The Unending Gift

sábado, enero 31, 2015

RUMBO DE COLISIÓN

Por HERMANN TERTSCH
ABC Sábado, 31.01.15


Peor solo podía haber sido con una toma de rehenes. Bromas aparte, es difícil imaginar un comienzo peor de unas negociaciones que las primeras tomas de contacto de las autoridades europeas con el nuevo gobierno griego ultraizquierdista de Syriza. Primero fue a Atenas como avanzadilla el presidente del Parlamento Europeo, el alemán Martin Schulz, siempre afable y conocido como generoso en empatía y comprensión hacia los griegos. Ayer fue el presidente del Eurogrupo, el holandés Jeroen Dijsselbloem, con todo el repertorio diplomático de frases conciliadoras y planas. Lo que se han encontrado es un Gobierno griego que parece el ganador incontestable de una batalla y dispuesto a dictar condiciones a todos los demás, ajeno absolutamente a las realidades exteriores y también al hecho de que a sus bancos se les acaba ya rápidamente el dinero. El Gobierno griego anunció ayer solemnemente que no reconoce a la troika de sus acreedores y exige una conferencia internacional para una quita (otra) de la deuda griega. Así de claro, ni más ni menos. Nada se parece a una razonable aproximación por el nuevo Gobierno de un país que se salvó de la catástrofe gracias a la ayuda de sus socios europeos que inyectaron ingentes cantidades de dinero en una economía improductiva que no tenía acceso a los mercados de capital. Así se garantizó en los pasados años que Grecia pudiera pagar sueldos y servicios y no se produjera una catástrofe. Atenas se ha convertido en cinco días en un búnker impenetrable para razones exteriores y para la mera lógica, que trata a los socios europeos como enemigos y amenaza con alianzas con Rusia contra la UE.

Nada encontraron Schulz y Dijsselbloem que permita fortalecer a los optimistas en Bruselas y la capitales europeas que aseguraban que Syriza abandonaría sus posiciones maximalistas y demostrarían realismo después de ganar los comicios. Dijsselbloen, un socialdemócrata holandés, se lo advirtió a los medios, ya que el Gobierno de Atenas hace oídos sordos. «Nadie puede creer que se puede exigir dinero a los demás sin aceptar ninguna condición». Ni ignorando, despreciando y violando las condiciones acordadas previamente. Lo que se han encontrado las autoridades europeas es un amplio despliegue de gestos hostiles con los que el Gobierno griego parece querer convencer a la UE y al FMI de que acepten una batería de decisiones unilaterales que violan compromisos griegos previos. Los primeros pasos en el gasto presupuestario ya los ha tomado unilateralmente este gobierno así como la paralización de privatizaciones y otras reformas incluidas en el proceso general de transformación de la economía griega. Y ayer al presidente del Eurogrupo se le hizo saber que el Gobierno griego no volverá a reunirse con la troika, el equipo de UE, BCE y FMI, responsable del seguimiento del rescate.

El nuevo ministro de Finanzas griego, Yanis Varufakis, despreció a los representantes de los acreedores con los que «no tiene sentido» reunirse. Más preocupante si cabe era su explicación: «Quiero recordar que este Gobierno fue elegido con un programa que no admite el actual diseño de rescate ni tampoco que la deuda puede ser pagada». Con esto se confirman los peores temores de que el Gobierno griego se ha creído su propio cuento electoral de que si los griegos cambiaban el gobierno, cambiaban de golpe de país y se deshacían de golpe de sus problemas, véase compromisos de reforma, véase deuda. Tsipras ya dio indicios de este grave encadenamiento cuando declaró en la noche electoral que quedaba abolida la austeridad y con ella la pobreza y las privaciones. El drama griego acaba de comenzar. La colisión es cada vez más probable.

viernes, enero 30, 2015

EL PACTO DE LOS ULTRAS

Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 30.01.15


Quienes pretendan que Grecia sobreviva a este Gobierno dentro de la UE van a tener mucho trabajo

LA izquierda española estaba toda a punto de hacerse esos cartelitos de «Je suis Syriza» cuando el lío que ya ha armado el nuevo Gobierno ultraizquierdista de Grecia les aconseja una aproximación un poco más científica a aquel fenómeno balcánico. Y es posible que pronto nuestra tropa de agentes venezolanos amenace a quienes se atrevan a publicar sus fotos abrazando al amigo griego. Y las escondan como las que habrá por ahí con Diosdado Cabello, ese prohombre del progresismo chavista que parece ya identificado con pruebas en EE.UU. como el jefe de un cartel narcotraficante. En el que se sospecha la implicación de media cúpula de ese régimen tan generoso y hospitalario hacia nuestros revolucionarios complutenses. Toda una metáfora con mucho susto esa sugerencia de billetes marcados por la DEA financiando aventuras totalitararias por España. En todo caso, que Syriza llega más cargado de daños y problemas que de soluciones se veía venir y lo verán pronto hasta los ciegos. En lo que a los ciegos respecta, sobre todo en Grecia, donde se descubrió hace unos años, con las primeras auditorias fiscales externas, que una inmensa mayoría de los invidentes que cobraban suculenta pensión en ciertas islas, gozaban de una vista de lince. Quizás les restituyan su derecho a la estafa. Tunantes, estafadores de lo pequeño y legiones de la subcultura del abuso están de enhorabuena. Syriza les devuelve sus mezquinos pero impagables privilegios, parte importante de la carga ruinosa de Grecia. Se estaba corrigiendo. Volvemos atrás.

Han capitalizado el dolor y la ira y la angustia de los gobernados y las dificultades objetivas de los anteriores gobernantes. La cosecha final: un 36% de los votos. En el peor momento del drama interno, cuando todo lo malo se prolonga y nada bueno aún ha cuajado. Las televisiones españolas, siempre volcadas a enaltecer cualquier aquelarre izquierdista contra la libertad, sea en Cuba, en Gaza, Chiapas, Quito o Moscú, Caracas o Atenas, no cayeron en que el «abrumador triunfo popular» de Tsipras está ocho puntos por debajo del de Mariano Rajoy. Y otros tantos de la victoria de Yorgos Papandreu en 2009. Con 160 escaños. Las televisiones españolas llegaron con multitud de equipos para celebrar «la revolución popular contra la Alemania de la nazi Merkel», como venía a rezar el mensaje de tanto «analista», muchos no distinguibles de los hooligans de Podemos. Y muchos sones partisanos del «Bella Ciao». El primer batacazo se lo han llevado cuando Syriza presenta un Gobierno tan «solo tíos». Como una sociedad gastronómica. Y una coalición nada menos que con ANEL, el partido del ultraderechista Panos Kamenos, tan homófobo, xenófobo, antisemita, antieuropeo y oscurantista como sus vecinos ideológicos de Amanecer Dorado, los nazis. El ministro de Exteriores, Nikos Kotzias, tiene estrechas relaciones con Putin y parece claro que Grecia va a ser en la UE, entre otras cosas, un submarino ruso. Quienes pretendan que Grecia sobreviva a este Gobierno dentro de la UE van a tener mucho trabajo. Pero Kotzias es además buen amigo del gurú ultraderechista ruso Alexander Dugin, que tiene contactos con Amanecer Dorado. El Pacto Syriza y ANEL, Amanecer Dorado y Dugin, Hitler y Stalin, Putin chekista y Putin ultranacionalista. Por cierto el amigo de Kotzias, Dugin, cuyos textos recomiendo para asustar a niños y mayores, quiere hacer de Europa un protectorado ruso bajo una teocracia de la iglesia ortodoxa. A los homosexuales se les liberará de sus «vicios» con electroshocks y latigazos. Al menos no los quiere ahorcar como los amigos iraníes de Pablo Iglesias, ese otro camarada de Diosdado Cabello y de Syriza, ese partido amigo de Dugin, ese amigo de los nazis. En fin, todo humanismo, puro progresismo.

miércoles, enero 28, 2015

TSIPRAS ELIGE A COMUNISTAS DE LA VIEJA ESCUELA PARA PLANTAR CARA A EUROPA

Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Atenas
ABC Miércoles, 28.01.15


El líder de Griegos Independientes, Panos Kamenos, conocido por su antieuropeísmo y su discurso xenófobo, se hará cargo de Defensa

Amargos recuerdos  En Alemania se recuerda a Panos Kamenos tachando al derrotado Gobierno de Samarás de colaboracionista con los nazis alemanes

Torpedo en la línea de flotación  Cualquier concesión a Atenas sería un torpedo en la línea de flotación de las reformas en esos países que ya han realizado los esfuerzos impuestos por Bruselas

El gobierno de Syriza, con su líder Alexis Tsipras como primer ministro, ya esta listo. Un equipo de antiguos miembros del partido comunista y técnicos izquierdistas forman el primer gabinete de extrema izquierda en un país democrático europeo. Todo él formado con el principal objetivo de acabar con los acuerdos suscritos y asumidos en su día por Grecia con la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional para salir de su crisis de deuda. Se trata claramente de un equipo de batalla contra la austeridad, la privatización, las reformas impuestas por la troika, el pago de la deuda y contra todos los que, dentro y sobre todo fuera del país, exijan disciplina y cumplimiento de los acuerdos suscritos por Grecia bajo anterior gobierno. Con solo diez ministros, ocho menos que el gabinete saliente de Andonis Samarás, el presidente del Gobierno ha concentrado en cuatro ministerios todo el núcleo del poder.
Kamenos y varios miembros de su equipo en el Ministerio de Defensa juran sobre la Biblia sus nuevos cargos

El hombre fuerte
El socio de coalición, el partido de la derecha nacionalista y antieuropea de «Griegos Independientes» (ANEL) se hace cargo del Ministerio de Defensa, en la figura de su jefe y responsable del pacto, Panos Kamenos. Pero el puesto clave en este orden de batalla contra el exterior lo ocupa el economista procedente del partido comunista Yanis Dragasakis que se convierte en el hombre fuerte del gobierno como vicepresidente económico del gobierno y coordinador de todos los ministerios económicos. Él será el encargado de dirigir el equipo negociador con la troika (UE, BCE y FMI) que representa a los acreedores. Y que impusieron las reformas y medidas de ahorro que con carácter inmediato ha prometido dejar de cumplir el primer ministro Tsipras. Sus primeras palabras después de la gran victoria que se quedó a dos escaños de la mayoría absoluta fueron para declarar que «la troika había muerto». Una afirmación que la realidad se encarga de desmentir en cuanto se siente a negociar Grecia con su interlocutor. El Ministerio de Finanzas será para Yanis Varufakis, un economista izquierdista greco-australiano conocido por sus teorías económicas en universidades anglosajonas. Un radical adversario de los acuerdos del anterior gobierno con la troika que llegó a calificar como la versión fiscal de la práctica de la tortura.

En todo caso, desde la reunión del Eurogrupo del lunes como de las principales capitales europeas al nuevo Gobierno de Atenas solo le llega un recordatorio y un consejo. Que Grecia ha firmado unos acuerdos que ha de cumplir si quiere cualquier tipo de financiación que le es imprescindible para no volver a encontrarse en una situación de impago y colapso bancario. Que se avenga a aceptar la buena fe que todos los acreedores quieren mostrar al nuevo Gobierno y que puede llevar a alguna prolongación de plazos, siempre medidas menores. Pero que no se equivoque y caiga en la tentación de creerse los propios mensajes ilusorios de su campaña electoral. Porque claramente se señala que nadie esta dispuesto a aceptar un chantaje griego. Y que las razones no están siquiera en el dinero sino claramente en la política. Cesiones a un chantaje como el que el nuevo gobierno pretende llevar a Bruselas generaría inmensas tensiones políticas en el norte de Europa y en especial en Alemania.

Un mal ejemplo
Pero más grave aún si cabe sería el efecto nefasto del mensaje sobre otros países del sur que, como Grecia por otra parte, hacen avances y algunos con mucho éxito, por la vía acordada de las formas estructurales. Cesiones a Grecia serían un torpedo en la línea de flotación de las reformas en esos países, cuyas sociedades se verían incentivadas a exigir quitas de deuda y fin de los esfuerzos y del rigor presupuestario. De ahí la inmensa dificultad con que se encontrará Tsipras para conseguir las concesiones que ha prometido a los suyos arrancar a los acreedores. Han sido ya declaradas innegociables por los principales protagonistas europeos porque serían un regalo inmenso a opciones políticas extremistas, de ultraderecha en el norte y de ultraizquierda en el sur. Y generarían una tensión posiblemente insoportable en el seno de la UE. Como señalaron fuentes del Eurogrupo, Tsipras tiene que entender y hacer entender a los suyos que sus votantes han elegido a un nuevo gobierno y no a un nuevo país, que sigue siendo el mismo que tiene los deberes y compromisos que tiene en el seno de una comunidad de derecho como es la UE. Cualquier concesión a la violacion de los deberes por vía del chantaje o la unilateralidad supondría un golpe mortal a la vigencia de las leyes y tratados en los que se basa toda la existencia de la UE. En las capitales europeas están dispuestos a todos los esfuerzos necesarios por hacer entender esto al nuevo gobierno griego.

La alianza con el partido ANEL, una escisión derechista de Nueva Democracia que destacó en los pasados dos años por su agresividad antieuropea, homófobo, xenófoba, ultraclerical y antisemita, no ha sido por supuesto interrogada como un signo esperanzador. En Alemania se recuerda al nuevo ministro de defensa, Kamenos, tachando al gobierno de Samarás de «Quisling» como colaboracionista con los nazis alemanes. Y llego a advertir que «los alemanes acostumbran a matar a sus colaboracionistas cuando se retiran» en alusión a la Segunda Guerra Mundial.

El partido de Tsipras también ha utilizado con mucha frecuencia esas alusiones al nazismo y a comparar a Merkel con Hitler. A nadie le pasó inadvertido que lo primero que hizo Tsipras tras jurar el cargo fue ir a honrar a los partisanos muertos por los ocupantes alemanes. No hay de momento ninguna intención de cambiar a gestos mas conciliadores con la parte con la que hay que acordar cualquier acuerdo.

Varias personas leen las portadas de los periódicos ayer en un kiosco de Atenas

martes, enero 27, 2015

CON INGENUIDAD HACIA EL INFIERNO

Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 27.01.15


Convencer a un pueblo de que todos sus males son culpa de otros, no es solo imponer lo que siempre es una mentira

HACE poco me contaba un amigo, profesor universitario, que había comprobado con espanto que nadie en su clase –entre estudiantes de historia–, nadie sabía lo que era el Monte Gólgota. Hace unos días un viejo compañero me narró una anécdota quizás más tremenda. En su redacción y por una apuesta, había preguntado por separado a seis jóvenes periodistas, todos licenciados, que le explicaran qué era la URSS. Solo uno de seis lo sabía. Le creo. Este desplome abismal de la cultura general es terrorífico en España, donde «las generaciones más preparadas de la historia» están repletas de analfabetos funcionales. Crecen estos en inmensas camadas adanistas convencidas de que nada hubo en el mundo antes de ellas que merezca la pena recordar.

Pero esa tragedia cultural no es exclusiva nuestra. En todo Occidente contamos ya con varias generaciones educadas tras lo que se ha revelado como el terrible incendio en nuestra civilización: el llamado sesentaiochismo. Que quemó el andamiaje cultural de siglos para imponer en Occidente quincallería sentimental improvisada, grotescos dogmas de conducta y lenguaje y rebaja permanente en los niveles de forma y fondo a imponer en su implacable frenesí igualador. España llegó tarde y mal a la catástrofe, pero se esmeró en aplicar con brutal consecuencia e insistencia todos los peores efectos de aquella supuesta revolución liberadora convertida en plaga de mediocridad, nueva superstición y transgresión gratuita. Con el triunfo de la charlatanería y la corrección política como arma del comisariado, se extendió la hegemonía cultural de la izquierda que ya ha hecho enfermar a la sociedad entera.

El problema está menos en que no sea consciente nuestra sociedad de que es ya un malogrado producto de una desdichada y confusa involución de valores. Que ha desarmado a una sociedad con cada vez menos capacidad de autocrítica, cada vez más infantil y sentimental, cada vez más victimista, miedosa, ignorante y agresiva. Y cada vez, por tanto, con menos capacidad de regeneración y autodefensa. El problema está en que ya ni las supuestas elites tienen las referencias históricas y morales necesarias para generar liderazgos y movilizar conciencias ante el peligro. Por lo que cada vez triunfan con mayor facilidad quienes menos escrúpulos tienen a la hora de utilizar los más bajos recursos. Que son la mentira y la adulación. Convencer a un pueblo de que todos sus males son culpa de otros, no es solo imponer lo que siempre es una mentira. Es además seducirlo a una deriva irresponsable. Que en el mejor de los casos hace un gravísimo daño al pueblo afectado. En el peor lo extiende por su entorno. A veces hasta hacerlo un infierno.

Cuando se cumplen 70 años de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz, en Grecia los nazis consiguen diecisiete escaños. Y los otros enemigos del orden democrático y de libertades europeo, los comunistas y ultraizquierdistas, superan ampliamente la mitad de la cámara. Todos los extremistas juntos suman cerca de dos tercios del parlamento. En otros países también crecen con rapidez organizaciones totalitarias que reivindican herencias de dictaduras pasadas y lazos con otras actuales. Auschwitz fue la quiebra absoluta de la civilización. La memoria y la conciencia de la realidad del infierno concebido, organizado y dirigido por alemanes, por europeos la terrible certeza de que el ser humano más civilizado es capaz de lo que allí hizo, han sido cimientos de nuestras democracias y código moral y de honor civil y político desde entonces. Y también barreras infranqueables para las conductas democráticas. Hasta que ahora, quienes nada saben del pasado porque ha dejado de importar y de enseñarse, ya abren de nuevo, en su ingenuidad, sendas por terrenos envenenados que llevan al infierno.

TSIPRAS ASUME EL CARGO DE PRIMER MINISTRO CON APOYO DE LA DERECHA NACIONALISTA

Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Atenas
ABC Martes, 27.01.15


El líder radical pacta con la derecha antieuropea para poner fin a la política de austeridad. La alianza contranatura en lo ideológico apunta a que la negociación con la UE será inflexible

Sin Biblia y sin corbata  Tsipras juró su cargo sin Biblia y sin corbata. El nuevo primer ministro ha dicho que no se pondrá esa prenda hasta que no logre una quita de la deuda

Cumbre de la izquierda europea  La breve celebración en Atenas atrajo a comunistas e izquierdistas de otros países, en particular italianos y españoles, para los que Tsipras es un «pionero»

Contra los oligarcas y Merkel  Ni antes ni después de las elecciones ha habido por parte de Syriza ningún esfuerzo por buscar también causas propias en el origen de los males de Grecia 

El dilema ahora  Si el nuevo Gobierno cumple sus promesas electorales, no recibirá el nuevo tramo de 7.200 millones de la UE

Horas después de consumarse con los resultados definitivos su gran victoria en las elecciones del domingo, el líder del partido ultraizquierdista Syriza, Alexis Tsipras, ya flamante nuevo presidente del Gobierno de Grecia, demostraba ayer lo necesitado que va a estar de hacer constantes equilibrios. Por un lado, el primer presidente de gobierno democrático europeo de la ultraizquierda pactaba una coalición con un partido muy derechista, nacionalista y clerical. Por el otro iba a brindar la victoria al monumento a 200 partisanos comunistas fusilados por los ocupantes nazis en el barrio ateniense de Kesariani durante la Segunda Guerra Mundial.

 
El líder de Syriza, Alexis Tsipras, jura como primer ministro de Grecia ante Karolos Papulias
EFE

Todo indica que Tsipras va a tener que hacer muchos gestos ideológicos para compensar la imposibilidad de acometer muchas de las medidas prometidas. Los dos escaños que le han faltado para la mayoría absoluta de 151 los consiguió ya a primera hora de la mañana. Pero de un socio cuya elección ha dejado consternados a muchos de sus votantes: el pequeño partido derechista Griegos Independientes (ANEL) que han logrado 13 escaños con el 4.75% de los votos.

En contra de las previsiones que presentaban como socio lógico de Syriza a los centristas de «El río» (To Potami) que sacó el 6.05% y 17 escaños, a las once de la mañana ya tenía Tsipras el acuerdo hecho con Panos Kammenos. Éste anunció el acuerdo con el objetivo de que «los griegos avancen unidos para recobrar la soberanía nacional». Con Kammenos, el nuevo primer ministro tiene básicamente un aliado para un frente monográfico contra la deuda, el memorándum y la troika. El líder de ANEL, un declarado germanófobo, dijo que «no iremos jamás como mendigos a Berlín». La alianza creada ayer no es un buen augurio para la flexibilidad en unas hipotéticas negociaciones para la revisión de las condiciones y la deuda.

Todo hace pensar que el pacto estaba previsto. Y se salda con un ministerio para el dirigente derechista. Éste era un político del partido de Samarás de Nueva Democracia y lideró una pequeña escisión derechista, contraria a todos los acuerdos del rescate de la UE en el 2012. Su formación, de claro signo populista derechista, solo tiene en común con Syriza esa furibunda posición antieuropea. Por lo demás se distingue por posturas extremadamente clericales, homófobas y antisemitas. Hay quienes lo sitúan directamente en la linde ideológica del partido nazi Amanecer Dorado.

Más manejables
Ha causado mucha sorpresa esta alianza aunque se ha acatado por las filas del partido vencedor con disciplina. Se ha intentado explicar por parte de Syriza con las excesivas exigencias de To Potami, el partido dirigido por el periodista Stavros Theodorakis. Lo cierto es que las dificultades objetivas de acuerdo eran considerables con To Potami, un partido liberal en lo económico y partidario de una actitud conciliadora y cumplidora de los acuerdos con la UE.

En todo caso, los analistas coinciden en que el partido elegido y su líder Kammenos, son mucho más fácilmente manejables. Son un firme y leal compañero de furia antieuropea en la dura batalla que se prevé en el conflicto con la UE y el FMI que se perfila y en la lucha contra la austeridad. Y también sin duda útiles como buen pretexto ante los seguidores de Syriza ante la falta de cumplimiento de las promesas hechas en campaña. En este sentido, se considera que Tsipras está más cómodo con este resultado que con una mayoría absoluta que lo enfrentara a él solo a los inevitables incumplimientos de sus promesas que se producirán a no mucho tardar. Como también hay adversarios de Syriza que preferían que este, de ganar, lo hiciera con mayoría absoluta para que no pudiera esconderse tras acuerdos de coalición en los conflictos que ya se anuncian.

Por la tarde, Tsipras fue recibido ayer por el presidente Karolos Papulias para su nombramiento constitucional. Antes había visitado al arzobispo de Atenas, Jerónimo, y le había comunicado que no juraría sino que prometería de forma civil el cargo. Es la primera vez que el arzobispo no asiste a la toma de posesión. Ambos hablaron de cooperación leal. Durante toda la campaña electoral, Tsipras ha evitado los antes habituales gestos en contra de la muy poderosa Iglesia Ortodoxa griega cuyo papel está anclado en la Constitución y que es el primer latifundista del país.

Retórica izquierdista
Todo lo hizo Alexis Tsipras sin corbata. Porque, como dijo el sábado, no se pondrá esa prenda hasta que haya logrado la quita de la deuda. Si es por las voces que llegan de Alemania y del BCE a Atenas, el primer ministro tardará en ponerse esa prenda. Aunque el tono en general es conciliador, todos coinciden en que se podrán negociar diversos aspectos pero que Grecia ante todo tienen que cumplir sus obligaciones. Que es exactamente lo que Tsipras ha prometido a su electorado no hacer.

En la noche del domingo Tsipras había anunciado la victoria del pueblo «sobre la oligarquía» con un discurso lleno de retórica izquierdista que anunciaba una nueva era en Europa en la que Grecia será el ejemplo. Su intervención y la propia celebración frente a la Universidad en el centro de Atenas fue muy breve. Aunque acudieron seguidores a festejar; no eran muchos y destacaba en todas partes la presencia de comunistas e izquierdistas de otros países, especialmente españoles e italianos.

Tsipras saludó desde la tribuna a todos lo simpatizantes llegados de Europa para apoyar a Syriza y todo su partido no deja de subrayar que se siente pionero de una amplia oleada de partidos contra la austeridad, término en el que concentran todos los males que consideran llegados desde Europa. Ni antes ni después de las elecciones ha habido ningún esfuerzo en buscar también causas propias en el origen de los males. La caricatura de que «oligarcas y Merkel», son culpables únicos de la situación se mantiene inamovible también después de los comicios. Pero la realidad se impone. En marzo tiene Grecia un pago pendiente de 2.400 millones y otros en julio. No hay dinero en la caja y los impuestos que habían comenzado a pagarse en estos pasados años han vuelto a caer ante la expectativa de que ganara Syriza.

El alemán Elmar Broek, el presidente del comité económico del Parlamento Europeo, advertía ayer a Grecia que «ha hecho avances», que puede contar con buena fe pero tiene que seguir con sus reformas estructurales. Señaló que sería un grave error que Grecia pensara que puede chantajear a la Unión Europea. Grecia debe mirar a aquellos países que van saliendo de la crisis como Irlanda y España y perseverar en sus esfuerzos. Este mensaje era ayer característico del diálogo de sordos que al menos públicamente mantienen Syriza y las autoridades europeas desde hace meses.

Poco creíble
Unos dicen que desmantelarán de inmediato las medidas de austeridad y exigirán con éxito una quita de la deuda. Desde Europa se les dice que esos dos pasos son radicalmente incompatibles con seguir recibiendo fondos que Grecia necesita desesperadamente. Pero la otra parte no se da por enterada y da por hecho que será el otro quien se retracte y enmiende. Son ahora muchos los dilemas para el flamante ganador. Si cumple con promesas electorales incumple el programa de reformas, no recibe el nuevo tramo de 7.200 millones y puede verse con el erario vacío. Si recorta los impuestos generales se queda sin unos ingresos fijos. Y si declara la guerra a «los ricos» puede acelerar la fuga del dinero ya en marcha, disuadir nuevas inversiones y ahuyentar a los turistas si incrementa las tasas en el sector, uno de los pocos ingresos del país.

Después está la tan cacareada renovación del Estado que pocos creen vayan a realizar unos dirigentes comunistas y sindicalistas que componen la cúpula de Syriza, todos ideológica y profesionalmente dependientes de un Estado hipertrofiado.

Frente a la actitud triunfal de Syriza y su aliado, la ilusión del electorado que ha visto ganar a su opción y el silencio de una derecha que se va a la oposición con un serio revés y la resignación de no haber logrado hacerse escuchar con sus advertencias, pocas voces griegas se alzan para responder a unas previsiones de los nuevos gobernantes que ignoran muchas realidades. Entre otras, las claras posturas que existen en el exterior.

Malos augurios
El sociólogo Michael Kelpanides es uno de ellos. Que con mucha firmeza denuncia el proyecto de Syriza como una catástrofe para la modernización de Grecia y su salida de la crisis. Considera Kelpanides que con este aparato izquierdista se revierten todos los avances hechos en transparencia y probidad dentro de la administración. Y que aumentará de nuevo la corrupción, el nepotismo y todos los males ancestrales del Estado griego contra los que se ha luchado en los últimos años.

Según Kelpanides, como en el terreno económico van a ir da una frustración a otra, van a tener que desempolvar toda su artillería retórica marxista y sus parafernalia ideólogica para entretener y compensar a la clientela decepcionada. Así, señala, van a poder hacer mucho daño, al tiempo que se estanca y pudre la economía y el clima social. La realidad vendrá a ver muy pronto al Gobierno de Tsipras.

lunes, enero 26, 2015

GRECIA SE REBELA CONTRA LAS MEDIDAS DE AUSTERIDAD IMPUESTAS POR EUROPA

Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Atenas
ABC Lunes, 26.01.15


La victoria de los radicales de Syriza abre una etapa de incertidumbre en el conjunto de Europa 

Syriza ha prometido un aluvión de medidas, sin explicar cómo las ejecutará

Tsipras exige a Europa que le mantenga la financiación

Grecia votó ayer de forma rotunda en contra de la política de austeridad y reformas de la Unión Europea y en favor del programa de extrema izquierda del joven partido Syriza. Alexis Tsipras, un ingeniero de 40 años, procedente del partido comunista, será el próximo jefe de Gobierno en Atenas tras derrotar a su principal rival, el actual primer ministro Antoni Samaras, líder del partido conservador Nueva Democracia. Sin mayoría absoluta, Syriza podría descargar sobre sus aliados la responsabilidad de los incumplimientos que sin duda han de llegar dadas sus promesas irrealizables dentro de la Unión Europea. Después de Syriza y Nueva Democracia quedó situado «Amanecer Dorado», un partido abiertamente neonazi, antes de otro partido, el centrista «El río» que quedó cuarto, antes de los comunistas ortodoxos y del PASOK, el partido socialista que marcó durante décadas la política griega, hace un lustro aun tenía una mayoría absoluta y apenas supera el 4%. El resultado de ayer es una victoria histórica de un partido de extrema izquierda y cuadros comunistas en unas elecciones libres en una democracia europea, 25 años después de la caída del muro de Berlín y de los regímenes comunistas. Es también la primera llegada al poder de uno de los muchos partidos populistas extremistas que han surgido en numerosos países de la Unión Europea. Con postulados que en muchos casos violan los principios de la comunidad política de derecho que es la UE. Se rompe así también la regla no escrita de la moderación y lucha en el centro entre izquierda y derecha en la política de las democracias europeas desde el final de la Segunda Guerra Mundial. La polarización que pueda resultar de ello, del auge derechista en el norte e izquierdista en los países pobres del sur, supondría un nuevo y serio desafío para la cohesión europea. También surgen problemas para la política de defensa común. La dirección de Syriza está compuesta por enemigos acérrimos de la OTAN. Solo había dos cosas ciertas ayer, la victoria de Syria y que se abre para Europa un periodo de gran incertidumbre.

 Seguidores del radical Syriza celebran en el centro de Atenas los sondeos que les daban la victoria.

 Una de las urnas al cierre de la votación

Hartos de crisis
Tras una campaña que comenzaron supuestamente empatados, Syriza cogió la delantera a pocos semanas y amplió al final su diferencia. Los griegos, hartos de una terrible crisis que desde hace seis años  ha hecho caer el PIB en un 25%, ha dejado al 25% en el desempleo y al 50% de la juventud, han creído en el mensaje de inmensa ilusión de quien les ofrece acabar con la austeridad de inmediato y abrir los grifos de la ayuda pública a todos los sectores más desfavorecidos. Y al mismo tiempo que aumenta el gasto promete abolir impuestos, entre otros el tan dramático sobre la vivienda. Además, promete «poner fin a la humillación» como en campaña ha llamado a la denuncia de todos los compromisos de reforma aceptados para los rescates por parte del gobierno anterior. Los 240.000 millones de euros que los socios han invertido en impedir que Grecia quebrara, sin acceso a los mercados internacionales, no han sido tema en la campaña. En la que Syriza ha sabido hacer olvidar las responsabilidades de la sociedad griega y ha culpado solo a los oligarcas y a los poderes extranjeros. Por eso entre las banderas principales estaba el desafío a los países del norte y, muy especialmente, a la Alemania de Angela Merkel, convertida por la izquierda griega en el mayor enemigo y fuente de mucho mal y sufrimiento de un país injustamente maltratado por imposiciones y un supuesto «diktat» alemán que Syriza no ha dejado de comparar con las imposiciones durante la invasión de Grecia por los nazis. La primera reacción de Syriza al conocer su victoria ha sido muy significativamente el anuncio de que «el acuerdo con la troika ya está muerto». El partido de Tsipras proclamó que «la campaña de la esperanza ha ganado a la campaña del miedo».

No todo son lamentos en los países septentrionales de la UE ante la victoria del extremismo izquierdista en Grecia. Son muchos los que la ven como la gran oportunidad de expulsar a Grecia de la moneda única, lo que muchos desean desde hace años. Lo que además sería un claro mensaje para todos lo demás miembros. Entre ellos a España. De ahí que Tsipras no vaya a encontrar mucha flexibilidad en Europa. Y será él, que es quien a partir de ahora debe pagar a fin de mes la facturas y los salarios, quien deba explicar a los griegos que no todo es tan fácil como en campaña. Su primera labor será en los próximos meses rebajar las expectativas de su electorado. A no ser que sí se decida al enfrentamiento y la salida del euro que durante la campaña siempre ha descartado. Y lo ha hecho porque la cúpula de Syriza ha logrado difundir con credibilidad, se verá con cuánto fundamento, que Europa cederá.

Así pues se ha producido lo que temían en Grecia y en Europa quienes creían que la lenta recuperación podría llevar a buen puerto. Por mucho que Andonis Samarás no fuera especialmente querido por nadie en Europa y nadie haya olvidado su oportunismo en pasadas épocas, era la esperanza de muchos de poder dar tiempo a tener resultados a la reformas del rescate. No ha sido así. Han tenido razón quienes ya preveían, dentro y fuera del país, que la ruptura del tejido social en Grecia, la gran lentitud y dificultad de todo proceso de mejoría y la irrupción en el escenario político de la oferta populista de extrema izquierda invitaban a un cambio radical. Además, el recuerdo del desastroso legado del partido Nueva Democracia en anteriores gobiernos, especialmente entre 2004 y 2009, lo ha pagado Samarás, que no ha tenido credibilidad para pedir paciencia a un pueblo agotado y hastiado que quiere buenas noticias . Que es lo que ha votado la mayoría de los griegos. Llega la hora de la verdad y en las próximas semanas y meses se verá si es posible que convivan dos mensajes incompatibles. El de Tsípras exige le mantenga Europa la financiación sin nuevas condiciones y tras desmantelar muchas de las actuales. El de la UE ayer de nuevo subrayado con toda energía por Bundesbank como por Berlín es que todas las partes han de cumplir estrictamente con sus obligaciones. «Espero que el nuevo Gobierno griego no haya hecho promesas que su país no se pueda permitir», dijo en primera reacción a la victoria de Tsípras el presidente del Bundesbank, Jens Weidmann. En caso extremo, han subrayado durante toda la campaña electoral los mandatarios europeos, la salida de Grecia del euro no sería una tragedia. Esto que pudo estar dirigido antes a los votantes lo es ahora para el nuevo gobierno que surja del resultado de ayer.

Escaso margen
Por eso se habrá de ver cuán radical es en realidad el nuevo Gobierno. Porque el margen que tiene Alexis Tsípras es muy estrecho. Fuentes de Bruselas y Berlín que han mantenido contactos con gentes de Syriza se muestra aun confiados en que los nuevos dirigentes hagan gala de realismo cuando conozcan todos los extremos de su situación. Hoy mismo se reúne el eurogrupo para tratar de una extensión del actual programa de rescate y otro tercero. Y ver las obligaciones de pago de Grecia que hoy por hoy no puede cumplir. Asistirá el ministro en funciones del Gobierno derrotado. Pero Syriza ha prometido a los griegos un aluvión de medidas para mejorar su situación que no solo dinamitan todo el programa de reformas habido. Sitúan al presupuesto griego ante una situación perfectamente irresoluble. Pero no ha habido forma de que Tsípras y su gente explicaran cómo van a financiar, en caso de ganar, todas las promesas que han acumulado. El programa de Tsípras se basa en la convicción, contagiada al electorado, de que la Unión Europea aceptará continuar la financiación, renunciar a parte de las reformas y aceptar además que alguna ya realizadas sean desmanteladas. Los resultados de Grecia crean una nueva situación, sin precedentes en el seno de la UE y con inmensas consecuencias para toda ella.




domingo, enero 25, 2015

LOS RADICALES DE SYRIZA CONSUMAN HOY SU DESAFÍO A LA «EUROPA DEL CAPITAL»

Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Atenas
ABC Domingo, 25.01.15


Grecia se juega en las urnas su futuro en la Unión Europea
Radiografía de un país


Su líder, Alexis Tsipras, promete miles de millones en ayudas sin explicar de dónde sacará el dinero

Un equipo de paleocomunistas  El responsable económico del partido, Dragasakis, es un comunista de la vieja escuela que fue siempre más ortodoxo que el PCUS de la Unión Soviética
Periodistas sorprendidos  Ante un medio de comunicación Rachil Makri, de Syriza, dijo que después de la victoria ordenaría al Banco de Grecia imprimir cien mil millones de euros
Un grave error  Muchos griegos creen que «ni Merkel ni Europa tienen agallas para echar a Grecia de Europa» Toda la izquierda cree que la UE los explota

                                                                                       AFP

Llegó el día que muchos temían y muchos esperaban. El día en que puede ganar en las urnas en un país europeo una opción de vocación totalitaria. Los populismos están en auge en todo el continente. Pero es en el eslabón más débil, en uno de los miembros más pobres, menos estructurados y más maltratados por la larga crisis, Grecia, donde una revuelta en las urnas puede llevar por primera vez a un partido extremista a dirigir el Gobierno. [Sigue en directo la jornada electoral de Grecia]

Son casi diez millones de griegos los que acuden hoy a las urnas. Y habrán de decidir si mantienen en el poder al primer ministro Andonis Samarás del partido de centroderecha, Nueva Democracia, para continuar una fatigosa, dura y larga travesía de recuperación, o prefieren una solución drástica con la propuesta de desafío total a Europa y le otorgan la victoria al líder ultraizquierdista del partido Syriza, Alexis Tsipras. Por un lado, sangre, sudor y lágrimas y una recuperación lejana, por el otro, un golpe de mano que libera a los griegos de sus cargas y compromisos y venga además el honor patrio mancillado por la imposición extranjera, el diktat alemán y la codicia de los «ricos». Ante semejante disyuntiva, incluso sociedades mucho más desarrolladas votarían sentimiento y quimera frente a cruda realidad ya conocida. Gran parte de los griegos, parece que la mayoría, cree a Syriza cuando le dice que Grecia no puede estar peor y que hay que atreverse de una vez por todas a romper la baraja. En el otro lado están quienes están seguros de que Grecia puede estar mucho peor y están convencidos de que lo estará muy pronto si gobierna Syriza.

No debe extrañar, dados estos dramáticos años y la cultura política griega, que los primeros parezcan ser más. Claro está que todas las encuestas otorgan la victoria a la organización de Tsipras, con lo que, salvo una gran sorpresa con la victoria de Samarás, el lunes ya Europa amanecería con un poder griego que se niega a cumplir sus obligaciones y compromisos incluidos en los paquetes de rescate. Frente a las opciones regulares de salir de la crisis, que han producido con mayores o menores sacrificios unos resultados positivos en Portugal e Irlanda, se produciría en Grecia la primera revuelta general contra la política de reformas y estabilidad en Europa. El desacato anunciado es por tanto un desafío general tanto contra los acuerdos y los términos del rescate griego como contra la política general de la UE. Y sería además una revuelta marcada por unos líderes comunistas en su mayor parte, partidarios de la salida de Grecia de la OTAN, de la renacionalización de los recursos y el intervencionismo masivo. De los resultados de hoy, de ganar Syriza y no traicionar sus dirigentes de inmediato todas sus promesas, surge el mayor desafío al sistema de libre mercado y por tanto de las libertades que se produce en el seno de la Unión Europea desde su existencia. Nunca ha ganado unas elecciones generales en un país miembro un partido que se opusiera tan abiertamente a los postulados de la Unión. Syriza proclama ser la solución pionera para toda Europa. Y señala a España como el siguiente país que se unirá a su ofensiva para romper «la Europa del capital». Pero ante todo se dice la solución para Grecia. Otros lo ven como la consumación de la tragedia.

Habrá que esperar poco después del cierre de los colegios electorales a las siete de la tarde hora griega (18.00 hora española). Los recuentos son rápidos en Grecia, aunque solo sea por experiencia, bromean tristemente los griegos con la acumulación de elecciones. Hubo generales en 2012. Y en 2009. Parece una eternidad. Entonces el resultado fue abrumador para un partido del que casi ni se habla hoy, el partido socialista (PASOK). Sacó una abrumadora mayoría absoluta de 170 diputados. Un año más tarde, ante la situación financiera y con una devastadora herencia de cuentas falsas que le había legado la derecha, su jefe Yorgos Papandreu tuvo que pedir socorro al FMI para evitar la quiebra. En noviembre dimitía, después de haber cesado a la cúpula militar por temor a un golpe de Estado. Porque se olvida, pero también fue en Grecia el único país de la Unión Europea donde hubo ruido de sables en plena desesperación nacional de aquellos días dramáticos del otoño de 2011. Hoy Papandreu, fuera del Pasok ha intentado a última hora con un pequeño partido asomar la cabeza al Parlamento. Parece abocado también a este fracaso esta trágica figura de la larga dinastía de políticos y gobernantes.

La debacle socialista
El Partido Socialista que marcó la vida griega como ninguno y tenía hace seis años una abrumadora mayoría absoluta en el Parlamento, hoy luchará por acceder al mismo y las encuestas le dan un 4%, justo un punto por encima del mínimo requerido. Su líder actual Evangelos Venizelos, intentará tener algo que decir si Syriza no alcanza la mayoría absoluta. El tercer puesto después de los dos grandes oponentes, se lo disputan dos partidos bien distintos. Uno es «El Río» (To Potami) un partido de centro izquierda, fundado por un popular periodista, Stavros Theodorakis y según las malas lenguas por algunos oligarcas, entre ellos el dueño de la cadena Mega en la que trabaja. Tiene aspecto este nuevo partido de haber surgido con vocación de bisagra para ayudar al vencedor. En todo caso, todos coinciden en que puede jugar un papel moderador. Aunque también advierten algunos observadores de que To Potami puede convertirse en el socio/pretexto para Syriza. Con este socio Tspiras siempre tendrá un pretexto frente a los propios para explicar por qué no cumple lo prometido que por supuesto jamás podrá cumplir. De ahí que muchos ya resignados adversarios de Syriza, convencidos de que un gobierno de la ultraizquierda acabará en catástrofe, prefieren que Tsipras tenga mayoría absoluta para que todo suceda lo antes posible y sin poder profundizar demasiado en el daño. Ideológicamente To Potami también podría aliarse con Samarás, quizá incluso más cómodamente, pero todo indica que la aritmética no dará esa posibilidad. Pero también puede ser tercera fuerza más votada el partido nazi Amanecer Dorado, que a la vista de las encuestas y ante la previsible derrota de Samarás mantiene la cohesión pese a tener a media dirección, incluido su secretario general, en prisión. En la peor tradición de los partidos extremistas balcánicos, Amanecer Dorado, es una respuesta radical y violenta contra la inmigración, contra Europa y contra casi todos. Con muchos vínculos al submundo. Menos cierto parece ser esa leyenda de que son producto artificial de los navieros y otros magnates. Cierto que el submundo siempre se utilizó para ataques a los sindicatos en el Pireo. Pero también lo es que los magnates griegos han pagado siempre a casi todos los partidos. Y que el extremismo de derecha, sin tanto éxito como el de izquierda en los países pobres, ha encontrado una posición estable en el espectro político griego. También entrarán en el Parlamento.
                                                          AFP
                                                            
Con que Syriza cumpla unos cuantos puntos de su campaña para tomar el poder, todos han de contar con serios quebraderos de cabeza. Y más aún que los acreedores posiblemente el propio vencedor, que sentirá muy pronto la presión de la calle en exigencia de que cumpla lo imposible prometido. Porque al tiempo que anuncia su negativa a cumplir dichas obligaciones con la Troika que vigila el cumplimiento de los acuerdos con UE, FMI y Comisión, el partido que se presenta ya como virtual ganador ha prometido al electorado griego un aluvión de medidas sociales de inmenso coste. Este regalo electoral va desde la electricidad gratuita a un rápido incremento del empleo público, subvenciones directas, eliminación de impuestos y un sinfín de mejoras todas a costa del erario. Para nada de todo ello hay dinero en unas arcas que tienen ya en marzo pendientes pagos que probablemente no puedan cumplirse. En todo caso, el plan de Syriza necesita de forma angustiosa el dinero de los acreedores a los que según ya ha anunciado va a poner ante hechos consumados. Y se remitirá a la legitimidad del poder popular que hoy le otorguen los griegos. Desde las capitales europeas y Bruselas llega en pasados días y semanas en forma de letanía el mensaje de que se respeta mucho a los votantes griegos y que se espera con interés y afecto a que elijan a su nuevo Gobierno para que éste, sea cual sea, cumpla estrictamente sus obligaciones. Para seguir con una política de reformas que avanza aunque lentamente y ya ofrece indicios de primeros resultados en este pasado año. Que el primer ministro Samarás no tenga ya la credibilidad necesaria para captar el voto de una mayoría no significa que estos avances no se hayan producido. El problema está en que si gana Syriza lo hace ante todo con la bandera electoral de la paralización y reversión de las reformas cuyo cumplimiento exige Bruselas, Washington y los socios de Grecia en el euro. Socios que han invertido nada menos que 240.000 millones de euros en evitar que suspendiera pagos este país cuando tenía vedado todo acceso a los mercados internacionales.

Cambio de régimen
Lo que está en juego por tanto en estos comicios, tras seis años de crisis dramática, una vertiginosa pauperización de la sociedad y polarización extrema, es el planteamiento global del futuro de la sociedad griega y su relación con la Unión Europea de la que es miembro. Las dos principales ofertas electorales parten de posiciones opuestas y no compatibles. El primer ministro y su partido Nueva Democracia han pedido, hasta la extenuación y con cada vez peor resultado según transcurría la campaña, tiempo para que cuajen las reformas. Pero todo indica en estas pasadas semanas que ya no lo tienen. Y que definitivamente ha llegado la hora de quienes quieren utilizar la inmensa presión generada en la crisis para un cambio de régimen. En abierto desafío a la UE. Por mucho que algunos líderes de Syriza hagan ahora cálculos de moderación posterior, lo cierto es que han prometido y se les ha creído, contra toda lógica, que van a imponer a la UE sus condiciones como acreedores que no cumplen pero exigen nuevos pagos. No solo desde Alemania se ha advertido contra esa deriva hacia el abierto chantaje a la UE en la creencia, muy extendida en Grecia, de que «ni Merkel ni Europa tienen agallas para echar a Grecia del euro». Toda la izquierda griega ha interiorizado el mensaje de que Alemania y la UE los explota y por lo tanto no dejará que el negocio griego se vaya. Es absolutamente inútil insistir en que esto es un absoluto disparate. Como lo es subrayar el hecho de que hoy hay cada vez más europeos partidarios de aprovechar este chantaje griego para mostrarle la puerta. Aun se muestran todos muy conciliadores pero los líderes europeos, ante todo la canciller alemana, tienen a su lado crecientes fuerzas políticas euroescépticas y ante todo una población nada dispuesta a pagar de nuevo y hacerlo con la sensación de ser extorsionada.

Pese a las advertencias de Samarás de que la aventura de Syriza llevará a Grecia a la salida de la UE, al aislamiento y a la ruina, cuando no al enfrentamiento civil y a la creación de un régimen no democrático y anacrónico, en Grecia no hay la conciencia que existe en España de ese vínculo de su proyecto izquierdista con el socialismo del siglo XXI de la Venezuela del chavismo y la Cuba totalitaria irredenta. Pero esa sería por supuesto la dirección que querría tomar un Syriza. Su cúpula, compuesta por comunistas, sindicalistas y algún intelectual, todos de vocación virulentamente antioccidental y anticapitalista, todos con trayectoria profesional exclusivamente dependiente del Estado, tienen una vocación perfectamente incompatible con el sistema capitalista de libertades que la UE tiene y defiende. No faltan por supuesto los elementos frikis. Le hizo mucha gracia al sesudo diario alemán «Frankfurter Allgemeine» la candidata de Syriza, Rachil Makri, que proclamó en serio su propuesta de que el día después de la victoria, Syriza debía ordenar al Banco Nacional de Grecia que imprimiera 100.000 millones de euros para pagar la deuda. Nadie le advirtió de que la deuda es muy superior a esa cifra. Ni de que, ya puestos, se podía imprimir hasta que sobrara. Los auténticos responsables económicos de Syriza son otros y a su cabeza está Giannis Dragasakis, el comunista de vieja escuela que aún en los noventa era del comité central del KKE, un partido tan paleocomunista que desde la muerte de Stalin siempre fue más ortodoxo que el propio PCUS de la URSS. Se fue con la escisión menos fósil a la coalición de izquierdas SYN y a Syriza. También Gianis Varoufakis, un matemático izquierdista que hizo fortuna con sus especulaciones económicas glamourosas por universidades anglosajonas. Comunistas reformados y profesionales de la antiglobalización serán, en caso de que Syriza gane, los encargados de presentar a Bruselas sus planes. No lo tendrán fácil. Una oferta de socialismo venezolano con desmantelamiento unilateral de los acuerdos del rescate no parece la mejor forma de afrontar un futuro común. Hará falta mucho realismo y traición a su electorado para que un Gobierno de Syriza no acabe trayendo lo que muchos temen, el caos y la salida de la Unión Europea. No se sabe por qué orden.
Varias familias en un comedor de Cáritas en Atenas


UN LÍDER CANSADO Y DISPUESTO A DAR OTRA BATALLA

Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Atenas
ABC Domingo, 25.01.15

Grecia se juega su futuro en Europa
Los protagonistas
ANDONIS SAMARÁS Primer Ministro de Grecia


Andónis Samarás, 63 años, está agotado y se le nota. Ha perdido casi totalmente la visión en un ojo y no tiene voz. Lleva presidiendo un gobierno de coalición con los socialistas desde el 20 de junio del 2012, y ha conseguido con grandes dificultades aprobar una parte de las reformas y ajustes imprescindibles para asegurar el futuro del Estado griego.

Su trayectoria política es muy dilatada. Nacido en una familia de la alta burguesía griega, estudió Economía en Estados Unidos y se convirtió a los 26 años en el diputado conservador más joven del Parlamento. Ambicioso y trabajador, fue varias veces ministro en gobiernos de Nueva Democracia y uno de Coalición Nacional. Pero traicionó con su dimisión a Constantinos Mitsotakis e hizo caer su gobierno en 1992. Fundó su propio partido, Primavera Política, que finalmente fracasó años mas tarde. Volvió a ND, fue eurodiputado y ministro de Cultura en el último gobierno de Costas Karamanlis. Nombrado presidente de su partido, se opuso a los primeros recortes, pero tuvo que firmar un documento con la UE y el FMI, comprometiéndose a conseguir las metas del programa de la troika, aunque no estaba de acuerdo con su política económica. Formó parte con los socialistas del gobierno de transición del banquero Papadimos. Ganó las dos elecciones de 2012 y desde entonces ha seguido reformando a la fuerza muchas partes del anquilosado aparato estatal griego. Salvó el país de la quiebra y evitó la salida de la Eurozona, pero son logros que ahora se antojan lejanos: los griegos le critican porque viven peor. Y él es el que mejor sabe los peligros a los que se enfrenta un país gobernado por los radicales.

Los electores no lo colocan en el número uno de sus preferencias porque su gobierno ha aprobado medidas duras, a veces injustas y no siempre aplicadas. Pero él está dispuesto a dar otra batalla. Las elecciones se celebran al no haber sido elegido su candidato para la presidencia del país, aunque la mayoría de los ciudadanos no quería el adelanto electoral.

EL AZOTE DE BRUSELAS ASEGURA QUE QUIERE SEGUIR EN EUROPA

Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Atenas
ABC Domingo, 25.01.15

Grecia se juega su futuro en Europa
Los protagonistas
ALEXIS TSÍPRAS Líder de SYRIZA

Alexis Tsipras, 40 años, está contando las horas para llegar al Gobierno. Lleva dos años pidiendo elecciones anticipadas y las tiene ahora por obra y gracia de Samarás. Ingeniero de profesión, se dedica a la política desde que fue elegido concejal del Ayuntamiento de Atenas en el año 2006. Pero desde su adolescencia mantiene una intensa actividad política, primero en las ocupaciones de su instituto, luego como miembro de la juventud comunista en la universidad y después en la Coalición de la Izquierda (SYN). En el 2008 consiguió ser elegido presidente de dicha coalición y por vez primera diputado en las elecciones generales de 2009, obteniendo su partido el quinto puesto con 4,60 por ciento de los votos y 13 diputados.

El año siguiente fue elegido vicepresidente del partido de la Izquierda Europea. En las elecciones del 2012 su partido había crecido como la espuma: en mayo obtuvo 16,78 por ciento y 52 votos y en junio, nada menos que 26,89 por ciento y 71 diputados. Desde entonces ha llevado a cabo una política de oposición persistente, criticando todas las reformas y medidas de austeridad, partidario de un Estado poderoso como eje de la economía y del crecimiento del país. En julio del 2013 fue elegido presidente de la Coalición de la Izquierda Radical Syriza y en diciembre de ese año candidato a la Comisión Europea por el Partido de la Izquierda Europea. En las elecciones europeas de mayo del 2014, su partido venció con el 26,58 por ciento de los votos y seis eurodiputados. Su tenacidad, su sonrisa y su juventud ha conquistado a parte del electorado socialista y a muchos griegos más que creen en su programa electoral: esperanza, ayuda material para los desfavorecidos, desarrollo gracias a inversiones estatales, más puestos de trabajo estatales, más nacionalizaciones.

No está claro cómo se financiará todo este programa, pero ha tranquilizado a su electorado diciendo que quiere permanecer en Europa y evitar unas segundas elecciones generales.

sábado, enero 24, 2015

LOS CASTIGADOS POR LA CRISIS EN GRECIA SE CONJURAN PARA DAR EL PODER A SYRIZA

Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Atenas
ABC Sábado, 24.01.15


La extrema izquierda no deja de subir en las encuestas preelectorales, con la duda de si obtendrá mayoría absoluta

Pasok El viejo partido socialista naufraga

La sociedad helena se distancia de la opción del conservador Samarás, la de la lenta recuperación por el sacrificio
REUTERS El conservador Antonis Samarás, ayer en su cierre de campaña

Parece que no. Que los griegos no van a escuchar al primer ministro Antonis Samarás. Lo que pide es demasiado en estos momentos de emociones movilizadas y agravios desplegados. Pide perseverar por el camino del acuerdo con la UE y los organismos internacionales para salir de la crisis. Por un camino que de hecho ha tenido ya efectos positivos que se reconocen. Pero todo indica que no tiene una mayoría que le escuche. Ahora que intenta batallar con llamamientos a la racionalidad, este político conservador, tantas veces errado por su soberbia y sus maniobras, ya no tiene poder de convicción suficiente para evitar lo que él anuncia como una catástrofe que «dejará Grecia en ruinas»: la victoria de su adversario, el ultraizquierdista Alexis Tsipras. No es solo la falta de credibilidad que pueda tener el político Samarás. Es la opción de la lenta recuperación por el trabajo y el sacrificio y el acuerdo con los acreedores y aceptación de los compromisos la que es rotundamente perdedora en Grecia en la opinión pública. Y salvo milagro lo será también en las urnas mañana. El primer ministro es ya perdedor en todas las encuestas, en algunas a mucha diferencia de una ultraizquierda de Syriza, que ya se beneficia de ese fenómeno tan mediterráneo de la ayuda al vencedor y sube rápido en las últimas encuestas. La única duda que se baraja está en si le bastará o no a Syriza este sprint final para la mayoría absoluta.

Ayer Samarás intentaba aún animar a sus incondicionales en el mitin de final de campaña. «No se va a producir el accidente Tsipras. No vamos a permitir que nos hagan volver al pasado», se esforzaba por convencer a miles de seguidores de su partido Nueva Democracia, que agitaban banderas griegas y del partido. Su ronquera ayer en el estadio olímpico de TaekWonDo en Faliro, no lejos del Pireo, era un síntoma de agotamiento más, como la cara cansada y la falta de densidad entre los seguidores que seguían el mitin desde la pista del estadio. Sí habían logrado llenar, mal que bien, el pequeño estadio olímpico de artes marciales. Y cierto que lo jaleaban sus seguidores como si aun creyeran en la victoria. Peor está por supuesto el viejo partido socialista, el Pasok, símbolo ya del naufragio, que de una abrumadora mayoría absoluta en 2009 ha pasado a un 5% en las encuestas.


La hora de los ofendidos
Se impone la certeza de que ha llegado la hora estelar de los ofendidos. Los indignados movidos por la rabia que su situación genera han hecho imposible cualquier debate racional sobre los pros y contras de las opciones políticas que se presentan. La polarización es extrema entre los que están convencidos de que no pueden estar peor y quienes creen que aquellos conseguirán generalizar un infierno en Grecia aún no conocido. Pero hoy parece evidente que son mayoría los griegos que se han decidido a seguir la senda que se antoja más fácil. Porque el saco de promesas de Syriza está lleno y nadie pregunta por los costos. Desde el primer día que mande Tsipras y su grupo de comunistas y sindicalistas que siempre vivieron del Estado, las mayores injusticias quedarán corregidas según anuncian. Por pura bondad aplicada con los recursos del Estado. Las familias hambrientas dejarán de estarlo, los acosados por los bancos tendrán una tregua y diversos impuestos desaparecerán sin sustitutos. Y los griegos recuperarán su soberanía porque los «hombres de negro» de la troika que vigila el cumplimiento de los acuerdos del rescate por parte de UE y FMI serán pocos menos que expulsados como la Wehrmacht en su día.

Tanta solución inmediata para problemas concretos será poco menos que gratis. Porque Tsipras asegura que no habrá problemas con los acreedores ni con la UE, que lleva invertidos en este pequeño país 240.000 millones. Gracias a los cuales los griegos han cobrado sus salarios y los hospitales han abierto y los trenes y autobuses se han movido.

Porque en los mercados internacionales Grecia solo habría podido llorar su suerte con nulo resultado. Pero los griegos, desde la posguerra bajo una aplastante hegemonía cultural de la izquierda, tienen tan interiorizado el victimismo y la subcultura del lamento y la culpa ajena, que existe casi consenso en que en Grecia no es culpable nadie más que unos políticos y una docena de magnates. Y nadie asume la cultura del abuso y el engaño como parte del problema. Nadie sabe qué hará Tsipras cuando gobierne y no pueda hablar de otra cosa ante las advertencias de que tiene que cumplir en su totalidad con los compromisos, entre ellos pagos de la deuda en julio y agosto y cumplir las condiciones para la continuidad de la financiación. Él promete a sus electores algo que está en directa colisión con las exigencias a Grecia. Pero esta contradicción no le ha irritado en ningún momento. El fenómeno sin precedentes de esta tragedia griega está en que la crisis del euro hizo caer los servicios, las condiciones y las expectativas de Grecia desde los niveles de país occidental que se había mantenido artificial y tramposamente en la UE a los del país balcánico que es. Y ha sucedido con brutalidad. Con crueldad incluso. Ninguna sociedad europea en los últimos 70 años ha visto hundirse su PIB en un 25%. Así, la austeridad es percibida no como una corrección a sus pasados excesos, sino una imposición cruel y explotadora de poderes extranjeros, la odiada Alemania a la cabeza.

Pauperización general
Sumada a la pauperización general de las clases populares y medias y la indignación de la ciudadanía contra los bancos y la clase políticos han convertido en estrella a una extrema izquierda con rostro nuevo dirigido por comunistas de vieja escuela. Nadie sabe cuál va a ser el resultado de esta extravagancia histórica cuajada en 2014, cien años después del hundimiento del viejo orden en la Primera Guerra Mundial. Una oleada de resentimiento popular generada por la desigualdad entre las economías incluidas más o menos erróneamente en una única moneda, se ha convertido en creíble amenaza de la primera salida de un miembro de la UE. Con un posible emulador en España. Con consecuencias imprevisibles.