LA VERDAD CAUTIVA
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 29.01.16
Las buenas noticias no importan porque dejan de existir
cuando solo se explican como trampas
EL titular de la
noticia dada a conocer a las nueve de la mañana de ayer merecía entusiasmo. España
creó en el pasado año medio millón de puestos de trabajo y recuperó los niveles
de empleo de 2011. De esta forma, 2015 cerraba con 18.094.200 ocupados, el
nivel más alto de empleo desde finales de 2011, y con 4.779.500 parados, la
cifra más baja de desempleo desde finales de 2010. Esta noticia a todas luces
soberbia, merecedora de ser celebrada por todos tras casi ocho años de brutal
crisis económica, sucumbía apenas aparecer en las pantallas de los diarios
digitales, «empujada hacia abajo» en su relevancia por una catarata de
informaciones casi nimias sobre especulaciones y declaraciones sobre la
formación de gobierno. La buena noticia no importa. Como tampoco importan
ahora, de momento, las malas que sugieren que ya hemos empezado a pagar la
factura de la desestabilización definitiva del escenario político e
institucional español. Mejor no alarmarse con lo que hay, porque nos llevaría
al infarto con lo que va a llegar pronto. Las terminales mediáticas de la
operación izquierdista de asalto y liquidación de la Constitución han
desactivado hace tiempo cualquier posibilidad de que noticias positivas de la
economía, aunque innegables, puedan debilitar la narrativa de descalificación
total del gobierno, del sistema y del orden constitucional. Han contado con la
colaboración del PSOE que bajo Pedro Sánchez alcanza nuevas cotas de deslealtad
institucional, seducido por los cantos y éxitos del populismo revanchista y
comunista. Y cuentan con la impagable aportación del gobierno del PP. Que dio
las armas mediáticas y los argumentos a la ultraizquierda para que esta
agresión se consumara. Y ahora, con la ciega obstinación de Rajoy por no
retirarse y la impotencia del partido para obligarle a hacerlo, incrementan
cada día que pasa la posibilidad de que un Frente Popular cristalice en una
catástrofe nacional que pagarían generaciones. Quizás en una España rota en
míseros estados fallidos y desgajados de una Europa en proceso de al menos
parcial desmantelamiento.
Las buenas noticias
no importan porque dejan de existir cuando solo se explican como trampas. Como
mentiras de un Gobierno impotente, corrupto y falaz, cuyo partido e ideario son
criminalizados a marchas forzadas en una deriva delirante que muy pronto puede
plantear la amenaza directa para la seguridad de españoles cuyo único delito es
ser identificados con una opción política no izquierdista. Los defensores de la
Constitución española que sufren acoso, amenazas y represalias en el País Vasco
y en Cataluña desde hace años, están hoy a la defensiva en toda España. Y la
acritud, la agresividad y la disposición a la violencia crecen. Si la defensa
de la Constitución era hasta ahora «inmovilismo», ya es ser «enemigo del
cambio» y como tal «enemigo de la gente», luego una vez más «fascista» o
cómplice de los mismos. Felipe González o a José Luis Corcuera por decir cuatro
obviedades sobre el partido Podemos: que son comunistas que una vez en el poder
destruirán a sus aliados socialistas como también la democracia. La verdad está
cautiva. Quién la proclame es perseguido. La maquinaria de la agitación y
propaganda que este gobierno dejó en manos de buhoneros sin escrúpulos y
enemigos de la democracia es la artillería de la ofensiva de una minoría
radical para imponer un Frente Popular que acabe con la Constitución y la Nación
española. Y la mayoría asqueada con razón por la política, inane y no avisada,
es incapaz de ver las amenazas. Estamos ante un disparate histórico de unas
dimensiones tan terriblemente abrumadoras que solo puede compararse ya al
delirio conjunto de los españoles de los tiempos finales de agonía de la II
República.
TINIEBLAS SOBRE EUROPA
Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 26.01.16
Se anuncian tiempos duros. La seguridad, el bienestar y la
libertad ya son hoy más raras y caras
EUROPA se muere como
proyecto político común. Cada vez son más las voces que lo anuncian. Señalan
causas en principio diversas. Pero que radican en la práctica todas en lo que
más que una crisis es una quiebra cultural generalizada. En el agotamiento de
sus ideales, en la confusión de sus valores, en la decadencia de ideas y
conductas y en la disparidad, por todo ello cada vez más insalvable, de sus
distintos intereses nacionales. En la falta de músculo político y de
pensamiento, en su retórica hueca, el distanciamiento entre sus elites
políticas y burocráticas y sus pueblos y el alejamiento entre sus sociedades
nacionales. Todos los intentos de reacción parecen inútiles esfuerzos de
voluntarismo. Se anuncian tiempos duros. La seguridad, el bienestar y la
libertad ya son hoy más raras y caras. En algunos rincones serán pronto lujos
inaccesibles. Europa no se romperá porque haya alternativa mejor, sino porque
su inviabilidad se imponga. Como una condena que llevaría a una catástrofe de
terribles dimensiones. Habrá países que se unan a Alemania en un núcleo en el
que puedan seguir practicando lo que habíamos logrado en los últimos quince
años en la UE y que ya hoy no podemos mantener. Desde el espacio común a la
moneda, la fiscalidad y el reparto de la inmigración. Otros países periféricos
como España quedarían descolgados, probablemente en manos de movimientos
populistas, radicales y antidemocráticos, cuyo surgimiento habrá sido una de
las causas directas del desastre.
Siempre hubo alarmas
en el proyecto Europa. Desde sus inicios allá en la posguerra hasta los
terribles sobresaltos financieros con el Euro en el verano del 2011. Todas las
crisis europeas ayudaban al final a superar obstáculos y avanzar en la
unificación, un objetivo que todos consideraban deseable y pronto además
imprescindible para lograr una masa crítica de fuerza que pudiera competir con
las demás potencias en un mundo globalizado. Hasta hoy, en que la alarma suena
muy distinta. En la cumbre de Davos, donde Thomas Mann hizo divagar a Hans
Castorp en plena I Guerra Mundial sobre Europa, los nacionalismos y la muerte,
se especula ya abiertamente, con la muerte de la Europa unida. La causa
directa: el estallido de una crisis masiva y total de convicción y compromiso.
El detonante no ha sido la moneda común que ya mostró
errores en la construcción europea y límites de la capacidad de empatía de los
estados nacionales. Lo ha sido la crisis de los refugiados. La exigencia
alemana a Europa de asumir el reparto de inmigrantes mientras continúan sus
fronteras abiertas es percibida como una agresión que toca la esencia de las
identidades nacionales. Y causa lo que nunca hizo ninguna imposición económica,
la ruptura de la voluntad comunitaria. La caída de Angela Merkel, muy posible
muy pronto, haría desaparecer a la única figura de referencia y autoridad
medianamente aceptada. La Comisión Europea desaparece en la irrelevancia ante
las demandas nacionales. Todos los países del este están en revuelta. Se niegan
a procesos de disolución identitaria y cultural relativista como los habidos en
las sociedades occidentales. Coinciden en su recelo con un Reino Unido cuya
salida es cada vez más probable. Los populismos derechistas en el norte de
Europa se niegan a la inmigración pero también a sufragar a un populismo
ultraizquierdista volcado al parasitismo. Un cuarto de siglo después de la
apoteosis del éxito de la Europa de la Democracia y las Libertades con la
reunificación de este y oeste, nada ni nadie parece capaz de impedir que el
continente retorne hacia las tinieblas de la primera mitad del siglo XX. Con el
rampante desprestigio de la democracia y el imparable resurgimiento de sus
peores fantasmas y adelantados del miedo.
PUTIN, EL PROSCRITO
Por HERMANN TERTSCH
ABC Sábado, 23.01.16
Los efectos del informe sobre Litvinenko serán graves para
la Unión Europea y Estados Unidos
El presidente ruso Vladimir Putin ordenó asesinar al
desertor del espionaje ruso Alexander Litvinenko. El informe del juez británico
Richard Owen no lo dice así. Pero todos le han entendido. Y todos saben que las
consecuencias del informe hecho público el jueves en Londres serán muchas y
serias. Aunque no se impongan, como pide Marina, la viuda de Litvinenko,
sanciones añadidas a las que ya hay vigentes por otras tropelías del régimen de
Putin, como la anexión de Crimea o la invasión de otras partes de Ucrania. Los
efectos serán graves y no solo para las relaciones de Moscú con Londres, sino
con toda la Unión Europea y también EE.UU. Con este golpe ya se puede decir
que, aunque siempre se hable con Rusia porque no hay más remedio que hacerlo,
jamás mientras Putin gobierne volverá a haber un intento europeo de considerar
a Rusia un socio. Este informe no se refiere al régimen en general, ni al
aparato del Estado ni a la lógica geoestratégica. Se trata de un crimen en
suelo inglés que se atribuye directamente a la persona Putin, al chequista que
ordenó a otros compañeros chequistas, después muy premiados, ejecutar al
chequista desertor y traidor. Según la lógica inamovible e implacable del NKVD,
después KGB y ahora FSB.
El presidente Putin no es ya solo un invasor, un firmante muy poco
fiable de acuerdos, un manipulador sin escrúpulos y un autócrata muy brutal en
la represión de toda discrepancia. Con este informe del juez Owen, Putin se ha
convertido ya para las autoridades occidentales, personalmente, en un asesino.
Eso va a crear problemas a todos. Hasta a la hora de los viajes y contactos
oficiales. Porque hasta ahora habían entrado en las listas negras occidentales
de dirigentes del régimen ruso sancionados por la invasión en Ucrania muchos de
sus colaboradores directos, pero no el propio presidente. Putin ha roto
personalmente unas reglas de conducta civilizada. Y los muchos partidarios
occidentales, unos convencidos y otros a sueldo, de tratar a Vladimir Putin
como un socio aceptable de Occidente han de enterrar definitivamente tal empeño.
EL HAMPA IDEOLOGIZADA
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 22.01.16
Una televisión del duopolio emitía algo que perjudica a
Podemos y lo hacía sin su «permiso»
EL canal de televisión Antena 3 emitió el miércoles unas
imágenes en exclusiva en las que se veía a una serie de viejos conocidos de la
extrema izquierda antisistema y filoterrorista, entre ellos una dirigente de
Podemos y otra de las CUP, además de un personaje del aparato político de ETA,
caminando desde un autobús a un avión militar venezolano. Era el avión personal
del presidente Nicolás Maduro, enviado en diciembre del 2014 a recoger a la
ilustre tropa, trufada de enemigos del Estado españoles. Iban a para participar
en uno de los muchos foros que organiza el chavismo en Venezuela con militantes
afectos de todo el mundo. Chavez convirtió su país en una plataforma de
encuentro, coordinación y base operativa para todo tipo de enemigos del
«imperialismo», que es el orden internacional legal y en especial de los países
occidentales democráticos. Desde principios del milenio se dan allí cita grupos
terroristas, partidos izquierdistas, miembros de los servicios secretos y
aparatos del Estado, exministros vendedores de armas, narcotraficantes de todo
el mundo, bandas islamistas, blanqueadores de dinero y revolucionarios
profesionales de todo el mundo. Bajo la batuta del G2 cubano. Incluidos esos
pequeños intelectuales comunistas que viven de dádivas de todos ellos. Actúan
por el mundo como profesores, periodistas y comunicadores o miembros de centenares
de oscuros think tanks, fundaciones y ONGs izquierdistas. Algunos, como
Monedero y compañía, sacan mayor tajada. Lograron convencer a un Hugo Chávez
pletórico, con el barril de petróleo a 150 dólares, para que financiara el
intento de crear una franquicia chavista en Europa, en un eslabón tan débil
como la España en crisis. Venezuela es la mejor guarida del hampa ideologizada.
Nadie sabe cuándo se decidió intentar la operación para una cabeza de puente
europea. Probablemente el detonante fuera el 15-M. Desde entonces ha fluido
mucho dinero hacia España. A veces con rodeos. El eje Caracas-Teherán, que
funcionó para burlar el embargo a Irán, mover dinero de Hizbollah por
Iberoamérica y hacer trabajos sucios, parece haber servido. De Irán llega el
dinero para la televisión que fue embrión de la operación.
Las imágenes de Antena 3 no mostraban nada nuevo. Los jefes
de Podemos que han servido en Caracas han grabado abundante testimonio sobre
sus vínculos, lealtades y objetivos. Expuestos con brutal franqueza, desde la
necesidad de expropiar todos los medios privados de comunicación a la defensa
de la represión de las dictaduras comunistas. Todos saben que Podemos y el
mundo de ETA y las FARC y tantos otros han estado y están en Venezuela. Y que
están juntos. No molesta a su electorado. Lo nuevo era que por primera vez se
emitían imágenes robadas a Podemos, que ejerce un control brutal en el mundo
televisivo. Cuando Podemos coordina y manda en las televisiones. Su gente está
en todas partes y los empresarios no tienen escrúpulos para frenar su rentable
apuesta totalitaria. La novedad era que una televisión del duopolio emitía algo
que perjudica a Podemos y lo hacía sin su «permiso». De ahí las palabras de la
presentadora: «Nos van a dar pero bien». Muy irritados en Podemos, han lanzado
una masiva campaña contra A3 con la pretensión de que la frase revelaba
vergüenza por emitir esa «manipulación». Lo cierto es que la frase solo expresa
miedo, que es lo que ha logrado sembrar Podemos en el periodismo español que no
le es fiel. Era uno de sus objetivos. «El miedo va a cambiar de bando» decían.
Han logrado implantar el miedo, lo que es siempre vocación del hampa.
Triunfando ya gracias a la complicidad del PSOE y la inanidad de Gobierno y
sociedad civil, el hampa ideologizada muestra sus garras. En España debe
saberse lo que ella quiera que se sepa.
EL NUEVO MEIN KAMPF
Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 19.01.16
El Mein Kampf de Podemos son cientos de horas de grabaciones
en las que exponían todas sus intenciones totalitarias
UNA de las noticias editoriales del año en Alemania es ya la
reedición de «Mi lucha» (Mein Kampf), el libro escrito por Adolf Hitler en la
prisión bávara de Landsberg tras su fallido golpe de estado en Múnich en 1923.
En él, el joven fanático austriaco adorna con lustre y épica su propia
trayectoria vital, hasta entonces en realidad muy mediocre, y plantea sin mayor
pudor ni ocultación sus, esos sí muy espectaculares, planes para el futuro. En
la cárcel se dedicó a escribir su libro y poco más, porque a los nueve meses
salía, en impunidad escandalosa. No puede dudarse de que la historia de Europa
habría sido mejor si el Gobierno bávaro hubiera puesto a Hitler contra la pared
en noviembre de 1923. Mein Kampf, prohibido en 1945 en Alemania y Austria,
vuelve a poder editarse tras vencer los derechos de autor en poder del Gobierno
bávaro. Resultaba ya ridículo prohibir un libro que todo niño puede leer en la
red, pero eso no ha privado de inquietud al momento de plantearse la
publicación un libro en el que Hitler expresaba sus intenciones con claridad.
Que se publicó en 1925 y a partir de 1933 tuvo ediciones multimillonarias. Y
que pese a expresar ambiciones territoriales, antisemitismo lacerante, ira
anticapitalista y muchos de sus demenciales planes, en absoluto desacreditó al
«colosal estadista que devuelve la grandeza a Alemania» que el mundo veía en
Hitler. Aquel libro, con toda la simiente del crimen total, no impidió que le
votaran los alemanes. Ni que hasta 1938 gozara internacionalmente de masiva
admiración.
Ahora aparece Mein Kampf, pero no sin más. Se publica como
obra comentada en la que un retén de decenas de editores y más de 80 asesores
han hinchado el texto hasta las 2.000 páginas de las apenas 700 de los dos
tomos de la obra original. Es decir, 90 años después, las autoridades políticas
y culturales en Alemania creen necesario poner todo tipo de señales de tráfico
moral en la lectura. No se vayan a desviar algunos y tomar el texto, no ya en
serio, que lo es, sino como convincente. Está claro que la democracia en Europa
no pasa por sus mejores momentos de autoestima. Se refleja una inmensa
inseguridad en esa guardia pretoriana intelectual que se hace desfilar por las
páginas de Mein Kampf para evitar que los hijos de la cultura democrática se
dejen seducir por la prosa chata, vieja y ampulosa del austriaco semiculto y
fanatizado. No están errados quienes han aconsejado esa operación editorial de
prudencia. Que dice mucho de nuestra debilidad política, intelectual y moral.
Porque en toda Europa las masas buscan consuelo a sus zozobras y aunque parezca
mentira no están más avisadas que entonces. Desaparecen las viejas generaciones
con el músculo moral creado por tragedias del siglo XX. Las nuevas, cautivas de
una subcultura de apenas impulsos informativos sentimentalizados, dan la
espalda a opciones democráticas cada vez más desprestigiadas y ponen sus
esperanzas en otras que solo son nuevas para quienes lo ignoran todo de nuestra
historia. En España surge la amenaza de una fuerza totalitaria que nos anunció
sus objetivos cuando no se creía capaz de alcanzarlos. El Mein Kampf de Podemos
son cientos de horas de grabaciones en las que exponían hasta hace dos años
todas sus intenciones totalitarias. El Mein Kampf de Podemos son todas las pruebas
de sus conexiones con fuerzas totalitarias y criminales en varios continentes.
El Mein Kampf de Podemos es la orgía de propaganda de las televisiones
militantes y un periodismo inane que paralizan juntos toda posible reacción de
las pocas fuerzas y conciencias defensoras de la libertad y la racionalidad en
España.
EL GOLPE PERMANENTE
Por HERMANN TERTSCH
ABC Sábado, 16.01.16
Maduro pretende ganar tiempo con desesperación e intenta
impedir que la nueva mayoría ejerza su papel constitucional
Cada tres días una
invención para violar sus propias leyes. Cada semana una ocurrencia para
bloquear las actividades políticas constitucionales de la Asamblea Nacional.
Cada momento una trampa que añadir al inmenso repertorio para evitar que el
fracaso le devore. No es la Revolución Permanente que vendía Trotsky lo que perpetra
el presidente Nicolás Maduro desde que el pasado día 6 de diciembre el pueblo
venezolano lo repudiara con su voto masivo a la oposición. Pero sí es un
Autogolpe de Estado permanente con el que pretende ganar tiempo con
desesperación e intenta impedir que la nueva mayoría parlamentaria ejerza su
papel constitucional. Y abra el camino para un cambio que acabe con el régimen
chavista y con el presidente Nicolás Maduro.
El Parlamento había
aceptado la enésima trampa de Maduro y sus belicosos jueces chavistas del
Tribunal Supremo, que era la suspensión provisional de credenciales a tres
diputados amazónicos que daban la mayoría de los 112.
Así el presidente por
fin acudía ayer a pronunciar su discurso ante el Parlamento en un atisbo de
normalidad aunque fuera fingida. Pues horas antes tenía que sacarse de su
chistera un Estado de Emergencia para todo el país con el que asume poderes
especiales añadidos. Para su guerra abierta contra la voluntad popular y una
situación económica que de terrorífica amenaza con ser pronto de catástrofe
humana.
La economía se
desmorona cada vez a mayor velocidad y la caída libre del precio del petróleo
deja al país con unos ingresos ridículos frente a sus inmensas necesidades. En
los próximos meses podíamos tener ya regiones con hambre en el país
iberoamericano de mayores riquezas naturales y, ante todo, con las mayores
reservas de petróleo del mundo.
Así, Nicolás Maduro
asume poderes especiales con los que perseguir a la oposición y hacer la vida
más difícil al Parlamento. Para poco más le van a servir. La única salida
habría estado en una aparición ante el Parlamento para pedir perdón y dar un
giro de 180 grados a todo lo hecho en los pasados tres lustros. Pero eso habría
sido honradez. Y eso no se le puede pedir al hampa.
FRENTE AL MIEDO
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 15.01.16
El miedo a enfrentarse a una fuerza con convicciones puede
más que el difuso miedo a perder la libertad
ACABA de publicar mi querido y admirado Antonio Escohotado
su último libro, cuyo título he puesto a la columna. «Frente al miedo», un
título siempre actual pero quizás ahora especialmente oportuno. Es el último,
también imponente trabajo de un pensador en nuestro país con una obra que puede
ya calificarse de grande, gracias a su reciente y colosal «Los enemigos del
comercio». Y a este que también se encuadra plenamente en ese viaje desde la
erudición a los confines de la sabiduría. Sin entrar en sus enciclopédicos
conocimientos y fascinantes reflexiones, celebro que se publique ahora que España,
una vez más en su historia y por primera vez en muchas décadas, se halla en
momentos estelares del miedo. Todos tenemos miedo, al dolor y al horror, al
vacío, a lo desconocido. Tenemos miedo a los demás que percibamos como amenaza.
Los españoles tienen miedo a muchas cosas. Pero hace 40 años creímos quitarnos
definitivamente de encima los miedos tan severos que la historia nos había
inoculado. Y pensamos que los españoles podíamos dejar de temer y de temernos
los unos a los otros. Constatemos que, como tantas ilusiones de la Transición,
aquella entusiasta convicción de que nos librábamos para siempre de la opresora
presencia del miedo de la dictadura o a los rencores mutuos de una nación
dividida, era un espejismo.
Ahora el miedo vuelve a estar omnipresente en el discurso
público y en la reflexión privada en España. Los españoles vuelven a tener
miedo. Pero no solo al paro, a la crisis, la inmigración extranjera o la
delincuencia. Miedo a los «otros» españoles. El miedo vuelve a ser un
instrumento de poder de unos españoles contra otros. El partido Podemos celebra
el miedo de sus «enemigos» como victoria. «El miedo va a cambiar de bando».
Siempre hay uso político del miedo anteriormente. Pero solo esa conocida
«estrategia del miedo» que intentaba movilizar el voto a favor de la opción
propia desertando temores a otros. Lo que no habíamos visto desde la dictadura
–exceptuando una vez más al terrorismo– es la voluntad de una fuerza política,
Podemos, de generar miedo y terror en los rivales. Como tantos otros trucos
populistas, movimientos tácticos y criterios políticos estratégicos
subversivos, Podemos se ha traído técnicas de Venezuela donde, bajo control
cubano, sus mandos fueron asesores bien asesorados, también en guerra
psicológica, en producir miedo en el campo enemigo. Ahí está el tic-tac-tic-tac
de Hugo Chávez, repetido mil veces por todos los líderes de Podemos que
prestaron servicio en Venezuela y otros países de la órbita del siniestro Foro
de Sao Paulo. Necesitan generar miedo a la libertad entre su público para que
busque cobijo en sus promesas de protección e igualdad impuesta. Y necesitan
generar miedo en el resto de la sociedad para que no reaccione contra la
amenaza que suponen para la libertad. Fomentan el miedo a la libertad en unos y
el miedo a proclamarla y defenderla en los demás.
La irrupción el miércoles en el Congreso de sus diputados
fue la escenificación del espectáculo virtual que fueron hasta hace dos años
los tuits violentos en que pedían guillotina, tortura y muerte contra el Rey o
políticos de derechas. No se trata solo de robar protagonismo, sino de destruir
las formas pactadas de conducta. E intimidar. Rompen toda convención en su
avance hacia la destrucción de unas leyes que también lo son. Con éxito. El
miedo a enfrentarse a una fuerza con convicciones puede más que el difuso miedo
a perder la libertad de quienes no distinguen ya convicciones de intereses
particulares y conveniencias personales. En el Congreso se vio. Nadie levantó
la voz y se puso firme frente al miedo.
LA CARCOMA VENENOSA DE LA IMPUNIDAD
Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 12.01.16
El drama es europeo, pero España vuelve a ser como en los
años treinta, el primer escenario
«O se imponen con máximo compromiso y firmeza las leyes o
toda Alemania puede ser pronto la explanada de la catedral de Colonia en
Nochevieja». Esta frase del editorialista del diario Frankfurter Allgemeine,
refleja un estado de ánimo que no se circunscribe a una sociedad alemana
espantada y conmocionada por los sucesos de Nochevieja en la ciudad renana y en
otras muchas. Ahora ya está claro que el Estado de Derecho no abdicó en
Nochevieja. Lo había hecho mucho antes cuando convirtió en costumbre ocultar
delitos de extranjeros. No había que dar argumentos a la xenofobia se decía. Y la
verdad se volvió xenófoba. Los inmigrantes sin cultura democrática ni respeto
por la libertad ajena comprobaron que sus transgresiones y delitos no eran
reprimidos ni castigados. Y cuando llegaron de golpe centenares de miles de
jóvenes hombres a los campos y residencias de refugiados, la subcultura del
abuso se disparó. La impunidad ha sido la peste. Y su efecto la inseguridad y
el terror. Ahora Alemania ha despertado brutalmente a la certeza de que sus
libertades y su seguridad están bajo una terrible amenaza. Y exige antes que
nada el retorno de la ley y la represión del delito, el fin de la impunidad. Y
de la corrección política que oculta ciega y resulta suicida.
En España somos campeones en esta perversión de las
sociedades del bienestar europeas. La impunidad destruye todo esfuerzo de
justicia y corroe a individuos y comunidades humanas por igual. Los problemas
que estos días se alzan ante nosotros como una amenaza terrible para nuestra
convivencia tienen su origen en el desprecio y violación impune de las leyes. Y
en la desidia, indolencia, delación y cobardía en la persecución del delito por
aquellos que tienen encomendada esta tarea en la sociedad, sus gobernantes.
Dicen analistas alemanes que en Colonia delinquieron también aquellos que no
intervinieron para defender a las mujeres agredidas y aterrorizadas. Son muchos
aquí los que deberían responder al incumplimiento de juramento y deber como
responsables del patrimonio común de seguridad, soberanía, lengua, derecho,
libertad y unidad.
Hay que remontarse a los principios de la democracia para
buscar los orígenes de la lenidad en la persecución de los delitos que han
hecho de España un país con fama internacional de tener una Policía muy eficaz
y una Justicia que inutiliza esa eficacia. El prestigio de la transgresión y el
miedo a defender límites y aplicar la fuerza legal eran nefasto legado de la
dictadura. La ruptura del consenso constitucional bajo Zapatero fue el comienzo
de la deriva hacia este peligro existencial para Estado y Nación. Ahora, una
región como Cataluña está secuestrada por fuerzas cuyo único interés común es
la destrucción de España. Y cuyo éxito sería el fin de la democracia y la
miseria. Si Zapatero fue el peor enemigo de la España democrática y
constitucional, Rajoy ha sido su peor defensor. Hoy, con un golpe de Estado en
marcha en el noroeste y un populismo totalitario izquierdista que avanza en
toda España, la situación exige, mucho más que en Alemania, la estricta
aplicación de la ley. En la certeza de que imponerla frente a todas las
previsibles resistencias hoy será más caro que hace dos años, pero menos que
dentro de medio. Nuevas caras, bajo auspicios del Rey, deben forjar un acuerdo
amplio cuyo principal objetivo inmediato ha de ser establecer medidas de
emergencia para reconstruir los diques de la legalidad rotos por la carcoma
venenosa de la impunidad. El drama es europeo, pero España vuelve a ser como en
los años treinta, el primer escenario del continente en el que se dirime esta
pugna existencial de la democracia y el Estado de Derecho.
LA «NOCHEVIEJA DE COLONIA» VATICINA UN CAMBIO DE CLIMA POLÍTICO EN ALEMANIA
Por HERMANN TERTSCH
ABC Domingo, 10.01.16
La imagen de mujeres asaltadas entra en el imaginario y
dispara emociones populares
Corrección política La corrección política y el miedo a ser
tachado de racista o ultraderechista han impedido conocer antes la verdad de lo
ocurrido en la «Nochevieja de Colonia»
Medidas en la chistera Merkel ha prometido la expulsión inmediata de los
inmigrantes condenados por los asaltos. Pero todo ello es ya muy poco y llega
demasiado tarde
La Nochevieja que dio comienzo al 2016 en la ciudad renana
de Colonia lleva rápido camino de entrar en los libros de historia de Alemania
y de Europa. El terrible acontecimiento que durante varios días los políticos y
los medios de comunicación intentaron ignorar, obviar y ocultar se ha
convertido en un terremoto político cuyas consecuencias aun son imprevisibles
pero que serán en todo caso inmensas. La masiva agresión sexual contra cientos
de mujeres alemanas por parte de cerca de mil inmigrantes, gran parte de ellos
refugiados llegados en los pasados meses, es ya un punto de inflexión en la
legislatura y en la carrera política de la canciller Angela Merkel. Durante
horas, un Estado como el alemán fue incapaz de proteger a su población en el
centro de Colonia y en otros lugares que después se han conocido. Grupos de
hombres extranjeros aterrorizaron, con el uso de inaudita violencia, osadía y
procacidad, a mujeres, a hombres que intentaron ayudar y a una Policía alemana
impotente hasta un grado alarmante. Tanto que en estos días se ha quebrado
seriamente, como advierten políticos y analistas, la confianza de la sociedad
en el Estado y su capacidad de garantizar su seguridad.

Cañones de agua para dispersar a los que se manifestaron en
Colonia contra los refugiados
La inmensa conmoción habida también marcará un hito en la
conciencia y la cultura política alemana de los próximos años. Porque ha caído
un dique que los políticos querían mantener a toda costa para controlar las
emociones populares ante un fenómeno tan difícil como la llegada de centenares
de miles de extranjeros de culturas remotas que han cambiado en parte de forma
drástica la vida de muchas ciudades y pueblos alemanes. Sin que nadie jamás les
avisara o les consultara al respecto. Los políticos han tenido miedo a la rabia
y han creído poder combatirla con la mentira como se ha visto con las
demostradas instrucciones de ocultar delitos causados por inmigrantes y
especialmente por refugiados llegados en este pasado año.
Nuevo tiempo
La corrección política y el miedo a ser tachado de racista o
ultraderechista ha impedido que se supiera la verdad antes. No solo en estos
días en los que políticos y mandos policiales negaron saber de la procedencia
de los autores de la agresión de Colonia. Los policías y su sindicato revelaron
que todos sabían desde la misma noche de hechos que la mayoría eran refugiados
de última hora. El informe policial que se filtró el día 6 de enero y que
refleja toda la brutalidad del delito colectivo y la impotencia del Estado ha
provocado una revisión de las posiciones hasta en los medios militantes de la
corrección política.
Nadie duda de que comienza un profundo giro en la política
de inmigración, asilo y seguridad en Alemania. Y ha comenzado un nuevo
tiempo para la política alemana. En 2016 hay elecciones en cuatro estados
federados, empezando en marzo. Si el desastre es máximo como muchos prevén y la
oleada de refugiados vuelve a intensificarse con el buen tiempo en primavera,
ya está claro que Merkel no podrá aguantar hasta otoño del 2017.
Para ella, esa imagen de las mujeres llorando presas del
pánico, muchas con la ropa rasgada o rota, otras golpeadas, huyendo en pleno
centro de una gran ciudad alemana de hombres acogidos como refugiados por una
decisión personal muy controvertida de la canciller es, como reconoce todo su
partido, la CDU, la peor catástrofe política imaginable. Ayer se produjeron
protestas contra la política de inmigración de Merkel con fuertes
enfrentamientos en Colonia entre manifestantes convocados por Pegida, con
participación de extrema derecha, la Policía y la extrema izquierda que también
había salido. Pero la violencia localizada de grupos radicales es
insignificante hoy ante la fuerza de la indignación que se está acumulando en
la sociedad alemana.
El partido de la canciller, CDU, y su socio el SPD intentan
sacar ahora de la chistera medidas draconianas contra los delincuentes entre
los refugiados. La canciller ha prometido medidas para la expulsión inmediata de
los condenados. Pero todo ello es ya muy poco, demasiado tarde. Porque en
Alemania han pasado muchas más cosas en esta semana en la que, con tres días de
inconcebible retraso, comenzaron a surgir los datos ya inequívocos sobre la
terrible gravedad de aquellos hechos. Y comenzaron además a llegar
informaciones sobre multitud de casos parecidos de agresiones colectivas de
inmigrantes a mujeres, incluidas violaciones consumadas. En Hamburgo y en
Stuttgart se produjeron incidentes similares. En un pueblito junto al Rin en el
sur cuatro sirios fueron detenidos por violar a dos menores. En Bielefeld, unos
500 hombres asediaron una discoteca y agredieron masivamente a las mujeres en
sus inmediaciones. Hubo fuertes enfrentamientos con gentes de la discoteca y la
Policía que sin embargo también se vio en inferioridad numérica. Ese hecho se
ha repetido en todos los escenarios. En Colonia la Policía reconoció que había
soltado a detenidos y no había podido ayudar por la masiva superioridad de unos
hombres que ejercían una violencia que le hizo temer que hubiera muertos.

Alrededores de la catedral de Colonia el pasado 31 de diciembre
La verdad molesta
Mucho más profundos que los efectos políticos directos van a
ser las consecuencias para la cultura política que ha sufrido su peor derrumbe
y fiasco en mucho tiempo. Han fallado los políticos, han fallado la seguridad y
la Policía y han fallado dramáticamente los medios. Las mentiras y ocultaciones
de la corrección política han impedido debatir abiertamente sobre problemas,
peligros y amenazas de esta irrupción masiva de refugiados en Alemania. Pero
además han impedido a los medios decir la verdad. Y a todos tomar decisiones
correctas para prevenir situaciones así. Con la angustia de no dar argumentos a
la extrema derecha se ha convertido toda la verdad en ultraderechista. Y, como
ahora señalan alarmados tantos, se ha mentido y ocultado tanto que se ha dejado
al Estado sin la verdad para defenderse.
EL FRENTE UBICUO
Por HERMANN TERTSCH
ABC Sábado, 09.01.16
Hoy no hay más que una religión en cuyo nombre se mata a
diario en algún lugar del planeta
Muchos de los
problemas políticos e incluso morales de las sociedades occidentales modernas
se deben en buena medida a su incapacidad de percepción de la amenaza. A la
atrofia de la alerta que toda comunidad humana necesita para establecer sus
valores y exigencias. Cuando han vivido ya tres o cuatro generaciones sin
guerras, desaparecen los últimos que tienen recuerdo de aquella conciencia del
peligro inminente de muerte que ordena prioridades, pondera el valor de las
cosas y genera la humildad necesaria para el conocimiento y la razón. Entonces
se confunden prioridades, valores y precios. Y las sociedades tienden a creer
que su seguridad no solo está garantizada siempre incondicionalmente. Sino que
es además un derecho incuestionable e inalienable más en la larga panoplia de
derechos que los afortunados habitantes de esta parte del mundo creen ya ley natural
o regalo divino.
Disfrutaba de esa ensoñación gran parte de la sociedad
occidental cuando irrumpió el terrorismo yihadista en nuestra ilusoria
construcción de certezas. Cierta religión ha desarrollado en su seno unos
grupos de extremistas que nos quieren destruir. Otras religiones tuvieron sus
momentos violentos hace siglos. Hoy no hay más que una religión en el mundo en
cuyo nombre se mata a diario en algún lugar del planeta. Sería absurdo decir
que nuestro enemigo es una religión como el islam en la que viven 1.500
millones de forma pacífica y con buena fe. Pero también es absurdo pretender
que nada tiene que ver el islam con los grupos que proliferan por el mundo y
que, en su nombre, matan y mueren. Para las sociedades libres, esta guerra aun
de muy baja intensidad que es el terrorismo es una gran oportunidad de
recuperar esa percepción de la amenaza necesaria para la defensa. El frente
ubicuo del terrorismo pretende paralizarnos por medio del terror. Pero al mismo
tiempo ofrece las condiciones para reforzar la conciencia de estas sociedades
libres. Por daño que nos haga, nada depende del enemigo. Todo de la reacción
del mundo libre. Del liderazgo eficaz. Que es nuestro auténtico problema.
COLONIA COMO SÍNTOMA
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 08.01.16
Todos los que advirtieron fueron tachados de racistas y
nazis
AHORA se preguntan
todos cómo ha podido pasar todo esto en Alemania. En pleno centro de una ciudad
como Colonia. Junto a la catedral y la estación central. Cómo pudo ser que
decenas de coches patrulla y sus dotaciones se convirtieran en testigos
impotentes de centenares de agresiones y otros delitos. Y hayan reconocido que
no hicieron detenciones por miedo. Ante la superioridad numérica y el
despliegue de violencia desenfrenada de los muchos cientos de «hombres de
aspecto árabe y norteafricano». Cómo fue posible que la Nochevieja en plena
luminosa capital europea del Rin se convirtiera en una pesadilla de cerca de
cinco horas, centenares de mujeres fueran agredidas, rodeadas por muchos
hombres, agarradas por varios, despojadas de sus bragas, arrancados abrigos,
vestidos, camisas y sujetadores, tocadas por decenas de ellos, violadas en
algún caso. Cómo pudo ser que cerca de mil extranjeros, en una acción
coordinada que se reprodujo en pequeña escala en otras ciudades, se mofaran
masivamente de la Policía, agredieran a cientos de mujeres en pánico,
amenazaran a las víctimas incluso cuando acudían a denunciar y mostraran una
certeza procaz de su impunidad con frases como «soy sirio y no me podéis hacer
nada porque soy invitado de Merkel».
Los alemanes se preguntan cómo este inaudito acto de
violencia masiva no tuvo reflejo antes en los medios. Y comprueban cuánta
verdad se ha intentado ocultar. Porque la monstruosidad de Colonia, el tamaño
de la agresión sexual colectiva en el espacio más público y compartido de una
gran ciudad, ha revelado insufribles prácticas de ocultación. Que parecen
responder a instrucciones para ocultar consecuencias indeseadas de la política
de Angela Merkel y sus socios. Salen a la luz centenares de agresiones sexuales
en diversas ciudades, con violaciones y detenciones. Los policías, hartos de
ocultación, dejan claro que en su inmensa mayoría son sirios y de otros países
musulmanes. Lo grave no es que entre el millón de refugiados que Alemania ha
acogido ahora haya mil agresores violentos. Lo terrible es ver que los peores
temores se cumplen. Los recién llegados han abierto una lucha cultural por el
espacio público que los alemanes y el Estado de Derecho perdieron en esa
Nochevieja en Colonia. Como lo están perdiendo en pueblos y barrios en los que
la masiva presencia de estos hombres amenaza con poner fin a la vida en
libertad y seguridad de una población a la que nadie consultó ni avisó de esta
política de tan dramáticas consecuencias. Todos los que advirtieron fueron
tachados de racistas y nazis. Los medios tienen tanto miedo a «incorrecciones»
que sus informaciones no se entienden. Los políticos han inaugurado el coro de
lamentos. Algunos denuncian ahora espacios urbanos sin ley en los que el Estado
alemán ha perdido el control. Lógica consecuencia de la llegada de golpe de
centenares de miles de refugiados que no tienen cultura de convivencia en
libertad. Y que abusarán de ella mientras no conozcan límites. Pero esos
límites, que deberían ser defendidos con draconiana firmeza para ser creíbles,
no son compatibles con la mentira original del estado beatífico que vende la
insensata narrativa de la clase política europea que no cree capaz a su
población de soportar verdades. Las declaraciones de Merkel ayer revelan la
incapacidad de acción de alguien atrapado en su propia discurso. Enfado como
mujer, persecución del delito y aceleración de expulsiones es lo que anunció.
Un catálogo ridículo de impotencia ante la alarma que se genera cuando se
descompone la percepción de seguridad de una sociedad moderna y se quiebra la
confianza en el Estado. Un remedio eficaz es muy improbable. Pero lo cierto es
que si no lo hay Colonia habrá sido un síntoma de un destino europeo.
LA VERDAD RACISTA Y EL MIEDO MILAGROSO
Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 05.01.16
En esta deriva suicida, con consignas y sin verdad, sí
podemos presumir de ser la vanguardia de Europa
EN esta Nochevieja, antes y después de las campanadas que
daban entrada a este año 2016, se han producido unos hechos de enorme gravedad
en pleno centro histórico de la ciudad alemana de Colonia, bajo las sombras de
su célebre catedral. Unos acontecimientos que el jefe de la Policía de la
ciudad, Wolfgang Albers, ha calificado de «delitos de una dimensión
absolutamente nueva». En la ciudad, la conmoción es inmensa. Y, sin embargo,
fuera de allí han tardado tres días en tener eco unos delitos violentos que tienen
una inmensa relevancia social y carga política. Porque no tienen precedentes en
la Alemania moderna. Y porque evocan pesadillas de ancianas mujeres alemanas
que aún recuerdan las violaciones masivas del Ejército Rojo. Lo sucedido, según
decenas de denuncias, es que centenares de hombres no europeos se dedicaron
durante horas a rodear a mujeres, abusar sexualmente de ellas y robarles
bolsos, teléfonos y objetos de valor. En grupos, rodeaban a mujeres en las
cercanías de la catedral y las sometían al robo y a tocamientos.
Según el sindicato policial, participaron unos mil hombres
«de aspecto árabe o norteafricano», en un delito masivo sin precedentes.
Destaca el sindicato la enorme violencia utilizada y el total desprecio a las
mujeres vejadas y robadas. Los atracos y agresiones sexuales por parte de
grupos de extranjeros habían aumentado últimamente, según reconoce ahora la
Policía. En toda Alemania toman nota las autoridades. Pero no se quiere debatir
mucho en público. Enseguida surgen las voces que advierten de que la verdad
puede generar racismo. Como en aquel escándalo de Birmingham con cientos de
paquistaníes implicados en una trata de menores blancas con violaciones,
vejaciones y secuestros. Nada pasó. Para evitar tensiones racistas. En Colonia,
ya se verá. Saber de dónde son y vienen fomenta actitudes y opiniones aún más
críticas con la idea de Angela Merkel de permitir la entrada incontrolada de
centenares de miles de inmigrantes de África y Oriente Medio. En su inmensa
mayoría, hombres. Veremos si el drama de Colonia hace surgir denuncias en otras
ciudades en las que la vida de sus habitantes ha cambiado dramáticamente, en
especial para las mujeres. «Asistimos a una nueva dimensión de la violencia»,
decía ayer el presidente del sindicato policial, Arnold Plickert.
Mientras, en París, la revista Charlie Hebdo saca un número
conmemorativo del atentado del pasado año que le atribuye a «un dios asesino»
al que dibuja con todos los atributos de la representación clásica del Dios
cristiano con un fusil a la espalda. Como si a sus compañeros dibujantes y a
los judíos del supermercado kosher los hubieran asesinado los jesuitas o un
comando de teresianas y no unos comandos yihadistas que dejan muy claro que
matan en nombre del islam. La verdad hace racismo. Y el miedo hace milagros.
Para ocultarla. El miedo al yihadismo tanto como el miedo a ser tachado de
simpatizante de Pegida en Alemania, es decir, casi neonazi. Como en España el
miedo a ser calificado de franquista o «facha» que desde la Transición penaliza
la verdad hasta desterrarla en muchos campos. Esa corrección impuesta por la
izquierda, acatada por la derecha acomplejada, abrazada por todos hasta dejar
inerme a la Constitución y permitir esperpentos como la realidad catalana con
un gobierno delincuente y unos delincuentes que quieren el gobierno y deciden
la agenda. Todos proclamando su desprecio a la ley. Y en el resto de España ya
ha quedado también claro que la impunidad en aras de la armonía y la
conveniencia política solo beneficia a los peores. En esta deriva suicida, con
consignas y sin verdad, sí podemos presumir de ser la vanguardia de una Europa
cuyas cuadernas crujen de forma atronadora.
¡GRACIAS, MÚNICH!
Por HERMANN TERTSCH
ABC Sábado, 02.01.16
Esta ciudad convirtió en triunfo total su negativa a dejarse
atropellar por el miedo como Bruselas
Todavía no lo sabe la
mayoría en Europa y el mundo. Pero quizás esta Nochevieja marque un hito
histórico en la larga lucha que tenemos por delante contra un terrorismo
islamista que quiere estrangular a la sociedad europea con el terror
indiscriminado.
Este pasado jueves,
31 de diciembre, Múnich sufrió una alarma terrorista de máximo nivel y credibilidad
para la policía, basada en datos de servicios secretos occidentales. Anunciaba
un ataque inminente de forma similar a la alarma que se desató el 21 de
noviembre en Bruselas. Aquella llevó a la paralización total de la capital
belga y europea durante cuatro días. Bruselas, repleta de organismos
internacionales, se recluyó literalmente en una inmensa madriguera por miedo a
un atentado como el acaecido el día 13 en París. Y renunció a ser ciudad libre
y viva.
La terrible sensación
de derrota ante el triunfo del terror esta justificada. Sin disparar un tiro,
el islamismo paralizó el corazón de Europa durante cuatro interminables y
también vergonzantes días. En esta Nochevieja, sin embargo, las autoridades
alemanas decidieron hacer una intervención quirúrgica, eso sí, masiva, donde se
temía el ataque y desalojó la estación central. Y aunque alguno lo planteara,
no demandó desalojos ni suspensión de las miles de fiestas masivas que se
celebraban en todo Múnich para despedir el año. Y aunque los muniqueses fueron
puntualmente informados y la ciudad se llenó de coches, luces y alarmas de
policía, no hubo ni pánico, ni suspensiones, ni cierres prematuros. Como un
solo hombre, los ciudadanos decidieron seguir celebrando. Como en Bruselas, no
se confirmó la alarma. Pero Múnich convirtió en triunfo total su negativa a
dejarse atropellar por el miedo como Bruselas.
La capital bávara fue
una fiesta toda la noche. Y celebró su libertad y su suerte de formar parte de
la sociedad más afortunada jamás habida. Que, con todos sus defectos, es la
sociedad abierta occidental, la democracia con su alter ego, el capitalismo. La
fiesta por nuestra libertad y el coraje para defenderla componen un gran regalo
que nos ha hecho Múnich a toda Europa.
CONJETURAS
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 01.01.16
Es más verosímil que una España frentepopulista le
dé la puntilla al proyecto europeo a que la UE sepa salvar a España de su propio delirio
HACE unos meses, un tren de San Sebastián a Madrid paró en
campo abierto en la provincia de Burgos. Una voz amable de mujer explicó por
los altavoces que el tren había tenido que parar por una imprevisible y atroz
incidencia. Se había atropellado a «una persona o una cabra». Tiempo después la
misma voz aclaraba que la arrollada era un humano. Y mucho después, se supone
que por esa tardanza, la señora se sintió obligada a volver al micrófono. Tras
lamentar una vez más la incidencia y el consabido retraso, explicó que el juez
ya se había personado. Que se procedía al levantamiento del cadáver. Pero que
no podía concluirse porque no aparecía la cabeza. Al parecer el nuevo diseño de
trenes aerodinámicos favorecen ese fenómeno. Las locomotoras tradicionales te
llevaban por delante. Las nuevas te envían al quinto y al sexto infierno.
Tronco y cabeza por separado. El colofón habría emocionado a Julio Camba. La
voz que tenía al tanto a un público que oscilaba entre espanto con humor negro
volvió a resonar para pedir más excusas, explicar que se alargaba la búsqueda
de cabeza perdida y añadir «según mis conjeturas, se ha quedado por la curva».
Al final, se encontró. Las conjeturas, amigos.
La enorme perplejidad de ver a España deslizarse hacia un
gobierno de Frente Popular, hace brotar mil conjeturas, sobre el futuro como
sobre el pasado. Las ucronías están de moda. Unas dicen que un congreso honrado
y autocrítico, un candidato no carbonizado y la retirada de Mariano Rajoy
habrían bastado para una mayoría bien sólida del PP para gobernar con poquitos
diputados de Ciudadanos. También que el colapso del PSOE bajo Pedro Sánchez
habría sido el mismo con Eduardo Madina. Que los barones son injustos, porque
todos fueron cómplices de la culpable agonía del PSOE, Zapatero, que puede
considerarse a todos los efectos el fundador de Podemos con Hugo Chávez y su
servicial criado español, Juan Carlos Monedero. Pero las conjeturas más
peligrosas son las hechas de cara al futuro. Pueden confundir mucho.
Especialmente dos. Una es la de quienes son partidarios de que se forme un
gobierno de Frente Popular con PSOE, Podemos y el desecho de tienta separatista
que quiera apuntarse. Mantienen que en muy poco tiempo tendrá unos resultados
muy saludables para el panorama político español. Porque demostrará la
incapacidad para gobernar de la ultraizquierda de Podemos. Y además
escarmentará a un PSOE que, cuando el gobierno se hunda, se arrepentirá de la
deriva izquierdista, emprenderá la senda de la socialdemocracia en armonía con
la democracia occidental y rechazará para siempre utopías socialistas y la
llamada superación del sistema capitalista. Esa insensatez invita a abrir el
camino al Frente Popular con la necia conjetura de que el poder perjudicará a
quienes lo tienen. En absoluto. Es menos conjetura que certeza augurar a los
comunistas de Podemos, en alianza con el PSOE, un uso del poder mucho más
eficaz para su propia preservación y fortalecimiento que el demostrado por el
PP. Y nadie dude de que la capacidad de instalar e infiltrar a enemigos del
Estado en la administración se multiplicaría y se usaría. Si hemos tenido un
Jemad con simpatías bolivarianas para alarma de la OTAN, la entrada del
chavismo español en la administración espantaría. La otra conjetura está en que
Europa no permitirá a un gobierno del Frente Popular hacer ningún disparate
irreversible. Craso error. Lo cierto es que Europa está profundamente
debilitada tanto en su Comisión como en el único líder que merecía tal nombre,
Angela Merkel. Y que es más verosímil hoy que una España frentepopulista le dé
la puntilla al proyecto europeo a que la UE sepa salvar a España de su propio
delirio.