SIN CAMBIO NO HAY SALIDA
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 29.04.16
España tiene hoy la izquierda más primitiva de Europa
LA hegemonía
ideológica de la izquierda en los medios españoles ha alcanzado una
contundencia con la que todos sus muchos beneficiarios se pueden ya permitir
todo. Nada les está vetado. Desde declarar culpables a meros acusados y
perpetrar permanentemente el «asesinato civil» hasta exonerar y proteger a
delincuentes o promover políticamente a terroristas, todo es ya posible en los
medios izquierdistas en España. Después de cuatro años de mayoría absoluta del
Partido Popular, el poder ideológico izquierdista ha logrado su máximo control
sobre el discurso, las prioridades y la agenda en la política nacional. Con muy
pocas excepciones de obstinada resistencia como es este diario, los medios en
radio, televisión, prensa y digitales, incluidos los públicos nacionales, se
guían por la agenda de contenidos y directrices de una especie de triunvirato
que, en solo aparente paradoja, forman el duopolio televisivo privado, el
gobierno de España y toda la inmensa caterva de jenízaros mejor o peor pagados
de la nueva izquierda comunista.
Bajo el aznarismo
fracasaron los últimos intentos de crear un grupo mediático de la derecha
liberal, libre de condicionamientos y complejos ante la supremacía del
izquierdismo cultural. De ese grotesco anacronismo que pesa como una losa sobre
el desarrollo de la cultura política en España y ha impedido una sociedad
libre, madura y exigente de responsabilidad. Llevado por Zapatero hasta un
guerracivilismo obsesivo, ha liquidado con aterradora eficacia todos los
avances de la reconciliación nacional durante la transición y hecho un infinito
daño a la convivencia. Pero además han impuesto unos tabúes –desde la exigencia
de la verdad del 11-M hasta la aplicación de los recursos lícitos para poner
fin al golpe de Estado permanente en Cataluña– que, una vez acatados por el PP,
han impedido toda corrección eficaz de la deriva política, territorial y
cultural de España. El PP renunció a romper ese monopolio del discurso político
de alta toxicidad. La dirección del partido o parte fundamental del mismo
decidió por el contrario incorporarse al monopolio para fortalecerlo y cultivar
desde dentro sus particulares agendas políticas. No es un consuelo saber que,
si logran sus objetivos las fuerzas izquierdistas y separatistas marginarán y
destruirán la influencia y los intereses de quienes tan útiles les han sido
desde posiciones políticas distantes y supuestamente opuestas. Dado el daño que
hacen a toda posibilidad de cambiar de rumbo y sacar a España de su peligro
existencial, poca confianza merecen quienes, después de acceder a cargos con
los votos de un electorado movilizado por un discurso nacional, integrador y
liberal, han demostrado que jamás tuvieron intención de aplicarlo. Y además
combaten implacablemente los tímidos intentos dentro y fuera de su partido de
pedir lealtad y compromiso a la palabra dada. Como de llevar a cabo una
regeneración que ha de suponer por fuerza la desaparición de los protagonistas
de esta pasada etapa. Algunos intentan volver a engañarnos con las nuevas
elecciones y una legislatura normalizada que es imposible sin dicha
regeneración. España tiene hoy, gracias a la involución guerracivilista que ha cuajado
en la juventud, la izquierda más primitiva, resentida y antimoderna de Europa.
Tras quince años de bombardeo ideológico revanchista, no alimenta idea más
fuerte que la emulación del Frente Popular de la Guerra Civil con todo su
proyecto totalitario. La fuerza y la inercia de la supremacía cultural
izquierdista son hoy tales que cualquier imponderable puede dar a esas fuerzas
una mayoría que hundiría a España para generaciones. Ese peligro colosal no lo
puede conjugar una dirección de la derecha prisionera de mezquindades y
mentiras del pasado reciente. Aunque logre transitoriamente precarios
equilibrios para mayorías. Urge por ello el cambio para la supervivencia. No
solo de una opción conservadora, liberal y civilizada. De la propia democracia.
DIE GLIENICKER BRÜCKE
Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 26.04.16
MONTECASSINO
Cabe esperar que en este desolador panorama de la confusión
los europeos sepan encontrar el retorno a la defensa de la verdad y la ley,
único dique frente a la barbarie
STEVEN
Spielberg ha estrenado hace poco una película llamada «El puente de los
espías», con una trama de espías de la Guerra Fría. Y su título es una
referencia al puente Glienicker que cruza el río Havel y une la ciudad de
Potsdam con la gran isla del parque y el palacio Glienicker, no lejos del
Palacio de Cecilienhof en Potsdam, donde se celebró la Conferencia de los tres
aliados vencedores en 1945, Stalin, Churchill y Truman tomando posesión del mar
de escombros que era Alemania. Siempre me emocionaron los escenarios del drama.
He sentido desde joven la historia europea del siglo XX como algo parecido a
una patria sentimental. El efervescente principio del siglo cultural que
siempre me lleva a Viena, la gran guerra, el hundimiento del viejo orden y los imperios,
el surgimiento de comunismo, nazismo y fascismo como ideologías redentoras, la
segunda guerra, los abismos del mal del Holocausto, las democracias, sus
triunfos, las tiranías y la guerra fría son parte del mundo que he vivido
siempre con emoción desde el después. Suele decirse que el XX fue un siglo
breve de tres cuartos o 75 años. Que comenzó el día de san Vito, 28 de junio de
1914, en Sarajevo y culminó el 9 de noviembre de 1989, caída del Muro de
Berlín. Por lo que fui inmensamente afortunado entonces –y feliz ahora que lo
evoco– de poder presenciar sobre el terreno de la Europa cautiva los estertores
de la Guerra Fría en la década de los ochenta. Que comenzó con el fin de la
resignación y la pujanza de la fe y la libertad en Polonia. E hizo que pronto
cayera como un castillo de naipes todo el imperio soviético conquistado por el
Ejército Rojo en 1945.
En aquella década que viví entre Viena, Bonn y Varsovia
recorrí sin parar la región epicentro de la inmensa tragedia. En todos estaba
la historia a flor de piel. No había cotidianidad vital que lograra distraer.
Ni prosperidad que evitara recordarla. Fui testigo de los últimos capítulos de
aquella larga historia de la Europa en llamas, horror, escombros, humos
humanos, terror y tiranía. 1914-1989. Tocaba a su fin ya casi la Guerra Fría
cuando aquel helador 11 de febrero de 1986 pude asistir en el Glienicker Brücke
al último gran canje de prisioneros de la Guerra Fría. Había entre los
liberados por EE.UU., además de espías menores, uno de peso, Karel Koecher, un
agente checoslovaco del STB que, con una lograda leyenda de supuesto perseguido
y exiliado en 1965 a EE.UU., penetró las entrañas de la CIA. La URSS liberaba a
unos espías, pero sobre todo a un hombre, Nathan Sharanski, que ya era un héroe
para el mundo libre. Ahí estaba expuesta la superioridad de la idea vencedora,
la verdad, el sacrificio y la resistencia a la mentira de Sharanski frente al
engaño del soldado de la tiranía que era Koecher. Allí estaba el abismo moral
entre las dos fuerzas que se enfrentaban en el Telón de Acero. Treinta años se
han cumplido ahora y el prestigio de la democracia se ha marchitado a una
velocidad que asusta. La mentira es ahora el arma llamada corrección política
en manos de unos demócratas paralizados que no se atreven a decir verdades. El
continente que entonces se fundía está a punto de saltar hecho añicos, por
falta de valor y verdad de los gobiernos ante sus pueblos. La cobardía y la
mentira hacen resurgir y nutren los viejos proyectos totalitarios y los
resentimientos y las debilidades y la amenaza exterior. Solo cabe esperar que
en este desolador panorama de la confusión los europeos sepan encontrar el
retorno a la defensa de la verdad y la ley, único dique frente a la barbarie.
LA INJERENCIA ABSOLUTA
Por HERMANN TERTSCH
ABC Sábado, 23.04.16
Obama ha advertido de que Washington no solo desaprueba el
Brexit, sino que está decidido a castigarlo
El presidente Barack
Obama ha venido a Europa a ver a sus almas gemelas del final de su mandato que
son David Cameron y Angela Merkel. Llega decidido a ayudar a ambos, que se han
metido en serios problemas. Cameron se enfrenta a un referéndum en el que se
juega pasar a la historia como el líder del primer país que rompe con la Unión
Europea. Y Merkel sufre las consecuencias con una política de refugiados que ha
generado una crisis que ya es una amenaza directa a la cohesión europea. En
Londres, Obama no ha pecado de timidez al intervenir en el debate nacional
británico ante el referéndum del 23 de junio sobre la permanencia o no del
Reino Unido en la Unión Europea. Su injerencia en la campaña ha sido tan clara,
muchos han dicho que brutal e impertinente, que ha generado mares de
indignación entre los antieuropeístas. Ha hecho incluso perder los nervios al
alcalde de Londres y líder del Brexit, Boris Johnson, que ha farfullado una
arrogancia más propia de sus círculos upper clasistas como estudiante que de un
político adulto. Johnson aludió al origen keniano de Obama como origen de su supuesta
fobia antibritánica.
Obama no dejó duda de
que su principal objetivo en Londres, además de comer con la Reina Isabel para
celebrar su 90 cumpleaños, era hacer campaña masiva contra el Brexit ante un
referéndum cuyo resultado no está ni mucho menos claro. Y lo ha hecho con una
descarnada advertencia de que Washington no solo desaprueba el Brexit, sino que
está decidido a castigarlo y advirtió que no habrá trato especial para un
acuerdo comercial preferencial con EE.UU. en caso de salida de la UE. Despreciando
la relación especial histórica a la que aludían los antieuropeístas para ello.
El atropello tiene su riesgo. Porque habrá británicos que se decidan por el
Brexit contra Obama. Pero también es cierto que por primera vez, con esta
injerencia, les llueven a los británicos los argumentos sólidos y racionales
que desaconsejan salirse de un club en el que apenas sufren los inconvenientes
y gozan de todas las ventajas.
EL MIEDO MIENTE, LA MENTIRA DEVORA
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 22.04.16
Los gobiernos europeos parecen creer que la islamofobia se
combate vetando la verdad por ser peligrosamente islamófoba
EL ministro belga del
Interior, el nacionalista flamenco Jan Jambon, se ha tenido que defender de un
gravísimo delito y pecado, ahora que el juicio moral vuelve a tener una
vigencia que no se había alcanzado en Europa desde la Ginebra de Calvino.
Jambon ha sido puesto en la picota por lo peor que se puede ser hoy en día en
nuestro continente, la suprema herejía, lo único que no tiene excusa y que hace
merecedor de todos los castigos, males y desprecios: la islamofobia. Los
terroristas yihadistas siempre cuentan con atenuantes, por sanguinarios que
sean, por bárbaras y crueles que hayan sido sus matanzas. Si son de Oriente
Medio, porque allí la vida es muy dura. Si son de Europa, porque su vida aquí
muy dura. Lo cierto es que el atractivo de esta vida europea tan dura es
grande. Algunos países han logrado hacer tan apetecible la existencia
parasitaria en el frío norte que son de facto aliados de los traficantes que
seducen a tantos a pagar grandes sumas para el viaje y arriesgar la vida. «Allá
adonde te llevamos, te pagan por no trabajar y te pagan por cada hijo que tus
mujeres paran». Es una oferta difícil de rechazar.
Claro que es un caso
extremo el del matrimonio afgano en Viena cuya solicitud para una inseminación
artificial ha levantado ampollas en el Hospital General de Viena. No porque
sean allí crueles como para negarle ese gasto y así la paternidad y maternidad
a la pobre pareja. Sino por el hecho de que sería su décimo hijo. Ya tienen
nueve, por los que cobran al mes 5.682 euros, además de la asistencia social
propia. Cuando se ahorra en calefacción en las residencias de ancianos. Nadie
se atreve a quejarse, por miedo a la omnipresente acusación: islamofobia. El
ministro belga había dicho que parte de la comunidad musulmana belga celebró
con bailes los atentados en el aeropuerto de Bruselas. Le han hecho rectificar
y ha tenido que reconocer que no vio a todos los miembros de la comunidad
islámica de 600.000 miembros bailando de alegría al saber del baño de sangre.
Como un Galileo, se resignó a aceptar la amonestación, pero añadió su especial
«eppur si baila». Policía y servicios de información le habían pasado
abundantes testimonios de que sí se bailó de alegría y de odio. Aunque parte de
la sociedad no quiera saberla y las autoridades europeas la combatan, la verdad
existe y es terca. El miedo no deja de mentir. Y la mentira nos deja inermes.
La doctrina imperante
en la Europa de la corrección política establece ya que los europeos son
responsables de la felicidad y el bienestar de todos los musulmanes que ya
viven en Europa y de todos los que quieran venir. Por eso se les permite
arrollar y violar fronteras, desobedecer a policías y ejércitos, despreciar
soberanía y leyes de esos países que cruzan para llegar al sistema de vida del
matrimonio afgano. Los gobiernos europeos parecen creer que la islamofobia se
combate vetando la verdad por ser peligrosamente islamófoba. Que por eso hay
que ocultar las estadísticas de delitos, desde robos a violaciones, el clima de
miedo y terror en barrios y ciudades y la realidad sobre esta inmigración que
cambia la vida de naciones enteras. Pretenden que los llegados vienen a
integrarse en una sociedad abierta, plural occidental. Muy pocos son así. Los
demás vienen, con toda su buena fe, su intensa fe, a vivir el islam y
extenderlo y obedecer al Corán y vencer a los infieles cuando haya que hacerlo.
Vienen a islamizar Europa y dan gracias a Alá por las buenas condiciones que
les damos para ello.
DE LA SUMISIÓN AL SUICIDIO
Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 19.04.16
Así es el actual liderazgo en Europa: Débil hasta la más
obscena y vergonzante sumisión ante la fuerza exterior
TIENE el solemne
cargo de Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y
Política de Seguridad la joven italiana Federica Mogherini, pero hace dos días
en su visita a Irán se había tapado tanto a la hora de vestirse, con tanta
obsequiosidad y obediencia a los hábitos de sumisión femenina del islamismo, que
parecía un ridículo cortinaje con cara. Las mujeres persas, que desde hace 40
años sufren la implacable dictadura de los clérigos, han ganado con osadía y
obstinación y muchas veces castigo, centímetro a centímetro, cotas de
exposición física de rostro y pelo. En su lucha por la libertad y dignidad. Y
llega a Teherán la máxima representante de la Europa supuestamente libre y se
cubre más que una esclava sexual en venta en alguna provincia del Yemen.
Mogherini es la representante perfecta de una Europa vergonzante y cobarde que
no se atreve ya a creer en nada por miedo a tener que defenderlo. En Cuba, en
plena oleada de detenciones y miserables actos de repudios contra disidentes,
Mogherini se declaraba feliz de lo fantástico que era todo allí.
Mientras la italiana
aparecía sumisa en Teherán, la alemana Angela Merkel anunciaba que daba luz
verde a un proceso judicial contra el humorista Jan Böhmermann por injurias a
un jefe del Estado. Este es Recep Tayyip Erdogan, el presidente islamista de
Turquía, que lleva muchos años dedicado a transformar la democracia turca en un
régimen autocrático. Ahora que lo ha conseguido y que tiene pudriéndose en la
cárcel a periodistas, humoristas, intelectuales y políticos opositores, le ha
tocado a Erdogan la lotería con la señora Merkel. Y se puede permitir la
censura fuera de casa. Porque la insensatez de la canciller alemana, con su
política de demagogia sentimental en otoño pasado, ha llevado a Europa a una
postración absoluta ante el presidente turco. Erdogan tiene ahora en su mano
dosificar la llegada de refugiados y el chantaje permanente. Como también
Vladimir Putin, instalado en Siria gracias a Barack Obama, ese perfecto caballo
de Troya para la seguridad occidental que hemos padecido ocho años. En sus
manos está provocar o impedir oleadas de refugiados capaces de desestabilizar
Europa y sembrar el caos. Ya han cambiado las formas de vida en partes de
Alemania y Suecia. Sin que nadie consultara a sus habitantes. Y que no
protesten. Porque se les tacha de xenófobos, racistas y nazis por medios
monopolizados por la corrección política.
Así es el actual liderazgo en Europa: Débil hasta la más
obscena y vergonzante sumisión ante la fuerza exterior y con puño de hierro
para cualquiera que critique de forma fundamental la deriva general que han
llevado a un estado general de zozobra, incertidumbre y miedo. La crisis de los
refugiados y su solución sentenciarán el futuro de la UE. Una de las escasas
dosis de racionalidad en el discurso la aporta el filósofo alemán Peter Sloterdijk
al advertir que los Estados que no controlen sus fronteras corren el peligro de
ser Estados fracasados. Advierte Sloterdijk que hay que preparar a Europa para
momentos duros porque se hará necesario defender la soberanía y las fronteras
de los estados europeos cuando lleguen las oleadas no ya de Siria sino de
África y en toda su intensidad. Sloterdijk que procede de la izquierda, se
declara defensor del estado nacional y de medidas racionales de protección de
nuestra sociedad. Preguntarán algunos cuánto habrá que esperar para que la
nueva inquisición de la corrección política tache de ultraderechista a
Sloterdijk. Nada. Ya se ha hecho. La jauría de cancerberos de la hegemonía del
pensamiento débil no descansa. Empeñados como están en que bajemos todas las
defensas y nos suicidemos con buena conciencia.
LA REVOLUCIÓN CONSERVADORA DE ORBAN FRENTE A LA CORRECCIÓN POLÍTICA DE BRUSELAS
Por HERMANN TERTSCH
BUDAPEST
ABC Domingo, 17.04.16
El discurso socialdemócrata que manda en Europa encuentra un
dique de contención en una Hungría que protege los valores tradicionales y se
opone a la inmigración
Gergelys Gyulas,
vicepresidente del Parlamento
«Nosotros no queremos más inmigración, sino más hijos en familias estables y socialmente protegidas. Queremos la misma tolerancia para los nuestros»
Otro modelo de sociedad «Si Alemania quiere una
sociedad multicultural, con guetos, que no nos la imponga», asegura Zoltan
Kovacs, portavoz del Gobierno húngaro
Cualquiera que lea
mucha prensa alemana llega a Hungría con el temor de adentrarse por un túnel
del tiempo en un país bajo un régimen autoritario, antiguo, ultraderechista,
agresivo, xenófobo, antisemita y antieuropeo. Algo así como una pequeña Rusia
de Vladimir Putin, pero sin los beneficios cariñosos que desde Alemania siempre
se albergan para Rusia. Quien pase después unos días en Budapest de paseo,
encuentros y entrevistas con gente diversa, saldrá de Hungría con la convicción
de que algo grave sucede en Alemania y especialmente en sus medios de
comunicación cuando los prejuicios hostiles le hacen proyectar una imagen tan
maniquea de Hungría. Y es que no se trata de una cuestión de filias o fobias.
Estamos en el comienzo de una fascinante batalla ideológica en Europa. Los
medios alemanes, homogéneos y compactos en la corrección política, son la
artillería de esa fortaleza de la hegemonía cultural socialdemócrata que se
creía incuestionable y que se halla en abierta retirada. Es la artillería
encargada de castigar las posiciones avanzadas de las fuerzas que vienen a
disputarle una hegemonía en el discurso político y cultural que ha sido
absoluta desde 1945. En esa vanguardia está el Gobierno de Viktor Orban que
desafía el discurso único en la UE y rechaza «las pretensiones absolutistas
del liberalismo socialdemócrata y la corrección política». El discurso socialdemócrata
hegemónico tiene en Europa hoy una suma sacerdotisa que es Angela Merkel con su
política de apaciguamiento sistemático en las crisis. El choque está servido.
De su solución dependerá en gran medida el futuro, si lo hay, de la Unión
Europea.
REUTERS
Viktor Orban, a su llegada a una cumbre del Grupo de Visegrado
Orban es la figura
más destacada de un fenómeno político cultural que cristalizaba ya desde hace
años en Europa oriental, pero que se ha manifestado abiertamente con la crisis
de los refugiados. Su figura se ve además reafirmada con un éxito económico innegable
que ha devuelto a Hungria al crecimiento, a un paro por debajo del 8% y al pago
ya total del rescate del FMI de 2008, a la estabilidad política y una
normalidad institucional y cotidiana que contrasta con los convulsos tiempos en
otros países. Así se ha erigido en el símbolo de la afirmación de una política
conservadora de derechas que no se esconde tras eufemismos y que no acepta la
hegemonía cultural de la socialdemocracia y el sesentaiochismo, que defiende la
supremacia de la ley y combate el relativismo. Aunque con considerables
diferencias de país a país y sin ninguno con un liderazgo de la proyección de
Viktor Orban, está presente en todo el este de Europa. Y tiene sus reflejos en
movimientos que surgen en Europa occidental y que invariablemente las fuerzas
dominantes descalifican como extrema derecha, lo sean o no.
Dice Gergely Gyulas,
el joven vicepresidente del Parlamento y un hombre fuerte de Fidesz, que las
elites en Europa occidental han impuesto un discurso único a las mayorías y
armados con la corrección política combaten toda posibilidad de debate
racional. Gyulas señala a la prensa alemana como un ejemplo de falta de
pluralidad y discurso único en la cuestión de refugiados. Una prensa que
desacredita a todo discrepante tachándolo de nazi o ultraderechista y que
oculta a la población problemas reales de la crisis de inmigración como las
agresiones de Colonia. «Nosotros consideramos que no proteger y despreciar los
valores tradicionales es un error y no lo vamos a hacer. Nosotros no queremos
más inmigración sino más hijos en familias estables y socialmente protegidas.
Son conceptos diferentes. Solo queremos la misma tolerancia para los nuestros
que para los demás».
Liberalismo
absolutista
Zoltan Kovacs, el
portavoz de su gobierno en su despacho junto al Parlamento, va más allá.
«Estamos ante una cuestión filosófica, ante unas diferencias fundamentales. En
Europa occidental rige una especie de liberalismo absolutista. Antes era
ilustrado. Ahora no. Y exige a todos que asuman unas directrices de corrección
política que no son racionales. Que es reduccionista, destruye el debate e
impone la censura. Nosotros somos conservadores y creemos en la nación y
queremos que siga siendo la base de la democracia. Si Alemania o Suecia creen
que la nación ha sido superada, nosotros no. Si quieren una sociedad
multicultural con guetos y leyes paralelas, nosotros no objetaremos a que la
tengan, pero nos resistiremos a que nos la impongan. Es una cuestión de
tolerancia que Europa debe respetar».
El gobierno húngaro
se parecen mucho más a los demás gobiernos de la UE de lo que sus enemigos
pretenden. A pesar de su abrumadora mayoría de dos tercios que han mantenido
durante dos legislaturas y que perdió por solo dos escaños en elecciones
parciales. Tiene miedo a la opinión pública, tiene debilidad por la demagogia,
tiene muy serios problemas de
corrupción, tiene un aluvión de oportunistas y tiene los inevitables ejércitos
de pelotas que buscan cercanía al jefe. Esto último puede ser especialmente
intenso con el que hoy es el liderazgo más brillante y carismático de Europa.
La personalidad de Orban ha actuado como catalizador de un mapa político que,
eso sí, no tiene hoy parangón en Europa. La izquierda y los liberales se han
fraccionado hasta la irrelevancia. Con los socialistas del MSzP, que sacaron el
26% en las pasadas elecciones, con mucho menos hoy en los sondeos, están ya
todos ellos sumidos en una impotencia casi melancólica. La única oposición real
en el Parlamento con un 20% es Jobbik, la ultraderecha, que comenzó como un
partido cuasi nazi y se ha moderado en sus manifestaciones. Mantiene su
atractivo entre juventud poco cualificada y antisistema en antiguos feudos
comunistas. Gergely Pröhle, que fue embajador en Alemania, y lleva la
vicesecretaría de Estado de relaciones con la UE, dice que Orban tiene además
de convicciones, un talento político y comunicador inmenso. «Y puede defender
lo uno y lo contrario». Lo demostró cuando impuso una tasa en internet y se le
echó la gente a la calle. La retiró sin más, como si hubiera sido siempre su
deseo. Ahora acaba de anular una ley que hizo aprobar hace tan solo unos meses
inducido por aliados democristianos y la Iglesia católica. Obligaba a cerrar
los domingos a los comercios. Vio que no gustaba y antes de que creciera el
malestar se apuntó como liberador de su propia ley.

Un grupo de refugiados se precipitan para subir al tren en Hungría
HUNGRÍA COMO NACIÓN CRISTIANA, MULTIÉTNICA, PLURAL Y TOLERANTE
La primera vez que gobernó
Viktor Orban perdió tras una legislatura pese a sus éxitos económicos. Estuvo
ocho años en la oposición y cuando volvió al poder llegó con la agenda política
cargada. Hoy es ya un mensaje cultural para toda Europa y preocupa mucho en
cancillerías europeas y en Bruselas donde se llega a cotas grotescas en la
demonización del líder húngaro. Los puntos básicos del discurso político
cultural de Orban en primera persona están aquí: «Hungría es una nación
cristiana, una nación multiétnica, plural y tolerante. Siempre ha sido un sitio
de paso, abierto y hospitalario. Pero Bruselas quiere imponer una sociedad como
las que hay y se están formando en el Reino Unido, en Francia, en Suecia,
Holanda o Alemania, en las que haya barrios a los que solo pueden ir unos y no
otros, en la que las leyes y las costumbres se tengan que adaptar a los
musulmanes. En detrimento y desprecio de leyes y costumbres propias. Nosotros
no queremos. Creemos que eso es el fin de la democracia y significa importar la
catástrofe de los lugares de procedencia de los inmigrantes. Háganlo otros,
pero no intenten obligarnos. Los países con colonias tuvieron que aceptar como
metrópoli la llegada de sus leales en la descolonización. Tenemos la suerte de
poder ver hoy lo que ha pasado en esos países. Aprender de experiencia ajena. Y
lo queremos evitar. Queremos ayudar a los musulmanes a que se queden en los
países musulmanes y seremos solidarios. La crisis de valores es la peor de las
muchas crisis que tenemos hoy en Europa. Todos los populismos peligrosos que
surgen en Europa se deben a la falta de una alternativa conservadora de
derechas frente a la hegemonía total de la corrección política, básicamente
socialdemócrata. Los húngaros, como todos los que vivieron bajo el comunismo,
son más conscientes que nadie de la necesidad de estar unidos los europeos en
el mundo globalizado. Pero la UE no puede imponer la destrucción de su nación a
sus miembros porque no lo sobreviviría».
HUNGRÍA
El argumento del miedo
El gobierno conservador de
Viktor Orban, cuyo país recibió una oleada de refugiados –160.000 el año
pasado– que iban camino de Europa occidental, observó que «los ciudadanos
(húngaros) tienen miedo, inseguridad», y encabeza el frente contra el reparto
de cuotas.
ESLOVAQUIA
Solo refugiados cristianos
Para el gobierno eslovaco del
primer ministro socialdemócrata Robert Fico, el proyecto impulsado por la UE de
«introducir mecanismos automáticos es inaceptable para los cuatro de
Visegrado». Eslovaquia sólo está dispuesta a acoger a 300 familias,
preferentemente cristianos de Siria.
POLONIA
Cambio de rumbo
La primera ministra polaca,
la conservadora Beata Szydlo, ha afirmado que Polonia no puede permitirse
acoger más solicitantes de asilo «en las circunstancias actuales», tras los
atentados de Bruselas. Polonia se había comprometido antes a aceptar una cuota
de 7.000 refugiados.
HUNGRÍA LIDERA EL FRENTE DE PAÍSES CONTRA LAS CUOTAS DE REFUGIADOS
Por HERMANN TERTSCH
BUDAPEST
ABC Sábado, 16.04.16
Iniciativa Budapest podría convocar en junio un referéndum
sobre las cuotas
Hungría podría convocar ya en junio el referéndum sobre las
cuotas de refugiados que la Unión Europea intenta imponer y que cuentan con el
rotundo rechazo del gobierno de Viktor Orban. El gobierno de Budapest se erige
en vanguardia de un amplio frente de rechazo a la inmigración en toda Europa
central y oriental. Como ha anunciado a ABC el portavoz del Gobierno, Zoltan
Kovacs, en su despacho en Budapest, aunque en principio se planteaba para
septiembre, no se descarta adelantarlo a la vista de la actitud de Bruselas que
intenta imponer un acuerdo de los ministros del Interior que implica la
obligatoriedad de dichas cuotas frente a la voluntariedad que se había
establecido en el Consejo Europeo.
AFP
Refugiados llegados a Italia que serán repartidos por
países europeos
Estas cuotas han sido calificadas del todo inaceptables
tanto por Hungría como por Polonia y Eslovaquia. Los tres países han acudido al
Tribunal de Estrasburgo para presentar una demanda al respecto. Una demanda de
incierto desenlace pero cuya sentencia podría encontrarse ya con una decisión
de la consulta popular que llevaría al Parlamento a presentar una ley para
prohibir explícitamente dichas cuotas. Nadie duda de que en el referéndum, sea
cual sea el planteamiento de la pregunta, una gran mayoría de húngaros apoyará
la posición de su gobierno. Este referéndum sería otro fuerte revés a la
autoridad de Bruselas y a la cohesión de la UE y, de celebrarse en junio
coincidiría con el referéndum sobre el Brexit, la propuesta salida del Reino
Unido de la UE, en la estela del referéndum en Holanda contra el Acuerdo de
Asociación de la UE con Ucrania.
El Gobierno húngaro lidera esa resistencia a los acuerdos
de la UE respecto a cuotas e inmigración en general. Los acuerdos fueron
tomados bajo la presión de la necesidad creada en Alemania por la llegada de mas
de un millón de refugiados en una oleada descontrolada durante meses. Hungría
fue duramente criticada por intentar hacer cumplir la ley de la Unión Europea
sobre registro de refugiados sin permitir su paso incontrolado.
Y por construir una valla en su frontera verde para impedir
el cruce ilegal de la misma. Se atacó duramente al primer ministro Orban por
ello, pero es un hecho que ocho meses después todos los países en la ruta
balcánica, incluida Austria, han imitado a Hungría y construido vallas para evitar
el flujo incontrolado de refugiados e inmigrantes en general. Austria, cuyo
canciller federal Fayman, fue uno de lo más duros críticos de Orban, tiene ya
valla en la frontera eslovena y construye otra en el Brenero en la frontera con
Italia. La política de cuotas y de inmigración en general, y muy especialmente
la musulmana, cuentan con un rechazo frontal de gobiernos y oposición en lo que
cada vez se perfila más como una rebelión cultural contra la política
multicultural y de corrección política de los miembros occidentales de la UE.
ANDRASSY 60
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 15.04.16
Europa Central y Oriental tiene la historia a flor de piel y
son innumerables los lugares testimoniales del horror nazi
LA avenida Andrassy
es el más bello, largo y señorial de los bulevares de Budapest. Y su más
representativa arteria arbolada que une el antiguo centro histórico de Pest con
la plaza de los Héroes, épica celebración monumental del milenio de la llegada
de los húngaros a Panonia. Su nombre original se lo debe al conde Gyula Andrassy,
uno de los principales estadistas magiares del Imperio Austro-Húngaro en el
siglo XIX. Durante los más de 40 años de régimen comunista se llamó, como
mandan los cánones, Nep Köztarszasag, avenida de la República Popular. El
número 60 de la avenida Andrassy es uno de los majestuosos edificios del
ensanche decimonónico construido en los tiempos en los que Budapest competía en
todo con Viena. Cuando comenzó la II Guerra Mundial había estrenado nuevos
inquilinos. Siniestros personajes. Desde 1937 se había instalado allí uno de
los movimientos extremistas más violentos, los Cruces Flechadas, de ideología
filonazi y salvajemente antisemitas. Se harían pronto célebres por una
brutalidad que llegó a escandalizar a los propios nazis alemanes. Desde allí,
su Casa de la Lealtad, impartía órdenes para sus bárbaros pogromos su líder,
Ferenc Szalasi, y allí hizo este su «Informe a la nación», tras el golpe con
Hitler para descabalgar a Miklos Horthy en 1944, que desataría la masiva
deportación de judíos a Auschwitz y brutales matanzas en la ciudad. «Para
lograr el sitio que merecemos en una Europa nacionalista y socialista, la
nación ha decidido la total movilización, la radical liquidación del viejo
orden y el establecimiento de un orden social y político nacional y socialista».
Mientras en los pisos superiores de Andrassy 60 planeaban matanzas y celebraban
fiestas nacional-mitológicas, en los sótanos torturaban a sus víctimas.
En diciembre de 1944,
cuando las tropas soviéticas llegaron a Pest, los alemanes y sus aliados se
replegaron a Buda, volaron los puentes sobre el Danubio y se atrincheraron allí
dos largos meses. Pero en Pest, a pocos kilómetros del río, en Andrassy 60, ya
había nuevos inquilinos. Eran la Checa soviética del NKVD y la nueva policía
política húngara, AVO. Allí se establecieron en los mismos salones y usaron las
mismas mazmorras para las mismas torturas. Su temible jefe, Petar Gabor, tuvo
allí un despacho que era antesala de la muerte. Pronto se les quedaron pequeñas
las mazmorras y se derribaron los muros de los sótanos adyacentes para crear un
inmenso laberinto subterráneo del horror que abarcaba toda la manzana. En una
de las salas del museo de la Terror Haza (Casa del Terror) creado allí hace ya
más de una década se muestra lo frecuente que fue el cambio, no de chaqueta, de
uniforme entero. Torturadores nazis se convertían de golpe en torturadores
comunistas. Hay formularios de la posguerra en los que se reconocen la «culpa»
de haber sido de las Cruces Flechadas y se pide el ingreso en el partido
comunista o las milicias para redimirse. En otra sala se exponen retratos de
centenares de verdugos, torturadores y chivatos, mezclados los nazis y los
comunistas. Intercambiables.
Europa Central y
Oriental tiene la historia a flor de piel y son innumerables los lugares
testimoniales del horror nazi y comunista. Yo conozco muchos de ellos, pero no
recuerdo otro en el que se logre mejor esa exposición de la identidad común de
las dos ideologías criminales del siglo XX. A las víctimas de ambas está
dedicado el monumento a la entrada. Lo terrible es recordar al salir que solo
una de esas ideologías es justamente perseguida y condenada por criminal en
todo el continente. Mientras la otra vuelve a gozar de popularidad, tiene una
nutrida representación en el Congreso y podría formar parte pronto de un
gobierno en España.
JAN BÖHMERMANN
Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 12.04.16
La debilidad de Merkel ante Erdogán nos debería alarmar a
todos, y no solo por Jan Böhmermann
JAN Böhmermann es un humorista alemán muy dedicado a la
sátira y muy popular en la televisión. Es inteligente, es valiente y no es
sectario. No es como esos humoristas políticos españoles que se ríen siempre de
los mismos, de Aznar, del PP, de la derecha, de los judíos, de las víctimas del
terrorismo, de la Iglesia y de la creencias de los españoles católicos. No es
un hostigador de doble vara de medir como los que en España, por la misma
acción, ríen a uno la gracia y condenan a la muerte civil al otro, según su
grado de «progresismo» en vena. No, Jan Böhmermann es un personaje osado, pero
con honradez intelectual y dignidad, que usa la sátira acerada a diestro y
siniestro, y contra todo bicho viviente. Ha tenido muchos líos con mucha gente
muy distinta. Pero ninguno como el de ahora. Dicen que se ha saltado los
límites. Lo dice, entre otros, la canciller federal, Angela Merkel. Böhmermann
tiene un problema serio. Y sin embargo muchos creen que el problema no es solo
suyo. Y que no se debe a que la sátira sea cruel y excesiva, que lo es, sino a
que Merkel ha entrado en una situación de muy peligrosa dependencia política de
un autócrata extranjero. Que es precisamente el ofendido.
Todo comenzó cuando Böhmermann aprovechó la visita del
presidente turco, Recep Tayyip Erdogán, a Alemania para darle un repaso de
humor a este político islamista cada vez más megalómano, autoritario, iracundo
y déspota. En su país ya nadie puede hacerlo, porque por menos que una broma
sobre el presidente hay decenas de periodistas pudriéndose en las cárceles. El
humorista alemán celebró la llegada del presidente turco en un programa de la
televisión pública con un poema con alusiones a un fornicador de cabras con un
verso que decía «Erdogan ist voll und ganz / ein Präsident mit kleinem
Schwanz». Que viene a significar en libre traducción «Erdogán es él, al fin y
al cabo / un presidente de pequeño rabo». Erdogán no ha tenido nunca sentido
del humor. Ahora que se considera el nuevo sultán que la Providencia ha
regalado al pueblo otomano y poco menos que gran califa del islam, tiene menos
sentido del humor que nunca. Los autócratas no suelen reírse de sí mismos. Y
hacen lo posible para que quienes se ríen de ellos dejen de hacerlo y para
siempre. La reacción fue tremenda. Hubo manifestaciones de desagravio en
Turquía. Y también en ciudades alemanas. La televisión ZDF borró las secuencias
críticas. El primer ministro turco, Davutoglu, habló con Merkel. Y ahí está el
problema. Merkel, que antes denunciaba la violación de los derechos humanos en
China, Rusia o donde fuera, no fue capaz de decirle al Gobierno turco que la
libertad de expresión, muerta en Turquía, en Alemania goza de buena salud.
Porque Merkel, asfixiada por la ola de refugiados –en gran parte provocada por
ella misma–, indujo a la UE a un acuerdo con Turquía desde posiciones de
debilidad por mucho dinero que se pague. Desde que existe ese acuerdo, Erdogán
muestra quién tiene la sartén por el mango. Tres veces ha convocado al
embajador alemán en diez días por cosas alemanas que no le gustan. En toda
Europa es escandalosa la cobardía a la hora de defender leyes, hábitos y costumbres
propias que entran en conflicto con la inmigración musulmana, especialmente la
libertad, especialmente la de expresión. Se censura y se recortan libertades
para no ofender siempre al mismo. La cultura occidental de la libertad está por
esta actitud en permanente retroceso. En ofensa permanente tolerada a todos
nosotros. Por eso la debilidad de Merkel ante Erdogán nos debería alarmar a
todos, y no solo por Jan Böhmermann.
LAS MEDIDAS FUNCIONAN
Por HERMANN TERTSCH
ABC Sábado, 09.04.16
La amenaza continúa, pues se espera ahora una avalancha de
inmigrantes desde Libia
El acuerdo de la
Unión Europea con Turquía para la disuasión de la aventura mediterránea de los
refugiados y el estrangulamiento del negocio de los traficantes es moralmente
cuestionable, jurídicamente peliagudo y políticamente discutible y peligroso. Y
nadie sabe lo que puede mantenerse un acuerdo muy criticado en la UE y sometido
a toda la arbitrariedad de que es capaz el presidente turco Recep Tayip
Erdogan, que es mucha. Pero tan cierto como eso es que ya ha demostrado
eficacia. Como ha sucedido con las vallas construidas por los estados en la
ruta balcánica para impedir que sus fronteras y su soberanía desaparecieran
bajo la terrorífica eficacia de los traficantes. Todos atacaron a Hungría
cuando tomó la iniciativa de la valla. Pero todos la emularon. El efecto
inmediato es evidente. En Alemania se registraron en marzo 26.000 solicitudes
de asilo frente a las 120.000 de diciembre. También la cifra de llegadas por
mar a Grecia desde Turquía ha caído drásticamente. Cuando se han reiniciado las
escasas deportaciones de inmigrantes, todos sin posibilidad de derecho de
asilo, ayer paquistaníes, ninguno sirio. A cambio de ellos, refugiados sirios o
iraquíes que cumplan las condiciones de solicitud de asilo volarán directamente de
Turquía a Alemania.
Pero nadie crea que
la crisis queda superada con este cambalache de socorro mutuo organizado por
Angela Merkel y un Erdogan cada vez más alejado de posiciones aceptables desde
un criterio democrático. Son millones los refugiados en la región que pueden
ponerse en marcha si la disuasión no funciona o si interesa a alguna fuerza
implicada. Y también porque, como ayer advertía Berlín, se espera una inminente
avalancha de inmigrantes hacia Europa y no desde Turquía, sino desde Libia, y
no de origen sirio, sino de toda África. Se habla de 200.000 africanos en una
Libia que, a falta de una intervención occidental, es ya la playa en el
Mediterráneo de Daesh, convertido allí en una gran organización de tráfico
humano. Si tienen éxito y no se interviene otros millones se pondrán en
movimiento en Africa y Oriente Medio.
CAMPEÓN DE LA MENTIRA
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 08.04.16
La historia no perdonará a Sánchez su vil y premeditada
pretensión de engañar a todos los españoles con su farsa
LA mentira está instalada en la vida política española como
en ningún otro país europeo, salvo en los Balcanes, Grecia incluida, o los
rincones más pobres de la Italia meridional. Y solo es comparable, en su
omnipresencia e impunidad, con la practicada en países árabes o en los más
maleados de los estados iberoamericanos. Tengo mi particular teoría expuesta en
el libro « Días de ira » de que, aunque tenga también remotos orígenes en los
miedos tras la expulsión de judíos y moriscos, en la Inquisición y el
franquismo, el triunfo total de la mentira en España se produce por la gran
falacia del antifranquismo. Para ser parte de la nueva España se convirtió en
obligación, para todos menos para la mínima oposición real habida, el
falsificar los sentimientos propios o ajenos y la realidad vivida. Se aceptó al
grito de «todos antifranquistas» la gran mentira de formar parte de un pueblo
de resistentes antifranquistas, todos cruel y monstruosamente sojuzgados desde
el 18 de julio de 1936 hasta más allá del 20 de noviembre de 1975. Para no ser
tachado de fascista o franquista y no ser marginado y estigmatizado, había que
descalificar a la dictadura y todo lo hecho y defendido por ella, aunque se
mintiera sobre los propios afectos, la propia biografía y la propia percepción
de los hechos. Así todos se acostumbraron a mentir. Y todos sabían que todos
mentían. Por eso se perdona la mentira en España como en ningún país de Europa.
Nadie respeta la verdad porque nadie cree que merezca la pena sacrificar nada
por defenderla. De ahí la desdramatización de la mentira basada en el secreto
compartido por todos de que todos mentimos para vivir más tranquilos. Es la
tiranía de la mentira que hace que se persigan con saña muchas verdades con el
arma arrojadiza del «facha» o «franquista» aún hoy, cumplidos 40 años del
final de la dictadura.
Esta reflexión me sirve para explicar lo altísimos que están
en España los listones de la mentira y de la obscenidad en pretender falsedades
a las que la mayoría sistemáticamente se somete por falta de coraje para
defender las verdades. Y es que la cobardía es esa otra gran protagonista en la
vida de la sociedad española moderna. Que explica, con la mentira, la mayoría de las desgracias que sufre hoy España. Con algo más de valor y un poco de respeto
a la verdad, España no estaría hoy viendo cómo se le mueren las ramas por
desidia, desamor e indolencia y cómo se pudren las raíces y destilan veneno
totalitario. Los referidos listones en la osadía de la mentira en España han
sido todos ya superados con gran margen por el espectáculo de la mentira
olímpica que nos ofrece el líder del PSOE, Pedro Sánchez. Nadie había llevado
tan lejos la mentira, nadie había sostenido con tanta procacidad una falsedad
tan grave, de tan terribles consecuencias potenciales para la sociedad española
como es su permanente engaño desde el 21 de diciembre pasado sobre sus
intenciones de formar gobierno. Todos los demás políticos han cumplido sus
lamentables papeles. Mariano Rajoy en la equivocación permanente de su ciega
soberbia, Pablo Iglesias en su feroz ambición totalitaria, Albert Rivera en su
equilibrismo inconsistente. Pero la historia no perdonará a Pedro Sánchez su
vil y premeditada pretensión de engañar a todos los españoles con su farsa de
estos meses. A sabiendas de que su única oportunidad de ser presidente con 90
escaños era y es reunir a todos los enemigos de la democracia y de España y
asumir consecuencias catastróficas y probablemente irreparables para la
libertad, la seguridad y el bienestar de España. Y lo peor es que sigue
obstinado en ello.
EL TRIUNFO DEL PERIODISMO PREDETERMINADO
Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 05.04.16
La pujanza de la ultraizquierda ha arrollado a la
mediocridad de las defensas mediáticas del PP
Aparte del gran periodismo, que existe aunque escaso, se da
hoy –como siempre, todos lo conocen–, el periodismo malo, frívolo, que confunde
y mezcla información, suposición, datos, opinión y maledicencia. También está
el periodismo mediocre, sin mala fe pero también sin nervio ni pulso, que ni
intoxica ni conmueve y apenas informa, que no tiene cultura, fondo ni contexto.
Esos son los tipos de periodismo más comunes. Hay uno mucho peor, que es el
periodismo que queda bien definido por una frase atribuida a Salvador Allende,
pero que han pronunciado muchos revolucionarios en el siglo XX, que es «el
periodista revolucionario no se debe a la verdad, sino a la revolución».
Allende quería un Chile como aun hoy Cuba, con un periodismo que no difunde
información, sino promueve verdades ideológicas. Adecuar la realidad a esas
máximas ideológicas, dirigir la narrativa de los hechos en la dirección
adecuada para la doctrina es el objetivo del periodismo predeterminado. Sucedía
en todos los países comunistas que eran considerados por gran parte de la
izquierda mundial como la vanguardia en la historia. La URSS había creado desde
la Revolución de Octubre un periodismo nuevo para el hombre nuevo y un tiempo
nuevo. Había que forjar y domeñar la realidad como el mismo acero en los altos
hornos. Y así se hizo. Durante décadas en gran parte del mundo solo existió un
periodismo con objetivos predeterminados a los que subordinaba el tratamiento
de la realidad y la realidad misma. El periodismo libre, el que busca la verdad
para contarla sin reparar en dónde la encuentra ni en sus consecuencias, era
perseguido a muerte. Toda la censura en dictaduras de otro tipo palidecía ante
la implacable persecución bajo los regímenes soviéticos. De ahí la sorpresa de
Alexandr Soljenitsin cuando alguien en España quiso comparar dictaduras. El
gigante moral de las letras rusas dijo que en España había visto por todas
partes máquinas de escribir y fotocopiadoras y toda la prensa internacional en
los kioscos, cosas impensables en la URSS y que eso demostraba que había
dictaduras y dictaduras.
En España hemos asistido en estos tres lustros a un
inesperado triunfo del periodismo predeterminado. Y no es el soviético porque
no es obligatorio, al menos todavía. Pero tiene la misma voluntad de «forjar,
forzar y domeñar la realidad» para ayudar a la llegada del tiempo nuevo que es
la victoria de unas fuerzas de la izquierda radical que cambien el régimen en
España. Los periodistas que aplauden a los neocomunistas en las conferencias de
prensa, los que valoran los hechos, las gestas o los delitos según la ideología
de sus autores, practican ya ese periodismo predeterminado del
marxismo-leninismo pero en democracia. Sufren un grado de ideologización que
incapacita para un periodismo de mirada limpia que busca la verdad sin
necesidad de que le encaje en su marco estrecho y primitivo de doctrina. Odian
a todo el que no esté en ese periodismo «progresista» que siempre tiene dos
varas para juzgar a amigos y enemigos y que necesita manipular y tergiversar
para amoldar la realidad a su verdad ideológica. Ese periodismo es ya
mayoritario. Decisivo para su triunfo ha sido que el Gobierno de Rajoy se ha
centrado en favorecer esta trinchera izquierdista y crear uno equivalente
obediente a La Moncloa. Un cálculo fatal. La pujanza y omnipresencia de la
ultraizquierda ha arrollado a la mediocridad de las defensas mediáticas del PP.
Para confirmarlo, Rajoy le da la entrevista total al máximo exponente de ese
periodismo que todo lo pervierte, profana y manipula. Parece no saber aun hoy
los cuervos que ha criado. Que ya han empezado a devorar la democracia y el
Estado de Derecho.
EL DIPLOMÁTICO TOTAL Hans-Dietrich Genscher (1927-2016)
Por HERMANN TERTSCH
ABC Sábado, 02.04.16
Ocupó el Ministerio
de Exteriores de Alemania 18 años con los socialdemócratas y los democristianos
REUTERS
Hans-Dietrich Genscher nació el 21 de marzo de 1927 en
Reideburg, Sajonia Anhalt, y ha muerto el 31 de marzo de 2016 en
Wachtberg-Pech. Era ministro del Interior cuando la matanza de los atletas
israelíes en los Juegos Olímpicos de Múnich y fue después ministro de
Exteriores entre 1974 y 1992, siendo uno de los artífices de la reunificación
alemana.
Calculador y frío por
un lado pero apasionado con su trabajo como pocos y siempre con empatía para
quienes tuviera enfrente en la mesa de negociación que fue el auténtico
escenario de sus éxitos y sus satisfacciones políticas. Hans Dietrich Genscher,
que murió ayer a los 89 años en su casa en las afueras de Bonn, fue el
negociador absoluto y el diplomático total en la política interior y en las
relaciones internacionales. Nadie que no fuera canciller ha marcado de forma
tan significativa la historia alemana reciente como este hombre, ministro 23
años seguidos, primero de Interior con el SPD y después 18 años como ministro
de exteriores tanto con el SPD como la CDU de Helmut Kohl. Su frenética
actividad creó aquella imagen de la que se bromeaba, de los dos aviones que se
cruzan sobre el Atlántico y Genscher va en ambos.
La frase más
importante de su vida es una que no pudo concluir. La que pronunció en el
balcón del palacio Lobkowitz en Praga, embajada de la RFA en Checoslovaquia:
«He venido para decirles que sus visados de salida…». El entusiasmo de los
miles de alemanes orientales que le escuchaban y su propia emoción impidieron
que terminara la frase que sellaba el principio del fin de la división de Alemania
y Europa. Era el 30 de septiembre de 1989. Cinco semanas después caía el muro.
Genscher era un hombre nacido en lo que tras la guerra sería la República
Democrática Alemana, en la ciudad de Halle en 1927. Como todos los varones de
su generación fue llamado a filas siendo un niño para batirse en una guerra ya
perdida. Tras dos años de ayudante en las fuerzas aéreas estuvo apenas dos
meses en un campo de prisioneros en 1945. Estudia derecho en Leipzig y Halle
pero antes de la muerte de Stalin en 1952 huye al Oeste, se instala en
Hamburgo, concluye allí sus estudios y comienza su meteórica carrera política
con su legendaria agilidad de pensamiento. Diputado del FDP en Bonn en 1965, en
1969 entra en el Gobierno social-liberal de Willy Brandt como ministro del
Interior. Sufrió allí el peor trauma de su vida política –como siempre
reconoció– que fue la matanza de los Juegos Olímpicos de Múnich. «Que
volvieran a morir asesinados judíos en suelo alemán era una tragedia
incalificable». Cinco años más tarde cae Brandt por el escándalo del espionaje.
Genscher entra al Gobierno de Helmut Schmidt ya a asumir el cargo para el que
parecía haber nacido, Exteriores. Estuvo 18 años en él, tenía relaciones
personales con centenares de ministros de todo tipo e ideología en todo el
mundo y fue clave para hacer de Alemania, estigmatizada por el pasado, un socio
democrático fiable. Supo tener a su pequeño partido liberal FDP en el poder.
Tuvo muchos enemigos y su fama de arrogante no era injustificada, especialmente
con la prensa. Pero nadie entendió y cultivó como él las relaciones personales
en la diplomacia entre Estados. Y aún hoy es difícil imaginar que alguien
hubiera podido cumplir mejor su tarea que este patriota liberal volando por el
mundo sin descanso.
REUNIÓN AGUADA PARA CUESTIONES CANDENTES
Por HERMANN TERTSCH
ABC Sábado, 02.04.16
Hay división entre quienes creen que Kim Jong-un está tan
loco como para tirar la bomba, y los que no
El presidente Barack
Obama recibía esta vez en casa para la Cumbre de Seguridad Nuclear, unos
encuentros que se inventó en 2010 para tener algún foro internacional
previsible que aportara confianza a la general incertidumbre que ha
protagonizado su mandato. Son cerca de cincuenta jefes de Estado y de Gobierno.
No han acudido algunos líderes por diversas razones. Mariano Rajoy por sus líos
internos. Vladimir Putin también está ausente.
Cerrado, muchos dicen
que en falso, pero cerrado de momento el caso iraní, una de las preocupaciones
en permanente agravamiento es la escalada armamentista de Corea del Norte, con
un régimen ya con misiles de largo alcance y bombas nucleares. Hoy los
analistas sobre Corea del Norte se dividen entre quienes creen que el líder Kim
Jong-un sí está tan loco como para utilizar, tarde o temprano, sus armas
nucleares para un primer golpe contra Corea del Sur, Japón o EEUU y quienes
creen que su delirio no da para tanto. Corea del Sur y Japón han entrado además
de golpe en la campaña electoral al ser señalados por Donald Trump como países
que deberían hacer un plan de armamento nuclear propio.
Esta propuesta pone
patas arriba toda la doctrina de no proliferación (TNP). Pero no es idea
disparatada. Hay debate, especialmente después del acuerdo que da manos libres
a Irán dentro de una década, sobre necesidad y derecho de los amenazados a
buscarse sus propias formas de disuasión y no depender de las potencias. Hay
reuniones bilaterales importantes como el encuentro del presidente de EE.UU.
con el presidente chino, Xi Jing. La agresividad de la presencia expansionista
de China en el Mar del Sur y Pacífico va a ser tarde o temprano causa de serio
conflicto en la región. Cuestión seria a tratar es el material radioactivo en
manos privadas y la amenaza terrorista de ataques y robos. Todo ello de
terrible actualidad pero por dispersión, de dificilísimo control y remedio.
DULCE LEGADO DEL SUICIDIO APLAZADO
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 01.04.16
«Sin destino», la gran novela del niño György Köves, es
parte destacada de la mejor literatura que se ha escrito sobre la Shoah
«HA sido inútil,
agotador, pero muy bonito». Con esta frase resumía en sus diarios Imre
Kertész aquella su primera visita a España en 2001, creo recordar que invitado
por el inolvidable Jaume Vallcorba y su editorial Acantilado. Le presenté yo en
una Residencia de Estudiantes en Madrid en la que nadie intuía que allí estaba,
en aquel afable viejo judío húngaro de suaves maneras, el premio Nobel de
Literatura del año siguiente. «Inútil, agotador y muy bonito» fue para él aquel
viaje a España en el que tuvo que repetir hasta el agotamiento ciertos mensajes
ante interlocutores que poco o nada sabían de él, de su vida, su suerte, su
literatura. Le pasaría en otros de los muchos viajes que emprendió por el mundo
después de que, tras la caída del Telón de Acero, comenzaran sus libros a
leerse y apreciarse por un público más amplio. «Sin destino», terminada en
1963, no fue publicada hasta 1975 porque a los comunista húngaros tampoco les
gustaba mucho hablar de campos de concentración ni antisemitismo, no fueran a
evocar los propios. Kertész recordaba que a él los nazis le habían matado a
los padres, y los comunistas, a los abuelos. Y con su mucho y fino humor decía
que la diferencia entre ambos era que «los nazis son el diablo vestido de
diablo y los comunistas son el diablo vestido de dios».
«Sin destino», la
gran novela del niño György Köves, es, con las obras que seguirían –«Fiasco» o
el «Kaddish por un niño no nacido»–, parte destacada de la mejor literatura que
se ha escrito sobre la «zona y momento cero» de la humanidad que es la Shoah.
Kertész nunca se cansó de explicar lo inexplicable, en una labor literaria en
la que incorpora a la memoria propia al lector y hace ver Auschwitz por dentro.
Allí llegó a los 14 años y, gracias a que entendió que debía decir que tenía
dos más, se salvó de la marcha directa al crematorio. Kertész va más allá. Ha
sido el Primo Levi que se aferró a «la literatura que pospone el suicidio». Y
así él pudo aguantar y en permanente aplazamiento de la muerte que le estaba
adjudicada a los 14, llegar a los 86 años, en que muere como uno de los últimos
grandes testigos y narradores desde el epicentro metafísico de la historia. «A
mí no me llevaron a Auschwitz para que ganara el premio Nobel, sino para
matarme». Indagó por los abismos del horror, sin los sentimentalismos que tanto
denostaba y le hacían decir pestes sobre Steven Spielberg y su «Lista de
Schindler». El bien le parecía un glorioso milagro mucho más inexplicable que
el mal. La maldad la presenta en su apoteosis de Auschwitz sin demonización
alguna. Esta se nutre, dice, para él de decisiones y conductas racionales. Y de
unas condiciones generales que existían antes de Auschwitz y siguen existiendo.
Ese mal está vigente y presente. Y nadie puede excluir que repita su apoteosis.
Frente a ese Mal está el individuo como juguete cuyo destino no existe. Pero
con la redención en un bien que es profundamente irracional. Todo acto de
generosidad en el campo de exterminio es un hecho irracional que reduce la
propia capacidad de supervivencia. Y sin embargo, se produce. Una y otra vez.
Esos actos de entrega y bondad en el horror, el Bien en su máxima expresión,
son el irracional misterio que Kertész convierte en el monumento a la
humanidad. Ese es el milagro que, pese a la realidad del abismo del horror del
mundo, pese a las certezas terribles, pese a las necesidades angustiosas y pese
a toda lógica y razón, hace posible la esperanza.