EL AÑO PELIGROSO DE ERDOGÁN
Por HERMANN TERTSCH
ABC Sábado, 31.05.14
El presidente ha
dicho que quien quiera conmemorar las manifestaciones de hace un año será
tratado como
hace un año. A palos
Participación
Tres millones y medio de personas se manifestaron el año pasado Once muertos
En las 11.000 manifestaciones hubo además 8.000 heridos
Hace un
año una manifestación pacífica en contra de un proyecto urbanístico en el
parque Gezi junto a la plaza Taksim en Estambul concluyó a palos con la
policía. Al día siguiente se repitió. Con igual resultado. Así comenzó una avalancha
de movilizaciones en Turquía en la que participaron más de 3.5 millones de
turcos, murieron al menos once manifestantes en más de 11.000 manifestaciones
relacionadas con el movimiento y se produjeron más de 8.000 heridos, muchos muy
graves. Ha sido la mayor movilización de las clases medias urbanas y
educadas habida jamás en Turquía.
Al final fracasó,
porque ya no pretendía parar una especulación inmobiliaria sino derribar al
primer ministro Recep Tayip Erdogán. Pero Gezi cambió Turquía porque dejó
definitivamente sin careta conciliadora a Erdogán. Los tics autoritarios que
había mostrado hasta entonces el primer ministro y dirigente del partido
islamista AKP, pasaron a formar un perfil claro de personalidad enconada, de
reacción violenta a cualquier crítica y vocación despótica y megalómana. Ha
sido el año más duro para Erdogán.
El hombre con más
poder que el fundador Mustafa Kemal «Atatürk» comenzó su enfrentamiento total
con los turcos urbanos y educados que quieren una democracia europea y ven cómo
el sueño se aleja. Después tuvo que luchar contra la parte de la administración
que no controla y que expuso la inmensa corrupción de su partido, el AKP, pero
sobre todo de su familia y entorno. Ya está claro que los islamistas roban con
tanto entusiasmo, dedicación y eficacia como los gobiernos laicos. Y mucho más
que los militares turcos que gobernaron después de golpes de Estado en el siglo
XX.
El escándalo de las
grabaciones en las que las voces reconocidas por el propio Erdogán, su hijo y
otros fieles, hablaban de dinero, comisiones y favores literalmente como Al
Capone, no lo habrían sobrevivido en ningún país europeo. Ni en España
siquiera. También hubo otro escándalo, éste internacional, con los preparativos
de la simulación de un ataque sirio para una intervención en el país vecino. Y
recientemente se ha producido la catástrofe de Soma, en el oeste del país. El
13 de mayo una explosión en una mina de carbón subterránea causó 301 muertos en
el peor accidente de la historia de la minería turca que no anda escasa de
ellos. Las condiciones en la mina eran lamentables y lo fueron en el rescate.
La arrogancia de Erdogán y el despliegue de soberbia de su gente durante la
gestión de la crisis fue tal, que provocó indignación general. Hasta entre
las víctimas, gente humilde rural y votantes del AKP.
Pero a todo ha
sobrevivido Erdogán. Y en las elecciones municipales de marzo reafirmó su
mayoría en todo el país. Erdogán dice que le atacan los judíos, los antiturcos
y los enemigos del islam. Así de fácil. Y quiere ser elegido presidente en
agosto. De momento ha dicho que quien hoy intente conmemorar las manifestaciones
de hace un año, será tratado como hace un año. A palos.
LA PESADILLA DEL OLIGARCA
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 30.05.14
El pacto del autócrata con oligarcas garantiza la
estabilidad común en un capitalismo de Estado, cerrado, cautivo, brutal y
corrupto
SON muchos los que se han escandalizado por la escasez de
sanciones impuestas a Rusia tras su salvaje violación de la ley internacional
en Crimea. La invasión de un vecino, con desprecio a tratados y fronteras
internacionales, merecía una respuesta mucho más rotunda. Y la inmediata
anexión del territorio ocupado, aún más. Es cierto que Europa es básica y
esencialmente cobarde y ciega en su mezquindad y ceguera. Lo fue durante todo
el siglo XX y no ha mejorado. No es capaz de sacrificar una uña hasta que se da
cuenta de que ha perdido un brazo. Y tienen que venir otros a arreglar las
miserias para que no se macere el continente en su propia sangre. Por eso desde
hace años se trabaja en EE.UU. en el diseño de sanciones. Su aplicación se
revela inmensamente eficaz. Se estudió la naturaleza de los regímenes surgidos
en las repúblicas exsoviéticas tras abandonarse la pretensión democrática real.
Se basan estos en el pacto del poder oficial del autócrata, sea Putin,
Nazarbaev, Lukashenko o un caudillo local, con oligarcas con los que comparte
tareas y recursos. Juntos se garantizan la estabilidad común en un capitalismo
de Estado, cerrado, cautivo, brutal y corrupto.
Otras sanciones son difíciles de aplicar y tienen muchas
resistencias por sus repercusiones negativas generales. Estas son represalias
personales hacia dirigentes y cómplices del régimen a sancionar. Los oligarcas,
por elegantes que sean sus trajes, inmensos sus yates, sus aviones, palacios y
estadios, por bellas y siempre jóvenes que sean sus mujeres desechables,
inmensos sus patrimonios y colosales sus fortunas, son gánsteres hechos a sí
mismos. Tienen sus códigos de honor, su ansia de reconocimiento. Son los émulos
de aquellos triunfadores del salvaje oeste, los gigantes del petróleo y el
ferrocarril en América. En el salvaje este exsoviético, los oligarcas fueron
los más arrojados, más crueles y brutales. Su prestigio es su poder y ambos son
el dinero. Y la disponibilidad de dinero es la clave. Para sus permanentes e
ingentes gastos inmediatos, que van desde el ejército de escoltas y servicio en
decenas de mansiones por todo el mundo hasta favores, novias, mujeres e hijas
vaciando tiendas de lujo y joyerías. Y las redes de obediencia para que los
negocios funcionen. Los bloqueos de cuentas hacen milagros. Establecidos
precedentes, ha bastado muchas veces la amenaza. La sofisticación de la
vigilancia y los mecanismos de sanción creados hacen posible que los oligarcas
propietarios de miles de millones se queden en días sin dinero para el keroseno
del jet, para las exigencias de novias insaciables de dinero, para el pago de
promesas y compromisos que, incumplidos, se convierten fácilmente en peligros
mortales para ellos. Ya hay viejos gánsteres que tienen cientos o miles de
millones depositados por el mundo y se quedan sin efectivo para pagar la
escolta y vigilancia de su casa. Ya no pueden viajar. Su prestigio entre su
gente colapsa. Se les van sus hombres y sus mujeres. De adorados como héroes
pasan a ser apestados por estar en la lista negra. Es la pesadilla del
oligarca. El cambio de actitud de algunos respecto al separatismo ruso en
Ucrania podría deberse a esto. Dicen que habrá más. Y no solo allí.
Reconversión. Se les ofrece respetabilidad, como la que lograban con la
filantropía los magnates yanquis de turbios orígenes a finales del siglo XIX.
En Ucrania sí defienden el proceso democrático. Si no se avienen, se arriesgan
a la humillación de la insolvencia ante los suyos y la angustia de quienes con
los peores enemigos en el hampa más peligrosa del mundo deben dinero a quienes
les cubren la espalda.
POROSHENKO TOMA LA INICIATIVA POLÍTICA Y MILITAR EN UCRANIA
Por HERMANN TERTSCH
Enviado especial a Kiev
ABC Jueves, 29.05.14
La operación de recuperación del aeropuerto de Donetsk ha ayudado a poner fin a la sensación de impotencia de la población frente a los prorrusos
Las operaciones militares para restablecer
el control del Gobierno de
Kiev en las regiones orientales se acelerarán en los próximos días. Pero además
se esperan nuevas medidas también por parte de los oligarcas y sus fuerzas
civiles para una rápida recuperación del control y la soberanía ucraniana en
zonas de los distritos de Lugansk y
Donetsk. «Ajmetov y
otros van a ayudar ahora de forma clara. El presidente les ha hecho saber que
es el momento y que no se aceptan dilaciones ni ambigüedades como las pasadas.
Si quieren no quedarse fuera, con todo lo que tienen ellos que perder, van a
colaborar y ahora en serio».
Quien
dice esto es uno de lo personajes más brillantes de la escena política y social
ucraniana, Oleg Rybachuk, uno de
los líderes del Maidan. Economista, banquero, asesor de varios gobiernos,
experto en relaciones internacionales, dirige desde 2009 uno de los principales
movimientos cívicos. Rybachuk cree
en rápidos avances en esta operación de pacificación. Lo que no significa que Vladmimir Putin vaya a poner fin a sus intentos de
mantener permanentemente desestabilizada Ucrania. Pero el Kremlin no va a
arriesgarse a una mayor implicación operativa de la existente en las actuales
circunstancias. La iniciativa está por primera vez en meses, en la parte
ucraniana.
Esto
hace posible unos éxitos militares para el nuevo presidente que la sociedad
ucraniana aplaude pero en todo caso le exige. La presidencia de Petro
Poroshenko empezaría torcida, coinciden muchos interlocutores en Kiev, si no se
producen estos rápidos avances en la pacificación. A Poroshenko se le ha votado masivamente, no por
un carisma que no tiene ni por ningún entusiasmo. Sino por la confianza en que sea eficaz y
pragmático. No se le ha votado con el corazón sino con el cerebro. Por eso no
ha habido tampoco segunda ronda. No se ha votado ilusión, se ha votado
eficacia. Y esa eficacia se le va a exigir desde el primer momento. Y sentirá
la presión.
Por eso
la presidencia ha comenzado con fuertes combates y esos previsiblemente se van
a reproducir en los próximos días. Y Poroshenko llegará a París, a los actos
conmemorativos del desembarco de Normandía (el Día D), con nuevas pruebas de la implicación del Kremlin
en las operaciones terroristas de
grupos separatistas en el este de Ucrania.
Con los
líderes mundiales
Allí
estarán el anfitrión, François
Hollande, pero también Barack
Obama, Angela Merkel, David Cameron y otros muchos dignatarios mundiales.
Pero ante todo estará también Vladimir
Putin. Las operaciones llevadas a cabo estos pasados días han supuesto para la
sociedad ucraniana un claro y muy aplaudido cambio de actitud por las fuerzas
regulares.
El
éxito de la recuperación
inmediata del aeropuerto y
el gran número de bajas de los separatistas rusos frente a la ausencia de bajas
en sus propias filas, ha puesto fin a la sensación de impotencia de los días
previos a las elecciones. Y el anuncio de Poroshenko de que tiene intención de
ganar muy pronto esta guerra que han declarado los grupos separatistas ha sido
recibido con general aplauso.
Que ha tomado la iniciativa también se refleja en una nueva
disposición de informar al exterior en un intento por batirse también en la
guerra de la información. Ya hay pruebas de la implicación actual
de Rusia en las operaciones terroristas como
son los camiones retenidos en la noche del lunes parte en la frontera rusa
parte ya en territorio ucraniano con armamento y equipo para estos grupos. Las
pruebas de la presencia de los grupos de militares veteranos chechenos y de
otros rincones de Rusia ya están en manos de algunos países occidentales.
También las declaraciones de activistas prorrusos detenidos que confiesan haber
recibido entrenamiento, equipamiento, pagos e instrucciones en Rusia.
POROSHENKO QUIERE CONTROLAR ANTES DE UN MES EL ESTE DE UCRANIA
Por HERMANN TERTSCH
Enviado especial a Kiev
ABC Miércoles, 28.05.14
Los combates en el
aeropuerto de Donetsk provocan más de cincuenta muertos
Nuevo
secuestro. Se teme que cuatro observadores de la OSCE hayan sido secuestrados
por rebeldes prorrusos
El
presidente Petro Poroshenko está decidido a sofocar la actividad armada de los
separatistas rusos en las próximas semanas. Lo ha prometido públicamente pero
además ha acordado con sus íntimos colaboradores que esta es la máxima
prioridad de aquí al verano. Como primer resultado de esta decisión, debe
considerarse la rápida y masiva respuesta militar a la toma del aeropuerto de
Donetsk por separatistas rusos la noche del domingo.
AFP Milicianos prorrusos retiran a sus combatientes muertos en Donetsk
Poroshenko ordenó la intervención de
aviones y helicópteros artillados. No dejó apenas tiempo a las fuerzas
ocupantes para instalarse. Los asaltantes sufrieron numerosas bajas, que
fuentes separatistas cifraron en cincuenta, aunque se llegó ayer a hablar de
doscientos muertos. Los combates convirtieron la zona del aeropuerto Donetsk en
zona de guerra. La situación podría complicarse y nadie sabe cual será la
situación cuando Poroshenko se encuentre, cara a cara, con Vladímir Putin el 6
de junio en los actos de celebración del 70 aniversario del desembarco en
Normandía.
Poroshenko llegará a
Francia directamente desde Varsovia, donde visitará al vecino polaco. Con el
presidente polaco, Bronislaw Komorowski, viajará a los actos en lo que se
convertirá en la presentación de Poroshenko en una cumbre con asistencia de
Barack Obama, Angela Merkel, François Holland, David Cameron, Putin y otros
dignatarios mundiales.
Rusia protesta
Rusia ha protestado
por la reacción ucraniana al asalto y ocupación separatista del aeropuerto.
Kiev rechazó la protesta e insiste en que el deseado diálogo con Rusia no puede
afectar a la pacificación y el restablecimiento de la ley en las zonas que
controlan los grupos rusos. El ministro de Exteriores ruso, Serguei Lavrov,
quería condicionar el diálogo a una especie de reconocimiento de facto de esos
territorios de los separatistas que han dado en llamar «Nueva Rusia» en los
distritos de Donetsk y Lugansk. Eso ya está claro que no sucederá. Dos días
después de ser elegido, Poroshenko ya ha cambiado dramáticamente la estructura
de la denominada «lucha antiterrorista». Ha retirado a unidades de la Guardia
Nacional de voluntarios ineficaces y sin formación. Y enviado al este a grupos
especiales del cuerpo presidencial. Todos los grupos de elite del maltrecho
Ejército de Ucrania estarán volcados en estas operaciones. Que las actividades
separatistas no van a parar lo revela también la captura en Lugansk de decenas
de camiones con munición procedentes de Rusia y el aparente secuestro de cuatro
observadores de la OSCE.
Los separatistas
rusos han demostrado haber sufrido un serio revés con este cambio cualitativo
en la fuerza de combate del ejército ucraniano, pero también en la posición de
los oligarcas de la región en favor del estado unitario. Ayer fue destruido por
un incendio el estadio de hockey sobre hielo de Maurice Koleshnikov, un socio
del mayor oligarca, Ritan Ajmetov. Este, tras meses de ambigüedad, ha declarado
la guerra a los separatistas rusos, muchos creen que presionado por gobiernos
de países occidentales en los que tiene gran parte de su fortuna. Los
separatistas han amenazado con quemar el impresionante campo del equipo de
fútbol de su propiedad, el Shajtar de Donetsk. Cuenta en Kiev gente que conoce
a Ajmetov que nadie puede prever cómo reaccionaría si le queman su orgullo y la
niña de sus ojos, que es uno de los campos más sofisticados de Europa. En el
entorno del presidente se da por seguro que estamos ante unas semanas muy duras
en las que habrá bajas.
Tragedia artificial
En lo que no es una guerra civil. Al menos aún y pese a los
esfuerzos de algunos por presentarla como tal desde hace meses. Dentro de esa
eficaz campaña difamatoria de la propaganda rusa que logró trasladar el mensaje
de que el Gobierno de Kiev era una fuerza de ultraderecha. Los dos candidatos
ultranacionalistas en las elecciones han recibido juntos menos del 3% del voto.
Es la batalla en el Donbass una tragedia artificial en la que los diversos
protagonistas chocan sin tener ninguno pleno control. Todos son piezas de un
juego geoestratégico por el que Putin, que no puede permitirse ocupar esta
región –un pozo negro de gastos de mineros y siderúrgicos hambrientos–, como
hizo con Crimea, quiere hipotecar a largo plazo la política e independencia de
Ucrania. En medio, una población de mezcladas identidades y sin otras lealtades
más firmes que las de hijos y padres, familias a cuidar y alimentar en una
región de industria ruinosa, de pobreza subvencionada. En los que la agitación
y propaganda de guerra que Rusia genera masivamente desde hace seis meses ha
convencido a muchos. Y a muchos otros los convence la mera presencia
amenazadora de esos grupos armados de hombres, muchos de los cuales nadie
conoce.
POROSHENKO PROMETE PACIFICAR UCRANIA CON «FIRMEZA Y DIÁLOGO»
Por HERMANN TERTSCH
Enviado especial a Kiev
ABC Martes, 27.05.14
Combates de cierta
intensidad en el aeropuerto de Donetsk, asaltado por prorrusos
Julia
Timoshenko Se teme la actitud de la derrotada candidata porque «su capacidad
destructiva es legendaria»
Petro
Poroshenko ya es presidente legítimo de Ucrania. Como tal se ha puesto a ejercer
sin esperar a la toma de posesión, en coordinación con el primer ministro,
Arseni Yatseniuk. Y una prioridad máxima, ha anunciado ya, es restablecer el
imperio de la ley en Ucrania oriental. Allí, fuerzas separatistas rusas
mantienen el control en diversas localidades e impidieron con éxito que se
votara el domingo en la mayor parte de los distritos de Donetsk y Lugansk. Ayer
se produjeron combates de cierta intensidad en el aeropuerto de Donetsk,
asaltado horas antes por fuerzas separatistas.
AFP Víctima mortal de combates entre separatistas y soldados en Slaviansk
La pacificación del este es para
Poroshenko un objetivo de máxima urgencia. Como señalan asesores suyos, «antes
del otoño tiene que estar funcionando la convivencia allí. Cuando llegue el
otoño habrá suficientes problemas de otro tipo. Y la población exige ahora que
se solucione la cuestión del este. Si no, habrá frustración muy temprano».
Poroshenko se dispone
a hacerlo en varios frentes. Por un lado, con una respuesta contundente y
organizada del Ejército que recupere presencia en toda la región. «Implacable
con los terroristas y muy comprensivo con todos los que ven a Kiev con lógica
desconfianza y temor», dice uno de sus hombres. Con ofertas de diálogo a
diversos grupos de la minoría rusa que se hayan divididos y enfrentados entre
sí, y con una apertura del diálogo con Rusia que, según manifestó ayer a
diversos interlocutores, espera entablar pronto.
Junto con la buena
voluntad hacia las partes en conflicto, el entorno de Poroshenko anuncia
también firmeza. «Si hay que cerrar la frontera, se cierra». Y también queda
claro el mensaje de que hay toda disposición a una descentralización, pero que
no habrá federalización de Ucrania, que seguirá siendo un estado unitario.
Todos son conscientes de que, en una división federal, Rusia tomaría el control
de regiones federadas de Ucrania y podría hacer de Ucrania un estado fallido.
En Kiev están en
marcha las conversaciones para establecer un programa de reformas tan denso
como urgente. Hay general alivio por haberse concluido con éxito un proceso muy
peligroso y de grave precariedad institucional, que comenzó con el anuncio del
pacto de Victor Yanukóvich con el presidente Vladímir Putin para bloquear la
asociación con la Unión Europea.
Ahora, Poroshenko
establece un calendario cuyo principal hito próximo está en la celebración de
elecciones legislativas para renovar un Parlamento que nada tiene ya que ver
con la situación política actual. Para romper las posibles resistencias a esta
disolución, Poroshenko ya ha comenzado a establecer alianzas, entre las que se
destaca una que podría acabar siendo estratégica con el actual primer ministro,
Arseni Yatseniuk.
En diversas
conversaciones mantenidas en Kiev ha quedado identificado como principal
peligro en el terreno político en la capital la actitud que vaya a tomar la
derrotada candidata y ex primera ministra Julia Timoshenko. «Su capacidad
destructiva es legendaria», sentencia un aliado del presidente. Ella cuenta con
un fuerte grupo en el Parlamento y son muchos los que dudan que vaya a dar al
presidente un mínimo margen de tranquilidad. Por no hablar de colaboración. Tal
es este temor, que han sido varias las personalidades occidentales que han
aprovechado sus contactos con Timoshenko para pedirle que ofrezca colaboración
o al menos tranquilidad al presidente durante este periodo crítico que ahora
comienza.
Magnates
Poroshenko también
tiene que establecer sus relaciones con los magnates. Aunque los observadores
coinciden en que por su fortuna, por no ser corruptible por ellos y porque los
conoce muy bien, este presidente tendrá más facilidad para hacer compatibles
los intereses de estos oligarcas, algunos con ejércitos privados y total
control territorial, con los intereses reformistas del Estado y de la sociedad
ucraniana. Esta sociedad está profundamente concienciada del carácter mafioso y
paramafioso de la clase política que ha gobernando en los pasados veinte años,
surgida toda de las relaciones de poder político y económico en la disolución
de la Unión Soviética. Otra de las prioridades de Poroshenko es un esfuerzo de
comunicación exterior para transmitir a la comunidad internacional la verdad
sobre una crisis ucraniana en la que la propaganda desde Rusia siempre se ha
impuesto, especialmente en Europa.
DE AGONÍAS DIVERSAS
Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 27.05.14
Casi lo peor de esta tragedia es la oportunidad perdida para
dar a España vigor y verdad suficiente para liberarse de sus traumas, lastres y
miserias
ES posible que tengan razón los más fieles entendedores de
este Gobierno. Puede que la aparición de ese grupo de ultraizquierda de
Podemos, propiciada por los grandes grupos mediáticos de España, sea un mero
error de cálculo de algunos maquiavelos de medio pelo y flor de un día. Es
posible que el ridículo contenido de su programa, que garantizaría en días el
colapso del orden público, el hundimiento de la economía y los servicios
públicos y una cuarentena internacional, quede como una anécdota más en estos tiempos
convulsos que vivimos en España y Europa. Es posible que la gamberrada de la
circunscripción electoral única en las elecciones europeas quede en eso. Y que
no estemos ante el surgimiento de un Le Pen con coleta en España, que con toda
lógica es de extrema izquierda. En este país, con tanta mentira a cuestas,
hasta los fascistas son de izquierdas. Mientras, en la derecha se esconden
todos, hasta quienes se escinden para cuestionarla. Pero también podría ser que
esos leales entendedores del Gobierno incomprensible se equivoquen. Puede ser
que el final del Partido Socialista como organización hegemónica de la
izquierda española haya entrado en fase avanzada. Que su izquierdismo bajo
Zapatero no fuera mero producto de una despreciable irresponsabilidad personal,
sino el comienzo de una deriva letal. Que se lleva al PSOE al sumidero de la
historia, donde ya está el PSI de Craxi y al que se acerca presto el Pasok de
Papandreu. Rubalcaba se quita de en medio ahora. Da lo mismo. Se va con una
llamada a girar a la izquierda. Impotente porque para él es un estertor. Pero
la obedecerán quienes sean sus sucesores. Para ponerse a correr detrás de los
votantes de Podemos e IU. Que a su vez corren detrás de un líder que firmaría
cualquier acción de gobierno conjunto con Bildu o la propia ETA, con los
hermanos Castro, con ese presidente Nicolás Maduro cuya Policía mata a
estudiantes y viola a detenidas sin que haya queja. Si se añaden los comunistas
de IU y por el extremo opuesto la pequeña izquierda nacional de UPyD, van a ser
muchos para repartirse los despojos de un partido muerto en el desgarro
inevitable de un partido institucional que quiere ser bando en una guerra civil
pendiente. Como había muerto el PCE de la reconciliación. A manos del mismo
verdugo y por la mismas razones: había que ganar la guerra. Ahora ya tienen a
un cuco con coleta que se les ha metido en el nido común de la izquierda. Y
para quien esa guerra no es retórica, sino voluntad clara de someter política,
economía, libertades y democracia a objetivos «superiores». Y vencer, como sea,
las resistencias que se presenten. Por ahí van a ir las mayorías que van a
buscar. Para ganar la guerra.
Mientras, aquí otros hablan de la gran coalición en la que
unos socialistas históricamente responsables dejarían gobernar al bueno de
Mariano. ¿Se lo creerá Mariano? Ya saben, por Europa. Pues miren a Europa. Casi
lo peor de esta tragedia es la oportunidad perdida para hacer en el principio
del siglo XXI lo que no se hizo ni en el XIX ni en el XX, dar a España vigor y
verdad suficiente para liberarse de sus traumas, lastres y miserias. Se podía
haber hecho. Lo que faltó esta vez, a la vista está. Si Europa, cien años
después del comienzo de su hundimiento en el caos y el horror del siglo XX,
corre riesgo de volver a deslizarse hacia el espanto, España parece condenada a
repetir sus particulares infiernos. Con la tragedia añadida de la plena
conciencia de que ahora habrían sido evitables.
MUERE EL GENERAL JARUZELSKI, DICTADOR Y «PATRIOTA» DE LA POLONIA COMUNISTA
Por HERMANN TERTSCH
ABC Lunes, 26.05.14
Salvó sangre polaca
y en ningún momento retrasó el fin de la pesadilla comunista
Hombre
de contradicciones. Cuatro años de aplicación de la ley marcial le habían
demostrado que el sistema estaba acabado.
Casi todos
los que le conocían sabían que llevaba gafas oscuras porque la nieve le había
quemado los ojos cuando de adolescente, deportado por la Unión Soviética con
toda su familia, realizaba trabajos forzados en Siberia. Pero nadie duda de que
también le servían para manejar su enorme timidez y ese noble distanciamiento
que revelaba su atípica procedencia. Que tanto contrastaba con la campechanía
campesina o de toscos funcionarios de tantos líderes de regímenes comunistas
con los que tuvo que hacer política a partir del año ochenta. Asumió el papel
de villano del odiado sistema comunista en Polonia cuando encabezó la
declaración de la ley marcial como respuesta, no polaca, sino soviética, a la
fundación y al auge del Sindicato Solidarnosc. Que a la postre sería el fin del
sistema comunista en toda Europa y la disolución de la URSS.
En diciembre de 1981 asumió ese
protagonismo en una operación clásica de represión del régimen comunista. Como
tantas habidas a lo largo de casi medio siglo de dictadura soviética en Europa
Central y Oriental. Sí parece claro que Jaruzelski siempre intentó evitar el
derramamiento de sangre en su país. Y fue de los primeros en la década de los
ochenta en darse cuenta de que el sistema se había agotado. Como me diría a mí
años más tarde en uno de sus viajes a España, en 1985 ya sabía que el régimen
no tenía arreglo. Los cuatro años desde la imposición de la ley marcial le habían
demostrado que el sistema ya era incapaz de generar un mínimo de bienestar para
cimentar la más mínima legitimación. «Se había acabado».
Paladín de las
reformas
Cuando llega Mijail
Gorbachov al poder en el Kremlin, el líder polaco se convierte por ello en un
aliado de las reformas propugnadas por el Kremlin y saboteadas en otros países
como la RDA, Checoslovaquia o Rumanía. Y es evidente que él había asumido la
dirección del régimen y del partido comunista como una obligación militar y en
ningún momento se dedicó al medro personal y familiar y al culto de la
personalidad como habían hecho todos los dirigentes comunistas que le
precedieron sin excepción. Es difícil convencer a muchos polacos de que el
viejo general está mucho más cerca del heroísmo que de la villanía. Aunque
mucho indica que, de haberse negado a tomar la terrible decisión, los tanques
los habría dirigido por las calles polacas el Ejército soviético y no el
polaco. Y nadie sabe cómo podría haber terminado aquello con toda la población
ya movilizada y decidida, como les había dicho el Papa Juan Pablo II, a no
resignarse. Pero pocos piensan que lo hiciera con muchas ganas.
Wojciech Jaruzelski,
que murió ayer a los 90 años en Varsovia, no tenía predeterminación ninguna de
acabar siendo comunista. Nacido en una familia de la pequeña aristocracia
polaca, su familia huyó a Lituania tras el pacto de Hitler y Stalin. Allí
fueron finalmente capturados todos los miembros de la familia y los hombres
fueron deportados a Siberia donde morirían su padre y un hermano. Con vocación
militar temprana, solo los daños impidieron que Jaruzelski estuviera entre los
miles de oficiales polacos que Stalin asesinó en los bosques de Katyn. Se sabe
que Jaruzelski tuvo intención de unirse al ejército polaco del general Wladislaw
Anders, que era anticomunista.
«Patriota polaco»
Pero en 1943 los
grupos combatientes ya estaban bajo control del Ejército soviético. Participó
en la toma soviética de Varsovia y de Berlín. Después ya escaló en la carrera
militar bajo las estructuras soviéticas. Con Jaruzelski muere uno de esos
hombres marcados por todas las contradicciones posibles de la larga tragedia de
sangre y horror que fue el siglo XX en Europa. Muchos considerarán que llamarle
a él «patriota polaco» es un insulto a los muchos que no asumieron jamás
compromisos con los invasores del nazismo y el comunismo. Otros piensan que
Jaruzelski salvó sangre polaca y en ningún momento retrasó el fin de la
pesadilla del sistema comunista.
AFP Sus
últimos días Jaruzeslki con uniforme militar en 1989. El sindicato Solidaridad
ya cuestionaba seriamente su liderazgo
EL MAGNATE POROSHENKO GANA LAS ELECCIONES EN UCRANIA
Por HERMANN TERTSCH
ABC Lunes, 26.05.14
Con una victoria
aplastante, enfrenta el reto de preservar la paz y la unidad del país
Adelanto electoral: Poroshenko pretende celebrar elecciones legislativas este mismo año. Europeísta: El vencedor de las elecciones anunció su «compromiso con Europa» y la unidad de
Ucrania.
El multimillonario
Petro Poroshenko es ya el nuevo presidente de Ucrania, según todos los sondeos
y a falta de los resultados oficiales que se harán públicos hoy. Todas las
encuestas a pie de urna otorgaban a Poroshenko más del 55% de los votos. Una
muy amplia mayoría absoluta, con más de 40 puntos de ventaja sobre el siguiente
de los 21 candidatos. El vencedor ya ha asumido la victoria en sus primeras
declaraciones tras el cierre de los colegios. Ha anunciado que su máxima
prioridad será «la pacificación y poner fin al caos y la guerra», en referencia
al este del país en algunas de cuyas regiones no se pudo votar ayer. En
Donestsk y Lugansk apenas hubo colegios electorales que se atrevieran a abrir.
Las manifestaciones del separatismo ruso para la intimidación de votantes fue
masiva en algunas localidades.
Poroshenko ya ha
dicho que su prioridad está en apaciguar aquellas regiones. No se sabe en este
sentido de posibles iniciativas respecto a Rusia, sin duda implicada con un
papel clave en la situación existente en las regiones fronterizas ucranianas.
Sí anunció ayer el nuevo jefe de Estado rápidas reformas tendentes a «reforzar
el compromiso europeo» y también el estado unitario. Son las dos cuestiones que
sirvieron de detonante a la crisis y al conflicto que llevó al país al borde de
la guerra y que concluyó con la invasión y anexión de Crimea por parte de
Vladimir Putin. Dijo el presidente que jamás se reconocerá el referéndum
orquestado en Crimea y la ocupación y anexión subsiguiente por Rusia.
Larga experiencia
Poroshenko es un
viejo conocido de la política ucraniana y, por tanto, un mal menor para una
gran parte de sus votantes. Fue ministro de Economía con el depuesto y huido
Víctor Yanukóvich, y titular de Asuntos Exteriores con Víctor Yúshenko. Es un
multimillonario que debe su fortuna a la fabricación de chocolate. Es por tanto
también un magnate de los que han controlado la política ucraniana hasta ahora.
Pero no es del grupo de los oligarcas del gas y la industria pesada que son los
más temidos y símbolo de la corrupción de este país.
Petro Poroshenko se
alineó con la apuesta europeísta del Maidan y en contra de lo que calificaron
de operación de secuestro de Ucrania por parte de Yanukóvich y Rusia. Y lo hizo
en las calles, cuando estaba aún lejos de verse que iba a triunfar. Este gesto
de alto riesgo en su día lo distingue de los oligarcas que mantuvieron muy
ambiguas posiciones hasta el final.
Fin de la
incertidumbre
El primer efecto de
este resultado es que se desactiva el peligro de tres semanas añadidas de
precariedad institucional y política que nadie deseaba. Lo que sin duda ha
tenido su influencia en la votación. El propio Poroshenko y otros líderes
ucranianos habían advertido que si no había un resultado claro y definitivo en
la primera vuelta se corría el peligro de que no se celebrara la segunda.
También el fuerte
descalabro de Julia Timoshenko, la controvertida ex primera ministra, que
habría logrado un 12,9 por ciento, refuerza la autoridad del presidente y no da
mucho margen a maniobras postelectorales de la «dama naranja» ni del
viejo Parlamento, aún no renovado.
Disolución del
Parlamento
En medios políticos
de Kiev ya se había anunciado que, con un resultado así, Poroshenko buscaría
pronto una disolución de este Parlamento y elecciones legislativas para
emprender las reformas con una mayoría que refleje los cambios habidos desde el
terremoto de noviembre y la caída de Víctor Yanukovich en febrero.
El magnate lo
confirmó ayer y anunció que pretende se celebren las legislativas en este año.
En todo caso, para la comunidad internacional y para Rusia, por mucho que el
presidente Vladimir Putin no quiera, Ucrania vuelve a contra con un presidente
de la república de incuestionable legitimidad democrática con un masivo apoyo
en unos comicios de alta participación.
En muchas zonas
orientales ha sido muy significativo el éxito en la apertura de colegios y un
fracaso de la intimidación que llega después de un visible debilitamiento de
los grupos separatistas.
Rusia no parece
interesada en agitar las aguas durante estos días. Lo que muchos relacionan con
el efecto contundente que ha tenido en toda la región del Donbass el
llamamiento en favor de la unidad del paí s y lealtad al gobierno de Kiev por parte
del mayor magnate del país, Rinat Ajmetov.
REUTERS Petro Poroshenko y su mujer,
Marina, votan ayer en Kiev
EL TRIUNFO DEL MAL MENOR EN UCRANIA
Por HERMANN TERTSCH
Enviado especial a Kiev
ABC Domingo, 25.05.14
La celebración, hoy,
de elecciones ya es una victoria para quienes ansían el cambio
El favorito Petro Poroshenko es un magnate, pero no
tiene vínculos mafiosos ni lealtades sospechosas
Los ucranianos votarán en mucho mayor número que las
sociedades de los países miembros de la Unión Europea. El Gobierno provisional hizo la convocatoria coincidente con las
elecciones europeas con tanta intención como tino. Ucrania elige a un
presidente del que se espera dirija todos los pasos de la política a acercar a Ucrania a su ansiada
pertenencia a ese club de los 28 que
vota este domingo.
El hecho de que se celebren las elecciones ya es un motivo
de alivio. Aunque no haya elecciones en Crimea, un territorio que se da por
perdido aunque quede como denuncia contra Rusia para el futuro previsible. Y
aunque haya pocas posibilidades de votar en algunos distritos de Ucrania
oriental y en especial en Donetsk y Lugansk.
A pesar de la división y la debilidad de los separatistas
rusos, queda claro que un número indeterminado de colegios no abrirán sus
puertas y un número no cualificado de ucranianos no podrán votar en la región
del Donbass. Pero allá en febrero no todos estaban tan seguros de que fueran a
celebrarse en absoluto.
Más allá de la comprensible retórica épica de algunos
miembros del Gobierno y de las muy marginales soflamas ultranacionalistas que
la propaganda rusa y alguna occidental se empeñan en magnificar, lo cierto es
que en Kiev se percibe un amplísimo consenso basado en la aceptación general del mal
menor. De todos los males menores que forman la realidad ucraniana tras la caída
del régimen de Yanukovich y la
invasión y anexión de Crimea por parte de Rusia. Es
un mal menor que no pueda votarse en ciertas zonas de Ucrania oriental.
Es un mal menor que se produzca allí una violencia armada de
baja intensidad con un goteo de muertos y una evidente falta de control del
gobierno central. Es un mal menor que el presidente
de un inmenso país vecino pretenda que Yanukovich sigue siendo presidente de
Ucrania. Porque se arroga el poder de decidir quién es el presidente de un
país vecino y lo subraya un día antes de que los ucranianos lo elijan
libremente. Peor habría sido, se dice todo el mundo, que se hubiera propuesto
sabotear las elecciones. Porque lo habría conseguido.
Es un mal menor también que los oligarcas, a los que el
nuevo Gobierno y el Estado tienen que recortar poderes y someter a la ley, sean
los únicos que pueden garantizar el orden público y el funcionamiento de los
servicios en muchas partes del país. Lo es, porque los
oligarcas podrían haber optado por otras lealtades. Y es trágico pero
cierto que si el «dueño del Donbass» que es el oligarca más poderoso de
Ucrania, Ajmetov, hubiera decidido hacer causa común con el separatismo y no
con el gobierno de Kiev como hizo, hoy Ucrania sería otro país.
Y es un mal menor finalmente que el favorito a ser elegido
hoy presidente –quizás incluso lo logre en primera ronda– sea otro
multimillonario, Petro Poroshenko, el rey
del chocolate de Ucrania. Es un mal menor, porque no
es uno de los oligarcas del gas, porque no es de los marcados por sus
estructuras mafiosas y porque no parece tener otras obediencias que sus
intereses.
Poroshenko
y el futuro
Este Kiev de primavera espectacular, con sus palacios, sus
edificios oficiales del zarismo y estalinismo, sus barrios nobles con sus
majestuosas avenidas, sus centenarios castaños, tilos y acacias en flor, sus
barrios obreros de la estrechez masificada del socialismo real, todos
convertidos en inmenso bazar, este Kiev
vive en el miedo al futuro, templado por el alivio de no haber visto
cumplirse todo lo peor imaginado.
Pero la situación
económica es dramática. Y todos saben que con la llegada del próximo
invierno se habrán de tomar decisiones que muchos temen no vaya a poder
soportar el tejido social. Las condiciones para las ayudas occidentales será
severas. Se espera que el realista Petro Poroshenko haga
gestos a todos los afectados por el desgarro nacional. Que confirme
la innegociable condición europeísta y a un
tiempo intente rebajar los recelos de los sectores prorrusos.
Se hará con una política
de descentralización, pero no de federalización como pretenden unos con
mejor intención que otros. Y también hay esperanza en que Poroshenko encuentre,
pese a sus ahora limitados poderes, vías para disolver este parlamento y
convocar legislativas. Tan general es el deseo de que Poroshenko salga en la
primera ronda que casi resulta imposible pensar que no lo consigue.
Nadie
quiere en Kiev tres semanas más de precariedad institucional. Todos
tienen ansias de pasar página. Aunque teman las siguientes.
Petro Poroshenko se dirige a sus simpatizantes en la ciudad de Cherkasi
VIAJE A UNA UCRANIA CONVULSA ( II )
Por HERMANN TERTSCH
ABC Kiev, Viernes, 23.05.14
Hermann Tertsch, nuestro enviado especial relata una angustiosa campaña
MÁS MUERTOS Y URNAS INCIERTAS EN UCRANIA
La muerte de al
menos diecisiete soldados ucranianos tensa las elecciones del domingo
Fueron diecisiete los
jóvenes ucranianos muertos ayer. Uno cayó en la región de Lugansk; los otros
dieciséis, en el asalto a un control de la Guardia Nacional, en la madrugada de
ayer, en la localidad de Volnovakha, a unos 18 kilómetros de Donetsk, en el
este de Ucrania –también hubo 36 heridos–. Los mataron otros ucranianos, se
supone que separatistas rusoparlantes, mucho mejor entrenados. Los muertos,
miembros de la Guardia Nacional cuajada de voluntarios, tan generosos como
ineptos con las armas, tienen pocas posibilidades frente a hombres con
experiencia militar, muchos con entrenamiento reciente y, según Kiev, también
con instrucciones desde allende la frontera. Todo indica que no serán los
últimos. A tres días de las elecciones, las autoridades ucranianas temen que
sea el comienzo de una escalada de violencia para convertir el hecho de votar
en un acto de heroísmo en el este del país. «No sabemos cuántos colegios podrán
abrir y cuántos no. En estos momentos se liberan unos edificios festoneados a
las elecciones mientras otros son ocupados», revela Andri Magera,
vicepresidente de la Comisión Electoral Central. «En todo caso, en muchos se
votará, en otros no, pero las elecciones tienen plena validez y legitimidad».

AFP Un hombre cubre el rostro de
un militar ucraniano muerto ayer en los enfrentamientos de Volnovakha
Lo cierto es que
también en estas regiones orientales los partidarios de boicotear las
elecciones son una minoría. Por fuerte que sea. Por organizada y bien armada
que esté. Y su relevancia se debe a una capacidad militar que nadie duda que
tiene su origen en los planes de la vecina Rusia. «La mayoría, también en esas
regiones, quiere elecciones», resaltaba ayer el embajador alemán Wolfgang
Ischinger, que preside las mesas redondas para el diálogo organizadas por la
OSCE. Nadie sabe lo que puede suceder en estos tres días ni cual será la
situación de seguridad en las regiones conflictivas. Magera confesaba ayer de
forma poco ortodoxa para el cargo que ejerce como autoridad electoral que, a
título personal, preferiría, como el candidato favorito, Petro Poroshenko, que
no fuera necesaria una segunda ronda. Porque muchos temen que las instituciones
y la propia estabilidad no aguanten tres semanas más de precariedad con una
embestida violenta desde el este.
«Sería mejor que, si
los ucranianos han decidido, lo hagan ya este domingo». Poroshenko aparece en
todos lo sondeos como seguro ganador con una mayoría absoluta. Con una ventaja
de más de cuarenta puntos sobre el siguiente candidato, la ex primera ministra
Julia Timoshenko. En el Instituto de Política Mundial (IWP) la directora Alyona
Getmanchuk reconoce que «en estas condiciones hasta un día más es un peligro,
imaginen tres semanas», que son las que separan la primera ronda de la segunda,
a celebrar el 15 de junio.
Un pulso incierto
Las fuerzas ucranianas
intentan controlar el máximo territorio posible en las zonas conflictivas estos
días. Lo que conlleva un alto riesgo de que se produzcan más enfrentamientos
previos a los comicios. Es un pulso que está abierto y de resultado muy
incierto. La decisión de los oligarcas de las regiones orientales de unirse al
Gobierno de la nación para hacer frente a los grupos armados separatistas
prorrusos parece ser la causa de los ataques de ayer. En especial la decisión
del mayor magnate del país, Rinat Ajmetov, de declarar la guerra a los
separatistas ha supuesto un considerable cambio en la correlación de fuerzas en
las regiones orientales.
Apuesta de los
oligarcas
Hace tres días, los
grupos separatistas armados que controlaban los distritos de Donetsk y Lugansk
desaparecieron del paisaje, cuando Ajmetov ordenó salir a la calle a los
obreros y empleados de sus empresas. La apuesta de los oligarcas en contra de
los separatistas es una gran noticia en la actual situación desesperada porque
solo su colaboración garantiza un cierto control de las regiones del Donbass.
Pero también es una inmensa hipoteca para el futuro de una Ucrania con vocación
europeísta y democrática. Como decía ayer Leonid Litra del IWP, «ellos buscan
perpetuar un estado de cosas que la población ucraniana quiere liquidar». El
objetivo del proceso democrático que surgió del Maidan es a la postre quebrar
el estado postsoviético caracterizado por la masiva corrupción y los grandes
poderes económicos surgidos de las estructuras comunistas. Poroshenko, el rey
del chocolate, otro millonario surgido del sistema, pasa por ser un realista.
Pero cuando hayan pasado los tambores de guerra de las regiones orientales
surgirá el conflicto entre la vocación europea que levantó el Maidan y los
intereses de los oligarcas.
TIEMPOS QUE NO VOLVERÁN
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 23.05.14
Rusia tiene que volver a entender que hay tiempos que nunca
volverán. Por mucho que los invoque
EL presidente Vladimir Putin no puede ocupar por la fuerza
un país de la extensión de Ucrania. Puede hacer mucho daño. Pero no puede ya
arrollar y merendarse al país entero como ha hecho con Crimea. No tiene la
fuerza para ello. Y su régimen, medianamente sólido hoy gracias a la represión
y a su discurso nacionalista, no ha olvidado los sobresaltos que tuvo hace tres
años. Podría volver a tambalearse en no mucho tiempo. El Kremlin creía que
podría hacerse con Ucrania por medio de esa operación de imperialismo y anexión
pacífica que se dio en llamar Eurasia y que era la reconstrucción de la Unión
Soviética por una especie de confederación de estados autocráticos soberanos
que dejarían muy pronto de serlo. Para eso necesitaba a Yanukovich igual que a
Lukashenko. Tras el desastre de Yanukovich, ni siquiera Lukashenko parece ya
dispuesto. Se trataba de llegar por desvíos a la meta final de una
reunificación con Moscú como metrópoli. Cuando los ucranianos vieron aquella
amenaza, se revolvieron con pavor, decisión y valentía. Sabían que de no
reaccionar, una política de hechos consumados los condenaba de nuevo durante
generaciones a vivir sojuzgados por un régimen lastrado no ya por una
ideología, sino por un estado de ánimo. Esa tragedia que todos los ucranianos, sean
demócratas o no, tienen grabada en la memoria o en el relato. Por eso, los
ucranianos salieron dispuestos a dar la vida y muchos de ellos la perdieron en
el Maidan. Otros la están perdiendo estos días en asaltos, emboscadas y
combates para restaurar la soberanía y el control de Kiev sobre los territorios
orientales en los que una minoría rusa se presta al juego político del vecino.
Es una operación que ya vimos en toda su hipocresía en los Balcanes. Su
resultado fue catastrófico. Porque no ofrecía más que terror. Hoy los
responsables de aquella aventura criminal de la Gran Serbia, los que quedan
vivos tras la muerte prematura de Milosevic, cumplen condenas o están siendo
juzgados en el Tribunal sobre Yugoslavia en La Haya. Ucrania quiere salir de
esa fatalidad histórica de ser el último rehén de un proyecto imperial hace
mucho tiempo fallido. Pero sin Ucrania, Rusia no puede articular ningún
proyecto de expansión y poderío totalitario. Por el contrario, un proceso
democratizado con éxito en Ucrania se convertiría en la prueba más evidente de
que tampoco los rusos están predestinados a un gobierno autocrático, brutal,
oscurantista y despótico.
El proceso de gran éxito democratizador y de espectacular
aumento de la prosperidad en el corazón de la Europa oriental que fue Polonia
desencadenó una inmensa fuerza de atracción hacia la Unión Europea en Ucrania.
Ya se había roto el tabú, un tabú insoportable por ofensivo e injusto, de que
partes de la URSS no podrían formar parte de las organizaciones occidentales.
Si la URSS se rompió y el comunismo se hundió y la democracia venció, fue para
que todos estos pueblos pudieran elegir su suerte, sus dirigentes y sus
alianzas. Y nadie en el extremo occidental del continente puede decidir vetar
el ingreso de un país democrático en una organización occidental si cumple las
condiciones. El veto de Rusia no está previsto para ninguna de las decisiones
de la UE, de la OTAN ni de ninguna otra asociación de estados libres y
soberanos. Son por eso ofensivos para Occidente mismo los intentos de aplacar a
Moscú violando o ignorando los derechos de estos pueblos que quieren acceder al
progreso y la libertad en la UE y son amenazados por el retorno al pasado
oscurantismo de la Rusia de Putin. Rusia tiene que volver a entender que hay
tiempos que nunca volverán. Por mucho que los invoque.
VIAJE A UNA UCRANIA CONVULSA ( I )
Por HERMANN TERTSCH
ABC Kiev, Jueves, 22.05.14
Con este reportaje
desde Kiev, Hermann Tertsch inicia su cobertura especial sobre la crisis
ucraniana
CRECE EL MIEDO EN UCRANIA EN LA RECTA FINAL DE LAS ELECCIONES
El magnate Poroshenko, que se perfila como el favorito en los comicios, advierte de que Rusia podría impedir una segunda vuelta electoral
Si no hay
decisión en la primera ronda, puede que no haya segunda». Esta frase del
candidato que lidera las encuestas refleja sin duda el interés del favorito y
para muchos ya virtual presidente, Petro Poroshenko. Pero la comparten muchos
ucranianos. Hay mucha preocupación en Kiev ante las elecciones del próximo
domingo. Aunque las encuestas den ya casi por seguro vencedor a Poroshenko, un
multimillonario que ya ha sido ministro de Exteriores y Economía con gobiernos
anteriores. Y que, de lograr ese 53-55% que le otorgan las encuestas, no
tendría que ir a segunda vuelta.
Ayer Poroshenko
articuló claramente esta preocupación y la recondujo en favor de su interés
político. Según dijo, Rusia podría aprovechar el frágil momento entre las dos
rondas para poner fin al proceso. Y de no decidirse los ucranianos este domingo
por darle esa mayoría absoluta, fuerzas externas podrían impedir que el proceso
electoral continuara. Es un claro «yo o la catástrofe». Pero parece que son
muchos los que consideran que el planteamiento es el cierto. «Seamos realistas,
si no se decide la elección en la primera ronda puede que no haya segunda. El
grado de desestabilización puede ser tan alto que tengamos que luchar por
nuestra legitimidad», dijo ayer el candidato en Odesa, otra ciudad en la que
una minoría rusa intenta imponer una anexión a Rusia como la de Crimea. Los
rivales de Poroshenko, sin excepción, incluida la ex primera ministra Julia
Timoshenko, no pasan de porcentajes de un solo dígito.
El temor es palpable.
En las calles, en los hogares y en el Gobierno provisional. Han pasado muchas
cosas en pocos meses. Hay miedo a ese vecino que es Rusia. Por mucho que
asegure el presidente Putin que nada tiene contra las elecciones, es decir, que
no las saboteará. Por mucho que diga que ha retirado las tropas de la frontera
común. Lo ha dicho varias veces en las pasadas semanas. Y al parecer sigue
habiendo suficientes tropas para retirar y que los observadores de la OTAN no
noten la retirada. Y cualquiera se fía. También dijo en su día Rusia que
respetaría las fronteras de Ucrania. Y por eso le entregó Kiev a Moscú todas
sus armas nucleares. A cambio de un respeto a su integridad territorial
brutalmente violado con la invasión y anexión de Crimea. Ahora ya a tres días
de las elecciones y los peligros de que Rusia decidiera dinamitarlas a gran
escala parecen haber pasado.
Temor al día después
Pero hay miedo al día
después. Aunque no haya sucedido lo peor que muchos auguraban. Aunque en las
regiones en las que los separatistas rusos han autoproclamado sus entes
independientes puede incluso haber cambiado la situación a favor de las
autoridades centrales. Que tienen una lógica obsesión por intentar garantizar
las elecciones en todo el territorio nacional, también en las regiones
orientales del Donbass. Por lo que prosiguen sus operaciones militares. Ayer
anunciaba el portavoz oficial militar Vladislav Selezniov avances en el control
de territorio y edificios. Y la detención de «agentes» que, aunque de
nacionalidad ucraniana, habían recibido entrenamiento e instrucciones en Rusia.
Pero el cambio de la situación en el este no se debe a los precarios éxitos de
un Ejército y una Policía que, reconocido por las autoridades, han de luchar
contra la falta de medios y contra la infiltración y deslealtad. El cambio que
puede ser decisivo para que las elecciones tengan legitimidad también en los
distritos hasta ahora controlados por los separatistas habría llegado por la
espectacular toma de partido en favor del Gobierno de Kiev del mayor oligarca
del país y hombre fuerte en aquella región del Donbass, Rinat Ajmetov.
Tras meses de
ambigüedad, Ajmetov ha dado la espalda a la llamada «república de Donetsk» . Ha
tachado de «rufianes, salteadores y secuestradores» a los grupos armados
separatistas que llegaron a hacerse con el control de Donetsk y Lugansk. El
martes Ajmetov llamó a los partidarios de las elecciones y la unidad de Ucrania
a manifestarse tocando el claxon de los coches e hizo sonar las sirenas de sus
fábricas. Obreros de sus empresas salieron a las calles e hicieron desaparecer
los controles de los separatistas de la llamada república independiente.
A nadie se le oculta
la situación dramática y peligrosa en que se hallan la región y el Estado. El
hecho de que Ajmetov se posicione en favor de la unidad podría incluso
garantizar la celebración de las elecciones. Pero queda muy claro quién es el
amo de la situación. Y parece evidente que el Estado queda comprometido con el
magnate para el futuro.
Cuando uno de los aspectos capitales de la próxima acción del Gobierno que
surja de las elecciones estará en poner coto al poder ilimitado de los
oligarcas. Para garantizar la igualdad ante la ley, la competencia y la
transparencia que exigirán las instituciones europeas y occidentales a cambio
de una ayuda que será imprescindible.
El futuro
El futuro del Estado
ucraniano como proyecto democrático depende en gran parte precisamente del
desmantelamiento de los poderes de los magnates. También del que ahora le está
facilitando, salvo nuevas interferencias de Rusia, el control de las regiones
orientales. Es una condición inaplazable para el avance del Estado de Derecho
que tendrá obstáculos muy serios en los compromisos que se fraguan estos días.
Y que quizá, también hay que decirlo, sean inevitables si se quiere acabar con
este periodo de precariedad institucional y profesionalidad política general.
Que todos los primeros protagonistas actuales de la política ucraniana sean
millonarios dice mucho de la evolución habida en estos veinte años de poder
oligarca surgido del sistema soviético. Y de la complejidad política a que se
enfrenta el próximo Gobierno. Lo presidirá Poroshenko, el llamado rey del
chocolate, cuya fortuna de 1.400 millones de dólares es muy modesta comparada
con la de Ajmetov. A diferencia de Rusia, donde todos los oligarcas tuvieron
que elegir entre sumisión a Putin, el exilio o la cárcel, en Ucrania todos han
sido de lealtades mutantes. El Gobierno provisional de Artseni Yaseniuk,
surgido en febrero tras la matanza del Maidan y la fuga a Rusia de Yanukóvich,
tiene varios méritos. El primero, el de haber sobrevivido. Y haber evitado el
colapso económico y un caos de orden público que en los primeros días nadie
podía descartar. No se ha producido y, al margen de las actuaciones de los
separatistas, el civismo ha imperado en toda la sociedad ucraniana.
En estos meses se han
desmantelado bastantes de las mentiras lanzadas por un aparato propagandístico
de Putin que ha perdido toda mesura. El Kremlin se lanzó a una agitación
cuajada de propaganda bélica de difícil reconducción, pero de muy fácil
desmentido. Porque todas las monstruosidades que pretende son fácilmente
rebatibles. Putin ya ha fracasado en muchos sentidos porque jamás controlará ya
toda Ucrania como pretendía tras sus acuerdos de noviembre con Yanukóvich. Y
sin embargo, todos en Ucrania están pendientes de los próximos pasos del nuevo
zar en el Kremlin.
LA EUROPA DE MONTECASSINO
Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 20.05.14
En Montecassino se dieron cita, hace 70 años, la valentía,
la fe, el amor a la verdad, a la libertad y a la cultura, el sacrificio y la
dignidad
«LA bandera de Polonia ondea sobre las ruinas del antiguo
monasterio». Con estas palabras anunciaba la BBC el 18 de mayo de 1944 que
había concluido la fiera batalla de Montecassino. Tras cinco meses de brutal
batalla, con infinidad de bajas por ambos lados; después de tres ofensivas
aliadas repelidas por las fuerzas alemanas que habían retrasado así en meses la
ofensiva hacia Roma, con la toma de los restos del monasterio en la cumbre
quedaba expedito el camino para la liberación de la Ciudad Eterna. Los primeros
en llegar a los humeantes escombros fueron voluntarios polacos, huidos de su
patria aplastada por Hitler y Stalin. Entre ellos, oficiales milagrosamente
escapados de la matanza de Katyn. Y en Cassino también heroicos protagonistas,
como lo fueron en la Batalla de Inglaterra en los cielos de Londres. Su bandera
entre las aliadas era un canto de esperanza a la libertad de toda Europa, que
habría de frustrarse muy pronto, cuando Stalin toma el relevo de Hitler en
sojuzgar Europa central y oriental. Cuando cayó el telón de acero.
Los políticos ahora en campaña electoral no se han acordado
de Montecassino hace 70 años. Del drama bélico en aquella abadía fundada en el
año 524 por san Benito de Nursia, cuna de la orden benedictina que extendería
por toda Europa la fe como el estudio y el arte. Y la conciencia europea. Hoy
pocos políticos saben de la batalla o de la abadía. Ni de benedictinos ni de
conciencia europea. Que no es la de la burocracia, el fervor regulatorio y los
sueldos de Bruselas. Los británicos y los polacos, siempre respetuosos con su
historia, han honrado Montecassino. Londres envió al príncipe Harry. Los
polacos, una nutrida representación. Este 2014, año de tremendas efemérides.
1914, 1939, 1944, 1989. ¡Cuánto habría para hablar a los europeos de lo mucho
bueno que se ha hecho en Europa desde entonces! Y de lo mucho que se hizo y se
hace mal. Y de lo mucho que puede perder. De los inmensos peligros que acechan.
De los que solo se toma conciencia si se tienen en la retina los cementerios llenos
de jóvenes que cubren todo el continente. Que murieron en horrores y en grandes
gestas. Como los que reposan en el cementerio polaco junto a Cassino. Los 1.024
que dieron la vida en Italia por liberar Roma pero también Varsovia. Allí están
las lecciones a dar. También en alemanes como el comandante Julius Schleger, un
vienés al que debemos que Montecassino se reconstruyera en su esplendor, según
sus planos originales. Él los sacó de la abadía junto a joyas de la pintura,
desde obras de Leonardo a Ticianos, incunables y otros documentos de la
milenaria biblioteca. Y con los restos de San Benito de Nursia, el fundador, en
100 camiones, puso todo ello a salvo en el castillo de Sant'Angelo de Roma. Por
amor a Europa, a su espíritu y herencia.
En Montecassino, con casi 1.500 años de historia como
fortaleza de la oración, del pensamiento y el estudio, se dieron cita, hace 70
años, la valentía, la fe, el amor a la verdad, a la libertad y a la cultura, el
sacrificio y la dignidad. En plena vorágine de violencia, odio y bombas. Lo
evoco siempre con esta columna, como el nudo que une razón y emoción, hechos e
ideas, fe e interrogantes. Todo lo que hizo fraguar en Europa esa civilización
que, pese a sus muchos enemigos y a todas sus propias miserias, aun alberga, escondida
de casi todos, la grandeza, la generosidad y el misterio de la fortaleza que
invitan a la sublimación del ser humano.