RUMBO DE COLISIÓN
Por HERMANN TERTSCH
ABC Sábado, 31.01.15
Peor solo podía haber sido con una toma de rehenes. Bromas
aparte, es difícil imaginar un comienzo peor de unas negociaciones que las
primeras tomas de contacto de las autoridades europeas con el nuevo gobierno
griego ultraizquierdista de Syriza. Primero fue a Atenas como avanzadilla el
presidente del Parlamento Europeo, el alemán Martin Schulz, siempre afable y
conocido como generoso en empatía y comprensión hacia los griegos. Ayer fue el
presidente del Eurogrupo, el holandés Jeroen Dijsselbloem, con todo el
repertorio diplomático de frases conciliadoras y planas. Lo que se han
encontrado es un Gobierno griego que parece el ganador incontestable de una
batalla y dispuesto a dictar condiciones a todos los demás, ajeno absolutamente
a las realidades exteriores y también al hecho de que a sus bancos se les acaba
ya rápidamente el dinero. El Gobierno griego anunció ayer solemnemente que no
reconoce a la troika de sus acreedores y exige una conferencia internacional
para una quita (otra) de la deuda griega. Así de claro, ni más ni menos. Nada
se parece a una razonable aproximación por el nuevo Gobierno de un país que se
salvó de la catástrofe gracias a la ayuda de sus socios europeos que inyectaron
ingentes cantidades de dinero en una economía improductiva que no tenía acceso
a los mercados de capital. Así se garantizó en los pasados años que Grecia
pudiera pagar sueldos y servicios y no se produjera una catástrofe. Atenas se
ha convertido en cinco días en un búnker impenetrable para razones exteriores y
para la mera lógica, que trata a los socios europeos como enemigos y amenaza
con alianzas con Rusia contra la UE.
Nada encontraron Schulz y Dijsselbloem que permita
fortalecer a los optimistas en Bruselas y la capitales europeas que aseguraban
que Syriza abandonaría sus posiciones maximalistas y demostrarían realismo
después de ganar los comicios. Dijsselbloen, un socialdemócrata holandés, se lo
advirtió a los medios, ya que el Gobierno de Atenas hace oídos sordos. «Nadie
puede creer que se puede exigir dinero a los demás sin aceptar ninguna
condición». Ni ignorando, despreciando y violando las condiciones acordadas previamente.
Lo que se han encontrado las autoridades europeas es un amplio despliegue de
gestos hostiles con los que el Gobierno griego parece querer convencer a la UE
y al FMI de que acepten una batería de decisiones unilaterales que violan
compromisos griegos previos. Los primeros pasos en el gasto presupuestario ya
los ha tomado unilateralmente este gobierno así como la paralización de
privatizaciones y otras reformas incluidas en el proceso general de
transformación de la economía griega. Y ayer al presidente del Eurogrupo se le
hizo saber que el Gobierno griego no volverá a reunirse con la troika, el
equipo de UE, BCE y FMI, responsable del seguimiento del rescate.
El nuevo ministro de Finanzas griego, Yanis
Varufakis, despreció a los representantes de los acreedores con los que «no
tiene sentido» reunirse. Más preocupante si cabe era su explicación: «Quiero
recordar que este Gobierno fue elegido con un programa que no admite el actual
diseño de rescate ni tampoco que la deuda puede ser pagada». Con esto se
confirman los peores temores de que el Gobierno griego se ha creído su propio
cuento electoral de que si los griegos cambiaban el gobierno, cambiaban de
golpe de país y se deshacían de golpe de sus problemas, véase compromisos de
reforma, véase deuda. Tsipras ya dio indicios de este grave encadenamiento
cuando declaró en la noche electoral que quedaba abolida la austeridad y con
ella la pobreza y las privaciones. El drama griego acaba de comenzar. La
colisión es cada vez más probable.
EL PACTO DE LOS ULTRAS
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 30.01.15
Quienes pretendan que Grecia sobreviva a este Gobierno
dentro de la UE van a tener mucho trabajo
LA izquierda española estaba toda a punto de hacerse esos
cartelitos de «Je suis Syriza» cuando el lío que ya ha armado el nuevo Gobierno
ultraizquierdista de Grecia les aconseja una aproximación un poco más
científica a aquel fenómeno balcánico. Y es posible que pronto nuestra tropa de
agentes venezolanos amenace a quienes se atrevan a publicar sus fotos abrazando
al amigo griego. Y las escondan como las que habrá por ahí con Diosdado
Cabello, ese prohombre del progresismo chavista que parece ya identificado con
pruebas en EE.UU. como el jefe de un cartel narcotraficante. En el que se
sospecha la implicación de media cúpula de ese régimen tan generoso y
hospitalario hacia nuestros revolucionarios complutenses. Toda una metáfora con
mucho susto esa sugerencia de billetes marcados por la DEA financiando
aventuras totalitararias por España. En todo caso, que Syriza llega más cargado
de daños y problemas que de soluciones se veía venir y lo verán pronto hasta
los ciegos. En lo que a los ciegos respecta, sobre todo en Grecia, donde se
descubrió hace unos años, con las primeras auditorias fiscales externas, que
una inmensa mayoría de los invidentes que cobraban suculenta pensión en ciertas
islas, gozaban de una vista de lince. Quizás les restituyan su derecho a la estafa.
Tunantes, estafadores de lo pequeño y legiones de la subcultura del abuso están
de enhorabuena. Syriza les devuelve sus mezquinos pero impagables privilegios,
parte importante de la carga ruinosa de Grecia. Se estaba corrigiendo. Volvemos
atrás.
Han capitalizado el dolor y la ira y la angustia de los
gobernados y las dificultades objetivas de los anteriores gobernantes. La
cosecha final: un 36% de los votos. En el peor momento del drama interno,
cuando todo lo malo se prolonga y nada bueno aún ha cuajado. Las televisiones
españolas, siempre volcadas a enaltecer cualquier aquelarre izquierdista contra
la libertad, sea en Cuba, en Gaza, Chiapas, Quito o Moscú, Caracas o Atenas, no
cayeron en que el «abrumador triunfo popular» de Tsipras está ocho puntos por
debajo del de Mariano Rajoy. Y otros tantos de la victoria de Yorgos Papandreu
en 2009. Con 160 escaños. Las televisiones españolas llegaron con multitud de
equipos para celebrar «la revolución popular contra la Alemania de la nazi
Merkel», como venía a rezar el mensaje de tanto «analista», muchos no
distinguibles de los hooligans de Podemos. Y muchos sones partisanos del «Bella
Ciao». El primer batacazo se lo han llevado cuando Syriza presenta un Gobierno
tan «solo tíos». Como una sociedad gastronómica. Y una coalición nada menos que
con ANEL, el partido del ultraderechista Panos Kamenos, tan homófobo, xenófobo,
antisemita, antieuropeo y oscurantista como sus vecinos ideológicos de Amanecer
Dorado, los nazis. El ministro de Exteriores, Nikos Kotzias, tiene estrechas
relaciones con Putin y parece claro que Grecia va a ser en la UE, entre otras
cosas, un submarino ruso. Quienes pretendan que Grecia sobreviva a este
Gobierno dentro de la UE van a tener mucho trabajo. Pero Kotzias es además buen
amigo del gurú ultraderechista ruso Alexander Dugin, que tiene contactos con
Amanecer Dorado. El Pacto Syriza y ANEL, Amanecer Dorado y Dugin, Hitler y
Stalin, Putin chekista y Putin ultranacionalista. Por cierto el amigo de
Kotzias, Dugin, cuyos textos recomiendo para asustar a niños y mayores, quiere
hacer de Europa un protectorado ruso bajo una teocracia de la iglesia ortodoxa.
A los homosexuales se les liberará de sus «vicios» con electroshocks y
latigazos. Al menos no los quiere ahorcar como los amigos iraníes de Pablo
Iglesias, ese otro camarada de Diosdado Cabello y de Syriza, ese partido amigo
de Dugin, ese amigo de los nazis. En fin, todo humanismo, puro progresismo.
TSIPRAS ELIGE A COMUNISTAS DE LA VIEJA ESCUELA PARA PLANTAR CARA A EUROPA
Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Atenas
ABC Miércoles, 28.01.15
El líder de Griegos Independientes, Panos Kamenos, conocido
por su antieuropeísmo y su discurso xenófobo, se hará cargo de Defensa
Amargos recuerdos En Alemania se recuerda a Panos Kamenos tachando al derrotado Gobierno de
Samarás de colaboracionista con los nazis alemanes
Torpedo en la línea de flotación Cualquier concesión a Atenas sería un torpedo
en la línea de flotación de las reformas en esos países que ya han realizado
los esfuerzos impuestos por Bruselas
El gobierno de
Syriza, con su líder Alexis Tsipras como primer ministro, ya esta listo. Un
equipo de antiguos miembros del partido comunista y técnicos izquierdistas
forman el primer gabinete de extrema izquierda en un país democrático europeo.
Todo él formado con el principal objetivo de acabar con los acuerdos suscritos
y asumidos en su día por Grecia con la Unión Europea y el Fondo Monetario
Internacional para salir de su crisis de deuda. Se trata claramente de un
equipo de batalla contra la austeridad, la privatización, las reformas
impuestas por la troika, el pago de la deuda y contra todos los que, dentro y
sobre todo fuera del país, exijan disciplina y cumplimiento de los acuerdos
suscritos por Grecia bajo anterior gobierno. Con solo diez ministros, ocho
menos que el gabinete saliente de Andonis Samarás, el presidente del Gobierno
ha concentrado en cuatro ministerios todo el núcleo del poder.

Kamenos y varios miembros de su equipo en el Ministerio de
Defensa juran sobre la Biblia sus nuevos cargos
El hombre fuerte
El socio de
coalición, el partido de la derecha nacionalista y antieuropea de «Griegos
Independientes» (ANEL) se hace cargo del Ministerio de Defensa, en la figura de
su jefe y responsable del pacto, Panos Kamenos. Pero el puesto clave en este
orden de batalla contra el exterior lo ocupa el economista procedente del
partido comunista Yanis Dragasakis que se convierte en el hombre fuerte del
gobierno como vicepresidente económico del gobierno y coordinador de todos los
ministerios económicos. Él será el encargado de dirigir el equipo negociador
con la troika (UE, BCE y FMI) que representa a los acreedores. Y que impusieron
las reformas y medidas de ahorro que con carácter inmediato ha prometido dejar
de cumplir el primer ministro Tsipras. Sus primeras palabras después de la gran
victoria que se quedó a dos escaños de la mayoría absoluta fueron para declarar
que «la troika había muerto». Una afirmación que la realidad se encarga de
desmentir en cuanto se siente a negociar Grecia con su interlocutor. El
Ministerio de Finanzas será para Yanis Varufakis, un economista izquierdista
greco-australiano conocido por sus teorías económicas en universidades
anglosajonas. Un radical adversario de los acuerdos del anterior gobierno con
la troika que llegó a calificar como la versión fiscal de la práctica de la
tortura.
En todo caso, desde
la reunión del Eurogrupo del lunes
como de las principales capitales europeas al nuevo Gobierno de Atenas solo le
llega un recordatorio y un consejo. Que Grecia ha firmado unos acuerdos que ha
de cumplir si quiere cualquier tipo de financiación que le es imprescindible
para no volver a encontrarse en una situación de impago y colapso bancario. Que
se avenga a aceptar la buena fe que todos los acreedores quieren mostrar al
nuevo Gobierno y que puede llevar a alguna prolongación de plazos, siempre
medidas menores. Pero que no se equivoque y caiga en la tentación de creerse
los propios mensajes ilusorios de su campaña electoral. Porque claramente se
señala que nadie esta dispuesto a aceptar un chantaje griego. Y que las razones
no están siquiera en el dinero sino claramente en la política. Cesiones a un
chantaje como el que el nuevo gobierno pretende llevar a Bruselas generaría
inmensas tensiones políticas en el norte de Europa y en especial en Alemania.
Un mal ejemplo
Pero más grave aún si
cabe sería el efecto nefasto del mensaje sobre otros países del sur que, como
Grecia por otra parte, hacen avances y algunos con mucho éxito, por la vía
acordada de las formas estructurales. Cesiones a Grecia serían un torpedo en la
línea de flotación de las reformas en esos países, cuyas sociedades se verían
incentivadas a exigir quitas de deuda y fin de los esfuerzos y del rigor
presupuestario. De ahí la inmensa dificultad con que se encontrará Tsipras para
conseguir las concesiones que ha prometido a los suyos arrancar a los
acreedores. Han sido ya declaradas innegociables por los principales
protagonistas europeos porque serían un regalo inmenso a opciones políticas
extremistas, de ultraderecha en el norte y de ultraizquierda en el sur. Y generarían
una tensión posiblemente insoportable en el seno de la UE. Como señalaron
fuentes del Eurogrupo, Tsipras tiene que entender y hacer entender a los suyos
que sus votantes han elegido a un nuevo gobierno y no a un nuevo país, que
sigue siendo el mismo que tiene los deberes y compromisos que tiene en el seno
de una comunidad de derecho como es la UE. Cualquier concesión a la violacion
de los deberes por vía del chantaje o la unilateralidad supondría un golpe
mortal a la vigencia de las leyes y tratados en los que se basa toda la
existencia de la UE. En las capitales europeas están dispuestos a todos los
esfuerzos necesarios por hacer entender esto al nuevo gobierno griego.
La alianza con el
partido ANEL, una escisión derechista de Nueva Democracia que destacó en los
pasados dos años por su agresividad antieuropea, homófobo, xenófoba,
ultraclerical y antisemita, no ha sido por supuesto interrogada como un signo
esperanzador. En Alemania se recuerda al nuevo ministro de defensa, Kamenos,
tachando al gobierno de Samarás de «Quisling» como colaboracionista con los
nazis alemanes. Y llego a advertir que «los alemanes acostumbran a matar a sus
colaboracionistas cuando se retiran» en alusión a la Segunda Guerra Mundial.
El partido de Tsipras
también ha utilizado con mucha frecuencia esas alusiones al nazismo y a
comparar a Merkel con Hitler. A nadie le pasó inadvertido que lo primero que
hizo Tsipras tras jurar el cargo fue ir a honrar a los partisanos muertos por
los ocupantes alemanes. No hay de momento ninguna intención de cambiar a gestos
mas conciliadores con la parte con la que hay que acordar cualquier acuerdo.
Varias personas leen las portadas de los periódicos ayer en un kiosco de Atenas
CON INGENUIDAD HACIA EL INFIERNO
Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 27.01.15
Convencer a un pueblo de que todos sus males son culpa de
otros, no es solo imponer lo que siempre es una mentira
HACE poco me contaba un amigo, profesor universitario, que
había comprobado con espanto que nadie en su clase entre estudiantes de
historia, nadie sabía lo que era el Monte Gólgota. Hace unos días un viejo
compañero me narró una anécdota quizás más tremenda. En su redacción y por una
apuesta, había preguntado por separado a seis jóvenes periodistas, todos
licenciados, que le explicaran qué era la URSS. Solo uno de seis lo sabía. Le
creo. Este desplome abismal de la cultura general es terrorífico en España,
donde «las generaciones más preparadas de la historia» están repletas de
analfabetos funcionales. Crecen estos en inmensas camadas adanistas convencidas
de que nada hubo en el mundo antes de ellas que merezca la pena recordar.
Pero esa tragedia cultural no es exclusiva nuestra. En todo
Occidente contamos ya con varias generaciones educadas tras lo que se ha
revelado como el terrible incendio en nuestra civilización: el llamado
sesentaiochismo. Que quemó el andamiaje cultural de siglos para imponer en Occidente
quincallería sentimental improvisada, grotescos dogmas de conducta y lenguaje y
rebaja permanente en los niveles de forma y fondo a imponer en su implacable
frenesí igualador. España llegó tarde y mal a la catástrofe, pero se esmeró en
aplicar con brutal consecuencia e insistencia todos los peores efectos de
aquella supuesta revolución liberadora convertida en plaga de mediocridad,
nueva superstición y transgresión gratuita. Con el triunfo de la charlatanería
y la corrección política como arma del comisariado, se extendió la hegemonía
cultural de la izquierda que ya ha hecho enfermar a la sociedad entera.
El problema está menos en que no sea consciente nuestra
sociedad de que es ya un malogrado producto de una desdichada y confusa
involución de valores. Que ha desarmado a una sociedad con cada vez menos
capacidad de autocrítica, cada vez más infantil y sentimental, cada vez más
victimista, miedosa, ignorante y agresiva. Y cada vez, por tanto, con menos
capacidad de regeneración y autodefensa. El problema está en que ya ni las
supuestas elites tienen las referencias históricas y morales necesarias para
generar liderazgos y movilizar conciencias ante el peligro. Por lo que cada vez
triunfan con mayor facilidad quienes menos escrúpulos tienen a la hora de utilizar
los más bajos recursos. Que son la mentira y la adulación. Convencer a un
pueblo de que todos sus males son culpa de otros, no es solo imponer lo que
siempre es una mentira. Es además seducirlo a una deriva irresponsable. Que en
el mejor de los casos hace un gravísimo daño al pueblo afectado. En el peor lo
extiende por su entorno. A veces hasta hacerlo un infierno.
Cuando se cumplen 70 años de la liberación del campo de
exterminio de Auschwitz, en Grecia los nazis consiguen diecisiete escaños. Y
los otros enemigos del orden democrático y de libertades europeo, los
comunistas y ultraizquierdistas, superan ampliamente la mitad de la cámara.
Todos los extremistas juntos suman cerca de dos tercios del parlamento. En
otros países también crecen con rapidez organizaciones totalitarias que
reivindican herencias de dictaduras pasadas y lazos con otras actuales.
Auschwitz fue la quiebra absoluta de la civilización. La memoria y la
conciencia de la realidad del infierno concebido, organizado y dirigido por alemanes,
por europeos la terrible certeza de que el ser humano más civilizado es capaz
de lo que allí hizo, han sido cimientos de nuestras democracias y código moral
y de honor civil y político desde entonces. Y también barreras infranqueables
para las conductas democráticas. Hasta que ahora, quienes nada saben del pasado
porque ha dejado de importar y de enseñarse, ya abren de nuevo, en su
ingenuidad, sendas por terrenos envenenados que llevan al infierno.
TSIPRAS ASUME EL CARGO DE PRIMER MINISTRO CON APOYO DE LA DERECHA NACIONALISTA
Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Atenas
ABC Martes, 27.01.15
El líder radical pacta con la derecha antieuropea para poner
fin a la política de austeridad. La alianza contranatura en lo ideológico apunta
a que la negociación con la UE será inflexible
Sin Biblia y sin
corbata Tsipras juró su cargo sin Biblia y sin corbata. El nuevo primer
ministro ha dicho que no se pondrá esa prenda hasta que no logre una quita de
la deuda
Cumbre de la izquierda europea La breve celebración en Atenas atrajo a
comunistas e izquierdistas de otros países, en particular italianos y españoles,
para los que Tsipras es un «pionero»
Contra los oligarcas y Merkel Ni antes ni después de las elecciones ha habido
por parte de Syriza ningún esfuerzo por buscar también causas propias en el
origen de los males de Grecia
El dilema ahora Si
el nuevo Gobierno cumple sus promesas electorales, no recibirá el nuevo tramo
de 7.200 millones de la UE
Horas después de
consumarse con los resultados definitivos su gran victoria en las elecciones
del domingo, el líder del partido ultraizquierdista Syriza, Alexis Tsipras, ya
flamante nuevo presidente del Gobierno de Grecia, demostraba ayer lo necesitado
que va a estar de hacer constantes equilibrios. Por un lado, el primer
presidente de gobierno democrático europeo de la ultraizquierda pactaba una
coalición con un partido muy derechista, nacionalista y clerical. Por el otro
iba a brindar la victoria al monumento a 200 partisanos comunistas fusilados
por los ocupantes nazis en el barrio ateniense de Kesariani durante la Segunda
Guerra Mundial.
El líder de Syriza, Alexis Tsipras, jura como primer ministro de Grecia ante Karolos Papulias
EFE
Todo indica que
Tsipras va a tener que hacer muchos gestos ideológicos para compensar la
imposibilidad de acometer muchas de las medidas prometidas. Los dos escaños que
le han faltado para la mayoría absoluta de 151 los consiguió ya a primera hora
de la mañana. Pero de un socio cuya elección ha dejado consternados a muchos de
sus votantes: el pequeño partido derechista Griegos Independientes (ANEL) que
han logrado 13 escaños con el 4.75% de los votos.
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En contra de las
previsiones que presentaban como socio lógico de Syriza a los centristas de «El
río» (To Potami) que sacó el 6.05% y 17 escaños, a las once de la mañana ya
tenía Tsipras el acuerdo hecho con Panos Kammenos. Éste anunció el acuerdo con
el objetivo de que «los griegos avancen unidos para recobrar la soberanía
nacional». Con Kammenos, el nuevo primer ministro tiene básicamente un aliado
para un frente monográfico contra la deuda, el memorándum y la troika. El líder
de ANEL, un declarado germanófobo, dijo que «no iremos jamás como mendigos a
Berlín». La alianza creada ayer no es un buen augurio para la flexibilidad en
unas hipotéticas negociaciones para la revisión de las condiciones y la deuda.
Todo hace pensar que
el pacto estaba previsto. Y se salda con un ministerio para el dirigente
derechista. Éste era un político del partido de Samarás de Nueva Democracia y
lideró una pequeña escisión derechista, contraria a todos los acuerdos del
rescate de la UE en el 2012. Su formación, de claro signo populista derechista,
solo tiene en común con Syriza esa furibunda posición antieuropea. Por lo demás
se distingue por posturas extremadamente clericales, homófobas y antisemitas.
Hay quienes lo sitúan directamente en la linde ideológica del partido nazi
Amanecer Dorado.
Más manejables
Ha causado mucha
sorpresa esta alianza aunque se ha acatado por las filas del partido vencedor
con disciplina. Se ha intentado explicar por parte de Syriza con las excesivas
exigencias de To Potami, el partido dirigido por el periodista Stavros
Theodorakis. Lo cierto es que las dificultades objetivas de acuerdo eran
considerables con To Potami, un partido liberal en lo económico y partidario de
una actitud conciliadora y cumplidora de los acuerdos con la UE.
En todo caso, los
analistas coinciden en que el partido elegido y su líder Kammenos, son mucho más
fácilmente manejables. Son un firme y leal compañero de furia antieuropea en la
dura batalla que se prevé en el conflicto con la UE y el FMI que se perfila y
en la lucha contra la austeridad. Y también sin duda útiles como buen pretexto
ante los seguidores de Syriza ante la falta de cumplimiento de las promesas
hechas en campaña. En este sentido, se considera que Tsipras está más cómodo
con este resultado que con una mayoría absoluta que lo enfrentara a él solo a
los inevitables incumplimientos de sus promesas que se producirán a no mucho
tardar. Como también hay adversarios de Syriza que preferían que este, de
ganar, lo hiciera con mayoría absoluta para que no pudiera esconderse tras
acuerdos de coalición en los conflictos que ya se anuncian.
Por la tarde, Tsipras
fue recibido ayer por el presidente Karolos Papulias para su nombramiento
constitucional. Antes había visitado al arzobispo de Atenas, Jerónimo, y le
había comunicado que no juraría sino que prometería de forma civil el cargo. Es
la primera vez que el arzobispo no asiste a la toma de
posesión. Ambos hablaron de cooperación leal. Durante toda la campaña
electoral, Tsipras ha evitado los antes habituales gestos en contra de la muy
poderosa Iglesia Ortodoxa griega cuyo papel está anclado en la Constitución y
que es el primer latifundista del país.
Retórica izquierdista
Todo lo hizo Alexis
Tsipras sin corbata. Porque, como dijo el sábado, no se pondrá esa prenda hasta
que haya logrado la quita de la deuda. Si es por las voces que llegan de
Alemania y del BCE a Atenas, el primer ministro tardará en ponerse esa prenda.
Aunque el tono en general es conciliador, todos coinciden en que se podrán
negociar diversos aspectos pero que Grecia ante todo tienen que cumplir sus
obligaciones. Que es exactamente lo que Tsipras ha prometido a su electorado no
hacer.
En la noche del
domingo Tsipras había anunciado la victoria del pueblo «sobre la oligarquía»
con un discurso lleno de retórica izquierdista que anunciaba una nueva era en
Europa en la que Grecia será el ejemplo. Su intervención y la propia
celebración frente a la Universidad en el centro de Atenas fue muy breve.
Aunque acudieron seguidores a festejar; no eran muchos y destacaba en todas
partes la presencia de comunistas e izquierdistas de otros países, especialmente
españoles e italianos.
Tsipras saludó desde
la tribuna a todos lo simpatizantes llegados de Europa para apoyar a Syriza y
todo su partido no deja de subrayar que se siente pionero de una amplia oleada
de partidos contra la austeridad, término en el que concentran todos los males
que consideran llegados desde Europa. Ni antes ni después de las elecciones ha
habido ningún esfuerzo en buscar también causas propias en el origen de los
males. La caricatura de que «oligarcas y Merkel», son culpables únicos de la
situación se mantiene inamovible también después de los comicios. Pero la
realidad se impone. En marzo tiene Grecia un pago pendiente de 2.400 millones y
otros en julio. No hay dinero en la caja y los impuestos que habían comenzado a
pagarse en estos pasados años han vuelto a caer ante la expectativa de que
ganara Syriza.
El alemán Elmar
Broek, el presidente del comité económico del Parlamento Europeo, advertía ayer
a Grecia que «ha hecho avances», que puede contar con buena fe pero tiene que
seguir con sus reformas estructurales. Señaló que sería un grave error que
Grecia pensara que puede chantajear a la Unión Europea. Grecia debe mirar a
aquellos países que van saliendo de la crisis como Irlanda y España y
perseverar en sus esfuerzos. Este mensaje era ayer característico del diálogo
de sordos que al menos públicamente mantienen Syriza y las autoridades europeas
desde hace meses.
Poco creíble
Unos dicen que
desmantelarán de inmediato las medidas de austeridad y exigirán con éxito una
quita de la deuda. Desde Europa se les dice que esos dos pasos son radicalmente
incompatibles con seguir recibiendo fondos que Grecia necesita
desesperadamente. Pero la otra parte no se da por enterada y da por hecho que
será el otro quien se retracte y
enmiende. Son ahora muchos los dilemas para el flamante ganador. Si cumple con
promesas electorales incumple el programa de reformas, no recibe el nuevo tramo
de 7.200 millones y puede verse con el erario vacío. Si recorta los impuestos
generales se queda sin unos ingresos fijos. Y si declara la guerra a «los
ricos» puede acelerar la fuga del dinero ya en marcha, disuadir nuevas
inversiones y ahuyentar a los turistas si incrementa las tasas en el sector,
uno de los pocos ingresos del país.
Después está la tan
cacareada renovación del Estado que pocos creen vayan a realizar unos
dirigentes comunistas y sindicalistas que componen la cúpula de Syriza, todos
ideológica y profesionalmente dependientes de un Estado hipertrofiado.
Frente a la actitud
triunfal de Syriza y su aliado, la ilusión del electorado que ha visto ganar a
su opción y el silencio de una derecha que se va a la oposición con un serio
revés y la resignación de no haber logrado hacerse escuchar con sus
advertencias, pocas voces griegas se alzan para responder a unas previsiones de
los nuevos gobernantes que ignoran muchas realidades. Entre otras, las claras
posturas que existen en el exterior.
Malos augurios
El sociólogo Michael
Kelpanides es uno de ellos. Que con mucha firmeza denuncia el proyecto de
Syriza como una catástrofe para la modernización de Grecia y su salida de la
crisis. Considera Kelpanides que con este aparato izquierdista se revierten
todos los avances hechos en transparencia y probidad dentro de la
administración. Y que aumentará de nuevo la corrupción, el nepotismo y todos
los males ancestrales del Estado griego contra los que se ha luchado en los
últimos años.
Según Kelpanides,
como en el terreno económico van a ir da una frustración a otra, van a tener
que desempolvar toda su artillería retórica marxista y sus parafernalia
ideólogica para entretener y compensar a la clientela decepcionada. Así,
señala, van a poder hacer mucho daño, al tiempo que se estanca y pudre la
economía y el clima social. La realidad vendrá a ver muy pronto al Gobierno de
Tsipras.
GRECIA SE REBELA CONTRA LAS MEDIDAS DE AUSTERIDAD IMPUESTAS POR EUROPA
Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Atenas
ABC Lunes, 26.01.15
La victoria de los radicales de Syriza abre una etapa de
incertidumbre en el conjunto de Europa
Syriza ha prometido un aluvión de medidas, sin explicar cómo las ejecutará
Tsipras exige a Europa que le mantenga la financiación
Grecia votó ayer de forma rotunda en contra de la política de austeridad y reformas de la Unión Europea y en favor del programa de extrema izquierda del joven partido Syriza. Alexis Tsipras, un ingeniero de 40 años, procedente del partido comunista, será el próximo jefe de Gobierno en Atenas tras derrotar a su principal rival, el actual primer ministro Antoni Samaras, líder del partido conservador Nueva Democracia. Sin mayoría absoluta, Syriza podría descargar sobre sus aliados la responsabilidad de los incumplimientos que sin duda han de llegar dadas sus promesas irrealizables dentro de la Unión Europea. Después de Syriza y Nueva Democracia quedó situado «Amanecer Dorado», un partido abiertamente neonazi, antes de otro partido, el centrista «El río» que quedó cuarto, antes de los comunistas ortodoxos y del PASOK, el partido socialista que marcó durante décadas la política griega, hace un lustro aun tenía una mayoría absoluta y apenas supera el 4%. El resultado de ayer es una victoria histórica de un partido de extrema izquierda y cuadros comunistas en unas elecciones libres en una democracia europea, 25 años después de la caída del muro de Berlín y de los regímenes comunistas. Es también la primera llegada al poder de uno de los muchos partidos populistas extremistas que han surgido en numerosos países de la Unión Europea. Con postulados que en muchos casos violan los principios de la comunidad política de derecho que es la UE. Se rompe así también la regla no escrita de la moderación y lucha en el centro entre izquierda y derecha en la política de las democracias europeas desde el final de la Segunda Guerra Mundial. La polarización que pueda resultar de ello, del auge derechista en el norte e izquierdista en los países pobres del sur, supondría un nuevo y serio desafío para la cohesión europea. También surgen problemas para la política de defensa común. La dirección de Syriza está compuesta por enemigos acérrimos de la OTAN. Solo había dos cosas ciertas ayer, la victoria de Syria y que se abre para Europa un periodo de gran incertidumbre.
Seguidores del radical Syriza celebran en el
centro de Atenas los sondeos que les daban la victoria.
Una de las urnas al cierre de la votación
Hartos
de crisis
Tras una campaña que comenzaron supuestamente empatados,
Syriza cogió la delantera a pocos semanas y amplió al final su diferencia. Los
griegos, hartos de una terrible crisis que desde hace seis años ha
hecho caer el PIB en un 25%, ha dejado al 25% en el desempleo y al 50% de
la juventud, han creído en el mensaje de inmensa ilusión de quien les ofrece
acabar con la austeridad de inmediato y abrir los grifos de la ayuda pública a
todos los sectores más desfavorecidos. Y al mismo tiempo que aumenta el gasto
promete abolir impuestos, entre otros el tan dramático sobre la vivienda.
Además, promete «poner fin a la humillación» como en campaña ha llamado a la
denuncia de todos los compromisos de reforma aceptados para los rescates por
parte del gobierno anterior. Los 240.000
millones de euros que los socios han invertido en
impedir que Grecia quebrara, sin acceso a los mercados internacionales, no han
sido tema en la campaña. En la que Syriza ha sabido hacer olvidar las
responsabilidades de la sociedad griega y ha culpado solo a los oligarcas y a
los poderes extranjeros. Por eso entre las banderas principales estaba el
desafío a los países del norte y, muy especialmente, a la Alemania de Angela
Merkel, convertida por la izquierda griega en el mayor enemigo y fuente de
mucho mal y sufrimiento de un país injustamente maltratado por imposiciones y
un supuesto «diktat» alemán que Syriza no ha dejado de comparar con las
imposiciones durante la invasión de Grecia por los nazis. La primera reacción
de Syriza al conocer su victoria ha sido muy significativamente el anuncio de
que «el acuerdo con la troika ya está muerto».
El partido de Tsipras proclamó que «la campaña de la esperanza ha ganado a la
campaña del miedo».
No todo son lamentos en los países septentrionales de la UE
ante la victoria del extremismo izquierdista en Grecia. Son muchos los que la
ven como la gran oportunidad de expulsar a Grecia de la moneda única, lo que
muchos desean desde hace años. Lo que además sería un claro mensaje para todos
lo demás miembros. Entre ellos a España. De ahí que Tsipras no vaya a encontrar
mucha flexibilidad en Europa. Y será él, que es quien a partir de ahora debe
pagar a fin de mes la facturas y los salarios, quien deba explicar a los
griegos que no todo es tan fácil como en campaña. Su primera labor será en los
próximos meses rebajar las expectativas de su electorado. A no ser que sí se
decida al enfrentamiento y la salida del euro que durante la campaña siempre ha
descartado. Y lo ha hecho porque la
cúpula de Syriza ha logrado difundir con credibilidad, se verá con cuánto
fundamento, que Europa cederá.
Así pues se ha producido lo que temían en Grecia y en Europa
quienes creían que la lenta recuperación podría llevar a buen puerto. Por mucho
que Andonis Samarás no fuera especialmente querido por nadie en Europa y nadie
haya olvidado su oportunismo en pasadas épocas, era la esperanza de muchos de
poder dar tiempo a tener resultados a la reformas del rescate. No
ha sido así. Han tenido razón quienes ya preveían, dentro y fuera del país,
que la ruptura del tejido social en Grecia, la gran lentitud y dificultad de
todo proceso de mejoría y la irrupción en el escenario político de la oferta
populista de extrema izquierda invitaban a un cambio radical. Además, el
recuerdo del desastroso legado del partido Nueva Democracia en anteriores
gobiernos, especialmente entre 2004 y 2009, lo ha pagado Samarás, que no ha
tenido credibilidad para pedir paciencia a un pueblo agotado y
hastiado que quiere buenas noticias . Que es lo que ha votado la mayoría de los
griegos. Llega la hora de la verdad y en las próximas semanas y meses se verá
si es posible que convivan dos mensajes incompatibles. El de Tsípras exige le
mantenga Europa la financiación sin nuevas condiciones y tras desmantelar
muchas de las actuales. El de la UE ayer de nuevo subrayado con toda energía
por Bundesbank como por Berlín es que todas las partes han de cumplir
estrictamente con sus obligaciones. «Espero que el nuevo Gobierno griego no
haya hecho promesas que su país no se pueda permitir», dijo en primera reacción
a la victoria de Tsípras el presidente del Bundesbank, Jens Weidmann. En caso
extremo, han subrayado durante toda la campaña electoral los mandatarios
europeos, la salida de Grecia del euro no sería una tragedia. Esto que pudo
estar dirigido antes a los votantes lo es ahora para el nuevo gobierno que
surja del resultado de ayer.
Escaso
margen
Por eso se habrá de ver cuán radical es en realidad el nuevo
Gobierno. Porque el margen que tiene Alexis Tsípras es muy estrecho. Fuentes de
Bruselas y Berlín que han mantenido contactos con gentes de Syriza se muestra
aun confiados en que los nuevos dirigentes hagan gala de realismo cuando
conozcan todos los extremos de su situación. Hoy mismo se reúne el eurogrupo
para tratar de una extensión del actual programa de rescate y otro tercero. Y
ver las obligaciones de pago de Grecia que hoy por
hoy no puede cumplir. Asistirá el ministro en funciones del Gobierno
derrotado. Pero Syriza ha prometido a los griegos un aluvión de medidas para
mejorar su situación que no solo dinamitan todo el programa de reformas habido.
Sitúan al presupuesto griego ante una situación perfectamente irresoluble. Pero
no ha habido forma de que Tsípras y su gente explicaran cómo van a financiar,
en caso de ganar, todas las promesas que han acumulado. El programa de Tsípras
se basa en la convicción, contagiada al electorado, de que la Unión Europea
aceptará continuar la financiación, renunciar a parte de las reformas y aceptar
además que alguna ya realizadas sean desmanteladas. Los resultados de Grecia crean
una nueva situación, sin precedentes en el seno de la UE y con inmensas
consecuencias para toda ella.


LOS RADICALES DE SYRIZA CONSUMAN HOY SU DESAFÍO A LA «EUROPA DEL CAPITAL»
Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Atenas
ABC Domingo, 25.01.15
Grecia se juega en las urnas su futuro en la Unión Europea
Radiografía de un país
Su líder, Alexis Tsipras, promete miles de millones en
ayudas sin explicar de dónde sacará el dinero
Un equipo de paleocomunistas El responsable
económico del partido, Dragasakis, es un comunista de la vieja escuela que fue
siempre más ortodoxo que el PCUS de la Unión Soviética
Periodistas sorprendidos
Ante un medio de comunicación Rachil Makri, de Syriza, dijo que después de la
victoria ordenaría al Banco de Grecia imprimir cien mil millones de euros
Un grave error Muchos griegos creen que «ni Merkel ni Europa tienen agallas para echar a Grecia de Europa» Toda la izquierda cree que la UE los explota
AFP
Llegó el día que muchos temían y muchos esperaban. El día en
que puede ganar en las urnas en un país europeo una opción de
vocación totalitaria. Los populismos están en auge en todo el
continente. Pero es en el eslabón más débil, en uno de los miembros más pobres,
menos estructurados y más maltratados por la larga crisis, Grecia, donde una
revuelta en las urnas puede llevar por primera vez a un partido extremista a
dirigir el Gobierno. [Sigue en directo
la jornada electoral de Grecia]
Son casi diez millones de griegos los que acuden hoy a las urnas.
Y habrán de decidir si mantienen en el poder al primer ministro Andonis Samarás
del partido de centroderecha, Nueva Democracia, para continuar una fatigosa,
dura y larga travesía de recuperación, o prefieren una solución drástica con la
propuesta de desafío total a Europa y le otorgan la victoria al líder
ultraizquierdista del partido Syriza, Alexis Tsipras. Por un lado,
sangre, sudor y lágrimas y una
recuperación lejana, por el otro, un golpe de mano que libera a los griegos de
sus cargas y compromisos y venga además el honor patrio mancillado por la
imposición extranjera, el diktat alemán y la codicia de los «ricos». Ante
semejante disyuntiva, incluso sociedades mucho más desarrolladas votarían
sentimiento y quimera frente a cruda realidad ya conocida. Gran parte de los
griegos, parece que la mayoría, cree a Syriza cuando le dice que Grecia no puede estar peor y
que hay que atreverse de una vez por todas a romper la baraja. En el otro lado
están quienes están seguros de que Grecia puede estar mucho peor y están
convencidos de que lo estará muy pronto si gobierna Syriza.
No debe extrañar, dados estos dramáticos años y la cultura
política griega, que los primeros parezcan ser más. Claro está que todas las
encuestas otorgan la victoria a la organización de Tsipras, con lo que, salvo
una gran sorpresa con la victoria de Samarás, el lunes
ya Europa amanecería con un poder griego que se niega a cumplir sus
obligaciones y compromisos incluidos en los
paquetes de rescate. Frente a las opciones regulares de salir de la crisis, que
han producido con mayores o menores sacrificios unos resultados positivos en
Portugal e Irlanda, se produciría en Grecia la primera revuelta general contra
la política de reformas y estabilidad en Europa. El desacato anunciado es por
tanto un desafío general tanto contra los acuerdos y los términos del rescate
griego como contra la política general de la UE. Y sería además una revuelta
marcada por unos líderes comunistas en su mayor parte, partidarios de la salida
de Grecia de la OTAN, de la renacionalización de los recursos y el
intervencionismo masivo. De los resultados de hoy, de ganar Syriza y no
traicionar sus dirigentes de inmediato todas sus promesas, surge el mayor
desafío al sistema de libre mercado y por tanto de las libertades que se
produce en el seno de la Unión Europea desde su existencia. Nunca ha ganado
unas elecciones generales en un país miembro un partido que se opusiera tan
abiertamente a los postulados de la Unión. Syriza proclama ser la solución
pionera para toda Europa. Y señala a España como el siguiente país que se unirá
a su ofensiva para romper «la Europa del capital». Pero ante todo se dice la
solución para Grecia. Otros lo ven como la consumación
de la tragedia.
Habrá que esperar poco después del cierre de los colegios
electorales a las siete de la tarde hora griega (18.00 hora española). Los
recuentos son rápidos en Grecia, aunque solo sea por experiencia, bromean
tristemente los griegos con la acumulación de elecciones. Hubo generales en
2012. Y en 2009. Parece una eternidad. Entonces el resultado fue abrumador para
un partido del que casi ni se habla hoy, el partido socialista (PASOK). Sacó
una abrumadora mayoría absoluta de 170 diputados. Un año más tarde, ante la
situación financiera y con una devastadora herencia de cuentas falsas que le
había legado la derecha, su jefe Yorgos Papandreu tuvo que pedir socorro al FMI
para evitar la quiebra. En noviembre dimitía, después de haber cesado a la
cúpula militar por temor a un golpe de Estado. Porque se olvida, pero también
fue en Grecia el único país de la Unión Europea donde hubo ruido de sables en
plena desesperación nacional de aquellos días dramáticos del otoño de 2011. Hoy
Papandreu, fuera del Pasok ha intentado a última hora con un pequeño partido
asomar la cabeza al Parlamento. Parece abocado también a este fracaso esta
trágica figura de la larga dinastía de políticos y gobernantes.
La
debacle socialista
El Partido Socialista que marcó la vida griega como ninguno
y tenía hace seis años una abrumadora mayoría absoluta en el Parlamento, hoy
luchará por acceder al mismo y las encuestas le dan un 4%, justo un punto por
encima del mínimo requerido. Su líder actual Evangelos Venizelos, intentará
tener algo que decir si Syriza no alcanza la mayoría absoluta. El tercer puesto
después de los dos grandes oponentes, se lo
disputan dos partidos bien distintos. Uno es «El Río» (To Potami) un
partido de centro izquierda, fundado por un popular periodista, Stavros Theodorakis
y según las malas lenguas por algunos oligarcas, entre ellos el dueño de la
cadena Mega en la que trabaja. Tiene aspecto este nuevo partido de haber
surgido con vocación de bisagra para ayudar al vencedor. En todo caso, todos
coinciden en que puede jugar un papel moderador. Aunque también advierten
algunos observadores de que To Potami puede convertirse en el socio/pretexto
para Syriza. Con este socio Tspiras siempre tendrá un pretexto frente a los
propios para explicar por qué no cumple lo prometido que por supuesto jamás
podrá cumplir. De ahí que muchos ya resignados adversarios de Syriza,
convencidos de que un gobierno de la ultraizquierda acabará en catástrofe,
prefieren que Tsipras tenga mayoría absoluta para que todo suceda lo antes
posible y sin poder profundizar demasiado en el daño. Ideológicamente To Potami
también podría aliarse con Samarás, quizá incluso más cómodamente, pero todo
indica que la aritmética no dará esa posibilidad. Pero también puede ser
tercera fuerza más votada el partido nazi Amanecer Dorado, que a la vista de
las encuestas y ante la previsible derrota de Samarás mantiene la cohesión pese
a tener a media dirección, incluido su secretario general, en prisión. En la
peor tradición de los partidos extremistas balcánicos, Amanecer
Dorado, es una respuesta radical y violenta contra la inmigración, contra
Europa y contra casi todos. Con muchos vínculos al submundo. Menos cierto
parece ser esa leyenda de que son producto artificial de los navieros y otros
magnates. Cierto que el submundo siempre se utilizó para ataques a los
sindicatos en el Pireo. Pero también lo es que los magnates griegos han pagado
siempre a casi todos los partidos. Y que el extremismo de derecha, sin tanto
éxito como el de izquierda en los países pobres, ha encontrado una posición
estable en el espectro político griego. También entrarán en el Parlamento.
AFP
Con que Syriza cumpla unos cuantos puntos de su campaña para
tomar el poder, todos han de contar con serios quebraderos de cabeza. Y más aún
que los acreedores posiblemente el propio vencedor, que sentirá muy pronto la
presión de la calle en exigencia de que cumpla lo imposible prometido.
Porque al tiempo que anuncia su negativa a cumplir dichas obligaciones con la
Troika que vigila el cumplimiento de los acuerdos con UE, FMI y Comisión, el
partido que se presenta ya como virtual ganador ha prometido al electorado
griego un aluvión de medidas sociales de inmenso coste. Este regalo electoral
va desde la electricidad gratuita a un
rápido incremento del empleo público, subvenciones directas, eliminación de
impuestos y un sinfín de mejoras todas a costa del erario. Para nada de todo
ello hay dinero en unas arcas que tienen ya en marzo pendientes pagos que
probablemente no puedan cumplirse. En todo caso, el plan de Syriza necesita de
forma angustiosa el dinero de los acreedores a los que según ya ha anunciado va
a poner ante hechos consumados. Y se remitirá a la legitimidad del poder
popular que hoy le otorguen los griegos. Desde las capitales europeas y
Bruselas llega en pasados días y semanas en forma de letanía el mensaje de que
se respeta mucho a los votantes griegos y que se espera con interés y afecto a
que elijan a su nuevo Gobierno para que éste, sea cual sea, cumpla
estrictamente sus obligaciones. Para seguir con una política de reformas que
avanza aunque lentamente y ya ofrece indicios de primeros resultados en este
pasado año. Que el primer ministro Samarás no tenga ya la credibilidad
necesaria para captar el voto de una mayoría no significa que estos avances no
se hayan producido. El problema está en que si gana Syriza lo hace ante todo con
la bandera electoral de la paralización y reversión de las reformas cuyo
cumplimiento exige Bruselas, Washington y los socios de Grecia en el euro.
Socios que han invertido nada menos que 240.000 millones de euros en evitar que
suspendiera pagos este país cuando tenía vedado todo acceso a los mercados
internacionales.
Cambio
de régimen
Lo que está en juego por tanto en estos comicios, tras seis
años de crisis dramática, una vertiginosa pauperización de la sociedad y
polarización extrema, es el planteamiento global del futuro de la sociedad
griega y su relación con la Unión Europea de la que es miembro. Las dos
principales ofertas electorales parten de posiciones opuestas y no compatibles.
El primer ministro y su partido Nueva Democracia han pedido, hasta la
extenuación y con cada vez peor resultado según transcurría la campaña, tiempo
para que cuajen las reformas. Pero
todo indica en estas pasadas semanas que ya no lo tienen. Y que
definitivamente ha llegado la hora de quienes quieren utilizar la inmensa
presión generada en la crisis para un cambio de régimen. En abierto desafío a
la UE. Por mucho que algunos líderes de Syriza hagan ahora cálculos de
moderación posterior, lo cierto es que han prometido y se les ha creído, contra
toda lógica, que van a imponer a la UE sus condiciones como acreedores que no
cumplen pero exigen nuevos pagos. No solo desde Alemania se ha advertido contra
esa deriva hacia el abierto chantaje a la UE en la creencia, muy extendida en
Grecia, de que «ni Merkel ni Europa tienen agallas para echar a Grecia del
euro». Toda la izquierda griega ha interiorizado el mensaje de que Alemania y
la UE los explota y por lo tanto no dejará que el negocio griego se vaya. Es
absolutamente inútil insistir en que esto es un absoluto disparate. Como lo es
subrayar el hecho de que hoy hay cada vez más europeos partidarios de
aprovechar este chantaje griego para mostrarle la puerta. Aun se muestran todos
muy conciliadores pero los líderes europeos, ante todo la canciller alemana,
tienen a su lado crecientes fuerzas políticas euroescépticas y ante todo una
población nada dispuesta a pagar de nuevo y hacerlo con la sensación de ser
extorsionada.
Pese a las advertencias de Samarás de que la aventura de
Syriza llevará a Grecia a la salida de la UE, al aislamiento y a la ruina,
cuando no al enfrentamiento civil y a la creación de un régimen no democrático
y anacrónico, en Grecia no hay la conciencia que existe en España de ese vínculo
de su proyecto izquierdista con el socialismo del siglo XXI de la Venezuela del
chavismo y la Cuba totalitaria irredenta. Pero esa
sería por supuesto la dirección que querría tomar un Syriza. Su cúpula,
compuesta por comunistas, sindicalistas y algún intelectual, todos de vocación
virulentamente antioccidental y anticapitalista, todos con trayectoria
profesional exclusivamente dependiente del Estado, tienen una vocación
perfectamente incompatible con el sistema capitalista de libertades que la UE tiene
y defiende. No faltan por supuesto los elementos frikis. Le hizo mucha gracia
al sesudo diario alemán «Frankfurter Allgemeine» la candidata de Syriza, Rachil
Makri, que proclamó en serio su propuesta de que el día después de la victoria,
Syriza debía ordenar al Banco Nacional de Grecia que imprimiera 100.000
millones de euros para pagar la deuda. Nadie le advirtió de que la deuda es muy
superior a esa cifra. Ni de que, ya puestos, se podía imprimir hasta que
sobrara. Los auténticos responsables económicos de Syriza son otros y a su
cabeza está Giannis Dragasakis, el comunista de vieja escuela que aún en los
noventa era del comité central del KKE, un partido tan paleocomunista que desde
la muerte de Stalin siempre fue más ortodoxo que el propio PCUS de la URSS. Se
fue con la escisión menos fósil a la coalición de izquierdas SYN y a Syriza.
También Gianis Varoufakis, un matemático izquierdista que hizo fortuna con sus
especulaciones económicas glamourosas por universidades anglosajonas.
Comunistas reformados y profesionales de la antiglobalización serán, en caso de
que Syriza gane, los encargados de presentar a Bruselas sus planes. No lo
tendrán fácil. Una oferta de socialismo venezolano con desmantelamiento
unilateral de los acuerdos del rescate no parece la mejor forma de afrontar un
futuro común. Hará falta mucho realismo y traición a su electorado para que un
Gobierno de Syriza no acabe trayendo lo que muchos temen, el caos y la salida
de la Unión Europea. No se sabe por qué orden.
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Varias familias en un comedor de Cáritas en Atenas
UN LÍDER CANSADO Y DISPUESTO A DAR OTRA BATALLA
Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Atenas
ABC Domingo, 25.01.15
Grecia se juega su futuro en Europa
Los protagonistas
ANDONIS SAMARÁS Primer Ministro de Grecia
Andónis Samarás, 63 años, está agotado y se le nota. Ha
perdido casi totalmente la visión en un ojo y no tiene voz. Lleva presidiendo
un gobierno de coalición con los socialistas desde el 20 de junio del 2012, y
ha conseguido con grandes dificultades aprobar una parte de las reformas y
ajustes imprescindibles para asegurar el futuro del Estado griego.
Su trayectoria política es muy dilatada. Nacido en una
familia de la alta burguesía griega, estudió Economía en Estados Unidos y se
convirtió a los 26 años en el diputado conservador más joven del Parlamento.
Ambicioso y trabajador, fue varias veces ministro en gobiernos de Nueva
Democracia y uno de Coalición Nacional. Pero traicionó con su dimisión a
Constantinos Mitsotakis e hizo caer su gobierno en 1992. Fundó su propio
partido, Primavera Política, que finalmente fracasó años mas tarde. Volvió a
ND, fue eurodiputado y ministro de Cultura en el último gobierno de Costas
Karamanlis. Nombrado presidente de su partido, se opuso a los primeros
recortes, pero tuvo que firmar un documento con la UE y el FMI,
comprometiéndose a conseguir las metas del programa de la troika, aunque no
estaba de acuerdo con su política económica. Formó parte con los socialistas
del gobierno de transición del banquero Papadimos. Ganó las dos elecciones de
2012 y desde entonces ha seguido reformando a la fuerza muchas partes del
anquilosado aparato estatal griego. Salvó el país de la quiebra y evitó la
salida de la Eurozona, pero son logros que ahora se antojan lejanos: los
griegos le critican porque viven peor. Y él es el que mejor sabe los peligros a
los que se enfrenta un país gobernado por los radicales.
Los electores no lo colocan en el número uno de sus
preferencias porque su gobierno ha aprobado medidas duras, a veces injustas y
no siempre aplicadas. Pero él está dispuesto a dar otra batalla. Las elecciones
se celebran al no haber sido elegido su candidato para la presidencia del país,
aunque la mayoría de los ciudadanos no quería el adelanto electoral.
EL AZOTE DE BRUSELAS ASEGURA QUE QUIERE SEGUIR EN EUROPA
Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Atenas
ABC Domingo, 25.01.15
Grecia se juega su futuro en Europa
Los protagonistas
ALEXIS TSÍPRAS Líder de SYRIZA
Alexis Tsipras, 40 años, está contando las horas para llegar
al Gobierno. Lleva dos años pidiendo elecciones anticipadas y las tiene ahora
por obra y gracia de Samarás. Ingeniero de profesión, se dedica a la
política desde que fue elegido concejal del Ayuntamiento de Atenas en el año
2006. Pero desde su adolescencia mantiene una intensa actividad política,
primero en las ocupaciones de su instituto, luego como miembro de la juventud
comunista en la universidad y después en la Coalición de la Izquierda (SYN). En
el 2008 consiguió ser elegido presidente de dicha coalición y por vez primera
diputado en las elecciones generales de 2009, obteniendo su partido el quinto
puesto con 4,60 por ciento de los votos y 13 diputados.
El año siguiente fue elegido vicepresidente del partido de
la Izquierda Europea. En las elecciones del 2012 su partido había crecido como
la espuma: en mayo obtuvo 16,78 por ciento y 52 votos y en junio, nada menos
que 26,89 por ciento y 71 diputados. Desde entonces ha llevado a cabo una
política de oposición persistente, criticando todas las reformas y medidas de
austeridad, partidario de un Estado poderoso como eje de la economía y del
crecimiento del país. En julio del 2013 fue elegido presidente de la Coalición
de la Izquierda Radical Syriza y en diciembre de ese año candidato a la
Comisión Europea por el Partido de la Izquierda Europea. En las elecciones
europeas de mayo del 2014, su partido venció con el 26,58 por ciento de los votos
y seis eurodiputados. Su tenacidad, su sonrisa y su juventud ha conquistado a
parte del electorado socialista y a muchos griegos más que creen en su programa
electoral: esperanza, ayuda material para los desfavorecidos, desarrollo
gracias a inversiones estatales, más puestos de trabajo estatales, más
nacionalizaciones.
No está claro cómo se financiará todo este
programa, pero ha tranquilizado a su electorado diciendo que quiere permanecer
en Europa y evitar unas segundas elecciones generales.
LOS CASTIGADOS POR LA CRISIS EN GRECIA SE CONJURAN PARA DAR EL PODER A SYRIZA
Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Atenas
ABC Sábado, 24.01.15
La extrema izquierda no deja de subir en las encuestas
preelectorales, con la duda de si obtendrá mayoría absoluta
Pasok
El viejo partido socialista naufraga
La
sociedad helena se distancia de la opción del conservador Samarás, la de la
lenta recuperación por el sacrificio
REUTERS El conservador Antonis Samarás, ayer en su cierre de campaña
Parece que no. Que
los griegos no van a escuchar al primer ministro Antonis Samarás. Lo que pide
es demasiado en estos momentos de emociones movilizadas y agravios desplegados.
Pide perseverar por el camino del acuerdo con la UE y los organismos
internacionales para salir de la crisis. Por un camino que de hecho ha tenido
ya efectos positivos que se reconocen. Pero todo indica que no tiene una
mayoría que le escuche. Ahora que intenta batallar con llamamientos a la
racionalidad, este político conservador, tantas veces errado por su soberbia y
sus maniobras, ya no tiene poder de convicción suficiente para evitar lo que él
anuncia como una catástrofe que «dejará Grecia en ruinas»: la victoria de su
adversario, el ultraizquierdista Alexis Tsipras. No es solo la falta de
credibilidad que pueda tener el político Samarás. Es la opción de la lenta
recuperación por el trabajo y el sacrificio y el acuerdo con los acreedores y
aceptación de los compromisos la que es rotundamente perdedora en Grecia en la
opinión pública. Y salvo milagro lo será también en las urnas mañana. El primer
ministro es ya perdedor en todas las encuestas, en algunas a mucha diferencia
de una ultraizquierda de Syriza, que ya se beneficia de ese fenómeno tan
mediterráneo de la ayuda al vencedor y sube rápido en las últimas encuestas. La
única duda que se baraja está en si le bastará o no a Syriza este sprint final
para la mayoría absoluta.
Ayer Samarás
intentaba aún animar a sus incondicionales en el mitin de final de campaña. «No
se va a producir el accidente Tsipras. No vamos a permitir que nos hagan volver
al pasado», se esforzaba por convencer a miles de seguidores de su partido
Nueva Democracia, que agitaban banderas griegas y del partido. Su ronquera ayer
en el estadio olímpico de TaekWonDo en Faliro, no lejos del Pireo, era un
síntoma de agotamiento más, como la cara cansada y la falta de densidad entre
los seguidores que seguían el mitin desde la pista del estadio. Sí habían
logrado llenar, mal que bien, el pequeño estadio olímpico de artes marciales. Y
cierto que lo jaleaban sus seguidores como si aun creyeran en la victoria. Peor
está por supuesto el viejo partido socialista, el Pasok, símbolo ya del
naufragio, que de una abrumadora mayoría absoluta en 2009 ha pasado a un 5% en
las encuestas.
La hora de los
ofendidos
Se impone la certeza
de que ha llegado la hora estelar de los ofendidos. Los indignados movidos por
la rabia que su situación genera han hecho imposible cualquier debate racional
sobre los pros y contras de las opciones políticas que se presentan. La
polarización es extrema entre los que están convencidos de que no pueden estar
peor y quienes creen que aquellos conseguirán generalizar un infierno en Grecia
aún no conocido. Pero hoy parece evidente que son mayoría los griegos que se
han decidido a seguir la senda que se antoja más fácil. Porque el saco de
promesas de Syriza está lleno y nadie pregunta por los costos. Desde el primer
día que mande Tsipras y su grupo de comunistas y sindicalistas que siempre
vivieron del Estado, las mayores injusticias quedarán corregidas según
anuncian. Por pura bondad aplicada con los recursos del Estado. Las familias
hambrientas dejarán de estarlo, los acosados por los bancos tendrán una tregua
y diversos impuestos desaparecerán sin sustitutos. Y los griegos recuperarán su
soberanía porque los «hombres de negro» de la troika que vigila el cumplimiento
de los acuerdos del rescate por parte de UE y FMI serán pocos menos que
expulsados como la Wehrmacht en su día.
Tanta solución inmediata para problemas concretos será poco
menos que gratis. Porque Tsipras asegura que no habrá problemas con los
acreedores ni con la UE, que lleva invertidos en este pequeño
país 240.000 millones. Gracias a los cuales los griegos han cobrado sus
salarios y los hospitales han abierto y los trenes y autobuses se han movido.
Porque en los
mercados internacionales Grecia solo habría podido llorar su suerte con nulo
resultado. Pero los griegos, desde la posguerra bajo una aplastante hegemonía
cultural de la izquierda, tienen tan interiorizado el victimismo y la
subcultura del lamento y la culpa ajena, que existe casi consenso en que en
Grecia no es culpable nadie más que unos políticos y una docena de magnates. Y
nadie asume la cultura del abuso y el engaño como parte del problema. Nadie
sabe qué hará Tsipras cuando gobierne y no pueda hablar de otra cosa ante las
advertencias de que tiene que cumplir en su totalidad con los compromisos,
entre ellos pagos de la deuda en julio y agosto y cumplir las condiciones para
la continuidad de la financiación. Él promete a sus electores algo que está en
directa colisión con las exigencias a Grecia. Pero esta contradicción no le ha
irritado en ningún momento. El fenómeno sin precedentes de esta tragedia griega
está en que la crisis del euro hizo caer los servicios, las condiciones y las
expectativas de Grecia desde los niveles de país occidental que se había
mantenido artificial y tramposamente en la UE a los del país balcánico que es.
Y ha sucedido con brutalidad. Con crueldad incluso. Ninguna sociedad europea en
los últimos 70 años ha visto hundirse su PIB en un 25%. Así, la austeridad es
percibida no como una corrección a sus pasados excesos, sino una imposición
cruel y explotadora de poderes extranjeros, la odiada Alemania a la cabeza.
Pauperización
general
Sumada a
la pauperización general de las clases populares y medias y la indignación de
la ciudadanía contra los bancos y la clase políticos han convertido en estrella
a una extrema izquierda con rostro nuevo dirigido por comunistas de vieja
escuela. Nadie sabe cuál va a ser el resultado de esta extravagancia histórica
cuajada en 2014, cien años después del hundimiento del viejo orden en la
Primera Guerra Mundial. Una oleada de resentimiento popular generada por la
desigualdad entre las economías incluidas más o menos erróneamente en una única
moneda, se ha convertido en creíble amenaza de la primera salida de un miembro
de la UE. Con un posible emulador en España. Con consecuencias imprevisibles.