VALIENTES DEL MUNDO DE AYER
Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 28.04.15
Por salvar la vida se hace
cualquier cosa. El ideal ahora es vivir el máximo tiempo posible, para la
mayoría, sea como sea
EL siglo XX nos dejó el legado casi imperecedero de algunos
de los más pérfidos canallas que recordamos en la historia de la Humanidad.
Pero también el testimonio de hombres de tan increíble ejemplaridad que son
apenas digeribles por la tiranía de la mediocridad actual. Que por eso hurga y
escarba hasta en el pasado hasta las heces, en busca de algo que haga caer a
los grandes hombres de su pedestal. Hay que encontrarles una desviación sexual
o un gesto de codicia, un hábito hoy cuestionable o un vicio, siquiera manía.
En realidad se trata de un esfuerzo supremo de nuestras sociedades fanatizadas
por el igualitarismo. Es el permanente esfuerzo por cortarle los pies o la
cabeza al que más ha crecido, para que no se le ocurra destacar por encima de
la monótona superficie formada por las cabezas de los demás. Es la deriva de
las sociedades modernas, no ya hacia la actitud del antihéroe ya consumada,
sino hacia la conducta de los roedores en el galeón que se hunde. Presumir de
cobardía era una moda de intelectuales en los años veinte del siglo pasado, en
solidaridad con quienes la habían sufrido en las condiciones más pavorosas e
infernales de la Primera Guerra Mundial. Hoy presumen de cobardía casi todos
los colectivos humanos, salvo el militar y el socorrista y sanitario, de
momento. No arriesgar nunca nada y huir ante cualquier peligro, aunque sea
imaginado, se ha convertido en la mayor prueba de un moderno sentido común. Que
considera que cualquier sacrificio que ponga en riesgo a uno mismo es un
disparate propio de fanáticos, necios o antiguos. Resulta lógico en las gentes
que no creen en nada superior a sí mismo y por tanto a su propia vida. No hay
dios, ni nombre, ni patria, ni honor, ni ideas que merezca el sacrificio de lo
único importante, que es la vida. Y por salvar la vida se hace cualquier cosa.
El ideal ahora es vivir el máximo tiempo posible, para la mayoría, sea como sea.
No solo porque esta deriva irreversible los hace ya tan
raros, me resultan a mí desde siempre fascinantes los grandes valientes del
siglo XX. Y me ha resultado particularmente dolorosa la muerte de uno de ellos.
Admiro a muchos valientes que lucharon en ese inmenso campo de batalla militar
e ideológica que fue la Europa de los totalitarismos. A muchos de los
luchadores por verdad y libertad, tuve la suerte de tratarlos ya ancianos. De
los que unieron su indoblegable voluntad de libertad y verdad a una inconcebible
valentía física destacaré hoy al británico Peter Kemp, jefe de los comandos
británicos en Albania; al genial montenegrino Milovan Djilas, el judío polaco
héroe del gueto de Varsovia Marek Edelman, y al católico polaco Wladislaw
Bartoszewski. Este último concluyó hace tres días una vida prodigiosa de 93
años en las que hizo la guerra al nazismo, pasó por Auschwitz y salió vivo para
unirse al levantamiento, combatió al estalinismo, otros seis años en sus
cárceles, fue profesor de universidad ilegal, editor, director de periódico
clandestino, dio inolvidables clases en Múnich en los años ochenta, inspiró,
organizó y codirigió el levantamiento de Solidaridad, fue ministro ya en la
Polonia democrática en dos ocasiones y justo entre las naciones por su ayuda a
los judíos en Polonia, con riesgo permanente para su propia vida. Bartoszewski
ha muerto nonagenario como un humilde cristiano. Con su permanente sonrisa y su
pétrea determinación por el bien, ningún sacrificio le fue nunca ajeno ni
excesivo. Y ahora le llega la muerte que tantas veces vio de cara, tras una
maravillosa vida como uno de los grandes entre los hombres valientes y nobles
del mundo de ayer.
TODOS ANTIFRANQUISTAS «Días de ira» de Hermann Tertsch
Por HERMANN TERTSCH
ABC Domingo, 26.04.15
ABC avanza extractos de dos capítulos de «Días de Ira», una
reflexión urgente de Hermann Tertsch sobre la política en España y Europa. Es
la visión de un momento histórico en el que hechos imprevisibles producirán
cambios profundos con grave incidencia en las vidas de todos nosotros
La
deslegitimación de la Transición «Memoria histórica» es el eufemismo que
Zapatero convirtió en nombre de su operación de fomento de la revancha para la
liquidación de la reconciliación nacional
Una operación brillante La mentira
del antifranquismo, es evidente, ha sido la operación político-cultural más
eficaz y brillante de la izquierda española
La gran
mentira antifranquista tuvo efectos añadidos de inmensa gravedad, de cuyo
alcance comenzamos a ser conscientes muy tarde. Con la mentira sustentada en el
desconocimiento vigilado y cultivado, grandes sectores de la sociedad
identifican con la simpleza y puerilidad de las sociedades actuales al
franquismo como el mal absoluto y la República y el antifranquismo como el bien
impoluto.
IGNACIO GIL
Zapatero, junto a un retrato de Azaña en el Congreso
Por ello todas las
virtudes que habían sido protegidas o ensalzadas durante el franquismo pasaron
a ser despreciables o sospechosas. Muchas de ellas eran las virtudes
tradicionales, honradas y fomentadas en todos los estados europeos. Así la
propia unidad de España y su símbolo, la bandera nacional, el sentimiento
religioso, el patriotismo, el deber, el sacrificio, la lealtad o la autoridad,
incluso la cortesía, pasaron a formar parte de vergonzosas rémoras franquistas
al progreso. Que debían ser combatidas. Y progresista –¡cuán prostituida
palabra! – era todo lo contrario a las virtudes enumeradas. La derecha no
combatió este acoso a los valores tradicionales.
Por lo mismo que no
ha hecho tantas otras cosas que se exigía de las fuerzas conservadoras y
liberales. Por miedo a ser tachadas de franquistas o fascistas. Así, aunque en
la vida privada mantuviera otro lenguaje, la derecha acató muy pronto esa
narrativa de la izquierda. Décadas sin enmienda en una educación entregada
irresponsablemente a la izquierda y a los nacionalismos periféricos han hecho
el resto. Con el triunfo generalizado del nacionalismo antiespañol, el
localismo, el desmantelamiento de la cultura clásica y tradicional y la
imposición de una subcultura del igualitarismo y el resentimiento social, que
actúa como un mecanismo de bloqueo a toda excelencia y esfuerzo. Ya se han
juntado todos los factores necesarios para una ofensiva de quienes pretenden
ganar una guerra que perdieron sus correligionarios hace ochenta años y lograr
el desembarco en Europa de un nuevo proyecto totalitario, que se ha hecho
fuerte en Latinoamérica pese a sus catastróficos resultados.
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España, con las
debilidades que han aflorado en la pasada década en sus estructuras
democráticas y en su sociedad, es un campo de experimentación que reúne para ellos
todas las condiciones. Hay ciertos gremios, periodistas, jueces, farándula de
la secta tradicional socialista, que ya se han integrado en dos grupos. Unos
son de Podemos porque sí y otros son de Podemos por si acaso. Una vez más,
cuando más se necesitan personas que levanten la voz y hagan frente a la
mentira y la intimidación, la inmensa mayoría prefiere que todo le coja de
perfil.
La terrible trampa
para las nuevas generaciones que ha sido la educación pública no ha creado
individuos independientes ni valientes. La mentira del antifranquismo, es
evidente, ha sido la operación político-cultural más eficaz y brillante de la
izquierda española. Ha paralizado durante décadas, atenazado en sus complejos,
a toda la sociedad que no forma parte de esa izquierda trágicamente
identificada de nuevo con el frente popular de la Guerra Civil.
Además, la creciente
indiferencia del español hacia todo lo que no le afecte de forma directa nos va
acercando de nuevo al aislamiento de los pueblos primitivos. Debería producir
consternación esta evidencia de que gran parte de la sociedad española parece
intelectualmente incapaz de entender situaciones externas que la ponen en
peligro. Una mayoría parece convencida de que un peligro nacional puede y debe
solventarse por sí mismo. En todo caso sin que nadie deba asumir una
responsabilidad y mucho menos un riesgo. Lo que convierte a España poco menos
que en un inmenso rebaño de ovejas que, ante cualquier agresión, reaccionaría
con pánico y en una huida desorganizada. De la oveja indolente a la oveja
aterrada. La capacidad de una autodefensa nacional organizada sería nula y, en
teoría al menos, nos podrían invadir, ocupar y tiranizar a toda la nación con
fuerzas muy escasas. Ahí está el problema. En que el peligro es real y nadie quiere
darse por enterado. No existe la percepción del peligro, ni siquiera la noción
del peligro mismo. El dato más tenebroso está en que solo un 16 por ciento de
los españoles se declara dispuesto a sumarse a luchar en defensa de la patria
de ser esta atacada.
No hay ningún país de
cultura occidental en libertad donde tan libremente la gente en general
reconozca sin ningún pudor que no dice lo que piensa. Quienes asumen sin
resistencia, queja ni réplica las mentiras, son cómplices de las mismas y
corresponsables del daño que aquellas produzcan. El daño que ha producido no
decir la verdad en España es bastante evidente en todos los campos de la
actividad humana. Ahí están hechos añicos los prestigios y las reputaciones y
famas de personas otrora admiradas, y de instituciones antaño intocables. Ahí
están quienes ante las fantasías y ocultaciones de los nuevos bárbaros de
Podemos responden que las prefieren a las mentiras de siempre del «sistema» y
de la «casta». De ahí que estemos de nuevo en una situación histórica en
la que la necesidad, la urgencia, por defender la democracia podría forzarnos a
la virtud de comenzar a desmantelar las mentiras del pasado. Para inocular
veracidad y autenticidad al nuevo discurso político.
Oportunismo e
impostura
Todos creyeron
necesario ocultar sus vergüenzas en España, donde quienes más presumen de
antifranquismo –siempre ha pasado cuando caen las dictaduras– son los que más
sumisos fueron al régimen anterior. Los mismos que se esfuerzan por serlo
también con el siguiente. Nada hay en contra de que las personas se adapten a
las nuevas circunstancias históricas para vivir de la mejor forma posible. Pero
la dignidad, en quien la tenga, debiera impedir que los muy comprometidos con
un régimen defiendan al régimen contrario con el mismo ahínco. Solo gentes como
la pareja de brillantes villanos y cínicos geniales de Joseph Fouché y Charles
Maurice de Talleyrand pueden lograrlo con algo de gracia.
He asistido muy
directamente, tanto en España como en Europa oriental, a una infinidad de
transformaciones, la mayoría de ellas aceptables, con algo de condescendencia,
como muy humanas debilidades en los intentos de adaptación para no renunciar a
ambiciones en las nuevas circunstancias bajo signo contrario. A su cabeza están
los grandes impostores. El más célebre en España ha sido Enric Marco, el gran
representante de los prisioneros españoles en Mauthausen que, ya nonagenario,
tuvo que reconocer que jamás había estado en aquel campo de concentración. Pero
la legión de impostores va mucho más allá. Vean, por ejemplo, el caso de dos
abuelos que han tenido una trágica relevancia para la política actual española
y por desgracia ya en alguna medida para la historia. Son los abuelos del gran
artífice del retorno del revanchismo y el enfrentamiento entre españoles, José
Luis Rodríguez Zapatero, y del hombre que se dice destinado a seguir sus pasos
en la jefatura del Gobierno de España, Pablo Iglesias. Zapatero tenía, como
todo el mundo, dos abuelos. Aunque él siempre habló de uno solo. Paradójicamente, lo hacía y de forma emocionada sobre el abuelo que nunca conoció, el capitán
Rodríguez Lozano, un militar leonés muy activo en la represión de la Revolución
de Asturias en 1934, pero después fusilado por las tropas de Franco tras el
alzamiento por sus simpatías socialistas y masónicas. Y con el que construyó
todo el esperpéntico armazón argumental para darle una vertiente personal y
emocional a la llamada «memoria histórica», ese eufemismo que Zapatero
convirtió en nombre de su operación de fomento de la revancha para la
liquidación de la reconciliación nacional. Que era la piedra angular de toda la
operación de deslegitimación de la Transición política y, por ende, de la
Constitución Española de 1978. Zapatero se dedicó a construir todo un mito en torno
al abuelo, tan ridículo y falsario como toda su visión de la Guerra Civil, que
era cantada, promovida y difundida por el coro de aduladores y los bardos del
«Bambi del talante».
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Restos de fusilados en la fosa de El Madroño, en Sevilla
No es casualidad que
ahora tengamos que vérnoslas con otro abuelo. Ni que este sea precisamente el
de Pablo Iglesias, el joven profesor que acaudilla el partido de Podemos, un
híbrido de genialidad del oportunismo político, movimiento ciudadano
antisistema y franquicia dictatorial. Pablo Iglesias es el hijo político más
relevante de Zapatero. Sin el abuelo de Zapatero, sin la «memoria histórica»,
el movimiento de protesta contra la crisis, contra la corrupción, contra la
austeridad, no habría tenido el carácter de ataque frontal al sistema
democrático emergido de la Constitución de 1978.
El movimiento del
15-M solo pudo ser secuestrado por una extrema izquierda para formar el núcleo
de Podemos porque, en dos legislaturas de Zapatero, se había producido una
ideologización masiva, toda ella enfocada a idealizar al Frente Popular y dividir la
sociedad española. Aquel proyecto quedaba diseñado en el Pacto del Tinell en
Cataluña –todos juntos contra el PP, frente popular contra el fascismo–, cuando
Zapatero ya era secretario general en España. Su principal objetivo era el
desmantelamiento de la legitimidad de la Transición política. Gracias a ello ha
podido llegar después, cabalgando sobre la ola de indignación, tensión y
resentimiento por la crisis y la corrupción, la cúpula de Podemos con Iglesias
a la cabeza propugnando acabar con la Constitución.
Como resultado directo de la irrupción del zapaterismo en la
historia de España, se han vuelto a formar bandos que odian a otros españoles
única y exclusivamente por motivos ideológicos. En todo caso, el odio ha vuelto
y es, de nuevo, un factor importante para la lucha política cotidiana y para la
movilización de ciertos sectores de la ciudadanía. Ese es, en mi opinión, el
principal legado de Rodríguez Zapatero a la historia de España. Ese legado es
también, y no casualmente, la lanzadera para el proyecto político, sin duda de
intenciones golpistas, de Iglesias, Monedero y los demás cabecillas
neobolcheviques.
EL SOCIO INCOMPATIBLE
Por HERMANN TERTSCH
ABC Sábado, 25.04.15
Sin ayuda, Grecia estará en quiebra en junio
En Riga hubo unidad
en el Eurogrupo como no se daba desde hace mucho. Todos contra uno. Yanis
Varufakis ha logrado que los restantes 18 ministros miembros se levantaran ayer
para expresar su hartazgo en términos inequívocos. «Jugador», «aficionado»,
«incompetente» e «insensato» son algunos de los epítetos que recibió el
ministro griego de sus aun compañeros.
El esloveno Dušan Mramor pidió un plan para la salida de
Grecia del euro. Había indignación porque Varufakis no avanza con planes de
reforma. Que son condición inexcusable para la ayuda financiera sin la cual
Grecia estará en quiebra en junio. Además genera inmenso malestar la permanente
intoxicación a la opinión pública de Varufakis. Con sus anuncios de avances que
son literalmente mentira. Al hartazgo contribuyen las noticias de que el
Gobierno griego tiene a los técnicos de la troika bloqueados en Atenas sin
acceso a fuentes y datos en los ministerios. Los que anunciaron desde el
principio un sabotaje y engaño por parte del Gobierno de Syriza se cargan de
razón. Grecia no intenta colaborar para salir de la crisis sino que trata como
enemigos a engañar a todos los demás. Que ayer se revolvieron ante el procaz
desafío de un moroso que no muestra la mínima disposición para colaborar, no
hace sino amenazar y no tiene la mínima buena fe. El Gobierno ultraizquierdista
de Atenas es un cuerpo extraño en la Eurozona. Un socio que no quiere cumplir
con nada es incompatible con el funcionamiento de una organización. La situación
es insostenible. Hay otros problemas al margen de Grecia, aunque Grecia no lo
crea.
DÍAS DE IRA
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 24.04.15
La desconfianza, la acritud y la mala fe se han instalado en
la vida cotidiana, como nunca habíamos visto la mayoría
HE escrito un libro con ese título para una historia de
grandes ilusiones y tremendas frustraciones. Es un libro breve sobre este
desgraciado comienzo del siglo XXI en España. Sobre las razones de tanto error
y las esperanzas de que logremos enderezar el rumbo y no sucumbir una vez más
en el caos y el fracaso histórico. Algo que había crecido con lentitud, con
paciencia de todos y esfuerzo común desde los mismos duros años de la
posguerra, quebró en la sociedad española allá en el 2004. Desde entonces nada
ha vuelto a los cauces de convivencia que creímos haber encontrado
definitivamente después de la dictadura. Fue el retorno de la llamada de las
banderías. La irrupción del clamor de la revancha, de la rabia justiciera. Y al
final de diez años devastadores para España, cuando algunos pretendían que
optábamos a la normalidad recobrada, se ve surgir el peligro de que todo lo
recién pasado podría ser tan solo el comienzo de un largo túnel de final
desconocido.
En solo un año ha quedado claro que, por mucho que pudieran
mejorar algunos datos económicos, por mucho que crezca la economía, no hay
retorno a aquella aparente senda del desarrollo hacia la normalidad europea que
abandonamos hace once años. España es otra. Y de repente, en un mundo sin
anclajes, donde todo está en movimiento, todo parece ya líquido, desde los
electorados a las expectativas, desde el pensamiento mismo a las menguantes
certezas, lealtades o esperanzas, los españoles se encuentran en un año en el
que saben que han de suceder muchas cosas. Y algunas pueden tener dramática
trascendencia para lo que han de ser España y Europa en este próximo medio
siglo. Cuarenta años después de una guerra civil, los españoles decidimos,
unidos como nunca, no tener otra. Fue una sabia decisión que nos hizo mejores y
fuimos aplaudidos por ella. Hoy, cuando han vuelto a pasar cuarenta años,
estamos de nuevo ante similar dilema. Recobramos la confianza en la unidad y la
ley o en lucha sin cuartel hasta que haya vencedor. Más de dos lustros de
discordia y reveses han envenenado la sociedad.
La desconfianza, la acritud y la mala fe se han instalado en
la vida cotidiana, como nunca habíamos visto la mayoría los hoy vivos. Truenan
los llamamientos a la destrucción purificadora, a la revancha y la venganza.
Surgen con pujanza fuerzas que se dicen justicieras y redentoras. Unas claman
por los pobres y maltratados, otras por tribus viejas o naciones inventadas.
Enfrente se encuentran a un Estado cuestionado y asediado y a una sociedad
confusa. Con un orden legal que se atasca y lealtades y disciplina olvidadas.
Nadie aporta la firmeza en la defensa de unas leyes y una razón cada vez más
desprestigiadas. Tanto por sus enemigos como por sus supuestos garantes.
Estamos en un momento de enormes y trascendentales decisiones. Y es muy difícil
tomarlas cuando, en vez de razón y criterio, todo lo que se hace notar es
agravio. Es el fin de una era y el principio de otra. Y hay que estar
extraordinariamente alerta. Nadie puede estar seguro de que la nueva era vaya a
ser mejor que la vieja. Y todos deben ser conscientes de que los errores pueden
hundir a una sociedad en un infierno para varias generaciones.
Ahora todo es confusión, y todas las seguridades, falsas. Es
imposible adivinar cómo y qué seremos, tendremos y haremos dentro de muy poco.
Se ha hundido una realidad y aún no la ha sucedido otra. Y habrá que dar los
primeros pasos de exploración por lo desconocido en el peor momento posible, en
la hora de la rabia, en estos «días de ira».
LA ISLA Y LOS BALSEROS
Por HERMANN TERTSCH
ABC 21.04.15
Europa es una isla de afortunados en muchos sentidos.
Hundirla bajo el peso de un tsunami descontrolado no ayudaría a ningún náufrago
¿CUÁNTAS
muertes va a ser capaz de soportar Europa en el Mediterráneo de sus vacaciones
playeras sin hacer algo más que llevarse las manos a la cabeza? ¿Y qué va a
hacer Europa cuando el ritmo de los barcos hundidos y de los relatos publicados
y emitidos, cada vez más detallados, más personalizados, con nombres propios de
las víctimas de la tragedia, se hagan insoportables para sus opiniones
públicas? ¿Qué van a hacer contra los traficantes de inmigrantes que, como en
el siglo XVIII, han creado ya pujantes organizaciones que controlan vías a
través de todo el continente hasta las costas libias? Con la misma brutalidad
que los peores negreros de antaño, esos traficantes de hoy comparten negocio
con el yihadismo islamista, cuando no son ellos, en esa costa de Libia que ya
han privatizado para sus fines. Tolerancia en la frontera no es opción. Esa
noticia vaciaría los países africanos, no de pobres y desesperados como algunos
creen, sino de sus capas formadas y su escasa clase media. En las terribles
bodegas de esos barcos se juntan fugitivos de la guerra siria con emigrantes de
Bangladesh y el África negra. Pero no son los pobres si no los que pueden
pagar. Devolverlos a las costas solo sube el precio de volver a intentarlo.
Intervenir militarmente en Libia es otra opción. Entrar a destruir las
organizaciones de traficantes y a los yihadistas. Pero eso supone una guerra
abierta contra el Estado Islámico en la región. Para eso hay que estar
dispuesto a entrar a mancharse las manos en Libia y traerse cadáveres propios
y, para los delicados estómagos europeos, eso es algo aún más difícil de
digerir que mil muertos ahogados a la semana. ¿Pero, y si son diez mil o cinco
veces eso? ¿Qué nos amargaría más nuestra vida, diez mil muertos semanales de
africanos ahogados o mil ataúdes de soldados europeos?
Quien diga que tiene la solución miente. Quien pretenda que
esa presión va a reducirse con ayuda al desarrollo se equivoca. Esas gentes
tienen prisa. Huyen de sociedades y estados fracasados, de culturas paralizadas
y crueles. Muchos de ellos viven en sus países mejor que los demás. Pero les
urge salir porque quieren otra cosa. No buscan sobrevivir sino mejorar. Por
mejorar, por perseguir ideales arriesgan la vida. Es el sueño de la prosperidad
y la libertad. Buscan el bienestar que ha sido capaz de generar el capitalismo
allá donde hay libertad. En Asia como en Europa o América. Por eso es grotesco
que, una vez más, el coro del izquierdismo y el buenismo europeo se dé golpes
de pecho, culpe al capitalismo de los muertos ahogados y exija la apertura de
las fronteras. La entrada masiva y no regulada de inmigrantes del Tercer Mundo
en Europa no solo dinamitaría las democracias europeas. Podría destruir en poco
tiempo todo equilibrio de la convivencia, legalidad y seguridad. Y abocarnos a
la deriva hacia sociedades fracasadas no muy distintas de aquellas de las que
huyen hoy los inmigrantes. Europa necesita inmigración, mucha, pero ha de ser
por fuerza reglada. Es patético ver al izquierdismo europeo acusar al
capitalismo de naufragios y tragedias. Ellos, acostumbrados a que los seres
humanos mueran huyendo de sus regímenes, no aceptan que aquí arriesguen la vida
por llegar al sistema más humano, libre y eficaz. El que ellos quieren
sistemáticamente destruir. A la izquierda radical solo parecen quedarle ya como
argumento y aliado el islamismo y la cristofobia y un tercermundismo que es
«racismo antiblanco», como dice Michel Houllebecq. Europa es una isla de
afortunados en muchos sentidos. Hundirla bajo el peso de un tsunami descontrolado
no ayudaría a ningún naufrago. Y nos convertiría a todos en balseros
potenciales.
LA MUERTE DE UN SÍMBOLO
Por HERMANN TERTSCH
ABC Sábado, 18.04.15
Con su experiencia y dotes de mando, Al Duri tuvo un papel
decisivo en la toma de Mosul por el EI
Hace
muchos años que persigue la muerte a Izat Ibrahim al Douri y dicen que podría
haberlo encontrado en las montañas de Hamrin en un combate con el enemigo chií.
Habría sido al este de Tikrit, la ciudad natal del jefe al que sirvió lealmente
hasta su final, Sadam Hussein. Allí habría sido abatido por soldados iraquíes,
compatriotas y antes subordinados suyos y enemigos desde que él se integró en
la dirección del ejército del Estado Islámico (EI). Poco después del anuncio de
su muerte, surgieron ayer varios comunicados que negaban el fallecimiento del
vicepresidente con Sadam, legendario dirigente baazista y uno de los líderes
actuales del EI con mayor prestigio. Insistían en que sigue vivo. El Gobierno
iraquí asegura que es Al Duri, el ya legendario lugarteniente del dictador
iraquí, que sobrevivió a mil purgas, a la invasión norteamericana y a la guerra
sectaria y civil de los últimos lustros. Y anunció que enviará a Bagdad el
cuerpo del cadáver pelirrojo para el estudio del ADN.
Al Duri es el
dirigente iraquí leal a Sadam de más alto rango que se integró en los pasados
años en las fuerzas yihadistas suníes que formaron el EI. Y se llevó a
centenares o miles de soldados y oficiales expertos leales consigo. Con su
experiencia, su talento, su autoridad y dotes de mando jugó un papel decisivo
en la toma de la ciudad de Mosul, el mayor éxito militar del EI hasta el
momento.
El Estado islámico ha
gozado inicialmente de gran prestigio por ser la única fuerza suní capaz de
resistir al régimen prochií del primer ministro, Nuri al Maliki. Relevado
Maliki, los intentos auspiciados desde el exterior por crear en Bagdad unas
fuerzas menos marcadas por la supremacía sectaria chií chocan con el poder cada
vez mayor que ejerce ya directamente Irán en el país vecino.
Si Al Douri ha muerto, desaparece el mayor
símbolo del fracaso occidental de reconducir las lealtades en el Irak post
Husein, comienzo de todos los dramáticos errores que tanto contribuyeron a la
inmensa tragedia en la región.
RETORNO A EVIAN
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 17.04.15
Todos brindamos con zumo para ayatolás porque somos aliados de civilizaciones y muy conciliadores
ES Evian-les-bains una idílica localidad termal en la parte
francesa del lago ginebrino de Leman. Allí convocó el presidente norteamericano
Franklin Delano Roosevelt del 6 al 14 de julio de 1938 una conferencia
internacional. Reunió Roosevelt a 32 países para tratar un problema que había
adquirido ya virulencia tras la anexión de Austria por la Alemania hitleriana.
Con la absorción de golpe de los 200.000 judíos austriacos, el III Reich había
pasado a tener una población hebrea de más de 700.000 personas sin derechos,
sometidos a permanente acoso y vejación. Todavía quedaban ilusos entre ellos
que creían que la pesadilla del nazismo acabaría pronto. Pero centenares de
miles habían reconocido en su gobierno hitleriano al mortal enemigo y querían
huir, emigrar. Pero nadie daba visados. Todos querían ir a EE.UU. o Inglaterra.
Para evitar la presión política, Washington decidió repartir la carga. Pero no
la carga de la inmigración sino la responsabilidad de no permitirla. El
resultado fue devastador. Solo sirvió para que los judíos supieran que tenían
todas las puertas de huida cerradas. De los 32 países en el Hotel Royal de
Evian, solo Costa Rica se mostró dispuesta a aceptar la entrada de cierto
número. EE.UU. no aceptó cuota alguna. Suiza cerró sus fronteras bajo el lema
de «das Boot ist voll» (la barca está llena). El Reino Unido anunció que la
pequeña isla estaba superpoblada y esa inmigración tendría graves repercusiones
sociales y económicas. También cerró sus territorios en Palestina para evitar
problemas con los árabes. Los 29 estados restantes respondieron igual.
Australia llegó a decir que «no tenemos un problema racial y no queremos
crearlo ahora». El gran triunfador fue Hitler. «Espero que aquellos que tienen
tantas simpatías por estos criminales (los judíos) sean lo suficientemente
generosos para convertir la simpatía en ayuda práctica. Nosotros estamos
dispuestos a poner a su disposición a todos los criminales, si es por mí, hasta
en barcos de lujo». Evian dejó claro que nadie haría nada por los judíos
europeos. Si cada país presente en Evian hubiera aceptado menos de 20.000
judíos, habrían salvado a la totalidad de los judíos del Tercer Reich de 1938.
Pero nadie quiso creer que Hitler fuera a aniquilar a su población judía como
prometía una y otra vez. Sin escapatoria, todos salvo unos pocos afortunados
acompañarían a la muerte a los millones de judíos de Europa oriental.
Muchos aquí no conocen la historia de Evian. Los judíos la
sienten aunque no la estudien. Evian es médula de Israel. De ahí que Barack
Obama, tan ansioso por la foto iraní como por la cubana para su por lo demás
frustrada biografía presidencial, recuerde mucho a Roosevelt, cuando reparte
responsabilidades. Mientras confía en las buenas intenciones de Hitler, perdón,
del régimen de Irán. El ministro de Exteriores de ese régimen, Mohamad Yavad
Zarif, distinguió esta semana a Madrid como primer destino oficial tras el
acuerdo con Obama. Y no ocultó sus intenciones: «Hay que destruir Israel». Lo
dijo en España. En visita oficial. Y nadie le ha replicado. Ni Rajoy ni
Margallo. Nadie en Madrid ni en Washington. Todos se dicen convencidos de que
el acuerdo con el régimen de Irán tendrá grandes beneficios. Los riesgos
denunciados por la amenaza iraní se tachan como fruto de la paranoia de los
judíos o de Israel o del «radical Netanyahu». Pero el ministro iraní es claro:
«Hay que aniquilar Israel». Sentados en el hotel Royal de Evian-les-bains le
escuchamos en Madrid. Proclama su voluntad de exterminar a nuestro aliado
Israel. Y todos brindamos con zumo para ayatolás porque somos aliados de
civilizaciones y muy conciliadores y, como entonces en Evian, la amenaza no puede
ir en serio.
GRASS Y MITSCHERLICH
Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 14.04.15
La literatura fue decisiva como «terapia» colectiva en la
superación de la incapacidad del luto y de la mentira del pasado
A finales de los años sesenta, publicada ya la trilogía de
Danzig, Günter Grass ya era la estrella más rutilante en el firmamento
literario de Alemania. Eran unos años de profunda transformación. Por primera
vez no solo en el paisaje y la economía. También en las cabezas y los
corazones. Tras años de implacable e inagotable trabajo en la reconstrucción,
pasada la urgencia, pasado el hambre, había llegado el momento de la
introspección, de las preguntas, de la reflexión y del luto. Alexander y
Margarethe von Mitscherlich publicaron en 1967 un libro clave, «La incapacidad
para el luto» (Die Unfähigkeit zu trauern). Era un ensayo para el
tratamiento moral y sentimental de la historia reciente alemana. Establecían
los Mitscherlich que las masas en la sociedad moderna pierden en el siglo XX la
referencia del padre y entran en una volatilidad de emociones y voluntad que
implica inmensas amenazas como el propio nacionalsocialismo había demostrado. Y
que frente a ello solo sirve una permanente ilustración de esas mismas masas.
La capacidad del luto se genera haciendo posible que los individuos trabajen
colectivamente con los conceptos de la culpa y el luto, la responsabilidad
individual y colectiva y el crimen y la percepción del peligro de la
repetición. Concluye que no hay posibilidad de construir una sociedad sana,
constructiva, creativa y honrada si se ocultan los crímenes y no se vive el
proceso de luto por las víctimas. Las víctimas han de estar siempre presentes.
Pero en el caso del mayor crimen del nazismo, el Holocausto, las víctimas
tienen una terrible peculiaridad: no hay rastro de ellas. No hay tumbas. Desaparecieron
en el humo sobre los campos de exterminio. Por eso hay que crear un sistema de
monumentos y de símbolos y ante todo una educación contra la educación
manipuladora. Es un entrenamiento contra el adoctrinamiento que dominan los
planes de estudio. Y la literatura es un elemento clave en ello.
El Grupo 47 es decisivo en el auge de la literatura como
«terapia» colectiva en la superación de esa incapacidad del luto de
Mitscherlich y que es la falta de coraje para afrontar el pasado, la tentación
de vivir en la mentira. Inspirado en Der Ruf (el
grito), un boletín literario de un campo de prisioneros de guerra alemanes en
Rhode Island, el Grupo 47 integra pronto a los principales escritores alemanes.
Destacan Heinrich Böll y
Günter Grass. Ambos, moralistas. Böll, de una honradez casi hiriente.
Grass, como se demostraría, de una torturada hipocresía que solo supo vencer al
final de sus días. Su secreto fue su tortura. Cuando la literatura de ambos es
permanente «Vergangenheitsbewältigung», superación del pasado. Tras años de
silencio pétreo en la posguerra en la que casi todos tenían algo de qué
avergonzarse, todo son preguntas de adolescentes que como niños ya no tuvieron
educación hitleriana. Quieren saber qué pasó. Por qué pasó. Y cómo fue posible
que pasara. Son el 1968 alemán. Exigen verdades. Hoy sabemos que la educación
alemana ha sido, con todas sus imperfecciones, la más eficaz y honrada en el
tratamiento del pasado y la culpa. Había más que en ningún sitio. Ni en
Francia, ni en Italia, ni en los países comunistas por supuesto hubo algo
parecido a lo sucedido en Alemania y Austria.
En mi libro «Días de ira», que se publica este mes, relato
cómo fue aquello en mi infancia y en mi casa. En casa de un periodista
exdiplomático que fue nazi primero y prisionero de los nazis después. También
reflexiono de lo bien que vendría a España una mayor honradez y menos falacias
sobre el antifranquismo que han hecho de la sociedad española, como auguraban
los Mitscherlich, una prisionera de sus mentiras.
OBAMA Y SUS ANSIAS DE HISTORIA
Por HERMANN TERTSCH
ABC 11.04.15
Obama necesita fotografías históricas para ser recordado por
algo más que por ser el primer presidente mulato
La VII Cumbre de las
Américas va a ser en verdad histórica, aunque no sean pocos los que crean que
lo será por las razones equivocadas. Porque el principal acto de la cumbre de
jefes de Estado de los treinta y cuatro países no será para celebrar la
democracia, sino para honrar a una dictadura. Esto no era exactamente lo que tenía
«in mente» Washington cuando, bajo el paraguas de la Organización de Estados
Americanos (OEA), auspició estas cumbres. Se trataba de encauzar el impulso
hacia la democracia y la libertad surgido de la caída de los regímenes
comunistas europeos y la URSS. Con un tratado para el Área de Libre Comercio de
las Américas (ALCA), que se soñaba con tener en 2005. Sucedió lo contrario.
En 1994 se creía que
la dictadura de Cuba, aislada, caería. Pero en el 2000 el régimen comunista de
la isla tenía ya un poderosísimo aliado en Venezuela. Desde entonces la
libertad ha retrocedido sin cesar ante el «socialismo del siglo XXI». En 2012,
una mayoría de países forman un compacto frente integrados en el Foro de Sao
Paulo, donde en 1989 se había lanzado el proyecto revolucionario y
antiimperialista de nuevo cuño. La falta de condenas oficiales al régimen
demente de Maduro en Venezuela revela hasta qué punto las democracias tienen
más dificultad hoy que entonces en defender la libertad frente al socialismo.
Hoy se celebrará ese
encuentro entre Barack Obama y Raúl Castro. La imagen que dará la vuelta al
mundo será la escenificación del fin del aislamiento de Cuba como un hito de la
presidencia de Obama. Se deberá básicamente al cúmulo de fracasos de Obama,
que, a dos años de dejar la Casa Blanca, necesita con urgencia fechas y
fotografías históricas para ser recordado por algo más que por ser el primer
presidente mulato. El acuerdo con la dictadura de Cuba es uno de ellos. Otro es
el acuerdo con Irán. Ambos los ha deseado Obama tanto que no ha sido exigente
con el contrario. Las consecuencias se verán cuando él ya no esté.
LA GUERRA DEL PELUQUERO
Por HERMANN TERTSCH
ABC 10.04.15
El yihadismo se aprovecha de nuestras debilidades y de la
inanidad de los mensajes que dominan la vida cotidiana en los países europeos
desarrollados
FUE un ataque de una
calidad e intensidad no conocida el que llevó a negro la emisión en la mayor
parte del mundo a la televisión francófona TV5Monde en la noche del jueves. Y
el agresor ha sido el Estado Islámico. Tres ministros de la República de
Francia, los de Interior, Bernard Cazeneuve; Exteriores, Laurent Fabius, y
Comunicación, Fleur Pellerin, se reunieron ayer con el director de la cadena
para escenificar el estado de alerta. Las agresiones a los sistemas
informáticos por parte del Estado Islámico van a más. Y aunque nadie quiere dar
ideas, nadie es tampoco tan iluso como para creer que los expertos de la
internacional terrorista yihadista con todos sus inmensos apoyos, no saben de
la vulnerabilidad de los sistemas informáticos que regulan hoy absolutamente
todo en nuestra vida cotidiana. Una cosa es que nos dejen sin un canal de
televisión en francés y otra que ataquen sistemas de nuestras comunicaciones,
transportes e infraestructuras. Esa es una faceta menos conocida, pero no menos
alarmante que el joven peluquero español Antonio S.M. (ya nos dirán por qué
rayos no tenemos derecho a saber el nombre de alguien detenido bajo tan
gravísima acusación) de Sabadell, que comenzó a dejarse crecer la barba hasta
niveles chocantes, para volcarse después en otros quehaceres más alarmantes. La
guerra cibernética de la yihad está ya en marcha. Como lo está la guerra
tradicional en Oriente Medio en diversos frentes, la insurreccional en muchos
puntos de África y la puramente terrorista en todo el mundo y con un escenario
muy probable para grandes acciones en un futuro próximo que es Europa.
En todo el continente
está en pleno auge el reclutamiento y no solo para acudir a su Estado propio
que resiste en parte de Siria e Irak. Hay sobre todo un gran auge del interés
de esos jóvenes de países desarrollados que se consideran en vías muertas
sociales y existenciales. Y hay una obvia incapacidad de los Estados
democráticos para controlar sus inmensas bolsas de población musulmana en las
que gran parte de los sectores moderados no participan en las actividades de
conspiración terrorista pero no colaboran tampoco con las autoridades. Una
región española, Cataluña, ya está catalogada como zona de alto riesgo para las
fuerzas que combaten al Estado Islámico y sus células que surgen por todo el
planeta. No vamos a hablar aquí de lo mucho que han facilitado las autoridades
nacionalistas catalanas la creación de unas comunidades musulmanas con focos
especialmente agresivos. A nadie debe extrañar que muchos jóvenes de origen
musulmán busquen consuelo y sentido en la religión en un entorno volcado en el
seguimiento de Belén Esteban. Y hay cierta lógica en que ese atractivo de las
convicciones fuertes, el sacrificio y la entrega también atraiga a españoles
que no tienen un origen musulmán. En este sentido, como todos los demás
enemigos de la sociedad abierta, el yihadismo se aprovecha de nuestras
debilidades y de la inanidad de los mensajes que dominan la vida cotidiana en
los países europeos desarrollados. Por muy bien que actúe nuestra policía
española, que lo hace, solo puede combatir a aquellos que, como nuestro
peluquero barbudo, ya han dado el salto a la acción. No siempre tendremos la
suerte de poder evitar sus acciones. Para hacer frente al fenómeno global, que
incluiría la acción solidaria y movilizada por los perseguidos por el yihadismo
y en especial los cristianos, nuestra sociedad necesita conciencia del peligro,
la percepción del riesgo y la voluntad de autodefensa. Requieren lo contrario a
esa corrección política fuente de infantilismo y cretinismo político. Es decir,
valor y verdades.
LOS OJOS DE ALEMANIA EN ESPAÑA Walter Haubrich (1935-2015)
Por HERMANN TERTSCH
ABC 09.04.15
Conocía a todos en España y todos los alemanes con interés
en España le conocían
Walter Haubrich
nació el 25 de agosto de 1935 en Sessenhausen y ha muerto el 6 de abril de 2015
en Madrid. Fue un periodista que entre 1968 y 2002 ostentó la corresponsalía
del «Frankfurter Allgemeine Zeitung» (FAZ) en Madrid. En la etapa final del
franquismo fue enlace entre partidos opositores españoles y sus homólogos alemanes.
Allá en los años de
las guerras yugoslavas, Viktor Meier, una leyenda del periodismo en el este de
Europa que escribía en el « Frankfurter Allgemeine Zeitung», harto de bombas y
violencia balcánica, me dijo en varias ocasiones: «Sí, mi sueño es que me den
la corresponsalía en España. Pero me moriré sin cumplirlo porque a Walter
Haubrich no hay quien lo saque de allí.» Y en efecto, Viktor Meier se murió
hace unos meses en Suiza sin haberle quitado el envidiado puesto a Haubrich que
le seguiría a la muerte el pasado lunes. Y es cierto que hasta su jubilación,
el periodista renano grandullón, tan apacible como apasionado, ha sido el
corresponsal inamovible desde la década de los setenta.
JOSÉ ALFONSO
Haubrich ya había
estado en España estudiando románicas en Salamanca –como en Dijon, en Francia–
e ingresó en el periódico serio y conservador que siempre fue el «FAZ» en el
año en el que, alrededor de la sede en Fráncfort, volaban los adoquines en el
mayo del 1968 alemán. Pronto estaba instalado como corresponsal del periódico
en la España tardofranquista. Ya conocía a jóvenes de la oposición de sus
estancias estudiantiles. Desde entonces hasta 2002 en que se jubiló
oficialmente, pero también después en sus colaboraciones que no cesaron,
Haubrich fue el testigo de excepción de la historia política de España para las
clases dirigentes en Alemania. No solo para ellas, pero sí muy especialmente
para los estamentos de la política, economía, finanzas y cultura.
Como joven con muy buenos contactos en la oposición
democrática al régimen fue en innumerables ocasiones el transmisor de los
mensajes entre la oposición democrática y los partidos alemanes. Y llegado el
momento de la muerte de Franco, después la transición y los años de vértigo que
después siguieron, Haubrich fue uno de los principales canales de comunicación
en unas relaciones hispano-alemanas que fueron decisivas para la estabilización
de la democracia y para el posterior ingreso de España en la Comunidad Europea.
Fue, como recordaría muchas veces su amigo personal Felipe González, uno de los
«aparatos de oxígeno» para la oposición como conexión directa con la república
de Bonn. Él conocía a todo el mundo en España y todo el mundo en Alemania con
interés político y económico en España le conocía a él. Era Haubrich probablemente
el único socialdemócrata entre los corresponsales del «FAZ». Pero sus estrechos
lazos con Felipe y toda su generación y tantos otros amigos que tenía en el
PSOE así como en el SPD nunca le supusieron un problema ni aquí ni allí. Porque
estaba siempre fuera de duda el grado de información, de conocimiento y de
credibilidad. Haubrich sintió pasión por España y por su despertar a la
libertad. Tuvo la suerte de vivirla en primera fila y contarla como nadie para
generaciones de alemanes que han sabido de nuestra historia a través de sus
crónicas.
PEOR QUE UNA TONTERÍA
Por HERMANN TERTSCH
ABC 08.04.15
Es imposible. Grecia no cabe en la Unión Europea. No cabe
porque no quiere. Se ha intentado por todos los medios. Se han hecho todos los
esfuerzos. Los han hecho los gobiernos y las opiniones públicas de todos los
países miembros de la UE. Hasta ahora siempre había funcionado. Con todas sus
dificultades y diferencias, desde el comienzo de la andadura europea común,
siempre se ha llegado tarde o temprano a un punto de encuentro, de conciliación
de intereses, con voluntad de acuerdo, con buena voluntad. Por primera vez
resulta imposible. Cada vez son más los que llegan a la misma conclusión de que
los griegos eligieron en enero a un Gobierno que resulta incompatible con su
pertenencia a la UE. El último gesto griego es la provocación consumada. Que
nadie calificará en Alemania como tal. Donde todas las cuestiones relacionadas
con el pasado nacionalsocialista son objeto de un trato exquisito en su
formalidad. Pero a nadie se le oculta que la exigencia oficial de reparaciones
de guerra a Alemania con que ayer se destapó el gobierno griego quiebra toda
posibilidad de entendimiento. Y condena al fracaso los últimos intentos de la
Gran Coalición que dirigen Ángela Merkel y Sigmar Gabriel por impedir esa
salida de Grecia del euro que la sociedad alemana y muchas otras demandan cada
vez con mayor vehemencia. Cuando se esperaban las propuestas de reformas que de
una vez por todas dieran algo de credibilidad a los planes del gobierno griego
y posibilitaran la reapertura de las ayudas, llega un sobre de Atenas pero con
contenido muy diferente. El Gobierno de Alexis Tsipras pide formalmente 278.700
millones de euros a Alemania por los daños estimados por una comisión
parlamentaria en Atenas. Como decían ayer con amargura en Berlín, podían ser
tan exactos y hábiles con los otros números y cálculos.
Un día antes de la visita de Alexis Tsipras a Rusia, el
gobierno griego decide tratar a Alemania como a un enemigo y exigir lo
imposible para que todos los esfuerzos posibles de solución interna en la UE
fracasen. Un chantaje sobre otro. Es la única política que Tsipras parece capaz
de concebir. Allá va al Kremlin con su exigencia de reparaciones a Alemania,
donde le espera un Vladimir Putin, cuyo principal objetivo político exterior es
la destrucción de la Unión Europea. Allí recibirá Tsipras un trato preferente y
mucha comprensión. Para aumentar los chantajes a Europa. Con el fin tan
inviable como absurdo de lograr que la UE rompa reglas y principios básicos
para financiar a fondo perdido un proyecto de régimen socialista en Grecia.
Este disparate histórico puede tener muchas causas y culpables. Pero el hecho
ya no controvertido es que el gobierno de extrema izquierda de Grecia no quiere
cumplir ni su palabra ni los acuerdos ni las reglas. Y su permanencia en la UE
se hace por ello del todo imposible. Esto no quiere decir que Alemania vaya a
despreciar las exigencias de reparaciones del gobierno de Syriza. Aunque
jurídicamente nada se le puede ya exigir. Pero todo lo que logren quizás sacar
las autoridades actuales griegas en gesto simbólico alemán nunca compensarán el
inmenso coste de la ruptura. Y la UE entra en una nueva fase con el precedente
de un país que se va por incompatibilidad ideológica. Como dijo ayer el vicecanciller
Sigmar Gabriel, siempre esforzado por defender a Grecia en Alemania, “solo
puedo decir que es una gran tontería”. En Berlín eran pocos los que aun se
resistían a aceptar que Grecia se tiene que ir. Desde ayer son aun menos.
EL DESPRECIO DESCOMPENSADO
Por HERMANN TERTSCH
ABC 07.04.15
Todos los méritos de Rajoy pueden ser devorados por un
demérito decisivo. Que está en una irremediable falta de empatía
NO va a haber
cambios, El Gobierno está funcionando muy bien y el partido está funcionando
muy bien. Estoy satisfecho de cómo están funcionando las cosas». Quien dice
esto dirige el partido que acaba de perder un 30% de sus votos en la región más
poblada del país que gobierna. Tiene sobre la mesa sondeos que le quitan la
mayoría de gobierno en casi todas las regiones y muchas decenas de ciudades. Su
jefa de partido y su vicepresidenta de gobierno están en guerra abierta que ni
siquiera se molestan en ocultar. Intrigantes profesionales «que jamás ganaron
nada y jamás se presentan a las elecciones», como dijo –y dijo bien– María
Dolores de Cospedal en boca delegada, utilizan el poder vicario para sus
propios intereses, agendas y calendarios. Como también utilizan medios de
comunicación privados desde posiciones de gobierno para sus vendettas
personales y descalificaciones en sus litigios. El presidente debe tener
cuidado con esa convicción de que a él no le pasa factura el negar obviedades.
Los españoles están muy irritados y todo les parece ya una falta de respeto.
Hasta aquello que realmente lo es, como que desprecien sistemáticamente su
capacidad de interpretar la realidad.
El poder del Partido
Popular, el mandato más abrumador y rotundo habido en España en democracia,
solo comparable al que con la victoria de Felipe González abría una larga era
de cuatro legislaturas de gobiernos socialistas, se diluye como un azucarillo
tras apenas tres años y medio de gobierno. Y eso que las cosas van bien, como
dice el presidente. Porque tiene mucha razón el presidente Mariano Rajoy en que
las cifras económicas van mucho mejor y allí se volvió a ver. Tiene razón en
que estamos dejando atrás la crisis que le llevó a él al poder tras dos
derrotas y ocho largos años de espera. En los que su rival José Luis Rodríguez
Zapatero tuvo tiempo para hacer un daño infinito a España, en todos los
terrenos, niveles y categorías. Aquellos años de acción devastadora de gobierno
socialista los pasó Rajoy pacientemente en la oposición sin cambiar tampoco
entonces nada. Entonces no vio motivo de cambio de forma de oposición, cuando
la labor destructora del zapaterismo abría heridas y destruía tejidos. De no
haber mediado la brutal crisis y la intervención europea, es difícil negar la
posibilidad de que Rajoy hubiera pasado esta legislatura también en oposición,
también sin cambiar nada, en paciente espera a que el tiempo le diera su
oportunidad. Lo cierto es que hoy, una vez más, como ayer dejó claro en su
entrevista en RNE, Rajoy está dispuesto a esperar y no hacer nada. Mientras,
todo menos él se ha puesto en movimiento. Muchos hablan de techos de Podemos o
Ciudadanos, pero ignoran que son tan inciertos esos techos como los suelos de
otros. Después del 24 de mayo, cuando muchos miles de cargos políticos del PP
estén buscando trabajo, Rajoy volverá a decir que todo va bien y que los
españoles le darán en las elecciones generales las medallas que merece. Por
salvarlos de un rescate que, gracias a la economía que ciertamente mejora,
probablemente pocos recuerden. Y que nadie agradecerá. Desde la derrota electoral
de Churchill el 5 de julio de 1945 –sin querer hacer estúpidas comparaciones–,
debiera estar claro que el voto de gratitud no existe. Todos los méritos de
Rajoy pueden ser devorados por un demérito decisivo. Que está en lo que parece
una irremediable falta de empatía. Pero ante todo en su incapacidad para
entender que ni el mayor milagro económico teutón suma beneficio y
gratificación suficiente a corto plazo en la población para compensar un
permanente desprecio político del gobernante al gobernado.
EL TIEMPO JUZGARÁ
Por HERMANN TERTSCH
ABC 03.04.15
Al menos una declaración por la que Irán renuncia a la
destrucción de Israel podría haber sido exigible. El tiempo dirá si este
acuerdo es un avance o un trágico error
TODOS los
participantes anuncian que hay acuerdo. Todos se felicitan por ello. Y el
primero en hacerlo, en Twitter, fue el presidente de la República Islámica de
Irán, Hasán Rouhani. Es un acuerdo marco para la redacción de uno final que
estará listo para finales de junio. Tras posponer en dos ocasiones en el
maratón final la fecha límite, que era el 31 de marzo, por fin se pudo decir
que EE.UU, China, Rusia, Reino Unido, Francia y Alemania han llegado a un
acuerdo con Irán. Un acuerdo que todos los participantes deseaban. Algunos, con
especial ansia. Se trata de un acuerdo general garantizado por todos los
firmantes para desmantelar las sanciones internacionales contra este país a
cambio de condiciones que limitan su actividad nuclear y sus nunca reconocidos
pero siempre evidentes intentos de fabricación de armamento atómico. Veremos
pronto en qué consiste todo ello y si realmente este acuerdo, el que se firme a
finales de junio, cuyo texto habrá de ser redactado, ofrece suficientes
garantías para aquellos que están convencidos de que el régimen teocrático de
Teherán tiene el firme objetivo de fabricar armas nucleares y que este acuerdo
no lo impedirá. Las fervientes ganas de firmar del presidente Barack Obama no
han ayudado a despejar sospechas. Han agudizado las preocupaciones de los
partidarios de atar mucho más corto a un régimen que muestra un rostro
diplomático más civilizado pero no deja de aplicar una política de poder sin
escrúpulos.
Irán tiene ahora un
presidente, Rouhani, afable y relajado en contraste con su antecesor, el furibundo
fanático Ahmadineyad, o con los ayatolás dirigidos por el líder espiritual
Jamenei. Pero eso no ha cambiado la política en el interior de Irán, donde al
sangriento aplastamiento de las revueltas de 2009 ha seguido un ominoso rigor
de la represión. Y en el exterior, Irán ha aprovechado bien la aparición del
brutal terrorismo sunita del Estado Islámico para erigirse en la vanguardia de
la batalla contra el mismo. Y extender así su control sobre Irak. Su
intervención en Yemen como apoyo a los rebeldes y su pleno apoyo al régimen de
Assad y a la intervención extranjera del aliado libanés de Hizbollah son otras
de las piezas de un régimen que aumenta cada vez más su poder sin ceder en
ninguno de los brutales postulados del mismo. Que toda la comunidad internacional
está interesada en que Irán vuelva a ser un miembro de pleno derecho de la
comunidad internacional es un hecho. Y sería beneficioso para todos. Pero sólo
si cambia su actitud y sus postulados que lo hicieron uno de los países más
agresivos del mundo. Y lo sigue siendo, aunque no les convenga verlo a todos
los países que esperan un suculento mercado. Y aunque no le convenga verlo a
Obama, que quiere un acuerdo para poder tener algún hito no marcado por el
fracaso en su presidencia. Este «triunfo para la historia», como el
restablecimiento de relaciones con Cuba, debe convertirse en medalla para una
pechera muy desnuda de ellas. Veremos con qué consecuencias. Porque si en Cuba
el gesto de Obama de momento sólo ha supuesto satisfacción para los Castro y
más detenciones de opositores, en Irán la normalización y fortalecimiento del
régimen, si no logra evitar la bomba nuclear, sería una catástrofe mundial de
consecuencias imprevisibles. Esa bomba tiene como primer destinatario un país,
que es Israel. Y es un aliado de muchos firmantes cuyos temores e intereses se
han despreciado en estas negociaciones. Al menos una declaración por la que
Irán renuncia a la destrucción de Israel podría haber sido exigible. El tiempo
dirá si este acuerdo es un avance o un trágico error.
MIRAFLORES Y LA PIEDRA QUE ARDIÓ
Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 31.03.15
San Juanito y el «Tríptico de Miraflores», milagros de lo
mejor del ser humano que han sufrido por lo peor del mismo, vuelven a ser
testigos de la mezquindad
AYER al mediodía me permití el lujo de escaparme al Museo
del Prado a ver la maravillosa exposición del flamenco Rogier van der Weyden y
confirmar que la gesta de reunir sus grandes obras conocidas, «El
Descendimiento», «El Calvario» y el «Tríptico de Miraflores», así como el
«Tríptico de los Siete Sacramentos», es un acontecimiento inolvidable. Parece
que costó trabajo convencer a la Gemäldegalerie de Berlín de que prestara el
tríptico pintado por Van der Weyden para España. Lo regaló Juan II de Castilla
a la Cartuja de Miraflores en 1445 y allí o en la catedral de Burgos debería
seguir si en 1809 no hubiera caído en manos de un general francés, Jean
Darmagnac, que se lo llevó. En la traducción inglesa del texto explicativo de
esta joya en la exposición madrileña pone textualmente: «In 1809 it was
adquired by the General…». Nosotros, como siempre, tan piadosos con las
tropelías ajenas. Todo indica que el general napoleónico «adquirió el tríptico»
como Göring o Himmler «adquirieron» sus maravillosas pinacotecas por toda la
Europa ocupada. Lo cierto es que el «Tríptico de Miraflores» apareció veinte
años después de Waterloo. Fue en Londres en una subasta en Christie’s, y acabó
en 1850 en la colección real prusiana en Berlín.
Pero ayer no solo disfruté de la soberbia exposición de Van
der Weyden. La suerte quiso que encontrara al director del museo, Miguel
Zugaza, con Ignacio de Medina, el duque de Segorbe, que acababan de inaugurar
una muy especial exposición de una sola pieza. ¡Y qué pieza! Nada menos que el
«San Juanito de Úbeda», como se conocía a la única escultura de Miguel Ángel
que había en España. Y que dejó de haber cuando un grupo de milicianos del
Frente Popular la rompió y quemó sus trozos junto al altar de Berruguete de la
Capilla de San Salvador en Úbeda. Después de aquella barbaridad se pudieron
recuperar 16 fragmentos de aquella finísima talla helenística del autor de la
Pietá del Vaticano. Que venía a ser un 40% del total de la escultura. Gracias a
las últimas técnicas se ha logrado una reconstrucción general encargada por la
Fundación de la Casa Ducal de Medinaceli al «Opificio delle Pietre Dure» de
Florencia, una especie de taller de genios de la reconstrucción y preservación
del patrimonio escultórico italiano y europeo. Ahí tienen por tanto una fiesta
de la belleza, de la armonía y emoción serena de Van der Weyden en el Prado,
que hace casi olvidar hoy aquella «adquisición» del general napoleónico del
Tríptico, solo un robo más de un inmenso saqueo y daño sin medida al patrimonio
cultural español en aquellos años de invasión. Y ahí está el San Juanito creado
en 1495 por Miguel Ángel entre pincelada y pincelada a la Capilla Sixtina,
destrozado y quemado por el odio español en 1936. Ha vuelto. Con magulladuras,
eso sí, como tanto superviviente de la historia española del siglo XX, pero de
regreso en España. Pues el mismo día, ayer, unos políticos catalanes, con
cargos institucionales, anunciaron que el año próximo proclamarán el fin de
España. Ni más ni menos. San Juanito y el «Tríptico de Miraflores», milagros de
lo mejor del ser humano que han sufrido por lo peor del mismo, vuelven a ser
testigos de la mezquindad y el encanallamiento imperecederos. Unos mequetrefes
quieren robar una parte de España como el general Darmagnac se llevó el
Tríptico y quieren que vuelva a arder la piedra como la cabeza del San Juanito
de Miguel Ángel. Pero como en España hoy no sufrimos ni invasión extranjera ni
guerra civil y tenemos un Estado de Derecho, sabemos que quienes intenten
tamaño crimen y encima lo proclaman serán detenidos y enjuiciados cuanto antes.
¿No es cierto?