LA VENGANZA DE LA OCULTACIÓN
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 22.07.16
Las autoridades tienen miedo. A los refugiados llegados y a
los que llegarán. Pero ante todo tienen miedo a sus electores
YA está aquí. La
pesadilla más temida. Un joven refugiado graba un vídeo en el que se proclama
feliz porque va a matar al mayor número posible de infieles en Alemania para
mayor gloria del islam y de Estado Islámico. Y como pago directo de brutal
desprecio por haber sido acogido y cuidado en Alemania. «He vivido en vuestras
casas y os voy a cortar el cuello». Solo le faltó dar gracias personalmente a
Angela Merkel. Es el perfecto escenario del horror para la canciller alemana.
La consumación de una amenaza que se ha querido minimizar o negar desde el 4 de
septiembre de 2015, cuando ella decidió abrir de par en par las fronteras
alemanas. Aquella decisión personal, con convicción y buena fe, ha causado un
terremoto de aún incalculables consecuencias. Entre sus efectos ya consumados
muchos incluyen el Brexit, el auge espectacular de partidos populistas y las
tensiones sin precedentes entre miembros de la UE. Nadie sabe si algo habría
sido distinto con otra decisión. Con una reafirmación incondicional de
fronteras, leyes y procedimientos vigentes. No se hizo. Ya no importa. La UE
está sumida en una crisis realmente existencial. Ya tiene un miembro menos. Y
su credibilidad colapsa. En cuestiones de mayor calado que la estabilidad
presupuestaria o el rescate de Grecia. La seguridad, la libertad y la identidad
asumen el protagonismo. Ya es imposible separar inmigración y comunidades
musulmanas del colapso de la percepción de seguridad de los europeos. Con el
terrorismo islamista convertido en amenaza cotidiana general y obsesión, las
sociedades europeas exigen seguridad. Quieren soluciones a su angustia. Si no
las ofrecen los partidos democráticos tradicionales, las buscarán en otros.
El atentado del joven
afgano de 17 años que armado con un hacha y cuchillo hirió a pasajeros en un
tren en las proximidades de Würzburg es una bomba para Merkel en un panorama
general de inseguridad. Se cumplen los peores augurios expuestos con la llegada
de ese millón en pocos meses. Ahora se reconoce, por ejemplo, que nadie sabe ni
la edad real ni la procedencia del «afgano de 17 años» del hacha, que podría
ser un paquistaní de 22 o 23. Un pequeño ejército de suicidas puede provocar el
colapso general de la seguridad en el continente. Son 55.000 los menores sin
compañía que se estima han entrado desde aquella fecha. Más centenares de miles
con menos de cuarenta. La inmensa mayoría pacífica deseosa de una nueva vida.
Pero nadie sabe cuántos componen esa minoría con intención bien distinta. La
otra bomba, la política, es el escándalo de la ocultación del peligro por las
autoridades. En muchos países se están falsificando estadísticas para que no
reflejen esta relación entre inmigrantes ilegales y la inseguridad. Se ocultan
o minimizan miles de agresiones sexuales y otros delitos. Con el atentado de
Würzburg no podían negar que fuera un refugiado musulmán. Pero fue grotesca la
obsesión por negar el carácter islamista del crimen. Eso después de Niza, donde
el supuesto loco contaba con una célula de apoyo. Ya se disponía del referido
vídeo del terrorista de Würzburg y había reivindicado el IS y aún se presentaba
el atentado como obra de un desequilibrado, abatido por la muerte de un amigo.
Las autoridades tienen miedo. A los refugiados llegados y a los que llegarán. A
las comunidades islámicas, que ni son controlables ni colaboran con la Policía.
Pero ante todo tienen miedo a sus electores. Tienen miedo a la venganza de unas
sociedades con miedo cuya seguridad han puesto en peligro por cuestiones
ideológicas. Y cuya defensa entorpecen por su incapacidad de exponer en toda su
crudeza una dramática situación creada precisamente por una política de
permanentes ocultaciones.
ORFEBRES DE LA MENTIRA
Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 19.07.16
España ha sufrido una grave regresión en la madurez y
sofisticación de su criterio sobre la guerra de los abuelos
EL 18 de julio, 80
aniversario de la sublevación contra el Gobierno de la República, detonante de
32 meses de guerra civil, aquella tragedia con tantísimos culpables, es siempre
buena fecha para reflexionar sobre los españoles. No ya sobre los de entonces,
sobre los de ahora. Que se definen mucho por lo que saben, creen o piensan de
los de entonces. Y hay que decir con tanta claridad como preocupación que
España ha sufrido una grave regresión en la madurez, honradez y sofisticación
de su criterio sobre la guerra de los abuelos. Hasta hace veinte años, una
mayoría amplia considerábamos la guerra como una tragedia común, y a sus
muertos de ambos bandos, como caídos españoles que merecían respeto y luto.
Millones de españoles hemos vivido con razonable orgullo ese respeto, por los
esfuerzos de comprensión mutua, gestos de generosidad entre enemigos de antaño,
actos colectivos con grandeza, que los hubo, y nos redimían de años de encono y
vilezas y del inmenso fracaso colectivo de tres años de muerte por la
incapacidad de convivir. Nunca habían vuelto a tener las diferencias políticas
esa carga de odio que hace imposibles las relaciones humanas. Hasta ahora. Hoy
una frase que habría pasado hace décadas por aséptica, como que la guerra fue
culpa de ambos bandos, actúa en las redes sociales como una descarga sobre
cerebros que reaccionan con una andanada de odio. Y más alusiones a matar al
fascista que en pleno asalto al Cuartel de la Montaña.
Las posiciones más
radicales de la extrema izquierda que los comunistas descalificaban y
ridiculizaban hace 35 años son hoy defendidas por socialistas. La visión de la
II República y de la guerra que domina en las redes y los medios es una
caricatura grotesca de buenos y malos, propia de una arenga de trinchera.
Idealizan una democracia donde no había rastro de ella y se inventan un régimen
franquista cuasinazi hasta 1975 que no existió ni en la posguerra. No saben que
en España chocaron dos ideologías redentoras, dictatoriales, que no dejaban
espacio a nadie más. Es difícil entender cómo
generaciones con tantos medios han sufrido un proceso de embrutecimiento
político que las despoja del matiz, de la duda, de la curiosidad y el afán de
conocimiento. Aunque sabemos que desde hace mucho trabajan en esta dirección el
sistema educativo y medios periodísticos y culturales. Sabemos de la anomalía
que suponen dos televisiones de propaganda de extrema izquierda, propiedad de
sendos grupos con la concesión de un duopolio que, con complicidad del
Gobierno, monopoliza el mercado publicitario. También en sus otras cadenas
supuestamente más inocentes es permanente el goteo ideológico en series,
documentales, concursos e informativos. Algunos no saben que el siniestro
concejal de Madrid Guillermo Zapata escribía guiones para series, entre otras
para «Hospital Central». Y que talleres para esta orfebrería ideológica del
adoctrinamiento están en Cuba. No es casualidad ni moda, por tanto, sino fruto
de un largo trabajo que culminó en razón de Estado con el principal responsable
del revanchismo y la nueva era del odio que es Rodríguez Zapatero. Javier
Pradera solía decirme, aludiendo a nuestra común, remota y breve militancia
comunista: «Qué suerte, Hermann, que no ganaran los nuestros». Él se refería a
la Transición. Pero es aplicable al final de la gran tragedia. Trágico es que
los orfebres de la mentira sobre el pasado no tengan en España a nadie
enfrente. No hay nadie que desenmascare este nuevo secuestro de jóvenes
generaciones para la misma aventura criminal que precipitó aquella tragedia.
Como nadie les hace frente, en este mundo tan líquido e inseguro, tan proclive
hoy a la trágica sorpresa, nadie se sorprenda si van y ganan de repente.
EL GOLPE REAL COMIENZA AHORA
Por HERMANN TERTSCH
ABC Domingo, 17.07.16
Erdogan utilizará este «regalo de Alá» para aplastar a lo
que le queda de oposición. La venganza se anuncia brutal
Poco creíble Quienes conocen el poder de ese ejército colosal
no pueden creerse que este golpe fuera en serio
Megalomanía Para herir la
imagen de Erdogan habría sido eficaz un ataque al inmenso palacio presidencial
Unos pocos aviones,
unos cuantos helicópteros y tampoco muchos tanques, de estos solo uno en el
aeropuerto de Estambul que fue liberado por un grupo de policías y de empleados
desarmados. Un ataque al Parlamento que solo produce buenas imágenes de daños
de la agresión simbólica pero inútil. Cuando para herir la imagen del
presidente Recep Tayyip Erdogan habría sido tan eficaz un ataque al inmenso
palacio presidencial, máxima expresión de su megalomanía y deriva despótica de
estos pasados años.
EFE
Partidarios de Erdogan se
manifiestan contra el golpe, ayer junto a un hospital turco en Sidón (Líbano)
La televisión estatal
pudo ser liberada sin combate por pocos policías y sus empleados desarmados. Y
otras televisiones no fueron ocupadas, en contra del manual del buen golpista.
Las que eran necesarias para que se difundiera el mensaje épico del presidente
llamando a inundar las calles en defensa de la democracia y de su presidente.
Erdogan pudo hablar a través del móvil como un perseguido. Pero con
televisiones prestas a difundir el mensaje del estadista lleno de resolución y
tranquilidad que disparó la admiración por el líder.
Y el pueblo salió.
Todos unidos, partidarios y críticos de Erdogan contra el golpe, con el
presidente. Contra unos golpistas que decretaron pero no impusieron la Ley
Marcial. No se vio ninguna de las unidades especiales de ese grandísimo ejército.
Todo eran reclutas de 18/20 años, campesinos de la Anatolia profunda, muchos
sin órdenes, aterrados en cuanto se les acercaba un grupo de civiles.
Con estudios en
EE.UU.
Quienes conocen el
poder de ese ejército colosal, dirigido por grandes profesionales militares, la
mayoría con estudios en Estados Unidos, no pueden creerse que este golpe fuera
en serio. No pueden creer que tuviera intención de vencer. Hay excesiva
discrepancia entre medios disponibles y medios utilizados. Desde luego no
habría salido mejor de haberlo organizado Erdogan.
Para superar la
fuerte oposición a recientes decisiones suyas y considerables reveses como el
malestar por su planeada concesión de la nacionalidad a los refugiados sirios,
sus cambios de alianzas y fracasos estratégicos, la inseguridad ante el
terrorismo de Daesh y la guerra con los kurdos. Pero ante todo para superar las
resistencias que le impiden coronarse como, muy por encima del que fuera padre
de la patria Kemal Atatürk, una nueva especie de Gran Sultán, padre del Estado
y del Islam. Tiene que ser el padre incuestionable del islam en Turquía.
Destruir a Gulen
Para eso necesita
destruir a su gran rival en el mundo religioso suní en Turquía que es su
antiguo amigo y hoy mayor enemigo, el clérigo e intelectual Fetula Gulen,
exiliado en Estados Unidos y a quien Erdogan culpa directamente del golpe.
Este, mucho más docto, espiritual y sofisticado que Erdogan, cuenta en su
movimiento de masas Hizrem, de gentes más preparadas que los seguidores del
presidente y presentes en todas las profesiones urbanas y en la administración.
Recep Tayyip Erdogan
necesita aplastar a este movimiento que ha participado con éxito en toda la
resistencia de la sociedad turca a Erdogan. Este dijo ayer que el golpe «lo
había enviado Alá». Todo indica que utilizará este «regalo de Alá» para
aplastar a lo que queda de oposición política y resistencia civil. La venganza
se anuncia brutal. A las miles de detenciones de militares ya se une el
despido, solo horas después de sofocado el golpe, de 2.745 jueces.
El presidente ha
sentenciado que los seguidores de Gulen pagarán el precio más alto. Pronto
estará en marcha una revisión constitucional y la reintroducción de la pena de
muerte. El islamismo de Erdogan fue tachado de moderado porque sus tiempos eran
suaves.
Con este golpe, lo diera quien lo diera, se precipitan
drásticamente esos tiempos. Mueren las esperanzas de un Estado de Derecho en
Turquía. Y del aparente triunfo de la democracia nace un dictador por la gracia
de Alá. Al que ayer recibían sus seguidores en Estambul al grito de «Dinos que
matemos, dinos que muramos, Alahu Akbar». (Dios es grande).
PROS Y CONTRAS DEL MIEDO
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 15.07.16
En el Reino Unido no funcionó la campaña que auguraba un
futuro catastrófico para el caso de que triunfara la salida de la UE
MUCHO se ha hablado
de la campaña del miedo en las pasadas elecciones en España, como también en la
campaña sobre el Brexit en el Reino Unido. Dicen que en España la campaña
funcionó el 26 de junio porque muchos votantes, los suficientes, tuvieron miedo
a que llegaran al poder los neocomunistas de Podemos. Ante la sospecha muy
razonable de que, pese a su manía de disfrazarse cada día de otra cosa, al
final acabaran pareciéndose demasiado a los comunistas de siempre. En cambio,
en el Reino Unido, no funcionó la campaña que auguraba un futuro catastrófico
para el caso de que triunfara la salida de la Unión Europea. La democracia más
antigua del mundo votó por irse de la UE. Porque su rechazo a prácticas de la
UE superaron al miedo a lo desconocido. Estrenará independencia con todos sus
pros y contras. Los contras son enormes y es cierto que dan miedo. Pero cuando
se piensa en ventajas de no estar en la UE surgen cada vez más, y eso es grave.
No extraña que cada vez sean más los europeos que creen que, o las cosas se
cambian radicalmente, o lo mejor es salirse de un club donde pierdes soberanía,
pierdes libertad de actuación y se te imponen leyes y decisiones absurdas o
indignas a cuyos autores ni votaste ni podrás echar. Cuando se piensa en ello
la rabia puede llegar a superar al miedo a la soledad. Las ofensas son también
del día a día. Vean la rabia que genera por la intolerable inmoralidad que
supone que la UE apoye la infame actuación del expresidente español José Luis
Rodríguez Zapatero en Venezuela para salvar al presidente Nicolás Maduro y su
régimen de militares corruptos, narcotraficantes y colectivos del hampa que
aterrorizan a la población civil. Para dar el portazo es sin ir más lejos ver
los sueldos de los personajes mediocres que pululan por el Parlamento Europeo,
una casta que tiene miedo al fin del chollo de un abuso que se va pareciendo al
pozo corrupto de las Naciones Unidas.
Frente al miedo
prudente del voto anti-Podemos está el miedo paralizante. Que es el común.
Miedo hay mucho en una Europa en la que todo se mueve, porque los anclajes de
las convicciones, convenciones y valores se han roto o soltado con el
relativismo infinito. Con la infinita tolerancia a todo lo intolerable se huye
del conflicto inmediato y se transige hasta que amenazan con romperse todos los
diques. Y miedo/pánico comienzan a tener los gobernantes a sus electores. En
España hay más. Aquí tiene miedo todo el mundo. Los grandes empresarios se lo
tienen al Gobierno que controla el BOE. Por eso jamás tienen el valor de decir
una verdad inconveniente para el Gobierno ni para esas 17 réplicas del Estado
de un sistema autonómico grotesco y fuera de control. Miedo tienen los medios
de comunicación a los grandes empresarios que ponen y quitan publicidad. Miedo
tienen las empresas a los periodistas por lo que las más grandes los meten en
nómina. Y miedo tienen los periodistas a dejar de estar en nómina en unos
sitios y en otros. Miedo tienen todos al Gobierno que nunca había utilizado
como este su poder para influir en los medios y en los profesionales. Miedo
tiene la población por supuesto al paro y a la pobreza. Miedo tienen las elites
en su infinita codicia. Pero miedo se tiene hoy en España sobre todo a decir la
verdad. Porque hay una jauría que persigue y castiga la verdad y por indolencia
o cobardía no hay apenas nadie que la defienda.
ESPAÑA EN LA AGENDA
Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 12.07.16
Pocas veces ha tenido más contenido político una visita en
España. Obama dejaba claro que es interés común de la OTAN una España unida y
sólida
EL
presidente norteamericano ha hecho una brevísima visita a España. Tan corta que
no ha dado tiempo a Barack Obama a sentarse con Pablo Iglesias a estudiar y
debatir extensamente todos los grandes problemas mundiales del momento. Esta
vez no pudo ser. Tres minutos y medio dedicó Obama a cada uno de sus tres
interlocutores de la oposición al presidente en funciones que son Pedro
Sánchez, el referido Iglesias y Albert Rivera. Tres minutos y medio en los que
le dio tiempo a hablar con alguno de ellos hasta de baloncesto. Por lo que hay
que deducir que no traía planes de arrancarle a ninguno sus más íntimos
secretos. El presidente Obama ha sido implacable con su economía del tiempo.
Quería estar ya en EE.UU., pero tenía que venir a lo que venía. A hablar en Rota.
A sus militares, pero también al resto del mundo. También a aquellos que
amenazan con los misiles. También desde Irán, de ese régimen por cierto que
tienen a sueldo en su televisión al tal Iglesias que hoy cuenta con 71
diputados en el parlamento español. Era Rota, no Zarzuela ni La Moncloa el
centro de su visita. Claro que Obama se ha sentido cómodo con el Rey Felipe VI.
No son esclavos del momento político. Lo son los políticos, que se comían las
uñas para no pedirle un selfie al visitante, amenazaban con dejar a alguien
tuerto con el abanico o le regalaban al presidente un librito comunista,
dedicatoria con faltas de ortografía incluida.
Con el presidente en funciones no tenía que esforzarse. Los
intereses de Rajoy estaban cubiertos con su mera presencia. Ambos sabían que
estas visitas no se hacen con un presidente en funciones. Ni se anuncian en
campaña electoral. La visita y su realización, pese a no haber nuevo gobierno y
al final pese a la sangre de Dallas, responde a urgencias trascendentes. Que el
Gobierno de Rajoy quisiera la visita no habría sido suficiente. Angela Merkel
había hablado de España a Obama en Hanover en abril. De la alarma en la UE ante
la posibilidad de un gobierno liderado por la extrema izquierda en Madrid. Una alarma
que no se calma y cuyas consecuencias el consumado Brexit solo agrava. Un
gobierno izquierdista que empezara a exigir una revisión de política, el
disparar el gasto y la ingeniería social sería el pretexto perfecto para que en
el norte de Europa se plantaran los del «hasta aquí hemos llegado». Podría
haber cola para el referéndum para despedirse de un invento, la UE,
definitivamente fracasado. Pero además está la seguridad de todos. En Varsovia
se ha producido un pequeño milagro. Con el despliegue de tropas de los grandes
países de la OTAN en la peligrosa vecindad de Rusia. Y con la plena activación
del escudo antimisiles, principal proyecto de seguridad occidental hoy. Tiene
cinco pilares, en Polonia, Rumanía, Turquía, Alemania y España. Todavía hay quienes
dicen que el viaje no ha tenido contenido político. Pocas veces ha tenido más
contenido político una visita en España. El mundo va a ser un sitio muchísimo
más peligroso. Un esfuerzo internacional intenta evitar que el kindergarten que
es la política española genere un daño irreversible en una defensa común
necesaria. Con el disparate separatista e izquierdista y la debilidad y
vulnerabilidad de los defensores del sistema, España ha demostrado el inmenso
daño que es capaz de hacerse a sí mismo. Se trata de evitar que esos daños se
hagan permanentes y afecten a otros. Obama dejaba claro que es interés común de
la OTAN una España unida y sólida. Que España está en la agenda, no solo de los
enemigos de esta alianza más necesaria que nunca para todos.
UN HITO EN VARSOVIA
Por HERMANN TERTSCH
ABC Sábado, 09.07.16
El mensaje de Varsovia sobre la inquebrantable cohesión
defensiva de las democracias occidentales era imprescindible
La cumbre de la OTAN
en Varsovia es el hito más importante en la política de defensa occidental
desde el fin de la Guerra Fría. Ni más ni menos. Y la única noticia
incuestionablemente buena que deja Barack Obama en materia de seguridad en
Europa en su presidencia. La OTAN asume en su política estratégica la nueva
realidad de una Rusia de vocación expansionista y agresiva. Que ha atacado en
el pasado reciente a vecinos suyos como Georgia o Ucrania y anexionado con
Crimea territorio de esta última. La OTAN amplía drásticamente sus garantías a
los países bálticos y Polonia. Con su despliegue de cuatro batallones de
intervención rápida allí, cualquier ataque a un país miembro verá involucrados
de inmediato a fuerzas de los grandes países de la Alianza. Tropas permanentes
de EE.UU., Canadá, Alemania, Reino Unido y otros reafirman así
espectacularmente el compromiso con el Artículo 5 del Tratado del Atlántico
Norte. También se refuerza el sistema antimisiles aunque se subraye que su
principal objeto es la contención de misiles de Irán y Siria. Putin se hará el
ofendido y amenazado. Pero parece logrado el equilibrio en el que Rusia sepa
que sus protestas son exageradas pero no vea debilidad ajena que pueda tentar a
Vladimir Putin a distraer tensiones internas con aventuras externas.
Nunca falta en
Polonia la referencia histórica simbólica. Por eso la cumbre se celebró en la
ribera oriental del Vístula, donde Stalin paralizó el avance del Ejército Rojo
en 1944 para dar tiempo al ejército alemán a aplastar el levantamiento de
Varsovia y consumar la destrucción total de la ciudad. De capital importancia
es también la declaración conjunta de OTAN y UE para la cooperación en guerra
cibernética e híbrida. Y garantías de que el Brexit no afecte a la cohesión de
la defensa occidental. Londres fue clave en la defensa desde la UE. Ha de
seguir siéndolo fuera. El mensaje de Varsovia sobre la inquebrantable cohesión
defensiva de las democracias occidentales era imprescindible. No siempre estuvo
claro que se lograra. Por eso es un éxito doble.
ELECCIONES HOY O ELECCIONES MAÑANA
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 08.07.16
Si Mariano Rajoy no logra encajonar al PSOE lo suficiente,
España va a unas nuevas elecciones en noviembre
NO deja de oírse en
esta España prevacacional que no va a haber una terceras elecciones seguidas
porque «los españoles no las tolerarían». Que por esa simple razón no puede
haberlas y no las habrá. Me temo que quienes creen eso infravaloran las
tragaderas de la sociedad española. Los españoles han tolerado y tolerarán
prácticamente todo. E igual que han tolerado que se prohíba escolarizar en
lengua española a los niños de casi media España y que los asesinos de guardias
civiles y sus cómplices den lecciones de moralidad y ética política dentro y
fuera del Parlamento español, tolerarán la próxima convocatoria de las terceras
elecciones generales en un año. Y las que hagan falta. ¿Cómo y para qué iban
además a impedirlas? Nadie va a alterar el curso de las cosas, y si Mariano
Rajoy no logra encajonar al PSOE lo suficiente en sus angustias como para que
parte o todo el grupo socialista se abstenga, España va a unas nuevas
elecciones en noviembre.
El entusiasmo en
Génova por el resultado obtenido el 26-J hacía presuponer ya desde la noche
electoral que volveríamos a las actitudes más temidas del PP y su líder. El
resultado supo a gran victoria a quienes horas antes se veían en la oposición a
un gobierno del Frente Popular con Pablo Iglesias de caudillo. Por desgracia,
los aprendices de brujo que han alimentado a las fuerzas totalitarias para
presentarse como la única alternativa al caos se ven confirmados en su osadía y
desbordante autoestima. Consideran que con haber evitado el Frente Popular, que
la encuesta de las 20.00 horas daba por hecho, han ganado su apuesta y ahora los
socialistas han de darles la razón… y el gobierno. Con sus condiciones y sobre
todo, con Mariano Rajoy a la cabeza. Porque el PSOE sería visto como único
culpable de unas terceras elecciones en las que, además, se cumplirían los
augurios que anuncian que, hartos de votar, los españoles votarían en masa a
Rajoy. Para darle así una mayoría absoluta con la que él pueda, no ya salir a
besar a Viri en un andamio, sino dejarse celebrar en una carroza por la
Castellana. Estas cosas tienen gracia y algunos se las creen. En el PSOE
también hay mucho intoxicado por el resultado. Como no ha sido superado por
Podemos algunos tienden a creer que el PSOE está hasta vivo. Por lo que lo
creen capaz de sumar votos de todo rincón y sumidero hasta una mayoría para la
investidura de ese hombre, Pedro Sánchez, que solo ha conseguido batir sus
propias marcas de fracaso en los subsuelos electorales.
Lo cierto es que con
una somera ojeada a las exigencias ineludibles que dictará la agenda económica
inmediata –sin contar con un probable empeoramiento de toda la situación
europea– la hipotética legislatura de un hipotético gobierno de Rajoy gracias a
Ciudadanos y una abstención del PSOE acabará pronto en un incendio social de
movilizaciones. Conflicto general que volvería a situar al movimiento
neocomunista de Podemos y las fuerzas separatistas en posiciones desde las que
poder desestabilizar el sistema. Y acometer el asalto al poder en un nuevo
embate mucho más consistente, esta vez acompañado por esa violencia en la calle
que algunos de sus dirigentes echaron expresamente de menos en esta pasada fase
electoral. O elecciones, por tanto, en cuatro meses, o gobierno y elecciones en
año, año y medio. ¿Se podría haber evitado este callejón terrorífico sin
salida? Muy probablemente sí. Si hubiera habido coraje para relevar a quienes
no tuvieron la generosidad de hacerse a un lado por iniciativa propia. La falta
de valor personal y el coraje cívico, una vez más esa permanente tragedia
española.
LAS FUGAS IRRESPONSABLES
Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 05.07.16
Tres grandes protagonistas del momento más dramático en el
Reino Unido han decidido huir de la política
DESDE que una mayoría
de votantes en un referéndum decidiera que el Reino Unido se retira de la Unión
Europea, un fantasma recorre aquellas islas, y es el de la retirada de
políticos con responsabilidad en el cataclismo. En Londres ahora lo único
realmente de moda es convocar una conferencia de prensa para anunciar la
dimisión, la retirada, la jubilación. O la huida. Hay que decir que es una moda
conservadora porque el líder de los laboristas, Jeremy Corbyn, repudiado por el
80% de sus diputados, no se va ni con agua caliente. Pero estamos en una racha
espectacular. Comenzó con ello el principal responsable del síncope político
histórico que sufren el Reino Unido y toda Europa, David Cameron. «Adiós. Os
ordeno un poco los papeles y me voy», vino a decir en la mañana del 24 de
junio. Eso nada más saber que concluía en catástrofe su apuesta juguetona y
arrogante para imponerse a sus compañeros de partido, aquel alarde
irresponsable de valor y generosidad con pólvora ajena. Nunca pensó que pudiera
perder. Ahora, con todos sus planes de gobierno hechos añicos y ante una salida
de la UE para la que no hay plan alguno, Cameron se quita de en medio. Iba a
sucederle como primer ministro su amigo y enemigo más fiel, Boris Johnson.
David y Boris,
siempre juntos a lo largo de la vida, aunque siempre separados, diferentes,
rivales.
Como en esa foto de
una gala del colegio en el que fueron compañeros, por supuesto Eton. David de
pie, más pretencioso y solemne, Boris sentado, con la mata rubia sobre los
ojos, cara de gamberro displicente. Este Boris con una trayectoria arrolladora
en política y gestión, creación, escándalo y enredo y un pedigrí perfecto, con
aristocracia, bellezas y hasta príncipes turcos. Alcalde olímpico y triunfal de
Londres, se decidió a última hora a dar la batalla contra Cameron en el
referéndum. Fue la estrella del Brexit. Y ganó. ¿Cómo no aspirar a sustituir a
David? Boris, adorado por sus gentes, para muchos el más perfecto narciso en la
política británica. Lo apuñalaron los suyos. El siempre irredento Boris no
luchó y proclamó su retirada en horas. Debió de haber argumentos de peso mayor
que las aspiraciones del gris ministro de Justicia, Michael Gove.
Ayer se unió a la
desbandada Nigel Farage, el líder del UKIP, un político brutal, eficaz e
inmensamente elocuente, que con Johnson ha sido adalid del Brexit. Farage
anunció ayer que una vez conseguido el Brexit y «recuperado su país» quiere
«recuperar mi vida». ¿Recuperar su vida de élite después de trastornar todas
las demás? Tres grandes protagonistas del momento más dramático en el Reino
Unido desde la pérdida del Imperio han decidido huir de la política. Y de las
consecuencias de sus acciones. Es un ejemplo espectacular de ese terrible
fenómeno actual de la abolición de la ética de la responsabilidad, de la
necesidad de que el gobernante considere las consecuencias de sus actos como
imperativo moral. Ha sido suplida por una ética de la intención por la que la
motivación funciona como eximente total para posibles efectos catastróficos de
sus actos. No hay que ser un adversario del Brexit para ver en esta fuga motivo
de un cuestionamiento moral profundo de la conducta de sus principales
adalides. Que debilita la salida de la actual situación traumática para
construir una nueva normalidad británica fuera de la UE. Y que alimenta
insensatas sugerencias y muy irresponsables propuestas de buscar algún ardid o
trampa legal para anular el referéndum e ignorar el Brexit. Eso sería jugar con
fuego y crear el peligro real de un enfrentamiento civil en el Reino Unido.
JUNCKER, UN LÍDER CUESTIONADO
Por HERMANN TERTSCH
ABC Domingo, 03.07.16
Crecen las voces de los que creen que no es el político
adecuado para reformar la Unión
Bajo la tormenta
El Brexit ha puesto al presidente de la Comisión Europea en el centro de todas
las críticas
Tiene razón
Jean-Claude Juncker cuando dice que él no tiene toda la culpa de la actual
crisis de la Unión Europea, la peor de su historia. Pero como casi todas las
suyas, tiene trampa esa afirmación de este viejo zorro luxemburgués de la
política, que lo ha sido todo menos Gran Duque en su país y a veces parece
querer suplirlo portándose como un monarca del «ancien régime» en la
presidencia de la Comisión Europea. Nadie le acusa de ser el culpable de todo.
Pero sí de ser uno de los responsables de que todo vaya peor. Cada vez son más
los que ven en Juncker una lacra para la reforma ineludible de la Unión
Europea. La que pueda evitar que la salida del Reino Unido sea solo la primera
de muchas y el principio del fin de la unión.
El momento es de
gravedad extrema. Crece el frente que cree que fue un error nombrar a Juncker.
Y que convendría que se fuera cuanto antes. Él no se lo va a poner fácil a
quienes quieren jubilarlo. Nadie va a escatimar virtudes y capacidad a este
luxemburgués de 62 años que se montó en el coche oficial a los 24, apenas
terminó la carrera de Derecho y tiene firme intención, según sus palabras esta
semana, de no bajarse de él hasta el final. En el año 1985, a los 31, ya
dirigió reuniones del Consejo Europeo como ministro de Trabajo de Luxemburgo.
Ha sido primer ministro de su país durante la friolera de dieciocho años. Y en
las instituciones europeas, desde dentro y fuera, es el campeón imbatible del
limar diferencias, del apaño bajo mesa, del acuerdo eficaz y no siempre
confesable. Sus apaños financieros internacionales desde Luxemburgo siempre
fueron piruetas poco moralizantes, muchas veces con una pata fuera de la
legalidad. Eso sí, le debe favores medio mundo y él sabe recordarlo, prueba de
ello es que probablemente tenga más condecoraciones y distinciones que todos
sus colegas europeos.
Juncker es un europeo
conservador de vieja escuela, un afable político representante de la
tradicional casta real de políticos y funcionarios del entramado surgido con el
proceso de formación de las instituciones europeas. Sabe todo lo que hay que
saber y lo que hay que ocultar. Y llevarse bien. Muchos recuerdan como cima de
su capacidad de adulación sin pudor sus elogios a Angela Merkel en plena
campaña para su nombramiento en la presidencia de la Comisión tras perder las
elecciones en Luxemburgo en 2013.
El semanario «Die
Zeit» lo calificó como «adulación propia de la televisión norcoreana al líder».
Decía Juncker que Merkel era una virtuosa narradora del europeísmo, de profunda
convicción y respeto por los países pequeños. «Es justo y bueno que Angela
Merkel dirija Alemania y Europa».
Despotismo ilustrado
Según sus amigos, es
Juncker un amante de la buena mesa, de la buena bodega y mejor conversación,
según sus enemigos un fumador compulsivo y bebedor desmedido. A todos ha
sorprendido alguna vez con gestos excesivos o excéntricos de afecto a sus
interlocutores. Y con actitudes tan disipadas que hacían imposible toda
conversación específica. Pero todos saben también de su magistral control de
las corrientes de opinión, estados de ánimo y juegos de intereses que lo
hicieron jugador imbatible en el tablero europeo. Hay mil citas que le revelan
como un gobernante muy dado al despotismo ilustrado. Una reveladora: «Nosotros
decidimos algo y lo ponemos ahí en el espacio a ver qué es lo que pasa. Si no
hay mucho griterío ni ninguna revuelta porque la mayoría ni siquiera entiende
qué es lo que hemos decidido, seguimos hacia adelante, paso a paso, hasta que
no haya vuelta atrás». Con el Brexit ha quedado claro que los hábitos y
actitudes de Juncker han dejado de tener eficacia. Su desprecio hacia quienes
cuestionan la trayectoria de la UE lo comparten muchos en la burocracia europea
y en los partidos tradicionales. También esa facilidad para descalificar a todo
el que tenga quejas de Bruselas. Pero él está ahora en el centro de la
exposición por el fracaso más grave de la historia de la UE. Y su primer gran
paso atrás. Y Juncker ya siempre está en actitud defensiva, incapaz de entender
que la actual Europa no es la de Helmut Kohl o su antecesor Jacques Santer. No
ha sabido tener empatía con las inquietudes que han llevado a tantos británicos
a votar el Brexit como a cada vez más millones de europeos a votar partidos muy
críticos o radicalmente hostiles a la UE. Coquetea con frecuencia Juncker con
que es un hombre de modas antiguas de los que ven los cambios con más
preocupación que esperanza. Es probablemente el mejor argumento para su adiós.
UN POLÍTICO MUY
EXPRESIVO
Mejor no escuchar Juncker se
tapa los oídos a su llegada a la cumbre de junio de 2016, en plena crisis de
los refugiados y cuando había que negociar con Turquía
Ahogar a De Guindos Juncker simula que ahoga a De Guindos en
2012, cuando Bruselas exigía más ajustes a España
Saludo militar a Margallo
En mayo de 2015 saluda “a lo militar” a su buen amigo José Manuel
García-Margallo
Un abrazo a Ségolène En junio de 2016, abraza a Ségolène
Royal, ministra de Medio Ambiente de Francia y exmujer del presidente Hollande
BOCHORNO SIN CONSUELO
Por HERMANN TERTSCH
ABC Sábado, 02.07.16
Norbert
Hofer demandará una reforma profunda de la Unión Europea o el Austrexit
La
anulación de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales austriacas es
una bomba política que trastorna la vida del país y enrarece aun más el clima
en Europa. Más allá del bochorno nacional que los austriacos asumían ayer con
resignación, se abre una nueva campaña para la repetición con Europa como
centro de la disputa, cuando la situación ha cambiado dramáticamente por el
voto británico en el Brexit. Concurren los mismos candidatos. Por un lado el
frustrado vencedor, el líder de los Verdes, Alexander Van der Bellen, que iba a
asumir la presidencia de la República el próximo día 8 de julio. Cuenta con el
apoyo de todo el espectro de los partidos tradicionales, incluidos los dos de
la gran coalición, el socialista SPÖ y el popular ÖVP, con su posición
netamente europeísta. Enfrente tiene de nuevo a Norbert Hofer, el candidato del
FPÖ, el partido derechista y populista liderado por Heinz Christian Strache,
entusiasta defensor de un Brexit que, sin duda, convertirá en ejemplo en
campaña.
Aunque
se veía venir desde el lunes cuando comenzó la vista pública el estupor fue
absoluto ayer cuando Gerhart Holzinger, presidente de la Corte Constitucional,
anunciaba anulación y repetición obligatoria. Por haberse probado
irregularidades en 14 de 20 distritos investigados, en los que se dirimían más
votos de los que separaron en el resultado final a Van der Bellen de Norbert
Hofer. No se ha detectado fraude para favorecer a ningún candidato. Pero las
infracciones de las normas han sido numerosas y revelan una rutina repleta de
chapuzas. Puede que en otros países una investigación rigurosa revelara
chapuzas similares. Pero eso no es consuelo. La defensa del rigor en las formas
del Estado de Derecho es saludable. Pero en Austria ahora reabre una lucha
política con un inmenso potencial de conflicto en el debate europeo. El caballo
de batalla de Hofer será la demanda de una reforma profunda de la UE o
Austrexit. Y el resultado es más incierto que nunca.
MENOS PATERNALISMO
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 01.07.16
La decisión del pueblo británico de abandonar la UE ha
generado un profundo trauma. Sus efectos serán inmensos
ES cierto que resulta
difícil mantener una perspectiva abierta y clara ante el auténtico tumulto de
acontecimientos políticos al que asistimos en Europa en estos momentos.
Conviene saber dónde estamos. Y siempre es útil recurrir a la efeméride y
evocar cómo estaba Europa hace hoy un siglo. El 30 de junio de 1916 comenzaba
la batalla del Somme. En un tramo del frente occidental de apenas 50 km y en
menos de cuatro meses morían un millón y trescientos mil jóvenes europeos. Son
1.300.000 chicos franceses, británicos y alemanes muertos en un inmenso
barrizal de sangre. Para nada, porque el frente apenas se movió. Lo de hoy, en
eso estaremos todos de acuerdo, es otra cosa. Eso no resta gravedad a lo que
sucede y a lo que puede suceder. Porque claro está que ha vuelto el germen de
la división y la desconfianza. Y que con el recuento de la noche al 24 de
junio, asistimos al mayor revés para un camino europeo hasta ahora
incuestionable. La decisión del pueblo británico de abandonar la Unión Europea
ha generado un profundo trauma. Sus efectos serán inmensos y se prolongarán en
el tiempo. Sin que esto prejuzgue la forma en que se vaya a valorar este Brexit
dentro de medio siglo.
Hoy, en Europa
continental, la mayor parte de la opinión pública, publicada y oficial lo
consideran como un hecho muy negativo cuando no trágico. Y tienen un claro culpable.
Pero no son tan pocos los que lo ven como un paso lógico y valiente ante la
evolución de la UE, una decisión saludable para un Reino Unido siempre incómodo
con la pérdida de soberanía y control democrático y una gran oportunidad para
que la UE enmiende su rumbo y busque un nuevo equilibrio en su proyecto. En
todo caso, quienes atribuyen el Brexit poco menos que a un mero arrebato del
torpe y necio chovinismo inglés, debieran observar cómo reaccionan países muy
distintos a las cacicadas de la Comisión Europea. Véase la última: Juncker
pretende aceptar el Tratado de libre Comercio con Canadá sin consultar a los
parlamentos nacionales. Es legal permitir que lo apruebe solo ese Parlamento
europeo de políticos de desecho de tienta. Pero es un nuevo desprecio que
alimenta los recelos de las sociedades europeas celosas de sus derechos.
Imaginen que pretenden imponer de esa forma cuotas regulares de inmigración a
los miembros. El presidente y sus comisarios, cargos apañados y amañados,
muestran hábitos de ministros del Rey Sol. Y han sido de una perfecta
impotencia e ineptitud ante la crisis. Si estuvieran sometidos a un control
democrático real, Juncker y su gente habrían tenido que dimitir en bloque.
El ambiente se ha
deteriorado seriamente. Conviene no agravarlo con llamamientos al castigo o la
venganza contra el Reino Unido. Ni con fantasiosos intentos de algunos en el
caos político de Londres de retrasar indefinidamente su salida de la UE. Como
si echándole meses encima pudiera olvidarse el voto del día 23. Angela Merkel
parece ahora la más realista. Rapidez, sobriedad y limitación de daños. Y dosis
de humildad para todos esos políticos continentales autocomplacientes que
tratan como extremistas, imbéciles o viejos retrógrados a todos los británicos
que decidieron salir de la UE. Menos regañarles y menos paternalismo. Muchos
son los que no tienen ninguna garantía de que su pueblo no fuera a decidir de
la misma forma. El Reino Unido está en un lío. Pero la Unión Europea lo tiene
también y muy gordo. Porque ha de reformarse de forma convincente y urgente
para que los emuladores de Londres no hagan pronto cola.
PLAZO DE ENMIENDA
Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 28.06.16
Quien no sea capaz de enmienda debiera echarse a un lado
porque pronto harán falta firmeza para evitar el próximo asalto
POCAS veces gusta
tanto equivocarse como cuando la realidad desmiente un desastre que se ha dado
por seguro. Más aún cuando no se trata de un habitual revés político ni una
mera derrota electoral, sino de una catástrofe humana que podría llevarse por
delante todo aquello por lo que se ha trabajado, por lo que se lucha y en lo
que se cree. Diversas circunstancias han evitado esa catástrofe política,
cultural y humana que habría sido el triunfo en España de un Frente Popular
liderado por Podemos. Que era la toma del poder por un partido neocomunista
financiado desde el exterior, alimentado por ofensas y necesidades genuinas o
inventadas, pero guiado por todos los peores y más bajos instintos. Por el
odio, la envidia, el resentimiento y la venganza que han marcado siempre las
páginas más negras de la historia de España. Los habíamos dominado durante la
transición y fueron reactivados por el más indigno de nuestros gobernantes en
un siglo, el padre político de estas siniestras criaturas que se disponían a
«asaltar los cielos», Zapatero.
Muchos españoles,
guiados por una ira justificada ante la forma de gobernar y las montañas de
agravios acumulados en décadas, estaban decididos a romper el pescuezo a los
dos grandes partidos. Y de paso al sistema democrático. Al final, una mayoría
ha optado por evitarlo. Muchos han tenido miedo, un miedo saludable y
razonable, y un instinto de
supervivencia que ha funcionado ante una decisión irreversible y de terribles
consecuencias. España ha tenido la inmensa fortuna de que tres días antes,
desde el Reino Unido, los españoles recibieran una directa, inmensa e
inolvidable lección de cómo un voto por rabia puede pesar y lamentarse una vida
entera. El Brexit y la abismal caída en las bolsas del mundo han sido la
perfecta escenificación de un dramático punto de inflexión en la historia y en
las vidas causado por un voto que ya horas después muchos lamentan. No podía
haber mejor demostración de lo que podía ser ese voto trágicamente
trascendente. Ese fue el momento en el que mucho votante de Podemos decidió que
su enfado no era suficiente como para romper toda la vajilla con el mueble
incluido. Otros lo tendrían ya decidido antes, inducidos por una estrategia del
miedo de un Gobierno que fomentó a Podemos y después conmina a la lealtad
asustada. Una operación irresponsable de la que no debiera vanagloriarse nadie.
Por el inmenso daño que ha hecho a la convivencia.
Lo importante ahora será aprovechar el tiempo. Que es lo
único que han ganado los gobernantes. Porque si hay gobierno será muy precario.
Y si no lo hubiere, lo precario sería un sistema que muchos están a punto de
dar por agotado. Lamentable será que la apoteosis de la pleitesía al único que
no ha perdido haga olvidar que tampoco él ha ganado nada. Quien no sea capaz de
enmienda debiera echarse a un lado porque pronto harán falta firmeza y convicción
para evitar el próximo asalto. En cuanto el gobierno, sea cual sea, tome
medidas económicas ineludibles, le estallará la calle. Se levantará en desacato
el poder territorial y municipal separatista y neocomunista. Intentarán que
ardan las calles de España aquellos que han fracasado en el asalto
parlamentario. Su revés este domingo ha sido inmensa suerte y un regalo. Que es
este plazo de enmienda. Es solo tiempo y no mucho. Pero es una oportunidad para
cambiar formas, política y circunstancias y recomponer emociones comunes
amables que sustituyan la frágil cohesión del miedo. Serán necesarias en la
lucha contra esta peste del neocomunismo que ya prepara su siguiente acometida.
ESCOCIA LUCHARÁ POR PERMANECER EN LA UE AL MARGEN DE GRAN BRETAÑA
Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Edimburgo
ABC Domingo, 26.06.16
La ministra principal, Nicola Sturgeon, quiere acelerar los
preparativos para la consulta independentista y contar con los tories y los
laboristas escoceses
«El gabinete ha
decidido que abriremos de inmediato conversaciones con instituciones de la
Unión Europea y otros países miembros de la UE para estudiar todas las
posibilidades y proteger el sitio de Escocia dentro de la Unión». Esta frase de
la declaración oficial del Gobierno escocés, expuesta ante la prensa por su
jefa, la ministra principal Nicola Sturgeon, dejaba claro en la mañana de ayer
que la Escocia oficial está decidida a no perder tiempo. Sturgeon, que ya había
repetido una y otra vez en la campaña que Escocia no aceptaría ser obligada a
abandonar la Unión Europea en contra de su voluntad, manifestaba ayer ante la
sede de su gobierno que ya han comenzado a dar pasos para intentar impedir que
el Brexit arrastre a Escocia fuera de la UE. Para ello desde ayer mismo el
gobierno del Partido Nacional Escocés (SNP) ya tiene sobre la mesa los estudios
preliminares para la convocatoria de otro referéndum sobre la independencia de
Escocia del Reino Unido. Según explicó ayer el Gobierno escocés, la radical
ruptura de las condiciones previas que ha provocado la victoria del Brexit
genera unas circunstancias que liberan a Escocia de todo compromiso con el
resultado de la consulta de 2014 que ganó por muy poco la permanencia en el
Reino Unido. Edimburgo se pone en marcha para intentar desvincularse del
resultado del referéndum del jueves.
Los nacionalistas
escoceses gobiernan con unas condiciones económicas severas y ya sin aquellos
regalos de la naturaleza del petróleo del mar del norte a precio de oro.
Perdieron aquello y también su mayoría absoluta en las pasadas elecciones,
tienen problemas sociales y estructurales muy considerables y un nuevo
referéndum era una de sus más remotas prioridades que ya no servía ni para
irritar a sus rivales. Pero, de repente, el resultado de un referéndum ha
puesto a la cabeza de la agenda de nuevo esta consulta para romper el Reino
Unido. Tras el triunfo del Brexit, en Edimburgo se da como seguro un fuerte y
muy rápido impacto en la economía escocesa. Nadie se atreve a vaticinar cual
será el clima social en la propia Escocia o en general en el Reino Unido dentro
de seis meses. Sturgeon no prometió de inmediato el referéndum porque quiere
que todos los pasos que se den a partir de ahora en una situación de máxima
emergencia sean conjuntos con los demás partidos. Y tanto el Partido
Conservador, el segundo más votado después del SNP, como el laborista, que es
el tercero, se han manifestado en contra de un nuevo referéndum.

Con permiso de
Londres
Escocia no tiene
impedimentos constitucionales para la realización de la consulta, siempre que
reciba una autorización de Westminster, como fue el caso en 2014, pero todos
son conscientes del alto riesgo de la operación sin un amplio consenso. En las
actuales circunstancias y con un probable rápido deterioro de la situación
económica y social, toda división interna conlleva un alto y muy grave peligro
de conflicto civil. Mucho más cuando se trata de romper un estado de la
trayectoria y entidad histórica como es el Reino Unido de la Gran Bretaña. Más
allá del deseo mayoritario –que no general– de permanecer en la UE, en el seno
de la sociedad escocesa también están muy lejos de unanimidades. Las
circunstancias de estos dos procesos de separación que se producirían
simultáneamente tienen un potencia de desestabilización y conflicto que nadie
debiera infravalorar. Es este un peligro que
observadores también vaticinan para el Ulster, la otra región que votó, con
Escocia y Londres, mayoritariamente a favor de la UE.
El pasado jueves,
frente al resultado del Reino Unido del 52% a 48% en favor del «Leave», Escocia
votó por un 62 % frente a un 38% por la permanencia. La jefa de Gobierno
anunció que para poder afrontar con eficacia la labor encomendada de garantizar
para el futuro la permanencia en la UE, su gabinete comenzará de inmediato con
la elaboración de un paquete legislativo para tener el marco dispuesto. «Cuando
el artículo 50 se aplique dentro de tres meses (para la desconexión del Reino
Unido de la UE), el Reino Unido estará en un camino de dos años hacia la puerta
de salida». Para entonces, el Gobierno escocés quiere tener todos los
instrumentos legales para evitar que Escocia tenga que abandonar la UE con el
resto del Reino Unido, según dio a entender Sturgeon. La tarea que afronta
ahora este gobierno es perfectamente ciclópea en el terreno jurídico y
político. Es nada menos que intentar quedarse en un club en el que se entró
siendo otro, que, a su vez, se ha despedido de mala manera. Sin duda habrá
muchos cuestiones que serán imposibles de resolver en estos dos años. Solo hay
que pensar en la anunciada intención de cambiar la libra esterlina por el euro
en esas circunstancias.
ESCOCIA SE PLANTEA CELEBRAR OTRO REFERÉNDUM DE INDEPENDENCIA
Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Edimburgo
ABC Sábado, 25.06.16
Todo indica que el final de la
aventura en la UE será también el final del Reino Unido
La reacción al Brexit
ha sido fulminante por parte del Gobierno de Escocia. Ya lo había advertido.
Aún estaba todo el Reino Unido bajo la estupefacción y el trauma con que
recibió en la mañana del viernes la noticia del voto favorable a la salida de
la UE, cuando la ministra principal del Ejecutivo escocés, la nacionalista
Nicola Sturgeon, anunciaba que Edimburgo reaccionaría con rotundidad a este
voto que arranca a Escocia contra su voluntad de la UE. Y que como ya había
anunciado esta reacción pasa con toda probabilidad por un referéndum para
decidir la secesión del Reino Unido y la permanencia en la Unión.

Sturgeon ya había
advertido que un Brexit liberaba a las fuerzas políticas escocesas de todo
compromiso con el resultado del referéndum de 2014 que decidió la permanencia
en el Reino Unido. Y que pondría en marcha este mecanismo así como un proceso
para sustituir la libra esterlina por el euro. Para Escocia, donde se produjo
el más alto margen favorable a la permanencia en la UE con el 68% frente a un
32% de partidarios del Brexit, comienza un proceso de profundas incertidumbres.
Contradicciones
internas
La sociedad británica
solo está partida en dos como indica el resultado del 51,9% frente al 48,1% si
se toma en su conjunto. Porque su división real es territorial y generacional.
Que el gran Londres es una región europea que poco tiene que ver con su entorno
es algo conocido. Pero nadie esperaba que la Inglaterra septentrional de gran
influencia del laborismo se uniera de tal forma al sur y a las tierras medias
en su rechazo a la UE. Así han quedado junto al Gran Londres, Escocia e Irlanda
del Norte como las partes del Reino Unido claramente contrarios a la suerte que
se ha impuesto por algo más de un millón de votos. El Gran Londres no puede
desgajarse de Inglaterra, pero Escocia e Irlanda del Norte sí. Todo indica que
el final de la aventura del Reino Unido en la UE será también el final del
Reino Unido. En el tumulto del populismo europeo y la globalización, desaparece
la Britannia de glorioso pasado como cabeza de un imperio y labor civilizadora
solo superada por Roma y España.
En Escocia los
problemas pueden multiplicarse rápidamente antes de que cristalicen los
proyectos de la mayoría gobernante de salir del Reino Unido para no abandonar
la Unión Europea. La complejidad jurídica, económica, administrativa y política
es inmensa y nadie sabe realmente cómo va a producirse. En Edimburgo ahora se
considera prioritario conocer los planes que adoptará Londres para dar los
primeros pasos en su divorcio europeo. Que también tiene inmensas dificultades
y que tampoco se ha hecho nunca. Aunque mucho gustaría a algunos que el proceso
fuera lo más lento posible, lo cierto es que desde el otro lado, en la UE, sí
hay voces que demandan diligencia en la salida. Y algunas de tanto peso como el
presidente François Hollande y el presidente de la Comisión Jean Claude
Juncker. Escocia puede volver así a celebrar pronto un referéndum sobre la
independencia y en este caso con más posibilidades de ganarlo. Pero nadie se
engaña sobre las inmensas dificultades y las profundas incertidumbres y
peligros, especialmente con una economía que se espera mucho más débil por un
deterioro que –se da por hecho– se agravará drásticamente como efecto directo
del anuncio del Brexit.
MISA EN LA CAPITAL ESCOCESA A FAVOR DEL VOTO EUROPEÍSTA
Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Edimburgo
ABC Viernes, 24.0.16
En Edimburgo no se vivió la crispada polarización que
sacudió a Inglaterra
Canongate El párroco de la
iglesia de Canongate, donde está enterrado Adam Smith, reza por la permanencia
Sin confiarse Jóvenes hacen campaña a favor del voto: «Que nadie crea que la victoria de
Remain está asegurada»
«Esperemos que el
voto sea razonable y optemos en mayoría por quedarnos. Si no, vamos a tener
inmensos problemas. Si nos vamos como Reino Unido de la Unión Europea, nosotros
tendremos otro referéndum aquí en Escocia para irnos del Reino Unido y
quedarnos en la Unión Europa. Pero será todo duro, agresivo y muy complicado.
Estallarían juntos muchísimos problemas, también sociales». Habla así Douglas
Smith, un profesor que quiere quedarse en la UE y teme el voto «de la
Inglaterra pequeña, la que sueña con el aislamiento espléndido». Lo decía al
mediodía de ayer sentado en una escalera en Queen Street, una de las zonas
elegantes del centro donde el Brexit tiene poco predicamento. Es cierto que las
élites y los ricos son europeístas. Más en Escocia que en Inglaterra. Pero
también lo son otros como Clay, un albañil de 29 años, que trabaja no lejos de
allí en la reforma de una magnífica casa, pero vive muy lejos del centro. Él ya
había votado a primera hora. Reconocía haber votado «Remain», pero también que
lo había hecho por miedo. «Sobre todo por miedo». Como decía la noche anterior
un viejo camarero, «dar el paso hacia lo desconocido en una decisión así es muy
difícil».
REUTERS
Nicola Sturgeon votó con su
marido, Peter Murrel, en Glasgow
También lo era en el
referéndum de 2014, pese a toda la épica y retórica nacionalista, y lo era ayer
para romper con una UE en la que han nacido todos los que no son ancianos. Pero
Clay reconocía que muchos de sus amigos, a pesar de la incertidumbre, habían
votado el Brexit. Amigos de su barrio, trabajadores como él, que creen que el
Reino Unido puede volver a ser grande si se libera de Bruselas. Esa opinión
también se da en Edimburgo que, según estimaciones de su universidad, podría
ser el rincón del Reino Unido en el que más se vote a favor de la permanencia
en la Unión Europea.
En Escocia no hubo
una campaña de polarización rayana tantas veces en el enfrentamiento y la
descalificación. Se daba por hecho una mayoría por el «Remain», no se movilizó
y al final ha cundido el miedo. «El pánico», dice Ella, una joven estudiante
inglesa que vino a Edimburgo a hacer campaña ayer. Repartía en Princess Street,
a los pies del castillo, unos folletos que rogaban a los viandantes que se
acercaran a votar si no lo habían hecho. Que nadie creyera que la permanencia
estaba asegurada. Según decía con humor, en el sureste de Inglaterra, de donde
es ella, nadie se iba a olvidar de votar después de estos meses de
enfrentamientos virulentos.
No así en Escocia,
donde también la prensa, «The Scotsman» a la cabeza, pedían participación para
que no hubiera un amargo despertar. «El voto de los escoceses debe importar».
La ministra principal y líder del Partido Nacionalista Escocés (SNP), Nicola
Sturgeon ha advertido de que, en el caso del Brexit, Escocia prepararía pronto
un nuevo referéndum sobre su propia independencia para seguir en la UE, pero
además con un rápido abandono de la libra esterlina para abrazar el euro. Eso
es más fácil decirlo que hacerlo. El camino sería complejísimo, lleno de
problemas y sobresaltos. La economía de Escocia ya no es la que era con el
petróleo del Mar del Norte a unos precios por las nubes que jamás volverán.
Miedo y odio
La preocupación era
ayer general entre quienes llegaban en goteo constante al colegio electoral de
la parroquia de Mayfield-Salisbury. De allí salían ayer Felice y Laura Cassidy,
una pareja que antes de tener a los dos niños que llevaban, vivieron en Córdoba
y Vilanova. Con los brazos más tatuados que Beckham. Felice se proclamaba
europeísta convencido «por los niños y por nosotros». Como gane el Brexit
quiere hacerse con un pasaporte de Italia, de donde es su madre. «Se ha
generado odio. Pero ante todo miedo. Miedo al futuro, miedo a lo desconocido y
miedo a la inmigración». Ayer entre los votantes en Edimburgo había miedo a
entrar en un nuevo proceso hacia lo desconocido. A nadie extraña que la iglesia
de Edimburgo haya celebrado misas abiertamente europeístas. La última ayer en
la iglesia de Canongate en cuyo bello cementerio ajardinado reposa un sabio
escocés estudioso del bienestar de las naciones que no sabemos qué pensaría de
presenciar estos momentos. Se llamaba Adam Smith.
IDEALISMO DESPÓTICO
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 24.06.16
La libertad es lo que está en peligro con ese poder lejano,
no elegido, arbitrario que los europeos no pueden fiscalizar
EL grandísimo Rüdiger
Safranski, un hombre de cultura total en esta Europa cada vez más chata, llena
de comunicadores, escribió hace unos años un libro apasionante sobre el
Romanticismo, que definió como «una cuestión alemana». Es un bellísimo tratado
sobre el idealismo alemán, su plasmación romántica y sus numerosas, inmensas y
muchas veces terribles, monstruosas derivadas. El principal peligro del
idealismo es su evidente necesidad de desactivar o ignorar parcial o totalmente
la razón. Con el idealismo alemán sabemos cuáles fueron los monstruos del sueño
de la razón y adónde nos llevaron. Sin que haya que evocar continuamente el
peor infierno, sí hay que advertir de que lo mejor es el peor enemigo de lo
bueno. Incluso cuando esa supuesta utopía la promueven los descreídos
plutócratas y partitócratas del mundo unidos. Puede que a algunos les haya
parecido oportuno y razonable que Bill Gates, George Soros o el presidente
Barack Obama se asomaran por Londres para amenazar a los británicos con todo
tipo de represalias si el voto soberano no era el que ellos creían conveniente.
Lo que está claro es que la opinión de los pueblos soberanos solo resulta digna
de respeto cuando cumplen a pies juntillas los designios que ha dispuesto para
ellos ese consenso aterciopelado. No dejamos de ver en Europa cómo opiniones
populares de pleno derecho y basadas en realidades comprobables y verdades
irrefutables son desacreditadas, ignoradas y censuradas sin otros argumentos
que la inconveniencia para ese credo de la corrección política impuesto por un
poder establecido tan lejano y poco controlable como Juncker o los propios
Gates o Soros.
Escribo estas líneas
poco antes de que cierren los colegios electorales en el Reino Unido. Lo hago
en Edimburgo, donde la población mayoritariamente favorable a permanecer en la
UE ahora recibe el aplauso del tabernáculo biempensante, cuando hace dos años
era condenada por un separatismo que a todos irritaba. Que los argumentos
favorables a la UE hoy en Escocia emanen en parte de ese nacionalismo condenado
en 2014 no es óbice para que ahora sean elogiados. Mientras el nacionalismo
inglés contrario a la permanencia en la UE está en la más cruel de las picotas.
Cierto es que muchos argumentos blandidos por los partidarios del Brexit han
sido groseros, demagógicos, populistas y hasta falsos. Como también lo han sido
las descalificaciones, las acusaciones y las amenazas de los partidarios de la
permanencia. No es difícil presentar el Brexit como un desastre irreversible. Y
es difícil convencer a una población de dar un salto al vacío de la soledad al
desgajarse de una comunidad de 500 millones. Por eso convendría afrontar bien
las causas del clamor por el Brexit y de todos los emuladores surgidos en
Europa. Si la reacción a este referéndum pretende ser reforzar la infinita
arrogancia y enajenación de las elites europeas, es fácil augurar una situación
explosiva y pronto irreversible para la UE. A eso nos llevaría ese idealismo
sin escrúpulos que tan bien simboliza el ministro José Manuel García-Margallo
cuando pide «aprovechar el momento» para una mayor centralización y unificación
política bajo Bruselas. La Unión Europea se hizo para evitar guerras, cierto.
Pero también para defender la libertad. Y la libertad es lo que está en peligro
con ese poder lejano, no elegido, despótico y arbitrario que los europeos no pueden
fiscalizar. Las sociedades europeas necesitan a sus estados-nación que son
garante de identidad, soberanía y libertad a un tiempo. Porque los europeos no
quieren déspotas en un supuesto megaestado ideal en la cima del mundo, sino
sociedades democráticas e individuos libres. Si la Unión Europea se enmienda
profundamente y puede garantizar que así sea, suyo será el futuro. Si no, su
tiempo se agotará pronto.
UNA VICTORIA DEL «LEAVE» ATIZARÁ EL SENTIMIENTO INDEPENDENTISTA
Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Edimburgo
ABC Jueves, 23.06.16
La capital escocesa se convierte en un bastión del voto
europeísta
Las casas de
apuestas, esos agentes mucho más fiables que las encuestas electorales, dicen
que esta ciudad, Edimburgo, capital de Escocia, puede convertirse hoy en la
urbe con mayor porcentaje de partidarios de permanecer en la UE de todo el
Reino Unido. Y dejar así claro que, como los británicos decidan en su mayoría
irse de la UE, el deseo contrario en Escocia llevará a un replanteamiento de su
propia pertenencia al Reino Unido y a un nuevo referéndum sobre la
independencia de Escocia del Reino Unido para imponer su permanencia en la UE.
Todos son conscientes de que se abriría un proceso legal, político y económico
de una abrumadora complejidad. Conscientes de que la independencia escocesa de
la que se hablaba con mucha alegría con el petróleo a 150 dólares el barril, no
goza ya ni gozará nunca de aquel decisivo argumento económico.
N. Sturgeon, líder nacionalista
REUTERS
En todo caso, el
nacionalismo escocés ha advertido de que no aceptará ser arrancada de la UE por
un voto principalmente inglés que no comparte y combate. La ministra principal
de Escocia, Nicola Sturgeon, firme e hiperactiva militante en favor de la
permanencia en la UE, advirtió que, en caso de Brexit, Escocia se plantearía el
acceso al euro y un rápido abandono de la libra con su propia independencia. La
ruptura con el Reino Unido estaría, dijo Sturgeon, inmediatamente de nuevo en
la agenda.
Es el «Remain» el
lema que dominaba ayer la escena en esta ciudad en vísperas del histórico
referéndum. Apenas se veía algún cartel favorable a Brexit y todos ellos con
aspecto y ubicación desangelados, con aire de opción perdedora. Aunque eso no
debería hacer creer que los partidarios del Brexit no existan en Escocia. Cerca
de un 30% de los votantes del Partido Nacional Escocés (SNP) podría
votar esa ruptura inmediata con la UE para convertir el 23 de junio, como dicen
desde Londres los líderes del movimiento del Brexit, en «el Día de la
Independencia del Reino Unido». Pero este partido, hoy absolutamente hegemónico
en Escocia con 63 escaños, y con unos conservadores tímidamente reforzados con
31 a costa de unos laboristas hundidos en su peor nivel histórico con 23
diputados, dicta el discurso después del proceso separatista de hace dos años.
El referéndum de la independencia escocesa entonces se perdió por un leve
margen. Pero el SNP que, con la promesa del mismo logró una mayoría absoluta en
2011, mantiene la hegemonía pese a perder la mayoría absoluta por un escaño en
los pasados comicios.
Agravios
Que la capital sea un
bastión del voto europeísta no significa que Escocia esté al margen del
durísimo debate que ha polarizado a la sociedad británica. Desde los muchos
miles de puestos de trabajo en los pesqueros que, según se dice aquí, se han
perdido en favor de España por culpa de la UE, son muchos los agravios reales o
no, pero en todo caso percibidos y sufridos. Y llevan también a muchos
escoceses, pese a su recelo nacionalista a «quedarse solos con los ingleses» en
un Reino Unido más aislado, a creer que, libres de la tutela de Bruselas,
podrían defender sus intereses. La mayoría parece no creerlo, según las
encuestas, pese a que sí es generalizada la opinión de que la UE necesita una
profunda reforma. El principal factor de movilización a favor del Brexit, que
es la inmigración, se percibe en Escocia como menos angustioso. En Edimburgo la
principal presencia extranjera es la de los polacos que no son percibidos como
conflictivos, desde luego no como amenaza a la identidad propia.
CONTRA EL FACHA TODO VALE
Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 21.06.16
Con la excusa de la lucha contra el «populismo» se proclama
censurable cualquier verdad inoportuna
LAS elecciones
presidenciales austriacas tendrán previsiblemente que ser anuladas ante la
certeza de masivas irregularidades en el recuento del voto por correo. Sin
prejuzgar la decisión del alto tribunal, en la primera sesión de la vista por
la denuncia presentada por el partido derechista FPÖ quedó ayer claro que en
muchos colegios electorales se abrieron los sobres la noche anterior y no a las
nueve de la mañana como prevé la ley electoral. En algunos se llegó a contar
los votos por correo ya el día de las elecciones. Conviene recordar que fue el
voto por correo el que dio la victoria al candidato de los Verdes, Alexander Van der Bellen, por delante del candidato del FPÖ, Norbert Hofer. La diferencia
final de votos fue de tan solo 31.026. En ningún caso se ha denunciado ni
indicación de falsificación o manipulación del sentido del voto. Pero es
difícil ya que Van der Bellen pueda jurar el cargo en ceremonia prevista para
el próximo 8 de julio.
Pues ya ven, no era
una pataleta de los «neonazis» que no saben perder y que poco menos que quieren
convertir con Norbert Hofer a Austria en una Hitlerlandia, según la ridícula y
primitiva caricatura que impone esa verdad revelada de la socialdemocracia, ese
consenso de la ideología de la bondad oficial. Quizás no recuerden ya la sorna
y el desprecio de los medios
austriacos y europeos porque «los ultras» pretendían una revisión del recuento.
Estos días se ve un nuevo despliegue del afán justiciero del consenso
socialdemócrata europeo con el Brexit. Los británicos que, por mil razones,
crean que su futuro será mejor fuera de la UE son una especie ultrainsular
parecida al FPÖ austriaco, fascistas primitivos contra los que todo está
permitido. Todo vale en toda Europa la opinión que no cuadra con lo que opinan
los partidos tradicionales, la Comisión Europea y las élites en los periódicos
biempensantes. Con la excusa de la lucha contra el «populismo» se proclama
censurable cualquier verdad inoportuna. Quien se atreva a decir que paga cada
vez más impuestos porque el Estado permite unas bolsas de beneficencia que
aumentan sin control es un nazi. Quien reconoce en cualquier rincón de Europa
que no quiere una sociedad multicultural en la que las leyes y la constitución,
la igualdad de las mujeres y el respeto a los cristianos solo tengan vigencia
en ciertos barrios es un ultra terrible. Quien vivía en un pueblo pacífico
alemán hace un año y hoy sus hijas no pueden salir de una casa que vale la
tercera parte, porque tienen enfrente un refugio con 300 hombres musulmanes, no
tiene derecho ni a lamentarse si no quiere ser tachado de hitleriano. Fachas.
Como quienes han pedido siempre inútilmente que en España se aplicaran las
leyes para imponer la igualdad entre españoles y la vigencia de la Constitución
en todo su territorio. Fachas crispadores. Quien quiera tener opinión propia y
exija el cumplimiento de las leyes para todos es un excéntrico a combatir. Solo
hay un populismo que disfruta de la tolerancia infinita de la socialdemocracia,
el de extrema izquierda. Todo lo implacable e inquisitorial que es con quienes
recuerdan soberanía, leyes y propiedad, es suave, apaciguadora y mansa con los
enemigos de la libertad y las leyes. Así, en Madrid los neocomunistas de
Podemos despliegan sus pancartas sin recato ni control. Y amenazan a cualquiera
que se lo haga notar. Ellos se saben ya por encima de la ley. Y lo hacen notar
a todos. Pero los malos son los fachas. Asúmanlo. Si tienen opinión propia,
cállenla. Pero si son de los que no quieren o pueden, pierdan el miedo a ser
llamados facha. Es la única forma aquí de ser libre.
VOTO EN LUTO
Por HERMANN TERTSCH
ABC Sábado, 18.06.16
Los éxitos de la UE no debieran perderse por no acometer a
tiempo una revisión del camino emprendido
Hay quienes creen que
Jo Cox ganará después de muerta esta batalla. Porque suponen que entre los
indecisos serán muchos los que expresen con su voto la simpatía a la muerta y
la condena al asesino. Y se inclinarán por votar en contra del Brexit. Ya se
verá si hay voto de luto. Hoy nadie se atreve a un pronóstico. Los intentos de
ridiculizar y denigrar a los partidarios del Brexit como meros ultras,
chovinistas y proletariado ignorante, todo lo peor de la sociedad británica,
han fracasado. Quienes lo hicieron, las elites británicas y todas las fuerzas
del consenso europeísta «biempensante» en Europa, se equivocaron casi tanto
como David Cameron que, en su arrogancia, confundió apoyo electoral con una
adhesión en un profundo dilema identitario y cultural. Dilema que hoy comparten
en diversa medida los demás países europeos. Y que se acentuará sea cual sea el
resultado del jueves. Quienes no ven o no quieren ver la profunda crisis de
confianza y afecto que aleja a los pueblos del proyecto europeo actual, son
quienes más alimentan el peligro de que acabe enterrado como un error inviable.
Los éxitos de la
Unión Europea no debieran perderse por no acometer a tiempo una profunda
revisión del camino emprendido. Europa necesita esta unión en un mundo global.
Pero no puede ser una unión de élites que desprecie inquietudes de las naciones
y maltrate identidades y soberanías. No porque sea buena o mala. Sino porque es
imposible.