de la UE, y por tanto de Alemania, en el pasado se
distancian de la propuesta solución de cuotas para ayudar a distribuir
equitativamente la carga en el continente. Cunde el resentimiento entre la
población alemana por sentirse abandonada. Por primera vez se percibe una
decepción que afecta a la actitud hacia la UE. Cuentan parlamentarios alemanes
que Merkel está convencida de que ha hecho lo correcto y de que no había
alternativa a abrir la puertas para acabar con la crisis que se había generado
en los Balcanes. Pero nadie sabe hoy cuáles van a ser las medidas y crecen día a
día los miedos ante la impotencia de la Unión en una crisis que no es como la
griega, una cuestión de dinero, sino una cuestión que afecta física y
emocionalmente a las poblaciones. Pero es inmenso el daño que estas semanas han
producido a Alemania, a su canciller, a su posición de liderazgo y a la
cohesión y confianza mutua entre Berlín y sus socios.
Europa se adentra en una crisis en la que no falta de nada.
A la crisis de los refugiados se sumará pronto el renovado problema de Grecia y
se asoma la amenaza de una salida del Reino Unido que la oleada de refugiados
hace cada vez menos improbable. En Polonia fue elegido el domingo un Gobierno
derechista que hará todo más difícil para Berlín. Todo el este europeo se niega
a acoger más refugiados que una especie de representación simbólica, mientras
ven cómo en Suecia y Alemania se agrava por días la situación. La Francia
oficial socialista calla asustada por el rédito político que pueda suponer para
el Frente nacional el debate. En Alemania cae el último reducto que quedaba más
o menos sólido de confianza en el Estado y en la Unión Europea. El último, el
mayor y el decisivo. Nadie sabe hoy qué consecuencias tendrá este terremoto
causado por centenares de miles de pies marchando hacia el centro del
continente. Que pronto pueden ser millones. Hay crisis de sobra en Europa.
Tanta que difícilmente soportaría un embate griego desde España.
domingo, octubre 25, 2015
ENTREVISTA A VIKTOR ORBAN, PRIMER MINISTRO DE HUNGRÍA
Por
RAMÓN PÉREZ-MAURA y HERMANN TERTSCH
ABC Domingo, 25.10.15
«Si
mantenemos la política de invitación a los inmigrantes, la aceptarán»
«No somos una
nación que ame las vallas. La valla responde a una obligación internacional. Y
es efectiva, como lo son otras que hay en Europa»
El papel de Merkel
«Mientras no tengamos palabras muy claras de la canciller de que no se
permitirá ya el paso no controlado, este flujo no va a parar»
¿Cuántos se han
quedado en Hungría? «Ninguno. Esta es una inmigración a la carta que nada tiene
que ver ya con la seguridad. Y no existe el asilo a la carta»
IGNACIO GIL
Orban, en un céntrico hotel de Madrid en el que tuvo lugar
la entrevista con ABC
Viktor Orban
(Székesfehérvár, 1963), llegó a la jefatura del Gobierno húngaro en 1998 y fue
derrotado en las elecciones de 2002. Pero recuperó el Gobierno en 2010 y todo
indica que hay pocas posibilidades de que lo pierda a corto plazo. Es la bestia
negra de la izquierda europea y la derecha políticamente correcta prefiere no
fotografiarse a su lado.
– Hungría ha estado
en el centro de la crítica por parte de muchos con la construcción de la
valla con Serbia. ¿Ha sido efectiva?
– Nosotros tenemos
una obligación legal de cuidar nuestra frontera exterior para proteger la
libertad de movimiento dentro del espacio del tratado de Schengen. Este tratado
dice que los países que tengan fronteras exteriores tienen que defenderlas por
sus propios medios. Esto quiere decir que quienes pretendan entrar deben
hacerlo de forma controlada. Por sitios concretos, por los pasos fronterizos y
en ciertos momentos. No pueden cruzar por los campos. Si dejas hacerlo puedes
perder tu pertenencia a Schengen. Pero la invasión de los inmigrantes nos llegó
por esos campos y de ahí la valla.
No somos una nación que ame las vallas. La
valla responde a una obligación internacional de Hungría. Y de hecho es
efectiva, como lo son otras que hay en Europa aunque no se hable de ellas. La
nuestra es la quinta. Están las españolas (Ceuta y Melilla), en Calais, en la
frontera de Grecia y Turquía y en la de Bulgaria con Turquía y son eficaces
todas. Nadie dice que esto sea la solución ideal, pero sí debemos admitir que
es la siguiente a la ideal.
– Ha tenido en esta crisis diferencias claras
con Merkel que es de su Partido Popular Europeo (PPE) y una líder incontestada
durante casi una década ya. Después de la decisión de Merkel de aceptar a todos
los inmigrantes sin procedimiento previo se ha intensificado el flujo. ¿Cree
que fue un error?
– Por partes. Lo primero que hay que decir es
que es Grecia quien no cumple sus obligaciones internacionales. La labor de los
griegos debía ser proteger la frontera exterior de Schengen como está haciendo
Hungría. Si lo hicieran con eficacia no habría habido ninguna cuestión sobre
decisiones de Merkel. Ahí está el origen. Y es una cuestión de voluntad
política. Si no son capaces solos, que pidan ayuda. Se les está ofreciendo y la
han rechazado. Hungría pidió ayuda a Polonia, Eslovaquia y Chequia para
afrontar la situación. Nos la mandaron; humana y técnica para la construcción
de la valla. Y lo paramos con ellos. Los griegos tienen suficientes amigos
dispuestos a enviar ayuda material y personal. Pero Grecia se niega a aceptar
estar ayuda. Sé que tienen muchos problemas económicos. Pero es un hecho que su
negligencia en la defensa del espacio común está en el origen. Respecto a
Merkel, cuando decidió que dejaría a todos los inmigrantes ir a Alemania de
forma no regulada ni controlada, Hungría estaba en serios problemas. Porque los
inmigrantes habían invadido nuestra frontera meridional, pero para respetar el
Tratado nosotros no podíamos dejarlos seguir al siguiente país del espacio
Schengen por nuestra frontera occidental. Así fue aumentando masivamente la
cifra de inmigrantes en Hungría. Desde ese punto de vista Merkel nos ayudó
mucho. En Hungría la situación se había vuelto muy incómoda y aunque estábamos
decididos a cumplir nuestras obligaciones y teníamos capacidad para ello, el
precio era alto. Los inmigrantes se negaron a obedecer a nuestras autoridades,
se negaban a ir a los campos, rechazaron cumplir las regulaciones, hubo ataques
a los guardas.
Dicho esto, mientras no tengamos palabras muy claras de la
canciller alemana de que no se permitirá ya el paso de forma no regulada ni
controlada, este flujo no va a parar. Porque ya no se trata solo de la tragedia
humana que es ahora un gran negocio. Y mientras se sepa que en Alemania se
puede entrar sin control, los traficantes tienen abierto un negocio que es
criminal. Y acabar con el negocio solo es posible cuando los traficantes no
puedan cumplir su oferta de llevar hasta Alemania a los refugiados. Por eso
estamos expectantes a ver qué decide Alemania.
– ¿Usted cree que esto amenaza la identidad
europea?
– Lo primero que se plantea son cuestiones
sobre la democracia. De legitimidad. Uno se pregunta ¿quién votó que suceda
esto? Qué pueblo, ¿el húngaro, el alemán, el español? Por eso yo creo que no
tiene legitimidad democrática lo que está sucediendo ahora. Y en algún momento
habrá que preguntarles a los pueblos europeos si quieren esto que está
sucediendo. Por tanto primero es un problema de democracia. Lo segundo es que
los países son muy diferentes. También en su forma de reaccionar. En algunos
los líderes dicen que la inmigración no es peligrosa, que es buena y es una oportunidad.
Los líderes de la izquierda y los liberales dicen eso regularmente en Europa.
Nosotros los húngaros tenemos otra opinión. No queremos vivir en sociedades
paralelas. Y así habrá sociedades cristianas e islámicas paralelas. Yo creo que
toda nación tiene el derecho de elegir esa fórmula. Y toda nación tiene derecho
a no elegirla. Y Hungría lo ha decidido. No queremos imponer a nadie nuestra
opinión pero defendemos el derecho soberano de Hungría de organizarse sin
sociedades paralelas.
– ¿Cuántos de esos inmigrantes se han quedado
en Hungría?
– Ninguno. En realidad quienes pasan por aquí
no están buscando seguridad ni dignidad. Todo ello lo tenían en los países por
los que han pasado: Serbia, Hungría... Pero ellos no se quieren quedar ni en
Austria siquiera. Quieren ir a Alemania o a Suecia. Es una inmigración a la
carta que nada tiene que ver ya con la seguridad y que claramente no permiten
las regulaciones internacionales. No existe el asilo a la carta.
– Es usted la bestia negra de la
socialdemocracia en Europa. Ha sido demonizado por muchos. Y sin embargo en el
grupo de Visegrado (Hungría, Polonia, Chequia y Eslovaquia) las relaciones son
fluidas. ¿Se siente como el malo?
– En el grupo de
Visegrado tenemos unas raíces históricas comunes que hacen que las diferencias
ideológicas apenas tengan relevancia. Entendemos las cosas de la misma forma,
con sentido de pertenencia común. En cuanto a la izquierda europea, hay dos
razones por las que no me quieren. Primera: nosotros somos un partido
cristianodemócrata que ha derrotado abrumadoramente después de veinte años de
pulso a la izquierda húngara que era heredera del poscomunismo. La izquierda
europea quería más a la izquierda húngara y esa es muy débil y me echan la
culpa. La segunda es ideológica. La izquierda tiene una visión y una agenda.
Ellos creen que hay que deshacerse de las identidades existentes para tener
mayor libertad. Que hay que desmantelar la identidad religiosa, la nacional y
hasta la sexual porque eso es la libertad. No estamos de acuerdo. Nos parece
legítimo, pero no lo aceptamos. Nosotros no lo queremos y en 2011 aprobamos con
la mayoría de dos tercios una constitución que considera claramente a la
cristiandad como su referente, que respeta la nación, la defiende y mantiene.
Que defiende la familia, con una mujer y un hombre. Los socialistas me
consideran un representante medieval. Pero les guste o no, tengo el derecho
legítimo de defender nuestras opiniones. Nadie puede privar al pueblo húngaro
de representar sus ideas en esa discusión europea. Sucede con la inmigración
que encaja en los planes de privar a las naciones de toda influencia para crear
una sociedad global en la que los intereses estén representados por esos entes
supranacionales y no por el estado nación. Nosotros creemos que eso es un
malentendido, que solo creará dificultades y no somos partidarios. Por eso
estamos en una lucha ideológica con la izquierda europea y en una confrontación
total. No es que me guste. No me gusta que mis hijos lean continuamente que su
padre es un loco.
– Y durante los
últimos años ¿no se ha sentido también cada vez más aislado dentro de su propio
Partido Popular Europeo?
– Hubo intentos de lograrlo. Porque los
cristianodemócratas sufren presiones. Las tienen desde el centrismo
«políticamente correcto», carecen de instrumentos suficientemente fuertes como
para representar sus propias ideas, así que intentan acomodarse en función de
las circunstancias. Así que hemos perdido la oportunidad de discutir cuestiones
ideológicas de fondo. Eso podría ser peligroso para el PPE. Yo no lucho sólo
por Hungría y por mí mismo –aunque me gustaría sobrevivir, ése no es el
objetivo último– lucho, a nivel europeo por lograr una identidad más definida
para el PPE. Hubo intentos de aislarme dentro del PPE. Pero los grandes dirigentes
veteranos, los «abuelos» del partido, siempre nos han defendido. Maertens
siempre nos defendió, Joseph Daul nos defiende ahora. No sé cómo actuará la
nueva generación, pero la vieja creo que entiende que merecemos ser defendidos
de la izquierda.
– ¿Cuál es su
sugerencia respecto a cómo hay que resolver el problema de la inmigración en
origen, en Siria?
– El problema no es sólo Siria. Cuando vemos
las cifras en Hungría, Siria pesa mucho, pero ahora crece Pakistán, Afganistán,
aparece Bangladesh y ahora se mueven los africanos. La región subsahariana y el
África Negra. Si mantenemos la política de invitación a los inmigrantes, estos
pueblos aceptarán la invitación. Hay que ser conscientes de que el volumen del
reto es mayor de lo que se ve en la actualidad. Por otra parte, Turquía es un
socio estratégico, y sin un acuerdo con ellos de cómo consolidar Siria, no lo
lograremos. En los últimos años no hemos conseguido hacer de ese país un lugar
habitable. Y ahora no queremos cooperar con los rusos, por lo que veo. Y los
rusos lo están intentando solos. Sólo veo signos de interrogación.
– La nueva relación de
Merkel con Turquía llevando al cambio de sus posiciones de los últimos años,
entreabriendo las puertas de la Unión Europea a Turquía, ¿no es permitir un constante chantaje
por parte de Erdogan?
– Ante todo Turquía es un socio estratégico de
la Unión Europea. Yo respeto mucho a Erdogan aunque sea una oveja negra para la
Prensa internacional. Si se quiere una sociedad turca que se desarrolle,
necesita un líder fuerte, nos guste o no. Porque en la UE no gustan los
liderazgos fuertes. En la Unión Europea el buen líder es el líder débil. El
líder fuerte es considerado peligroso. Se quiere el liderazgo de las
instituciones. Las frases «yo propongo» o «a mí me gustaría» son inaceptables.
Hay que decir «yo sugiero discutir que…» o «las instituciones deberían
considerar…»
Los liderazgos
personales son necesarios en tiempos de crisis. La dirección colectiva puede
funcionar en tiempos de prosperidad, pero no en los de crisis. Las
instituciones no son buenas gestoras de las crisis. Eso corresponde a las
personas, a los líderes. Y Erdogan es ese tipo de persona. Yo le aprecio mucho.
Pero no me gusta el enfoque actual de las cosas. Europa hoy es un continente
rico y débil. Y ésa es la peor combinación posible. Si se quiere defender lo
que tenemos, si queremos negociar con alguien y lograr que nos ayude, tenemos
que tener una posición de fuerza para hacerlo. Mi posición es que antes de una
negociación estratégica con los turcos la Unión Europea tiene que defender la
frontera griega por sí misma. Si somos capaces de hacerlo y restablecer la
aplicación de los Acuerdos de Schengen, entonces tendremos una posición de
partida para negociar con los turcos. Si no partimos de esa base, no habrá
ningún equilibrio en la negociación. Yo no lo llamaría una posición de
chantaje, pero las negociaciones son importantes y hay que ir al sur unidos a
defender nuestras posiciones. Lo importante es que los griegos no quieren
hacerlo. No aceptan unos guardafronteras europeos en lugar de los griegos. A
pesar de que esa sería la mejor solución. Tener una valla en Hungría no lo es.
Ésa es la segunda mejor solución que se convierte en la primera línea de
defensa. Y la primera línea de Schengen debería estar en Grecia.
– Usted ha hecho una constitución que ha sido
criticada por algunos en Occidente y en la UE y especialmente por su oposición.
Y se le acusa de que en su política de medios ha aplicado mecanismos que violan
la libertad de Prensa…
Estoy seguro
de que soy el primer ministro más criticado de Europa y con mayor dureza por la
prensa de su país. Y eso es una realidad, no una teoría. Es la realidad
cotidiana. Vean la televisión. Los medios favorables al Gobierno son menos de
un 30 por ciento. Si se examina la interpretación de la crisis migratoria en
los medios occidentales, se generan algunas preguntas. No puedo decir que fuese
justa. Las fotografías mostraban mujeres y niños. Pero el 80 por ciento de los
inmigrantes, según nuestras estadísticas, eran varones adultos que más bien
parecían soldados. Así que éste puede ser el momento de debatir sobre la
calidad de nuestra democracia, sobre la libertad de expresión pero no en un
contexto húngaro, sino europeo.
viernes, octubre 23, 2015
LA BESTIA NEGRA
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes,
23.10.15
Orban es lo que más teme la izquierda, alguien que disfruta
en la batalla de las ideas. Porque las tiene y además gana
VICTOR Orban, el primer ministro de Hungría, lleva sin mayor
preocupación los inconvenientes de ser la bestia negra de la izquierda europea.
Lo atribuye a la humillación que para él supone el éxito electoral colosal de
su política sin concesiones al progresismo al uso. En estas pasadas semanas y
meses ha sido «demonizado» por insistir en cumplir las leyes internacionales en
la crisis de los refugiados. Jamás mendiga aplausos. Ni siquiera acuerdo. Lo
que sin duda le lleva a «excesos del liderazgo», a ademanes de bonapartismo
magiar. Pero tiene muy claras las ideas sobre la legitimidad democrática que
tiene y defiende en cuestiones que van mucho más allá de la política puntual y
tienen que ver con ideas y valores que él no intercambia ni modifica a
conveniencia como tantos otros políticos coetáneos. No le perdonan que no se plegara
a la oleada de sentimentalismo que exigía a los europeos que suspendieran sus
acuerdos y tratados para que cientos de miles de inmigrantes llegados en
avalancha pudieran imponer su voluntad de cruzar ilegalmente y por la fuerza
todas las fronteras que quisieran, hacer frente con desacato a todas las
policías de los países atravesados, para dirigirse a los países que consideran
de su preferencia. Cualquiera en Hungría está sometido a las leyes del país,
por inmigrante que sea, y violarlas, como violar sus fronteras, es delito. Por
supuesto le tacharon de fascista. ¡Qué menos!
Ha venido a Madrid a poner un poco de músculo de ideas y
convicciones en ese Congreso del Partido Popular Europeo que siempre amenaza
con ser una reunión de «la derecha bienqueda», deseosa de bailar al son del zeitgeist,
adornada con mil plumas progresistas. Le conocí hace 27 años como brillante
joven anticomunista y liberal en un Budapest que era ya una inmensa vía de agua
en un imperio soviético que se hundía. Hoy liberal ya no es, desde luego. Como
español familiarizado con las prácticas de intimidación y acoso político de la
izquierda tiene gracia ver cómo explica Orban las dificultades que tienen
muchos de sus compañeros del EPP para no caer en un permanente síndrome de
Estocolmo de sus acosadores izquierdistas. Que al final los lleva a asumir
tanto el lenguaje como poco después los contenidos del mensaje de la izquierda.
Los apaciguadores y acomodaticios que solo buscan la armonía y el aplauso
socialistas, ven con razón en Orban a su peor enemigo. Que ya ha anunciado que
en Hungría no habrá sociedades paralelas, ese célebre multiculturalismo que
convierte partes de ciudades europeas en barrios orientales. Que se declara
orgulloso de la mayoría de dos tercios que le permitió elaborar una
Constitución que reconoce como valores incuestionables el cristianismo, la
nación y la familia tradicional. La libertad de religión y expresión, la
igualdad de todos ante la ley y la de hombre y mujer. «La izquierda me
considera un representante del medievo. No pasa nada». Está convencido de que
la izquierda europea quiere acabar con las identidades, la religiosa, la
nacional y hasta la sexual porque en su agenda cree poder así crear un amplio
«espacio de libertad» sin condicionantes en el que los ciudadanos ya solo
tengan como autoridad y referencia a los entes supranacionales. Y creen que la
inmigración les servirá para esta transformación social. De ahí el paradójico
entusiasmo por una inmigración que consideran ayudará a vaciar de valores a la
sociedad europea. Con Hungría no cuenten. Y otros países de Centroeuropa, más
discretamente, dicen lo mismo. Si los europeos occidentales lo quieren, que lo
hagan. Nosotros no, dicen. Orban es lo que más teme la izquierda, alguien que
disfruta en la batalla de las ideas. Porque las tiene y además gana.
martes, octubre 20, 2015
HASTÍO Y ANGUSTIA
Por HERMANN
TERTSCH
ABC Martes, 20.10.15
Con la llegada masiva de inmigrantes Europa sufre una
transformación que está fuera del control de los gobiernos
EL hastío. Es el hartazgo cada vez más rotundo ante esa
corrección política de todos los partidos tradicionales en Europa que, por
miedo a su propia gente, intenta ocultar las realidades más evidentes. Los
partidos de siempre y la prensa biempensante tienen tanto miedo a la xenofobia
que la provocan ellos. Con su ridícula alegría artificial sobre una llegada de
refugiados que podía ser asumida resignadamente como obligación por la mayoría.
Pero siempre en unas cifras asumibles que ya han quedado atrás. Y también con
sus acusaciones de racismo y hasta nazismo, a todos aquellos que hacen uso de
su libertad de expresión para denunciar las evidencias, manifestar su
preferencia por otras soluciones y su rechazo a la política de puertas abiertas
que a nadie se consultó. Los efectos políticos son ya palpables y serán
devastadores a medio plazo. Hace una semana fue Viena, este domingo ha sido
Suiza. Pronto hay elecciones francesas. Allí, allá y acullá, por todos los
frentes avanzan partidos que quieren cambiar la política de inmigración en
Europa. Mientras no cesa la oleada migratoria mayor desde la II Guerra Mundial
que comenzó con su máxima intensidad en agosto y se mantiene. Aunque haya
desaparecido de las noticias aquí en España. Porque estamos entretenidos con
nuestro golpista que baladronea aún impune en Cataluña. Con nuestro presidente
que se declara satisfecho con su partido en naufragio y sus grumetes
ministeriales de reyerta. Con nuestros socialistas que juegan a comunistas y
separatistas, los comunistas que se pretenden socialdemócratas y castristas y
toda España que parece decidida ya a lanzarse al camino hacia el Estado
ingobernable en el 2016. Porque la indolencia de los unos y el delirio
revanchista de los otros harán más imposible que nunca una España firme y
respetuosa con sus leyes y consigo mismo. Así, liados como estamos, nadie
prepara a los españoles para lo que se les vendrá también encima en los
próximos años.
La angustia. La que genera la certeza de que con la llegada
masiva de inmigrantes Europa sufre una transformación que está totalmente fuera
del control de los gobiernos. Y de que estamos ante lo que es una invasión, por
mucho que disguste asumir la no siempre impecable elección de las palabras del
obispo Cañizares. No hay día en Europa sin noticias alarmantes. Muchos miles de
refugiados se encuentran empantanados en los Balcanes y Centroeuropa, bajo la
lluvia y cada vez a temperaturas más bajas. Mientras se disparan las tensiones
entre los países afectados. En Suecia colapsan los servicios municipales de
ciudades y pueblos. La llegada del invierno ha generado un estado de emergencia
que ya afecta gravemente a la vida de las poblaciones locales. Las condiciones
empeoran, los refugiados protestan y se amotinan y la seguridad se deteriora.
Hay sitios en los que las mujeres ya no salen solas, según denuncian miles de
cartas al Gobierno sueco, desarbolado y asustado con el tono de las misivas.
En Alemania sucede otro tanto y la buena voluntad de
millones de voluntarios no puede evitar que el problema social y de seguridad
adquiera tintes dramáticos. Angela Merkel ha ido a Turquía a pedir a Erdogan
que corte el flujo. Un viaje de inmensas implicaciones del que se hablará
mucho. Será difícil y caro todo trato. Y peligroso. Abrir ahora la puerta de la
UE a Turquía parece otro paso en la dirección equivocada. Para intentar evitar
–sin garantías– la llegada de diez o quince millones de sirios se abriría así
la puerta a 80 millones de turcos. Cuando los delirios de Erdogan, la guerra
vecina y el conflicto regional sitúan a Turquía al borde de la
desestabilización y conflicto interno y externo. No parece una genialidad muy
sugerente.
lunes, octubre 19, 2015
LA DECISIÓN DE MERKEL DE ACOGER REFUGIADOS SOCAVA SU APOYO POPULAR
Por HERMANN TERTSCH
ABC Domingo,
18.10.15
Las peores críticas le llegan desde su propio partido, pero
ella cree que la crisis se superará
AFP
«Si no
hay un cambio de rumbo en la política de inmigración es muy posible que Angela Merkel no llegue como canciller al año
electoral de 2017». Quien dice esto es el muy moderado vicepresidente del
partido liberal alemán (FDP) Wolfgang Kubicki. Y
no solo él. A principios del verano, toda la CDU/CSU celebraba a la primera
mujer que ya ha entrado en la historia de los más grandes cancilleres con Konrad Adenauer y
Helmut Kohl. Su victoria en 2017 era tan segura que se hablaba en
serio en el SPD de no presentar candidato rival. Con Merkel hasta 2021 e
incluso 2025, para batir el récord de los 16 años de Helmut Kohl, se decía en
la CDU. El cambio de la situación es dramático. Cada vez son más quienes hablan
en voz alta del fin de la carrera política de la canciller. No son ya solo los
alemanes más radicalizados en movimientos contra los inmigrantes como Pegida,
que piden su dimisión inmediata por traicionar a la nación alemana y poner en
peligro al Estado federal. Ni por supuesto de los que están detrás de los más
de 800 ataques a residencias y centros de refugiados.
La
inmensa mayoría de los alemanes aún se muestran partidarios de recibir a todos
los perseguidos por la guerra en Siria. Pero el cambio de ánimo en Alemania
se produce con rapidez en estas semanas en las que ya ha quedado atrás el
entusiasmo popular de autocelebración como sociedad generosa y receptiva. Desde
el verano, la sociedad alemana ha estado muy mayoritariamente movilizada de
forma idealista en favor de los refugiados y de la canciller Merkel. Y todas
las críticas, los temores y rechazos a la masiva llegada de inmigrantes sin
control eran descalificadas como xenofobia o mezquindad, cuando no extremismo o
simpatías nazis. Sin embargo, las grandes emociones positivas se debilitan y
las críticas a Merkel se intensifican sin cesar. Las más fuertes
proceden de su partido. Y hay días en los que solo desde la
izquierda parece llegar cierta comprensión para una canciller que insiste en
que «Alemania logrará superar esta crisis», pero tiene que reconocer que las
dificultares en la gestión están fuera de control.
A la
defensiva
Los
problemas y conflictos se han disparado en las administraciones locales y
todos, incluidos los Estados federados, miran a Berlín donde está quien
consideran responsable de la situación creada, la canciller Angela Merkel. Que
por primera vez en diez años de cancillería está en una posición defensiva y
asiste a escenas impensables aún hace semanas como el levantamiento de los
delegados de su partido en Sajonia o las críticas abiertas y los reproches de
cargos electos propios en toda Alemania. Por no hablar de las duras críticas y
advertencias de su partido hermano en Baviera la CSU, cuyo jefe y
presidente bávaro, Horst Seehofer, condena y combate abiertamente la política
de Merkel. Cada vez son más quienes ven en el momento decisivo en la vida
política de Merkel su decisión de ignorar las leyes de la Unión Europea y
anunciar la apertura de las fronteras alemanas a todos los inmigrantes en
demanda de derecho de asilo. Ella reconoce que es el mayor reto
de Alemania desde la unificación. Insiste en que cualquier otra
decisión hubiera sido moralmente reprobable y además peligrosa. Lo cierto es
que la hasta ahora imparable ola de inmigración siembra dudas en todos y miedo
en muchos. Cada vez son más quienes creen que Merkel ha cometido un terrible
error que puede acabar con su cancillería. Y obligar a Alemania y a Europa a
momentos muy duros y decisiones dolorosas.
sábado, octubre 17, 2015
LLEGAN TIEMPOS DUROS
Por HERMANN
TERTSCH
ABC Sábado, 17.10.15
Casi ningún país se adhiere ya totalmente a la política de
Merkel y el reparto equitativo de la inmigración ha fracasado antes de intentarse
Hungría terminó ayer
el vallado de su frontera con Croacia. Ya lo tenía en la frontera con Rumanía.
Son hechos consumados, graves y rotundos, dentro de una Europa que ha vivido
como su gran sueño hecho realidad la inexistencia de fronteras internas. Ha
dejado de ser cierto. Hace unos años se reaccionó con estupor y escándalo
cuando un gobierno de Dinamarca tomó esta medida de forma transitoria. Hoy
tenemos controles en decenas de fronteras internas. Pero el fin de Schengen,
con ser un grave y triste revés, no es lo más grave que puede pasar. Porque las
tensiones que ha creado la crisis de los inmigrantes desde su estallido este
verano van en aumento, ya superan en mucho las habidas con la crisis financiera
o el dilema de Grecia y tienen un potencial de conflicto casi infinito.
No son los Gobiernos
los protagonistas. Lo son las sociedades. Y quien haya visto las
manifestaciones contra toda inmigración musulmana en diversos países del este
sabe que no se trata de posiciones políticas sino de miedos y sentimientos
profundos que, fuera de control, pueden arrollarlo todo a su paso, incluida la
moderación, el europeísmo y, en ultimo extremo, la democracia. En Alemania, el
entusiasmo del buenismo y la épica filantrópica ya se ha enfriado.
El cambio en el humor
popular puede ser rápido y las demandas de dimisión de Angela Merkel, hace
semanas una perfecta extravagancia, ya no lo son aunque sean aún minoritarias.
Casi ningún país se adhiere ya totalmente a la política de Merkel y el reparto
general equitativo de la inmigración ha fracasado antes de intentarse. Vienen
tiempos durísimos para Merkel, Alemania y toda Europa.viernes, octubre 16, 2015
AYER FUE UN BUEN DÍA
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes,
16.10.15
El día de ayer fue un día de vergüenza y escándalo por la
agresión a la Justicia y a la ley por parte del separatismo catalán
POR mucho que se empeñe Artur Mas en escenificar épica de
baratija con una multitud de mantenidos y privilegiados ante los juzgados. Por
mucho que se nos vaya al barranco de Montjuic a revelar su autoengaño y
equipararse a otro golpista, responsable aquel de graves crímenes, pero al fin
y al cabo un combatiente que mató y se jugó la vida. Por mucho que se den
solemnidades impostadas y tediosas recopilaciones de cánticos de falsa
resistencia entonadas por una legión de personajes apeados de sus coches
oficiales y demás beneficiarios del dinero público. Ayer fue día que no debió
darse. Porque a ninguna gran nación como la española le puede dejar indiferente
el desamor de parte de la misma. Por artificial que haya sido la generación del
mismo. Por interesada e hipócrita que sea su ofensiva. Pero también debo decir que
creo que el de ayer fue un gran día. Desde ayer Mas sabe que está a punto de
convertirse en uno de los primeros en sufrir algún inconveniente por saltarse la
ley desde que comenzó a hacerlo. Desde que decidió huir hacia adelante. Hasta
ahora, incomprensiblemente, nadie ha pagado daños. No ha habido ni un
damnificado por las tropelías cometidas a lo largo de tres años. Todo ha sido
gratis en esta grotesca carrera de la cúpula del régimen nacionalista por
ganarse la impunidad de su corrupción económica en una colosal apuesta de
ruptura total del marco legal de España. Hasta ayer. El Gobierno de la Nación
ha ignorado, por el patológico miedo al conflicto de su presidente, una
operación sediciosa que ha contratado, pagado, licitado, transferido dinero y
conspirado para partir España en dos. La organización de este golpe de Estado
se ha producido ante las cámaras y retransmitida en directo mientras en Madrid
se cuestionaba absurdamente la seriedad de las intenciones delictivas de la
Generalitat, el Gobierno regional y primera institución ejecutiva en esas
cuatro provincias españolas.
El día
de ayer fue un día de vergüenza y escándalo por la agresión a la Justicia y a
la ley por parte del separatismo catalán. Pero no más que otros. Y
extraordinario solo en el despliegue operístico –o quizás tan solo zarzuelero–
de las protestas. Porque las graves agresiones al Estado se suceden desde hace
tiempo. Si el día de ayer fue realmente distinto por algo es porque se les
acaba a todos el tan manido recurso de mirar hacia otra parte e intentar
convencerse de que nada va a pasar. Está ya muy claro el delito de quienes ya
han anunciado que van a romper España si se les permite. Ahora deben
preocuparse todos. Incluidos quienes también delinquirán si no lo impiden. La
escenificación del desafío se ha consumado. Ahora el Estado no tiene más opción
que imponerse. Y poner fin a esta situación. La inhabilitación de Artur Mas
debería producirse de forma urgente. Y muchas otras si resulta necesario.
Aquellos que quieran seguirle en el órdago deben comprobar de forma contundente
que ayer acabó el tiempo en el que atentar contra la ley generaba ventajas y
prebendas. Por España y por toda Europa tras el día de ayer solo hay un mensaje
para el separatismo: que por las malas nadie puede ni podrá con el Estado de
Derecho y la democracia. Serán derrotados y pagarán penalmente su atentado
contra el bien común que nos dimos más de 40 millones de españoles y no nos van
a arrebatar dos millones de fanáticos más o menos subvencionados. Si una
minoría quiere partir en dos España, violentamente y en contra de la voluntad
de la inmensa mayoría de los españoles, va a necesitar mucho más que los coros
de esos pancistas y mantenidos comisionistas que escuchamos ayer.
martes, octubre 13, 2015
EL ODIO COMO IDENTIDAD
Por HERMANN
TERTSCH
ABC Martes, 13.10.15
Hoy vivimos tiempos no ya antiheroicos, sino cabe decir de
fin de raza
LO contaba maravillosamente ayer Gabriel Albiac en estas
páginas. Fue entonces, en 1492, cuando cambió por completo la forma de pensar y
ver el mundo. Y fue en España donde se inició aquella inmensa gesta, la de
mayor épica, la de mayores consecuencias de la historia de la humanidad. Por si
alguien dudaba, la primera tierra que Colón se encontró en su ruta hacia las
Indias la bautizó con el nombre de La Española. Sí, señores, La Española. Hace
más de 500 años de aquello y aún hoy siguen científicos y poetas dedicados a
repensar, analizar, investigar, estudiar o inspirarse en el descubrimiento de
un continente que se antojaba infinito en una gesta que no deja de asombrar al
mundo. Un continente que, solo décadas después de haber sido pisado por
pequeños grupos de soldados y navegantes aventureros españoles, contaba ya con
ciudades comunes de indígenas y conquistadores, con niños de sangre de aquí y
de allí, con universidades y catedrales, con archivos y escuelas, con unas
fuerzas de inmensa voluntad de superación y creatividad inauditas. La conquista
de América es una increíble hazaña de una insólita comunidad de fuerzas humanas
movidas por la fe en la trascendencia.
Jamás podría ser superada por ninguna fuerza rival de
España. Por ello había que vencerla desde dentro, debilitarla y
desprestigiarla. Pronto comenzó a ensombrecerse la inaudita proeza española por
parte de los enemigos del imperio. Se exageraron errores y excesos y se
ridiculizaron u ocultaron los éxitos, la grandeza, la bondad, la generosidad y
los triunfos. Lo que era anécdota se convirtió en categoría y la mala fe cubrió
de sospecha e insulto hasta las páginas más brillantes, los actos más bellos y
hechos inauditos. Nunca se hizo frente a las interminables oleadas de
maledicencias interesadas. Siempre fueron más activos y más eficaces los
maledicentes que los defensores de aquella proeza sin igual. En 1913 Julián
Juderías, funcionario del Ministerio de Estado, ganó un concurso literario de
«La Ilustración Española y Americana» con un trabajo que tituló «La Leyenda
Negra y la verdad histórica». Así se acuñaba el término que engloba el conjunto
de esas maledicencias y la visión negativa sobre la acción española en América,
cuajada de falsedades, forjada tanto por ingleses, holandeses o franceses como
por españoles. Juderías murió joven y su trabajo cayó en el olvido. Hoy vivimos
tiempos no ya antiheroicos, sino cabe decir de fin de raza. Extirpada y
combatida con sistema y sin piedad toda atracción por la grandeza del individuo
ante la historia, despreciada la dignidad trascendental, se forma a los
individuos para emociones y sentimientos moldeables y romos. Y son sometidos a
adoctrinamientos blandos que les hacen sentirse bondadosos y satisfechos en su
mediocridad con la mera activación de un odio primitivo a enemigos de diseño
ideológico. Sucede con el odio del animalista al torero. Cree que su bondad
crece en la medida en que desee más sufrimiento a su semejante, al torero.
La izquierda, impotente y sin ideas, se ha cargado de mitos.
Ha asumido estas perversiones como parte de su acervo ideológico. Otra es el
indigenismo, basado en la torpe mentira del buen salvaje y en la leyenda negra.
Y otra el nacionalismo, fomentado en diversas regiones españolas también por la
izquierda. En el odio como identidad. El odio a España. De ahí que
personajillos como Ada Colau, «Kichi» o los Bardem y demás desecho de la subcultura
de la izquierda lancen su palabrería contra la conquista de América. Contra la
gesta única en la historia de la humanidad. Estos tipos existieron siempre. Lo
peor es que gentes así intoxican impunemente a los niños españoles con una
permanente leyenda negra contra España.
ALIANZA CIVIL CONTRA EL FANATISMO
Por HERMANN
TERTSCH
ABC Sábado, 10.10.15
El Cuarteto ha sido la voz de una sociedad que se niega a
volver al medievo y que ha sabido unir fuerzas frente a delirios golpistas
El Nobel de la Paz es
un premio muchas veces desprestigiado por los galardonados. Porque se ve
demasiado a la Academia sus ganas de agradar a lo que son poco más que modas o
estados de ánimo pasajeros e inestables en nuestros tiempos. El Cuarteto para
el Diálogo de Túnez es todo lo contrario.
Es una iniciativa
colectiva poco espectacular y casi desconocida en el mundo, y sin embargo y
también por eso, doblemente heroica. Porque surge como alianza espontánea de
buena voluntad de fuerzas decididas a defender la libertad política, religiosa
y de conciencia frente a todos sus enemigos. Y porque además, ha tenido la
fuerza, el arrojo y el talento necesarios para el éxito, para salir triunfante
de enfrentamientos con enemigos mortales.
El cuarteto está
formado por una central sindical obrera, UGTT, por la asociación de empresarios
y patronal Utica, el sindicato de abogados y la Liga Tunecina para los Derechos
Humanos. El Cuarteto del Diálogo juega con una ventaja de la tradición laica y
la formación civil en la sociedad tunecina. Y con que la conciencia femenina en
dicha sociedad tiene el nivel más alto de toda la región.
Esto ha sido sin duda
muy importante para evitar que Túnez, tras la caída del dictador Ben Ali en
enero de 2011, cayera rápidamente en manos islamistas radicales o entrara en
una deriva de hundimiento del Estado que acercara al país a la guerra civil o
del golpe de Estado.
El Cuarteto ha sido,
desde su fundación en 2013, el andamiaje en el que se ha apoyado el Estado en
esta transición siempre que ha parecido estar desarbolado por crisis de
gobierno o embate terrorista. No es una iniciativa para dialogar con los
enemigos. Sino para un diálogo permanente en el seno de una sociedad resuelta
en defenderse de dichos enemigos.
Ha sido la voz y el
instrumento de una sociedad que se niega a volver al medievo y que, sin golpe
de Estado, ha sabido unir fuerzas para hacer frente a quienes propugnan tal
delirio.
TRES DISCURSOS Y LA PESTE
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes,
09.10.15
El Rey hizo llegar a Europa el mensaje claro de que España
forma parte de la solución de los retos que debe afrontar Europa
A nadie debe extrañar que se ausentara el miércoles del
hemiciclo del Parlamento Europeo en Estrasburgo un grupo de comunistas
españoles de diverso pelaje. Carece de importancia que lo hicieran para faltar
al respeto a la Corona española y a España. La intervención del Rey de España
tuvo tanta calidad, claridad y oportunidad histórica que solo aumentó el
ridículo y la marginación de esos grupos de ultraizquierda y de separatistas
españoles. Una triste anomalía. Los españoles antiespañoles son siempre los
españoles más recalcitrantes. Están rodeados nuestros ultras comunistas y
separatistas en el Parlamento Europeo por una inmensa mayoría de fuerzas con
firme voluntad de asegurar que en el resto de Europa esos ultraizquierdistas y
otros totalitarios no salgan de la marginalidad. De marginalidad e irrelevancia
en que también deberían seguir en España y a las que deberán retornar algún
día. En España, el tradicional prestigio de lo peor ha alcanzado niveles
esperpénticos. En Cataluña ahora mismo, como en tantas ocasiones a lo largo de
nuestra historia el más español de los rincones de España, se consuma una farsa
con la que habrían reído todos nuestros clásicos. A mandíbula batiente. Resulta
que toda la burguesía catalana, incluida la alta tan cosmopolita y sofisticada,
se ha entregado en cuerpo y alma a un grupúsculo de desgarramantas que se hacen
llamar la CUP, cuyos ideales e ídolos son todo crímenes y criminales. También
hay que reconocer que los canallas del lodo ideológico, que se creían capaces
de asaltar el poder desde la pureza y radicalidad inmaculada, también pierden.
Se abrazan a la corrupción de la tropa de Mas como a los muslos de una
prostituta momificada, con náusea reprimida por el cálculo más cínico.
El miércoles, a ellos y a otros extremistas españoles les
tocó digerir una seria ración de mensajes inequívocos. Muy cargadas de verdad y
por tanto enormemente peligrosas para todos aquellos que alimentan sus
discursos de ideología, medias verdades y mentiras enteras. Hubo palabras muy
claras, muchas de ellas pronunciadas con emoción, en tres discursos importantes
pronunciados por el Rey Felipe VI, la canciller alemana Angela Merkel y el
presidente francés François Hollande. El Rey hizo llegar a Europa, en presencia
de los líderes del eje franco-alemán, el mensaje claro de que España forma
parte de la solución de los grandes retos que debe afrontar Europa. Y que se
niega a ser un problema añadido. Y menos el principal. Porque si los españoles
enemigos de España, de la democracia y la libertad tuvieran éxito y pudieran
romper España en dos, Europa a medio plazo estallaría en cien pedazos. Eso
haría que 500 millones de ciudadanos de la mayor comunidad de derecho en
libertad y prosperidad del mundo se degradaran en 500 millones de súbditos de
cien miserables taifas en guerras y cuitas permanentes. Y unas décadas después,
probablemente bajo vasallaje de poderes islamistas o convertidos en parque
temático chino. Como en Europa aún existe un cuerpo electoral adulto que no
está envenenado por la industria mediática ultraizquierdista y separatista
española, es improbable que quienes buscan la destrucción de nuestra Europa
actual tengan éxito. Al menos de inmediato. Pero es necesario que los españoles
seamos conscientes de que nos corresponde hoy un papel capital en esta guerra
que declaraban el miércoles tanto Merkel como Hollande a los nacionalismos y
populismos, la peste y el cólera de nuestra era. El futuro de Europa demanda
que España sea el primer campo de batalla y también de la derrota de los
nacionalismos y los populismos, los dos proyectos totalitarios que amenazan
nuestras libertades. Acabar con el prestigio de lo peor y enviar a los peores a
la marginalidad es por tanto un reto histórico y un deber patriótico español y
europeo.
martes, octubre 06, 2015
MERKEL Y LA TIRANÍA SENTIMENTAL
Por HERMANN
TERTSCH
ABC Martes, 06.10.15
La crisis de la inmigración es la prueba suprema de la vida
política de la canciller alemana
LAS noticias no son
tranquilizadoras para la canciller Angela Merkel. En un mes, su popularidad ha
caído nueve puntos en el sondeo de la televisión alemana ZDF. Por supuesto que,
con el 54%, goza de un apoyo que haría feliz a cualquier gobernante en el
ecuador de la legislatura. De la tercera en que preside el gobierno de la
primera potencia europea que es Alemania. Pero también es cierto que ella nunca
experimentó una caída similar. Y confirma lo que ya es una certeza: la crisis
de la inmigración es la prueba suprema de la vida política de la canciller
alemana. El puesto que ocupe finalmente en la historia dependerá de cómo se
resuelva la inmensa apuesta que asumió al abrir las puertas de Alemania a la
oleada de refugiados.
Ayer tratábamos en
ABC sobre las transformaciones de Alemania desde su unificación en 1871 con
Otto von Bismarck hasta su liderazgo europeo un cuarto de siglo después de la
reunificación de 1989. De sus páginas tenebrosas y de sus glorias. Siempre
presente el idealismo alemán como fuente inagotable de energías para la
creación y la superación, pero también como trampa moral cuajada de peligros. A
finales del verano Merkel impuso la decisión de acoger a todos los refugiados
que pidieran asilo. Y de ignorar así los procedimientos de registro y
permanencia en el primer país de acogida. Así desató desde Alemania un formidable
terremoto político que sacude a toda Europa y que tendrá profundos y dramáticos
efectos en todo el continente. Nadie sabe qué situación se habría creado de
haber liderado la canciller otra actitud más cauta, recelosa u hostil hacia los
inmigrantes. Quizás hubiera sido explosiva y trágica. Quizás no. Quizás hubiera
transmitido algún tipo de mensaje disuasorio a los millones en muchas regiones
del mundo que se plantean por mil razones abandonar sus países. En todo caso,
la decisión de Merkel y su forma de anunciarla y ejecutarla generó un inmenso
incentivo para la «larga marcha a Europa». Que lanzó un mensaje al mundo que
hacía creer a todos los que huyeran de algo que eran bienvenidos en Alemania.
Allí se produjo un fenómeno preocupante con una reacción histérica de una
opinión pública agitada por los medios de comunicación en un movimiento de
bondad infinita decidido a dar lección al mundo. Que apenas disimulaba sus
reflejos redentores. Con los objetivos más nobles, se dirá, que son los de
acoger al necesitado y dar de comer al hambriento. Pero con efectos
sospechosos. Como la intransigencia y la rabia colectiva contra quien expresara
reparos a esa apertura general de fronteras.
El buenismo
ternurista con el inmigrante descalifica con implacable dureza al discrepante.
Otra vez el odio a la razón. La tiranía del sentimiento. Contra quienes
advertían contra una generosidad por encima de las posibilidades. Sin saber
para cuántos y en la certeza de que llega un inmenso cuerpo extraño. «Nosotros
lo lograremos», dijo Merkel, en otra de esas frases para reflexionar. Otra vez
los alemanes se consideran capaces de retos para titanes. Sin considerar los
riesgos propios y de los vecinos. Semanas más tarde cruzan las fronteras hacia
Alemania hasta 10.000 refugiados diarios. A ese ritmo saquen cuentas. Son
mayoría los países europeos que se niegan a participar en la aventura de
Merkel. Pero también en Alemania se hacen oír ya por encima de esa especie de
totalitarismo samaritano las voces de alarma que urgen a frenar ese flujo. Los
presupuestos colapsan. Los ayuntamientos requisan casas para acoger a
refugiados y destruyen los entornos de convivencia. El precio político se
dispara. Y Europa y Alemania podrían ver cómo, en momentos de máxima zozobra
internacional y necesidad, la única figura sólida sucumbe ante una avalancha de
buenas intenciones.
lunes, octubre 05, 2015
UNA ALEMANIA UNIDA BAJO LA BATUTA DE MERKEL LIDERA EUROPA Y SE ABRE AL MUNDO
Por HERMANN
TERTSCH
ABC Lunes, 05.10.15
La canciller intenta siempre consensuar sus decisiones con
los socios europeos
Hace 25 años Se produjo en realidad la absorción de un estado comunista fallido
Preparados Su educación en la memoria permite a Alemania no caer en populismos
Los alemanes, ese
pueblo del medio, una nación sin fronteras y de horizontes; los alemanes, tan
admirados como temidos, nunca queridos como quisieran, han conmovido, han
aterrorizado, espantado, sorprendido y fascinado al mundo desde mucho antes que
se unieron en un solo estado. Los alemanes, el único pueblo que reúne la
profundidad del alma del ruso y el formato y criterio del francés, decía
Friedrich Schiller, uno de los grandes caudillos literarios de una de las ideas
supremas del devenir alemán, el romanticismo, cuna del pensamiento y
sentimiento de mayor calado y consecuencias en la vida de los pueblos europeos
en los últimos siglos. Y fuente inagotable de tragedias. Irrumpió en la
historia como Estado Nación hace muy poco, en 1871, tras humillar a su mortal
enemigo, Francia. Que es su hermano odiado con el que partió la herencia de
Carlomagno a lo largo del Rin. Contra él se batió en mil guerras. En dos tuvo
Francia consigo al resto del mundo y Alemania sufrió sendas derrotas
devastadoras y sucumbió en un infierno hasta su práctica desaparición.
Merkel y el presidente del Parlamento, Norbert Lammert
Y sin embargo ahí
está de nuevo, más fuerte que nunca, más sólida, más abierta, más entera.
Alemania ha determinado el desarrollo del continente europeo en el siglo pasado
como ningún otro pueblo. Ha mostrado facetas que aun muchas décadas después
hielan la sangre. Pero los alemanes de las nuevas generaciones se han ganado el
respeto, la conciliación y la confianza con la labor más digna e implacable de
autocrítica jamás habida, de introspección, lamento y luto por los crímenes
cometidos en su nombre. Siempre serán vistos de forma muy diferente y juzgados
de otra forma que todos los demás pueblos y ellos lo saben. Pero también ellos
mismos se juzgan como ningún pueblo lo hace, en su permanente observación e inquietud
por sí mismos. Como decía el conde Christian von Krockow, historiador gran
experto de Prusia, a los alemanes no les mueve solo el deseo y la ambición, la
ansiedad por mejorar y progresar hacia el futuro, sino también el miedo, la
poca confianza en que lo existente sea duradero. Han ansiado aislamientos.
Imposibles con sus numerosas fronteras y vecinos. Han ansiado siempre armonía.
Muchas veces han querido pasar inadvertidos, lo que no les permiten tamaño,
fuerza, empuje, disciplina y creatividad y éxito. Siempre han vagado entre el
este y el oeste, entre el alma rusa y la razón francesa.
Llegó lo imposible
Hace un cuarto de
siglo sucedió lo que algunos, apenas un año antes, calificaban de un imposible
total, la unificación de Alemania. En realidad lo que produjo aquel 3 de
octubre fue la absorción de un estado alemán oriental, que tras el hundimiento
del régimen comunista había quedado sin razón de existir, por una República
Federal de Alemania occidental que desde 1949 tenía el mandato constitucional
de perseguir esa unidad por mucho que sus habitantes perdieran su fe en ella.
Al crearse la República Federal la unidad alemana perseguida aún incluía todos
los territorios perdidos al este del río Odra que hoy son parte de Rusia y
Polonia. Alemania renunció a revanchas y reconquistas. Asumió todas las
pérdidas como el precio de su propia locura. Y por medio de la introspección,
de la educación en la memoria y el luto y la verdad histórica por cruel que
fuera, ha logrado tener una sociedad con más defensas frente a las grandes
tentaciones políticas de lo fácil, frente al populismo y la autoconmiseración
que alimentan el veneno del nacionalismo.
Europa de la crisis
En la Europa actual
zarandeada por la crisis de la economía, del miedo a la globalización, de las
identidades reactivas, Alemania muestra mayor sosiego y responsabilidad que la
mayoría. También ha sido así con sus gobernantes. La RFA muestra una secuencia
ininterrumpida de cancilleres, cristianodemócratas y socialdemócratas que
siempre estuvieron a la altura de las circunstancias históricas. La actual
canciller Angela Merkel llegó de forma muy discreta y es ya una de las máximas
figuras históricas supremas. Su liderazgo en Alemania y en Europa ha insistido
siempre en evitar aristas y actuaciones solitarias que pudieran hacer temer a
los socios un desprecio a sus intereses. Tan solo ahora en la crisis de la
inmigración ha sorprendido Merkel con una actuación, la de una apuesta
considerada voluntarista por muchos, que ha roto drásticamente con sus hábitos.
Dicen que es una
caída de Merkel en la muy alemana pasión por la épica. Desde la primacía de la
razón en la crisis de Grecia a la supremacía de la pasión en la crisis de la
inmigración. Merkel cae en la tentación alemana de echarse al hombro la historia.
No otra cosa es su deseo de integrar en Europa a todos los refugiados que lo
soliciten.
Rüdiger Safranski en
su libro «Romanticismo, un asunto alemán», recorre el pensamiento alemán, el
romanticismo y el idealismo alemán que tanta emoción y grandeza como peligros
encierra. Que los alemanes vagan aun entre razón e ideal es cierto y explica
muchas de las grandes conquistas de la Alemania democrática. Y algún que otro
disparate. Señalaba Sebastian Haffner, que la Alemania de hoy se aleja con cada
día de la que causaba terror a sus vecinos. Lleva 70 años anclada en Occidente.
Y, sin embargo, ahí sigue, como decía aquel personaje de Schiller, entre la
razón francesa y el alma rusa.
Ambiente de fiesta en Frankfurt para la celebración de la unidad
domingo, octubre 04, 2015
¿QUÉ HACE BIEN C’S Y QUÉ HACE MAL EL PP?
Por HERMANN TERTSCH
ABC Domingo,
04.10.15
El PP se antoja un partido desarbolado en el que priman
intereses cuestionables privados
La
principal diferencia hoy sin duda está en el liderazgo. Albert Rivera supone
una inmensa aportación para su partido como hombre joven, presente y despierto,
con empatía, actual y preocupado. Rajoy es un lastre tremendo para el PP como
frío, aislado, miedoso, viejo por canoso de barba y poco sincero por teñido el
pelo, indolente, sin reflejos, ausente y carente de empatía con la ciudadanía.
Rivera es un plus total para Ciudadanos y Rajoy es un «minus» rotundo.
Por lo demás,
Ciudadanos es nuevo y no paga aún ni su indefinición ideológica ni lo que es un
evidente error como su líder de Andalucía ni sus acciones controvertidas como
el apoyo al PSOE andaluz. Que se ha producido con manifiesta condescendencia si
se compara con su actitud de fiscalización implacable hacia el PP en la
comunidad de Madrid.
Por el contrario, sus
éxitos son espectaculares. Y si éxito fue el resultado en Cataluña, este se vio
multiplicado por las imágenes televisivas de la celebración, con los coros de
«Yo soy español, español, español» o el «España unida jamás será vencida». El
PP jamás se habría atrevido a esas declaraciones más o menos espontáneas. Pero
además es probable que no se hubieran celebrado igual. Esas imágenes son
impagables. Como lo son los momentos en los que Albert Rivera rompió el tabú de
muchos años de hablar en español en el Parlamento de Cataluña. Por supuesto que
Ciudadanos ha disfrutado especialmente de la calamitosa trayectoria de Sánchez
Camacho a la cabeza del PP y sobre todo desde su célebre comida de la Carga y
el inaudito acuerdo para guardar silencio con la agencia de detectives. Aquello
debió zanjarse con su inmediata dimisión. Que no fuera así resultó demoledor
para la ya escasa credibilidad y atractivo del PP catalán.
El PP se antoja un partido desarbolado en el que
priman intereses cuestionables privados, muy anquilosado en épocas pasadas lo
que se agrava con la permanencia de personas como el propio Rajoy pero también
otros como Arenas, Fernández Díaz o Margallo que son personajes del pasado para
la mayoría de los jóvenes. Además se percibe que está paralizado por sus
interconexiones con la corrupción. Ciudadanos en cambio, pese a su evidente
superficialidad y falta de enjundia en sus planteamientos, es vista como una
organización joven, básicamente sincera y sin intereses que condicionen su
lealtad a promesas de reformas. Los jóvenes en el PP son vistos como títeres de
los viejos que defienden sus intereses, silencios y compromisos sospechosos.
Mientras en Ciudadanos son vistos como garantía de sinceridad de sus
planteamientos.
sábado, octubre 03, 2015
PULSO PELIGROSO
Por HERMANN TERTSCH
ABC Sábado, 03.10.15
Putin llegaba a París sobre todo como señor de una guerra
propia para salvar a Al Assad
Las
reuniones de la diplomacia solo sirven a veces para mostrar su propia
irrelevancia. Porque otros acontecimientos modifican con celeridad la realidad
sobre la que ha de hablarse. Así fue ayer en París. Vladimir Putin acudía como
interlocutor. Cuando hay peligro de que pueda ser de repente enemigo. Sobre
todo en Siria. Aviones rusos y franceses se cruzan en el aire. El espíritu de
la Guerra Fría se había asomado con Ucrania, con Siria ya está aquí. Putin es
previsible. Allá dónde hay debilidad occidental, irrumpe con su ágil matonismo.
En principio no le ha salido mal para retornar al centro del escenario
internacional después de su debilidad y marginación desde su anexión de Crimea.
Putin y François Hollande hablaron de sus respectivas intervenciones militares
en Oriente Medio, tan diferentes ellas. Por la tarde, Putin y Hollande y la
canciller Angela Merkel y el presidente ucraniano, Petro Poroshenko. Todo
indica que Rusia, pese a lo firmado en Minsk, tiene intención de mantener,
cuando no expandir, su ocupación militar.
viernes, octubre 02, 2015
PRIMERO VINIERON A POR LAS TERRAZAS...
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes,
02.10.15
Después de las terrazas serán otros los objetivos. Para
imponernos su mezquina forma de ver y vivir las cosas
LA Audiencia Nacional
considera que «la declaración del imputado en un caso como este se convierte en
una diligencia necesaria puesto que los mensajes considerados de forma objetiva
y sin analizar el ánimo del sujeto revisten la naturaleza del delito». Pues sí,
Guillermo Zapata, resulta que no todos los jueces creen como Santiago Pedraz,
ese ángel de los manifestantes y okupas, que sus comentarios bárbaros de
inaudita ofensa sean meras bromas de un chico progresista y como tal
intrínsecamente bueno. Hay que ser muy mala gente, muy gentuza, para hacer
circular esos chistes. Pero bien está que ahora unos jueces menos aquejados de
empatía incontrolable constaten que esas frases, esos mensajes son delito. Son
delito y son ofensas de odio con carga política, siempre dirigidas contra
adversarios políticos de ese imaginario enfermo del sectarismo izquierdista
radical, siempre antisemita, siempre dispuesto a despreciar a las víctimas del
terrorismo. Que por algo los terroristas de ETA y Grapo siempre han sido
también de los suyos, camaradas. Por algo esos terroristas han tenido guaridas
en la Venezuela de los chicos de Podemos y en la Cuba en la que Zapata aprendía
a preñar de ideología los guiones de las series españolas. Por algo han
compartido países de financiación y entrenamiento los comunistas, los
antisistema y los terroristas. Ahí están los alcaldes gallegos de las «mareas»
celebrando al embajador de Venezuela como hermano progresista. Ahí tienen a los
extremistas de la CUP en Cataluña con sus camisetas estampadas con las caras de
los diversos asesinos que idolatran, desde el Che y Castro y Chávez a los
etarras y terroristas de Terra Lliure. Siempre ese lazo fraternal de los
extremistas de izquierda españoles con los asesinos de medio mundo.
También dirigentes de
CUP recibieron clases, dinero y quizás instrucciones en esa Venezuela hoy
hundida en una pesadilla en la que la población pasa hambre y constante miedo a
la muerte. Ahora serán quienes otorguen de nuevo a Artur Mas la presidencia de
la Generalidad que jamás le iban a dar por corrupto. Se la darán para mantener
la intensidad de agresión al orden constitucional a pesar de su derrota del
pasado domingo. Pronto naufraga ese buenrollismo hacia la ultraizquierda
separatista alimentado por el periodismo vulgar, ignorante y adoctrinado que
jalea siempre la agresión izquierdista contra el sistema democrático. Ahí se
reúne toda esa subcultura de la transgresión ignorante y resentida. Que
facilita motivos para la maldad hasta a quienes son resentidos por puro
privilegio y capricho, como los niñatos de clase media alta de extrarradio que
forman el núcleo duro de la banda totalitaria que gobierna Madrid y otras
ciudades de España. Que las gobierna por cierto por culpa y responsabilidad
exclusiva de Pedro Sánchez, el secretario general del PSOE. Los socialistas,
siempre necesarios para los mayores desafueros. A la CUP le entregó Sánchez
Badalona. En Madrid tenemos al ayuntamiento que ya es símbolo de la agresión a
las libertades y al sentido común que supone la llegada al poder, aupados por
los socialistas, de estos grupos extremistas. Aún se reprimen por órdenes
superiores. Para no asustar a la ciudadanía ante las elecciones generales. Pero
ya van enseñando la patita. Y a partir de enero el odio a todo lo que no sea la
mugre ideológica suya generará un acoso permanente a los madrileños. Han
empezado su «revolución cultural» en el acoso a las terrazas en barrios altos
de Madrid. Mientras fomentan la delincuencia que es la práctica okupa, un arma
de terror en su querida Venezuela. Después de las terrazas serán otros los
objetivos. Para imponernos su mezquina forma de ver y vivir las cosas. Para
acercarnos a sus siniestras patrias ideológicas.