UNA TURQUÍA ISLAMISTA Y RECELOSA
Por HERMANN TERTSCH
ABC Sábado, 29.11.14
Ya no es ese Estado laico visitado por Juan Pablo II que
cuando este murió puso sus banderas a media asta en señal de luto
El Papa
Francisco ha comenzado con palabras muy valientes el que es sin duda el viaje
más delicado que realiza desde que comenzó su Pontificado. Turquía ya no es el
Estado laico visitado por Juan Pablo II que cuando éste murió puso sus banderas
a media asta en señal de luto. Ya no es un Estado amable y agradecido por todas
las influencias occidentales. Sino un estado regido con mucha ambición
exterior, receloso hacia Occidente y cada vez más susceptible y celoso de su
principal razón de estado ya que es la religión, el islam.
REUTERS El
Papa Francisco deposita una corona de flores en el cenotafio de Mustafá Kemal
Ataturk, fundador y primer presidente de la República Turca
Por eso habrá quien
se haya sorprendido cuando el Pontífice tras palabras de respeto, amistad y
gratitud por la gran ayuda de Turquía a los refugiados de la guerra vecina,
haya recordado que son ante todo los musulmanes quienes tienen que enfrentarse
y poner fin a los crímenes que se cometen en su nombre. Especialmente ahora en
el Estado Islámico, esa entidad monstruosa creada a tiro de piedra de las
fronteras turcas. Nadie puede ser indiferente ante el exterminio de otras
religiones que practican los yihadistas. Añadió que la defensa es legítima
frente a tan brutal agresor. Le escuchaba atento el presidente Recep Tayip
Erdogan, quien durante años ha permitido la llegada de yihadistas de todo el
mundo a Siria a través de Turquía. Y quien durante meses ha permitido que los
terroristas del EI machacaran a los kurdos. El presidente turco ha lanzado sus
previsibles y habituales lamentos victimistas frente a Europa y acusado a las
sociedades occidentales de no hacer nada contra la islamofobia.
Peligrosas tendencias
Lamento al menos
exagerado a la vista de los muchos millones de turcos y otros musulmanes que
viven, trabajan y se benefician de las redes sociales en los países de Europa
occidental sin mayores problemas. Parecía ayer preocuparle más eso que el
estado terrorista junto a su frontera. Y más que las peligrosas tendencias que
se registran en sus universidades y su juventud en la que la popularidad del
Estado Islámico se ha disparado.
Lo cierto es que
quien recibe a Francisco no es un anfitrión más. Es un caudillo con vocación de
leyenda, que ambiciona no ya igualar sino eclipsar el peso del fundador de la
república, Kemal Ataturk, y cuya megalomanía alarma por las consecuencias
geoestratégicas que pudiera tener para este miembro de la OTAN. Erdogan es
amigo y muy admirador de Vladimir Putin.
Turquía tiene
frontera con Siria, con Irak, con Irán, con todo el Cáucaso exsoviético, Crimea
y Ucrania a través del mar Negro. Ya no existe aquel país que recibió a los
tres antecesores del Papa Francisco. Un Estado aquel orgulloso de tratar a las
religiones cristianas y judía en absoluta igualdad con el islam que practica el
95% de su población. Aquello era una anomalía en la región que solo el
autoritarismo podía mantener. Y fue el populismo islamista, canalizado por un
partido moderado en formas y respetuoso con el sistema parlamentario, el que
puso fin a aquella sociedad ficticiamente civil.
El Papa Francisco
llega a un estado cada vez más dominado por los códigos de la sociedad más
conservadora de Anatolia. En la que las elites cosmopolitas pero también las
clases educadas urbanas, con su laicismo y europeísmo, tienden a la
irrelevancia. Es Turquía hoy en definitiva un país en el que los sueños de un
desarrollo lineal hacia la sociedad moderna occidental han sido abandonados.
Por diversas razones. Por heréticos, por caducos y decadentes, otros por inalcanzables, pese a deseados. En los últimos quince años el Islam ha vuelto a
ocupar el espacio público de la mano de una moderación política y religiosa que
ha hecho paulatinamente aceptable lo impensable e intolerable en la república
laica durante setenta años.
Se han invertido los
papeles y son las fuerzas laicas las que han de pedir, con poco éxito en
general, un poco más de tolerancia para los hábitos del debate público político
que eran habituales y que vuelve a imponer en gran medida conductas arcaizantes
y a nutrir grandes sospechas y resentimiento hacia Occidente. Francisco busca
diálogo y sin duda lo encontrará en los religiosos de prestigio que le
acompañarán estos tres días en Ankara y Estambul.
Mucho más difícil de convencer es ese islamismo que ha creado
una mayoría natural que da poder absoluto ya al partido AKP y al propio
Erdogan. Y que éste alimenta con su victimismo y agitación contra los valores
liberales y laicos. No sorprende que muchos jóvenes turcos hayan decidido
creerle hasta el final y piensen que su país está gobernado por una moderación
impropia del islam y que lo que pide Alá es el Califato.
SALADINO EN EL BERNABÉU
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 28.11.14
LA noticia ha molestado a muchos incondicionales. No el
hecho en sí, eso no, sino la noticia del mismo. Criticar al Real Madrid en las
redes sociales es casi como meterse con Alá en algún barrio paquistaní. Y
tachar al Real Madrid de traidor a sus tradiciones o cobarde y avergonzado de
sus orígenes es algo que no debe recomendarse a nadie. Pero hay quien lo ha
pensado al saberse que el escudo del Real Madrid ha sido mutilado con
consentimiento de su dirección. Y lo ha sido para amputarle la cruz en lo alto de
la corona real del equipo. Ayer era noticia en todo el mundo.
Aunque no sea una novedad porque ya hubo denuncias de que al
escudo «se le caía la cruz» cuando había que tratar con socios musulmanes. Con
las millonadas que fluyen y la falta de respeto a la cruz ya habitual en los
países occidentales, poco altera que la crucecita desapareciera. La máquina de
hacer dinero de Florentino Pérez decidiría que aquí a nadie le importa. Y como
aquellos ricos son tan primitivos, dirían, todos y cada uno se habrían de
sentir ofendidos porque su club favorito lleve el símbolo de las cruzadas. Y si
aquí hay que ofender a alguien, siempre a los nuestros. Es el problema de la
convivencia entre culturas, que llaman. Y que siempre se resuelve de la misma
forma: en que cede la misma, la nuestra. Si se cede incluso cuando se corre con
todos los gastos, como pasa con la imparable implantación de códigos de
conducta y de leyes islamistas en los barrios europeos con los musulmanes
pobres. ¿Cómo no se va a ceder cuando se trata de cobrar esos suculentísimos
contratos con los musulmanes ricos?
En su insaciable carrera por ampliar el negocio, todos los
grandes clubs de fútbol buscan ingresos en sitios antes inverosímiles. En los
países más densamente poblados de compradores de camisetas y en los de mayor
riqueza por metro cuadrado. Los dos clubs españoles, el Real Madrid y el
Barcelona, son los más famosos y deseados. Ambos patrocinados desde allí. El
Golfo son palabras mayores. Si Qatar hace millonarios a todos aquellos a los
que convence a billetazos de que hay que jugar un Campeonato del Mundo de
fútbol a 50 grados en el desierto, otros se gastan sus petrodólares en
caprichos igual de osados.
En ese ambientazo tan deportivo, con los derechos, los
colores y el escudo se pueden hacer milagros. Por eso ahora el acuerdo para que
el escudo del Real Madrid aparezca en las tarjetas de crédito del Banco
Nacional de Abu Dhabi es un auténtico puntazo, si no para la gloria del equipo,
sí para sus arcas. Y en ella ya aparece el escudo definitivamente amputado de
su cruz. No sé si el Barcelona ha hecho desaparecer también la Cruz de San
Jordi en su publicidad y apariciones por la región. Supongo que sí. Al final lo
harán ambos definitivamente. Es ridículo tener en escudo o logotipo una cruz de
quita y pon. Qatar se ha convertido en el líder de unos países que cumplen lo
que parece una orden de Saladino. Demostrar que la civilización cristiana es
débil, corrupta, cobarde e inmoral. A golpe de talonario. O tarjeta. No hay
nada malo en que Florentino haga negocios escondiendo una cruz. Lo triste es
que frente a ellos, que siempre se reafirman en ser ellos, nosotros siempre
renunciamos a ser nosotros. Cuando somos nosotros quienes tenemos mil razones
en la libertad, el bienestar, la compasión y el progreso para ser lo que
hemos sido. Mientras ellos tienen un millón de razones, terribles y
sangrientas, para cambiar.
NADIE QUE NOS SALVE
Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 25.11.14
POCAS cosas tienen hoy tanta gracia, tanta triste gracia,
como esas esperanzas que ponen algunos españoles en que la Unión Europea salve
a España de los daños que ella se inflige. Porque muchos creen que Europa jamás
permitirá que España caiga en manos de unos nuevos bárbaros con ideología vieja
y métodos conocidos. Se equivocan. Si los españoles permiten que España se
rompa y que en una región, Cataluña, sea tomada por un régimen nacionalista
cada vez más tribal y fascistoide, lo constatará Europa con tristeza y
desprecio. Y si España decide además votar una opción neobolchevique que
destruya los fundamentos de la democracia liberal europea, Europa lo verá con
horror y pesar. Pero no intervendrá. Aprovechará para alejarse y soltar lastre.
Como lo soltará en Grecia. Nadie espere que desde fuera se repare lo que aquí
se destroza. No lo harían aunque pudieran. Pero además, aunque la crisis moral,
política y social de España no tenga parangón en Europa, las grietas afectan a
todas las sociedades europeas en mayor o menor grado. En todas surgen
movimientos hostiles al europeísmo. Los hostiles a la política europea no son
los más peligrosos. Más graves son las rígidas tablas de «pensamiento» que
estrangulan la libertad y la capacidad de reacción y autodefensa de la sociedad
abierta. La que generó este sistema de libertades y prosperidad, único en el
mundo. Nos hace inermes el pensamiento dogmático de la corrección política. Que
impone máxima tolerancia ante las formas enemigas de la sociedad abierta y nula
tolerancia al debate de pensamiento abierto y libre que está en el origen de
ciencia, pensamiento, ilustración y democracia. Por esas reglas dominantes,
nadie puede atacar al islam y nadie defender a Israel. Nadie puede objetar al
matrimonio gay y nadie, a la teoría del calentamiento global. Nadie puede pedir
un mayor presupuesto militar sin ser acosado y vilipendiado. Todas las
sociedades están afectadas en mayor o menor grado. Las que menos, no es
casualidad, las que tienen la memoria fresca de la dictadura soviética. Que
guardan temor a la dictadura y aún sienten y disfrutan la libertad y la
respetan tanto como a la falta de la misma. Una falta de libertad que las
sociedades occidentales ya no conocen. Y por ello no reconocen cuando avanza.
En el Reino Unido vemos a diario los efectos de la plaga de
la corrección política que trajo consigo el multiculturalismo y la permanente
relativización de valores. Hasta el punto de permitirse la violación continuada
de niñas en Rotherham por miedo a denunciar a sus autores por ser paquistaníes
musulmanes. La tiranía de la corrección política ahoga la libertad de expresión
hasta mutilar la autodefensa. También en los templos del pensamiento, Oxford y
Cambridge, cuenta Brendan O'Neill en un devastador informe en The
Spectator y enumera las ocasiones en que ha
sido acosado, acallado, injuriado por grupos militantes de estudiantes que
tiranizan los campus desde un brutal y rígido canon izquierdista. Y las
instituciones y universidades capitulan siempre ante los nuevos bárbaros de la
censura y la inquisición de la «corrección». Advierten gentes como el filósofo
Roger Scruton o el alcalde de Londres, Boris Johnson, que esta corrección
política intimida y paraliza, sovietiza el discurso en Occidente. Y hace
imposible buscar soluciones para evitar desastres probables. Entre los más
lúcidos en sus advertencias está también el historiador de Gotinga, Egon Flaig,
que advierte contra la disolución y libanización de las sociedades europeas si
no recuperan un discurso de homogeneidad en lo que pueden ser cuatro pilares:
la verdad, la libertad, la autoridad y la memoria. Es decir todo lo que nos
falta a nosotros más que a nadie.
EL AUGE DE LAS FOBIAS
Por HERMANN TERTSCH
ABC Sábado, 22.11.14
Existe una desafección hacia la UE y cada día se percibe el
proyecto común como inviable
El primer
ministro David Cameron ha perdido otro escaño en Westminster a manos del
partido populista y antieuropeo UKIP (Partido por la Independencia del Reino
Unido). Ha sido en una elección parcial que se hizo necesaria en la
circunscripción de Rochester y Strood precisamente cuando el ahora vencedor
anunció que abandonaba los « tories » y se presentaba con las siglas del UKIP
que lidera Nigel Farage. Es el segundo escaño que, con el segundo tránsfuga del
Partido Conservador, pasa al partido de moda, ultranacionalista, xenófobo y
radicalmente opuesto a la Unión Europea. Los tránsfugas pueden ser muchos más
antes de que se celebren elecciones en 2015. Este éxito animará a ello. Los
resultados de Rochester y Strood revelan verdades terroríficas, y no solo para
Cameron. Todos los partidos tradicionales, no solo los conservadores, sufren
una sangría de votos que fluye hacia el populismo derechista. Los laboristas
sufren un fuerte descalabro y los liberales un desastre. Como en los países
septentrionales más desarrollados de la Europa continental, la desafección
británica se plasma en un populismo ultraderechista. Mientras, en los países
pobres meridionales surgen movimientos comunistas.
Cada elección en un país europeo es ya un sobresalto. El 2015
se presenta ya como una pesadilla para quienes apuestan por un futuro de la UE
con estabilidad y mayor cohesión. De momento todo sucede paso a paso. Pero la
polarización no deja de aumentar. Y con las previstas elecciones griegas con
triunfo de la extrema izquierda, puede comenzar el año próximo una catarata de
acontecimientos que pongan en serio peligro el futuro común. Un triunfo de los
eurófobos del UKIP, una desestabilización de España con sus populismos
comunista y nacionalista y una posible crisis francesa pueden disparar en el
norte de Europa un proceso ya en marcha, también en Alemania: la desafección a
la Unión Europea con una creciente percepción de inviabilidad del proyecto
común. No todo está perdido, pero todo está cuestionado.
ENTREVISTA A HERMANN TERTSCH 20.11.14
ROJO Y NEGRO en Radio4G
Jueves, 20.11.14
Entrevista a Hermann Tertsch en Radio4G
TERTULIA POLÍTICA EN 'ROJO Y NEGRO' DE RADIO4G
Hermann Tertsch: "Los de Podemos han creado un sistema
a lo Urdangarín, pero a lo pobre"
"¿Qué ingresos ha tenido el Sr. Monedero?¿Por qué no lo
cuentan? Monedero trajo dinero de Venezuela para comprar un canal de TV"
Hermann Tertsch estuvo la tarde del jueves 20 de noviembre de 2014
al teléfono de 'Rojo y Negro' en Radio4G para analizar las relaciones con
Latinoamérica que sustentan la organización de Podemos. Destacó cómo desde La
Habana y Caracas se están moviendo los hilos y decidiendo estrategias para
seguir financiando el partido.
¿Qué ingresos ha tenido el Sr. Monedero? ¿Por qué no lo cuentan?
Monedero trajo dinero de Venezuela para comprar un canal de TV. Estos señores
forman parte de una organización en todo el norte de Sudamérica y las órdenes
se reciben en La Habana. Cuba recibe petróleo gratis de Venezuela y en
Venezuela no hay gasolina. Colombia está negociando con las FARC en La Habana
que es un sitio donde la gente se muere de asco y de hambre. A Cuba le
interesaba Venezuela porque es la mayor reserva de petróleo del mundo, tiene
más que Arabia Saudí. En esta isla se mueve todo. Los de Podemos han creado un
sistema a lo Urdangarín pero en plan pobre para facturar alegremente sin pagar
impuestos, la única diferencia es que uno recibe menos dinero que el otro, pero
es lo mismo.
El columnista de ABC se mostró muy crítico con las oscuras tramas
que utilizan los de Pablo Iglesias para recibir dinero y financiación sin
importarles cómo y de quién. Él utiliza todo lo que puede sin escrúpulos y han sido
asalariados de regímenes dictatoriales y siniestros. Han podido utilizarlo para
sus propios medios. Están trabajando para países que no son democráticos y que
sirven a servicios de información cubano que no sirven a la ley y el orden. Son
una serie de organizaciones de una peligrosidad enorme. Es muy serio lo que
está pasando están cobrando y estableciendo relaciones con no se sabe realmente
quién.
Hermann Tertsch habló de la influencia que están ejerciendo en
todo el entramado sociopolítico, de forma que han llegado a crear una
estructura de presión que les beneficia en su ascenso al poder.
Es importante destacar el grado de simpatía e intimidación que
despiertan en los medios. Hay mucho miedo en este país de lo que pueda ser
Podemos. La mitad de los jueces son de Podemos, pero la otra mitad está
asustada por miedo a represalias. Los jueces están midiendo el sentir de la
calle que es justo lo que no tiene que hacer un juez.
También explicaba en 'Rojo y Negro' que entre la ciudadanía, y en
especial los periodistas, hay preferencia por llevarse bien con los de Podemos:
En nuestra profesión hay quienes son de Podemos de toda la vida,
otros lo son 'por si acaso'. Me alegro que se haya roto el silencio en torno a
todo lo relacionado con Podemos, pero aun quedan muchas cosas. En este país no
podemos permitir que simplemente por venganza destruyamos la democracia, y con
esto no voy a defender a ninguno de los partidos que nos ha llevado a esto, ni
a Zapatero ni al lamentable de Rajoy.
Periodista Digital, 20 de noviembre de 2014 a las 17:19
MÚSCULO MORAL Y TIEMPOS NUEVOS
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 21.11.14
Margallo se va ahora a honrar al régimen. En vez de encabezar iniciativas para frenar las ofensivas subversivas dirigidas por Cuba
NUESTRO
ministro de Exteriores, José Manuel Margallo, se va a Cuba feliz porque las
cosas han cambiado mucho por allí. Dice que España debe estar más presente en
la isla para jugar un gran papel en estos nuevos tiempos. Eso de los «tiempos
nuevos» en Cuba les hace gracia a los cubanos que llevan 58 años bajo un
régimen criminal que no les deja ni salir ni vivir en dignidad. Tiempos nuevos
llevan viviendo los cubanos desde hace once lustros. Porque cambian los nombres
de los presos y de los ahogados en la huida. Tiempos nuevos por las reformas
que siempre son las mismas. Tiempos nuevos porque los CDR (comités de defensa
de la revolución) aterrorizan con nuevas caras. De eso no habla Margallo.
España está ya muy presente en la isla porque son mil los negocios que
españoles mantienen allí en trato con la dictadura y en maltrato a los cubanos.
Demasiado presente. Como son españoles, también demasiados, los que han
comprado propiedades a la dictadura. Que se merecen lo que les sucederá cuando
este régimen acabe en el basurero de la historia. Que los legítimos dueños les
quiten lo que compraron al usurpador. Hace el ministro una larga relación de
las razones de su visita. Un viaje con propósito noble a un destino decente no
requiere tanta explicación.
Alega Margallo que la
influencia de Cuba ha crecido tanto en Latinoamérica en estos pasados años que
convierten a la isla comunista, pese a su permanente estado de indigencia,
represión y miseria, en un interlocutor prestigioso e imprescindible. Por esas
razones deberíamos estar pidiendo audiencia en la ciudad siria de Raqqa para
estrechar nuestros lazos con el nuevo califa del Estado Islámico. Sus éxitos
superan al menos en espectacularidad criminal a la ofensiva liberticida del
régimen cubano en el subcontinente latinoamericano. Aunque sea cierto que la
indolencia de las democracias ha permitido a la peste del «Socialismo del Siglo
XXI» sembrar miedo, aplastar oposiciones liberales y prensa libre y aumentar su
control en la región. La silenciosa invasión cubana en Venezuela ha logrado que
la jaula del chavismo se cierre, que líderes de la oposición se pudran en las
mazmorras como en la isla. Y que la coordinación del narcotráfico y el
terrorismo en las FARC y el régimen de Caracas funcione bajo control cubano.
Hay otro éxito cubano significativo, tampoco honorable. Gracias al Gobierno
colombiano del presidente Santos, el narcoterrorismo de las FARC negocia ya en
régimen de igualdad con el Estado democrático colombiano estructuras y política
de Colombia. Se hace, por supuesto, de La Habana, donde no solo los puteros,
los hosteleros y los oportunistas españoles sino también los terroristas de
todo el mundo tienen siempre un hogar, un enlace de apoyo, un mojito y una
jinetera, si placen. La obsequiosidad del Gobierno Rajoy con La Habana ya nos
llevó a cotas ignotas de indignidad con el caso Ángel Carromero. Cuando España
aceptó la versión del régimen comunista en la muerte de un español Oswaldo Payá
que culpaban a otro español de una muerte provocada con práctica seguridad por
la policía política. Margallo se va ahora a honrar al régimen. En vez de
encabezar iniciativas para frenar las ofensivas subversivas dirigidas por Cuba
y la alarmante penetración islamista, con la Venezuela cubana de cabeza de
puente en todo el subcontinente. El régimen hispanohablante más fracasado y
canalla, cómplice de todos los enemigos de Occidente, vuelve a ser agasajado
por el Gobierno de España. Cuba lo sabrá aprovechar. Para España solo confirma
que, tras la infecta catadura del zapaterismo, sus sucesores en el Gobierno no
tienen el mínimo músculo moral para paliar nuestras propias miserias y
desdichas. Ni dentro ni fuera de nuestras fronteras.
ARMA EN ATAQUE PERMANENTE
Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 18.11.14
Angela Merkel advertía durísima en Sidney que la Rusia de
Putin es de nuevo la peor amenaza para la paz en Europa
CUANDO acaba de
celebrarse el 25 aniversario de la caída del muro los alemanes tienen aún en
retina y oído los reportajes y documentales sobre las muchas mentiras de los
dirigentes comunistas de la Alemania oriental. La más célebre aquella frase
lapidaria de Walter Ulbricht: «Nadie tiene intención de construir un muro»,
cuando los camiones con los alambres de espino estaban poco menos que de camino
al centro de Berlín. Pero cuando se cree haberlo escuchado todo, siempre queda
algo capaz de sorprender. Y los alemanes quedaron el domingo estupefactos con
una emisión en la primera cadena pública ARD. Fue una conversación
perfectamente inverosímil entre un entrevistador, Hubert Seipel, hombre de la
casa y un invitado o actor que era Vladimir Putin, presidente de Rusia. Todos
saben ya que Putin ha instaurado un régimen en Rusia donde la verdad vuelve a
ser tan escasa como en la URSS. Con Gorbachov se intentó rebajar algo la
mentira. El régimen no soportó tanta verdad y se hundió y la URSS se disolvió.
Putin, que considera que el fin de la URSS fue una tragedia peor que el
Holocausto, ha pretendido reconstruir algo parecido. Y lo primero que reactivó
fue la mentira. Liquidar la verdad y la posibilidad de difundirla ha sido un
objetivo capital de sus tres lustros de poder. Hoy ya viven los rusos otra vez
en una realidad paralela a la que poco llega de lo que realmente sucede en el
mundo y en la propia Rusia.
Todo eso lo sabían
los alemanes. Pero verle contar directamente a Alemania las mentiras que el
Kremlin cuenta regularmente a los rusos, generó estupefacción. Putin habló de
la magnífica marcha de la economía rusa. Cuando se precipita a la recesión.
Dijo que las sanciones animan a su industria a otras exportaciones. Cuando el
68% de sus ingresos por exportaciones son gas y petróleo y del 32% restante la
mayor parte son carbón, metales y otros minerales. Y su dependencia de las
materias primas, característica del Tercer Mundo, es hoy mayor que hace 20
años.
Baladrón contra los
fascistas de Ucrania. Cuando en las elecciones la extrema derecha ucraniana no
llegó al 3%. Putin hablaba en la ARD como si se dirigiera a los rusos que ya no
tienen otras fuentes que los medios obedientes al Kremlin. Y tenía una carta
marcada. Así, entre mentiras y de repente, ofrecía a Alemania nada menos que
una alianza con Rusia. El viejo sueño de Stalin, en carta a Adenauer, tentando
entonces con la unidad a cambio de la neutralidad. Ahora ofrecía un eje
Berlín-Moscú, en abierto desprecio a todas las alianzas de Alemania. Vuestra
tecnología y desarrollo y nuestras materias primas para una gran potencia
Euroasiática, venía a decir. A los demás europeos y especialmente a los que están
en medio, Polonia, Báltico y Ucrania, los condenaría a su sino del siglo XX.
Putin conoce Alemania. Sabe del alma partida de esta nación central. Pese a las
brutales guerras que los enfrentaron hay una empatía profunda entre alemanes y
rusos. Pero esta oferta sazonada de obscenas mentiras era una auténtica
afrenta. Y Merkel –no se sabe si ya conocía esta entrevista grabada antes del
G-20–, advertía durísima en Sidney que Rusia es de nuevo la peor amenaza para
la paz en Europa. «Y no solo por Ucrania. Por Moldavia, por Georgia y quién
sabe si pronto por Serbia, por los Balcanes occidentales». Merkel lanzaba así
la nueva advertencia. Berlín está alarmado ante los planes de Putin en los
Balcanes. La mentira total de Putin, difundida por una maquinaria de propaganda
ya más poderosa que la de la URSS, es un arma en ataque permanente.
ENTREVISTA A HERMANN TERTSCH 13.11.14
ROJO Y NEGRO en Radio4G
Jueves, 13.11.14
Entrevista a Hermann Tertsch en Radio4G
TERTULIA POLÍTICA EN 'ROJO Y NEGRO' DE RADIO4G
Hermann
Tertsch: "El tono de los años 30 se está escuchando otra vez en España y
eso aterra a muchos"
"El
nacionalismo es el temor de todos los europeos y preocupa el auge de
populismos"
Hermann
Tertsch estuvo la tarde del jueves 13 de noviembre de 2014 al teléfono de 'Rojo
y Negro' en Radio4G para contar su experiencia en Alemania tras pasar allí unos
días por el vigésimo quinto aniversario de la Caída del Muro de Berlín. Destacó
la gratitud de los alemanes en un acto conmemorativo con grandes personalidades
políticas.
No
hay nostalgia de aquellos años, todavía se nota mucha diferencia entre los
barrios del propio Berlín. Son muchos años que han marcado a la gente mayor.
Willy Brandt dijo que en Berlín se unió lo que tenía que unirse y que están
inmunizados del nacionalismo.
El columnista de ABC comparó la situación de convivencia pacífica en
Alemania con la realidad que vivimos hoy en España tras el auge del
nacionalismo catalán. Describió Alemania como un país donde la relación entre
los ciudadanos está libre de malos sentimientos contra los otros.
Por
desgracia en España la situación está tan crispada el ambiente que hay mucha
acritud entre los ciudadanos. El tono de los años 30 se está escuchando otra
vez en España y eso aterra a muchos.
También habló sobre cómo se gestionan los sentimientos ciudadanos en
uno y otro país ante los cambios y movimientos políticos que se están
produciendo en toda Europa.
Hay preocupación por España,
sobre todo por las reacciones social que puedan ocurrir en nuestro país. Pocos
países tolerarían los niveles de desempleo, y preocupa que cristalicen los
populismos nacionalistas. El nacionalismo es el temor de todos los europeos.
Hermann Tertsch explicaba la expectación que está generando en Europa
la formación de los nuevos partidos que aúnan el descontento social entre los
más desfavorecidos.
El nacionalismo es el temor de
todos los europeos. Podemos es un factor de alarma porque es un proyecto
totalitario e irreal donde los objetivos solo se podrían conseguir a través de
la coacción y de la violencia.
PELIGROSO MATONISMO, VLADIMIRO
Por HERMANN TERTSCH
ABC Sábado, 15.11.14
El análisis Cumbre del G20
ENGAÑO La propaganda no puede ocultar la terrible disolución social
rusa
FRACASO El proyecto de Putin para una asociación eurasiática se
esfumó ante la resistencia ucraniana
Rusia no tiene derecho a violar el espacio aéreo
de los países de la OTAN como ha hecho con asiduidad
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, no lleva mucha
agenda propia a la Cumbre del G20 en Brisbane. Eso sí, se lleva para allá, a
las aguas internacionales frente a Australia, a la flota rusa para realizar
maniobras. Y anunciar que Rusia va a comenzar a patrullar el patio trasero de
Estados Unidos, el Golfo de Mexico y el Caribe, con bombarderos de largo
alcance con armamento nuclear. Ahí es nada. Rusia va a ser otra vez
protagonista en la cumbre del G20. Lo será porque hay una escalada tanto del matonismo
retórico como de medidas militares abiertamente amenazadoras y, lo que es aun
más grave, claros preparativos para una nueva reapertura de la guerra en la
Ucrania oriental. El nuevo secretario general de la OTAN, el noruego Jens
Stoltenberg, de lenguaje mucho más moderado que su antecesor el danés Anders
Fogh Rasmussen, ha arremetido con dureza contra los nuevos preparativos bélicos
de Rusia en suelo extranjero, ucraniano. Se preparan contramedidas militares en
toda Europa oriental. Y los países europeos y EE.UU. ultiman además un nuevo
paquete de sanciones contra Moscú ante la evidencia de que en Ucrania oriental,
las fuerzas rusas preparan esa temida nueva guerra de agresión con probable
intención de nuevas anexiones territoriales. Lo que elevaría dramáticamente la
tensión en Europa.
El anuncio de los vuelos de bombarderos estratégicos ante
las costas norteamericanas no es precisamente un gesto amistoso. Según el
Kremlin « las condiciones actuales obligan a garantizar nuestra presencia
militar en el Atlántico occidental». Rusia tiene derecho a patrullar los aires
y aguas internacionales. No lo tiene a violar los espacios aéreos de países de
la OTAN con sus vuelos militares como ha hecho este año con alarmante asiduidad
y de forma intencionada. Este matonismo llega cuando los asesores del
presidente Putin han elevado su tono agresivo hacia Occidente. Lo cual revela
que el presidente Putin está mucho menos cómodo de lo que pretende. Aunque en
el interior de Rusia toda la oposición ha sido aplastada, dispersada y
amordazada, lo cierto es que las clases dirigentes que apoyan a Putin sufren
cada vez más los problemas derivados de las sanciones occidentales. La economía
sufre. Y la caída de los precios de la energía son un duro revés para una
economía que básicamente funciona como cualquiera de las economías del Tercer
Mundo, con todo el equilibrio pendiente de los ingresos de materias primas. La
liquidez de la que ha dispuesto en el pasado para sus planes megalomaníacos,
sean los JJOO de Sochi, los gastos militares o la anexión de Crimea, no va a
retornar, según los analistas. Y se le acaba el tiempo. La sociedad rusa,
definitivamente resignada a que nada puede cambiar, se halla en una profunda
crisis que la proliferación de actos patrióticos oficiales no pueden ocultar.
La propaganda contra la decadencia occidental no puede ocultar la terrible
disolución social rusa. La esperanza de vida en niveles africanos, la natalidad
por los suelos, el alcoholismo ya epidemia nacional y las relaciones sociales
embrutecidas por un darwinismo social del que después la propaganda rusa acusa
a Occidente. Así las cosas y con unas estructuras que apenas han desarrollado
la Rusia interior y sin valor añadido que exportar, la grandeza de Rusia que
Putin busca como objetivo histórico personal, solo puede alcanzarse por la
fuerza, en especial por la via militar.
El proyecto de la asociación eurasiática que fue
su intento de recomponer un imperio para el Kremlin por la vía pacífica fracasó
ante la resistencia ucraniana a volver bajo la hegemonía de Moscú. Putin quiere
tensar todo lo posible la situación para lograr en los próximos años el
suficiente poder de presión y coacción para jugar ese papel de superpotencia.
Muchos temen que, al margen del inmenso peligro del conflicto militar en
Europa, estos peligrosos juegos de matonismo global puedan llevar por fatalidad
a algún incidente no querido por nadie que concluya en desastrosas
consecuencias.
RASPUTIN NOS QUIERE CONQUISTAR
Por HERMANN TERTSCH
ABC Viernes, 14.11.14
La Guerra Fría es un hecho y muchos rezan porque quede en
eso. Porque se ha visto lo lejos que es capaz de llegar Putin
EL Kremlin ha
comunicado a Washington que va a cancelar la cooperación bilateral en materia
de seguridad nuclear. Se trata de unos programas comenzados nada más disolverse
la Unión Soviética, destinados a controlar el armamento y combustible nuclear
exsoviético para impedir que caiga en manos de terceros países u organizaciones
terroristas. La nueva era glacial cristaliza así en la primera ruptura de un
programa concreto de cooperación militar. La Guerra Fría es un hecho y muchos
rezan porque quede en eso. Porque se ha visto lo lejos que es capaz de llegar
Vladímir Putin en su osadía y vocación expansionista. Ya dijo hace muchos años
que la disolución de la URSS era para él la mayor tragedia del siglo XX. Y
todos sus planes, hoy está claro, han tenido siempre como objetivo la
reconstrucción del imperio por medio de alianzas pero también conquistas. Su
reacción a la resistencia de Ucrania a someterse a Moscú en la Asociación
Eurasiática fue invadir Ucrania y anexionar Crimea. En Ucrania oriental,
controla una amplia región y muy pronto podría ser más, dadas las noticias que
se acumulan estos días sobre fuertes movimientos de tropas rusas que entran en
territorio ucraniano controlado por Rusia. Moscú puede estar preparando la
ofensiva para crear una conexión terrestre entre Rusia, los territorios
ucranianos orientales y la anexionada Crimea. Sucede en un momento de tremenda
escalada verbal en Moscú. Hablan en Moscú los teóricos y propagandistas del
Kremlin abiertamente de guerra entre los bloques y conflicto termonuclear. Dibujan
un Occidente paradójico. Han asumido la visión que del «peligro judío» dibujaba
el nazismo alemán. Las democracias occidentales son una sociedad débil,
depravada, homosexual, decadente y viciosa. Son un peligro para la pacífica y
sana Rusia a la que pueden contagiar sus enfermedades del espíritu y el
pensamiento. Ese es el peligro que combate ahora mismo Rusia en Ucrania.
El campeón de los asesores del presidente Putin es Alexander
Dugin, al que muchos tomarían por un charlatán de feria si no se moviera en los
círculos poderosos en los que despliega sus enormes influencias. Ridiculizarle
como un nuevo Rasputín es fácil. Al igual que el célebre monje y quizás sin sus
legendarios atributos, tiene Dugin en el Kremlin un predicamento que asusta a
los pocos elementos que intentan aun imponer cierta racionalidad a un
presidente Putin cada vez más cautivo de su propia propaganda nacionalista y
ultraortodoxa. Dugin combina mesianismo paneslavo con antiguo nihilismo ruso y
agitación nacionalista moderna con visión tradicionalista ortodoxa
«pravoslavie». Es un auténtico «tesoro» con teorías nacionalsocialistas,
esotéricas y antisemitas sobre el conflicto final entre el bien y el mal y el
papel redentor de la nación rusa sobre todos los pueblos depravados por el
liberalismo y la democracia en Europa occidental. Dugin es el fundador del
«movimiento eurasiático» cuyo concepto después adopta Putin para su alianza con
las repúblicas exsoviéticas que fracasa por la resistencia ucraniana. A lo que
Putin responde con la invasión. Este filósofo y gurú tiene una clara visión del
conflicto entre la Rusia cristiana y la viciosa Europa liberal. Que concluye
con el triunfo militar, político y cultural del tradicionalismo y la desaparición
de las decadentes democracias liberales desde Vladivostok hasta Lisboa. La
misión civilizadora de Rusia se consumaría así. América quedaría aislada como
foco del mal. En este proyecto político cultural invierte Moscú inmensas
cantidades de dinero. No solo en su propia maquinaria de propaganda como
Russian Today, sino en financiar grupos y grupúsculos de izquierdas,
ultraderecha y extremistas católicos en toda Europa. También en España, donde
los fervorosos seguidores de la mano dura cristiana del chequista convertido
Vladímir Putin gozan de los mimos del Kremlin.
BANANENREPUBLIK
Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 11.11.14
La ley ha sido doblegada en Cataluña por un consumado acto
de sedición liderado por una mezquina medianía que presume de astuto
NADIE con intención de
construir una iglesia a un Dios misericordioso intenta financiar las obras con
atracos y trata de blancas. Nadie que intente crear una sociedad más libre, más
justa y más unida lo puede hacer sobre la mentira sistemática. Nadie que quiera
una democracia más limpia y más solidaria se rodea de fanáticos de la
exclusión, de la imposición y de dictaduras pasadas o presentes. Y nadie que
tiene intención de corregir sus errores y sus corruptelas y sus delitos y
trampas, se esconde de los gobernados en guaridas inaccesibles, reconocer solo
lo obvio e intenta acallar a todo el que no le adule. Los separatistas no podrán
hacer otra cosa que copiar las miserias peores de tantos regímenes
nacionalistas, con sus desenlaces en caos o guerra. Los nuevos justicieros no
podrán inventar nada que no conozcamos de la rica literatura sobre las
ideologías criminales del siglo XX. Quien quiera una sociedad como la que
pretenden estos nuevos lunáticos españoles tendrá que matar mucho como hicieron
sus antecesores políticos. Les hará falta mucha de esa «voluntad bolchevique»
que uno de los dirigentes de Podemos, Íñigo Errejón, atestigua por escrito en
su tesis doctoral a Pablo Iglesias. Esa «voluntad bolchevique» es la que yo
atestigüé desde un principio a estos jóvenes cuando dije que harían todo lo que
consideren necesario para cimentar su poder una vez lo hayan alcanzado. Todo.
Nunca podrán crear, ni los
unos con la tribu ni los otros con el fanatismo igualitario, una sociedad en la
que todos aplaudan ser esclavos de las ideas del caudillo. Pero aplastarán toda
discrepancia como siempre se ha hecho en regímenes como los que, si un milagro
no lo evita, podrían surgir de los escombros de una España constitucional y
democrática a punto de desmoronarse por la corrupción, por la ineptitud, por la
cobardía y por la indolencia de sus elites políticas, culturales y económicas.
Y aquí estamos. Somos
un país de apariencia moderna, con una renta de Primer Mundo, grandes empresas
presentes en todo el planeta e integrados en todas las organizaciones de la
comunidad internacional desarrollada. Pero está claro que nuestra convicción en
la Transición de estar dejando por fin y definitivamente atrás la maldición de
la anomalía española fue un espejismo. Y hoy resurgen las viejas miserias de la
historia española por las grietas abiertas por la crisis y por las heridas
reabiertas por el revanchismo auspiciado por el execrable personaje Rodríguez
Zapatero. Retornan los peores instintos que nos espantaban en los relatos y la
literatura de la España que creíamos pasada. Ahora, como en los trágicos años
treinta, la ley ha sido doblegada en Cataluña por un consumado acto de sedición
liderado por una mezquina medianía que presume de astuto. Vista la catadura y
el nivel moral y humano de los principales caudillos del movimiento separatista
hay que escandalizarse por su éxito y exigir responsabilidades a quienes han
fracasado estrepitosamente en hacer frente a esta agresión a todos los
españoles. Si Cataluña es república bananera bajo esos personajes que se jactan
del engaño, España se ha convertido en una Bananenrepublik con el Gobierno que
ha tolerado lo intolerable. Que nos ha querido engañar para huir como siempre
del conflicto. Y nos ha herido en la dignidad de forma imperdonable. El
Gobierno de Rajoy ha fracasado en su compromiso más importante e ineludible.
Que la oposición socialista sea una lamentable aparición de política
espasmódica solo reafirma que España está en una situación de alarma. Le queda
poco tiempo a Rajoy para impedir que su nombre quede para siempre vinculado con
lo que puede ser la peor tragedia de España desde la Guerra Civil.
NACIONALISMOS Y POPULISMOS SON LOS NUEVOS ENEMIGOS
Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Berlín
ABC Lunes, 10.11.14
El grupito de separatistas catalanes que querían ayer arañar
su minuto de gloria, paradójicamente, en la gran fiesta de la unidad de
Alemania, no tuvieron su día. La policía germana los echó de inmediato de las
escaleras del Schauspielhaus donde pretendían instalarse. No fueran a manchar
la alfombra roja de unos dirigentes que iban a celebrar la desaparición de
fronteras, no su creación. Lo que no podían saber esos separatistas españoles
es que, poco después, en el interior y en solemne ceremonia con el presidente
Joachim Gauck y la canciller Merkel, los nacionalismos serían condenados en
durísimos términos. Y considerados, con los populismos radicales y los
extremismos, como los principales enemigos del futuro europeo en paz, libertad
y bienestar.
Martin Schulz, el socialdemócrata presidente de
la Eurocámara, pronunció el discurso principal, y fue ampliamente aplaudido al
referirse a quienes ponen en peligro las conquistas de la unidad y la libertad
por las que tantos murieron en Europa. No citó a España, pero muy cerca de allí
debía estar su pensamiento cuando aludió a «populismos radicales y extremistas»
y a unos «nacionalismos que quieren imponer nuevas fronteras donde nunca las ha
habido». Schulz no era para muchos la mejor elección para un discurso histórico.
Pero le aplaudieron mucho tanto Merkel como Gauck cuando habló de los peligros
para el continente. Otros políticos han hablado en el mismo sentido. Hay que
ser consciente de que los desequilibrios sociales fomentan el populismo ultra
de cualquier signo que desestabiliza las sociedades democráticas. Para mantener
la tolerancia hay que combatir a los intolerantes. No permitir que las ideas
excluyentes, nacionalistas, racistas, fanáticas religiosas y ultras impongan su
discurso.

EL SUFRIMIENTO BAJO EL COMUNISMO
Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Berlín
ABC Lunes, 10.11.14
La canciller alemana, Angela Merkel, sale al paso de los
intentos de minimizar o relativizar el daño causado por la dictadura comunista
Izquierda
extrema La condena de la RDA llega cuando algunos socialistas buscan eximentes
para los herederos del comunismo
El cambio es posible Merkel aprovechó para
asegurar que la caída del Muro prueba que todo se puede cambiar
La
canciller Angela Merkel dio ayer una contundente respuesta a los intentos de
ciertos sectores de la izquierda en Europa y Alemania de relativizar la
dictadura comunista sobre suelo germano. «Nos inclinamos ante las víctimas del
Muro y de los muchos seres humanos que sufrieron infinitos padecimientos como
víctimas de la violenta dictadura comunista en la RDA (antigua Alemania del
Este) y otros países europeos». Así habló ayer la canciller en la inauguración
del Centro de Documentación de las Víctimas del Muro en la célebre calle
Bernauer de Berlín. Un nuevo centro de divulgación e información sobre la
represión y los crímenes del régimen comunista de Alemania ampliado ahora allí
que pasa a sumarse a los museos, centros permanentes de memoria y homenaje a
las víctimas del nazismo.
AFP Una multitud celebra en la
puerta de Brandeburgo la caída del Muro
El día de ayer, 9 de
noviembre, funde la conmemoración de las víctimas de las dos ideologías
criminales. En este día en 1938, el régimen nacionalsocialista lanzó un pogromo
en todo el Reich con numerosas víctimas y destrucción masiva de bienes judíos.
Pasó a llamarse la «Noche de los cristales rotos» (Reichskristallnacht) y marcó
el preludio a lo que sería el Holocausto que acabó con seis millones de judíos
europeos. Muchos entonces habían ignorado las señales inequívocas de la tiranía
y habían minimizado o trivializado las amenazas de la dictadura y su voluntad de
exterminio. Fue 51 años más tarde cuando cayó el Muro y marcó el hundimiento de
la dictadura comunista que había sido directo resultado de la guerra de
agresión lanzada por Hitler en 1939. La jornada de ayer conmemoraba por ello,
como bien dijo el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, el día de
mayor alegría de los alemanes con el día de su mayor vergüenza.
Con motivo del XXV
aniversario de la caída del Muro ayer no estuvo Merkel sola con sus
advertencias. El alcalde de Berlín, Klaus Wowereit, y también el presidente del
Parlamento Europeo, Martin Schulz, recordaron la represión y los crímenes de
todas las dictaduras comunistas en el este de Europa. Los
intentos de presentar a la dictadura comunista como un régimen obediente a la
Unión Soviética, pero con ciertas eximentes responden a la coyuntura política.
Pactos con los
radicales
Llegan cuando ciertos
sectores de la socialdemocracia buscan eximentes para el partido Die Linke,
heredero del partido comunista de la RDA, con el que quieren pactar. Y que cuenta
con numerosos miembros muy implicados en el aparato de espionaje y represión de
la dictadura. En ciertos sectores del partido de la socialdemocracia (SPD) se
quiere proteger con estos comentarios una política de pactos con Die Linke que
ha sido criticada abiertamente por el Presidente de la República, Joachim
Gauck. Y que ya ha cristalizado en que el partido socialdemócrata entre en una
alianza en el Estado de Turingia con Die Linke para que, por primera vez desde
la unidad alemana, un miembro de ese partido, Bodo Ramelow gobierne un land.
Las palabras del
presidente levantaron ampollas en toda Alemania. Porque son muchos los que
consideran que, como máxima autoridad del Estado, el presidente debe mantener
una estricta neutralidad y jamás opinar sobre los partidos. Gauck, un
presidente de enorme autoridad moral, que fuera pastor protestante y miembro
del movimiento cívico en la RDA antes de la caída del Muro, dejó claro desde
que llegó al cargo que cree su deber levantar la voz ante lo que considere en conciencia
un error. Y cree que lo es que el SPD deje gobernar como si fuera un partido
normal al que no lo es, porque no acaba de distanciarse plenamente del partido
SED de la dictadura, del que es heredero, ni de las prácticas del régimen.
Merkel quiso ayer poner también énfasis en un mensaje
optimista. La caída del Muro demuestra, dijo, que todo es posible en el mundo.
«Que las cosas puedan cambiar a mejor. Los sueños pueden cumplirse. Nada está
condenado a no cambiar». Y se refirió expresamente a la situaciones más
dramáticas de la actualidad, como Ucrania, Siria o Irán. Para Merkel, los
alemanes orientales demostraron que las situaciones más desesperadas pueden
tener salidas felices. La lucha de los movimiento cívicos y la oposición a la
dictadura lo demuestran. No se resignaron jamás y finalmente llevaron a cabo el
milagro de la caída pacífica de la dictadura. También el alcalde Wowereit dijo
que el mensaje de Berlín para el mundo era el de la lucha sin resignación
posible allá donde exista dictadura, guerra y falta de libertades. Lo hizo en
el solemne acto de celebración en el teatro Schauspielhaus y en la suelta de
los globos blancos de luces a lo largo del trayecto del desaparecido Muro.
UN PAÍS ANTINACIONALISTA Y PATRIOTA EN SU MÁS SANO SENTIDO
Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Berlín
ABC Lunes, 10.11.14
Ayer transitaba por Berlín un inmenso gentío, especialmente
ya a la caída de la tarde y, como es lógico, a lo largo del trayecto del Muro
que dividía la ciudad desde aquel fatídico 13 de agosto de 1961. A lo largo de
16 kilómetros, las autoridades municipales habían instalado 8.000 globos
luminosos que a partir de las 19.15 se soltaron con lo que la frontera, el
Muro, fue desapareciendo en la oscuridad. Cada globo llevaba un mensaje con una
historia personal relacionada con el muro. Berlín era una inmensa fiesta, como
lo era también el resto del país, donde se conmemoró una fecha que cambió
Alemania, Europa y el mundo. Y que a los alemanes les cambió también en la
forma de pensar de sí mismos.
Alemania es ahora un país contento, cauto, antinacionalista
y sanamente patriota. La alemana es hoy una sociedad razonable. Aunque hay aún
diferencias entre regiones del este y del oeste que provienen de la separación.
Las hay aún incluso en los barrios de Berlín.
Son espectaculares –y solo posibles en la mayor potencia de
Europa– los cambios habidos en el Este en este cuarto de siglo. Pero los 45
años de división, que son más que los 28 de Muro, hacen que aún haya
diferencias en las reacciones y en el trato de los alemanes de una y otra
parte.
El Muro hizo muchas cabriolas en su brutal
división y desgarro de barrios, casas y familias. Y eso sí que el tiempo lo ha
subsanado con rapidez «haciendo que crezca junto lo que siempre debió estar
junto», como dijo Willy Brandt, histórico alcalde de Berlín, que lo era cuando
los comunistas Walter Ulbricht y Nikita Jrushov decidieron partir la ciudad en
dos para evitar que siguieran huyendo los alemanes orientales en aquel 1961
amenazando con que el paraíso comunista se quedara definitivamente vacío.
EL MURO COMO AYUDA PARA EL RECUERDO
Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Berlín
ABC Domingo, 09.11.14
Se lanzaron sobre el Muro en
cuanto vieron que no los mataban por hacerlo. Aquella misma noche del 9 de
noviembre, hace 25 años, centenares de miles lo saltaron y miles comenzaron a
roerlo, demolerlo, romperlo con picos, palas, martillos y azadones. Todo lo que
había a mano servía para arrancar unos pedazos o dejar en una plancha los
alambres del forjado al descubierto. Aquel símbolo del miedo y la represión, de
la falta de libertad y de verdad, merecía desaparecer de la faz de la Tierra.
Hoy, un cuarto de siglo después, los pocos tramos que quedan del Muro de Berlín
son monumento nacional y están protegidos. Algunos tramos son, además de
arqueología política de máximo valor, también unas obras de arte por toda la
emocionada y divertida creación que han ido acumulando en estos años. Pero el
Muro que queda es también necesario para que todos recuerden. Como Auschwitz o
Mauthausen son imprescindibles, físicamente, sobre la Tierra, para que no haya
nunca nazis que nieguen el Holocausto. El Muro debe estar ahí para que los
comunistas de nuevo cuño jamás se atrevan a negar los crímenes de su ideología.
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EL DÍA EN QUE LA ALEMANIA LIBRE GANÓ LA GUERRA AL COMUNISMO
Por HERMANN TERTSCH
Enviado Especial a Berlín
ABC Domingo, 09.11.14
LA CAÍDA DEL MURO, 25 AÑOS DESPUÉS
El pueblo alemán festeja el día «más feliz de su vida», al
término de un siglo marcado por dos guerras mundiales y casi cinco décadas de
dictadura comunista
REUTERS Los berlineses se encaramaron al Muro a primera hora de la mañana del 10 de noviembre
Berlín 2014. La
Friedrichstrasse que cruza Unter den Linden y el canal del río Spree no es aun
hoy lo que fue a principios del siglo XX, la única calle europea que competía
con Times Square en tráfico peatonal y rodado. Pero es ya otra vez una gran
calle europea de luces, ruidos y bullicio. Hay que tener la mirada muy avisada
para descubrir tras la gran estación del mismo nombre unas escaleras cubiertas
que bajan a lo que hoy es, en un gran semisótano, el museo del «Grenzgang», del
«paso de fronteras».
Suena allí hoy
aquello de «frontera» tan absurdo e irreal como un puente en medio del mar. Y
nadie podría adivinar que allí estuvo durante casi tres décadas el nudo
sentimental y emocional de Alemania. En aquellas instalaciones paralelas a la
estación Friedrichstrasse, con compuertas, pasillos, juegos de espejos y rejas
con pinchos, se producían a diario tremendas escenas de drama y desconsuelo
entre quienes se iban y quienes se quedaban.
Allí se consumaban
rupturas, reencuentros y separaciones, unas fugaces, muchas temporales, y
también definitivas. Allí estuvo durante todos los 28 años de existencia del Muro
de Berlín el túnel vigilado que lo atravesaba, por el que el poder comunista
regulaba, con cuentagotas, los contactos humanos entre las dos partes de la
Alemania demediada por la Guerra Fría. Dos Alemanias que entonces se separaban
rápidamente por un abismo cada vez mayor en desarrollo, bienestar, información
y libertad.
Era el escenario y el
símbolo a un tiempo del desgarro alemán. El Palacio de las Lágrimas lo
llamaban. Estaba cerca del Palacio Admiral, en el que se produjo el acto
político que iba a consumar una larga tragedia, el del secuestro comunista de
las regiones orientales de la Alemania derrotada. En el Admiral se obligó, por
orden de Stalin, a que los socialdemócratas del SPD en la zona oriental se
unieran a los comunistas del KPD en el Partido Socialista Unificado. Que por
supuesto fue comunista.
Las quejas no eran
recomendables. Se desaparecía. El 22 de abril de 1946, con Berlín aún siendo un
mar de escombros, Stalin dejaba ya claro que en la parte de Alemania ocupada
por el Ejército Rojo se impondría un régimen obediente a Moscú. Ya no había que
simular nada. Dos años más tarde, en 1948, se imponían los comunistas en todos
los países que habían sido « liberados» por las fuerzas de Stalin. Tan solo
tres años de frágil esperanza de libertad.
Tito como excepción
La ocupación nazi que
había devastado Centroeuropa hacía sitio no a la democracia, sino a una
ocupación soviética. En Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Rumanía y Bulgaria se
imponían los comunistas obedientes a Moscú. Tan solo en Yugoslavia un Josip
Broz «Tito», envalentonado por su propia leyenda, negaba obediencia a Stalin y
protagonizaba la primera ruptura en la hasta entonces marmórea unidad comunista
internacional bajo Stalin. Muchas ejecuciones habría de causar la purga
estaliniana de «titoístas» reales o inventados, en toda la región.
Alemania fue dividida
en 1945 en cuatro partes por las potencias vencedoras. Pronto quedó claro que
solo había dos: una con los sectores americano, francés y británico, y otra la
soviética. Y dentro de ese sector soviético de la Alemania dividida, que se
habría de convertir en la República Democrática (RDA), en medio del mismo como
una isla, la capital Berlín dividida a su vez en cuatro partes y a la postre en
dos, la occidental democrática y la comunista. En 1948, cuando la Guerra Fría
viene a hacerse oficial, Stalin hace su primer pulso a las potencias
occidentales.
El puente aéreo
En reacción al
anuncio de la creación de la República federal, Moscú pone en cuestión el
estatus internacional de la ciudad y bloquea todos los accesos y suministros
terrestres. Habría sido difícil convencer a la opinión pública norteamericana
de que volviera a la guerra, esta vez contra la URSS, para defender la libertad
de quienes hasta hacía tres años habían sido su mortal enemigo. Pero el
presidente Harry Truman era consciente de que si Stalin lograba echar a los
aliados occidentales de Berlín, toda Alemania caería en manos soviéticas.
La idea de tener a
las fuerzas del Ejército Rojo en el Rhin y a horas de París era una pesadilla.
Por eso se emprendió una operación sin precedentes. Un puente aéreo de más de
272.000 vuelos durante 321 días alimentó a toda la ciudad hasta que, admitido
el fracaso, Stalin abrió el tráfico a la ciudad sitiada.
El Tercer Reich, ese
Imperio que iba a durar mil años según los planes de su fundador Adolf Hitler,
apenas superó los doce. Su apoteosis final se consumó no lejos de la
Friedrichstrasse. Su paralela, la Wilhelmstrasse, tenía algunas de las
principales direcciones oficiales del Estado nacionalsocialista. Aparte de
ministerios como Exteriores, estaba allí, construido sobre el solar de una
razonable cancillería imperial de Otto von Bismarck, el colosal edificio
construido por Albert Speer para el Führer, la Reichskanzlei. Era símbolo,
lleno de brutal energía, columnas y mármol, del poder emergente y oficialmente
eterno aun en 1938. Con su búnker en los jardines, en el que pasaría los
últimos agónicos meses antes de quitarse la vida el 30 de abril de 1945, con
los soldados soviéticos ya en calles aledañas.
Estallido de protestas
Esa cancillería, como otros
muchos edificios del devastado barrio oficial entre la Puerta de Brandeburgo y
la estación de ferrocarril Anhalter, que desapareció de la faz de la Tierra,
habría de quedar a partir de agosto de 1961 en un limbo urbano inalcanzable, no
urbanizado hasta el año milagroso de 1989. Porque el muro que atravesaba el
centro, aislando las tres zonas de Berlín ocupadas por americanos, franceses y
británicos –los sectores occidentales– no era un simple muro. Era una amplia
franja de terreno entre dos muros paralelos, en la que había minas, alambradas
de espino, fosos, carretera para patrullas, instalaciones de perros, mecanismos
de disparo automático y torres de vigilancia. En unas partes de la ciudad la
franja tenía dos o tres centenares de metros de ancho, y en otras siete u ocho.
La siguiente crisis estalló
el 17 de junio de 1953. Los obreros que construían las viviendas de la avenida Stalin en
el este de la ciudad se rebelaron aquel día contra nuevas exigencias laborales
de las autoridades comunistas. Y lo que empezó como un conflicto laboral muy
localizado se convirtió en horas en la mayor manifestación anticomunista desde
el final de la guerra. Stalin había muerto el 5 de marzo. Pero quienes pensaron
que eso podía cambiar actitudes en Moscú se equivocaron. La lógica de Stalin
funcionó sin él aún mucho tiempo.
Los tanques
soviéticos, cuya presencia en la región era masiva, aplastaron con decenas de
muertes aquella protesta obrera convertida en levantamiento nacional. El de
Berlín este fue el primer levantamiento anticomunista con eco que se produjo en
los países conquistados por Stalin en su guerra contra Hitler. Aunque ese mismo
año ya se produjeron en Polonia y muy pronto habría de surgir, de forma muy
traumática, el levantamiento de Hungría de octubre de 1956, y sus ecos polacos.
Un año antes se había
producido un hecho insólito que hizo disparar las expectativas de muchos.
Austria, que había estado dividida igual que Alemania, con Viena a su vez
también dividida como Berlín, lograba que las cuatro potencias vencedoras
firmaran su Tratado de Estado a cambio de “eterna neutralidad”. Y por primera
vez en la historia, el Ejército soviético abandonaba un país, Austria, cuya
parte oriental había conquistado en guerra contra el nazismo.
Antagonismo
ideológico
Pero en Alemania no
había neutralidad. La República Federal de Alemania, dirigida por Konrad
Adenauer, se había comprometido firmemente con las potencias occidentales e
ingresaba en la OTAN. Su democracia liberal no tendría nada que ver con la
dictadura comunista del «otro lado». La economía social de mercado, con su
elemento social cristiano, era lo contrario que el dirigismo soviético de los
planes quinquenales. Y las dos Alemanias, que se habían puesto a andar al mismo
tiempo, se convirtieron así para todo el mundo en un inmenso campo de pruebas
en el que ver la competencia de dos sistemas en una misma sociedad
desarrollada.
El resultado no tardó
en ser evidente. Nada más limpiarse las escombreras en que la guerra había
convertido las ciudades alemanas, los alemanes occidentales se dejaron cautivar
por un frenesí emprendedor y laborioso que pronto habría de llamarse «el Milagro económico». Sobre los efectos de la Reforma Monetaria de Ludwig Erhard
en 1948 que había introducido el marco alemán, DM, la década de los años
cincuenta registra un espectacular crecimiento de la producción, la economía y
el bienestar. Los fondos del Plan Marshall que Estados Unidos lanzó para la
recuperación de una decena de países europeos afectados por la guerra fueron
ante todo a Francia y al Reino Unido, pero la parte que llegó a Alemania tuvo
también un gran efecto positivo muy visible.
Telón de Acero
Mientras, la parte de
Alemania ocupada por los soviéticos apenas se movía. Sus dirigentes, que habían
fusionado por dictado moscovita a los dos partidos de izquierda, SPD y KPD,
para crear el Partido Socialista Unificado (SED), fueron relevados por Walter
Ulbricht, un comunista inflexible entre los fundadores del partido comunista
KPD en la República de Weimar que había logrado sobrevivir doce años en la
emigración soviética. Lo que habían logrado pocos sin sucumbir a las purgas.
Alemania oriental se vio aplastada por regulaciones, ucases y otras órdenes de
Moscú volcadas en las grandes industrias y en el control total del enemigo
ocupado.
La mayor parte de la
industria pesada había sido desmantelada y trasladada a Moscú como reparación
de guerra. La frontera a lo largo de las dos Alemanias ya se había fortificado
y era impermeable. Como ya había anunciado en su viaje a EE.UU. en 1946 Winston
Churchill, un Telón de Acero había caído sobre Europa desde el Báltico al
Adriático. Había una frontera totalmente cerrada a lo largo del frente entre
las dos grandes potencias e ideologías.
¿Totalmente? No. El
Telón de Acero tenía un inmenso agujero. En Berlín. Era toda la línea que
separaba al sector soviético de los otros tres sectores, de norte a sur. Pese a
las trabas administrativas y policiales, la ciudad abierta permitía que muchos
trabajaran en un sector en el que no vivían. Trabajo bueno había en el oeste. Y
cada vez eran más los que no volvían. Muchos para coger los aviones que
comunicaban a diario a la isla de Berlín oeste con Alemania occidental. Por ese
agujero votaban los alemanes orientales a los que habían impuesto la dictadura.
Votaban libertad. Votaban bienestar. Y votaban con los pies, como solía
decirse. A lo largo de los trece años desde la reforma monetaria, Alemania
oriental se desangraba.
El precio de la
libertad
El agravio
comparativo entre las dos partes de Berlín y comunicado por el boca a boca
diario del tráfico humano resultaba demoledor para la Alemania socialista. En
1961 la situación era ya dramática. Y un Nikita Jruschov con problemas propios
internos no se podía permitir una RDA en la que pronto no quedaría mano de obra
cualificada y amenazaba con el colapso. Ulbricht, agente del Komintern en
España, burócrata inmovilista que saboteaba la desestalinización del propio Jruschov, estuvo más que
dispuesto. Célebre es su frase un día antes de la construcción el 13 de agosto
de 1961 de «nadie tienen intención de construir un muro».
Aquella
madrugada hubo un inmenso despliegue policial y militar. Se cerraron las
calles, se cegaron las alcantarillas, se prohibió el tráfico. Y un ejército de
obreros en camiones llegaron al centro de la ciudad a cerrar herméticamente el
sector soviético de los demás. No era tan fácil. Los límites atravesaban
edificios y hasta viviendas, los canales y la amplia red de metro y de tren
suburbano que distingue a Berlín desde el arranque del siglo XX. Hubo escenas
escalofriantes. Tragedias. Muertos por disparos. Por suicidio. Muchos
aprovecharon la confusión aquellos días para salir a través de una frontera aún
imperfecta. Y durante toda la existencia del Muro hubo intentos logrados o no,
de romper y burlar esa frontera.
Cerca
de mil muertos dentro de la ciudad son testimonio de ello. A lo largo de los
años el muro se sofisticó, se amplió con «la franja de la muerte» como la
llamaban. Y hasta el 9 de noviembre de 1989, ese muro fue símbolo de la Guerra
Fría pero ante todo del fracaso de un sistema de gobierno basado en la
represión y el terror, en el fracaso de la segunda ideología criminal que tras
el nacionalsocialismo, había arraigado y sembrado la tragedia en suelo alemán.
Crucé
decenas de veces el muro, sobre todo por el «checkpoint charlie» que era para
diplomáticos y personas acreditadas ante el gobierno de la RDA. Que era más
cómodo que el Palacio de las Lágrimas. Estuve acreditado ante ambas Alemanias y
también en Polonia, el país responsable de iniciar con su valentía y calidad
moral los cambios que arrastraron al Muro, a sus constructores y a su
ideología, al basurero de la historia y a todos los pueblos centroeuropeos a
liberarse.
Un
cuarto de siglo después, no están por supuesto igual todos los países
implicados en aquella maravillosa gesta del siglo XX que fue la revolución
democrática de 1989. Pero todos recuperaron entonces su libertad para vivir y
equivocarse ellos en democracia. Millones vertimos lágrimas en todo el
continente, secuestrado por el crimen nazi y comunista, y ya felizmente recuperado.
Muy distintas que las de los lloros del desgarro en la Friedrichstrasse.
Marcaron el año en que más felicidad se pudo gozar en todo ese siglo terrible
anegado de dolor y sangre. Por la experiencia de la libertad triunfadora sobre
la oscuridad y el miedo.
1945 - Aspecto de la Puerta de Brandeburgo, en Berlín, al término de la Segunda Guerra Mundial. La ciudad se dividió en cuatro partes, que a la postre quedaron en dos: la libre y la soviética.
1948 - Puente aéreo de las potencias aliadas con Berlín, para salvar el bloqueo de la ciudad impuesto por Stalin. Occidente sabía que si caía todo Berlín, podía caer Alemania entera.
1953 - Protestas de obreros de la construcción en Berlín este, en junio de 1953, reprimidas a sangre y fuego por los blindados soviéticos. Fue el primer levantamiento contra el régimen comunista.
1961 - Construcción del muro de separación en Berlín en 1961. Los comunistas pensaban que la fuga en masa de berlineses les iba a dejar sin mano de obra cualificada.
1962 - Las víctimas. Al menos 136 personas murieron intentando saltar el Muro y escapar de la cárcel comunista camino de la libertad del Oeste.
1963 - «Yo soy berlinés», dijo en alemán («Ich bin ein Berliner») Kennedy en su visita al Berlín dividido en 1963. Todo un lema.
1971 - Los aliados firman un acuerdo definitivo sobre el estatus jurídico de Berlín y regulan el tránsito fronterizo interalemán.
9.11.1989 - Una multitud de berlineses se echó a la calle el 9 de noviembre de 1989 para destruir el muro de la vergüenza con todos los medios a su alcance, en medio de un entusiasmo inusitado.
1990 - Celebración de la reunificación de Alemania junto a la Puerta de Brandeburgo. La caída del Muro fue la señal para la apertura del proceso de liberalización en toda Centroeuropa.
Así lo contó ABC
De la desolación a la euforia
No todos los países del antiguo Pacto de Varsovia,
implicados en la gesta de la recuperación de su libertad, gozan hoy de la misma
salud política y económica. Pero tras la caída del Muro de Berlín todos
experimentaron un alto grado de euforia. ABC ha sido uno de las pocas cabeceras
actuales que relató la caída del Muro, pero también la construcción de éste, en
1961.